martes, 31 de enero de 2023

TÁR Mujer con ruido de fondo y atributos masculinos

USA 2022 158 min.
Guion y dirección
Todd Field Fotografía Florian Hoffmeister Música Hildur Gudnadóttir Intérpretes Cate Blanchett, Nina Hoss, Noémie Merlant, Mark Strong, Sophie Kauer, Mila Bogojevic, Allan Corduner, Julian Glover, Dorothea Plans Casal, Fabian Dirr, Zethphan D. Smith-Gneist Estreno en el Festival de Venecia 1 septiembre 2022; en Estados Unidos 7 octubre 2022; en España 27 enero 2023

Antes de dedicarse por entero al cine, primero como actor y después como guionista y director (En la habitación, Juegos secretos), Todd Field hizo sus pinitos como músico. Puede que de ahí le venga la inspiración para realizar esta película que parece así su proyecto más personal, sin haber dirigido nada en quince años. Tras veinte minutos sin que suene nada de música (salvo el canto étnico peruano que acompaña a los títulos de crédito finales que aparecen al principio, un despropósito para quien quiera comprobar datos tras el visionado de la película), pero se habla mucho de estilos, géneros, compositores, técnicas y expresiones, el perfil de la protagonista queda bastante bien dibujado. A partir de ahí la historia mantiene ese objetivo, definir el carácter de una mujer fuerte y decidida, muy sensible a cualquier tipo de sonido (algo que según Schopenhauer va ligado a la inteligencia), directora de orquesta alumna y admiradora de Leonard Bernstein, lesbiana y madre de familia, con más poder del que ninguna directora actual pudiera soñar, ni siquiera Marin Alsop, y que en su seguridad y firmeza irá encontrando baches insalvables y pequeños crímenes que hoy no se perdonan como sí se hacían en época de Lenny.

Field nos sumerge, a través de un guion preciso y profusamente documentado, en ese mundo de egos y abusos de poder, pero también de creatividad, perfeccionismo y pasión. Todo eso destila esta elegante e hipnótica película que cuenta con el aval de una de esas prodigiosas interpretaciones a las que nos ha ido acostumbrando la magistral Cate Blanchett, y que de momento le ha valido una Copa Volpi y un Globo de Oro. Este retrato psicológico y homenaje al mundo de la música clásica y contemporánea se va tornando poco a poco en un inquietante thriller con dilema moral, ya apuntado muy al principio a través de una pantalla de móvil, al que no son ajenos los formidables trabajos de fotografía, dirección artística y montaje. Cuenta para su precisa recreación de ambientes y atmósferas con el apoyo de Deutsche Grammophon, cuya orquesta más paradigmática, la Filarmónica de Berlín, se postula como la mejor del mundo y sirve, bajo intérpretes que le dan forma y réplica, para completar con la Quinta la obra magna de la directora retratada, la integral sinfónica de Mahler. Lástima que la ingeniosa idea de convertir a una mujer en una estrella de la dirección orquestal, se malogre cuando se le incorporen otros atributos tradicionalmente masculinos y no precisamente virtuosos, con lo que una operación inicialmente atractiva para las mujeres, acaba convirtiéndose en un vehículo machista más.

La violonchelista británico-germana Sophie Kauer interpreta a la solista del Concierto de Elgar y objeto de desestabilización emocional de la protagonista, mientras las actrices alemana Nina Hoss y francesa Noémie Merlant, a su pareja y asistente respectivamente. La sala de la Filarmónica de Berlín como parte del escenario, y las constantes y sabrosas notas y anécdotas musicales, forman parte del cautivador atractivo de esta película con la que el cine americano prueba una vez más a demostrar su admiración por el legado cultural europeo y sus consecuencias en casa propia. Entre Mahler y Elgar, también se puede disfrutar con Bach y su Clave bien temperado, así como Count Basie y Cole Porter, clásicos americanos que Lydia Tár y su pareja Sharon escuchan para relajar tensiones. Aunque acreditada como responsable de la partitura original, la participación de la compositora islandesa Hildur Gudnadóttir, ganadora de un Oscar por Joker, se reserva más al álbum editado por el sello amarillo, donde aparece incluso una pieza de concierto inspirada en la película, que en ella, donde prácticamente es inexistente. Los videojuegos Monster Hunter World de Capcom acaban siendo un refugio y un castigo para quien vulnera las reglas.

lunes, 30 de enero de 2023

LAS DOS SARAS DE ARABELLA EN EL REAL DE MADRID

Ópera de Richard Strauss. Libreto de Hugo von Hofmannsthal. David Afkham, dirección musical. Christof Loy, dirección escénica. Herbert Murauer, escenografía y vestuario. Reinhard Traub, iluminación. Thomas Wilhelm, coreografía. Andrés Máspero, dirección del coro. Con Sara Jakubiak, Sarah Defrise, Josef Wagner, Martin Winkler, Anne Sofie von Otter, Matthew Newlin, Dean Power, Elena Sancho Pereg, Roger Smeets y Tyler Zimmerman. Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Producción del Teatro Real, procedente de la Oper Frankfurt. Teatro Real de Madrid, sábado 28 de enero de 2023


Casi un siglo ha tenido que esperar este título de Richard Strauss para ver la luz en nuestro país. En el libreto de la sexta y última, póstuma más bien, colaboración de Hugo von Hofmannsthal con el compositor, se cuenta la historia de una mujer que, aunque fuerte y decidida, ha de elegir entre varios pretendientes ricos para salvar la fortuna de su aristócrata familia. Su más que improbable hermana travestida para evitar los altos costes que en la época suponía educar a una mujer casadera, ama en secreto a uno de esos pretendientes, por lo que para mantenerle cerca, aunque sea como pareja de su atractiva hermana, urde todo tipo de estrategias que provocan el conflicto una vez que Arabella encuentra el pretendiente perfecto, del que además resulta estar enamorada. Así es el argumento que Strauss y Hofmannsthal ambientaron en la segunda mitad del siglo XIX como espejo de la decadencia de esa clase aristócrata vienesa que ya habían retratado en su máximo esplendor de medio siglo antes en la más exitosa El caballero de la rosa. Teniendo en cuenta la compleja relación del compositor con el régimen nazi, entre acomodaticia para poder seguir trabajando y directamente colaboracionista, lo que para muchos de sus admiradores y admiradoras constituye toda una incomodidad de carácter moral, el director de escena Christopher Foy tiene el acierto de ambientar su Arabella en esos tumultuosos años treinta del siglo XX, cuando la capital austriaca se disponía a absorber el ideario hitleriano. Mandryka, el joven heredero elegido, supondría tanto ese pueblo que sube en el escalafón social gracias al auge de la burguesía, como ese otro hastiado de los privilegios de unos cuantos que, venido del campo, se levanta frente a una clase alta inconsciente e incapaz de ver el crepúsculo de su dominio. Es a su vez ese hombre para el que la relación amorosa deja de ser una convención social y, por lo tanto, carente de sentimiento, para lanzarse a otra concepción en la que el amor se confunde con la posesión y da lugar al maltrato más nauseabundo. Todos esos perfiles se dan en el personaje tan bien diseñado por Foy e interpretado por Josef Wagner, y que con todo lo demás apuntado podría entenderse como una genial e intuitiva interpretación del director de escena que ya estrenó en este mismo Real producciones tan aplaudidas como Rusalka, Lulú o las también straussianas Capriccio y Ariadna en Naxos.

Un escenario blanco y muy iluminado sirve como base a esta espléndida producción en la que paneles que se desplazan van dejando entrever los distintos escenarios en los que se desenvuelve el vodevil devenido en folletín hacia el final de la representación. Una combinación de minimalismo (los paneles, los fondos blancos o negros según el estado de ánimo) e hiperrealismo (los baños, el destartalado salón, el coqueto vestidor, la sala de baile entre art déco y funcional Bauhaus), que escenógrafo, iluminador y director escénico manejan a la perfección para lograr una pieza de teatro de más que satisfactoria resolución. Todo con la complicidad de cantantes y actores, que logran conectar con el público y hacerle participar de las vicisitudes de sus personajes. Destaca también la minuciosa (y casi estática) coreografía del segundo acto, que juega con las poses de figurantes y coro, sometiendo a algunos y algunas a complejos deslizamientos que llegaron sinceramente a sorprendernos.

