Dirección Benito Zambrano Guion Pablo Remón, Daniel Remón y Benito Zambrano, según la novela de Jesús Carrasco Fotografía Pau Esteve Birba Música Mikel Salas Intérpretes Luis Tosar, Jaime López, Luis Callejo, Vicente Romero, Kandido Uranga, Paz de Alarcón, Mona Martínez, Miguel Flor de Lima, Yoima Valdés, María Alfonsa Rosso Estreno en el Festival de Valladolid 19 octubre 2019; en el Festival de Sevilla 8 noviembre 2019; en salas comerciales 22 noviembre 2019
Independientemente de lo buena película que nos pueda parecer, como todo lo que nos viene de la mano del director de Solas y La voz dormida, hay un par de cosas que nos molestan muchísimo y hasta hieren nuestra sensibilidad en esta su nueva película. La primera es la cantidad de animales que son maltratados en la ficción, desde una liebre a dos perros pasando por parte de un rebaño de ovejas. La segunda es el arsenal de armas que empuña, y algunas utiliza, el niño protagonista. Nos consolamos pensando en la conveniencia que tienen dentro de un argumento que combina el espíritu del western tradicional y el retrato de un país salvaje, empeorado por una guerra civil cruenta e inexplicable cuyas consecuencias aun estamos pagando casi un siglo después.
Benito Zambrano adapta la exitosa novela de Jesús Carrasco sobre la huida del horror más nauseabundo que emprende un niño a través de un paisaje árido e implacable, casi tanto como los corazones de quienes lo pueblan. La miseria más absoluta y la degeneración más sórdida, amparada por un sistema que encumbra la educación católica y los símbolos religiosos, se dan la mano en esta durísima crónica de una infancia truncada, una inocencia interrumpida y los más execrables instintos criminales imaginables. Todo forma parte de un paisaje agreste y diezmado, el de un país que mata perros, celebra corridas y muestra los instintos más salvajes, sórdidos y malvados posibles. Algo que hemos vivido incluso quienes nacimos en los estertores del régimen, y menos mal que en estos cuarenta años hemos aprendido y mejorado considerablemente, aunque el germen y el instinto siga ahí, en el adn de nuestra personalidad y conciencia.
No hace muchos que Lola Gaos mataba un perro sin simulación alguna en Furtivos, o que el idolatrado Félix Rodríguez de la Fuente provocaba peligros para que pobres animales fueran presa fácil de depredadores. Eso es y era España y si denunciarlo es lo que pretenden novela y película, valgan las atrocidades reflejadas, siempre que como confiamos sean mero truco y efectos especiales. No olvidemos que millones de votos nostálgicos han
refrendado recientemente que éste siga siendo un país mata perros.
Por lo demás, Intemperie es una sólida imitación de western en el que no faltan símbolos tan identificables como el molino de viento o el duelo final, dentro del mismo paisaje árido y desértico en el que se filmaron tantos spaghetti-western, esta vez en la provincia de Granada. Un film más que estimable que respira una tensión insufrible y se beneficia de una narración fluida y atrayente, así como del sensacional trabajo de sus intérpretes, desde un Luis Callejo de sibilina maldad a un Luis Tosar sobrio y noble, pasando por la mirada atónita entre aterrada y rabiosa del niño Jaime López y la recreación friqui de un Manolo Caro maquillado como un horripilante tullido.
Por lo demás, Intemperie es una sólida imitación de western en el que no faltan símbolos tan identificables como el molino de viento o el duelo final, dentro del mismo paisaje árido y desértico en el que se filmaron tantos spaghetti-western, esta vez en la provincia de Granada. Un film más que estimable que respira una tensión insufrible y se beneficia de una narración fluida y atrayente, así como del sensacional trabajo de sus intérpretes, desde un Luis Callejo de sibilina maldad a un Luis Tosar sobrio y noble, pasando por la mirada atónita entre aterrada y rabiosa del niño Jaime López y la recreación friqui de un Manolo Caro maquillado como un horripilante tullido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario