Mercedes Ruiz en primer plano Ventura Rico, al contrabajo, detrás |
En formación dúo La Hispaniola regresó a las tablas de las Noches del Alcázar con un tándem insuperable, el formado por los muy compenetrados Mercedes Ruiz y Ventura Rico. Con una original combinación de violonchelo y viola da gamba, como se encargó de ilustrar la estupenda y muy querida violonchelista, ya que uno y otro instrumento se solían acompañar por bajo continuo en forma de laúd, clave o cualesquiera otras posibilidades, pero nunca complementando uno al otro, los intérpretes pretendían con el título genérico de Los afectos transmitir un glosario de emociones humanas entendidas en un contexto estético barroco. Y aunque se conformaban con acercarse, lo cierto es que lo superaron con nota.
Con el violonchelo protagonizando los sentimientos más dinámicos y alegres, y la viola da gamba los más melancólicos y oscuros, La Hispaniola hizo un recorrido por algunos de los más sobresalientes compositores e instrumentistas de los siglos XVII y XVIII. Ruiz inauguró la experiencia con su habitual toque expresivo, sedoso y exquisito en fraseo y ornamentaciones, con el grave inicial de una sonata de Gabrielli que sirvió como obertura a un sensacional recital de emociones y que en sus manos expidió un inconfundible aroma galante. Tras unos titubeantes Preludio, Gavota y Sarabanda de Couperin en los que se atisbaron algunas dificultades de afinación y diálogo, Ruiz volvió a mostrarse sensacional en el allegro final de una sonata de Geminiani, mientras Rico demostró sus habilidades a la viola da gamba, acostumbrados como estamos a escucharle al contrabajo, en un adagio y allegro de Abel, insólitas partituras de carácter improvisado transcritas presumiblemente por algún aficionado.
Mercedes Ruiz volvió a brillar con un Capricho de Dall’Abaco, antes de que ambos rozaran la perfección con un profundo y conmovedor Tombeau pour Monsieur Sainte Colombe, y pusieran el contrapunto alegre y desenfadado a tan melancólica página con un allegro de Lanzetti que coronaron con un movimiento de Corelli como propina, expuesto con ese mismo entusiasmo apasionado con el que la pareja suele abordar las empresas que asumen.
Artículo publicado en El Correo de Andalucía el domingo 30 de agosto de 2015
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