Dos (y tres) sopranos rutilantes

Fue en el acto primero, cuando Arabella canta al amor verdadero, ese que se siente con solo una primera mirada, y Zdenka le secunda anhelando que el suyo quede por fin libre de los encantos de su hermana y a disposición de los suyos propios, cuando decididamente nos dimos cuenta de que ambas sopranos estaban protagonizando lo mejor de la función. Un dúo rutilante, lleno de sentimiento y candor, en el que las voces lucieron a un altísimo nivel expresivo y técnico, sin roces ni amaneramientos, controlando perfectamente cada inflexión y cada matiz, provocando eso que consideramos pura emoción. Con mucha ilusión saludamos a la norteamericana Sara Jakubiak, especialmente cuando supimos que debutó en el estreno definitivo, completa y sin cambios, de Cumbres borrascosas de nuestro adorado Bernard Herrmann de manos de la Ópera de Minnesota hace algo más de una década. Jakubiak resultó ser una actriz más que competente, de presencia cautivadora, capaz de ofrecer una línea de canto homogénea, con una voz con mucho cuerpo, orientada hacia el registro más grave de su tesitura, sin estridencias ni salida alguna de tono. Por su parte, la soprano belga Sarah Defrise ofrece su físico más menudo y su voz más aguda a un personaje que, aunque travestido de hombre, Strauss definió para que fuese así, sin engaños ni apenas artificios. También ella entonó en su justo nivel, con una generosa proyección y considerable expresividad. Y para que no hayan dos sin tres, destacar también la extraordinaria aportación de la soprano donostiarra Elena Sancho Pereg, que hizo las delicias del público con su interpretación de la fiakermilli, también al más puro estilo cabaretero de los treinta. Demostró unas agilidades si no estratosféricas sí desmesuradas en el buen sentido, además de un enorme desparpajo en su actuación.


Aunque fueron ellas quienes más brillaron, no cabe menospreciar en absoluto el trabajo de los dos galanes, el barítono austríaco Josef Wagner, cuya poderosa presencia y aquilatada voz lograron también un alto grado de expresividad, especialmente en el hermoso dúo de amor del segundo acto, y el tenor estadounidense Matthew Newlin, acaso más corto en volumen y proyección pero igualmente solvente en buen gusto, dominio del registro y sentido de la interpretación. Junto a ellos, el veterano Martin Winkler, a quien algunos pudimos ver como Profesor Higgins en el My Fair Lady de la Volksoper de Viena hace un puñado de años, hizo gala de una más que generosa proyección, gracias en parte a una voz clara y potente, mientras la de Anne Sofie von Otter fue una aportación discreta, una presencia legendaria, más emocionante por quién es y la enorme admiración que se le profesa que por sus actuales cualidades canoras, tras tantas décadas de incontestable éxito. Más corto en articulación, fraseo y entonación nos pareció el tenor irlandés Dean Powell en el rol de uno de los tres condes pretendientes de Arabella.

Anne Sofie von Otter
En su breve intervención, el Coro Titular del Teatro Real encontró el tono justo. El director titular de la Orquesta Nacional de España dese hace algo más de tres años, el alemán David Afkham, no ha tenido muchas oportunidades de dirigir ópera en el Real. De hecho, esta es la segunda vez que lo hace tras Bomarzo de Ginastera. En sus manos Arabella tuvo el grado de voluptuosidad que la partitura demanda, sin aspavientos ni exageraciones superfluas, pero echamos en falta algo más de sensualidad y más brillo en una orquesta que queda encorsetada por unas condiciones acústicas que no son seguramente las más recomendables, y que acusa además unas limitaciones considerables en algunas de sus familias más controvertidas, especialmente los metales. Faltó en general una mayor capacidad de seducción, lo que tratándose de un autor en el que la instrumentación es tan importante como la voz, resulta algo decepcionante. Con todo fue una interpretación aceptable, capaz de contener ese espíritu del autor que tanto nos entusiasma y que le dio tanta fama en poemas sinfónicos y óperas caracterizadas por su fastuosa orquestación y su luminosa resolución.

Fotos: Monika Ritterhaus
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

LA BALLENA La soledad del luchador de fondo

Título original: The Whale
USA 2022 117 min.
Dirección
Darren Aronofsky Guion Samuel D. Hunter, según su obra teatral Fotografía Matthew Libatique Música Rob Simonsen Intérpretes Brendan Fraser, Sadie Sink, Hng Chau, Ty Simpkins, Samnatha Morton Estreno en el Festival de Venecia 4 septiembre 2022; en Estados Unidos 21 diciembre 2022; en España 27 enero 2023

Mucho se ha hablado desde su estreno en Venecia de la transformación física de Brendan Fraser en esta película, tanto o más que de su recuperación para el cine tras largos años de ausencia debido a graves problemas de salud física y mental. Pero la ballena a la que parece hacer referencia su título no es fruto solo de esa fatal transformación, sino de un abundante añadido de maquillaje y prótesis que convierten en tremendo obeso mórbido a quien una vez fuera objeto de deseo por su imponente físico en George de la Jungla, La momia y sobre todo en Dioses y monstruos, donde curiosamente otro Whale (ballena en inglés), el director de Frankenstein, ansiaba poseer su cuerpo. Tanto ha sido así que parece que sea el principal reclamo de este nuevo trabajo del habitualmente excesivo y polémico Darren Aronofsky. Polémico, o al menos controvertido, en sus primeros trabajos, Pi y Réquiem por un sueño, y excesivo en los más recientes Cisne negro, Noé o Madre!.

Como ya hiciera en El luchador con Mickey Rourke, Aronofsky parece querer ahora revivir a otro icono, este decididamente menor, del cine de hace una veintena de años, y de momento el trabajo le ha reportado a Fraser varios premios de interpretación, aunque se le hayan resbalado los más importantes, el de Venecia y el Globo de Oro, y quién sabe si lo hará también el Oscar. La obra teatral de Samuel D. Hunter está detrás de este proyecto que no disimula en absoluto su origen, con una estructura y una planificación eminentemente teatral, donde los personajes declaman sin tregua, aunque en realidad se pretenda plasmar la soledad del desgraciado personaje. Una divertida e irascible enfermera que le ayuda generosamente en sus quehaceres ordinarios (la también nominada Hong Chau), un joven predicador de una secta que prepara para un inminente fin del mundo, su permanentemente cabreada ex esposa, y la hija de ambos, más cabreada aún, insoportable e intransigente en su propia angustia y complejo de abandono, no parecen ser la perfecta expresión de la soledad de un hombre destruido y consumido que espera la muerte como redención final y que está permanentemente comparando su lucha con la que mantuvo el capitán Ahab con la ballena Moby Dick, lo que nos lleva a la conclusión de que la del título de Aranofsky y Hunter no es el protagonista sino su propia existencia, marcada por la homosexualidad, la diferencia, la no aceptación de uno mismo y ese genuino psicoanálisis americano que siempre está en busca de una redención de carácter más religioso de lo que cupiera pensar.

Aronofsky maneja todo esto con una deliberada contención, plasmada también en la dramática música de Rob Simonsen, una fotografía grisácea y el uso de efectos de sonido lluviosos y tormentosos que dan al total un carácter aún más trágico de lo que se acontece. Una contención que se pierde al final, cuando el temperamental director da rienda suelta a su proverbial histeria, a pesar de que en todo momento no hemos atisbado el grado de emoción que la empresa parece estar persiguiendo denostadamente. Merece no obstante destacar el buen trabajo de Fraser, que ha encontrado así su mejor papel desde el ya apuntado en la excepcional película de Bill Condon.

sábado, 28 de enero de 2023

LA ROSS CABALGA ENTRE AVENTURAS ÉPICAS Y GOYAS

Festival Internacional de Música de Cine de Sevilla. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. David Hernando, dirección. Programa: Suites de Ben-Hur (Rózsa), El señor de los anillos: La comunidad del anillo (Shore), Robín Hood, Príncipe de los ladrones (Kamen), Capitán Trueno (Ivars), El primer caballero (Goldsmith), Elcano y Magallanes, la primera vuelta al mundo (Beristain), Las crónicas de Narnia: El león, la bruja y el armario (Gregson-Williams), Tadeo Jones 3: La tabla esmeralda (de la Riva), King Kong (Newton Howard), Cómo entrenar a tu dragón (Powell), Hook (Williams), Historia de nuestro cine (Algueró), Carmen (Nieto), El buen patrón (Montes), La sombra de la ley (Riveiro y Font), Mediterráneo (Bataller), Baby (Mendizábal y Uriarte), En la ciudad sin límites (Reyes), La piel del tambor (Baños), El verano que vivimos y Orígenes ocultos (Jusid). Cartuja Center, jueves 26 y viernes 27 de enero de 2023


