USA 2021 102 min.
Dirección Scott Derrickson Guion C. Robert Cargill, Scott Derrickson y Joe Hill Fotografía Brett Jutkiewicz Música Mark Korven Intérpretes Mason Thames, Madeleine McGraw, Ethan Hawke, Jeremy Davies, E. Roger Mitchell, Troy Rudeseal, James Ransone, Miguel Cazanez Mora, Rebecca Clarke, J. Gaven Wilde, Tristan Pravong, Jacob Moran, Banks Repeta Estreno en Estados Unidos y España 24 junio 2022
Tan perturbador como la película misma es el hecho de que haya tardado tanto en estrenarse desde su puesta de largo en el Festival Fantastic de Estados Unidos en septiembre del año pasado. ¿Será quizás por el hecho de contener tanta violencia protagonizada por adolescentes? Eso nos obliga a reflexionar con responsabilidad sobre si lo que vemos en pantalla es del todo punto reprobable o es precisamente una denuncia ante una sociedad tan violenta como la norteamericana, pródiga a experimentar esa inusitada violencia estudiantil que lleva cada año a tantos niños y niñas a la tumba, víctimas de sus propios compañeros de clase.
Curtido en películas de terror como Sinister, El exorcismo de Emily Rose o Líbranos del mal, sin olvidar su debut en la quinta entrega de Hellraiser, Scott Derrickson saltó definitivamente al cine de gran presupuesto con Dr. Strange, y combina ahora las hechuras de un film importante con los horrores que han jalonado su filmografía. En este caso se trata de un asesino en serie de niños que siembra el terror y el desconcierto en un suburbio de los años setenta del pasado siglo, década que despunta como la pérdida definitiva de la denominada inocencia americana. A pesar de un punto de arranque tan recurrente, no hay apenas nada en el film que podamos tildarlo de tópico, ni se echa mano de los puntos comunes del género. Todo lo contrario, el guion rebosa originalidad desde sus propios planteamientos y a través de un desarrollo ingenioso e inteligente, aunque por el camino pague el peaje de convertir a sus jóvenes protagonistas en depredadores de sí mismos y sujetos activos de una violencia que la nación cultiva como si fuera una enfermedad contagiosa.
El trabajo de los niños es impecable, a pesar del esfuerzo físico y psicológico que se les obliga a realizar, mientras Ethan Hawke personifica a la perfección ese personaje perturbado y siniestro que funciona como motor de una vorágine de sangre y violencia dentro de un conjunto en el que todo cobra sentido, quizás para denunciar ese mal endémico que mantiene al país tan dividido. Derrickson consigue mover la cámara provocando esa inquietud imprescindible en el género, a la vez que demuestra ser un narrador consumado y efectivo. Todo funciona bien, sin efectismos baratos ni necesidad de echar mano de sustos recurrentes, solo los justos pero bien encajados. Cuenta además con un esmerado trabajo del sonido, incluida su banda sonora, con el fin de dar credibilidad a una historia que combina crímenes con fantasmas, sueño y realidad, sin que nada chirríe ni resulte demasiado convencional.
No hay comentarios:
Publicar un comentario