lunes, 30 de mayo de 2016

LOS REYES DE LA SINFÓNICA

Gala especial del 25º Aniversario de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Ana Hernández Sanchiz, presentadora. John Axelrod, director. Programa: Concierto a la carta. Teatro de la Maestranza, domingo 29 de mayo de 2016

Primeros pasos en el Lope de Vega
Normalmente cuando alguien cumple años, recibe regalos. No fue el caso de nuestra Sinfónica, que cumplió sus primeros veinticinco ofreciendo a su público el concierto que éste había elegido de entre el abanico de posibilidades propuesto en convocatorias previas de la orquesta. El público escribió su carta de Reyes Magos y la orquesta nos obsequió con las piezas más solicitadas. El evento se convirtió en escenario para la nostalgia y la satisfacción, dejando a un lado la preocupación reinante por la delicada situación financiera de la institución y la falta de apoyos institucionales desde las más altas esferas del gobierno autonómico, más preocupado en rascar votos de sectores de población domesticados con sus políticas de ayuda a fondo perdido, sin contraprestación, que de esos otros más formados e intelectuales cuyos votos de todas formas ya han perdido.

Los llenos del Maestranza y la ROSS
Los lazos verdes que lucieron prácticamente todas y todos los asistentes, y la fuerte y larga ovación que en pie le dedicaron a los maestros y maestras de la Sinfónica, quedaron ampliamente recompensados con un festival de obras que, aunque muy trilladas, sonaron con toda la magnificencia y suntuosidad que la ocasión requería. El ambiente festivo se advirtió incluso en la indumentaria de las integrantes de la plantilla, relajadas del oscuro habitual y luciendo vivos y alegres colores en sus vestidos. El cada vez más implicado y vitalista John Axelrod se empeñó a fondo, y con él toda la orquesta, para ofrecer lo mejor de sí mismos, traducido en un movimiento final de la Quinta de Chaikovsky cargado de intensidad, lirismo y drama a partes iguales; un primer movimiento de Sherezade de Rimsky-Korsakov mágico y ensoñador; una obertura de La fuerza del destino de Verdi generosa en brío y color, que sirvió para situar Sevilla en la escena operística a la que tantas veces le ha servido de testigo; un cristalino y apasionado Preludio y Muerte de Isolda de Wagner, vehículo idóneo para reconocer también la labor y el esfuerzo desplegado por Pedro Halffter durante diez de estos veinticinco años, dejando diferencias aparte en un encomiable ejercicio de humildad y justicia; y el primer movimiento, con esas imprescindibles cuatro notas que dan paso a una de las páginas más brillantes de la Historia de la Música, la Quinta de Beethoven, que ganó la mayoría absoluta de un público para el que la desaparición de la ROSS supondría una tragedia irreversible.

Los entrañables conciertos de Navidad de Vladimir Dmitrenco
Cinco piezas marcadas por el destino, como lo estamos todos y todas, pero al que podemos controlar y manejar con nuestro esfuerzo y dedicación para evitar desastres mayores. Lazos verdes de esperanza para marcar un nuevo rumbo en el que nuestra orquesta no sólo no desaparezca sino crezca, madure aún más y llegue a situarse en un punto de mayor envergadura y prestancia que le permita por ejemplo volver a encarar grabaciones tan estimulantes como esa Segunda Sinfonía de Rachmaninov con Halffter en Santander. Registro que sirvió como banda sonora a las impecables y cariñosas presentaciones que Ana Hernández Sanchiz, habitual colaboradora de la orquesta y el teatro, vertió en torno a la gestación de la orquesta, su andadura, la gente que dejó su huella en ella, quienes desaparecieron, y el público, el que está y el que ya no está, que hizo posible esos veinticinco años. Público que llena semanalmente los dos conciertos por programa de abono con los que nos deleitan los ciento y pico profesionales que forman ya parte de nuestra vida y tanto han ayudado a mejorarla. Los que estamos y los que ya no están, pero que ayer sentimos a nuestro lado, acompañándonos desde ese lugar del descanso eterno que nos reserva el destino. Todavía vivos, muy vivos, nos adherimos a Axelrod, Sanchiz y todos quienes han formado parte de estos maravillosos veinticinco años, deseando «¡Larga vida a la ROSS !».

Una de las publicaciones de la Diputación
y la Fundación Luis Cernuda a propósito
de los Encuentros de Música de Cine
Nota final: Desde estas páginas dedicadas a la música y el cine, quisiera aprovechar para recordar la excelente labor que nuestra orquesta ha desempeñado en torno al séptimo arte, como pionera en nuestro país y muchos de Europa de la música de cine en concierto, con la que nos deleitó durante casi veinte años en los añorados Encuentros de Música de Cine, vertiente que Jesús Castro procuró titánicamente recuperar en estos tres últimos años a través del concierto de clausura del año académico de la Universidad, y que de momento se ha interrumpido esta temporada. Un trabajo que ha sido seguido en estos últimos años en otras plazas como Úbeda, Córdoba o Santa Cruz de Tenerife, pero que no olvidemos inauguró la ROSS a la vez que iniciaba su andadura en el Lope de Vega, la Sala Apolo y, finalmente, el Teatro de la Maestranza. Un recuerdo por lo tanto también para este aspecto al que, como a tantos otros, no se hizo referencia en la gala del 25 aniversario por razones lógicas de tiempo y agilidad.

sábado, 28 de mayo de 2016

LOBO Demasiadas moscas para el Principito de Arabia

Título original: Theeb
Jordania 2014 100 min.
Dirección Naji Abu Nowar Guión Naji Abu Nowar y Bassel Ghandour Fotografía Wolfgang Thaler Música Jerry Lane Intérpretes Jacir Eid, Hassan Mutlag, Hussein Salameh, Marji Audeh, Jack Fox Estreno en el Festival de Venecia 4 septiembre 2014; en Emiratos Árabes 19 marzo 2015; en España 27 mayo 2016

Que el director novel de esta película sea un británico de origen jordano explica el enfoque que da a la particular aventura que cuenta. Se trata de una historia en cierto modo ya contada en Lawrence de Arabia y ambientada como aquélla en la Arabia dominada por el Imperio Otomano que sirvió de pasto a beduinos, oficiales británicos, mercenarios turcos y revolucionarios árabes durante la Primera Guerra Mundial. En un claro ejercicio de reivindicación de la pureza de su raza, gente y costumbres, enturbiada por el colonialismo, la guerra y el progreso occidental, Nowar cuenta desde el punto de vista de un niño el transporte de una misteriosa caja de madera a través del desierto, acompañando y protegiendo junto a su hermano mayor a un oficial del ejército inglés. Acuñando un estilo propio del cine de aventuras, pero sin la épica extraordinaria del film de David Lean, salvo en los maravillosos paisajes que le sirven de escenario, Nowar abusa también de un estilo realista que le lleva a una sobreabundancia de moscas sobre los rostros de los sufridos protagonistas, en especial un niño de ojos grandes y mirada muy expresiva, que se mueve por el desierto como un Principito de Saint-Exupéry de piel y cabello oscuros, y allí conoce también a su particular zorro y la esencia sobre la amistad y la confianza que éste astutamente le enseña. Demasiadas moscas, innecesarias desde el punto de vista narrativo y muy incómodas, hasta desagradables, para hacer más digerible esta historia en la que los mayores logros residen en la plasmación de la inocencia, personificada en el niño, su hermano y la entrañable relación que les une. Pero, ¿realmente eran necesarias tantas moscas para contarnos la historia? Ganó en Venecia de 2014 el premio al mejor director en la Sección Horizontes, y obtuvo también una nominación a la mejor película de habla no inglesa en la última edición de los Oscar.

