sábado, 28 de julio de 2018

MISIÓN IMPOSIBLE: FALLOUT Los efectos visuales le restan emoción

Título original: Mission: Impossible. Fallout
USA 2018 147 min.
Guión y dirección Christopher McQuarrie, según la serie de televisión creada por Bruce Geller Fotografía Rob Hardy Música Lorne Balfe Intérpretes Tom Cruise, Henry Cavill, Rebecca Ferguson, Simon Pegg, Ving Rhames, Vanessa Kirby, Michelle Monaghan, Alec Baldwin, Angela Bassett, Sean Harris, Wes Bentley, Frederick Schmidt, Liang Yang, Kristoffer Joner Estreno simultáneo en España y Estados Unidos 27 julio 2018

Lejos queda la serie de televisión de finales de los sesenta, e incluso su versión sofisticada a manos de Brian de Palma para el cine. Esta sexta entrega de la serie con la que Estados Unidos pretende emular el éxito y la dignidad lograda por el agente secreto más famoso del mundo, James Bond, se convierte en paradigma del cine actual norteamericano, que se ha ido vulgarizando paulatinamente hasta extremos inconcebibles en otra época. La saturación de efectos visuales hace que cualquier misión, por absurda y disparatada que parezca, sea posible, aún a costa de restar emoción al asunto. Es como si comparamos El coloso en llamas con Rascacielos. El preciosismo virtual ha sustituido a la emoción y la credibilidad, y con él ha llegado el aburrimiento. Y lo peor es que esos efectos que un día ofrecieron sensaciones estéticas sorprendentes, hoy ya no generan gran entusiasmo. Christopher McQuarrie, que ya se encargó de la anterior entrega, Nación secreta, y ha dirigido a la megaestrella Tom Cruise también en Jack Reacher, se afana por escribir un guión en el que la combinación de valores éticos, acción a raudales, intrigas románticas y traiciones diversas, provoquen una versión sombría y majestuosa del tema. Pero arroja un aluvión de datos apenas empezar, cuando el espectador aún no se ha metido en una propuesta que le es difícil encajar. A partir de ahí sabemos que por mucho que parezca que se complica la trama, al final va a quedar en poca cosa, tan simple como suele ser habitual, y tan vacío como cabía esperar. Cruise sigue empeñado en protagonizar algunas de las secuencias de acción, pero se ha encasillado demasiado, y a estas alturas su físico comienza a no dar más de sí. Ni cirugía ni entrenamiento van a conseguir alargar más su juventud, por lo que es posible que su jubilación llegue pronto, salvo que lo remedie probando otros campos. Ni las localizaciones de estampa, ni las ocurrentes situaciones de acción y suspense, ni el uso espectacularísimo de la banda sonora por parte de Lorne Balfe aprovechando más que ninguno de sus colegas anteriores los temas clásicos de Lalo Schifrin, consiguen remontar un producto que se nos antoja cansino y aburrido, y en el que el mismo mcguffin utilizado por Hitchcock en Encadenados, el plutonio, para tramar una historia de amor, suspense y traición magistral, le sirve a Cruise y McQuarrie para tan sólo poner en escena una sucesión de disparatadas secuencias de acción apoyadas en un argumento que abusa de clichés mil veces utilizados en este tipo de cine. Sin embargo la crítica, quién sabe si mediante incentivos o bagatelas especiales que también pueden formar parte de la agresiva campaña publicitaria, se deshace en elogios con ella.

viernes, 27 de julio de 2018

PABLO MARTOS Y CALIO ALONSO CONVOCANDO VIRTUOSOS

19º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Pablo Martos, violín. Calio Alonso, piano. Programa: Obras de Rimsky Korsakov-Kreisler, Sarasate, Granados y Bizet-Waxman. Jueves 26 de julio de 2018

Son jóvenes, granadinos y han consolidado un dúo con el que han paseado su repertorio por destacados eventos conmemorativos celebrados en Andalucía. Martos ha crecido al amparo de la West-Eastern Divan y ya sea con su grupo Garnati Ensemble, con el que ha grabado una interesante versión para trío de las Variaciones Goldberg, o en solitario, sus registros se pueden encontrar en Sony Classical. Calio Alonso, por su parte, es un competente pianista de acompañamiento que tiene por delante un futuro prometedor para limar ciertas asperezas y sacar a relucir el resto de poesía que aún se le resiste. Juntos ofrecieron un recital en el que se daban la mano composiciones desde dentro y fuera de España con un denominador común, destacar las influencias exóticas y sensuales que definen esa particular forma de entender la cultura tan propia de un país idealizado que para muchos artistas fue frontera y zona de paso entre oriente y occidente, y con cuya idiosincrasia se atrevieron incluso quienes nunca pusieron un pie en nuestra tierra.

Pero fueron los grandes virtuosos del violín quienes realmente se convocaron en este particular viaje, desde el alemán Fritz Kreisler al incandescente Pablo Sarasate, pasando por el personaje de ficción Paul Boray, a quien dio vida John Garfield en la película Humoresque, dirigida por Jean Negulesco en 1946, y al que prestaron su voz otros dos virtuosos, un jovencísimo Isaac Stern en el film, y el legendario Jascha Heifetz, que es quien en principio debiera haber doblado a Garfield y finalmente no pudo resistirse a incluir la pieza en su repertorio y grabarla en primicia. Nos referimos a la Fantasía sobre Carmen de Bizet arreglada por Franz Waxman, reputado y dos veces oscarizado compositor de bandas sonoras (Rebeca, El crepúsculo de los dioses, Peyton Place). Una obra que rivaliza con la de Sarasate, gran protagonista de la velada y a quien los dos jóvenes intérpretes hicieron justicia abordando una serie de antológicas obras. Dos piezas inspiradas por Shehérazade de Rimsky-Korsakov, según el sentido de la estética de Fritz Kreisler, abrieron el programa indicando la senda por la que deambularía un Pablo Martos tan preocupado por las intrincadas líneas de la composición como por no descuidar la elegancia que debe acompañar estas páginas tan idiomáticas para que no resulten simplemente pintorescas. 

Una línea que continuó con una generosa selección de piezas del virtuoso por antonomasia Pablo Sarasate, pensadas para el propio lucimiento y que Martos salvó con considerable delicadeza y mucha atención a todos los matices y cambios de registro, así como a pizzicati, pianissimi y otras figuras. Del misterio oriental de Playera al nervio vigoroso de Zapateado o el ritmo sensual de Habanera, contando en todo momento con la complicidad de Alonso, que en la Andaluza de Granados desplegó energía y un sentimiento muy rubateado. Aires gitanos de Sarasate, tan exigente en lo técnico como ligeramente melancólico en lo expresivo, y esa colorida Fantasía Carmen se erigieron en platos fuertes de una cena que Martos cocinó con acierto y entusiasmo, y cuyo postre en forma de propina fue la Danza Española nº 1 de La vida breve de Falla.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

domingo, 22 de julio de 2018

LA REVOLUCIÓN SILENCIOSA La ridícula opresión de la humanidad

Título original: Das schweigende Klasserzimmer
Alemania 2018 111 min.
Guión y dirección Lars Kraume, según el libro de Dietrich Garstka Fotografía Jens Harant Música Christoph Kaiser y Julian Maas Intérpretes Leonard Scheicher, Tom Grammez, Jonas Dassler, Lena Klenke, Isaiah Michalski, Jördis Triebel, Michael Gwisdek, Max Hopp. Judith Engel, Ronald Zehrfeld, Carina N. Wiese, Florian Lukas, Burghart Klaussner Estreno en Alemania 1 marzo 2018; en España 20 julio 2018

