Guion y dirección Celia Rico Clavellino, según la novela de Rafael Chirbes Fotografía Sara Gallego Música Marina Alcantud Intérpretes Loreto Mauleón, Enric Auquer, Roger Casamajor, Ana Rujas, Teresa Lozano, Sofía Puertas, Gloria March Estreno en el Festival de Málaga 14 marzo 2025; en salas 30 abril 2025
Tercer largometraje de la sevillana Celia Rico Clavellino, que después de centrar su atención en las relaciones maternofiliales (Viaje al cuarto de una madre, Los pequeños amores), realiza su primera adaptación literaria y película de época, concretamente la inmediata posguerra española. Loreto Mauleón, por fin en un papel protagonista tras sorprendernos en trabajos como Patria, da vida a una mujer cuyo único fin y objetivo en la vida parece ser trabajar sin descanso, única manera de mantener el equilibrio en uno de tantos hogares destrozados anímicamente por la guerra. Todo se desarrolla en un pueblo de interior valenciano, uno de tantos lugares en los que la difícil convivencia entre vencidos y vencedores se desarrolla en un ambiente de miseria y falta de recursos tan palpable como la tristeza que todo lo inunda. Mauleón da vida a una joven ama de casa que pone toda su voluntad y talento al servicio de cada tarea que se propone, ya sea cocinar, coser, educar a su hija… trabajar sin descanso como único motor de quien, como a tantas otras personas, la guerra y la sinrazón le han robado los sueños y la esperanza. Una forma, en definitiva, de engañar y engañarse a sí misma, sin buscar otros horizontes, que quizás le hayan sido prohibidos.
Siguiendo un patrón de cine costumbrista, clásico y pictórico, evidente por ejemplo en el tratamiento de su principal personaje, la directora y autora del guion consigue sumergirnos en el ambiente, vivirlo como si estuviéramos ahí, sin buscar tanto la emoción como la complicidad, e incluso la perplejidad ante algo que creemos conocer de sobra pero que nunca resulta suficiente recordarlo, quizás con el fin de que las nuevas generaciones sepan de verdad lo que puede llegar a destruir el fascismo, la negrura, la falta de compasión y de humanidad que acarrea. La película se estructura en capítulos que siempre hacen alusión a Ana, la mujer prudente que todo lo observa, y nosotros y nosotras con ella, con esa buena letra que imprime a todos sus quehaceres, sin salirse del renglón, procurando no decepcionar a nadie, aunque a ella haga tiempo que le decepcionó la vida. La llegada de una segunda mujer, su cuñada, insuflará de aire fresco y provocación su rutina marchita y organizada, quizás para revolucionarla y lograr que se haga preguntas y quién sabe si resolverlas.
Todo siempre desde la observación, la discreción y esa misma prudencia que lidera la vida de la joven y abnegada protagonista, una de tantas madres que quedaron en el triste recuerdo de un país al que cuarenta años de dictadura aún hace mella. Celia Rico desborda talento en esta su tercera película, para la que una mención especial en el Festival de Málaga se le queda manifiestamente corta, mientras revela que entre sus grandes referentes se encuentra Víctor Erice, para quien los recuerdos familiares del pasado, incluidas esas canciones que emergen de la radio y esos bailes que coronan una primera comunión tan en paralelo a El sur, tanto marcaban en su cine como lo hacen en el de esta imprescindible directora de Constantina.
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