La Real Orquesta Sinfónica de Sevilla ofició su anual cita con las bandas sonoras en el Cartuja Center, dentro de la segunda edición del
Festival Internacional de Música de Cine de Sevilla, promovido por el músico y profesor Francisco Cuadrado y organizado por la Universidad de Loyola en colaboración con la orquesta, que para la ocasión se transmuta en Sevilla Film Orchestra, y la plataforma digital Soundtrackfest. Una cita que este año se asoció directamente con la ceremonia de entrega en la ciudad de los Premios Goya el próximo sábado 11 de febrero, y que contó por ello también con el apoyo de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España. La participación en el evento de destacados compositores de bandas sonoras como Roque Baños, Zeltia Montes, Pablo Cervantes, Víctor Reyes, Bingen Mendizábal, Joseba Beristain, Luis Ivars, Zacarías M. de la Riva, Federico Jusid, Arnau Bataller y el venerado José Nieto, así como la batuta experimentada de David Hernando Rico, sirvieron de reclamo y legitimación para un evento que aspira a consolidarse en los próximos años y recuperar para Sevilla el liderazgo que hace tiempo tuvo en la materia.

La Sinfónica lleva una agenda apretadísima, con el todavía reciente ballet completo de Romeo y Julieta, el concierto doble de Chaikovski la pasada semana, los ensayos de Jenufa y el acompañamiento de El maquinista de la general en el Lope de Vega la próxima semana. Enfrentarse a tantas y variadas bandas sonoras en dos días y en estas circunstancias es una tarea titánica de la que los maestros y maestras salieron airosas no sin atisbo de fatiga que se pudo apreciar en cierto desdén, sobre todo en metales, aunque nunca en un sonido global acertado en cuanto a la peculiar estética fílmica, y muy atento a los matices y registros que demandan cada una de las partituras convocadas. En un primer concierto, el jueves, David Hernando, que junto a la Orquesta de Bratislava que él mismo fundó a principios de este siglo, ha grabado muchas de las bandas sonoras del cine español de estos últimos veinte años, condujo a la Sinfónica por grandes aventuras épicas del cine de Hollywood y el nuestro propio, en una combinación que evidenció la influencia de los grandes maestros del cine americano en los de nuestro país, sobre todo en lo que a atmósfera y orquestación se refiere. La ROSS transmitió calidez y majestuosidad en una generosa suite de Ben-Hur de Mikós Rózsa que Hernando sin embargo encaró con tempi rápidos en pasajes como el tema de amor, algo que también acusó en el emotivo Camelot Lives de El primer caballero de Jerry Goldsmith y el maravilloso vuelo que John Williams preparó para su Boston Pops a partir de Hook. Con estos dos grandes de la música compartieron la suya Luis Ivars, Joseba Beristain y Zacarías M. de la Riva, demostrando profesionalidad y buen pulso para ilustrar de forma siempre enérgica y sentido de la dramaturgia las películas de animación Elcano y Magallanes y la tercera entrega de Tadeo Jones, así como nuestra incursión en el cómic con Capitán Trueno, abordadas siempre desde una estética grandilocuente que el ingenio de Hernando cuidó de no convertir en meros fuegos artificiales.

Los protagonistas del jueves

Herrando estuvo atento también al lirismo de James Newton Howard para King Kong, el jovial folclorismo de John Powell en Cómo entrenar a tu dragón, la sobria elegancia de Harry Gregson-Williams para Las crónicas de Narnia y el aliento a rock sinfónico de Michael Kamen en un brevísimo tema de El príncipe de los ladrones que supo a muy poco. Lo peor vino de la mano de una suite deslavazada y mal ensamblada de El señor de los anillos (Howard Shore) que mantuvo a una jovencísima vocalista largos minutos frente a la orquesta sin entonar hasta el final, cuando transformó la que debía ser una voz blanca y neutra en pura exhibición soul. Inexplicable el horroroso arreglo elegido para Los siete magníficos como propina, muy alejado del espíritu de su autor, Elmer Bernstein. Menos mal que el entuerto se arregló con un inspirado potpurrí de lo más popular de Williams (Star Wars, Tiburón, Superman, Harry Potter, Indiana Jones y E.T.) en calidad de segunda propina.

Noche de Goyas

Íntegramente dedicado a los Goyas, el concierto de ayer viernes contó con Antonio Dechent como presentador-lector, arrancando a modo de obertura con una espléndida suite de músicas del legendario Augusto Algueró para cintas protagonizadas por Carmen Sevilla (La fierecilla domada en perfecto estilo Max Steiner, y El secreto de Mónica), Joselito (El ruiseñor de las cumbres), Marisol (Cabriola) y Concha Velasco (Las chicas de la Cruz Roja), brillando especialmente estas dos últimas por su popularidad y sensibilidad, de las que Hernando y la Sinfónica sacaron perfecto provecho acertando en el tono y la armonía exactas. Es una práctica habitual en muchos festivales de este género, como el World Soundtrack Awards de Gante, que se proyecten secuencias de las películas cuya música ha sido programada. Así sucedió anoche, con Paz Vega y la Fábrica de Tabacos luciendo tras los acordes de Carmen del veterano José Nieto, cuya música ya sonó en uno de los primeros Encuentros de Música de Cine, allá por 1989 en el Lope de Vega. También Javier Bardem asomó tras la sarcástica y caricaturesca música de Zeltia Montes para El buen patrón, claramente inspirada en la de Williams para La terminal. Esta fue la única banda sonora de las interpretadas que ganó un Goya, mientras la mayoría de las demás fueron nominadas en su momento, como es el caso de Manuel Riveiro y Xavi Font para la superproducción La sombra de la ley, cuya variada partitura tuvo excelentes embajadores en los maestros y maestras de la ROSS.

David Hernando Rico. Foto: Marina Casanova

Con un inquietante crescendo dio comienzo la suite, como otras especialmente preparada para la ocasión, de Mediterráneo de Arnau Bataller, que dio paso a un exquisito bloque sentimental con el lirismo de Bingen Mendizábal, recuperado por un Juanma Bajo Ulloa también presente en la sala, para su particular Baby, donde su música en colaboración con Koldo Uriarte lleva la carga narrativa ante la ausencia de diálogos, o ese precioso tema final de Víctor Reyes para En la ciudad sin límites, sin soporte videográfico, al igual que El verano que vivimos, que se interpretó junto a Orígenes secretos, ambas de Federico Jusid. Piezas que disfrutaron de solos excelentes de Tatiana Postnikova al piano, Dirk Vanhuyse al violonchelo, Juan Ronda a la flauta y Nazar Yasnytskyy al violín, ejerciendo además de concertino, sin olvidar el estupendo trabajo de los contrabajos, que aun en número limitado de cuatro lograron dotar a la Sinfónica de su cuerpo característico. Con esa fotogénica Sevilla de nuevo como escaparate inigualable, La piel del tambor de Roque Baños puso de manifiesto la habilidad del compositor para generar inquietud a través de melodías inimitables. Con la plana mayor de los compositores cinematográficos españoles sobre el escenario del Cartuja Center terminó esta esforzada e inspiradora cita de la segunda edición del Festival de Música de Cine de Sevilla.


Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 26 de enero de 2023

DECISION TO LEAVE Thriller romántico poco convencional

Título original: Heojil kyolshim
Corea del Sur 2022 138 min.
Dirección
Park Chan-wook Guion Jeong Seo-Gyeong y Park Chan-wook Fotografía Kim Ji-yong Música Cho Young Wuk Intérpretes Park Hae-il, Tang Wei, Lee Jung-hyun, Go Kyung-Pyo, Shin-Young Kim, Jung Young Sook Estreno en el Festival de Cannes 23 mayo 2022; en Corea del Sur 29 junio 2022; en España 20 enero 2023


Posiblemente Park Chan-wook sea el cineasta mejor valorado y más aclamado 
de todos sus compatriotas. No nos consta que haya hecho nada desde hace cuatro años, cuando presentó en televisión su personal adaptación del clásico de John Le Carré La chica del tambor. Antes sucumbió a la tentación de Hollywood dirigiendo a Nicole Kidman en la inquietante Stoker. Pero antes de la que nos ocupa, siempre quedarán en el recuerdo sus celebradas Oldboy y Sympathy for Lady Vengeance. En esta ocasión centra su atención en un thriller romántico de sinopsis bastante recurrente, donde un policía se enamora de la mujer de la víctima del caso que investiga, que resulta ser la principal sospechosa del mismo.