Hace tres años el realizador alemán Lars Kraume analizó en una interesante e inteligente película, El caso Fritz Bauer, el empeño del Fiscal General del Estado en la República Federal Alemana de los años cincuenta por llevar ante los tribunales a antiguos criminales nazis, y cómo las autoridades del régimen democrático restaurado se lo impedía con la siempre aborrecible y dolorosa excusa de no hurgar en el pasado. La otra Alemania, la del Este, unos años antes del levantamiento del muro de Berlín, se convierte ahora en el eje de un nuevo análisis político, histórico y social, que como en aquel caso sirve también para denunciar cualquier tipo de sistema, libre o no, en su objetivo de controlar y manipular nuestra existencia con el fin de adherirse a ese poder tan suculento y a la vez ridículo que caracteriza la mayor inquietud del ser humano. El Universo es infinito y se expande continuamente; nuestra posición en él es insignificante, y sin embargo la humanidad continúa sintiéndose eje alrededor del cual gira todo, protagonista total y absoluto de ese cosmos que desconoce, y artífice de las artimañas más absurdas para amasar esa riqueza y poder que no disfrutará más allá de nuestra ridícula y efímera existencia. Con esta actitud se ha legitimado a sí mismo para oprimir y hostigar al prójimo, haciendo de este pequeño planeta un hervidero de dolor e injusticia. Ningún régimen es realmente justo e igualitario. El poder se asienta de tal forma que asegura su continuidad con sistemas, autoritarios o no en apariencia, que sólo sirven y le son útiles a él mismo, tan preocupado en mantener lo suyo a través de cartas magnas y documentos varios, así como de pasar olímpicamente de aquellas otras estipulaciones que defienden a los humildes y que no son en última instancia más que una capa de hipocresía con la que desviar la atención de lo que verdaderamente importa a los poderosos. El utópico socialismo soviético que anclaba sus postulados en la defensa del proletariado no escapó de estas miserias ridículas, y su obsesión por mantener el control y la disciplina de partido a toda costa se cobró muchas vidas y esperanzas. Esta estupenda película, tan clásica en su caligrafía como hiriente y contundente en su contenido, fija su atención en un episodio que sucedió en 1956 cuando Hungría pretendió liberarse de ese control soviético y un grupo de estudiantes de la Alemania del Este decidió solidarizarse guardando un minuto de silencio de apocalípticas consecuencias. Una situación tan ridícula como aterradora, dos extremos que Kraume disecciona a la perfección en un pulcro ejercicio de cine entretenido y apasionante, con un sobresaliente tratamiento de la tensión y el drama, una asfixiante atmósfera, y la complicidad de un reparto coral excelente, tanto los jóvenes como los adultos, entre los que destacan los padres frustrados por un pasado cargado de incógnitas y sinsabores, y esas marionetas del sistema a las que sólo vemos mientras ejercen su trabajo, pero no descartamos su autoconciencia también como víctimas del sistema. Y entre todo, lo mejor es la posición de una juventud comprometida con su futuro, conscientes del ambiente en el que viven y capaces de tomar decisiones arriesgadas y valientes para lograr lo que sus padres no consiguieron, tan lejos de la posición acomodaticia y anestesiada de nuestra juventud actual, esa que se cree libre pero que como todos y todas, en realidad baila al son que le tocan.

sábado, 21 de julio de 2018

MARIVÍ BLASCO Y JUAN CARLOS RIVERA: EL DRAMA CONTAGIOSO

19º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Mariví Blasco, soprano. Juan Carlos Rivera, tiorba. Programa: Piezas de Caccini, Kapsberger, Strozzi, Merula, Purcell, Stölzel y Händel. Viernes 20 de julio de 2018

La conmemoración en diciembre del cuatrocientos aniversario de la muerte de Giulio Caccini ha facilitado la programación de un concierto tan exquisito como el que nos brindaron Mariví Blasco y Juan Carlos Rivera, otra asociación feliz asidua a nuestros escenarios, en los jardines del Alcázar. Su trabajo conjunto a lo largo de estos últimos años ha alcanzado cotas admirables de complicidad y compenetración, que se traducen habitualmente en gozosas recreaciones de la música que abordan, además en un estilo cada vez más relajado, menos acomplejado y más acorde con su intención de transmitir y contagiar todo el amor y la admiración que profesan por un repertorio que conocen bien y por el que se sienten, se ve, muy apasionados.

Blasco tuvo el acierto de leer la traducción de los poemas que sirven de base a las canciones elegidas, lo que facilitó seguir con atención los matices dramáticos que la soprano valenciana supo incluir en su canto. En el caso de Caccini, con cinco piezas en los atriles, esto se tradujo en un alto componente expresivo, justo lo que merece esperar de quien se considera precursor del Barroco gracias a su revolucionario canto monódico en estilo recitativo. Nuove musiche con la que Blasco se movió cómoda, con gracia y elegancia, emotiva en Dolcissimo sospiro, campechana en Belle rose porporine, mostrando en todo momento cómo ha crecido como artista, cómo se mete al público en el bolsillo y cómo ha superado ciertas limitaciones en su voz, ganando en brillo, con poderosa proyección y limando complejos e inseguridades. No sólo oír, ver también ayuda mucho a disfrutar de un buen concierto, como por ejemplo la impagable experiencia de observar la sonrisa de satisfacción de Mariví Blasco mientras Rivera desgranaba las innumerables y alegres notas de los Canarios de Girolamo Kapsberger, compositor y teórico alemán afincado en Venecia y Roma que aportó las páginas instrumentales de la velada.

Per un bacio, una hermosa balada de Barbara Strozzi, en la línea del Monteverdi que sirvió de propina con ese Si dolce é il tormento ya indisociable al repertorio del dúo, entonada como si de un tormentoso lamento se tratara, y una sádica nana de Tarquino Merula dedicada al Niño Jesús, con acompañamiento en ostinato de muy original resolución, dieron paso a un Lamento de Dido de Purcell algo desvaído y corto de expresividad, y unas Capona y Sfessaina de Kapsberger que Rivera ofreció con su habitual templanza y dominio técnico. Después el bellísimo Bist du bei mir de la ópera Diomedes de Gottfried Heinrich Stölzel, que Bach incluyó en su segundo cuaderno de notas para su esposa Anna Magdalena y Blasco entonó con tanta delicadeza como buen gusto, este fascinante recorrido por el Seicento especialidad de la casa, terminó con un Lascia ch’io pianga de Händel desinhibido y distendido que la soprano aprovechó para lucir frondosas ornamentaciones de pura creatividad y saludable conveniencia. Ni que decir tiene que el especialista en cuerda pulsada, Juan Carlos Rivera, acompañó en todo momento con un sentido admirable del mimetismo y la compenetración, logrando juntos una experiencia sensorial sobresaliente.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

MAMMA MIA! UNA Y OTRA VEZ Operación quirúrgica, estirada y con postizos

Título original: Mamma Mia! Here We Go Again
USA-Reino Unido 2018 108 min.
Guión y dirección Ol Parker Fotografía Robert D. Yeoman Música Benny Andersson, Björn Ulvaeus y Anne Dudley Intérpretes Amanda Seyfried, Lily James, Christine Baranski, Julie Walters, Pierce Brosnan, Colin Firth, Stellan Skarsgard, Dominic Cooper, Jeremy Irvine, Josh Dylan, Hugh Skinner, Jessica Keenan Wynn, Alexa Davis, Andy García, Cher, Meryl Streep, Celia Imrie, Omid Djalili Estreno simultáneo en Reino Unido, Estados Unidos y España 20 julio 2018

