sábado, 30 de abril de 2016

TRIUNFAL REGRESO DE HALFFTER AL PODIO DEL MAESTRANZA

Concierto de la Orquesta y Coro Nacionales de España. Escolanía de Los Palacios. Leonor Bonilla, soprano. Beñat Egiarte, tenor. Carlos Daza, barítono. Pedro Halffter, director. Programa: Obertura de La muerte de Tasso, de Manuel García; Danza nº 1 de La vida breve, de Falla; Orgía de Danzas fantásticas, de Turina; Tiento del primer tono y batalla imperial, de Cristóbal Halffter; Carmina Burana, de Carl Orff. Teatro de la Maestranza, viernes 29 de abril de 2016

La OCNE en el Auditorio Nacional
Fin de semana muy especial para el Teatro de la Maestranza, ocasión única para revalidar su condición de primer teatro lírico de Andalucía, al presentar en días consecutivos la Orquesta y Coro Nacionales de España, largamente ausentes de su programación, y la Gala lírica conmemorativa del veinticinco aniversario del coliseo. Ocasión además para festejar la supervivencia de un ente cultural tan imprescindible como éste, y que a lo largo de su todavía corta vida ya ha sufrido muchos vaivenes políticos y económicos, el último de rabiosa actualidad pero del que tenemos total seguridad saldrá también airoso. En esta primera cita Pedro Halffter volvió al podio del escenario maestrante, en una temporada en la que hasta ahora sólo lo habíamos podido disfrutar desde el foso operístico. El reclamo del concierto de la OCNE fue la tantas veces programada Carmina Burana de Orff; en 2011 tuvimos doble ración de ella, una participativa y otra para conmemorar precisamente el vigésimo aniversario del teatro y la ROSS. Una apuesta segura que ha contado siempre con el entusiasmo del público, que en última instancia es quien domina el futuro de la institución. 

Leonor Bonilla
Pero antes Halffter programó una serie de piezas de honda raigambre española, tan del gusto también del honorable público. En sus manos volvimos a apreciar matices y texturas que rara vez antes habíamos notado en audiciones de las piezas seleccionadas. Así su Obertura de La muerte de Tasso, ópera que se representó en su integridad en este teatro en enero de 2008, sonó vitalista y llena de color, ritmo y jovialidad; la Orgía de Turina contó con un ímpetu y energía contundentes; y el Tiento del primer tono y batalla imperial de su padre Cristóbal Halffter obtuvo una precisión extraordinaria y un juego de dinámicas y contrastes digno de todos los elogios. Pero quizás fue la celebérrima Danza nº 1 de La vida breve la que llegó a sorprendernos más, por su ductilidad, fiereza y combinación de temperamento y sutileza como pocas veces antes habíamos escuchado. El abanico nacionalista se completó con otra de las piezas recurrentes que siempre se ganan el fervor del público, el Intermedio de La boda de Luis Alonso de Giménez, que se tocó como propina al final del concierto, justo después de Carmina Burana, en lo que a algunos nos pareció el colofón de un homenaje encubierto al recientemente desaparecido Frühbeck de Burgos, tan vinculado a esta formación, que tanto gustaba de estos interludios zarzueleros, y cuyo último trabajo discográfico fue precisamente la Cantata de Orff.

Carlos Daza
Una obra cuya interpretación se saldó con muy buenos resultados, gracias a la fuerza y vistosidad con la que Halffter atacó la pieza, consiguiendo de todas las familias instrumentales prestaciones gozosas, a pesar de alguna que otra entrada errática en los siempre sufridos metales. Instrumentistas que portaban lazo verde, no sólo en solidaridad con los músicos de nuestra Sinfónica sino también en reivindicación de sus propias necesidades y alarmas. Halffter, que bien conoce a este conjunto al que ha dirigido tantas veces, volvió a convencernos de su talento, revalidado con la ovación de un público enfervorecido con cuyo favor siempre ha contado el director madrileño, no así como lamentablemente le ocurre con los profesionales a los que dirige y que tantos problemas le está reportando. Precisamente la profesionalidad y buen temple de éstos y los cantantes, coros y solistas, salvaron una función accidentada cuando a poco de comenzar Olim lacus colueram, el tenor vasco Beñat Egiarte sufrió un desvanecimiento que obligó a interrumpir el concierto, y una vez asegurada su salud ya fuera del escenario, reanudar en Ego sum abbas a cargo del barítono catalán Carlos Daza. Afortunadamente para el espectáculo esta era la única intervención del tenor, que debía haber atacado en falsete y no a pleno pulmón como hizo Egiarte, un esfuerzo considerable que quizás aceleró una afección ya manifestada. Daza por su parte defendió su parte excelentemente, flexibilizando su registro hasta extremos extenuantes y teatralizando su rol de forma tan conveniente como la exhibida en el magnífico Tempus est iocundum de la apoteosis final. La joven y preciosa sevillana Leonor Bonilla aseguró sin duda su carrera con una intervención magistral a todos los efectos, llena de dulzura en el In trutina y generosa en ornamentaciones en el Dulcissime. El coro deleitó con equilibrio y entusiasmo y los disciplinados niños de la Escolanía de Los Palacios volvieron a dar en la diana. Alguien debería sin embargo haberles invitado a abandonar el escenario durante las propinas, que los pobres acusaron un considerable cansancio obligados a mantenerse en pie durante tanto tiempo.

