Primeros pasos en el Lope de Vega |
Normalmente cuando alguien cumple años, recibe regalos. No fue el caso de nuestra Sinfónica, que cumplió sus primeros veinticinco ofreciendo a su público el concierto que éste había elegido de entre el abanico de posibilidades propuesto en convocatorias previas de la orquesta. El público escribió su carta de Reyes Magos y la orquesta nos obsequió con las piezas más solicitadas. El evento se convirtió en escenario para la nostalgia y la satisfacción, dejando a un lado la preocupación reinante por la delicada situación financiera de la institución y la falta de apoyos institucionales desde las más altas esferas del gobierno autonómico, más preocupado en rascar votos de sectores de población domesticados con sus políticas de ayuda a fondo perdido, sin contraprestación, que de esos otros más formados e intelectuales cuyos votos de todas formas ya han perdido.
Los llenos del Maestranza y la ROSS |
Los lazos verdes que lucieron prácticamente todas y todos los asistentes, y la fuerte y larga ovación que en pie le dedicaron a los maestros y maestras de la Sinfónica, quedaron ampliamente recompensados con un festival de obras que, aunque muy trilladas, sonaron con toda la magnificencia y suntuosidad que la ocasión requería. El ambiente festivo se advirtió incluso en la indumentaria de las integrantes de la plantilla, relajadas del oscuro habitual y luciendo vivos y alegres colores en sus vestidos. El cada vez más implicado y vitalista John Axelrod se empeñó a fondo, y con él toda la orquesta, para ofrecer lo mejor de sí mismos, traducido en un movimiento final de la Quinta de Chaikovsky cargado de intensidad, lirismo y drama a partes iguales; un primer movimiento de Sherezade de Rimsky-Korsakov mágico y ensoñador; una obertura de La fuerza del destino de Verdi generosa en brío y color, que sirvió para situar Sevilla en la escena operística a la que tantas veces le ha servido de testigo; un cristalino y apasionado Preludio y Muerte de Isolda de Wagner, vehículo idóneo para reconocer también la labor y el esfuerzo desplegado por Pedro Halffter durante diez de estos veinticinco años, dejando diferencias aparte en un encomiable ejercicio de humildad y justicia; y el primer movimiento, con esas imprescindibles cuatro notas que dan paso a una de las páginas más brillantes de la Historia de la Música, la Quinta de Beethoven, que ganó la mayoría absoluta de un público para el que la desaparición de la ROSS supondría una tragedia irreversible.
Los entrañables conciertos de Navidad de Vladimir Dmitrenco |
Una de las publicaciones de la Diputación y la Fundación Luis Cernuda a propósito de los Encuentros de Música de Cine |