Guion y dirección Daniel Sánchez Arévalo Fotografía Sergi Vilanova Música Julio de la Rosa Intérpretes Biel Montoro, Nacho Sánchez, Lola Cordón, Íñigo Aranburu, Itsaso Arana, Kandido Uranga, Carolina Clemente, Jorge Cabrera Estreno en Netflix 18 octubre 2019
Es una lástima que uno de los mejores films españoles del año se haya estrenado solo en una plataforma digital con paso previo efímero y discreto por algunas salas selecionadas del país. Cabía esperar que Daniel Sánchez Arévalo regresara por fin al tono y el estilo que le dio fama hace más de una década con AzulOscuroCasiNegro, después de embarcarse en una serie de decepcionantes comedias tan convencionales como estridentes, desde Gordos a En tu cabeza pasando por La gran familia española y Primos, quizás la más simpática de este lamentable lote, y sin conocer la multitud de cortometrajes que ha seguido rodando entre medias.
Diecisiete es una tierna y conmovedora historia de aprendizaje y redención en la que dos hermanos aprenderán a conocerse mejor, convivir y respetarse en un viaje iniciático con abuela y perrro como pretextos. Una caravana recorre los bellísimos y auténticos paisajes de Cantabria al ritmo que le marcan un joven con síntomas de autismo que se ha escapado del centro de reclusión para menores en el que se encuentra por una serie de delitos menores, y su hermano, un joven con sensación de fracaso laboral, sentimental y existencial, cuyo carácter agrio contrasta con un buen corazón y una considerable generosidad, tan insólita para él mismo como para sus curiosos acompañantes.
El guión se introduce con naturalidad a pesar de su evidente elaboración en un conjunto nada rancio y con vocación sentimental que bebe directamente de las road movie americanas, pero introduciendo matices de nuestra propia idiosincrasia que la alejan convenientemente de su modelo. Impecables los dos protagonistas, mientras el resto del elenco contribuye a dar frescura con su complicidad a un producto que se ve y disfruta con entusiasmo y emoción. También Julio de la Rosa encuentra el tono justo para ilustrar con su música este cuento moderno sobre el respeto, la comprensión, el calor humano y la solidaridad, en el que cabe también una lúcida reflexión sobre la levedad de la muerte, tan inevitable como consustancial a la propia vida.