sábado, 12 de octubre de 2024

LA INFILTRADA Un reconocimiento algo fallido

España 2024 118 min.
Dirección
Arantxa Echevarría Guion Arantxa Echevarría y Amèlia Mora Fotografía Javier y Daniel Salmones Música Fernando Velázquez Intérpretes Carolina Yuste, Luis Tosar, Víctor Clavijo, Nausicaa Bonnín, Íñigo Gastesi, Diego Anido, Pepe Ocio, Jorge Rueda, Carlos Troya, Pedro Casablanc Estreno 11 octubre 2024


Albergábamos muchas esperanzas en esta merecido reconocimiento al trabajo y el sacrificio de la policía nacional Aránzazu Berradre, especialmente por la admiración que profesamos a su protagonista, Carolina Yuste, y por tener bajo su control a Arantxa Echevarría, que tan buenas muestras de cine comprometido nos ha dado en películas como Carmen y Lola o Chinas. Nos hemos encontrado sin embargo con una cinta fallida, en cuanto que no acierta a plasmar en toda su dimensión el verdadero sacrificio de su personaje central, ni alcanza a mostrar el proceso que sufrió de adaptación y acercamiento a un entorno tan hostil como el de ETA en unos años claves, llegando a la liberación de Ortega Lara aunque pasando por alto el acontecimiento clave de la década, apenas un par de semanas después, el del secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco, quizás para evitar susceptibilidades.

Dicho proceso, seguramente lo más interesante que se pudiera contar de esta terrible desventura, se da por entendido y pasamos directamente, con hechuras de thriller policíaco de manual, a sus últimos años como falsa militante y colaboradora de la banda terrorista, cuando con ayuda de todo un comando policial se alcanzó a desarticular el comando Donosti. Pero incluso entonces se nos antoja demasiado pedestre su narrativa, con unos terroristas, apenas dos, acartonados que representan las dos caras de la barbarie abertxale, la del joven irresponsable e idealista y la del sanguinario desalmado. Hay poca amenaza, mucho montaje caprichoso para convencernos del peligro inminente y del ritmo, y hasta fallos de ambientación que sitúan en paseos donostiarras mobiliario urbano que no corresponde a la época.

Pero nada de esto importaría demasiado si se hubiera acertado a analizar psicológicamente al personaje central, machacado con más vehemencia los intereses políticos y partidistas de cada operación, y ahondado más en el problema que este país sufría desde antaño y que tanto costó erradicar, gracias más a la generosidad y la diplomacia que al baño de sangre indiscriminado con el que otros pueblos pretenden arreglar sus asuntos. A pesar de todo, siempre merece disfrutar de una buena interpretación, y aunque no sean sus trabajos más sobresalientes, Yuste y Tosar cumplen, y como thriller de infiltrados, siempre tan atractivos como pudimos comprobar en la televisión de los setenta del pasado siglo, en la que tanto abundaban estos argumentos, al menos se deja ver. Pero la sensación de haber dejado pasar una buena oportunidad, pesa.

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