Bélgica-China 2023 84 min.
Guion y dirección Bas Devos Fotografía Grimm Vanderkerckhove Música Brecht Ameel Intérpretes Stefan Gota, Liyo Gong, Teodor Corban, Saadia Bentaieb, Cédric Luvuezo, Alicia Constantin, Shu Huan Wang Estreno en el Festival de Berlín 19 febrero 2023; en España (no en Sevilla) 18 octubre 2024
Primera aproximación que hacemos al cine de un director que hasta el momento, en las cuatro películas que conforman su filmografía, sólo ha recibido elogios de una crítica que quizás narcotizada no parece tener agallas para toserle. Hay ciertas constantes en estos cuatro trabajos, una vez informados al respecto, la ciudad, Bruselas, el silencio, el detalle en la estética y el estilo, la escasa duración (lo que más se celebra) y la conexión entre personas. Todo esto se encuentra en esta historia mínima sobre un obrero de la construcción rumano que, ante las inminentes vacaciones que le llevarán de vuelta a su país, decide vaciar la nevera cocinando una sopa que irá regalando entre amistades y allegados. En este periplo conocemos también a una bióloga de origen chino que estudia los musgos y su comportamiento.
El encuentro entre ambos preludia un posible romance, pero sobre todo el descubrimiento del verde, de los bosques, también presentes en nuestras ciudades, en forma de parques, especialmente los salvajes o naturales, las riberas de los ríos o los extrarradios aún no invadidos por el cemento. Esto nos lleva a experimentar una emoción sensorial, visual y auditiva, en la que los largos paseos por senderos naturales se funden con sus aromas y los sonidos amables que los invaden, llegando incluso a eclipsar la agresividad de los elementos artificiales del entorno. Y nos hace pensar que también nosotros podemos ser beneficiarios de semejante paraíso, y convertir nuestras ciudades en algo más humano y más ameno, e incluso crear, quien pueda, la pequeña ficción de poder hacer vida rural en un entorno urbano, basta dejar el coche de lado, si se puede incluso el servicio público, abandonarse más a los pies y la bicicleta, acondicionar nuestro entorno y disfrutar más de esos espacios abiertos que generalmente abundan en algunas ciudades.
Curiosamente, la parsimonia con la que este realizador cuenta su historia podría llevarnos al aburrimiento, y sin embargo algo hay en su trabajo, típico producto de festival, que invita a conectar con él y hasta dejarnos arrastrar por su inherente poética, quizás lo que la ha valido ser premiada como mejor película en la sección Encuentros del Festival de Berlín del año pasado. Por todo lo cual, parece que tampoco nosotros seamos capaces de toser a este señor. Atención, por cierto, a los muy originales y acertados títulos de crédito finales, otro ejemplo de cuánto merecen ser respetados y contemplados.
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