jueves, 28 de abril de 2016

CEGADOS POR EL SOL Rescate emocional

Título original: A Bigger Splash
Italia 2015 124 min.
Dirección Luca Guadagnino Guión David Kajnagich, según la novela de Alain Page “La piscina” Fotografía Yorick Le Saux Intérpretes Ralph Fiennes, Tilda Swinton, Matthias Schoenaerts, Dakota Johnson, Aurore Clément, Corrado Guzzanti, Lily McMenamy Estreno en el Festival de Venecia 6 septiembre 2015; en Italia 26 noviembre 2015; en España 22 abril 2016

Aclamado por su anterior película, Yo soy el amor, protagonizada también por Tilda Swinton, Luca Guadagnino parece haberse contagiado de las inquietudes y maneras de hacer del Bertolucci más reciente; no en vano entre aquel y este largometraje de ficción realizó un documental sobre el afamado director italiano, aunque el material dramático escogido esta vez sea el de la mítica película que Jacques Deray dirigió en 1960 bajo el título de La piscina. Un material basado en la novela que Jean-Emmanuel Conil escribió bajo el seudónimo de Alain Page y que mostraba a Romy Schneider y Alain Delon en el esplendor de sus bellezas, seis años después de haber terminado su relación sentimental de seis años. Y es que en el fondo el drama que plantea Page es el del intento de recuperación de una relación perdida, generando para ello toda una intriga pasional en la que el poder de seducción del rechazado implicará a otros tres personajes. El escenario rudo y salvaje que plantea la isla de Pantelleria, al sureste de Sicilia, completa este universo que se quiere enfermizo y colérico alrededor de estos cuatro personajes perdidos entre el placer vacacional y la tentación a veces provocada y otras no tanto. A Deray no le hizo falta ser tan explícito ni en el comportamiento de sus personajes ni en su entorno, entonces una más elegante Costa Azul, para mostrarnos la psicología primigenia de unos cuerpos abandonados al descanso, el sol y el placer. También es cierto que en esa época se frecuentaba una forma de rodar tan lenta y reflexiva que podía invitar al aburrimiento, mientras hoy el ritmo crece y la necesidad de entretener ha calado más hondo entre los nuevos cineastas. Por eso la piscina del título original ha quedado relegada a un segundo plano para ampliar escenarios y tiempos, empleando incluso innecesarios flashbacks y una incontinencia verbal por parte del personaje central interpretado por Ralph Fiennes, que asegure la degustación más complaciente del delicado material en juego. Precisamente es Fiennes quien lleva el mayor peso de la historia, haciendo una interpretación que excede del histrionismo y la sobreactuación para entrar más bien en los límites de una verdadera composición y creación del personaje al que en 1969 dio vida Maurice Ronet; mientras Dakota Johnson, que interpreta a su hija relevando a la más angelical y por ello más peligrosa Jane Birkin, nos invita con su actuación a esperar de ella grandes satisfacciones en el futuro. Guadagnino sabe rodar y dirigir a sus intérpretes, manteniendo ese estilo elegante que descubrimos en Yo soy el amor, pero le falta intensidad emocional para desarrollar sus personajes y anhelos, para generar un verdadero estudio psicológico de los mismos y transmitirnos esa sensación de rescate emocional que apuntan los Rolling Stones en el éxito de los ochenta que la película utiliza recurrentemente como tema principal de su banda sonora.

martes, 26 de abril de 2016

APUNTES BALSÁMICOS CON RICCARDO MINASI

Temporada 2015/2016 de la Orquesta Barroca de Sevilla. Riccardo Minasi, director y violín. Programa: Conciertos TWV 51:G7 de Telemann, RV 331 y RV 277 de Vivaldi, BWV 1056R de Bach, grosso Op. 3 nº 11 de Mossi, y Decimo a Pastorale de Zavateri. Teatro Lope de Vega, lunes 25 de abril de 2016

Es curioso hasta qué punto se impone la personalidad de cada director a la hora de extraer de un conjunto una u otra estética musical. Posiblemente Riccardo Minasi sea una de las batutas más sobresalientes de cuantas se han enfrentado a la Barroca de Sevilla esta temporada. Así lo avala por ejemplo su trabajo frente a Il Pomo d’Oro, formación que tuvimos la oportunidad de disfrutar en el pasado Femás de la mano de otro de sus principales valedores, Maxim Emelyanychev. Aunque su fraseo al violín, no obstante ágil y virtuoso, sea un poco seco y austero, sigue una línea expresiva balsámica y relajada fácil de apreciar en las piezas elegidas para este programa, conciertos de estilo muy italianizante en los que se aprecia de forma considerable la huella de Corelli.

