XXV Noches en los Jardines del Real Alcázar. Manu Brazo, saxofón. Pepe Fernández, piano. Claudia Gallardo,violín. Rosa Gª Varela, violonchelo. Programa: Una historia de España (piezas de Tomás Luis de Victoria, Juan Vásquez, Soutullo y Vert, Amadeo Vives, Albéniz y Falla). Sábado 14 de septiembre de 2024
Foto: Luis Pascual |
Libres de todo
prejuicio, el recorrido arrancó con Tomás Luis de Victoria y su motete O Magnum misterium, convertido para la
ocasión en pieza de corte espiritual y
relajado que nos evocó a aquellas películas, especialmente de los primeros
setenta, que ilustraban la época a partir de sus raíces musicales pero adaptándolas a la sensibilidad del público
contemporáneo. Así lo hicieron compositores como Georges Delerue o Ennio
Morricone, y así lo sentimos en la resplandeciente
recreación que con una complicidad absoluta extrajeron los y las cuatro
intérpretes.
Foto: Actidea |
De la misma forma
brilló Bella enamorada, de la
zarzuela El último romántico de
Soutullo y Vert, con intervenciones sedosas, fluidas y seguras de Varela al
chelo, ideal para homenajear a Alfredo
Kraus, cuando se cumplen veinticinco años de su desaparición. Muy trabajado
a nivel de re-orquestación y adaptación, resultó la selección en forma de suite
ofrecida de Bohemios de Amadeo Vives.
Especialmente inspirado sonó su famoso
vals.
Pero lo más emotivo y sentimental llegó de la mano
de Albéniz y su Evocación de la suite
Iberia. Aquí lucieron
fundamentalmente las formas relajadas y
reflexivas de Fernández, arropadas en sostenido por el resto, y con
especial hincapié en el tono nostálgico
y evocador, valga la redundancia, de una pieza que así interpretada es
capaz de despertar nuestra emoción más sincera.
No tanto brilló Granada, de la Suite española del mismo autor, aunque debido a su popularidad y
bella melodía, hizo las delicias del público. Para terminar el programa, una
selección con los motivos más recordados de El
sombrero de tres picos, coronó la
elegancia y la delicadeza, sin estridencias ni fueras de tono, del
conjunto, que terminó con otra acertada evocación, la del también utrerano
Bambino y su célebre versión rumbera de Procuro
olvidarte, donde Fernández demostró dominar también el son cubano
jazzístico, y Brazo por supuesto su control
del fraseo y la respiración, así como buen gusto al modular.
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