SEIS Y MEDIO Estereotipos de pareja sobre el escenario

España 2015 87 min.
Dirección Julio Fraga Guión Víctor Maña Fotografía Bart Pérez Música Paloma Peñarrubia Intérpretes Cristina Rojas y Homero Rodríguez Soriano Estreno 20 mayo 2016

El resultado del esfuerzo de un equipo mayoritariamente malagueño, muchos de cuyos integrantes se han forjado en el teatro, es esta película intimista a medio camino entre el drama y la comedia, con dos únicos personajes enfrentados en un único escenario, el apartamento que cohabitan. Con guión del reputado profesor Víctor Maña, la historia se centra en un año de relación de pareja que pretende ser una disección del amor pero que se queda en una sucesión de estereotipos, fundamentalmente los celos patológicos de ella y la promiscuidad inconsciente de él. Como se ve nada nuevo ni revelador, servido con una asepsia alarmante por un realizador que tras varios cortometrajes y una amplia experiencia en el teatro se lanza así al temido largometraje. Un apartamento de diseño, blanco y tan sumamente ordenado que no hay vida en él, sirve de escenario a más desencuentros que encuentros entre estos dos seres supuestamente productos de la vida moderna, sus miedos, prisas y egoísmos, falta de compromiso y exigencias de todo tipo. Una hora y media redundante y a ratos tediosa en la que los intérpretes hacen los que pueden, más entregada ella que él, mientras sus tablas en el teatro se notan también a través de la productora Tenemos Gato, compañía a la vez escénica que ellos mismos fundaron. Julio Fraga consigue a pesar de todo dotar de cierta verosimilitud a sus personajes y situaciones en un conjunto cuya asepsia se refleja también de la luminosa fotografía, mientras lo mejor lo encontramos en la banda sonora de la joven Paloma Peñarrubia, inspirada melódicamente y eficaz en ritmos y una sencilla orquestación.

viernes, 27 de mayo de 2016

EMELYANYCHEV Y LA ROSS: NERVIO, CONTRASTE Y ARMONÍA

15º concierto de abono de la XXV temporada de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Asier Polo, violonchelo. Maxim Emelyanychev, director. Programa: Divertimentos KV. 136 y 138, de Mozart; Concierto como un divertimento, de Rodrigo; Divertimento para orquesta de cuerda, de Bartók. Teatro de la Maestranza, jueves 26 de mayo de 2016

El joven Emelyanychev no es uno más de los que cada año dirigen a la Sinfónica. Sus múltiples intervenciones en el escenario musical sevillano, con óperas, conciertos de abono y recitales líricos, le han llevado a involucrarse de manera muy activa en nuestro panorama musical, asistiendo incluso como público al concierto que un día antes dio la Conjunta en el Alcázar. El programa de este penúltimo concierto de la temporada se adaptaba perfectamente al nervio y el temperamento del personalísimo director, y el resultado no pudo ser más brillante, con una plantilla reducida para la ocasión, pero volcada en ofrecer lo mejor de sí misma, a pesar del desánimo que les estará provocando la miserable polémica sobre su financiación.

Los dos de los tres divertimenti que Mozart concibió a la manera de cuartetos, determinaron una disposición de la cuerda bastante singular, con primeros y segundos violines enfrentados y cuerda grave centrada, lo que facilitó unas texturas cristalinas, una mejor apreciación del carácter inventivo de las piezas, y unos contrastes notables. La volatilidad y ligereza sin remilgos con la que los abordó Emelyanychev sumó réditos a una interpretación memorable. Mucho menos jubilosa fue la página de Bartók, concebida en vísperas de la Segunda Guerra Mundial, que en manos del director ruso exhibió más una atmósfera de preocupación que de desasosiego, sin descuidar sus líneas neoclásicas deudoras del concerto grosso, y resolviendo con soltura tanto su aspecto improvisado como su atmósfera mortuoria.

El regreso de Asier Polo al Maestranza se saldó con considerable satisfacción a través del segundo de los conciertos que el Maestro Rodrigo dedicó al violonchelo, treinta años después del primero, el Concierto en modo galante que estrenó Gaspar Cassadó en 1949, precisamente de quien Polo interpretó una pieza de enorme dificultad y preciosismo como propina. Este segundo, como un divertimento, lo estrenó con gran éxito Julian Lloyd Webber, hermano del famoso compositor de musicales, en 1982, y contiene un aroma más folclórico que el primero. Su sencilla orquestación, pensada para no eclipsar al solista, se benefició de unas excelentes prestaciones en metales, celesta, xilofón y flauta, mientras Polo hizo gala de su lirismo, elegancia y sobrada agilidad, especialmente en unas cadenzas extremadamente difíciles.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 28 mayo 2016

jueves, 26 de mayo de 2016

CONJUNTA Y BARENBOIM-SAID ACARICIAN LA VÍSPERA DEL ESPLENDOR SEVILLANO

V temporada, concierto extraordinario de la Orquesta Sinfónica Conjunta Universidad de Sevilla-CSM Manuel Castillo y Academia de Estudios Orquestales de la Fundación Barenboim-Said. John Axelrod, director. Programa: Prélude 'a l'après-midi d'un faune, de Debussy; Ma mère Ma mère l'oye, de Ravel; Suite nº 1 de El sombrero de tres picos, de Falla; Suite de L'oiseau de feu, de Stravinsky. Patio de la Montería del Real Alcázar de Sevilla, miércoles 25 de mayo de 2016

Con toda la ciudad engalanada para una de sus fiestas más emblemáticas, y la música llenando muchos rincones del casco antiguo ya desde el día anterior, cuando la ROSS desplegó todos sus recursos en una concurrida Plaza Nueva para reivindicar su valía y dignidad, la Conjunta cerró su quinta temporada de conciertos con uno extraordinario en el recurrente Patio de la Montería del Alcázar. Viento y frío no son los mejores aliados para la escucha de música tan exquisita como la programada para la ocasión, más teniendo en cuenta que cuando se celebra un concierto al aire libre es preceptivo casi montar un escenario provisto de caja acústica para una mejor y más controlada proyección del sonido, algo de lo que esta cita carecía. No obstante quienes asistimos puntualmente a todos los conciertos de esta joven formación sabemos que sus virtudes superan con creces los lógicos desajustes de quienes aún están en período de formación, por lo que entre lo escuchado y lo conocido podemos generar una opinión más o menos objetiva.

La colaboración entre la Conjunta y la Academia de Estudios Orquestales de la Fundación Barenboim-Said viene de lejos, por cuanto el alumnado suele coincidir e intercambiarse, sólo que en esta ocasión fue explícita. Los jóvenes, que portaron lazos verdes en solidaridad con los maestros y maestras de la ROSS, quienes a su vez han sido sus mentores, exhibieron la disciplina y el entusiasmo que les caracteriza. El sensacional trabajo desplegado por Juan García Rodríguez a lo largo de todos estos años y en los preliminares de este concierto, cuyo modo de trabajo debería exportarse a otros modelos académicos para mejorar nuestro nivel intelectual, se notó en una orquesta desinhibida, segura y confiada al abordar el programa decididamente conservador y popular con el que Axelrod debutó frente a tan carismático conjunto. Sin embargo su impronta quedó manifiesta en un Preludio a la siesta de un fauno de cadencia tan elegante como delicadas fueron sus texturas, todo un manto de belleza y sensualidad en el que cada matiz tuvo su particular importancia e intención.

El resto del programa deambuló por unos derroteros similares, con puntuales errores técnicos en El sombrero de tres picos de Falla, al que quizás faltó una pizca de fuerza y agitación; también puntuales faltas de sintonía en El pájaro de fuego, pero esta vez con más contundencia expresiva; y una homogeneidad extraordinaria, llena de lirismo y encanto en Mi madre la oca de Ravel, con Axelrod manejando en todo momento magistralmente las dinámicas y los planos sonoros, como se pudo observar en el misterioso arranque de la pieza de Stravinsky. Ni los pájaros, alterados por la invasión acústica de su entorno, fueron capaces de alterar la concentración de estos jóvenes que acariciaron con su talento una primaveral aunque fría noche en vísperas del esplendor barroco sevillano.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 27 mayo 2016

lunes, 23 de mayo de 2016

HIGH-RISE Caída libre

Reino Unido 2015 118 min.
Dirección Ben Wheatley Guión Amy Jump, según la novela de J.G. Ballard Fotografía Laurie Rose Música Clint Mansell Intérpretes Tom Hiddleston, Sienna Miller, Jeremy Irons, Luke Evans, Elizabeth Moss, James Purefoy, Kelley Hawes, Reece Shearsmith, Peter Ferdinando, Sienna Guillory, Stacy Martin Estreno en el Festival de Toronto 13 septiembre 2015; en Reino Unido 18 marzo 2016; en España 13 mayo 2016