Con la parte solista siempre protagonizada por Minasi, su recreación del Concierto en Sol menor TWV 51:G7 de Telemann siguió esa línea balsámica a la que hacíamos referencia, sustituyendo los habituales ataques enérgicos y vigorosos de los maestros de la orquesta por otras formas más suaves y sutiles, bien avenidas con el carácter pastoral de la pieza, que se mantuvo durante todo el programa. La particular inventiva de Vivaldi quedó manifiesta en su concierto RV 331, extraído de su imprescindible op. 8, así como en el 277 Il Favorito, portento de elegancia muy bien entendida por los miembros de la orquesta. También amable y relajado resultó el famoso Concierto BWV 1056 de Bach, en su versión para violín, cuyo Largo no fue sin embargo un dechado de lirismo, alcanzando sólo un nivel de mera corrección no exenta de delicadeza.

Lo más novedoso llegó de la mano de Giovanni Mossi y Lorenzo Zavateri, tan poco conocidas sus vidas como prolíficas sus obras. Minasi y la Barroca acertaron a reflejar en todo su esplendor el carácter galante del segundo, mientras redundaron con el primero en esa estética relajada dominante en todo el concierto. Los duelos del solista con el violín de un espléndido Mauro Lopes y el cello siempre eficiente de Mercedes Ruiz, marcaron también una velada que terminó con Minasi haciendo gala de su excelente sentido del humor en las presentaciones de unas propinas consagradas a la familia Bach.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

lunes, 25 de abril de 2016

TORO Posmodernidad ibérica y violenta

España 2016 100 min.
Dirección Kike Maíllo Guión Rafael Cobos y Fernando Navarro Fotografía Arnau Valls Colomer Música Joe Crepúsculo Intérpretes Mario Casas, Luis Tosar, José Sacristán, Ingrid García Jonsson, Claudia Canal, José Manuel Poga, Luichi Macías, Alberto López, Nya de la Rubia, Manuel Salas, Ignacio Herráez Estreno 22 abril 2016

Si algo demuestra el segundo largometraje de Kike Maíllo es que sabe enfrentarse a un trabajo complejo aunque aún no haya encontrado un estilo propio. Tras coquetear con el género fantástico y metafísico en Eva, con gran reconocimiento por parte de un sector poderoso de la crítica, se adentra ahora en otro género también con un marcado carácter internacional, el thriller trepidante y violento, sin que entre una y otra exista relación alguna evidente. En medio realizó por encargo un mediometraje romántico a mayor gloria de David Bisbal, que se interpretaba a sí mismo, Tú y yo. Toro representa la versión ibérica, dura y salvaje de Tarantino, desprovista de humor, y Nicolas Winding Refn, del que resulta inevitable referirse a Drive al ver esta película, incluido el uso de una banda sonora inquietante a la que sin embargo le sobran apuntes folclóricos. Los guionistas trazan una trama muy reconocible y recurrente, la del delincuente que quiere rehabilitarse, reintegrarse en la sociedad como otro ser corriente y empezar una nueva vida junto a su preciosa novia, la sevillana Ingrid Gª Jonsson. Pero un hermano incorregible y un pasado marcado por la fuerte personalidad de un implacable capo de la mafia de la Costa del Sol, se lo van a poner muy difícil. Afortunadamente el arquetípico argumento se somete a alicientes en forma de giros y situaciones irrespirables que le dan al conjunto una dignidad que la precisa y certera dirección del joven realizador acaba por convertirlo en un film apreciable. Salvadas gracias a estos aciertos las ridiculeces a las que podrían haber dado lugar la tendencia capillita del perverso o la inclinación por conceder credibilidad al material esotérico, la película se revela como un vehículo adrenalítico en el que el aspecto visual está tan cuidado como la verosimilitud de sus escenas de acción o la crueldad de los personajes y sus métodos expeditivos. El reparto está bien, incluso un Mario Casas convincentemente taciturno, entregado a una suerte y destino que le confirman como sujeto sin remedio ni esperanza. Las localizaciones en los espacios más decadentes de la Costa del Sol le confieren una atmósfera entre mitológica e infernal, notándose la mano de Maestranza Films en su impoluto y aseado trabajo de producción; todo lo cual deviene en un film de género, sin más pretensión que la de entretener y cumplir con lo prometido.

miércoles, 20 de abril de 2016

CHRIS POTTER EN EL LOPE DE VEGA: EL TEDIO COMO EFECTO HIPNÓTICO

Chris Potter Quartet: Chris Potter, saxo. David Virelles, piano. Joe Martin, bajo. Marcus Gilmore, batería. Teatro Lope de Vega, martes 19 de abril de 2016 

No es cuestión de ponerle reparos a la excelente programación de jazz que está llevando a cabo el Teatro Lope de Vega, que con la Orquesta Barroca y otras músicas y eventos está ampliando considerable y saludablemente su programación. Pero no todas las propuestas calan por igual en el público; a una asistencia considerablemente inferior que en otras citas del ciclo, hubo que añadir el también menor entusiasmo que suscitó el programa articulado por el prestigioso saxofonista Chris Potter y su tímida forma de conectar con el público. 

