lunes, 18 de junio de 2018

EL REPOSTERO DE BERLÍN El fantasma de la reconciliación

Título original: The Cakemaker
Alemania-Israel 2017 104 min.
Guión y dirección Orif Raul Graizer Fotografía Omri Aloni Música Dominique Charpentier Intérpretes Tim Kalkhof, Sarah Adler, Roy Miller, Zohar Shtrauss, Sandra Sade, Tamir Ben Yehuda, Tagel Eliyahu Estreno en Israel 28 diciembre 2017; en España 15 junio 2018

En su debut en el largometraje muchos realizadores y realizadoras tienden a incluir detalles de su propia biografía o con los que están muy familiarizados. El israelí Orif Raul Graizer, que en su primer cortometraje abordó la homosexualidad y en el último, La discothéque, denunciaba la represión en Chile durante la dictadura de Pinochet, es además cocinero profesional. Todas esas facetas se dan cita en esta su primera película de larga duración, la segunda de ellas de forma más velada pero significativa, teniendo en cuenta que en el sustrato del film se encuentra la reconciliación entre dos países tan dañados desde la Segunda Guerra Mundial como Israel y Alemania. A través de un ingenioso argumento Graizer da la oportunidad a dos personas dolidas por la desaparición de un ser querido de encontrar el consuelo a la vez que el espíritu de ese ser encuentra un cauce para manifestarse y zanjar lo que dejó inacabado. Una intención indisimuladamente poética recorre este interesante film frente al que todos parecen haber caído rendidos, lo que predispone en exceso y facilita encontrar fisuras allí donde nadie ha sabido ver más que excelencia. Hay situaciones en el film que parecen forzadas, empezando por un protagonista con características autistas que facilitan su inexpresividad y hermetismo, mientras una sucesión de interesantes apuntes no logran hacer despegar un collage que quiere abarcar mucho pero aprieta poco. La ya señalada reconciliación de dos pueblos enfrentados por la memoria desde hace más de medio siglo, la aceptación de la homosexualidad en un ambiente tan poco propicio como el que ofrece Jerusalén, donde religión y Estado se confunden e invaden tanto espacio vital, la seducción a través de la cocina, la tolerancia potenciada por la edad, o la educación de unos hijos que crecen huérfanos y condicionados por todo lo que les rodea, especialmente una evidente falta de libertad personal, son sólo algunas de las cuestiones que apunta este ambicioso film con apariencia sencilla pero compleja en sus presupuestos. El espíritu de la libertad y un cielo abierto flotan sobre un drama en el que asistimos a la búsqueda de esperanza de unos corazones solitarios. En todo este proceso, su autor intenta jugar bien sus cartas, sin aspavientos ni estridencias, y se reconoce el mérito de construir algo tan firme y determinado en un primer trabajo, pero el resultado queda algo desinflado, sin esa levadura necesaria para remontar un pastel tan agridulce. Ese es su problema, que no logra conmover como debiera.

No hay comentarios:

Publicar un comentario