J. G. Ballard es más conocido entre nosotros por contarnos sus experiencias de niño en un campo de concentración japonés, que Spielberg adaptó al cine (El imperio del sol), que por sus novelas de ciencia-ficción en las que intenta imaginar una sociedad futura distópica, ahora que la palabra está tan de moda, a través de la cual analizar los problemas económicos y sociales que acucian al mundo contemporáneo. High-Rise es una de ellas, y el afamado productor Jeremy Thomas (de entre otras varias películas de Bertolucci y Cronenberg, como El último emperador y El almuerzo desnudo) lleva más de cuarenta años queriendo adaptarla. Primero pensó en Nicolas Roeg, con quien también ha trabajado en varias cintas, como por ejemplo Insignificance. Otra de las novelas de Ballard, Crash, ya fue dirigida por Cronenberg y producida por Thomas, pero no ha sido hasta ahora que se ha podido llevar a cabo el sueño de este último, contando para ello con la realización de Ben Wheatley, que hace unos años se ganó el título de nuevo enfant terrible con su inclasificable Turistas. Se nota que éste era un proyecto muy querido para Thomas, que no ha dudado en inflarlo de una buena cantidad de recursos para recrear el rascacielos en el que se desarrolla en su integridad esta fábula sobre el aislamiento colectivo, la degeneración y la desintegración humana. Una historia que Ballard concibió en otra época delicada de nuestra historia reciente, la crisis económica de los años setenta; el desencanto generalizado y el sentimiento de anarquía que imperó en ciertos sectores de la sociedad, proyectado sobre un nuevo orden social que no hace sino repetir los esquemas ya conocidos de luchas de clase, parapetándose en una supuesta reinvención. Lástima que lo que queda de todo esto en el film sea una disparatada, histérica y desatada crónica sobre el caos y la violencia que no encierra interés alguno en su interior, ni pedagógico ni antropológico. Hay quien compara a su director con Kubrick sin ruborizarse por el disparate que entraña dicha afirmación. Dentro del caos hay también un orden que este film insufrible no respeta. Y es una lástima, porque tiene posibilidades, una puesta en escena suntuosa y un reparto atractivo encabezado por Tom Hiddleston, a quien hemos visto en Thor, Caballo de batalla o La cumbre escarlata, secundado por el siempre inquietante Jeremy Irons, la desaprovechada Sienna Miller (La chica, El francotirador) y el salvaje Luke Evans (Inmortales, El hobbit). Nada ayuda a salvar este engendro insoportable, pedante y sumamente desagradable. Lo único que tiene cierta gracia en esta película es que su guionista se llame Jump (saltar) de apellido, tratándose de un rascacielos y de toda una caída libre. Estuvo en la sección oficial del último Festival de San Sebastián.

miércoles, 18 de mayo de 2016

GREGORIO BENÍTEZ, UN PIANISTA SERIO Y COMPROMETIDO

Ciclo Jóvenes Intérpretes. Gregorio Benítez, piano. Programa: Sonatina in signo Joannis Sebastiani Magni, de Busoni; Contrapunctus I de Die Kunst der Fuge, de Bach; Prélude, Choral et Fugue, de Franck; Sonata nº 21 Op. 53, de Beethoven; Le Loriot y Le Traquet Stapazin de Catalogue d'oiseaux, de Messiaen; Preludio, Diferencias y Toccata, de Castillo. Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza, martes 17 de mayo de 2016

Natural de Ubrique, Gregorio Benítez ha sabido aprovechar muy bien sus treinta años para después de cierto periplo como concertista en distintos puntos del globo, decidir que su vocación real pasa por la investigación y la docencia, en un reconocimiento de madurez que le honra como persona y artista. Y no porque su pianismo no sea competente y no pueda enfrentarse a un amplio repertorio; los resultados de su concierto en Sevilla lo desmienten, aunque haya que sacarle punta tanto a su técnica como a su expresividad. Pero el amplio rango temático y temporal al que se enfrentó en esta cita le hacen merecedor de tanta admiración como respeto, más cuando todo el concierto lo interpretó de memoria y apreciándose en él tan alto grado de concentración. Pero es cierto que es en su trabajo con la ornitología de Messiaen, por el que confiesa sentir auténtica fascinación, y lo demuestra dedicándole su tesis, donde el trabajo de Benítez logró sus mayores réditos.

Atacó seguidas la Sonatina nº 5 de Busoni y el Contrapunto I de El arte de la fuga de Bach, lógicamente con el primero analizando y diseccionando una vez más al genial compositor alemán, esta vez a partir de su Fantasía y Fuga BWV 905. Su pulsación aquí fue ciertamente precisa y contundente, superando sus considerables dificultades técnicas, pero acaso demasiado seca, sin acentuar su notable belleza, en el caso del segundo, quizás en busca del mayor respeto sonoro al clavicémbalo original. El romanticismo se le fue un poco de las manos a causa no tanto de diversos deslices técnicos como de evidente falta de un vuelo lírico que adornara con más poesía unas páginas generosas en ella, muy apreciable en el Rondó final de la Sonata Waldstein de Beethoven. Franck no resultó suficientemente sublime, y aunque Benítez exhibió destreza, apenas controló esos pianissimi que le dan singularidad a la obra y potencian su calidad expresiva. Con Beethoven estuvo concentrado y vigoroso según procedía, aunque no animado, ya que imprime su estilo de una apreciable y no siempre justificada tristeza. Dominio de las dinámicas sí que exhibió en este extraordinario trabajo.

De Messiaen y su Catálogo de Pájaros, obra producto de la pasión por la ornitología del autor francés, y en la que el joven pianista se ha convertido en un especialista, eligió Le loriot (Oropéndola) y La traquet stapazin (Colalba rubia). La primera forma parte del Libro I y la segunda constituye el II en su integridad, de un total de siete en los que se articulan las trece piezas del ciclo. Se nota que Benítez es un especialista en la materia, pues fue aquí donde ofreció lo mejor de su arte, con unas lecturas concienzudas, precisas y muy meditadas, que en la práctica se hicieron tan amenas que sus casi veinticinco minutos pasaron volando. Piezas que no sólo evocan el sonido de los pájaros invocados, sino también el espacio geográfico en el que se desenvuelven, y que Benítez desgranó con imaginación y mucha creatividad. La pieza de Castillo que vino a continuación no pudo borrar la fascinante impresión que provocó la intervención del autor de Turangalila, pero encontró en el personal estilo de Benítez el vehículo perfecto para mostrar su ingenio y rara belleza. Si sigue cultivando una carrera concertística, habrá que estar atento.

ESPÍAS DESDE EL CIELO El precio de la guerra

Título original: Eye in the Sky
Reino Unido 2015 102 min.
Dirección Gavin Hood Guión Guy Hibbert Fotografía Haris Zambarloukos Música Paul Hepker y Mark Killian Intérpretes Helen Mirren, Alan Rickman, Aaron Paul, Jeremy Northam, iain Glen, Barkhad Abdi, Phoebe Fox, Carl Beukes, Richard McCabe, Gavin Hood, Monica Dolan Estreno en el Festival de Toronto 11 septiembre 2015; en Reino Unido 15 abril 2016; en España 13 mayo 2016

Tras ganar un Oscar a la mejor película de habla no inglesa con Tsotsi, el realizador sudafricano Gavin Hood tuvo que reponerse de su primer fracaso americano, Expediente Anwar, con dos películas de ciencia ficción y aventuras, X-Men Orígenes: Lobezno y El juego de Ender, hasta desembocar en esta cinta de título a lo Alan Parsons Project. Una interesante e inteligente película que plantea una situación apasionante y de máxima ansiedad, una misión bélica en Somalia desde los despachos militares y políticos británicos y norteamericanos, a través de drones con los que actuar a distancia y con completa seguridad. Una situación inquietante y delicada que plantea muchas cuestiones éticas y que serán abordadas de forma distinta según se trate de políticos o militares, y dentro de cada uno con muy distinto punto de vista según el grado de mando y responsabilidad. Los daños colaterales propiciarán el motor que desencadene la trama y genere la tensión, por momentos diabólica. Lo importante a la hora de enfrentarse al film es dejarse llevar por su calidad como producto de entretenimiento, dirigido con mano firme por Hood e interpretado por convicción por su atractivo reparto. Porque si nos dejamos llevar por su posible mensaje podríamos encontrarnos con una peligrosa tendencia a lo reaccionario e incluso algo fascista, que justifica los medios por el fin cualquiera que sean las víctimas colaterales y las consecuencias generales. Algo que parece se quiere evitar a través de los distintos puntos de vista empleados en el ingenioso guión, pero que finalmente naufraga como consecuencia de alguna que otra ridícula reacción muy al final de la función. Con todo no cabe duda de que funciona como entretenimiento diferente y original, beneficiándose además de una cadencia elegante y relajada, que nada tiene que ver con la atmósfera de inquietud que genera y sin embargo no echa mano para ello del habitual histerismo y montaje frenético tan difícil de seguir.

EL HOMBRE PERFECTO Un Ripley sin ingenio ni talento

Título original: Un homme idéal
Francia 2015 97 min.
Dirección Yann Gozlan Guión Yann Gozlan, Guillaume Lemans y Grégoire Vigneron Fotografía Antoine Roch Música Cyrille Aufort Intérpretes Pierre Niney, Ana Girardot, Ludovic Berthillot, Thibault Vinçon, Valeria Cavalli, Marc Barbé, André Marcon, Laurent Grévill Estreno en Francia 18 marzo 2015; en España 13 mayo 2016

Flaco favor le hace a la tradición del cine de intriga francés una película como ésta, que funciona como pastiche de influencias fácilmente reconocibles, muy especialmente el universo de Patricia Highsmith y más concretamente El talento de Mr. Ripley. De esta magnífica novela, que ha conocido dos estupendas adaptaciones, la primera precisamente francesa, bebe descaradamente el supuestamente original argumento de esta cinta sobre la suplantación de personalidad y el mantenimiento a toda costa del éxito y la vida soñada. Pero el guión de Yann Gozlan, también realizador del engendro, y sus colaboradores pasa por alto muchos detalles, está lleno de lagunas y hace aguas frecuentemente. Empezando por la escasa definición del personaje central, del que desconocemos su origen y vida familiar, su educación y el porqué de su poco envidiable situación laboral. Los amplios lapsos de tiempo que transcurren a lo largo del metraje no ayudan a convencernos de su relación de pareja y su capacidad para inmiscuirse en una alta sociedad a la que no pertenece. Un Ripley sin talento para ejercer la profesión que anhela, y sin ingenio para resolver las delicadas situaciones en la que se involucra, por mucho que el guión lo saque una y otra vez de algún apuro, más como consecuencia del azar o la suerte que de un plan inteligentemente urdido. El protagonista de Yves Saint-Laurent, al que también hemos visto en Altamira, convence como playboy a ratos, otros resulta ridículo. La exquisita ambientación, luminosa y hasta cursi, tampoco ayuda a trazar la que debería ser la imagen de un personaje perturbador e intrigante. La música, omnipresente y también plagio en algunos pasajes de la de Gabriel Yared para la película de Minghella, tampoco ayuda. Más bien todo da un poco de grima. 

martes, 17 de mayo de 2016

CIERRE DE TEMPORADA DE LA BARROCA: EL ROCE HACE EL CARIÑO

Temporada 2015/2016 de la Orquesta Barroca de Sevilla. Wilbert Hazelzet, flauta. Programa: Concierto Op. XI No. 2 de Naudot; Sinfonía Op. I No. 1 de Philidor; Concierto en La menor de Blavet; Concerto comique nº 25 de Corrette; Concierto Op. VII No. 3 de Leclair; Suite de Dardanus de Rameau. Teatro Lope de Vega, lunes 16 de mayo de 2016

La arquitectura regia, elegante y almibarada del Lope de Vega se adaptó como un guante a la propuesta con la que la Barroca cerró su temporada de conciertos, centrada en autores que en su mayoría trabajaron para el Rey Luis XV, El Bien Amado, y sus suntuosos palacios y jardines. Para la ocasión volvió a la ciudad el veterano flautista holandés Wilbert Hazelzet, para ponerse al frente, y la vez a las órdenes, del conjunto hispalense. Curtido en formaciones de prestigio como Musica Antiqua Köln y Amsterdam Barroque Orchestra, nos deleitó con su toque flexible, experimentado y eminentemente natural a la flauta travesera, demostrando que a pesar del tiempo transcurrido la suya sigue siendo una historia de amor con un conjunto con el que combina compromiso, calidad y complicidad a partes iguales, y una ciudad en la que ha dejado su impronta, como demuestra la pleitesía que le rindió con su asistencia la plana mayor de los flautistas que desarrollan su actividad aquí.

Los compositores convocados nos situaron en un París rococó de fuerte presencia masónica, con dos piezas de inequívoca influencia italiana a cargo de Jacques-Christophe Naudot y André Danican Philidor, objetos de una interpretación en la que primó el desenfado propio del divertimento, especialmente en el caso del segundo, que tanto contribuyó al desarrollo de la ópera cómica. Los primeros atisbos del virtuosismo de Hazelzet, siempre abordado desde una estética amable y exquisita, llegaron con el único concierto conservado de Michel Blavet, con el que el flautista mantuvo una entonación impecable, redondeado por un solo del siempre elegante clavecinista Alejandro Casal.

El Concierto cómico "Les sauvages et La Furstemberg" de Michel Corrette le puso en bandeja a Alexis Aguado su oportunidad de lucimiento, que la aprovechó con vertiginosas ornamentaciones al violín, haciendo una vez más gala de ese entusiasmo y apasionamiento por la música que provoca la admiración que le profesamos al conjunto público y cronistas, aunque a veces estemos expuestos a verter opiniones no siempre afortunadas. La fiesta de la elegancia, el virtuosismo y la sensibilidad se mantuvo con un prodigioso Concierto Op. VII no. 3 de Leclair en el que Hazelzet desplegó su particular facilidad para el control de la respiración y el legato; hasta que una selección de piezas instrumentales de la ópera Dardanus de Rameau puso la guinda final a un año en el que el gozoso roce propició una vez más el cariño sincero que le profesamos a esta orquesta.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 18 de mayo de 2016

LA BRUJA Caldo de cultivo para el mal

Título original: The VVitch
USA 2015 92 min.
Guión y dirección Robert Eggers Fotografía Jarin Blaschke Música Mark Korven Intérpretes Anya Taylor-Joy, Ralph Ineson, Kate Dickie, Harvey Scrimshaw, Lucas Dawson, Ellie Grainger, Bathsheba Garnett, Sarah Stephens Estreno en el Festival de Sundance 23 enero 2015; en Estados Unidos 19 febrero 2016; en España 13 mayo 2016

Casi siete años le ha llevado a Robert Eggers dar el salto del cortometraje al largo, desde  Tell-Tale Heart, adaptación de un relato de Edgar Allan Poe, hasta esta Bruja con el que se mantiene fiel al género por el que parece va a proseguir su prometedora carrera. Confiesa haberse basado en escritos, leyendas y fuentes directas de las prácticas de brujería realizadas en Nueva Inglaterra cuando Estados Unidos aún era una colonia británica. Un momento histórico raramente plasmado en el cine, donde la historia del país parece empezar siempre con la Guerra de la Independencia. Ya eso le da cartas de identidad a un film que recurre a tópicos y tesis mil veces vistos pero a través de una historia pocas veces contadas, como es la de la iniciación en un tipo de prácticas demoníacas por entonces muy extendidas por determinadas zonas boscosas de muchos países del mundo. Prácticas que tenían que ver con el oscurantismo de una época escasamente ilustrada, avasallada por la intriga y la amenaza a la que la religión tenía sometida al pueblo. Lacras que aún hoy, aunque no seamos conscientes, arrastramos. Por eso Eggers se fija en una típica familia, centro de la educación y la madurez de toda criatura standard, retratándola más volcada en rezos y rendiciones a un Dios Todopoderoso que a reprimir terribles impulsos como los que manifiestan ciertos niños crueles e ineducados. En ese seno malsano, corrupto, en las antípodas del misticismo de un Dreyer al que la hermosa fotografía de Jarin Blaschke parece hacer más de un guiño, se desarrolla el caldo de cultivo para la implantación del mal en su estado más puro y a la vez ingenuo. De la propia represión del mal a través de un cristianismo radical y extremista, surge precisamente lo diabólico. Los acontecimientos se van sucediendo con considerables dosis de fantasía, nunca explicada como tantas veces ocurre con el fin de dar realismo a situaciones improbables. Si el demonio tiene forma de cabra, negra para ser más siniestra, o las brujas habitan en el bosque, no son más que producto de toda esa leyenda que tradicionalmente ha adornado el pasto en el que se han desenvuelto tramas como las de Las brujas de Salem. Los aquelarres y las posesiones diabólicas tienen que dejar también su impronta en un conjunto que se erige como metáfora del mal que a través del control ha ejercido una Iglesia autoritaria, intolerante e intransigente. La realización de Eggers es convenientemente sobria y elegante para que tan delicado material no caiga en el ridículo, mientras el uso creciente y desasosegante de la banda sonora contribuye a generar la tensión que el relato exige. Un elenco entregado y comprometido ayuda también al éxito de la empresa. Galardonado con el premio al mejor director en el Festival de Sundance de 2015, a pesar de lo cual ha tardado mucho en estrenarse incluso en Estados Unidos.

lunes, 16 de mayo de 2016

CORAZÓN GIGANTE Aprendiendo a vivir

Título original: Fúsi
Islandia 2015 94 min.
Guión y dirección Dagur Kári Fotografía Rasmus Videbaek Música Karsten Fundal Intérpretes Gunnar Jónsson, Sigurjón Kjartansson, Arnar Jónsson, Ilmur Kristjánsdóttir, Margret Helga Jóhannsdóttir, Franziska Una Dagsdóttir, Sigouror Karlasson Estreno en el Festival de Berlín 9 febrero 2015; en Islandia 20 marzo 2015; en España 13 mayo 2016

Gunnar Jónsson, a quien vimos en un papel secundario en Rams: El valle de los carneros, interpreta en esta amable película a una persona cuyo sobrepeso le arrincona en una sociedad para la que no es fácil admitir lo diferente, lo mira con recelo y demasiados prejuicios. Desde que empieza es evidente que no se tratará de un mero divertimento, un entretenimiento inocuo y superficial; está claro que extraeremos de la cinta algún tipo de aprendizaje, lo que no está claro es cuál. Inicialmente podría tratar sobre las atracciones sexuales y sentimentales poco convencionales y no por ello improbables, o sobre la dificultad para adaptarse a una sociedad injusta, y así podríamos seguir. Pero en realidad asistimos a un aprendizaje de vida, a la salida del armario de la timidez y la pereza de un personaje inadaptado, refugiado en una eterna inmadurez, en juegos de niños camuflados de intelectualidad bélica. Y para ello sólo necesita una motivación, un giro de guión que puede que le proporcione un fracaso, pero del que sacará provecho para afrontar una vida que no es fácil para nadie. Objeto de burlas y de incomprensión, su imagen grotesca incluso lo emparentará con un moderno Frankenstein cuya sana e inocente amistad con una niña del vecindario será también pasto de la injusticia y la mala interpretación. El corazón gigante que el título español nos adelanta, despreciando el original Fúsi, que no es sino el nombre del personaje, parece querer erigirse en una continuación de Un buen corazón, anterior película de Dagur Kári, rodada en Estados Unidos con Paul Dano de protagonista, y que sí se llamaba así en origen. Peor aún el título internacional, Virgin Mountain, adelanta más aspectos dramáticos de la cinta y características definitorias del protagonista. El tono amable con la que Kári retrata a su niño grande y sus relaciones con su compañera de clase de baile, su amigo incondicional, la niña referida o sus compañeros de trabajo de sustitución, que no los majaderos con los que trabaja habitualmente, es todo un acierto para involucrarse en el drama personal de este hombretón ingenuo e inconsciente incluso de su propia fuerza y su capacidad para enfrentarse a la vida y sacarle todo el provecho que nos ofrece. El tratamiento naturalista de la cinta, el fino humor que la salpica y su narrativa fluida y convincente, ayudan a suscitar el interés y la emoción que la propuesta requiere, con un trabajo impecable de sus protagonistas, especialmente Jónsson, galardonado con el premio al mejor actor en Valladolid y en Tribeca, donde el guión también obtuvo galardón.

domingo, 15 de mayo de 2016

ENCANTAMIENTOS MUSICALES EN EL 8º CONCIERTO DE CÁMARA DE LA ROSS

8º concierto de la XXVI Ciclo de Música de Cámara de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Óscar Martín, piano. Nazar Yasnytskyy, violín. Vicent Morelló, flauta. Programa: Cinco piezas Op. 56, de Cui; Suite Op. 59, de Bonis; Medailles antiques, de Gaubert; Madrigal Sonata H291, de Martinú; Deux interludes, de Ibert; Trío, de Rota. Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza, domingo 15 de mayo de 2016

Yasnytskyy
Uno de los mayores encantos de los conciertos matinales de la Sinfónica, además de sus múltiples combinaciones de instrumentos, son las piezas y autores que los maestros y maestras de la orquesta invitan a descubrir. Programas plagados de compositores poco frecuentados, siguiendo en esta ocasión una línea cronológica ascendente del postromanticismo al neoclasicismo con escalas en el impresionismo y el expresionismo, evocando sonidos del pasado que encandilaron a sus contemporáneos pero que en la mayoría de los casos pasaron a un injusto olvido.

Morelló
Sin tener que acudir a arreglos ni adaptaciones, todas las piezas elegidas se concibieron para flauta, violín y piano. Militar, ingeniero y músico autodidacta, César Cui formó parte del Grupo de los cinco, que en clara oposición a la música occidental reivindicaron la música tradicional rusa. Sus Cinco piezas Op. 56 adoptan un carácter de fábula, de cuento que el trío aprovechó para recrear texturas y emociones extremadamente amables, acompañando al dominio técnico que imperó durante todo el programa una extraordinaria expresividad. Yasnytskyy se lució generosa y elegantemente, sutil y delicado, en su Nocturno. También autodidacta, la prolífica compositora francesa Mélanie Bonis adopta un tono más otoñal en su Suite Op. 59, tal como se percibió en el carácter melancólico adoptado por los músicos. Óscar Martín destacó más en la rapsódica Medailles antiques de Philippe Gaubert, que empezó tocando el violín en un cine local y acabó siendo uno de los mejores flautistas de su época. En esta pieza se atisbaron los primeros acordes vibrantes y vertiginosos de la tarde, magníficamente defendidos.

Martín
La segunda sonata del checo Bohuslav Martinú para esta formación, la Madrigal, denota un carácter más enérgico y expresionista, sobre todo en una primera parte en la que Morelló destacó en flexibilidad y ritmo, siempre sobre la atenta base instrumental que le ofrecieron unos compañeros ejemplares. Martín desplegó además su habilidad para la oratoria en las presentación de las piezas. El paseo amable y encantador prosiguió con los Dos interludios de Jacques Ibert, más melódicos, ligeros y coloristas. El Trío de Rota, muy popular como autor de bandas sonoras y cada vez más reivindicado como compositor de concierto, invitó a los intérpretes a mostrar su faceta más virtuosística, ilustrando con una acentuada energía y vitalidad su tono intrigante y amenazante. Una vez más en la propina, Oblivion de Piazzolla, en una versión de delicados acordes y extrema sensibilidad marcada en la melodía, consiguió volver a conmovernos, destacando en ésta y todas las demás piezas la naturalidad de los intérpretes.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 16 mayo 2016

sábado, 14 de mayo de 2016

UN ELIXIR DE AMOR DE ACROBACIAS, LUZ Y COLOR

L'elisir d'amore. Ópera de Gaetano Donizetti. Libreto de Felice Romani. Yves Abel, director musical. Íñigo Sampil, director del coro. Víctor García Sierra, dirección de escena y escenografía. Enrico Fontana de Rangoni, escenografía. Marco Guyón, vestuario. Juan Manuel Guerra, iluminación. Intérpretes: María José Moreno, Joshua Guerrero, Massimo Cavaletti, Kiril Manolov, Leonor Bonilla. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza. Producción de Nausica Opera International de Parma. Teatro de la Maestranza, viernes 13 de mayo de 2016

La pintura y la ópera volvieron a darse la mano en el Maestranza consecutivamente después de la reposición de El barbero de Sevilla de Carmen Laffón, ahora con un Elixir de amor inspirado en el universo de Fernando Botero, y más concretamente en su serie El Circo. Dice el responsable artístico de esta producción de la Ópera Internacional Nausica de Parma, y también barítono Víctor García Sierra, que vio en los personajes diseñados por Botero para esa colección a Adina, Nemorino, Belcore y Dulcamara, y de ahí le vino la inspiración para trasladar la acción de un pueblo del País Vasco francés de finales del siglo XVIII a un circo colorista de primera mitad del XX, contando para ello con la colaboración directa del famoso pintor colombiano. El experimento tuvo su puesta de largo en el Teatro Verdi de Busetto en febrero de 2014 con notable éxito de público, que se ha visto revalidado en su comparecencia sevillana. Se trata pues de una colorista puesta en escena, jovial, alegre y desenfadada en la que acróbatas, actores y cantantes conviven en un escenario frecuentemente saturado y atento a multitud de detalles. No por eso se trata de una escenografía compleja, sino todo lo contrario, tan sencilla como un decorado para niños, atrapando toda la inocencia e ingenuidad del personaje central, Nemorino, ese que entona una de las más memorables y características páginas de la ópera popular, Una furtiva lágrima. Lástima que no haya ni rastro en el programa y libreto de los estupendos acróbatas que entretienen y vigorizan la función, especialmente la pareja de trapecistas y el forzudo patinador, que aparecen camuflados entre la figuración. Desde aquí un reconocimiento sincero y agradecido a su excelente trabajo, inédito en un escenario lírico como éste.