Capaz de extraer un sonido aterciopelado y envolvente, con una línea homogénea, sofisticada y estilizada en el fraseo, un control superlativo de la respiración y una fluida articulación del ritmo que le convierten en un artista incombustible e infatigable, Potter es sin duda un lujo para los oídos gourmet. Virtuoso tanto en el saxo tenor que más frecuenta como en el soprano, quince discos como solista y más de un centenar como colaborador en apenas veinte años, le han colocado en el ranking mundial como uno de los saxofonistas más relevantes y referenciales del momento. No cabe duda de que está especialmente dotado para la improvisación, y que sus ornamentaciones y variaciones sobre sus propias composiciones gozan de una envidiable creatividad. Pero todas esas virtudes no fueron suficientes frente al considerable tedio que llegó a provocar un programa tan hipnótico y repetitivo, que aunque dividido en varios bloques, evidenció un carácter demasiado monótono.

En formación de cuarteto no cabía esperar una recreación de su último trabajo, Imaginary Cities, junto a su Underground Orchestra; y sin embargo el último bloque estuvo protagonizado por un arreglo de Compassion para el que el estupendo contrabajista Joe Martin se empleó a fondo y Potter hizo gala de su versatilidad encargándose de los efectos electrónicos. Aunque elegante y virtuoso, David Virelles exhibió al piano una estética algo apagada, mientras Gilmore marcó el ritmo excelentemente a pesar de puntuales excesos decibélicos.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 21 abril 2016

martes, 19 de abril de 2016

EL HÉROE DE BERLÍN Las gestas de J.C.

Título original: Race
Canadá-Francia-Alemania 2016 134 min.
Dirección Stephen Hopkins Guión Joe Shrapnel y Anna Waterhouse Fotografía Peter Levy Música Rachel Portman Intérpretes Stephan James, Jason Sudeikis, Jeremy Irons, Carice van Houten, William Hurt, Shanice Banton, Chantel Riley, David Kross, Eli Goree, Barnaby Metschurat, Amanda Crew, Shamier Anderson, Tony Curran, Jonathan Higgins Estreno en Canadá y Estados Unidos 19 febrero 2016; en España 15 abril 2016

Aunque su producción reza canadiense, francesa y alemana, está claro que este biopic de Jesse Owens es una típica película norteamericana al más puro estilo clásico de Hollywood, que aprovechando las nuevas tecnologías digitales ofrece una ambiciosa recreación de los espacios y ambientes en los que se desarrolla, incluidos estadios como el de Berlín y ciudades como Nueva York. Se nota el carácter artesano de su director, Stephen Hopkins, curtido en el cine, donde empezó con la quinta entrega de Pesadilla en Elm Street y continuó con géneros dispares (fantástico en Depredador 2 y Perdidos en el espacio, aventuras en Los demonios de la noche, acción en Volar por los aires, intriga en Bajo sospecha, terror en La cosecha y otro biopic, el de Peter Sellers, en Llámame Peter) y la televisión, con series como Traffic, Californication y House of Lies. Su mano garantiza un producto nada pretencioso, detallista en su puesta en escena y eficaz como lección de historia, que no es poco. El objetivo es rehabilitar la memoria del corredor afroamericano Jesse (derivación del original J.C) Owens, que en 1936 ganó cuatro medallas olímpicas en Berlín, batiendo todas las marcas de atletismo. Ochenta años después, coincidiendo con un nuevo año olímpico, llega a las pantallas este largo devenir por la historia de este singular e irrepetible deportista, desde sus años universitarios hasta su gesta olímpica. El resto lo conoceremos por los didácticos créditos finales de rigor. Se trataba en principio de destacar el racismo del que fue víctima en su país frente al mejor trato recibido en la Alemania nazi, a pesar de que Hitler le negó el saludo. Otra forma de poner en evidencia las supuestas virtudes de los a sí mismo llamados demócratas. Las diferencias sin embargo no están demasiado marcadas, y por el contrario asistimos a ejemplares crónicas de amistad y respeto, como la expresada por su rival alemán y contrario al régimen, Lutz Long, y la dignidad con la que se retrata a la cineasta Leni Riefenstahl. Junto al joven actor Stephen James, que da vida al héroe, podemos también disfrutar del esmerado trabajo de Jason Sudeikis (Cómo acabar con tu jefe, Somos los Miller) en el rol de su entrenador, así como un entregado Jeremy Irons como el constructor e impulsor de la participación norteamericana en los polémicos juegos Avery Brundage, cuyos negocios con los nazis generaron cierto escándalo en su época. Todos estos ingredientes derivan en una película entretenida, didáctica y emocionante, sin más pretensión que la de generar un producto de calidad y con dignidad.

lunes, 18 de abril de 2016

MI AMOR Un hombre (gilipollas) y una mujer (histérica)... en fin

Título original: Mon roi
Francia 2015 130 min.
Dirección Maïwenn Lo Besco Guión Etienne Comar y Maïwenn Lo Besco Fotografía Claire Mathon Música Stephen Warbeck Intérpretes Emmanuelle Bercot, Vincent Cassel, Louis Garrel, Isild Lo Besco, Chrystèle Saint Louis Augustin, Patrick Raynal, Yann Goven, Paul Hamy, Djemel Barek Estreno en el Festival de Cannes 17 mayo 2015; en Francia 21 octubre 2015; en España 15 abril 2016