Por una vez nuestros distribuidores han dado en el clavo, aunque sea inconscientemente, titulando esta película Una y otra vez, y es que el cine americano, y el inglés a remolque, le ha cogido el gusto a esto de repetir una y otra vez la misma historia, sin aportar nada y con el único fin de volver a hacer caja a fuerza de los mismos recursos, amplios en lo técnico, limitados en lo artístico e imaginativo. Que recordemos sólo una vez ha habido secuela exclusivamente cinematográfica de un éxito de Broadway, y fue Grease 2 en 1982, que al margen de ser casi la primera vez que pudimos ver a Michelle Pfeiffer en el cine, cosechó un estrepitoso fracaso. Pero eran otros tiempos, cuando las operaciones de márketing no existían a la agresiva escala que lo hacen hoy. La secuela de aquella mala película que fue la adaptación del simpático musical a costa de las canciones de Abba, es tan mala o peor que su referente. Pues si es verdad que está algo mejor hecha, más cuidada en sus detalles, y cuenta con algunas secuencias que podríamos salvar de la quema, como la llegada en barco de los invitados a la inevitable fiesta al ritmo de Dancing Queen, o los títulos de crédito finales con todo el lujoso reparto entonando Super Trouper, lo cierto es que aquí no hay argumento ni intriga ni gracia alguna. Asistir a las aventuras amorosas de la joven Donna (una tan mona como esforzada Lily Cenicienta James) no aporta nada, y deja en entredicho la supuestamente interesante vida bohemia de aquella Meryl Streep que aquí sólo se digna a cantar una canción casi al final de la función, mientras Cher se permite bajo kilos de maquillaje y metros de costura, incorporar a la abuela de la cursi Amanda Seyfried, y lo que es más sorprendente, permitir que los libretistas, entre los que se encuentra Richard Curtis, autor de los guiones de Cuatro bodas y un funeral, Notting Hill y Love Actually, lo que da idea del pastelón resultante (al menos las dos últimas), sitúen su romance con Andy García ¡en 1959! Al menos la participación de Cher nos regala una memorable versión de Fernando en lo vocal y una agilidad increíble en su rockera introducción de Super Trouper. Porque el resto de canciones, a pesar de la colaboración estelar de Benny Andersson y Björn Ulvaeus en sendos cameos, además de encajar el argumento de forma tan artificiosa como impuesta, parecen malos cover de esos que se adquirían en las gasolineras cuando éramos niños. Demasiadas canciones, malos números musicales, con coreografías que después de La La Land parecen de chiste, argumento nulo, caras y cuerpos hermosos y jóvenes, paisajes veraniegos y un inexplicable reparto de lujo, son las señas de identidad de esta operación comercial estirada y con postizos, como la piel de Cher, en última instancia lo más destacado del conjunto, junto al humorista británico de origen iraní que distrae a los protagonistas en la aduana del puerto griego desde donde embarcan nuestros adinerados y despreocupados personajes hacia la isla de la eterna felicidad romántica. Y para ser generosos destacaremos también la interpretación de la joven Jessica Keenan Wynn, nieta del legendario actor, que mimetiza con sus gestos a Christine Baranski, de la que ofrece la versión joven de su personaje. Un más que seguro éxito de taquilla al que se han apuntado como productores Andersson, Ulvaeus, Curtis y hasta Tom Hanks, que para eso es tan amigo de Meryl Streep.

viernes, 20 de julio de 2018

CRISTINA MONTES Y VICENT MORELLÓ: UNA FELIZ ASOCIACIÓN

19º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Cristina Montes Mateo, arpa. Vicent Morelló, flauta. Programa: Obras de Cras, Ferroud, L. Boulanger, Saint-Saëns y Debussy. Jueves 19 de julio de 2018

El centenario de la muerte de Debussy ha encontrado también su hueco en estas noches del Alcázar, esta vez con un programa muy elaborado y consistente en el que se aglutinaron nombres de la música francesa de principios del siglo XX, algunos de ellos muy poco frecuentados hoy, que dieron buena muestra de la influencia de la personalidad y la estética del genial compositor compatriota y ayudaron a enmarcar su obra y su tiempo con una elocuencia y una ductilidad sobresalientes. Para ello tuvimos ocasión de disfrutar de la feliz asociación del flautista de la Sinfónica Vicent Morelló y la sensacional arpista sevillana, tras algún encuentro puntual en los atriles de la Orquesta de la Comunidad Valenciana. Disciplina, seriedad y perfecta compenetración definieron su  buen rendimiento a lo largo del recital.

Los delicados cuidados que exige el flamante arpa, una preciosísima joya de precisión y orfebrería, y las habituales divagaciones de Morelló introduciendo las piezas, dilataron la duración de esta ofrenda musical en la que ambos instrumentistas comenzaron a destacar ya con la Suite en dúo de Jean Cras, oficial de la armada que se inspiraba en sus viajes y el mar que le servía de ruta para componer sus piezas, entre las que se encuentran unos aclamados trío y cuarteto, así como la ópera Polifemo. De corte impresionista y fuertemente cromático, sus aires orientales y frecuentes arabescos encontraron eco en la flexibilidad del flautista y la elegancia de la arpista, con un evocador assez lent como eje central. En solitario Morelló se hizo con dos de las tres piezas para flauta de Pierre-Octave Ferroud, Bergère Captive y Jade, desarrolladas con encanto y simplicidad, como apuntaba su autor, y dejando entrever el influjo de la Siesta del fauno en sus sensuales líneas melódicas. Obra debussyniana que también homenajea Lili Boulanger, hermana y alumna de la más célebre Nadia, en su Nocturno, que compuso en apenas dos días mientras preparaba su participación en el prestigioso Concurso de Roma. Aquí Morelló cantó en la flauta con el atento y delicado acompañamiento de Montes, destacando ese crescendo final evocador de la wagneriana muerte de Isolda.

La fragilidad de las cuerdas de tripa se compensa con su sonido dulce y aterciopelado, lo que posibilitó a Montes Mateo recrear una Fantasía Op. 95 de Saint-Saëns absolutamente brillante, por su caligrafía y por su extraordinaria habilidad e indiscutible sensibilidad para hacer justicia a una página tan generosa en filigranas, giros y detalles. Aunque en el programa y en la presentación se empeñaron en que lo que cerraba el concierto eran las Canciones de Bilitis de Debussy, en realidad se trató de los Seis Epígrafes Antiguos que compuso como música incidental para una puntual interpretación de esas doce canciones (ampliadas con otros tres cantos) concebidas para ilustrar los poemas eróticos de su amigo Pierre Louÿs. De cualquier forma los intérpretes volvieron a desgranar elegancia y dominio técnico en estas piezas, transcritas por ellos mismos a partir de la versión para piano a cuatro manos, aunque a esas alturas el programa ya había evidenciado lo que se temía, que la homogeneidad del limitado repertorio provocaría cierta monotonía y un exceso de relajación. Pero mereció la pena.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

Estreno de HAPPY END en salas comerciales

Reseña de la película, estrenada en el Festival de Cine Europeo de Sevilla el 4 de noviembre de 2017. Estreno en salas 20 de julio de 2018

miércoles, 18 de julio de 2018

TOTEM ENSEMBLE: I SALONISTI EN LOS JARDINES DEL ALCÁZAR

19º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Totem Ensemble: Vladimir Dmitrenco y Luis Miguel Díez, violines. Jerome Ireland, viola. Nonna Natsvilishvili, cello. Francisco Lobo, contrabajo. Programa: Piezas de Rossini, Verdi, Puccini, Bizet, Curtis, Toselli y Ponchielli. Martes 17 de julio de 2018

Ya sea con Millennium Arts o cualquiera de las otras formaciones que de su mano han surgido a partir de la Sinfónica de Sevilla, Vladimir Dmitrenco es un asiduo de estas noches del Alcázar. Con Totem Ensemble muestra su cara más amable y distendida, sin renunciar nunca a sus cómicas presentaciones no exentas de humanidad, seguramente por la aceptación que tienen entre un público que deja al margen exigencias y solemnidades. El conjunto recrea el estilo y la sonoridad que hicieron célebres a I Salonisti, aquel grupo de música de cámara desenfadada que se formó a principios de los ochenta del siglo pasado desempolvando música de salón y alcanzando su máxima popularidad gracias a Titanic

Como ya hicieran la semana pasada Castelló y Apellániz, la presencia de Totem Ensemble obedeció al ciento cincuenta aniversario del fallecimiento de Rossini, aunque desde una óptica muy diferente. Mientras aquéllos fueron fieles y rigurosos a las partituras convocadas, que mantenían bastante coherencia con el entorno y la influencia del compositor operístico, el programa de los músicos de la ROSS se centró en una amalgama de arreglos, compositores y tendencias que ni resultan herederos del autor de Semiramide ni le son contemporáneos ni guardan similitud con su estética. No basta con ser italianos, pero al fin y al cabo se trataba de mantener una línea amable y conectar sin exigencias con un público receptivo. Suponemos que los arreglos fueron en su mayoría de su propia cosecha, manteniendo una línea elegante y armoniosa, con violín primero y viola manteniendo fundamental y alternativamente la línea melódica, violín segundo abordando las sencillas ornamentaciones, y cello y contrabajo dando fuerza y cuerpo al conjunto. Todo sin complicaciones para unos músicos competentes y adiestrados.

Mientras Dmitrenco tuvo en lo musical una noche lúcida, con un sonido terso y muy equilibrado, Ireland evidenció mayor tosquedad en su cometido, aunque en líneas generales las prestaciones del conjunto fueron satisfactorias, dentro de lo poco que se puede exigir a una manifestación como ésta, que tuvo a Rossini como centro, con versiones compactas de El barbero de Sevilla y Guillermo Tell, y su célebre Danza a ritmo de tarantela napolitana, octava de sus soirées musicales. El temperamento romántico de Torna a Surriento (Regresa a Sorrento) de Ernesto de Curtis y el exquisito lirismo de la Serenata Rimpianto (Lamento) de Enrico Toselli, pusieron la nota apasionada a un concierto en el que también asomaron Verdi (Preludio de La traviata y Coro de esclavos de Nabucco), Puccini (Nessum Dorma, O mio babbino caro), Ponchielli (la simpática Danza de las horas de La Gioconda, con cuya presentación Dmitrenco alcanzó sus más altas cotas de surrealismo) y una muy bien entonada selección de Carmen de Bizet, por aquello de que Rossini vivió un tiempo en París. La famosa canción tradicional hebrea Hava Nagila marcó el ritmo en la propina de un programa cogido con calzador, sin complicaciones, amable, distendido, sin mucho interés pero muy celebrado por el público asistente.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

martes, 17 de julio de 2018

MARY SHELLEY Austen, Dickens y el moderno Prometeo

USA-Reino Unido-Luxemburgo 2017 120 min.
Dirección Haifaa Al-Mansour Guión Emma Jensen y Haifaa Al-Mansour Fotografía David Ungaro Música Amelia Warner Intérpretes Elle Fanning, Douglas Booth, Bel Powley, Stephen Dillane, Tom Sturridge, Joanne Froggatt, Ben Hardy, Ciara Charteris, Maisie Williams Estreno en el Festival de Toronto 9 septiembre 2017; en Estados Unidos 25 mayo 2018; en España 13 julio 2018

Cabía esperar de Haifaa Al-Mansour, la primera directora de cine de Arabia-Saudí, caracterizada por reivindicar el papel de la mujer en una sociedad fuertemente machista y cada vez más radicalizada, en cortometrajes, documentales y su única ficción hasta ahora, La bicicleta verde (Wadjda), que aprovechara el tirón de la biografía de la autora de Frankenstein para reflejar esos mismos obstáculos y condiciones en la difícil sociedad británica de principios del siglo XIX. Y sin embargo la realizadora presta más atención al trabajo de creación e inspiración que conlleva toda actividad artística que a la mera marginación de la mujer por ser tal, aunque este aspecto irremediablemente tenga también protagonismo en la historia de la joven autora de una novela de tanto éxito y proyección. En este sentido nos congratulamos de que por fin un trabajo biográfico se construya alrededor de su mente creadora en lugar de centrarse en sus miserias. En realidad es su pareja, el reputado poeta Percy Shelley quien atrae esa miseria a su vida y vampiriza su creatividad, como Polidori se atrevió a denunciar de forma velada en su Vampiro, fruto de aquella famosa convivencia de los tres con el también poeta, el extravagante Lord Byron, que fue objeto de la celebrada película de Gonzalo Suárez Remando al viento. Hasta tal punto la huella de Shelley se prolongó en el tiempo respecto a su pareja, Mary, que hasta en los créditos de la adaptación de 1931 de Frankenstein de James Whale aparece basada en la novela de Mrs. Percy Shelley. Pero lo más llamativo de este salto de la realizadora árabe al cine comercial angloamericano es su perfecta adaptación a los modos básicos y clásicos del cine de época, siguiendo los patrones que le brindan las cintas inspiradas en Jane Austen y Charles Dickens. De la primera toma el tratamiento romántico de la pieza, centrada en su relación pasional, amorosa y tormentosa con el poeta; del segundo esos ambientes llenos de injusticia, miseria y barro que tan bien se reflejaba en el universo del autor de Oliver Twist, en ese Londres superpoblado y deshumanizado. El trazo pasional de todos los personajes, excelentemente interpretados con la cada vez más afianzada y hermosa Elle Fanning a la cabeza, apuntan a una celebración perfecta de la literatura romántica, mientras cada uno de los detalles que van provocando la creación de la criatura, en este caso más que Frankenstein, el libro que le vio nacer, se detallan con finura y acierto. De este modo Al-Mansour ha plasmado en su acertada película ese proceso creativo que ella misma acusa y que en el caso de la mujer siempre resulta más complicado y menos reconocido. Lástima que en el proceso la realizadora resulte, seguramente de forma involuntaria, algo rancia en sus planteamientos, cuando acaba moralizando frente a la conducta presuntamente libertina y anticonvencional de Shelley, Byron y sus acólitos, y apuesta por una vida ordenada y ajustada a los patrones reinantes, como pócima para una salud mental equilibrada.

sábado, 14 de julio de 2018

FDEZ. CASTELLÓ Y APELLÁNIZ EN LOS JARDINES DEL ALCÁZAR: LA VOZ DEL VIENTO

19º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Luis Fernández Castelló, clarinete. Carlos Apellániz, piano. Programa: Fantasía para clarinete y piano, e Introducción, Tema y Variaciones, de Rossini; Fantasía sobre motivos de Lucrecia Borgia, de Donizetti y Romero; Fantasía sobre motivos de I Puritani, de Bellini y Bassi; Variaciones sobre Silvana Op. 33, de Von Weber. Viernes 13 de julio de 2018

Nos enganchamos a las noches del Alcázar cuando su programación está ya muy avanzada, y constatamos que cuando algo funciona tan bien hay que dejarlo fluir, como hace Actidea, que con esta iniciativa regala un estupendo pretexto para hacer de las noches veraniegas en la ciudad, este año insólitamente frescas, un acontecimiento inolvidable, y por muy módico precio. La del viernes fue una ocasión única para disfrutar del consolidado dúo formado por el clarinetista valenciano Luis Fernández Castelló y el pianista vasco Carlos Apellániz, profesor en el conservatorio levantino. Una formación inmortalizada en discos como The Singing Clarinet, del que este concierto constituyó una ampliación de repertorio, centrado en el bel canto y sus posibilidades para la voz del clarinete.

