Polonia-Francia 2019 116 min.
Dirección Jan Komasa Guion Mateusz Pacewicz Fotografía Piotr Sobocinski jr. Música Evgueni y Sacha Galperine Intérpretes Bartosz Bielenia, Eliza Rycembel, Aleksandra Konieczna, Tomasz Zietek, Leszek Lichota, Lukasz Simlat, Barbara Kurzaj, Zdzislaw Wardejn Estreno en el Festival de Venecia 2 septiembre 2019; en Polonia 11 octubre 2019; en España previsto para el 30 abril 2020
Aunque cuenta con una amplia consideración en su tierra natal, Jan Komasa ha tenido que esperar a dirigir esta producción con ayuda francesa para acaparar atención internacional, y lo ha conseguido haciéndose eco de la inmensa influencia que tiene la Iglesia Católica en Polonia no solo en asuntos espirituales sino también de índole meramente social. La improbable historia de un delincuente juvenil que cultiva una discutible vocación religiosa en el reformatorio en el que cumple condena, y que canaliza a través de la impostación en una pequeña población sacudida por una terrible desgracia, sirve a Komasa para tejer una ambigua reflexión en torno a los valores tradicionales de la Iglesia, pero siempre desde una perspectiva que no deja entrever con claridad si se trata de una denuncia o una salvaguarda de esos mismos valores espirituales.
El carácter rebelde y un punto canalla del joven protagonista choca no solo con esa supuesta vocación sino con una institución anquilosada a la que sin embargo limpiar sus miserias no le va a suponer precisamente un arduo problema. Su más que discutible habilidad para convencer casi de la noche a la mañana a los sufrientes habitantes de esa pequeña localidad rural, así como para curar su casi inexplicable rencor, se convierte así en enésimo discurso sobre el David que lucha contra ese testarudo Goliat con el que suele identificarse en este tipo de operaciones a la masa estúpida y adocenada.
Insolencia frente a tradición y conservadurismo, una receta más que trillada en el cine y la literatura y que aquí sirve además para practicar una puesta en escena sobria y relajada en el que la tristeza es ampliamente trabajada desde todos sus resortes, las interpretaciones de su reparto coral, la gris y azulada fotografía y la planeadora y atmosférica música de los hermanos franceses Evgueni y Sacha Galperine. Una operación que entre muchas satisfacciones le ha reportado numerosos premios dentro y fuera de Polonia, incluido el Festival de Venecia, y una nominación al Oscar a la mejor película internacional.
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