Rumanía-Serbia-Suiza-Suecia-Bosnia y Herzegovina-Macedonia 2020 200 min.
Guion y dirección Cristi Puiu, según textos de Vladimir Solovyov Fotografía Tudor Vladimir Panduru Intérpretes Agathe Bosch, Ugo Broussot, Marina Palii, Diana Sakalauskaité, Frédéric Schulz-Richard, István Teglas Estreno en el Festival de Berlín 20 febrero 2020; en Francia 8 julio 2020; en el Festival de Sevilla 12 noviembre 2020 (Sección oficial)
El realizador rumano Cristi Puiu, autor de las aclamadas La muerte del Sr. Lazarescu y Sieranevada, regresa a los textos del filósofo ruso Vladimir Solovyov, a quien ya adaptó en Tres ejercicios de interpretación, para la que es sin duda su película más ambiciosa hasta la fecha, y también la más pedante con diferencia. La empresa vuelve a ser compleja y sofisticada, como ya lo fue su visión de una familia numerosa e inquieta en su anterior película, pero esta vez cambia la vorágine y el jolgorio por la exquisitez más absoluta y una puesta en escena sobria y elegante. Lástima que a pesar de su larga duración apenas logremos saber con exactitud dónde se desarrolla la trama, si es Rusia o Transilvania donde se ubica la mansión que parece darle título, otro particular del que tampoco estamos muy seguros. Como la relación entre sus cinco personajes, que no queda definida aunque podamos intuirla, a los que se une un sexto, el mayordomo, siempre atento a las necesidades de los cinco aristócratas o militares que hablan y hablan sin parar durante las casi tres horas y media que dura la función, y que no duda en abofetear a sus subordinados cuando algo falla. Es quizás el orden establecido entonces y ahora, en una Europa cuyas identidades y particularidades hacen que la unificación resulte tan difícil. El continente, la guerra, el bien y el mal, la religión, sobre todo los evangelios, Dios y el Anticristo, son temas analizados por Solovyov que Puiu pone en boca de sus curtidísimos e intelectuales, tanto como decadentes, aristócratas, en un principio del siglo XX que parece vaticinar la llegada de la Revolución, aunque como de resurrección y de mantener el estado de las cosas también se trata, ni las balas pueden con este grupo francoparlante, no sabemos si porque algunos de sus integrantes son franceses, o porque era costumbre de la clase alta rusa hablar en el idioma de Montesquieu en época de los zares, claro que también se habla alemán y solo brevemente en ruso. Lo cierto es que no sabemos mucho ni se aclara nada a lo largo de sus tediosas tres horas. Frases e ideas que leídas podrán resultar fascinantes, volviendo una y otra vez atrás para entenderlas, pero que en este ejercicio teatral provocan aburrimiento y desconcierto, a la vez que su interés se va perdiendo en el horizonte. No cabe duda de que su elenco protagonista ha hecho un trabajo titánico, un esfuerzo notable, y merecen un aplauso por ello. Puiu, por su parte, se mira en los grandes cineastas europeos, la mística de Dreyer, el sarcasmo de Renoir, el dolor de Bergman, la insolencia de Buñuel o la narrativa de Oliveira, pero la combinación resulta enormemente indigesta, lo que no ha impedido que algunos la consideren una obra maestra, rubricada con el Giraldillo de Oro y el premio al mejor guion.
ONDINA. UN AMOR PARA SIEMPRE El agua sobre Berlín
Título original: Undine
Alemania-Francia 2020 90 min.
Guion y dirección Christian Petzold Fotografía Hans Fromm Intérpretes Paula Beer, Franz Rogowski, Maryan Zaree, Jacob Matschenz Estreno en el Festival de Berlín 23 febrero 2020; en Alemania 2 julio 2020; en el Festival de Sevilla 6 noviembre 2020 (Sección oficial)
Guion y dirección Christian Petzold Fotografía Hans Fromm Intérpretes Paula Beer, Franz Rogowski, Maryan Zaree, Jacob Matschenz Estreno en el Festival de Berlín 23 febrero 2020; en Alemania 2 julio 2020; en el Festival de Sevilla 6 noviembre 2020 (Sección oficial)
El mito de Ondina, la criatura mitad mujer mitad pez que se enamora de un hombre y vive condenada a amarlo para siempre, inspiró hace unos años una película de Neil Jordan protagonizada por Colin Farrell, y ahora sirve a Christian Petzold (Bárbara, Phoenix, En tránsito) para ofrecer su particular lectura del mito y que éste le sirva a un doble propósito de contar una historia de amor profundo, eterno e imposible, y generar una metáfora sobre los cambios urbanísticos en Berlín durante el siglo XX, especialmente con motivo de la reunificación de 1989. No en vano la protagonista, la hermosa Paula Beer a quien descubrimos en Frantz de François Ozon, trabaja en un museo como guía dedicada a informar sobre estos cambios urbanos. Petzold ilustra este fenómeno como una declaración de amor a la ciudad, a la vez que somete a su personaje a una relación en la que el sacrificio se convierte en tema preferente y catalizador. Lástima que el cuento no logre remontar, apenas consiga emocionar y todo acabe antojándose demasiado artificioso, que donde se pretendía hubiese poesía apenas hallemos bellas postales habitadas por gente guapa y atractiva. El esforzado trabajo de Franz Rogowski, de considerable parecido físico con Joaquin Phoenix, y la constante aparición como único leit motiv de la banda sonora del precioso adagio del concierto para teclado que Bach escribió inspirándose en otro para oboe de Alessandro Marcello, no logran aumentar el limitado interés de la cinta, lo que no ha impedido que se alce con los premios al mejor director y mejor montaje del festival.
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