Carmen. Ópera de Georges Bizet. Salvador Vázquez, direción musical. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro Teatro de la Maestranza. Escolanía de los Palacios. Con Gabriela Flores, Alejandro del Cerro, María Miró, Badral Chuluunbaatar, Mercedes Arcuri, Anna Gomá, Javier Castañeda, Alejandro Sánchez, Pablo Gálvez y Pablo García López. Producción del Auditorio de la Diputación de Alicante, ADDA. Teatro de la Maestranza, miércoles 18 de junio de 2025
Nada
parecido sucedió con este segundo
reparto, que se ha mantenido intacto desde su anuncio en la primavera del
2024. Sin embargo, la participación tanto de Gabriela Flores y el resto de las
cuatro voces principales, así como del director Salvador Vázquez, tuvo que reajustarse para adaptarse a las nuevas
circunstancias, libres de la agenda de Garança, limitándose a dos funciones
en lugar de las tres que debían alternarse con igual número del primer reparto,
que ahora son cuatro.
Menos
y más en este segundo reparto
La
mezzo mexicana Gabriela Flores es,
en cierto modo, nueva en esta plaza, con más
inconvenientes que virtudes para enfrentarse a un papel tan icónico y
complejo como éste. Posee un bello timbre, suficiente potencia y fraseo
exquisito, además de capacidad para cantar la partitura con holgura e impecable
profesionalidad. Pero nada de eso es suficiente si no le acompaña el carisma y el arrojo necesarios para afrontar el
carismático personaje con convicción. Su paso por el Maestranza se nos antojó falto de gracia y contundencia, sólo
limitado a cumplir y poco más. Faltó sensualidad, y no digamos pasión, tanto en
el aspecto estrictamente dramático como en su forma de modular la voz, que
hubiera requerido más flexibilidad,
morbo y capacidad irónica.
Es
difícil sustraerse a la ternura de Micaela, y quizás eso propició la fuerte
ovación que mereció María Miró, cuya
potencia vocal es ciertamente impresionante, pero que acusa excesiva rigidez tanto en su forma de
actuar como de cantar, además de evidenciar una voz de timbre algo estridente
no siempre agradable. Mejorar al Escamilla de Dalibor Jenis no es tarea
difícil, y desde luego el joven Badral
Chuluunbaatar lo consigue, a pesar de carecer
del carisma y la contundencia necesaria, lo que le llevó a entonar la
canción del toreador con cierta desgana y falta de arrojo, si bien se
agradeció su flexible entonación y firme línea de canto, sin altibajos y
siempre audible.
Una
batuta convincente y más atención al resto de voces
Aprovechamos
la ocasión para reparar más en el resto
del elenco de lo que lo hicimos en la reseña de la primera función. La
soprano Mercedes Arcuri y la mezzo Anna Gomà fueron dignas amigas de la
protagonista, logrando un quinteto del segundo acto y, especialmente, una escena de las cartas de alto nivel.
También el barítono granadino Pablo
Gálvez y el tenor cordobés Pablo
García-López alcanzaron un excelente nivel en sus breves intervenciones,
especialmente en el quinteto aludido.
No
es fácil acercarse al universo de la gitana sevillana desde el foso. Requiere un sentido del drama acusado, a la vez
que una buena dosis de sensualidad y un nivel de ternura capaz de captar la personalidad poliédrica de la desventurada
protagonista. Podríamos decir que Salvador
Vázquez, flamante director de la Orquesta de Córdoba, logró ceñirse en un
buen porcentaje a estas exigencias, si bien prefirió asentarse en texturas suaves, incluso amables, que
acentuaran el carácter pre impresionista de la partitura, a la vez que
potenciaran su ternura romántica. La
tragedia también quedó perfectamente
plasmada en los pasajes más dramáticos de la pieza.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía
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