Sin embargo, Chan-wook se las ingenia, con ayuda de una meticulosa y laberíntica puesta en escena, para generar un fascinante juego entre los dos personajes centrales, que nos llevará frecuentemente a preguntarnos quién ama a quién, si es recíproco o no, si está únicamente en la mente del sufrido protagonista o es ella quien mueve los hilos para que el romance llegue a buen puerto, o en el peor de los casos, al fatalismo más absoluto. Lástima que en todo este complejo y complicado entramado, el cineasta coreano no logre convencernos de la probabilidad de los acontecimientos, lo que lastra sobremanera el resultado final de un thriller romántico con clara vocación hitchcockiana. Y es que la sombra de Vértigo vuelve a cernirse sobre tan prometedora intriga de amor y muerte, a lo que no es ajena una virtuosa utilización de los recursos fotográficos, técnicos y sonoros, además de una creatividad extraordinaria que nos lleva a contemplar los distintos escenarios de la mano de sus protagonistas, aunque no estuvieran en el lugar de los hechos cuando estos acaecen.

Todo esto contribuye a cierta fascinación que de haber contado con una mayor capacidad para hacernos creer su laberíntica trama, seguramente nos hubiera resultado la obra maestra que tantos y tantas reivindican. Con todo, sorprende que los Oscar la hayan pasado por alto, algo que no ha ocurrido con sus hermanos los Bafta y Globos de Oro, aunque en este caso se haya quedado a las puertas de conseguirlo. No ocurrió así en su presentación en sociedad, el Festival de Cannes, donde logró el premio a la mejor dirección.

martes, 24 de enero de 2023

BABYLON Crónica mastodóntica de la vida al límite

USA 2022 189 min.
Guion y dirección
Damien Chazelle Fotografía Linus Sandgrem Música Justin Hurwitz Intérpretes Margot Robbie, Brad Pitt, Diego Calva, Jean Smart, Li Jun Li, Jovan Adepo, Tobey Maguire, Max Minghella, Katherine Waterston, Samara Weaving, Eric Roberts, Lukas Haas, P. J. Byrne, Jeff Garlin, Rory Scovel, Spike Jonze, Joe Dallessandro, Olivia Wilde, Phoebe Tonkin, Troy Metcalf Estreno en Estados Unidos 23 diciembre 2022; en España 20 enero 2023

Imposible acercarse a la última, mastodóntica, caótica, histérica y atrevida película del director de Whiplash y La La Land sin dejar prejuicios atrás y sin aceptar que no hay nada que se le parezca por muchos referentes que seamos capaces de encontrar en ella. Y aún así le resultará difícil a mucha gente conectar con ella, con esta nueva historia de amor que se propone en el seno del mundo del cine, esta vez con sus perversiones, miserias y excesos más absolutos como telón de fondo. Poco más de tres horas que transcurren como mínimo entretenidas ate nuestros ojos, lo que ya es un mérito. Tres horas además en las que se pone a prueba nuestra capacidad de asombro, entre secuencias escatológicas extremas, orgías con carne generosa (algo poco habitual en el pudoroso cine americano) y un sinfín de personajes, unos reales, otros inventados y otros ficticios pero basados descaradamente en celebridades que existieron, y todo así, en exceso, tremebundo y sobredimensionado.

Chazelle además no ha tenido ningún tipo de reparo en dar al conjunto un aspecto anacrónico al más puro estilo Baz Luhrmann, con músicas fuera de su época y un estilismo impensable para Margot Robbie la mayoría de veces que aparece en escena. Pero ahí no se quedan las referencias, porque las fiestas parecen querer imitar, con mayores excesos y un carácter deliberadamente más pornográfico, a las de Sorrentino en La gran belleza; hay también cierto aire felliniano en más de una secuencia, y no faltan las referencias al Gran Gatsby de Scott Fitzgerald, entre piscinas con presunto cadáver y fiestas extravagantes, aquí siempre llevado al último extremo y sin la elegancia, premeditada, del autor de Suave es la noche. James Ivory también retrató la depravación de la meca del cine en los años veinte, en 1975 con Fiesta salvaje, donde recreaba uno de los episodios más escabrosos de la prensa amarilla de la época, la muerte de una starlette a manos del obeso comediante Fatty Arbuckle durante una sesión de sexo duro, episodio que también aparece apuntado en este film donde William Randolph Hearst tiene su momento en forma de fiesta snob a ritmo de sucedáneo del Bolero de Ravel con una Robbie incómoda que termina haciendo lo que no debía entre tanta gente estirada.

Y así continúa esta orgía desatada, acelerada, mastodóntica y sobre presupuestada, donde se recrean rodajes como el de Hollywood Revue of 1929, la primera vez que aparece en pantalla la canción Singin’ in the Rain, esa misma Cantando bajo la lluvia y sus divertidos episodios cuando se pasa del cine mudo al sonoro, y que al final sirve para la secuencia más mágica y emocionante que hemos visto en el cine en mucho tiempo, precisamente en una sala abarrotada donde los ojos del público brillan mientras disfrutan con esa obra maestra de Kelly y Donen que justamente se ha reestrenado en cines precisamente el mismo fin de semana que lo hace esta Babylon. Y el homenaje al cine como gran entretenimiento continúa con una delirante secuencia en plan montaje de ceremonia de los Oscar. Max Minghella da vida a un desmitificado Irving Thalberg, mientras Brad Pitt es sin duda un sosías de Douglas Fairbanks, y Jean Smart interpreta a una arpía del periodismo al más puro estilo Hedda Hopper. Pero la revelación de la película es Diego Calva, un joven mexicano descubierto en la serie Narcos y que cataliza nuestra mirada entre perpleja y ruborizada de todo cuanto se acontece en este film inclasificable e imposible de calibrar, tanto como de calificar, al menos hasta que no haya pasado el tiempo suficiente para valorarlo en su justa medida.

lunes, 23 de enero de 2023

LOS PREMIOS ASECAN, SIEMPRE EN SU TONO JUSTO


Pertenezco a la Asociación de Escritoras y Escritores de Cine de Andalucía (ASECAN) creo recordar que desde 1991, por lo que prácticamente he asistido a todas sus galas de premios anuales, incluida la primera, cuando era muy joven y me colaba en este y otros eventos. Fue en 1983, en una de las dos pequeñas salas del Cine Corona que se encontraba en la calle Salado, y que constituía el paraíso cinéfilo sevillano de la época. Por entonces solo se entregaban dos premios, mejor película española, que fue a recaer en Demonios en el jardín de Gutiérrez Aragón, y mejor película extranjera, en aquella ocasión Desaparecido de Costa-Gavras. Después se proyectaba la película española ganadora y ahí quedaba todo. En los noventa se potenció su protagonismo, con galas muy recordadas por todos nosotros, como la que se celebró en el ahora llorado por su incierto futuro Cine Cervantes, y que consagró a la actriz y cantante de los treinta Antoñita Colomé, que desde entonces y hasta muy recientemente, prestó su nombre a los galardones de interpretación; o la multitudinaria y nunca más festera que se celebró en el también desaparecido Cine Rialto de Ponce de León, y al que concurrió la plana mayor de la familia Bardem arropando a Pilar, la matriarca, que por su condición de nacida en Sevilla recibió años más tarde el honor de prestarle el nombre a una calle de la capital, que poco después, en un gesto perverso y de muy mal gusto y ejemplo, le quitaron a favor de otra de esas vírgenes tan adoradas en una ciudad que algunos creen ser solo de ellos y ellas. La fiesta continuaba en aquella época en salas emblemáticas de la ciudad, como Catedral en plena Cuesta del Rosario, o Las Dos Orillas, al otro lado del río.

