Coincidiendo con el ciento cincuenta aniversario del estreno de Carmen de Bizet, el Maestranza abre y cierra su temporada con sendos espectáculos sobre este mito femenino y español visto desde fuera. El broche de oro lo pondrá Elina Garança dando vida a la cigarrera. Mientras tanto, ha sido el bailaor y coreógrafo Israel Galván quien ha tenido el honor de estrenar temporada, un día después de cerrar con el mismo espectáculo la Bienal de Flamenco. Ya a la entrada fuimos avisados de que esto era un montaje cien por cien Israel Galván, que llevaba su sello. Como nunca habíamos asistido antes a un espectáculo del bailaor, no sabíamos muy bien lo que nos querían decir. Lo nuestro era disfrutar con la selección que la Real Sinfónica de Sevilla, bajo la dirección una vez más de una mujer, y van cuatro seguidas, la finlandesa Maria Itkonen, tenía preparada de la ópera, y con las atribuladas voces de Nancy Fabiola Herrera, José Bros y Ángel Ódena, fieles y habituales colaboradora y colaboradores del Maestranza.
Efectivamente, nada más arrancar la famosa obertura, Galván hizo ya su aparición pertrechado con lo que parecían objetos de tienda de bromas y disfraces, con un baile algo arrítmico y disparatado, parecía que se mofase del clásico galo. Poco a poco fuimos entendiendo que todas sus aportaciones estaban perfectamente estudiadas como un ensayo sobre un mito que a la larga ha hecho más daño que favor a la mujer, tanto como se ha enarbolado la bandera de la libertad cada vez que se ha hablado del personaje.
Tan reveladores como el baile casi cómico de Galván fueron las coplas seleccionadas para alternarse con los números más icónicos de la partitura de Bizet. Una extraordinaria María Marín se hizo dueña del cuadro flamenco, cantando y tocando a la guitarra piezas tan señaladas como el pasodoble Carmen de España o la copla Falsa moneda, dejando clara la vocación mitómana del personaje, más cerca del cliché que de la realidad de la época, así como su carácter ninfómano, algo que más ha estigmatizado a la mujer que servido de seña genuina de libertad. Si encima a la magnífica cantante, cantaora y guitarrista le toca la difícil misión de cantar Baga Biga Higa, que aunque compuesta en 1969 por Mikel Laboa, su texto procede del acervo popular vasco a menudo identificado con el mundo de las hechiceras, como atestigua su uso en Las brujas de Zugarramurdi de Álex de la Iglesia, ya tenemos el conjunto de cualidades perfecto con el que la historia ha manchado y vilipendiado a las mujeres, asociado en este caso al mito de Carmen.
El montaje de Israel galván sigue respetuosamente la narración de Bizet, intercalando en su dialéctica algunos de los números más reconocibles de la ópera, que Nancy Fabiola Herrera no sólo cantó con extremo cuidado, una voz profunda y atractiva y una extraordinaria capacidad para proyectar y modular con exquisito gusto, sino que además se atrevió a acompañar al baile, por supuesto de forma discreta pero muy eficaz, a la estrella de la función, quien solo se permitó enfrentarse al flamenco clásico con indumentaria más seria y sobre tarima mientras Marín punteaba el evocador interludio del tercer acto. Mientras, muy bien de tono, con ese singular timbre que le caracteriza y considerable potencia, José Bros acompañó a Herrera como también lo hizo, con voz algo más tremolante pero igualmente potente y bien proyectada, Ángel Ódena como Escamilla.
Los cuatro, flamenca y líricos, formaron un cuadro flamenco de lo más singular. Pero lo más impactante estaba por llegar, cuando después del crimen de Don José, un coro de hombres al más puro estilo nórdico (Mieskuoro Huutajat de Oulu), levantó su particular grito de guerra, con el amor posesivo y autoritario como reclamo, mientras Galván culminaba su particular ritual de cuernos y desamor sobre un escenario negro, parcialmente iluminado y eficazmante articulado para lograr que nos rindiésemos a su propuesta, al principio descabellada, después tan oportuna como atrevida, pero nunca como pudiera pensarse, provocativa. Sólo buena ópera, buen teatro y mucho talento.
Fotos: Luis Pascual
Gracias por el artículo, de acuerdo contigo.
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