Música de Giuseppe Verdi. Libreto original de François-Joseph Méry y Camille du Locle. Pedro Halffter, director musical. Giancarlo del Monaco, dirección escénica. Voces: Ievgen Orlov, Kamen Chanev, Ángel Ódena, Fiorenza Cedolins, Dolora Zajick, Dmitri Ulianov, Aurora Amores. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla y Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza. Teatro de la Maestranza. Viernes 24 de junio de 2011
A falta de una tan largamente anhelada La forza del destino de producción propia, el Maestranza se ha aliado convenientemente con otros coliseos españoles – Bilbao, donde se estrenó en septiembre pasado, Oviedo y Tenerife – para ofrecernos la siguiente ópera en el catálogo verdiano, y seguramente la más ambiciosa, de la mano del irregular Giancarlo del Monaco. En lugar de su versión milanesa de 1884, con un acto menos, hubiese sido preferible la posterior de Módena, que recuperaba en esencia y sin ballet la original francesa.
El joven bajo Ievgen Orlov |
La quinta escenografía que le hemos podido ver en este teatro se resuelve de forma grisácea y discreta. Su base conceptual, una innecesariamente omnipresente cámara en cuyas paredes se reflejan los límites del Imperio de Felipe II, que no hace sino saturar la escena, no es exactamente audaz ni ingeniosa; y su parafernalia retro, con un fastuoso vestuario y una impactante imaginería, especialmente en el Auto de fe, contrasta con unos fondos decepcionantes. La dirección de actores parece inclinarse una vez más por una escuela de cine mudo, con movimientos de masas torpes y mecánicos, e individuales rutinarios y ridículos, tanto que sin ánimos predispuestos al drama, la risa hubiera brotado en más de una ocasión como si de una parodia se tratase.
La veterana mezzo Dolora Zajick |
En un principio las voces parecían arruinar literalmente la espléndida partitura. Sólo la naturalidad y generosidad de Dolora Zajick, dando vida a una improbable Princesa de Éboli, se impuso a la frialdad canora del ucraniano Ievgen Orlov, la carencia de peso y volumen de la soprano lírica Fiorenza Cedolins, y la ausencia de química entre Ángel Ódena y el búlgaro Kamen Chanev, cuyo Dúo de la amistad acusó falta de legato y mecanicismo extremo. Tras el intermedio sobrevino un impactante dramática y musicalmente Acto III, con un excelente duelo de bajos, Orlov y el muy siniestro Gran Inquisidor Dmitri Ulianov, precedido por un notable Ella giammai m'amó a cargo del primero, y un muy bien resuelto cuarteto Sospetto fatale. A partir de ahí todas las voces parecieron encontrar su rumbo salvo la del aún desentonado, gritón y grotesco Kanev. Ódena por su parte corrigió en parte su exceso de vibrato, Cedolins logró imbuir a su personaje de mayor emotividad, y Zajick cautivó aún más con O don fatale que con Nel giardin del bello del primer acto, cantado con dominio técnico pero sin mucha gracia.
Una vez más tenemos que congratularnos por disfrutar de tan espléndida orquesta en el foso, de la que Halffter supo extraer las mejores prestaciones técnicas y expresivas, atento como siempre al detalle y a la transparencia, y compensando en más de una ocasión la ausencia de emotividad en una ópera cuyas falsedades históricas se perdonan por su hondura dramática y sentimental. Del coro basta decir que cumplió con las expectativas que cada vez con más confianza depositamos en sus miembros.
Crítica publicada en El Correo de Andalucía el 26 de junio de 2011