sábado, 14 de septiembre de 2013

DESCUBRIMIENTOS Y CUERDAS ROTAS EN EL 4º FESTIVAL JOAQUÍN TURINA

IV Festival Internacional de Música de Cámara Joaquín Turina. Graf Mourja y Priya Mitchell, violín. Péter Nagy, piano. Silvia Simionescu, viola. Sofya Melikyan, piano. Mikayel Hekhnazaryan, cello. Programa: Suite Italienne de Stravinsky; Sonata española de Turina; Suite de Romeo y Julieta de Prokofiev y Borisovsky; Trío de Babajanian. Viernes 13 septiembre 2013, Sala Joaquín Turina de la Fundación Cajasol

Graf Mourja
En el ecuador de esta cuarta edición del Festival Joaquín Turina tuvimos ocasión de descubrir algunas piezas infrecuentes, y de sufrir un par de incidentes. Una cuerda rota en el piano provocó un pequeño retraso en la entrada del público a la sala y el posterior inicio del concierto; mientras otra, en este caso del violín de Graf Mourja, hizo que el músico ruso interrumpiera la Suite Italiana de Stravinsky justo cuando sólo le quedaba el breve movimiento final, algo que podría haber salvado con un poco más de talento y habilidad; y de nuevo otra cuerda rota tras el primer movimiento de la Sonata de Turina.

Silvia Simionescu
Es más frecuente que se interprete la versión para piano y cello de la Suite Italienne, menos brillante y virtuosística que la que preparó Pavel Kochanski en 1925 para violín y piano. Ésta está integrada por cinco de los once movimientos de la Suite del Ballet Pulcinella, inspirado presuntamente en temas de Pergolesi, aunque más bien pertenecen a otros autores contemporáneos del compositor italiano, e incluso alguno data del siglo XIX. Para el autor era un pastiche, pero no exento de la ironía y el toque grotesco que tan bien acertó Mourja en imprimirle, dotando al conjunto de ese aire desenfadado y jovial que caracteriza el neoclasicismo cultivado por el autor de La consagración de la primavera en esa época. Nagy acompañó con sumisa disciplina. La Sonata Española de Turina no se debe confundir con la nº 2 Op. 82, que también lleva ese sobrenombre. Ésta es más primigenia y se descubrió en 1981 durante los trabajos de preparación del centenario del compositor sevillano. Nos invita a conocer un autor inquieto y curioso, capaz de sorprendernos con un adagio (andante) sinuoso y sensual que incluso coquetea con el atonalismo, y que Mourja y Nagy desgranaron con tanta habilidad técnica como capacidad expresiva.

Mikayel Hakhanzaryan
El sonido sedoso e imponente de la viola de Silvia Simionescu acarició las populares notas del Romeo y Julieta de Prokofiev en una anecdótica reducción de Vadim Borisovsky de estilo rapsódico, que la violista rumana y la pianista Sofya Melikyan abordaron con entusiasmo y elegancia, regalándonos algunas de las páginas más conmovedoras de la noche. Dos armenios, Melikyan y el chelista Mikayel Hakhnazaryan, junto a la violinista Priya Mitchell, nos dieron a conocer el Trío de su compatriota Arno Babajanian, una obra trágica y visceral, apasionada y agresiva, en un registro tonal pasado de moda pero efectivo, que contiene tantas oportunidades de lucimiento técnico como de expresividad emocional, todas las cuales fueron magistralmente aprovechadas por los tres solistas participantes. A pesar de todo eso no alcanzamos a comprender el título otorgado al concierto, Fuego nada artificial, y nos hubiera gustado que alguien nos lo hubiera explicado.

Versión extensa del artículo publicado en El Correo de Andalucía el 15 de septiembre de 2013

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