Si en su anterior película, muy celebrada en Francia, Polisse, Maïwenn intentaba mostrarnos el día a día del cuerpo de policía de una conflictiva comisaría de París, en esta cinta fija su mirada en una pareja imposible, la formada por una divorciada de difícil temperamento y un contumaz vivalavida para al que hacer sus caprichos realidad sólo le suponen un chasquido de dedos. Trata de ilustrar una atracción fatal entre dos seres llamados a no entenderse y hacerse la vida imposible; el problema es que tal como ha trazado sus personajes, la definición de ella corre, una vez más, con la peor fortuna. Mientras las vaciedades de él y su eterno afán de devorar la vida a cualquier precio, se redimen con un buen carácter y hasta cierta generosidad, ella no encuentra justificación en sus celos, sus continuas muestras de histeria y esa molesta entrega al principio incondicional a los supuestos encantos de un hombre (el rey, aunque sea de los gilipollas, como él mismo se define, del título original que aquí se ha traducido con un amor que deja al amo al descubierto, pero que no logra tener reflejo preciso en la película) que se rodea de gente mediocre y hace cosas mediocres y extravagantes, siempre con la excusa del placer y la diversión. El producto, largo y tedioso, se enrosca innecesariamente para apenas contar nada, hacerlo sin convicción y acabar provocando más irritación que inquietud ante la supuestamente incómoda realidad emocional que cuenta. Sobra metraje, situaciones y sobre todo esa visión condescendiente del hombre y despiadada de ella, por mucho que la intención pudiera ser otra diferente, en cuyo caso estaríamos ante un producto decididamente fallido. Ya lo es por todo lo demás, incluida una interpretación, la de ella, que más que recorrer matices va de un extremo a otro dando tumbos, sin coherencia ni apenas estudio del personaje, por lo que sorprende el premio obtenido en Cannes, donde seguramente hubo actrices que brillaron más y mejor.

EL LIBRO DE LA SELVA Las emocionantes y hermosas aventuras de Mowgli

Título original: The Jungle Book
USA 2016 105 min.
Dirección Jon Favreau Guión Justin Marks, según el libro de Rudyard Kipling Fotografía Bill Pope Música John Debney Intérpretes Neel Sethi y las voces en versión original de Bill Murray, Ben Kingsley, Idris Elba, Scarlett Johansson, Giancarlo Esposito, Lupita Nyong'o, Christopher Walken, Garry Shandling Estreno en Estados Unidos y España 15 abril 2016

En su reciente política de recuperación de clásicos de la casa, Disney rescata ahora El libro de la selva para convertirla en una vistosísima producción de animación digital, con toques también live action como disfrutábamos hace dos décadas en Babe, el cerdito valiente, combinado todo con imagen real, fundamentalmente el expresivo niño que da vida a Mowgli. La historia se centra de nuevo en varios de los capítulos del libro recopilatorio de cuentos de Rudyard Kipling, los que narran la infancia del personaje, rodeado de animales en su viaje a la aldea humana en la que se desarrollan algunos capítulos posteriores, y que sí sirvieron de base para el clásico de Zoltan Korda de 1942, director que por cierto realizó también, en colaboración con Robert Flaherty, Elephant Boy (1937), una adaptación de otro de estos cuentos, ya sin Mowgli en el cartel, Toomai de los elefantes. Al margen de la de Korda y la que Wolfgang Reitherman dirigió en 1967 y que sería la última producción supervisada directamente por Walt Disney, sólo merece destacarse la que Stephen Sommers (La momia, Van Helsing) dirigió en 1994. Únicamente podemos celebrar esta nueva revisión de El libro de la selva como un feliz acontecimiento que aúna con talento y dignidad la aventura clásica, la emoción sincera y el diseño esmerado y preciosista, hasta tal punto de que prácticamente todos sus fotogramas son bellísimos. Otro aliciente es el respeto a los animales, que aunque hablan no pierden sus características y distinciones como tales, lográndose en general un espectáculo recomendable para todas las edades y condiciones, con un uso además de la tecnología tridimensional logrado y disfrutable. Incluso el consabido mensaje ecológico está tratado con habilidad y dejando claras las diferencias en las relaciones de humanos y animales con la naturaleza. Hay que destacar también el eficiente trabajo de Jon Favreau (Iron Man, Cowboys & Aliens), insuflando al conjunto una energía y un entusiasmo dignos de las mejores películas de acción, pero sin llegar al descalabro al que habitualmente se desbocan las películas del género. En la eficaz banda sonora de John Debney se han interpolado tres de las míticas canciones que contribuyeron al éxito de la versión animada del 67, Trust in Me (que ahora canta Scarlett Johansson), I Wanna Be Like You (con un Christopher Walken muy en estilo), ambas de Richard y Robert Sherman, y por supuesto The Bare Necessities (en doble versión de Dr. John y Bill Murray), por la que el compositor Terry Gilkyson obtuvo una nominación al Oscar en aquella edición del 67.

