USA 2014 141 min.
Dirección David Dobkin Guión Bill Dubuque y Nick Schenk Fotografía Janusz Kaminski Música Thomas Newman Intérpretes Robert Downey jr., Robert Duvall, Vera Farmiga, Billy Bob Thornton, Leighton Meester, Vincent D’Onofrio, Jeremy Strong, Dax Shepard, Sarah Lancaster, Emma Tremblay Estreno en España 24 octubre 2014
El director de comedias gamberras e irrelevantes como Los rebeldes de Shanghai, De boda en boda o El cambiazo, se pasa de repente al drama judicial y familiar serio y sentimental, aunque los resultados sigan siendo en un alto porcentaje bastante irrelevantes. El principal mérito de esta película es utilizar material propio de telefilm para darle empaque cinematográfico y hasta de considerable altura. Lo consigue naturalmente gracias a un reparto solvente y desahogado, así como una fotografía sobria y elegante de Janusz Kaminski, habitual colaborador de Spielberg, y la siempre estimulante y etérea música de Thomas Newman. Pero no hay que quitarle méritos al director, que consigue desmarcarse del habitual mal gusto con el que hoy se aborda la comedia en Norteamérica, para abordar este trabajo sin premura, con elegancia y pulcritud, además de imprimirle un ritmo lo suficientemente constante como para no hacer que el resultado se resienta de su generosa duración. El problema radica entonces en el libreto, previsible de principio a fin y tan cargado de tópicos y clichés típicamente americanos, valores éticos y morales tan destacados que no se permite dejar ningún resorte sin pulir en cada desenlace de las varias tramas propuestas, tanto criminales como sentimentales. Sin olvidar el sempiterno tema del reconocimiento, el triunfo y el orgullo tan afín a la cultura americana. El regreso a las raíces del típico abogado de éxito sin escrúpulos se sabe ya que se convertirá en un viaje de redención y entendimiento con un padre con el que no sintoniza, siguiendo los mismos derroteros acostumbrados en estos melodramas paternofiliales, escenas incómodas incluidas. Para Downey jr. ha debido suponer un merecido alivio interpretativo entre tanto superhéroe, mientras Duvall acomete con fortuna la difícil tarea de mostrar las mismas debilidades y enfermedades propias de una edad que es la suya misma. La doble trama entretejida, la judicial y la familiar, siguen un patrón similar, una mirada muy clásica a la americana y una resolución en ambos casos en la que la moral judeocristiana que tanto les obsesiona juega un papel fundamental.