Guión y dirección Kenneth Lonergan Fotografía Ryszard Lenczewski Música Nico Muhly Intérpretes Anna Paquin, J. Smith-Cameron, Jean Reno, Jeannie Berlin, Allison Janney, Matthew Broderick, Mark Ruffalo, Matt Damon, KieranCulkin, Rosemarie DeWitt, Olivia Thirlby, John Gallagher jr., Cyrus Hernstadt, Stephen Adly Guirgis Estreno en España 20 julio 2012
Kenneth Lonergan obtuvo cierto éxito en el año 2000 por su película Puedes contar conmigo, incluida una nominación al Oscar al mejor guión, además de otra a la mejor actriz para su protagonista, Laura Linney; en ella coincidían también algunos de los intérpretes de ésta su segunda película como director. Antes de aquel film había escrito el guión de Una terapia peligrosa, y después el de Gangs of New York, lo que le ha propició una sólida amistad con Martin Scorsese, gracias al cual pudo finalmente montar y estrenar esta singular película que comenzó a rodar en 2005, no terminó de montar hasta 2008 y finalmente estrenó el pasado año. La fortuna no le ha acompañado ni siquiera a nivel crítico, y sin embargo nos encontramos ante un film importante. Una cinta en la que la muerte alarga su sombra considerablemente, y no porque una muy trágica sea el detonante para que su protagonista se cuestione un sinfín de asuntos justo cuando se encuentra en el difícil paso de la adolescencia a la madurez. Sino también porque todo este periplo de años transcurridos desde su gestación hasta su alumbramiento ha permitido que fuera originalmente una producción de Anthony Minghella y Sydney Pollack, ambos fallecidos hace ya algunos años, tal como lo corroboran los títulos de crédito. Margaret no es ningún personaje en la película, sino la dedicataria de una cita poética que en cierto momento recita un aturdido y algo repelente profesor de literatura interpretado por Matthew Broderick, y que despierta en Lisa (Anna Paquin en un papel que es un regalo para cualquier actriz, especialmente de su edad) unas emociones que se convertirán en giro inesperado de la narración. Nada es casual en este puzzle complejo y complicado sobre las relaciones humanas, familiares y sociales. Es relevante todo, que la madre sea una reconocida actriz de teatro en Broadway, que ella estudie en una buena escuela privada donde reflexionar y debatir sobre cada asunto a estudiar y analizar sea lo más importante, que sus padres sean divorciados (la relación con el padre, a distancia, a quien hace partícipe de todas sus experiencias y emociones, y con la madre, en casa, a quien ningunea y aparta sistemáticamente a pesar del interés de la progenitora por ser partícipe de su vida, es algo consustancial a sus congéneres en similares circunstancias), sus relaciones manipuladoras con jóvenes y no tanto, hasta su catarsis emocional ante un objeto precioso, que pudiera ser un cuadro, un paisaje, un libro o, como es el caso, la famosa Barcarola de la ópera de Offenbach Los cuentos de Hoffman, interpretada en directo por Renée Fleming y Susan Graham en el Metropolitan… todo tiene su sentido y su posición en este entramado que habla de sentimientos, de conflictos políticos y sociales, de respeto, de oportunismo, de orden y caos, de valores morales, éticos y religiosos; y lo hace a partir de un guión excelente, lamentablemente lastrado por una traducción rutinaria, y unas interpretaciones impecables a cargo de un elenco irrepetible, también perjudicado por un doblaje nada esmerado. Margaret plantea muchas cuestiones, asombra por su lucidez y por su sinceridad a la hora de confesar que nada de lo que se hace o dice en la película tiene forzosamente que coincidir con posturas del realizador o ninguno de los integrantes de su reparto técnico y artístico, sino simplemente de la observación de la vorágine diaria, de este mundo en el que vivimos, y en el que las mentes más esforzadas, las más trabajadas y ejercitadas están llamadas a vivir más intensamente esta aventura que es la vida, que da palos y satisfacciones, y en la que debemos asumir, porque aún nos cuesta hacerlo, que las cosas pasan la mayoría de las veces porque tienen que pasar. Emparentada con las películas de John Cassavettes o más contemporáneamente con esa maravilla de Paul Thomas Anderson que se llamó Magnolia, e incluso con los ambientes cosmopolitas e intelectuales neoyorquinos de Woody Allen, Margaret se merecía una acogida mucho más generosa que la que se le ha dispensado, especialmente por ese público que se lamenta sistemáticamente de que no se hacen películas para ellos, que las pantallas están invadidas de violencia, efectos especiales y humor escatológico. Ahí teníais una para vosotros y vosotras y la habéis despreciado. Atención a la interesante banda sonora de Nico Muhly, descubierto por el gran público en El lector de Stephen Daldry, y que aquí estructura su música en torno a los Recuerdos de la Alhambra de Francisco Tárrega.
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