THE LADY IN THE VAN El pasado de la indigencia

Reino Unido 2015 104 min.
Dirección Nicholas Hytner Guión Alan Bennett Fotografía Andrew Dunn Música George Fenton Intérpretes Maggie Smith, Alex Jennings, Jim Broadbent, Frances de la Tour, Gwen Taylor, Deborah Findley, Roger Allam, Richard Griffiths, Pandora Colin, Dominic Cooper, James Corden, Clare Hammond Estreno en el Festival de Toronto 12 septiembre 2015; en Reino Unido 13 noviembre 2015; en España 15 abril 2016

El director de El crisol, Nicholas Hytner, recurre de nuevo a Alan Bennett, autor de los guiones y obras de teatro en los que se basaban La locura del rey Jorge y The History Boys, para contarnos una tierna historia de amistad y generosidad en la que un pasado marcado por la educación, especialmente la católica, y una tragedia definen el destino de una anciana. El reputado dramaturgo británico cuenta en este guión estrictamente cinematográfico su experiencia con una indigente que habitó durante quince años en una camioneta aparcada en el porche de su residencia en el Camden de Londres. Y sirve el ejemplo para echar un vistazo a esas personas no precisamente invisibles pero que despachamos con desprecio o en el mejor de los casos indulgencia, sin reparar en las causas que les llevaron a tal estado y sin reflexionar sobre la posibilidad que todos y todas tenemos de vernos en algún momento en esa situación. Tratado el tema con tanta delicadeza y sentido del humor como lo hace la escritura de Bennett, que se reserva un ingenioso cameo al final de la película, y la artesanal realización de Hytner, la cinta se deja ver con tanto interés como encanto expiden sus propuestas. Un desdoblado Alex Jennings da vida al dramaturgo como fabulador de esta entrañable historia y a la vez directo protagonista de las experiencias relatadas. Pero naturalmente el mayor atractivo de la cinta reside en Maggie Smith, que compone un personaje tan impertinente como desgarrador, equilibrando de tal forma ambos aspectos que nunca llega a resultar chirriante o antipático. En un segundo plano queda el análisis, también delicado pero con mayor dosis de brocha gorda, del vecindario arquetípico de clase media acomodada londinense, con sus supuestas hipocresías (léase también buena educación) y por supuesto sentido del humor, entre quienes se encuentra la viuda de Vaughan Williams en la piel de la siempre eficaz Frances de la Tour. La música ocupa también una parte fundamental en esta emotiva historia, hasta tal punto de que sin ella la capacidad para emocionar y trascender de esta película no sería la misma. La actriz y pianista que da vida a la protagonista de joven, Clare Hammond, y el compositor de la cinta, George Fenton (Gandhi, Las amistades peligrosas, Tierra y libertad) protagonizan un elocuente Concierto nº 1 de Chopin en los títulos iniciales y finales.

sábado, 16 de abril de 2016

EL SECRETO DE UNA OBSESIÓN Versión fría de una película apasionante

Título original: Secret in Their Eyes
USA 2015 111 min.
Guión y dirección Billy Ray, según la novela de Eduardo Sacheri Fotografía Daniel Moder Intérpretes Chiwetel Ejiofor, Julia Roberts, Nicole Kidman, Dean Norris, Michael Kelly, Lyndon Smith, Zoe Graham, Alfred Molina Estreno en Estados Unidos 20 noviembre 2015; en España 15 abril 2016

Han hecho bien los distribuidores españoles en cambiar el título original de esta película, camuflando así el hecho de que se trate de un remake de la exitosa y ejemplar El secreto de sus ojos, pues a primera vista, y aunque ambas estén basadas en la misma novela, no existe un parecido evidente entre estas dos cintas. La trama se traslada a Los Angeles, con la lucha contra el terrorismo islámico como fondo apenas coyuntural y el cambio de sexo de uno de los personajes. El tratamiento se acerca más al del thriller convencional que la película de Juan José Campanella, que aquí ejerce de productor ejecutivo. Con todo lo peor es que falla la realización de Billy Ray, aparentemente curtido en el género con sus dos anteriores películas, El precio de la verdad (2003) y El espía (2007) y acostumbrado a lidiar con repartos atractivos: Hayden Christensen y Chloë Sevigny en la primera, Chris Cooper, Ryan Philippe y Laura Linney en la segunda, a los que ahora añade nada más y nada menos que a las bellísimas Julia Roberts, notablemente desmejorada para interpretar su papel con convicción dramática, y Nicole Kidman, que parece haber dado marcha atrás en algunas de sus intervenciones quirúrgicas para volver a ser la radiante australiana de antaño. Y es que la de Ray es una realización plana, sin emoción ni tensión, que no sabe mantener el pulso dramático y malogra las posibilidades de esta variante del guión de la oscarizada película de Campanella. Se ve sin desagrado pero tampoco interés. Demasiado fría y contenida para narrar una historia tan desoladora y trágica como ésta. Una frialdad que tampoco facilita la tibia relación sentimental entre Chiwetel Eijofor y la Kidman, a pesar de que mantienen cierta química entre ellos. Un film por lo tanto prescindible y apenas disfrutable, aunque tampoco hace daño verla; los incondicionales de sus protagonistas se pueden acercar a ella sin temor.