Pero la más recordada de cuantas galas haya celebrado Asecan fue en 2000, cuando se coronó a Solas como mejor película y Juan Diego recibió acompañado por muchos y muchas de las estrellas que le acompañaron en vida, el Premio de Honor. Un entonces completamente desconocido Paco León ejerció de presentadora, travestido de tal forma que confundió a más de uno y una, junto al entonces muy popular dúo Digo Digo Teatro, integrado por José Luis García Pérez y José María Peña. Precisamente coincidiendo con el veinticinco aniversario de la emocionante película de Benito Zambrano, su productor, Antonio Pérez, uno de los grandes baluartes del cine andaluz, recibió en esta última edición de los premios, el de honor, que aprovechó con uno de sus dilatados y pausados discursos, para hablarnos de la pasión por el cine, de la ilusión y el entusiasmo necesarios para hacerlo y, uniéndose a la plana mayor de los galardonados y galardonadas, y al equipo directivo y organizativo de la asociación, agradecer a Juan Antonio Bermúdez su trabajo delante y detrás de ella y en el Festival de Cine Europeo de Sevilla, así como su talante de inmejorable persona. Y es que precisamente en torno al muy llorado y añorado crítico, gestor y poeta extremeño pero sevillano de adopción, giró esta última edición de los Asecan. Y para no perder su encanto y su estilo, la gala volvió a lucir en su tono justo, esta vez con la seriedad y la solemnidad que la ocasión requería, sin dejar por ello de ser una fiesta pero limitando la comicidad de sus impagables presentadores desde hace ya un puñado de años, los periodistas Marta Jiménez y Rafael Pontes, que se mantuvieron en todo momento respetuosos con el gran homenajeado de la noche, que nos dejó de manera repentina y provocó discursos tan sinceramente emocionados como el de Javier Paisano, que se encargó de la dirección de la asociación cuando esta atravesaba su peor momento, rescatándola en el año 2010 tras siete años de paréntesis.

La madre de Juan Antonio Bermúdez recibe el Premio de Honor póstumo a su hijo

También la madre de Bermúdez tuvo unas breves palabras de emocionado recuerdo cuando recogió el premio de honor póstumo, y cineastas como Bernabé Bulnes, cuando recogió el premio a la mejor dirección novel por La sal de la vida, un exquisito trabajo en torno a la vida en el Cabo de Gata y su entorno natural, leyeron poemas del homenajeado. Todo ello en un formato novedoso para la gala, a imagen de los que de siempre han caracterizando a los Globos de Oro y los muy recientes Feroz, a lo largo de una cena servida en uno de los grandes vestíbulos del Auditorio Fibes, formato que también utilizaban los Oscar en sus primeras ediciones. En este sentido, no dejando de agradecer el esfuerzo y el detalle de optar por este formato, hemos de aclarar que no es el mejor para atender como merecen las lecturas de las nominaciones y los casi siempre emotivos y acertados discursos de los premiados y premiadas. Nada que ver con los tediosos espectáculos a los que nos tienen acostumbradas y acostumbrados los Goya, que tras una treintena de ediciones todavía no han aprendido a escribir guiones amenos e ingeniosos, y se alargan entre agradecimientos superfluos, vacuos y tediosos.


La lista de premios completa se puede consultar en la página web de la asociación. Este año y el pasado son menos, desde que los premios Carmen de la joven Academia de Cine Andaluz, que este año celebran en Almería su segunda edición, se encargaron de los técnicos y artísticos más allá de película documental, cortometraje (este año para el joven Antonio Cuesta y su sensible mirada hacia un padre y su hijo con capacidades diversas en La vida entre dos noches), dirección novel, interpretaciones principales, guion y música, que siguen premiándose por nuestra asociación. También lo siguen haciendo los que nos dan mayores señas de identidad, que son los destinados a mejor libro, difusión del cine, labor informativa, otros formatos e industria, que recayó en la Confederación de Empresarios de Andalucía por su ayuda al sector audiovisual especialmente durante la pandemia, que recogió Luis Picón, director de relaciones con organizaciones y empresas. En el apartado de premios más populares, estaba cantado el triunfo de Modelo 77, cuya nominación coincide también en los Goya, los Forqué y los Carmen, aunque nuestra preferida era la muy sensible y emotiva La consagración de la primavera de Fernando Franco, presente en la gala. La otra gran triunfadora de la noche fue el documental de Laura Hojman A las mujeres de España. María Lejárraga. Por cierto, que ya por fin el nombre de la autora homenajeada en este fino trabajo figura en los créditos de El amor brujo, tras tantas décadas acreditando a su esposo, Gregorio Martínez Sierra, como libretista de la gitanería de Falla. Por su parte reconocemos el talento de la siempre estupenda Natalia de Molina, sin embargo frente a su trabajo en La maniobra de la tortuga, hubiésemos preferido el acertado trabajo de némesis con una despreciable aristócrata ex política que realizó Teresa Arbolí en El mundo es vuestro. Pero si el premio a la actriz de Linares, que envió un video de agradecimiento a pesar de ser una atenta asidua de la gala, sirvió para su acertado y emocionado discurso en recuerdo a las víctimas de la violencia de género, bien recibido sea. Siempre haciendo gala de ese buen gusto y consideración a las circunstancias, la voz rutilante, elegante y perfectamente entonada de Rosie Dee amenizó la velada, con temas de El color púrpura (Miss Celie’s Blues), Casablanca (As Time Goes By) y Cinema Paradiso de los Morricone.

Fotos: Lolo Vasco
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

EL LADO AMABLE DE DOS GENIOS DE LA MÚSICA

4º Concierto del XXXIII Ciclo de Música de Cámara de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Alexa Farré Brandkamp y Katarzyna Wrobel, violines. Francesco Tosco y York Yu Kwong, violas. Gretchen Talbot y Orna Carmel, violonchelos. Programa: Sexteto nº 1 Op. 18, de Brahms; Souvenir de Florence Op. 70, de Chaikovski. Espacio Turina, domingo 22 de enero 2023


Motivos de diversa índole han impedido muy a nuestro pesar que nos hiciéramos eco de los últimos grandes conciertos del Turina, el que convocó a los miembros del Cuarteto Cosmos el pasado viernes y el que protagonizó la noche del sábado el gran violonchelista inglés Steven Isserlis y el conjunto dirigido por Ignacio Prego, Tiento Nuovo. Dicen sin embargo que ninguno de los dos contó con la asistencia masiva del que disfrutó la mañana del domingo la cuarta entrega del ciclo de música de cámara de la Sinfónica, una cita que afortunadamente se repite muchas ocasiones a lo largo de la temporada. No cabe duda de que nos alegramos mucho de que sea así, sin embargo no podemos ocultar de nuevo nuestro asombro por el hecho de que el público sevillano sea tan de costumbres que deje pasar oportunidades como las apuntadas y por el contrario se entregue una y otra vez a experiencias tan recurrentes. Ya lo hemos dicho otras veces, en el cine pasa igual, el cinéfilo sevillano acude una y otra vez a las mismas salas de versión original y pasa por alto que otras importantes citas se exhiben en otros cines que también dedican salas y horarios a ese formato.

Tras un programa de abono de la ROSS íntegramente dedicado a Chaikovski, el compositor ruso volvió a los atriles de sus músicos, pero esta vez en su vertiente más amable y optimista, poco que ver con el arrebato y temperamento que sobresale en sus sinfonías números cuatro y cinco. Pero fue Brahms quien primero asomó en esta cita con dos importantes sextetos románticos, también en este caso en su vertiente más distendida y llena de encanto. La compenetración, el compañerismo y, sobre todo, el entusiasmo, parecieron asomar desde el principio en esta exhibición de lirismo y fuerza que llevaron a cabo los y las seis integrantes del conjunto para la ocasión. El Sexteto Op. 18 es la primera aportación de un todavía joven Brahms al campo camerístico convencional, y con él atrapa las influencias de los grandes clásicos en el género, Mozart y Haydn, así como sus propios juegos armónicos y claridad de texturas. El sexteto de la ROSS se hizo eco desde los primeros acordes de este carácter distendido y poético de la partitura, sin protagonismo palpable de ninguna de las voces por encima de las otras, y una continua alternancia de unas y otras que dieron al conjunto una sonoridad muy atractiva. Un aliento lírico y una sana serenidad informaron el allegro inicial, mientras el muy majestuoso y solemne andante, el más conocido de sus cuatro movimientos, alcanzó una elegancia y una gravedad solo alcance de los más virtuosos. De la nobleza de este movimiento pasaron al vigor danzante del scherzo y la felicidad juvenil del poco allegretto final, en el que los y las músicos supieron conjugar lirismo, robustez y ritmo.


