USA 2018 135 min.
Dirección Bradley Cooper Guión Will Fetters, Bradley Cooper y Eric Roth, según la historia de William A. Wellman y Robert Carson Fotografía Matthew Labatique Música Lady Gaga, Bradley Cooper, Luke Nelson y Mark Ronson Intérpretes Lady Gaga, Bradley Cooper, Sam Elliot, Rafi Gavron, Andrew Dice Clay, Anthony Ramos, Bonnie Sommerville, Dave Chappelle Estreno en Festival de Venecia 31 agosto 2018; en Estados Unidos y España 5 octubre 2018
Ni más ni menos que la cuarta versión de una historia que ha conocido además muchas más adaptaciones encubiertas. Lo que en un principio era un proyecto de Clint Eastwood con Beyoncé como protagonista le ha servido a Bradley Cooper para debutar en la dirección cinematográfica. Hay que decir que no lo ha hecho mal, si no fuera porque esta cuarta versión oficial no aporta nada, se revela absolutamente inútil hasta el punto de que podríamos concluir que con editar su banda sonora hubiera sido suficiente. No obstante podríamos destacar además del buen pulso narrativo del actor y la convincente interpretación de Lady Gaga en su debut en la gran pantalla. Pero en el apartado argumental apenas se ha cambiado una coma, ni siquiera lo han hecho los géneros, pudiendo haber sido ahora ella la estrella consagrada pero en decadencia que ve, alcohol y drogas mediante, cómo su esposo emerge al estrellato. Ni siquiera eso, todo se mantiene igual mientras se juega con los nombres de los personajes, que de los Norman Maine (Fredric March y James Mason) y Esther Blodgett/Vicki Lester (Janet Gaynor y Judy Garland) que protagonizaron las versiones de William A. Wellman y George Cukor ambientadas en el mundo del cine, pasaron al John Norman (Kris Kristofferson) y Esther Hoffman (Barbra Streisand) que se convirtieron en estrellas de rock en la versión de Frank Pierson de 1976, y de ahí al Jackson Maine (Cooper) y Ally (Gaga) de ahora, de nuevo subidos a los grandes escenarios del rock. Se repiten gestos (la nariz de ella, el baño de espuma, el “volver a mirarte”, etc) pero no se aporta nada nuevo, ni siquiera profundizar en lo roles de género o en otras circunstancias que tanto han cambiado desde entonces, sin actualización alguna. Y aún así se deja ver por el carisma de sus intérpretes, la música y el romanticismo, ahora más ñoño que nunca, que expide.
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