viernes, 15 de abril de 2016

CARMEN DE DeMILLE EN EL MAESTRANZA: UNA EXPERIENCIA NOSTÁLGICA, CIEN AÑOS DESPUÉS

14º concierto de la 25ª temporada de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Mihnea Ignat, director. Programa: Carmen, película de Cecil B. DeMille; música de Georges Bizet adaptada por Hugo Riesenfeld. Teatro de la Maestranza, jueves 14 de abril de 2016

La Feria de Abril no debería ser un obstáculo para que se mantuviera el pulso vital de Sevilla. Mientras otras ciudades aprovechan sus fiestas para programar un sinfín de actividades culturales, la nuestra se cierra sobre sí misma para no ofrecer más que folclore y tipismo, eso sí bellísimo, pero dejando fuera cualquier otra posibilidad de entretenimiento que no sea el cine, sin tener en cuenta ese otro público que no le encuentra la gracia a la efímera ciudad que se levanta en Los Remedios. Incluso quienes disfrutan de la Feria deben tener la oportunidad de poder compaginarla con diversión fuera de ella. Por eso es muy de agradecer que el Maestranza y la ROSS hayan decidido no cerrar por vacaciones y ofrecer al menos un espectáculo, y tan suntuoso como éste.

Hace poco más de un siglo se estrenaba Carmen de Cecil B. DeMille en el Symphony Hall de Boston. Nuestro teatro se convirtió en este decimocuarto programa de abono en aquella sala para recrear la experiencia de ver una película muda con interpretación en directo de su música a cargo de una orquesta sinfónica. La película supuso el debut en el cine de la estrella de la ópera Geraldine Farrar, que imprimió su actuación de una fuerza y temperamento que sería trasladada luego a la escena y se convertiría a partir de entonces en referente del carismático personaje. La copia seleccionada para la ocasión, restaurada por Lobster Films, acusó tal exceso de transparencias de colores que oscurecían frecuentemente la imagen. Mejor en este sentido la versión restaurada por Diamond Time que se puede disfrutar en DVD y que cuenta con la recuperación de la música a cargo de la directora y musicóloga estadounidense Gillian Anderson. Respecto a esto último no hay diferencia sustancial con la reconstrucción de Marco Jovic y el especialista Frank Strobel, salvo que la primera mantuvo puntuales pasajes cantados.

De origen austriaco, Hugo Riesenfeld cultivó una fructífera carrera como compositor y director musical en Hollywood a partir de su trabajo para esta película del director de Los diez mandamientos. Su labor consistió en utilizar los temas de Bizet, ya populares aunque sólo hiciera cuarenta años del estreno de la ópera en París, y adaptarlos a la imagen recurriendo para ello a técnicas de sincronización, repetición y uso de leit motivs que sentarían las bases de la composición cinematográfica. El director rumano Mihnea Ignat, familiarizado con nuestras orquestas, logró una versión aseada y perfectamente sincronizada, obteniendo de la orquesta un trabajo impactante, fiel al sonido a menudo camerístico ideado por Riesenfeld para hacer que la partitura pudiera ser interpretada también por conjuntos más reducidos, incluso piano, en salas más modestas. La mirada del público naturalmente no era la del de entonces, más verde e inocente; pero la película demostró que hay muchas cosas de nuestra idiosincrasia que apenas han cambiado en cien años.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 14 de abril de 2016

EL JUEZ Estado de ánimo en el tribunal

Título original: L’hermine
Francia 2015 98 min.
Guión y dirección Christian Vincent Fotografía Laurent Dailland Música Claire Denamur Intérpretes Fabrice Luchini, Sidse Babett Knudsen, Miss Ming, Berenice Sand, Claire Assali, Floriane Potiez, Corinne Masiero, Eva Lallier, Victor Pontecorvo, Abdellah Moundy, Fouzia Guezoum Estreno en el Festival de Venecia 6 septiembre 2015; en Francia 18 noviembre 2016; en España 8 abril 2016