Chaikovski escribió Souvenir de Florencia tras su regreso de tierras italianas, donde compuso La dama de picas. En contraste, este sexteto es claro y fresco, sin atisbo de la negrura que caracteriza la ópera. El autor quedó muy satisfecho, ocupando así un importante lugar en este género típicamente postromántico que inauguró precisamente Brahms con la pieza antes escuchada. Aunque la afinación no estuvo en todo momento perfectamente controlada, no cabe duda de que el sexteto convocado para la ocasión logró una lectura excepcional de la pieza, destacando el frenesí dinámico y rabioso del allegro con spirito, la elegante serenata que le sigue y que da carta de naturaleza a la pieza, con sus localistas pizzicati, su fantasmal intermezzo y el elocuente dúo entre violín y violonchelo. Después, las danzas se hicieron presentes en un melancólico allegro moderato, y el color y la rusticidad en el allegro vivace que tanto gustaba al autor por su poderosa fuga final, y que Farré, Tosco, Talbot, que además ejerció de simpática conductora del programa, Wrobel, Kwong y Carmel tradujeron en frescura y vivacidad, y manteniendo en todo momento un sonido robusto y a la vez sedoso.

Fotos: Marina Casanova
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

sábado, 21 de enero de 2023

UNA CONJUNTA ARRIESGADA Y COMPROMETIDA

3er concierto de la XII temporada de la Orquesta Sinfónica Conjunta de la Universidad de Sevilla y el Conservatorio Superior de Música Manuel Castillo. Jesús Berdonces, clarinete. Juan García Rodríguez, dirección. Programa: 5 piezas para orquesta Op. 10, de Webern; Concierto para clarinete y orquesta Op. 57, de Nielsen; Malva toda y oro, de Víctor Estapé; Suite de danzas Sz. 77, de Bartók. Auditorio ETS de Ingeniería, viernes 20 de enero de 2023


Enfrentarse a un programa tan exigente como éste no está alcance de cualquiera; requiere mucha disciplina y dedicación, y un trabajo en equipo de enorme compromiso y responsabilidad. Es así como trabajan estos y estas jóvenes que integran cada año el programa académico que hace ya doce años se bautizó como Orquesta Sinfónica Conjunta. Gracias a profesores como Juan García Rodríguez o Camilo Irizo, este singular conjunto se enfrenta prácticamente cada cita a piezas de nuestro tiempo, al menos compuestas a partir de la segunda mitad del pasado siglo, lo que lo diferencia de otros conjuntos similares que tanto se prodigan afortunadamente en los últimos tiempos. El Auditorio de la Escuela Superior Técnica de Ingenieros sirvió de nuevo de escenario para que una vez más el milagro se hiciera realidad. Lástima que se mantuvieran encendidas las luces de sala prácticamente durante todo el concierto, afectando a la concentración del oyente, salvo en la pieza final, las danzas de Bartók.

Algo más de cien jóvenes se subieron a escena entre las plantillas reducidas de las tres primeras piezas, y la increíble aglomeración dedicada a Bartók, donde por supuesto coincidieron también muchos y muchas de las intérpretes que tocaron antes. Las Cinco piezas para orquesta de Webern, las más breves que compuso jamás este amante de la miniatura, exigen multitud de timbres instrumentales, incluida una vasta representación de percusión, una guitarra y una mandolina, pero prácticamente con una sola voz por instrumento y una participación exigua en la mayoría de los casos, no en vano su duración total apenas alcanza los cinco minutos. Esto hace que la plantilla resulte completa pero muy reducida, y que cada uno y una queden muy expuestos, de forma que si no se domina el instrumento a la perfección, se nota demasiado. Fue precisamente lo que ocurrió en esta lectura algo deslavazada de la obra, donde los temibles metales evidenciaron endebleces y la combinación de timbres y texturas no acabó de funcionar. El clarinetista cordobés Jesús Berdonces vino a paliar la agridulce sensación que nos dejó Webern, con un control extraordinario de la respiración y un fraseo impoluto que sirvió para dejarnos una versión impecable del concierto de Nielsen, donde todas sus cadencias, figuras retóricas y vericuetos varios quedaron perfectamente recreados en la sensacional escritura de Berdonces. García le acompañó con mucho respeto y cuidado, sin embargo la seca acústica del lugar impidió ese sonido etéreo y atmosférico que caracteriza la obra del compositor danés. Por el contrario, el duelo con el tambor resultó sobresaliente, tanto en los momentos más airados como en los más dialogados.

En la segunda parte, la Conjunta estrenó una obra escrita expresamente para ella de la mano del profesor catalán Víctor Estapé. Malva toda y oro es algo más de diez minutos de cuerda sostenida y continuos juegos armónicos, con aires misteriosos e inquietantes muy en estilo Bartók, bien articulado y orquestado con mucha intención, pero que conforme avanza se va antojando rutinario y su discurso se va agotando. Con todo, un detalle de quien es director académico del Centro Superior de la Fundación Conservatori Liceu, que eleva aún más la categoría y la presencia de esta orquesta que tan felices nos hace. Precisamente el compositor austrohúngaro fue el protagonista del final del concierto, con una plantilla de infarto (hasta ocho contrabajos) para poner en pie con una destreza y una coordinación al alcance de los más depurados y experimentados, la Suite de danzas que compuso en 1923 por encargo del ayuntamiento de Budapest para celebrar el décimo quinto aniversario de la unión de las tres ciudades a orillas del Danubio. Su estilo accesible no exento de rigor intelectual, hizo las delicias de un público embelesado con el buen hacer de tan generosa orquesta, con sus seis danzas entrelazadas dejando ver las raíces folclóricas fundamentalmente eslavas que las informan, gracias a un trabajo exquisito de compenetración, empaste y control de dinámicas, que permitió disfrutar con el carácter y el temperamento de la obra, su ritmo trepidante y su intensa luminosidad.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

viernes, 20 de enero de 2023

SOUSTROT SACA A CHAIKOVSKI DEL ABISMO

5º concierto del ciclo Gran Sinfónico de la Temporada nº 33 de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Marc Soustrot, dirección. Programa: Sinfonías nº 5 en Mi menor Op. 64 y nº 4 en Fa menor Op. 36, de Chaikovski. Teatro de la Maestranza, jueves 19 de enero 2023


Aunque la hemos disfrutado en varias ocasiones desde entonces, sea en ópera, ballet o conciertos especiales navideños, hace exactamente dos meses que no regresábamos a la programación oficial de la Sinfónica, y se echaba de menos. Volvió anoche de la mano de su titular, Marc Soustrot, que tantas páginas gloriosas ha escrito al frente de la formación, desde mucho antes de encargarse de su custodia. Y lo hizo con el tantas veces transitado Chaikovski, cuya integral sinfónica han acometido prácticamente todos los directores titulares que ha tenido la orquesta desde su fundación. Si la estrategia para programar estos conciertos tan populares es llenar el teatro, ayer eso funcionó, aunque seguimos pensando que es dar la espalda a ese público cultivado a lo largo de treinta años, que demanda nuevos territorios aún sin explorar. El concierto de anoche y hoy mismo estuvo presidido en el programa de mano por el recuerdo a Peter Derheimer, timbalista de la orquesta desde su fundación, que nos dejó el pasado mes de octubre. Cuesta creer que alguien a quien tantas veces hemos visto sobre los atriles, haya dejado de existir, y con tantos años todavía por delante para disfrutar. Será cosa de ese mismo inexorable e implacable destino al que apelaba Chaikovski en sus dos sinfonías más autobiográficas.