Igual que la escenografía destaca la ingenuidad casi infantil de Nemorino, inmerso en una trama poco plausible pero efectiva a la hora de reflejar lo complicados que somos los humanos para relacionarnos entre sí, especialmente cuando de enamorarse se trata, acierta también, apoyándose en lo grotesco, a remarcar el carácter caprichoso de Adina, chulesco de Belcore y majadero de Dulcamara, ayudados por un impecable trabajo interpretativo de los y las cantantes. La sevillana Leonor Bonilla, reciente su triunfo en el Carmina Burana que nos ofreció la OCNE, hizo gala de unos excelentes agudos y una voz perfectamente colocada en su breve intervención vocal, que no escénica, donde sí se luce generosamente como Gianetta, lo que unido a su belleza y juventud hace que deseemos verla ya en papeles de mayor enjundia. Kiril Manolov prestó comicidad y descaro a su personaje del embaucador Doctor Dulcamara, con voz poderosa y autoritaria en una línea de incontestable corrección. Massimo Cavaletti fue divertido en su interpretación, destacando el carácter fanfarrón y descarado de su personaje, pero acusó una voz menos definida y más titubeante, mientras Joshua Guerrero empezó su cavatina inicial, Quanto é bella, algo anquilosado, para poco a poco convencer sobradamente con una voz suave, de proyección generosa y articulaciones ricas y flexibles, desembocando en una Lacrima furtiva conmovedora. Fue una delicia disfrutar de la voz personal, de fraseo elegante y dominio técnico absoluto de la granadina Mª José Moreno, lo que unido a su efervescente actuación dramática, hizo de su Adina un escalón fuerte y preciso en su satisfactoria carrera.

El espectáculo se benefició también de una lectura ágil y vigorosa del prestigioso Yves Abel, atento a las voces, delicado en los momentos más sutiles, como el dúo Chiedo all’aura y el aria Prendi, per me sei libero. En los pasajes más típicamente rossinianos hizo gala de su buen y enérgico pulso, recibiendo la respuesta perfecta de una orquesta volcada en ofrecer buen espectáculo. Igual que el coro, que en este título tiene una presencia considerable y que de nuevo brilló en todos los aspectos; lástima que su buena intervención no se completara con unas coreografías que más bien parecian pachangueras. En resumen, una función en la que casi todo salió bien, de engranajes bien engrasados y resultados encantadores, pero sin llegar a lo excelso, lo fascinante, o en este particular caso, la magia pretendida, que ya son palabras mayores difíciles de alcanzar. Pero disfrutable y entretenida, digna y eficiente, sin duda.

viernes, 13 de mayo de 2016

ESPLENDOR ACÚSTICO EN EL CONCIERTO DE ROBERTA INVERNIZZI Y LA BARROCA DE SEVILLA

Recitales líricos. Roberta Invernizzi, soprano. Orquesta Barroca de Sevilla. Enrico Onofri, director. Programa: Arias de Lotario, Giulio Cesare in Egitto, Ottone, Alcina y Scipione; fragmentos de los Concerti Grossi Op. 6 nos. 6, 3, 12, 5 y 1, de Haendel; Concerto grosso nº 12 “La Follia” de Geminiani. Teatro de la Maestranza, jueves 12 de mayo de 2016

Al margen del FeMÁS, la Barroca frecuenta poco el escenario del Maestranza, lo que es una pena y un contrasentido, pues es ahí, con esa acústica tan generosa, donde deja bien claras todas sus aptitudes estéticas y expresivas, que no son precisamente pocas. Que Sevilla es una ciudad eminentemente barroca se demuestra también en lo musical, con un público afín a esta formidable formación que acude realmente motivado por la música, lo que facilita un comportamiento ejemplar en el que toses, móviles, caídas de objetos y envoltorios de caramelos sobran. Hacía mucho que no disfrutábamos de una velada musical en la sala principal del Maestranza con un silencio tan absoluto, tratándose además de un espacio tan chivato como éste, en el que su espléndida acústica facilita también la trascendencia de cualquier ruido, incluso los molestos.

La comparecencia de una veintena de integrantes del conjunto, con Enrico Onofri al frente, uno de los directores con los que más congenian, vino motivada por el ciclo de recitales líricos del emblemático teatro, que en esta ocasión nos trajo a la soprano italiana Roberta Invernizzi, una autoridad en el estilo y la belleza del barroco. Su voz aterciopelada, de generoso volumen y peso y encomiable facilidad para defender las agilidades más enrevesadas, se enfrentó a una nutrida selección de arias operísticas de Haendel, especialmente la más difundida Julio César, a través de una selección que nos permitió apreciar el complejo entramado psicológico y artístico del personaje de Cleopatra. Invernizzi resolvió satisfactoriamente los continuos vaivenes emocionales de las piezas, si bien arrancó con un aria de Lotario con cierta inseguridad que salvó inmediatamente, una vez calentada la voz. A partir de ahí todo fue voluptuosa coloratura y mucho temperamento. Vigorosa y enérgica en las arias de bravura, le faltó si acaso más poder para conmover en el célebre Piangeró del tercer acto de Julio César. Fue a partir del último aria de la primera parte, Che sento oh Dio! del segundo acto, cuando la simbiosis entre orquesta y voz se mostró en todo su esplendor y no abandonó hasta el final del concierto. Así, las arias de Ottone y Alcina emergieron brillantes, con solos extraordinarios de Mercedes Ruiz y Patrick Beaugiraud, mientras en Scoglio, d’immota fronte surgió la chispa y toda la riqueza de sus variadas impresiones.

El concierto se estructuró de forma exquisita, con muy buen gusto, combinando movimientos de algunos Concerti grossi del Opus 6 de Haendel con las arias, formando bloques en los que para un profano sería difícil distinguir dónde acababa uno y empezaba la otra. Una solución bellísima, más cuando la interpretación de la Barroca gozó de tantos matices y colores. Onofri se mostró más eléctrico que nunca, lo que no siempre es conveniente. Pero lideró los instrumentos con aplomo y tanto entusiasmo que los resultados fueron altamente satisfactorios, desde la complejidad rítmica y la diversidad en los ataques del Larghetto e staccato del Concierto nº 11, a la capacidad seductora del evocador nº 1, desplegando con facilidad y holgura toda la diversidad formal y emocional de este prodigioso cuerpo orquestal. Geminiani se coló en el programa para lucimiento de Onofri en un Concerto grosso "La Follia" de férreas articulaciones y precisos ataques.

miércoles, 11 de mayo de 2016

TRIPLE 9 Un thriller áspero y espeso

USA 2016 115 min.
Dirección John Hillcoat Guión Matt Cook Fotografía Nicolas Karakatsanis Música Atticus Ross, Claudia Sarne y Leopold Ross Intérpretes Casey Affleck, Chiwetel Ejiofor, Anthony Mackie, Aaron Paul, Norman Reedus, Woody Harrelson, Kate Winslet, Clifton Collins jr., Gal Gadot, Teresa Palmer, Michael Kenneth Williams, Luis Da Silva jr. Estreno en Reino Unido e Irlanda 19 febrero 2016; en Estados Unidos 26 febrero 2016; en España 6 mayo 2016

El director australiano John Hillcoat adaptó con éxito la novela de Cormac McCarthy La carretera, y con menos la de Matt Bondurant Sin ley, que tuvo guión del músico Nick Cave y pasó fugazmente por nuestra cartelera. Ahora presenta su propuesta más radical y compleja hasta el momento, una historia original que ambienta en los suburbios más turbios y peligrosos de Atlanta, a cuyo lado las Tres Mil Viviendas parecen Disneyworld. El tema es ya recurrente en el cine negro americano, la corrupción policial, agigantada en esta ocasión por el hecho de encontrarnos en un delicado momento coyuntural, en el que muchos jóvenes americanos han regresado del infierno, la guerra en Irak y Afganistán, y se enfrentan ahora a sus terrores e inclinaciones violentas más extremas. Algunos de ellos reciclados en un cuerpo de policía, agentes especiales encargados de barrer las calles de cárteles del narcotráfico y la mafia rusa, pero finalmente compinchados con ellos para sacar tajada de un negocio que les lleva directamente al infierno. El triple 9 del título es el código utilizado cuando un agente es asesinado, convocando de tal manera a todas las fuerzas de seguridad que deja amplio margen a cualesquiera otros criminales para llevar a cabo sus misiones con mayor impunidad. El argumento plantea pues situaciones y personajes ya frecuentadas, pero el talento de Hillcoat y sus colaboradores reside en crear un film de atmósfera absorbente e irrespirable, en el que la textura de la imagen juega un papel fundamental, generando una capa de espesura directamente proporcional al desasosiego que provoca cada una y todas las secuencias que estructuran el film. Un excelente trabajo del fotógrafo Nicolas Karakatsanis (Bullhead), llegado del cine y las salas de exposición belgas. Violencia máxima pero bien dosificada en una función donde la vieja guardia, representada por Woody Harrelson, desempeña su cometido con mayor grado de responsabilidad que la nueva, perdida, desorientada y desesperada. En el margen diabólico se desenvuelve con cierta pericia una Kate Winslet aventajada, que se esfuerza notablemente para lograr un acento ruso plausible. La música de Atticus Ross ayuda también a generar ese ambiente espeso y malsano que inunda la pantalla y hace de éste un film singular en su género.

