Dirección Margerethe von Trotta Guión Pamela Katz y Margarethe von Trotta Fotografía Caroline Champetier Música André Mergenthaler Intérpretes Barbara Sukowa, Axel Milberg, Janet McTeer, Julia Jentsch, Ulrich Noethen, Michael Degen, Nicholas Woodeson, Victoria Trauttmansdorff, Klaus Pohl
Estreno en España 21 junio 2013
Un perfil nocturno de Nueva York sin World Trade Center, como corresponde a 1961, año en el que se ambienta esta apasionante crónica de la historia y el pensamiento humano más reciente, sirve de fondo a los títulos de crédito finales de la última película de la veterana directora alemana Margarethe von Trotta. Con ello enmarca nuestro subconsciente en una de las últimas tragedias más irracionales y maquiavélicas que hayan traumatizado nuestra alma, y es que precisamente de analizar el espíritu y la raíz de esa sinrazón diabólica va esta fascinante cinta. Von Trotta, que se ha movido entre el cine italiano (El largo silencio) y el alemán (Las hermanas alemanas), ha vuelto a contar con Barbara Sukowa (musa de Fassbender y de Von Trier en sus comienzos, Europa), tras Rosa Luxemburgo, para contarnos la historia y el perfil de otra pensadora judía germana a través de un episodio relevante y concreto. Cuando a principios de los 60 el criminal de guerra Adolf Eichmann, a quien en el film sólo podemos ver en imágenes de archivo cedidas por la Fundación Steven Spielberg, fue secuestrado por el Mossad en Argentina y sometido a juicio en Jerusalén, la profesora universitaria, escritora y pensadora alemana Hannah Arendt logró que The New Yorker le encargara una serie de artículos sobre el proceso para estar en primera línea. Como resultado de su aprendizaje junto al gran filósofo Martin Heidegger, de quien fue alumna y amante, y a pesar de haber sido ella misma víctima de la persecución nazi, apátrida durante casi veinte años (Estados Unidos le pareció el paraíso cuando logró asentarse en él), sacó unas conclusiones muy particulares, valientes y atrevidas, sobre el genocidio nazi, que no gustaron a la comunidad hebrea, tan asentada en su país de acogida. Pese a ello, a las presiones recibidas y el acoso al que fue sistemáticamente sometida, no renunció en ningún momento a sus convicciones, que pasaban por definir el genocidio como una banalidad del mal y un asesinato en masa administrativo. Todo eso está en este film sobrio, elegante y distinguido en el que sobresale la excelente interpretación de Barbara Sukowa, una dama de la interpretación en su país y el mundo entero. Pero además se apuntan otros temas de interés, como la irreflexión con la que se abordan hoy en día muchos temas importantes a nivel periodístico, a causa de algo tan temido como son los plazos de entrega; o el amor incondicional conyugal cuando el respeto, la confianza y la comprensión está por encima de todo lo demás. No ya merecedora de la Espiga de Plata en el pasado Festival de Valladolid, sino de muchos premios más, tantos como merece la libertad de pensamiento, base y fundamento de una sociedad verdaderamente democrática, en contraposición al totalitarismo que Hannah Arendt definía como el mal radical.
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