Soustrot abrió con la segunda de estas sinfonías, invirtiendo su orden cronológico. Una nutrida representación de la orquesta, precisamente solo con timbales como percusión, se hizo cargo de ella. El maestro se decantó por dar al conjunto un aire apesadumbrado, melancólico y triste, a pesar de que en ella el autor describe un destino sujeto al cambio, a la providencia, no obstante ese sintomático acoso inicial que se repite a lo largo de la partitura y que describe tantas dudas y lamentos. Así, el scherzo inicial sonó majestuoso y lleno de vigor, para después aplacarse en el muy reconocible andante cantabile, que el solo de trompa cinceló con mucho sentido del equilibrio y el sentimiento, acompañado por una cuerda precisa y nunca sujeta al decaimiento, la misma que logró lucir en un vals animado con gracia y buen gusto. Soustrot supo al final imbuir a la partitura de esa rebeldía y desenlace triunfal que le caracteriza, con la complicidad de una orquesta impecable en todas sus familias e interrelación entre ellas, acaso con preeminencia de metales en su registro más agudo, lo que provocó un sonido a menudo demasiado metálico, pero destacando una total ausencia de deslices ni salidas de tono, siempre resplandeciente, disciplinada y majestuosa.

El destino se hace aún más patente e implacable en la fanfarria inicial de la Sinfonía nº 4. Esta fuerza inexorable que impide alcanzar la felicidad, como el propio autor la definía, y que resulta invencible y determinante para que nuestro bienestar y nuestra paz no sean absolutas, encontró sin embargo en Soustrot una estética menos angustiosa, más relajada en el sentido de no resultar inescrutable e invencible. Fue como darle la vuelta al sentido de estas dos columnas angulares del sinfonismo tardorromántico, de forma que el allegro inicial derivó en exultante desafío, grandioso y decidido, el andantino menos melancólico de lo habitual, el scherzo centrado en el virtuosismo y la impecable técnica del pizzicato, sin más pretensiones, y el final un deleite enloquecido y febril, perfecto colofón para este recorrido de un alma atormentada y afligida que busca el alivio y la redención, salir en definitiva del abismo.

Foto: Marina Casanova
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 19 de enero de 2023

MAROUAN BENABDALLAH, FILTRO DE OCCIDENTE

Piano en Turina. Marouan Benabdallah, piano. Programa: 2 miniatures algériennes, de Salim Dada; La nuit du déstin, de Dia Succari; 3 movimientos de El Male Rachamim, de Mohammed Fairouz; 3 de las 5 piezas para piano Op. 34, de Paul Ben-Haim; 2 muwashashas, de Zad Moultaka; Nocturne nº 1, de Nabil Benabdeljalil; Africa Op. 89, de Camille Saint-Saëns. Espacio Turina, miércoles 18 de enero de 2023


Aunque hubo más asistencia de la esperable, conociendo la idiosincrasia del público sevillano, el hecho de que esta ciudad atesore un patrimonio cultural tan vasto, deudor de la herencia árabe en un alto porcentaje, habría merecido un lleno casi absoluto, algo que quizás se hubiese conseguido por mediación de algunas de las instituciones que al respecto operan en la ciudad, como la Fundación Tres Culturas. Lo cierto es que el pianista marroquí Marouan Benabdallah recaló en nuestro sitio para ofrecernos un programa que lleva tiempo paseando por diversas plazas del continente europeo y en el que desgrana algunos de los más representativos compositores del medio oriente y el norte africano, cuyos bagajes y particulares biografías les han llevado a combinar su acervo popular con la sensibilidad europea u occidental.

Benabdallah confesó que apenas conocía un par de estos compositores antes de dedicarse a investigar sobre la materia, y que de los más de cien que llegó a recopilar, acabó haciendo una criba con los seis convocados en este singular programa. En un inglés claro y fácilmente entendible (suele ser así cuando lo hablan personas que no son por naturaleza angloparlantes), el pianista ilustró profusamente cada uno de los músicos convocados y sus piezas, desgranando datos y anécdotas con encanto y entusiasmo. No obstante, teniendo en cuenta el carácter didáctico de la velada, hubiese sido un detalle contar con algún o alguna intérprete en la sala para quienes no entendiesen el idioma, que en este país siguen siendo muchas personas, incluso en el ámbito intelectual.

Un programa exótico y diferente

Del argelino Salim Dada interpretó dos miniaturas, la primera de literatura muy básica y contenida, la segunda a fuerza de imitaciones de una típica danza árabe, donde el pianista ya deslizó su destreza al teclado. La noche del destino es una delicada obra del franco-sirio Dia Succari, que el intérprete acertó a comparar con el universo raveliano y le permitió expresarse con espiritualidad y mucha sensibilidad. El Male Rachamim es una oración judía en memoria de los muertos que el norteamericano de origen egipcio Mohammed Fairouz convirtió en pieza musical que dedicó a su admirado Ligeti y a las víctimas del holocausto nazi. Benabdallah escogió tres de sus cinco movimientos, pasando del misterio y la contención del primero a la pulsación percutiva del segundo y el ritmo endiablado y virtuoso del final, dejando en todo momento constancia de su claridad expositiva y pleno dominio del teclado. Todas estas obras son profusas en arabescos y figuras enroscadas y exóticas, como las tres piezas del opus 34 de Paul Ben-Haim, un compositor y director de orquesta de malograda carrera a causa también de los nazis. Su pastoral rezumó misterio, mientras la canzonetta fue un dechado de melodía y sensibilidad, y la toccata final otra ocasión para desplegar un virtuosismo musculoso y acelerado, pero siempre controlado.

La mejor pieza del programa según el propio Benabdallah, o al menos su favorita, y quizás la que atesora un mayor número de figuras y recursos aprendidos del periplo occidental de su autor, se debió al libanés Zad Moultaka, curtido en el arte de la performance y las artes plásticas, cuyas moaxajas, composiciones poéticas típicas de la España musulmana, ejemplifican a la perfección esa singular combinación de elementos puramente arábigos con los acuñados durante su aprendizaje en Francia, logrando una simbiosis no exenta de vanguardismo que el pianista tradujo en una experiencia sensorial notable. También lo fue el hermoso nocturno del marroquí Nabil Benabdeljalil, primera obra de su catálogo, con reminiscencias de Chopin pero también, siempre según el intérprete, de Granados. El final llegó a la inversa, con autor occidental embelesado con oriente. En Africa, Saint-Saëns despliega toda su pasión por la sensualidad árabe, con ecos de su bacanal para Sansón y Dalila y un ritmo frenético en el que se apoya una escritura densa y rimbombante. Benabdallah se manifestó muy orgulloso de su transcripción para piano, sobre todo al compararla con la que el propio autor esbozó en su momento. De ella sacó partido para exhibir fuerza y temperamento, siempre desde el virtuosismo y sin menospreciar su talante expresivo, que se puso de manifiesto también en las propinas, un Kara Toprak (Black Earth) de Fazil Say, que fue artista residente de la ROSS durante la era Axelrod, donde se ve claramente la influencia del jazz en el compositor turco, y el precioso adagio de Espartaco, de nuevo con una reducción para piano de la música de Khachaturian que derrocha romántica pasión.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 18 de enero de 2023

UNA HERENCIA DE MUERTE Todos y todas envejecemos

Título original: The Estate
Reino Unido 2022 91 min.
Guion y dirección
Dean Craig Fotografía Darin Moran Música Will Bates Intérpretes Toni Collette, Anna Faris, Kathleen Turner, David Duchovny, Rosemarie Dewitt, Ron Livingston, Keyla Monterroso Mejia, Danny Vinson, Gichi Gamba, Patricia French Estreno en el Festival de Londres 6 octubre 2022; en España 20 enero 2023


Todo, incluida su escasa distribución internacional hacía presagiar la mayor de las catástrofes en esta comedia perpetrada por el director británico Dean Craig, que aparca sus bodas (The Honeymoon, Amor. Boda. Azar) para centrarse en las tribulaciones de un puñado de familiares sin escrúpulos para hacerse con la suculenta herencia de una huraña tía.

La presencia de una notablemente desmejorada Kathleen Turner, antaño símbolo sexual y erótico, supone uno de los principales atractivos para atreverse con la cinta. Sin embargo cabe destacar su comicidad, no exenta de un tufo a intranscendencia que podría haberse evitado si su director y equipo se hubieran tomado más en serio la crítica social que subyace bajo su endeble superficie.