La celebración del cientocincuenta aniversario de la muerte de Rossini está teniendo eco en esta edición de las noches en el Alcázar, esta vez con contemporáneos belcantistas y románticos sobre unos atriles frente a los que Apellániz se mostró como un competente maestro repetidor, mientras Castelló apeló a su fuerza como ágil fraseador y contundente expresionista a la hora de poner en pie las páginas seleccionadas. Dos piezas extraoperísticas del compositor de Pésaro enmarcaron el recital, vislumbrándose su estilo jocoso y vitalista también en estas obras originales para acompañamiento orquestal pero que habitualmente se interpretan al piano. La Fantasía es una página ligera y de poco compromiso, que sin embargo el pianista resolvió atropelladamente y dejándose en el camino algunas notas, con acordes secos que no ayudaron a perfilar la amplia coloratura de los temas, una tónica que se mantendría prácticamente durante casi todo el concierto. El Tema y Variaciones implica mayor virtuosismo por parte del clarinetista, que salvó con holgura y complacencia.

En medio algunas fantasías confeccionadas por contemporáneos de los compositores, como el español Antonio Romero o el italiano Luigi Bassi, una práctica habitual desde tiempos de Mozart y Beethoven para llevar las grandes obras líricas al salón, o como en el caso de Weber, Silvana, para ofrecer un tráiler de la ópera misma. En la voz del clarinete, que Castelló perfiló perfectamente para asimilarla a la humana, pudimos disfrutar de las melodías de Com’é bello o Il segreto per esser felice de Lucrecia Borgia de Donizetti, o A te, o cara de I puritani de Bellini, que Castelló despachó con un profundo lirismo y mucho sentimiento, mientras en el resto desplegó una envidiable flexibilidad, profusas agilidades, exquisito gusto y magnífico control de la respiración, que rubricó con una sensacional fantasía de Iwan Müller sobre la cavatina Ecco ridente in ciel de El barbero de Sevilla.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

LOLA PATER Paradoja: Ardant, estupenda en un papel en el que no encaja

Francia-Bélgica 2017 95 min.
Guión y dirección Nadir Moknèche Fotografía Jeanne Lapoirie Música Pierre Bastaroli Intérpretes Fanny Ardant, Tewfik Jallab, Nadia Kaci, Lucie Debay, Lubna Azabal, Véronique Dumont, Raphäelle Lubansu Estreno en Francia 9 agosto 2017; en España 13 julio 2018

Hay títulos cuya fuerza hace esperar algo más potente que lo que finalmente esconden; es el caso de Lola Pater, cuyo director, Nadir Moknèche, con apenas cuatro películas en su filmografía, la primera, El harén de Madame Osmane, protagonizada por Carmen Maura, no sabe manejar los graves temas que él mismo pone en el asador, a través de un guión errático y discursivo que no lleva a ninguna parte. Transgénero, aceptación de la diferencia, abandono familiar, integración cultural, heterosexualidad y lesbianismo, forman además de otras cuestiones un combinado que el realizador argelino se muestra incapaz de mezclar y agitar, ofreciendo un producto descafeinado y epidérmico, muy lejos de sus intenciones. Y conste que pretenciosa es un rato, si no observen su afectada banda sonora, Vivaldi y Granados incluidos. Lo curioso es que Moknéche parece haber tomado su idea de Todo sobre mi madre de Almodóvar, pero la operación le ha salido revuelta. Si en algo destaca esta intrascendente película es en ofrecer a la magnífica Fanny Ardant un papel en el que no encaja ni convence físicamente, por grande que sea y por muy marcados que sean sus rasgos, y que sin embargo borda hasta el punto de convertirse en la única razón de ser de la malograda cinta.

viernes, 13 de julio de 2018

CORO YARM SCHOOL: CAMPAMENTO MUSICAL DE VERANO

Concierto extraordinario de Juventudes Musicales de Sevilla. Coro Yarm School. Katie Staggs, directora. Programa: Piezas de Jenkins, Gilkyson, Hogan, Schubert, Whiteacre, Ravenscroft, Lasso, Rachmaninov, Flecha, Dolinski, Forrest, Smallwood y Bojensen.
Iglesia del Hospital de la Caridad, jueves 12 de julio de 2018

Cuando toda la temporada parecía acabada y apenas nos queda el refrescante refugio de las Noches del Alcázar, Juventudes Musicales sorprendió atrayendo al Coro de la Escuela Yarm del noreste de Inglaterra, de gira veraniega por el sur de España (al día siguiente actuarían en Granada) y Portugal (Batalha y Lisboa son los dos emblemáticos lugares lusos que les esperan), en la que es sin duda una experiencia muy enriquecedora para esta juventud que empieza a vivir y a encarar su responsabilidad en la vida y la sociedad. Unas obligaciones para las que este colegio de vocación religiosa enmarcada en la Iglesia de Inglaterra les prepara a conciencia no sólo en materias indiscutiblemente académicas, sino en otras disciplinas tan relevantes para su desarrollo personal como el deporte y la música.

Acabo de volver de unos placenteros días en ese país y he vuelto a constatar la importancia que en esas tierras tiene una buena educación musical, rubricada en un concierto al que asistí en el Queen Elizabeth Hall del Southbank londinense, donde un coro de casi cien niños provenientes de dos escuelas distintas acompañó al Crouch End Festival Chorus en una numerosísima interpretación de Carmina Burana de Orff con acompañamiento de dos pianos y percusión. A pesar de su corta vida como institución académica, el Coro de Yarm tiene ya un consagrado prestigio y un repertorio variado que incluye exitosas aportaciones al musical (Los miserables, Guys and Dolls) y les ha llevado a competiciones de alto nivel y conciertos de contrastada popularidad, especialmente de contenido navideño. En Sevilla afrontaron un variado programa de raíz fundamentalmente religiosa con connotaciones modernas, melódicas y profundamente armónicas y líricas, del que salieron airosos y triunfadores.

Como si de un campamento veraniego se tratara, una selecta representación del numeroso coro experimenta así la sensación de abrirse al mundo, viajar y conocer lo que hay más allá de sus rutinas. Con el aplicado y muy melódico acompañamiento del joven Rob Williams al teclado, el coro desplegó bajo la entusiasta dirección de su profesora Katie Staggs, piezas en las que brillaron las voces blancas pero también las ya definidas en tesitura de los componentes de mayor edad, en torno a los dieciocho años, que lograron con una exquisita combinación de voces y registros un resultado balsámico, algunas de ellas con mucho talento y magnífica condición, y todas juntas superando niveles de considerable dificultad en cuanto a contrapunto y armonía. De los aires minimalistas de Karl Jenkins pasaron al clasicismo de la Misa alemana de Schubert, los cantos renacentistas en perfecto estilo de Orlando Lassus, Mateo Flecha el Viejo (un impagable Riu, Riu, Chiu) o unas idiomáticas Danzas campestres de Thomas Ravenscroft, con peajes en melodías románticas de Moses Hogan o Dan Forrest y el góspel Didn’t My Lord Deliver Daniel, logrando siempre la estética adecuada a cada pieza. Así hasta llegar a un envolvente, mágico y atmosférico final en el que desplegados alrededor del público entonaron Eternity de Michael Bojensen y nos sumergieron en un remanso de paz.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 12 de julio de 2018

Estreno de LA CÁMARA DE CLAIRE en salas comerciales

Reseña de la película, estrenada en el Festival de Cine Europeo de Sevilla el 5 de noviembre de 2017. Estreno en salas 13 de julio de 2018

OCEAN'S 8 Atraco de pasarela

USA 2018 110 min.
Dirección Gary Ross Guión Olivia Milch y Gary Ross Fotografía Eigil Bryld Música Daniel Pemberton Intérpretes Sandra Bullock, Cate Blanchett, Anne Hathaway, Helena Bonham Carter, Mindy Kaling, Rihanna, Awkwafina, Sarah Paulson, James Corden, Richard Armitage, Elliot Gould, Dakota Fanning, Dana Ivey, Elizabeth Ashley, Griffin Dunne Estreno en Estados Unidos 8 junio 2018; en España 6 julio 2018

Debbie Ocean, hermana del malogrado Danny Ocean (George Clooney) planea el atraco perfecto en la gala anual del Metropolitan de Nueva York, y para ello organiza el equipo perfecto de talentosas y sofisticadas mujeres. Resulta sorprendente cómo Hollywood es capaz de rentabilizar al máximo lo que hace más de medio siglo no era más que una simpática propuesta, ya se trate de superhéroes o el rat pack que comandado por Frank Sinatra, Dean Martin y Sammy Davis jr. reventaba los casinos de Las Vegas en el clásico de Lewis Milestone de 1960. Con Steven Soderbergh reservándose labores de productor, el testigo en clave femenina lo toma ahora Gary Ross, cuya variopinta filmografía la integran dos estimables primeras películas, Pleasantville y Seabiscuit, el taquillero arranque de Los juegos del hambre y la interesante denuncia antirracista Los hombres libres de Jones; uno de esos directores que consideramos artesanos y que con este glamuroso material hace lo que se espera, un entretenimiento tan banal como inofensivo para lucimiento en pasarela de sus atribuladas protagonistas, cuya acción se ve más potenciada por la trepidante música de Daniel Pemberton que por la realización en sí. Con tantas costuras que por momentos recuerda a Michael Jackson, Sandra Bullock mantiene no obstante todavía palmito, aunque apenas conserve agilidad para gesticular, mientras Cate Blanchett luce belleza sobria y madura no exenta también de cicatrices; Helena Bonham Carter hace como siempre de mamarracha, y Rihanna exhibe una peligrosa tendencia a engordar. El gato al agua se lo lleva Anne Hathaway, que mantiene esa frescura que le caracteriza y se erige como la más divertida del grupo. Por lo demás poco hay que añadir, pues la trama reproduce ese manual de golpes perfectos pero absolutamente imposibles y disparatados que caracteriza la cansina saga. En su favor hay que decir que gracias a ese elenco totalmente femenino, nos ahorramos las chulerías de los ladrones originales comandados por el engreído Clooney. Como curiosidad cabe destacar los cameos, haciendo de ellas mismas, de numerosas habituales del papel cuché, como Katie Holmes, Kim Kardashian, Olivia Munn, Adriana Lima o Serena Williams. Echamos de menos en el elenco a Julia Roberts y Catherine Zeta-Jones, únicos reclamos femeninos de las entregas machistas de la serie.

EN LA PLAYA DE CHESIL Asignatura pendiente

Título original: On Chesil Beach
Reino Unido 2017 110 min.
Dirección Dominic Cooke Guión Ian McEwan, según su novela Fotografía Sean Bobbitt Música Dan Jones Intérpretes Saoirse Ronan, Billy Howle, Emily Watson, Anne-Marie Duff, Sanuel West, Adrian Scarborough, Bebe Cave, Philip Labey Estreno en el Festival de Toronto 7 septiembre 2017; en Reino Unido 18 mayo 2018; en España 29 junio 2018

Ya sea como guionista (El buen hijo) o como novelista (El placer de los extraños, El intruso o Expiación), Ian McEwan ha visto cómo muchos de sus trabajos han sido llevados al cine; pero sólo en pocas ocasiones se ha encargado de adaptar sus propias novelas (El inocente de John Schlesinger y ahora esta película y la próxima a estrenarse The Children Act, protagonizada por Emma Thompson). Es precisamente Saorise Ronan, que se dio a conocer a partir de la película de Joe Wright en la que daba vida a una impertinente y enredadora niña, quien lleva gran parte del peso de esta película; el resto se debe al desconocido Billy Howle, apenas visto en Dunkerque y como protagonista de una serie de televisión basada en Testigo de cargo de Agatha Christie. Para dirigir a esta pareja de jóvenes que sufren un traspiés que marcará el resto de sus vidas justo la noche de su boda, se ha contado con un veterano director de teatro que debuta en el cine tras dirigir la miniserie histórica The Hollow Crown. Cooke apunta maneras en este melodrama de cámara que nos invita a una tarde melancólica en la localidad del título, mientras la joven e inexperta pareja se enfrenta a su primera experiencia sexual. Ambientada a principios de los sesenta en torno a dos personas de sobrada educación moral y académica (ella forma parte de un cuarteto de música, mientras él celebra a los cuatro vientos su matrícula de honor en Historia), la pieza denuncia la carencia de una formación sentimental y sexual que evite los sinsabores y las malas y precipitadas decisiones que pueden marcar de por vida. Bien interpretada, dirigida con elegancia y exquisitez, con continuos pasos atrás en el tiempo que procuran definir caracteres y experiencias (la ambigua y tensa relación de ella con su padre, un Samuel West al que recordamos por Howards End y hemos visto recientemente en El instante más oscuro, hace sospechar algún detalle no suficientemente confirmado), la película, y entendemos por extensión la novela, se resiente sin embargo de un notable desequilibrio que hace que durante gran parte de su metraje no sepamos qué se nos quiere contar, para en el último tercio plantear precipitadamente el embrollo central de su trama, y acabar con un convencional final, maquillaje incluido, que vulgariza en considerable medida el resto de esta exquisita pero poco estimulante propuesta que no alcanza ni a emocionar como pretende.

miércoles, 11 de julio de 2018

EL MEJOR VERANO DE MI VIDA One Man Show

España 2018 90 min.
Dirección Dani de la Orden Guión Daniel Castro, Marta Suárez, Olatz Arroyo y Dani de la Orden, según la película de Gennaro Nunziante Fotografía Valentín Álvarez Música Zacarías M. de la Riva Intérpretes Leo Harlem, Alejandro Serrano, Maggie Civantos, Jordi Sánchez, Toni Acosta, Gracia Olayo, Berto Romero, Juana Cordero, Isabel Ordaz, Stephanie Gil, Salva Reina, Antonio Dechent, Arturo Valls, Silvia Abril, Nathalie Seseña Estreno en Festival de Málaga 21 abril 2018; en salas comerciales 13 julio 2018

