España-USA-Italia 2012 112 min.
Guión y dirección Woody Allen Fotografía Darius Khondji Intérpretes Woody Allen, Alec Baldwin, Roberto Benigni, Penélope Cruz, Judy Davis, Jesse Eisenberg, Greta Gerwig, Ellen Page, Flavio Parenti, Alessandra Mastronardi, Fabio Armiliato, Alison Pill, Alessandro Tiberi, Antonio Albanese, Ornella Muti, Riccardo Scarmacio, Roberto Della Casa, Ariella Reggio, Gustavo Frigerio, Simona Casparini, Sergio Solli
Estreno en España 21 septiembre 2012
Por decepcionante que pueda resultar una película de Woody Allen, su marca cuenta ya con incondicionales y admiradores y es una garantía de calidad y prestigio que hace que hasta la menor de sus películas resulte considerablemente mejor que muchas de las cintas del género (la comedia, se entiende) que nos llegan actualmente de la meca del cine, tan denostado y devaluado ante tanta proliferación de mal gusto y zafiedad. Allen se hace mayor, y bien se vuelve cada vez más huraño y pesimista ante la vida o, como afortunadamente ha ocurrido, su visión deja de ser tan cínica como nos había acostumbrado para tornarse cada vez más amable y condescendiente. Quizás esta nueva película, que ante el éxito de taquilla de la anterior, Medianoche en París, casi coincide en cartelera con ella, sea la prueba evidente de lo que estamos diciendo. Nunca antes creímos ver un Woody Allen más amable e inocente que el que asoma en este homenaje (su carrera está llena de ellos) a la ciudad eterna y sus moradores, hasta el punto de intentar mimetizar el estilo tópico e histriónico de la comedia puramente italiana. Porque aunque en el punto de partida de dos de las historias que cuenta en esta cinta de vidas alternadas se encuentre Fellini (La dolce vita en la peripecia vivida por Benigni, y El jeque blanco en la de la parejita de provincias perdidos en la moral de la gran ciudad), su estilo se asemeja más al de Monicelli o Steno, por poner algún caso. Antonio Albanese como prototipo de galán italiano… no se lo creen ni los italianos, que admiran más en él su carácter bufónico; y esas signore típicamente italianas, vulgares y si cabe con cuchillo en mano… O las hermosísimas diosas de la belleza, de cuerpos milagrosamente esculturales… Allen no es tonto y si a los españoles no nos retrató con tópicos en Vicky Cristina Barcelona, tampoco lo hubiera hecho con los italianos si no fuera de propósito. Pero qué cuenta en esta crónica de viajes románticos al estilo de aquellas viejas comedias románticas de los 50 como Creemos en el amor, Vacaciones en Roma, Tres amores o Una cara con ángel, que idealizaban ciudades como París o la que nos toca para ilustrar folletines amorosos. Pues una serie de historias, ninguna muy afortunada ni siquiera muy orientada, pero con destellos de genio que las salpican; porque ese tenor (Fabio Armiliato, cuya presencia hemos disfrutado en Sevilla junto a su esposa Daniela Dessi en Turandot y La fanciulla del West) que canta siempre bajo la ducha, da mucho juego surrealista, aunque el supuesto empresario vanguardista y provocador al que da vida el propio Allen opte por una puesta en escena tan conservadora para I pagliacci. O evidenciar con su particular homenaje a los paparazzi de La dolce vita que el famoseo de hoy comparado con el de ayer ha tocado fondo, y que hoy los famosos son de pacotilla y de vida muy efímera. Pero no hay mucho más; su discurso se alarga sin apenas interés, ni siquiera la voz de la conciencia, y del propio Allen se entiende, al que interpreta Alec Baldwin, cobra mucho significado. La enorme galería de personajes que propone está interpretada en general con sobreactuación y demasiada gesticulación, hasta el punto de que es el personaje incorporado por Penélope Cruz, que en su condición de prostituta habría dado mucho juego para el exceso, el más comedido y más convincente; se ve que la actriz se lo ha tomado con mucha seriedad y responsabilidad. Definitivamente un Allen menor, pero con encanto y, ante el triste panorama que en cuanto a la comedia nos inunda desde hace años, un alivio. Con una película al año tampoco se le puede exigir más.
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