Programa: Frauenliebe und leben de Schumann; Tres lieder de Strauss; Selección de Baladas italianas de Albéniz; Siete canciones populares españolas de Falla.
Teatro de la Maestranza. Lunes 3 de diciembre de 2012
Guapísima y elegantísima, así se presentó Ainhoa Arteta por tercer año consecutivo en el Maestranza. Hace dos temporadas fue Mimi en La Bohème, y la pasada cerró el curso universitario. Anoche ofreció un recital con dos partes diferenciadas, lieder en la primera con un apropiado atuendo recio y muy estilizado, y canción mediterránea en la segunda con un vestido colorista y luminoso.
Hace tiempo que se denotan notables mejoras en su voz, de madurez tanto en el timbre como en la emisión de sus generosos agudos, así como una portentosa proyección. Sus incuestionables cualidades y una esmerada técnica le han hecho ambicionar nuevos campos que le han llevado del lieder a la canción pop. Sin embargo insiste en abordar los primeros como si fuese una heroína wagneriana, sin la delicadeza y el intimismo que requieren, olvidando que la expresividad debe estar en la voz y no en la sobrecarga dramática y de temperamento con la que atacó el ciclo El amor y vida de una mujer de Schumann, descripción de la relación de una esposa con su marido desde que lo conoce hasta su muerte. Más en estilo resultaron los tres lieder de Strauss, libres de tanta exhibición escénica y con la voz más controlada, logrando un Morgen delicado y emotivo, una Serenata mesuradamente jubilosa y una Dedicatoria contundente y enérgica.
En la segunda parte exhibió talento con cuatro de las seis Baladas italianas de Albéniz, un autor eclipsado por su música pianística y que sin embargo cultivó la canción con acierto, en varios idiomas y adaptándose a los diversos estilos de moda a principios del siglo XX. Las Siete Canciones Populares de Falla tuvieron duende y mucho estilo, añadiéndoles un toque elegante y sofisticado, aunque afeando la voz en un par de ocasiones al esforzarse para superar ciertas dificultades de entonación. En las propinas aprovechó para profesar una vez más un enorme y sincero amor al público andaluz, regalándole Cantares de Turina tras un sentido A Chloris de Reynaldo Hahn, una de las preferidas de su repertorio. Lástima que las impertinentes y continuas toses, esa demostración de falta de respeto al artista y de consideración al público, empañaran entre otras cosas el atento y sensible acompañamiento de Roger Vignoles al piano.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 4 de diciembre de 2012
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