No estamos habituados a ver comedias ni ningún otro tipo de series en televisión, pero dicen que como tantas otras esta película del joven director de Barcelona noche de verano, Barcelona noche de invierno y El pregón, sigue los patrones de esas telecomedias tan populares en los canales privados. De ese formato proviene el humorista Leo Harlem, que hasta ahora sólo había intervenido en cine como secundario en Torrente: Operación Eurovegas y Villaviciosa de al lado, y ahora da el salto a lo grande como protagonista absoluto en esta cinta donde él es su mejor baza para hacer reír y se comprueba que se siente como pez en el agua en un espectáculo concebido prácticamente como un One Man Show. Lo curioso es que aunque la trama recuerda solapadamente a La vida es bella, en realidad se trata de un remake casi literal de otra cinta italiana, récord de taquilla en 2013 en su país, Sole a catinelle, que se traduce como El sol a cántaros, frase muy usada por Harlem en el guión escrito a varias manos de esta divertida película. A este paso, y tras Perfectos desconocidos de Álex de la Iglesia, le vamos a coger el gusto a los remakes de la comedia italiana. Su tono socarrón, sus chistes continuos, su acelerado y acertado ritmo, hacen que nos encontremos ante un producto refrescante para estas fechas, sin ambiciones ni pretensiones más allá de divertir y hacer buena caja. Lástima que en su tercio final incurra en el mismo fallo en que lo hace habitualmente el cine que le sirve de referente, el americano, del que sigue un irremediable patrón, trucándose en casi un melodrama sentimental y pretendidamente emotivo, algo que su chapucera banda sonora se encarga de subrayar en cada momento. De paso se atreve también a hacer crítica social y política, con más ingenuidad y falta de ingenio de lo conveniente, sin apenas disimular en realidad su vocación de producto coyuntural con valores aprendidos del conservadurismo moral más acuciante. Pero nada de eso le resta valor para lograr con justicia ser una comedia simpática y veraniega, para disfrutar sin prejuicios.

NO TE PREOCUPES, NO LLEGARÁ LEJOS A PIE Mejor sin compasión

Título original: Don’t Worry, He Won’t Get Far on Foot
USA 2018 114 min.
Dirección Gus Van Sant Guión Gus Van Sant y John Callahan, según sus memorias Fotografía Christopher Blauvelt Música Danny Elfman Intérpretes Joaquin Phoenix, Rooney Mara, Jonah Hill, Jack Black, Tony Greenhand, Beth Ditto, Ronnie Adrian, Mark Webber, Kim Gordon, Udo Kier, Carrie Brownstein, Peter Banifaz Estreno en Festival de Sundance 19 febrero 2018; en Estados Unidos 13 julio 2018; en España 6 julio 2018

Ha pasado por los festivales de Sundance y Berlín sin recompensa alguna. Seguramente no han sido capaces de ver sus muy loables méritos. Van Sant muestra su lado más amable aunque no exento de ironía en esta en cierto modo aseada biografía de John Callahan, viñetista humorístico norteamericano que sufrió un accidente de juventud que le dejó paralítico. Seguramente hay a quien le hubiera gustado que para la ocasión el director de Mi Idaho privado y Elephant hubiera adoptado el estilo burlón y políticamente incorrecto del homenajeado, quien por otro lado firma también el guión de la película. Pero Van Sant ha preferido seguir un estilo más afín al suyo propio, sin desafiar la tradicional caligrafía americana a la hora de contar historias, con esa facilidad habitual para narrar que tienen las películas del país. En su cometido no duda en combinar tiempos de forma meditadamente desordenada, pero sin que ello confunda ni despiste en manera alguna, a la vez que intercala viñetas animadas del artista, generalmente relacionadas con el material dramático tratado en cada momento. Pero lo realmente satisfactorio de la empresa es su claridad y certeza a la hora de reflejar su tesis, que no es sino la de desterrar cualquier tipo de compasión, especialmente la propia, cuando se atraviesa una tragedia similar a la que pasa el protagonista, ante lo que es habitual dejarse llevar por la desesperación. Es más, Callahan tuvo problemas muy serios con la bebida, de los que derivan otros igualmente graves y consecuencias como esa parálisis apuntada, de forma que ésta pasa a un segundo lugar y comprobamos cómo puede llevar una vida convencional, en la que hasta el amor encaja de forma natural y nada impostada, a pesar de sus supuestas limitaciones. Cierto es que en su desarrollo a veces la cinta se torna discursiva y hay momentos incluso en los que parece no avanzar, pero son males menores en un conjunto realmente agraciado y un tono amable francamente logrado. Alrededor de un estupendo Joaquin Phoenix que no aprovecha la ocasión para la temida sobreactuación, surgen una serie de interesantes personajes excelentemente interpretados por un elenco en estado de gracia, que logran insuflar vida propia en sus personajes y acompañar al central por su particular periplo vital, optimista, positivo y a toda carrera en su silla de ruedas autodirigida.

martes, 10 de julio de 2018

EL ORDEN DIVINO El castigo de las santas escrituras

Título original: Die Göttliche Ordnung
Suiza 2017 96 min.
Guión y dirección Petra Bondina Volpe Fotografía Judith Kaufmann Música Annette Focks Intérpretes Marie Leuenberger, Maximilian Simonischek, Rachel Braunschweig, Sibylle Brunner, Marta Zoffoli, Bettina Stucky, Ella Rumpf, Peter Freiburghaus, Nicholas Ofczarek, Therese Affolter Estreno en Suiza 9 marzo 2017; en España 22 junio 2018

Aunque en principio pueda parecer simplona y banal, esta película triunfadora en el Festival de Tribeca (mejor actriz, directora y premio del público) guarda bajo su aparente amabilidad y sencillo encanto una interesante crónica de la insólita lucha sufragista llevada a cabo en Suiza a principios de la década de los setenta del pasado siglo, cuando el voto femenino era ya una realidad más que asentada en los países del entorno. Lucha apuntada desde la anécdota personalizada en una abnegada y joven ama de casa que abre los ojos ante la injusta realidad a la que está sometida la mujer frente al abuso y la arbitrariedad del poder masculino, con la oposición misma de la propia mujer como principal obstáculo a combatir. Cuidada hasta en el más mínimo detalle de una ambientación y una fotografía preciosista que no oculta sin embargo la atmósfera opresiva a la que está sometida una mujer hundida en el más miserable patriarcado, la realizadora Petra Bondina Volpe se rodea de otras mujeres en los apartados creativos, técnicos y artísticos para articular este sencillo y efectivo discurso sobre la intolerancia, la injusticia y la sinrazón en una sociedad presuntamente avanzada como es la Suiza de habla alemana de segunda mitad del siglo XX. Una cuidada selección de caracteres, desde la sobrina rebelde a la madre desesperada, la anciana concienciada, la italiana solidaria y la ultra conservadora y manipuladora arpía del lugar, consiguen sin traicionar su espíritu dramático tejer una historia plausible, de líneas amables y firmes, que supera su vocación de mero trabajo ilustrativo y educativo para introducirse en el subconsciente y hacernos reflexionar sobre lo mucho que queda por andar para superar tanto machismo y violencia gratuita apoyada en siglos de castración eclesiástica del derecho a decidir y descubrirse el sexo.

lunes, 9 de julio de 2018

QUERIDA PILAR

No es habitual que en estas páginas se escriba de algo que no sea estrictamente música o cine, pero hay ocasiones especiales en las que este espacio excede de su cometido para convertirse en voz de una semblanza, un recuerdo, un anhelo o el homenaje a quien, como es el caso, marcó la vida de quienes tuvieron la suerte de conocerla y, aún más, tratarla y dejarse seducir por su cariño, su comprensión, su simpatía y su profesionalidad.