La mezquindad humana siempre reclama un análisis más concienzudo, más mala baba y una mayor dosis de ironía, pero aquí todo se relaja y se apuesta por el atractivo de su, todo hay que decirlo, ajado reparto, con Duchovny en plan caricatura, Faris en modo payasa, Collette intentando salir digna de la empresa, y la mencionada Turner haciéndonos echar de menos su belleza e imponente presencia de los ochenta. Todo lo demás es mero entretenimiento, con algún toque de mal gusto que podría haberse evitado, y un aire absolutamente prescindible inundándolo todo.

8 AÑOS Drama queer en la isla bonita

España 2021 94 min.
Guion y dirección
JD Alcázar Fotografía Miki Poveda y Luis Ángel Pérez Música Sergio Jiménez Lacima Intérpretes Carlos Mestanza, Miguel Diosdado, María Maroto, Sergio Momo, Natalie Rodríguez, Eloi Catalán, Isabel Torres Estreno 20 enero 2023

Lo que más destaca en el debut como director de largometrajes del murciano José David Martínez Alcázar, bautizado artísticamente como JD Alcázar, es su valor testimonial de la isla de La Palma justo antes de sufrir la devastación a la que la sometió el volcán Cumbre Vieja. Todos sus parajes aparecen en esta especie de ruta turística y emocional sobre dos jóvenes amantes que deciden reencontrarse en la isla tras ocho años de relación y unos meses de disolución, con el fin de retomar lo suyo.

Pero el fantasma de los celos y la dependencia hacen lastrar este particular vía crucis entre amistades, gente carismática y otra poco recomendable, fiestas y vicisitudes varias que el director amasa con mucha voluntad pero escasa fortuna. Colorista, amable pero incapaz de profundizar en sus dolores y traumas, la cinta apenas se deja ver por ese testimonio de la belleza y la luz que frecuentaba una isla hoy en vías de recuperación. No cabe duda de que sus protagonistas se toman la empresa en serio, y todo está ilustrado con un puñado de canciones que fluyen en su contexto y ofrecen un vistoso panorama del género en la isla.

En el reparto, aparte de sus guapos y guapas protagonistas, destacan la presencia de Isabel Torres (Veneno) y Sergio Momo (Sevillanas de Brooklyn), pero el tratamiento dramático se antoja definitivamente endeble y anecdótico. Se estrena después de pasar por algún que otro festival y por internet en diversos países.

martes, 17 de enero de 2023

POKER FACE Pretencioso juego de la verdad y la muerte

USA 2022 94 min.
Dirección
Russell Crowe Guion Stephen M. Coates y Russell Crowe Fotografía Aaron McLisky Música Anthony Partos y Matteo Zingales Intérpretes Russell Crowe, Liam Hemsworth, RZA, Aden Young, Steve Bastoni, Daniel MacPherson, Brooke Satchwell, Paul Tassone, Matt Noble, Benedict Hardie, Molly Grace, Elsa Pataky, Jack Thompson Estreno en Estados Unidos (internet) 16 noviembre 2022; en España 13 enero 2023

En su segunda película como director tras El maestro del agua, Russell Crowe plantea una pretenciosa mezcla de drama, acción, amistad, arte y traición en la que interpreta a un multimillonario jugador de póker que convoca a sus mejores amigos a un juego de la verdad, mientras sufre un vengativo atraco en su lujosa casa de la bahía de Sidney.

Parece que lo que más importe al actor director, por encima de su propia interpretación, sea la sala de montaje, donde complica la trama a fuerza de flashbacks, acciones paralelas y anotaciones que trastocan el rigor narrativo y descargan la poca identidad e intensidad que pueda tener su propuesta. De hecho, poco deben haber confiado en ella sus distribuidores que la han relegado directamente a televisión. Aunque su puesta en escena pueda resultar elegante, el argumento hace aguas por todas partes y su resolución demuestra ser tan torpe como la pandilla de amistades, entre quienes se encuentran un político importante y un exitoso novelista, que participan en ese juego de póker.

No parece tampoco atractiva ni como anécdota la coincidencia de los cuñados Elsa Pataky y Liam Hemsworth en pantalla. Ella interpreta a la crupier, una presencia esquiva a pesar de tener cierto protagonismo en el cartel publicitario, quizás como mero objeto ornamental de una cinta presuntuosa y decididamente fallida.

ROBERTO RÚMENOV, UN JOVEN INTROSPECTIVO

Concierto organizado por Juventudes Musicales de Sevilla. Roberto Rúmenov, piano. Programa: Suite de El pájaro de fuego para piano, de Stravinski-Agosti; Preludio y Fuga nº 18, de Bach; 1er libro de Images, de Debussy; Variaciones y fuga sobre un tema de Händel, de Brahms. Teatro Cajasol, lunes 16 de enero de 2023


Con unas sentidas y necesarias palabras de recuerdo para Luis Izquierdo y Ramón Coll, Arnold Collado, presidente de Juventudes Musicales de Sevilla, presentó anoche una entrega especial de Noveles en concierto, que tuvo como protagonista al pianista búlgaro afincado en España, Roberto Rúmenov. Izquierdo, director e impulsor de la Bética Filarmónica durante muchos años, y habitual del Miserere catedralicio de Eslava, falleció el pasado diciembre, mientras Coll, que tras una fructífera trayectoria como pianista y docente recaló en el Conservatorio Superior de Música de Sevilla en calidad de catedrático, nos dejó justamente ayer mismo. Rúmenov ha estudiado y perfeccionado su técnica en nuestro país, y tras ganar varios certámenes, entre ellos del que celebra Juventudes Musicales en Albacete, recorre la geografía española con sendas giras, con una de las cuales ha aterrizado en el Teatro Cajasol, uno de los espacios emblemáticos y habituales de la institución que preside Collado.

Para la ocasión presentó un programa aparentemente muy ecléctico con el que poder exhibir tanto sus cualidades técnicas como las puramente expresivas, aunque en el fondo hubo una presencia evidente de los maestros barrocos, tanto Bach como Händel a través de Brahms y Rameau de Debussy. El recital arrancó con la transcripción para piano que realizó en 1928 el pianista Guido Agosti, alumno de Busoni, de la Danza infernal y la apoteosis final de El pájaro de fuego de Stravinski. La página le dio la posibilidad de exhibir músculo pero también misterio e introspección, con algún pasaje atropellado y alguna incómoda nota falsa de por medio, pero con un resultado global bastante satisfactorio merced a un buen entendimiento de la partitura y una estupendamente defendida paleta de colores. Con el Preludio y fuga nº 18 del primer libro de El clave bien temperado de Bach, Rúmenov pareció sentirse más cómodo con el preludio, que resolvió con fluidez y elegancia, que con una fuga bastante mecánica y rígida, de escaso relieve, si bien acertó en su cadencia rítmica y claridad melódica, además agradecimos la oportunidad de reencontrarnos con Bach al piano moderno.

Con el primer cuaderno de Images de Debussy, Rúmenov encontró su voz, delicada, introspectiva y capaz de profundizar en el pentagrama y encontrar en la música la sensibilidad justa para transmitir toda esa efusión de emociones que desprenden las notas del compositor francés. En Reflejos en el agua, el joven desplegó con maestría todos los recursos retóricos empleados por Debussy para describir el jugueteo del agua, arpegios, trémolos, glissandi perfectamente controlados, mientras en Homenaje a Rameau transmitió toda la serenidad que desprende esta elegante sarabanda. Más abstracto, el Mouvement resultó un torbellino de notas en perpetuo movimiento, que Rúmenov resolvió con sentido de la proporción y la expresividad. Interpretar las Variaciones de Brahms sobre un tema de Händel es un desafío para cualquier pianista; hacerlo sin partitura, como atacó el resto del programa, una temeridad, y retarse a sí mismo a tan temprana edad, una señal de valentía. Así hizo este artista de la pulsación, logrando adaptarse a cada espíritu, cada matiz y giro de tan extensa partitura, con momentos de lucimiento virtuoso, otros de endiablado ritmo y otros de intenso lirismo, todos resueltos con sabiduría y destreza. Dejó perfecta constancia de los diferentes estilos abordados por su autor, desde referencias barrocas a ensimismamiento romántico, y espacio también para el misterio y la tragedia, por ejemplo en los aires fúnebres de la variación número trece. Tras la exuberante fuga final, traducida con igual magisterio que el resto de la pieza, el joven nos deleitó con un Estudio número 4 del opus 39 de Rachmaninov, impetuoso y trágico, pero también henchido de lirismo.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía