Australia 2015 111 min.
Dirección Russell Crowe Guión Andrew Anastasios y Andrew Knight Fotografía Andrew Lesnie Música David Hirschfelder Intérpretes Russell Crowe, Olga Kurylenko, Yilmaz Erdogan, Jai Courtney, Cem Yilmaz, Jacqueline McKenzie, Isabel Lucas, Ryan Corr, Damon Herriman, Dan Wyllie, Deniz Akdeniz Estreno en Australia 26 diciembre 2014; en España, simultáneo con Estados Unidos, 24 abril 2015
Demasiado bien ha tratado la crítica internacional a este fallido debut en la dirección del ególatra Russell Crowe. A lo largo de la historia muchos han sido los actores y actrices que en algún momento de sus carreras se han pasado al otro lado de la cámara, con resultados a menudo desiguales. Sin embargo pocos y pocas han sido los que han cimentado el resto de su profesión sobre el rol de realizador con éxito considerable; entre éstos cabría citar a John Cassavettes, Robert Redford y Clint Eastwood. En los últimos meses hemos asistido a la confirmación de Angelina Jolie como eficiente realizadora a través del drama bélico Invicto, y la audacia principiante de Ryan Gosling en Lost River; pero lo que nos depara el trabajo del protagonista de Gladiator es tan inútil como endeble. Trasladándose a la Primera Guerra Mundial, y más concretamente a la Turquía que venció a los australianos en la Batalla de Gallipolli, ya llevada al cine por Peter Weir a principios de los ochenta, Crowe intenta tejer un melodrama de cariz sentimental y humano en torno a las bondades musulmanas, para lo que no duda en definir a los británicos como desatentos anfitriones y a los griegos, contra los que los turcos lucharon en la Guerra de Asia Menor justo después de la Gran Guerra, como poco más que unas alimañas. En el camino el noble granjero australiano buscará a sus hijos muertos en la citada batalla con la inestimable ayuda del enemigo, un mayor del ejército turco que también luchó en la campaña de los Dardanelos y que se revelará como entrañable amigo y compañero en la línea en que Omar Shariff lo fue para Peter O’Toole en Lawrence de Arabia. Y la comparación nos lleva también a imaginar lo que el material hubiera sido en manos de un especialista como David Lean. A Crowe le falta aliento dramático, espíritu épico y nervio narrativo, perdiendo el ritmo constantemente y embarrándose en batallas mal rodadas, acontecimientos mal descritos y anécdotas románticas innecesarias, todo ello ilustrado con una mala banda sonora y fotografiada y montada con un estilo definitivamente rancio. El título se refiere a la plausible habilidad del protagonista para encontrar agua en los subterráneos de tierras áridas, lo que se pretende justifique la nada creíble habilidad para encontrar muertos bajo la tierra en un espacio devastado por la tragedia, lo que añade a todos los defectos apuntados un despropósito descomunal.