Francia-Polonia 2013 96 min.
Dirección Roman Polanski Guión Roman Polanski y David Ives, según la obra del segundo Fotografía Pawel Edelman Música Alexandre Desplat Intérpretes Emmanuelle Seigner y Matthieu Amalric Estreno en España 31 enero 2014
La nueva película de Polanski tiene los mismos defectos que la anterior, Un dios salvaje, pero más virtudes. Como en aquélla adapta una obra teatral reciente de marcado éxito, contando para ello con sus autores en el guión, Yasmina Reza entonces y David Ives ahora, demostrando que el teatro no se encuentra actualmente en un momento de esplendor, maquillando de ingenio e intelectualidad donde no hay más que impostura y convención. Igual que en la obra de la francesa, la adaptación que Ives hace del clásico de Leopold von Sacher-Masoch, con el que se identifica el término masoquismo, parte de una situación forzada, en esta ocasión el empeño de una actriz arrabalera por participar en una audición que el autor y director de la obra, un Mathieu Amalric que se nos antoja otro alter ego de Polanski como el que protagonizara Chris Campion en Piratas, ha dado por terminada. Pero queda tan subyugado por las dotes de la actriz que sucumbe a su dominio cual sirviente sexual a su ama y señora, todo en un juego tan convencional como poco convincente en el que los roles se intercambian y las situaciones se suceden sin acertar a dar un discurso coherente e inteligente sobre las relaciones sadomasoquistas que ilustra. Ella pasa de ser vulgar e ignorante a convertirse en auténtica musa que inspira en él tanta fascinación como dependencia, contando para ello tan sólo con nuestro consentimiento y buena voluntad, en un juego deudor de La huella de Anthony Shaffer (adaptado por Mankiewicz y con menor éxito por Branagh) pero carente del ingenio y la capacidad para atrapar que tenía aquel clásico. No cabe duda de que el film se beneficia de unas estupendas interpretaciones, sobre todo de Emmanuelle Seigner, en el mejor papel y regalo que le ha podido ofrecer su esposo, y que el director le imprime carácter y ritmo, pero de ahí a enganchar con el juego de espejos y sutilezas que propone, lo dudamos.
Polanski cuenta por tercera vez consecutiva con Alexandre Desplat en la música, que vuelve a ofrecer un trabajo espléndido, delicado y elegante.
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