martes, 10 de mayo de 2016

FREEHELD: UN AMOR INCONDICIONAL Drama desmotivado y desangelado

Título original: Freeheld
USA 2015 103 min.
Dirección Peter Sollett Guión Ron Nyswaner Fotografía Maryse Alberti Música Hans Zimmer y Johnny Marr Intérpretes Julianne Moore, Ellen Page, Michael Shannon, Steve Carell, Luke Grimes, Mary Birdsong, Gabriel Luna, Skipp Sudduth, Suzanne Savoy, Jeannine Kaspar Estreno en el Festival de Toronto 13 septiembre 2016; en Estados Unidos 2 octubre 2015; en España 6 mayo 2016

En 2007 Laurel Hester, una reconocida y condecorada agente policíal de New Jersey, se convirtió, un año después de fallecer a causa de un cáncer, en protagonista del mediometraje documental Freeheld de Cynthia Wade, ganador de un Oscar. En él se relataba la lucha sin cuartel de esta mujer por conseguir que se reconociese a su pareja lesbiana el derecho a cobrar su pensión en igualdad de condiciones que cualquier otra pareja heterosexual; ocho años después Peter Sollett lo ha convertido en largometraje de ficción. Nick y Norah: una noche de música y amor, su única película conocida hasta el momento, apuntaba unas maneras que este film traiciona, pues nos encontramos ante un trabajo tan convencional como aséptico, sin apenas pasión, movido por la inercia de un guión lineal y poco trabajado, con personajes sin mucho relieve y situaciones que se dan más por hecho que como resultado de una progresión dramática adecuada. Así asistimos al enamoramiento entre dos mujeres que en poco tiempo parecen hacerse inseparables sin que su pasión y profundo cariño haya realmente traspasado la pantalla. La enfermedad conlleva el lógico desmoronamiento, y la lucha por la igualdad y el respeto de los derechos humanos se salda con un par de secuencias de sainete, con un activista judío y homosexual al que da vida Steve Carell, que más parece un payaso liderando una masa de gente boba, ante un consejo de gobierno local al que poco hay que apretar para que de intransigentes se conviertan en adorables abuelitos. Una lástima, porque la herencia judeo-cristiana que hemos recibido y que tanto ha lastrado nuestra cultura y tradiciones, merecía un tratamiento más profundo para entender los obstáculos a los que se tuvo que enfrentar esta Juana de Arco, así como el esfuerzo que aún hoy supone para mucha gente hacer valer su diferencia e individualidad y que se les respete con tolerancia y humildad. Al final el único amor incondicional del estúpido título español es el que se le profesa a Julianne Moore para justificar su visionado; eso sí, ella hace un papel espléndido, sobre todo en lo que se refiere al deterioro físico y mental que va sufriendo a lo largo de su segunda parte. En San Sebastián, donde compitió en la sección oficial, se llevó el premio Sebastián, reservado a películas de temática gay y lésbica.

domingo, 8 de mayo de 2016

MAYO DE 1940 Muerte y desolación en los prados verdes y floridos

Título original: En mai, fais ce qui'l te plait
Francia 2015 114 min.
Dirección Christian Carion Guión Andrew Bampfield, Christian Carion y Laure Irrmann Fotografía Pierre Cottereau Música Ennio Morricone Intérpretes August Diehl, Olivier Gourmet, Mathilde Seigner, Alice Isaaz, Matthew Rhys, Joshio Marlon, Thomas Schmausser, Laurent Gerra, Jacques Bonnaffé Estreno en Francia 4 noviembre 2015; en España 6 mayo 2016

Christian Carion, al que ya anunciamos en su momento como el nuevo Régis Wargnier por el carácter solemne y épico de sus propuestas, parece un realizador muy preocupado por las guerras que han jalonado el siglo XX. La Primera Guerra Mundial fue objeto de su atención en Feliz Navidad, donde tropas alemanas, francesas y escocesas olvidaban sus diferencias para celebrar la Nochebuena al son de la lírica; en El caso Farewell Carion posó su cámara sobre un curioso caso de espionaje durante la Guerra Fría; y ahora fija su mirada en el éxodo de millones de franceses hacia al sur huyendo de la invasión nazi, pocos meses después del estallido de la Segunda Guerra Mundial. Y lo hace a través de la peripecia particular de un alemán comunista huido del régimen y sus cárceles, que busca desesperadamente a su hijo, al cuidado de una joven profesora que ha tenido que unirse a todo un pueblo en su evasión de las crueles garras de la guerra y sus promotores. La propuesta cuenta con la complicidad de un público al que no se le escapa el drama de los refugiados de guerra, tan de actualidad en una Europa que olvida su pasado para negarse a dar cobijo a quienes hoy más lo sufren. Un drama humano que trasciende su propio espacio y tiempo para instalarse en nuestras conciencias y abrir una brecha en esa Europa que una vez fue devastada y que hoy atraviesa uno de sus peores momentos, evidenciando más desunión e insolidaridad que alianza y fraternidad, a pesar de encontrarnos en el preludio de la que pudiera ser otra hecatombe. Carion nos sirve la tragedia con talento e ingenio, manteniendo un nivel considerable de tensión durante todo el metraje, apenas interrumpido por las muestras de cariño y los pequeños toques de humor que lo salpican. Una esmerada puesta en escena, con especial mención para las aterradoras escenas de bombardeo, y un espléndido trabajo actoral, consiguen un film portentoso, el mejor hasta la fecha del director galo. En este sentido resulta importante destacar la perfecta definición de los personajes, como el alcalde de la desdichada población, interpretado con excelencia por Olivier Gourmet (El ejercicio del poder), su esposa, espléndida Mathilde Seigner, hermanastra de Emmanuelle Seigner y cuñada de Polanski, que protagonizó el debut de Carion en la realización, La chica de París, y por supuesto August Diehl y Matthew Rhys, un alemán y de nuevo un escocés que entablan una emotiva relación de camaradería en su incesante búsqueda del hijo del primero. El devenir de la historia va generando en el espectador la inexorable sensación de que la humanidad no tiene remedio, que somos la única especie que recurre una y otra vez al daño y el sufrimiento ocasionado al prójimo, sin reparar en que en realidad todos y todas somos progenitores y descendientes de una misma camada, la que forman todos los hombres y mujeres que habitan el planeta. Con estas premisas lógicamente se provoca una sensación de impotencia, angustia y devastación de la que cuesta librarse incluso mucho después de abandonar la sala. Secuencias como la elusión de los resultados de una matanza a los ojos inocentes de los niños, o el mortal doble encuentro con un realizador alemán de documentales enaltecedores del avance nazi, logran marcarse en la retina y la conciencia y generar un sentimiento de profunda tristeza. La inestimable colaboración de Ennio Morricone en la banda sonora logra amplificar la tragedia y la emoción de la misma forma que su galardonada música para Los odiosos ocho potenciaba la tensión y el ambiente malsano reinante en la cinta de Tarantino, ¡y ha superado con creces los ochenta años! Pobres desdichados a los que el título original de la cinta advierte En mayo, haz lo que te apetezca.

LA VENGANZA DE JANE Western de trama trillada y escaso valor formal

Título original: Jane Got a Gun
USA 2016 98 min.
Dirección Gavin O'Connor Guión Brian Duffield, Anthony Tambakis y Joel Edgerton Fotografía Mandy Walker Música Lisa Gerrard y Marcello De Francisci Intérpretes Natalie Portman, Joel Edgerton, Ewan McGregor, Rodrigo Santoro, Noah Emmerich, Boyd Holbrook, Todd Stashwick, River Shields, Jacob Browne, Sam Quinn Estreno en Estados Unidos 29 enero 2016; en España 6 mayo 2016

No todos los intentos de mantener el western vivo logran un nivel de calidad estimable. Nos hemos acostumbrado a que, aunque cada vez sean menos los ejemplos que nos llegan de este género, los que lo hacen revistan un interés notable. No es el caso sin embargo de esta película torpe aunque ambiciosa. Cabía esperar que sus artífices hubieran ideado un western feminista con hechuras crepusculares a lo Sergio Leone. Lo segundo lo cumple discretamente, pero en lo que se refiere al protagonismo femenino, es relativo. En realidad la Jane del título es incapaz de llevar a cabo su hazaña sin la ayuda determinante de un hombre, enamorado incondicionalmente de ella, lejos de sufrir el despecho que pretende habida cuenta del pasado que les une. Joel Edgerton, que hace poco estrenó como director y protagonista la muy interesante El regalo, y al que hemos visto en Black Mass y Exodus: Dioses y reyes, se revela así como auténtico protagonista de la función, encargándose también del guión y la producción. Para ello se ha puesto a las órdenes de Gavin O'Connor, que ya lo dirigió en Warrior junto a Tom Hardy, y espera estrenar El contable con Ben Affleck y Anna Kendrick. Pero el invento no le ha salido muy bien, pues lo que cuenta no tiene suficiente enjundia ni originalidad; se trata del sempiterno relato de violencia en un oeste extremo donde apenas hay ley ni justicia y una banda de malhechores campa a sus anchas hasta que la joven del título y su atribulado enamorado les tengan que hacer frente para saldar una antigua deuda y de paso protegerse a sí mismos y a sus seres queridos. La estructura es la típica de estos casos, con un planteamiento salpicado de flashbacks que resumen los pilares sobre los que se levanta la trama, preparación y duelo final. O'Connor dirige con desgana, Natalie Portman y sus compañeros de reparto, entre los que se encuentran unos irreconocibles Ewan McGregor y Rodrigo Santoro, ponen algo más de interés, y fotografía y música no logran alcanzar el nivel estético que se impone habitualmente en este tipo de producciones, por lo que el resultado acaba siendo más bien tibio.

