jueves, 11 de abril de 2024

LA PRIMERA PROFECÍA Invento para reflotar un clásico

Título original: The First Omen
USA-Italia 2024 120 min.
Dirección
Arkasha Stevenson Guion Tim Smith, Arkasha Stevenson y Keith Thomas, según los personajes creados por David Seltzer Fotografía Aaron Morton Música Mark Korven Intérpretes Nell Tiger Free, Ralph Ineson, Sonia Braga, Tawfeek Barhom, María Caballero, Bill Nighy, Charles Dance, Nicole Sorace, Ishtar Currie-Wilson, Andrea Arcangeli Estreno en Estados Unidos, Italia y España 5 abril 2024

La joven directora Arkasha Stevenson, tras haber hecho algunos pinitos en la televisión, ha entrado en el cine por una puerta relativamente grande, encargándose de reflotar un clásico del cine de terror, La profecía, y sus secuelas en forma de trilogía. De la cuarta mejor olvidarse, rodada para la televisión en 1991, si bien su argumento entronca directamente con una de las variantes que podría seguir esta precuela o reboot del clásico que dirigió Richard Donner en 1976, antes de dirigir Supermán en 1978 y Los Goonies en 1985.

La nueva cinta está ambientada íntegramente en Italia en 1971, lo que da pie para coquetear con el giallo italiano seudoerótico en su primera mitad, con disparatada convivencia en piso de novicias y la valenciana María Caballero llevando a la protagonista norteamericana a una discoteca donde suenan temas todavía por componer en aquella época. Los homenajes a la primera entrega son continuos, sobre todo en las truculentas muertes a pie de iglesia o atropello por vehículo, pero el verdadero peso de la función reside en la ola de películas de terror con monjas de por medio que asola las pantallas, La monja como modelo y la próxima a estrenarse Immaculate como consecuencia.

El cóctel se completa con otro referente claro como es La semilla del diablo, pero el desarrollo se antoja tan esperpéntico y absurdo que apenas sirve el mimo depositado para que luzca merecedora de los títulos a los que Jerry Goldsmith prestó gran parte de su fuerza con sus imponentes partituras. Se agradece que para entroncar dignamente con la trilogía clásica, se haya prescindido de los habituales efectos visuales que adornan este tipo de producciones.

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