La planificación de un viaje impidió que en este blog cubriéramos el último concierto de temporada de la ROSS, lo que tratándose de un programa tan suculento y tan de nuestro gusto fue ciertamente un desatino. Pero ya se sabe que no se puede estar en todas partes. Sin embargo ese sacrificio no es nada frente a la desesperada sensación que nos recorre cuando una noticia tan luctuosa y angustiosa como la que nos asaltó la semana pasada nos llega encontrándonos lejos. Tras una terrible convalecencia, una jubilosa recuperación y la tan temida recaída, nuestra Pilar, la niña de la sonrisa permanente, preocupada hasta el infinito porque todo saliera bien bajo su responsabilidad en la acomodación del Teatro de la Maestranza y el bienestar de quienes lo frecuentan o simplemente visitan, se nos fue, se la llevó el cáncer. Esa sensación de pérdida se multiplica y potencia cuando no se puede estar cerca de quienes mejor la conocieron, abrazarles, llorar con ellas y ellos, consolarse con su solidaridad y afecto.

Pilar Ruiz dejó huella durante sus más de veinte años de trabajo firme y responsable en nuestro templo de los sentidos. Cariñosa, siempre sonriente, optimista, eficiente y eficaz, dispuesta siempre para un gesto y una palabra amiga, para ayudar incluso en lo extraprofesional, bellísima en todos los sentidos. Lloramos y lloraremos su ausencia, aunque la guardaremos siempre en nuestro corazón. De ahí será imposible que desaparezca, sumándonos todos y todas quienes tenemos la suerte de formar parte de la familia del Maestranza, a quienes más la trataron y quisieron, su familia, sus queridos y pequeños hijo e hija, Olivia y Antonio Manuel, sus hermanas y sus compañeras y compañeros, Cari, Álvaro, Rocío, Mª Jesús, Alicia, Jesús y tantas y tantos otros. Un beso, Pilar, y hasta siempre. ¡Te echaremos tanto de menos!

WHITNEY Crónica sensacionalista de una reina del pop

Reino Unido 2018 120 min.
Dirección Kevin Macdonald Fotografía Nelson Hume Música Adam Wiltzie Documental Estreno en el Festival de Cannes 16 mayo 2018; en Reino Unido 5 julio 2018; en España 6 julio 2018

Tras dirigir trabajos para televisión sobre Charles Chaplin y Howard Hawks y ganar el Oscar en 1999 por el documental One Day in September, Kevin Macdonald ha seguido una carrera imposible de encasillar, con éxitos comerciales como El último rey de Escocia, La sombra del poder y La legión del águila, y fracasos estrepitosos como Mi vida ahora o Mar tenebroso. Su último trabajo sigue la senda de otro que realizó en 2012 en torno a Bob Marley, así como el que dirigió Asif Kapadia sobre Amy Winehouse en 2015. Se trata de trazar una crónica de los orígenes y el estrellato de una auténtica diva de la música para a partir de cierto momento centrarse en su descenso a los infiernos, las drogas en ambos casos, y provocar la desolación en el espectador a fuerza de datos y circunstancias, algunas de ellas ciertamente novedosas, siendo ahí donde radica su mayor valor como documental, que no dejan indiferente y crean una sensación de desazón y tristeza verdaderamente notable. Podríamos en este punto tildar el producto de sensacionalista y hasta obsceno, dibujando la personalidad de un juguete roto que prácticamente sufrió todos los males relacionados con nuestra era, desde el abuso infantil a un padre Corleone que dilapidó su fortuna, violencia machista a cargo de Bobby Brown, una naturaleza sexual fuertemente reprimida, intoxicaciones de todo tipo, excesos varios y esa falta de asunción del estrellato que acaba frecuentemente en frustración y cuanto peor muerte. Un combinado que deja sin duda un poso de amargura en quien lo presencia. La estructura es típica, con valioso material de archivo en el que sobresalen las escenas íntimas en las que la estrella arremete contra otras cantantes de la época o llama desconsoladamente a su alter ego infantil, Nippy. Material aderezado con acontecimientos que contextualizan su vida, en algunos de los cuales se le otorga incluso un protagonismo exagerado, como su hipotético papel en la liberación de las tensiones afroamericanas, ejemplificadas en unas emotivas escenas junto a Mandela y el consiguiente concierto en Sudáfrica al son de I Will Always Love You. Y por supuesto con numerosos testimonios de algunas de las personas que estuvieron más cerca de ella, como una Cissy Houston de profunda mirada melancólica, hermanos, tías y amigos, entre otros. Pero por su verdadera carrera musical y cinematográfica pasa casi de puntillas, con lo cual al final tenemos lo mismo que hoy es moda en el biopic de ficción, que es extraer los aspectos más escabrosos de quien en última instancia se caracterizó por todo lo contrario, servir de inspiración a millones de personas con su talento, su trabajo, su creatividad e imaginación. Eso nos debería interesar más que su desdichada vida de muñeca rota.

NOS VEMOS ALLÁ ARRIBA Amèlie en las trincheras

Título original: Au revoir là-haut
Francia 2017 114 min.
Dirección Albert Dupontel Guión Albert Dupontel y Pierre Lemaitre, según la novela del segundo Fotografía Vincent Mathias Música Christophe Julien Intérpretes Albert Dupontel, Nahuel Pérez Biscayart, Niels Arestrup, Émilie Dequenne, Laurent Lafitte, Mélanie Thierry, Héloise Balster, Philippe Uchan, André Marcon, Michel Vuillermoz, Kyan Khojandi Estreno en Festival de San Sebastián 23 septiembre 2017; en Francia 25 octubre 2017; en España 29 junio 2018

Con la comedia tosca 9 meses... de condena como último trabajo estrenado, la filmografía del también actor Albert Dupontel no daba para muchas esperanzas. Sin embargo este alegato antibelicista con un acabado formal espectacular eleva considerablemente su categoría. Aunque en su afán de protagonizarla su edad no parece la más adecuada para incorporar su personaje, un humilde contable que se ve involucrado en una estafa a gran escala por fidelidad a la persona que le salvó la vida durante la Primera Guerra Mundial, Dupontel firma una cinta de gran impacto visual, algo deudora de ese estilo Jean-Pierre Jenuet que tantos réditos ha dado al cine francés, como una mezcla de Amélie y Largo domingo de noviazgo, al servicio de una clara denuncia a los entresijos de la guerra, sus fraudes, sus beneficiarios y, sobre todo, sus miserias. Sin decantarse claramente por un género, deambulando peligrosamente entre el drama y la comedia, el trabajo del director se esmera más en la epidermis que en su rico sustrato temático, logrando un trabajo meticuloso y complejo pero falto de emoción y sentimiento, en parte debido a una trama rebuscada en la que personajes y situaciones se entrelazan con dudosa verosimilitud. Nahuel Pérez Biscayart, que nos emocionó en 120 pulsaciones por minuto, vuelve a sobresalir entre las interpretaciones valiéndose casi exclusivamente de la mirada, como Niels Arestrup, que compone el único momento emotivo de la cinta también con una mirada compasiva e incrédula. El cuidadísimo trabajo de fotografía, vestuario y diseño de producción le valieron sendos César, al igual que el trabajo del director y el discutible guión adaptado, que curiosamente retoma una cuestión, la de los mutilados de guerra, que fue objeto del reciente concierto que dio en Sevilla Michael Nyman también cuando se cumple un siglo del final de esa contienda. La música de Christope Julien redunda en esa emoción artificial y artificiosa, tomando además prestadas composiciones de otros colegas, como Rachel Portman o Gabriel Yared.