NACIDA PARA GANAR Ni suficientemente petarda ni mucho menos reflexiva

España 2016 95 min.
Guión y dirección Vicente Villanueva Fotografía Aitor Mantxola Música Antonio Escobar Intérpretes Alexandra Jiménez, Cristina Castaño, Victoria Abril, Trinidad Iglesias, Susi Bodega, Luisi Bodega, Vicky Bodega, Ana María Ayala, Luisber Santiago, José Manuel Cervino Nervión Estreno 6 mayo 2016

Elevada ya al rango de reina de la nueva comedia española, los amplios registros interpretativos de Alexandra Jiménez se escoran a favor de una mirada melancólica y desesperanzada que contagia todas y cada una de sus interpretaciones. El detalle le viene muy bien en esta comedia en principio disparatada y petarda que en el fondo encierra un mensaje de autoayuda en el que la aceptación de uno mismo se erige en protagonista de la función, aunque la ingenuidad que se sobreentiende al personaje no sea coherente con su definición y progreso. La buena mano de Villanueva para la comedia la pudimos comprobar en Lo contrario del amor, en la que la lucha de sexos la entablaban Adriana Ugarte y Hugo Silva. Esa buena mano se evidencia también aquí en un tratamiento correcto de los postulados de la comedia, la combinación de influencias casposas del cine español tanto del último franquismo como de Almodóvar, y la capacidad para engendrar situaciones cómicas a partir de personajes y episodios fácilmente distinguibles para el espectador. Pero el tema de la película, el espejismo del capitalismo a ultranza y la facilidad con la que engulle a los seres más ingenuos e infelices, no acaba de encontrar un tratamiento justo que dé identidad al conjunto y sea capaz de hacernos reflexionar. Al final todo queda en un intento de hacer reír a toda costa, ya sea invocando espectros del boom económico de finales del siglo XX, como las Supremas de Móstoles, el dúo cómico Martes y Trece o el presentador de televisión Antonio Hidalgo. De todos la mejor parada es Victoria Abril, posiblemente para quienes la admiramos la única razón para dejarse entretener por esta tontería, agradeciéndole una vez más su descaro, desfachatez y capacidad para reírse de sí misma, aunque en el personaje deje destilar aspectos que no cabe duda no pertenecen a su propia identidad.

EL OLIVO Necesitamos más Iciares Bollain

España 2016 100 min.
Dirección Iciar Bollaín Guión Paul Laverty Fotografía Sergi Gallardo Música Pascal Gaigne Intérpretes Anna Castillo, Javier Gutiérrez, Pep Ambrós, Manuel Cucala, Miguel Ángel Aladrén, Paula Usero, María Romero, Inés Ruiz Estreno 6 mayo 2016

Iciar Bollaín es sin duda una directora consagrada, la mejor que en nuestro país ha sabido erigirse en voz de la alarma social, de los temas que importan, los que hay que resolver y sobre los que urge un cambio radical y absoluto. Junto a León de Aranoa cultiva un cine directo, casi documental, en el que se reflejan los anhelos y las preocupaciones de los españoles de a pie, los ciudadanos del mundo que sufren el día a día de las dificultades y las manipulaciones de quienes dirigen nuestro destino. No es casualidad por lo tanto que tras coincidir con Paul Laverty en el rodaje de Tierra y libertad de Ken Loach, además de en su pareja se convirtiese también en su guionista, acercando aún más su universo particular al del cineasta británico. Desde También la lluvia colaboran juntos y de él es también el libreto de esta delicada y emotiva película en la que un grito de socorro por la preservación de nuestra tierra y nuestras raíces, se da la mano con el cariño incondicional a los nuestros, a los antepasados y a quienes nos han inculcado los valores más elementales e imperecederos que llevamos a cuestas. Así, una joven intrépida y decidida lleva a cabo en esta película la increíble gesta de recuperar el olivo familiar que le fue extraído a una tierra milenaria, con total desprecio por nuestra herencia histórica y la memoria de la naturaleza. Realizada con extremo mimo por una realizadora en sus horas más lúcidas desde Te doy mis ojos, asistimos a los gestos de amor y admiración de la joven hacia su abuelo, y a la oportunidad que la vida le regala de demostrarle lo mucho que le importa y lo relevante que para ella son las enseñanzas recibidas de quien ha acumulado sabiduría en sus años avanzados. Una serie de entrañables personajes añaden definición a una trama que acaba resultando imposible de seguir sin experimentar sana congoja y adaptar sus postulados a la experiencia propia de cada uno y una. Lástima que una vez más aflore el carácter hispánico, temperamental e irascible, que no añade nada a la trama ni su mensaje, y por parecido que sea a la realidad no deja de resultar desagradable e inútil. Los paisajes levantinos y alemanes, el poder de las redes sociales para engendrar revolución y la solidaridad entre gentes y pueblos son otros factores que realzan el espíritu reivindicativo, optimista y esperanzador de una cinta emocionante de principio a fin, enriquecida además con un trabajo sobresaliente de Anna Castillo, sin olvidar el muy solvente realizado por sus compañeros de viaje.

viernes, 6 de mayo de 2016

LA PUNTA DEL ICEBERG Thriller empresarial elegante pero poco incisivo

España 2016 91 min.
Dirección David Cánovas Guión David Cánovas, José Amado Carrillo y Alberto García Martín, según la obra de Antonio Tabares Fotografía Juan Carlos Gómez Música Antonio Hernández Ruiz Intérpretes Maribel Verdú, Fernando Cayo, Bárbara Goneaga, Álex García, Carmelo Gómez, Ginés García Millán, Jesús Castejón, Jorge Calvo Estreno en el Festival de Málaga 23 abril 2016; en salas comerciales 29 abril 2016

Debut en el largometraje de Diego Cánovas, hasta ahora autor de varios cortometrajes y del especial de televisión Los archivos del ministerio (del tiempo). La predilección por el thriller se desprende de esos trabajos anteriores y se extiende a este su primer largo cinematográfico, un thriller ambientado en el implacable mundo empresarial, más aún en duros tiempos de crisis. Con un acabado perfecto en la más previsible línea estética de negros, azules y grises metalizados, imprescindible para convencernos de que se trata de una importante y poderosa compañía tecnológica, Maribel Verdú se esfuerza con un difícil trabajo de dura ejecutiva ocasionalmente convertida en investigadora para su propia empresa cuando en ella sucede una misteriosa cadena de suicidios. Material muy delicado por lo tanto para lograr convencer a un espectador sorprendido ante el acelerado progreso ético y moral de la protagonista, las casualidades que ayudan a avanzar en la investigación y las que provocan los trágicos sucesos. Todo muy sobrio y elegante, pero al conjunto le falta garra para lograr toda esa credibilidad que material tan enojoso requiere, y para generar la intriga que merece. Incurso además en un problema latente como es el de la competitividad en la empresa, el abuso al que son sometidos los empleados y empleadas ante la amenaza de un mercado laboral poco generoso y digno de confianza, el tratamiento dramático de la cinta exigía un mayor rigor y grado de malicia, por lo que al producto le falta cocción. No se puede dejar todo a merced de los cansinos líos de faldas y la extorsión más burda y facilona. Quizás sean defectos de la obra teatral que le sirve de base, pero con talento suficiente podrían haberse salvado en su traslación al cine. Maribel Verdú hace su trabajo competentemente, luce radiante enfundada en elegantes trajes de oficina, y se implica bastante en este thriller con ribetes de denuncia social. El resto del elenco cumple también satisfactoriamente, colaborando en el tono solemne y libre de excesos que domina la función, excepto el habitual de incontinencia verbal que afecta a nuestro cine. No le habría venido mal algunas secuencias de intriga visual, y no nos referimos a la expresión de la Verdú pensando y reflexionando no se sabe muy bien qué.