Aunque tiene una abundante filmografía a sus espaldas, el cine de Christian Vincent sólo conoció cierta popularidad en nuestro país a raíz de la amable y sentimental La cocinera del presidente. Después ha realizado esta película, que le ha reportado el premio al mejor guión en el pasado Festival de Venecia, donde también se alzó con la Copa Volpi al mejor actor, el veterano Fabrice Lucchini (En la casa, Primavera en Normandía o varias películas de Claude Lelouch y Eric Rohmer). Se trata de un film un tanto marciano que no se sabe muy bien qué quiere contarnos, a pesar de ese premio al mejor guión, y que ya desde su título original en francés, El armiño en referencia a la piel que luce el atuendo del protagonista, invita a la confusión, pues no se sabe si se refiere al concepto de autoridad, que tampoco se desarrolla claramente en la película; aunque aquí el título lo han traducido por el más convencional y anodino El juez (ya no se cuidan las coincidencias en los títulos como antaño). Precisamente Luchini encarna a uno que, cual Mercedes Alaya, va y viene constantemente con su trolley y preside un tribunal en el que se enjuicia un caso de infanticidio. Parece ser, por referencias de quienes se mueven a su alrededor, que es un señor taciturno, duro y difícil. Y también parece ser que reencontrarse con un supuesto amor del pasado, porque nada está claro, endulza su carácter y lo refleja en su actitud ante el juicio que le ocupa. La publicidad anuncia una película sentimental de corte romántico, pero lo cierto es que asistimos más bien a un peculiar film de juicios realizado sin la tensión ni la inquietud que caracteriza este tipo de cine, seguramente con la intención muy controlada. El ritual procedimental del sistema judicial francés, aunque no acabemos de entenderlo, sobre todo en lo que se refiere al uso de jurados, se desarrolla ante nuestros ojos, incapaces de involucrarnos ni en la causa penal ni en ese encuentro amoroso. Al final todo queda en tierra de nadie, sin emoción ni interés, a la espera de que alguien más avezado e inteligente nos explique dónde reside el interés de esta película, una más de esas en las que el cine francés retrata los comportamientos y costumbres de la gente corriente de provincias. La mujer en cuestión está interpretada por la madura y atractiva actriz danesa, popular en el movimiento Dogma de los noventa del siglo pasado, Sidse Babett Knudsen, que logró por su interpretación el premio a la mejor actriz secundaria en la pasada edición de los César.

miércoles, 13 de abril de 2016

EL NOVATO La hora de definir la personalidad

Título original: Le nouveau
Francia 2015 81 min.
Dirección Rudi Rosenberg Guión Igor Gotesman, Bruno Muschio y Rudi Rosenberg Fotografía Nicolas Loir Intérpretes Réphaël Ghrenassia, Joshua Raccah, Géraldine Martineau, Guillaume Cloud-Roussel, Johanna Lindstedt, Max Boublil, Eythan Chiche, Gabriel Nahum, Ismaël Mandile, Iléana Courbey Estreno en el Festival de San Sebastián 19 septiembre 2015; en Francia 23 diciembre 2015; en España 8 abril 2016

Una refrescante sorpresa en forma de crónica de la adolescencia según la inquietud que despierta en el realizador Rudi Rosenberg, que debuta en el largometraje después de dirigir dos cortometrajes con idéntica temática, de uno de los cuales ha importado su personajes central, Aglaée, que forma parte aquí parte integrante del elenco. No es un film tanto sobre la diversidad y el respeto al semejante, aunque también se refiere al tema, sino sobre la búsqueda de la propia identidad y la forma de encajar en nuestra sociedad, cuando se alcanza la edad para preocuparse por estas cuestiones y empezar a definir tu propia personalidad. El protagonista es un jovencito que se tiene que adaptar a un nuevo entorno escolar cuando sus padres deciden trasladarse por trabajo de Le Havre a París. Incapaz de relacionarse, a pesar de tratarse de un chico convencional y hasta guapo, irá dándose chocazos mientras intenta averiguar si su lugar está entre los enrollaos de la clase, los tan admirados como temidos chulos y las niñas monas, o entre los llamados frikis, empollones, ridículos si los medimos por los standards de aceptación, con discapacidad o sencillamente con poco talento para enfrentarse a los convencionalismos sociales. El film margina a los adultos, que apenas tienen relevancia como educadores o progenitores, salvo el tío del protagonista, una especie de Peter Pan que por ello encaja en la intención del conjunto. En este apasionante viaje en el que no es difícil identificar las situaciones que plantea, erigiéndose también en un viaje a nuestra propia adolescencia, el joven conocerá también el amor y el desconsuelo, siempre tratado todo con tanta delicadeza y naturalidad que no podremos evitar borrar de nuestra cara una sonrisa permanente de condescendencia. Los chicos y chicas colaboran sobremanera al éxito de la empresa, revelando unas interpretaciones llenas de gracia y convicción, y dejándonos secuencias memorables como la del incidente en la fiesta de las chicas pijas o la del encuentro de Benoit, el protagonista, con éstas en el jardín del instituto. Ideal para maestros y padres, así como para jóvenes que estén precisamente descubriendo ahora toda esa aventura de la vida, sus gozos y sinsabores, y por supuesto para todo el público en general.

OBJETIVO: LONDRES Filón terrorista ridículo y a gran escala

Título original: London Has Fallen
USA-Reino Unido-Bulgaria 2016 99 min.
Dirección Babak Najafi Guión Katrin Benedikt, Christian Gudegast y Creighton Rothenberger Fotografía Ed Wild Música Trevor Morris Intérpretes Gerald Butler, Aaron Eckhart, Morgan Freeman, Angela Bassett, Jackie Earle Haley, Charlotte Riley, Radha Mitchell, Melissa Leo, Robert Forster, Colin Salmon, Shivani Ghai, Waleed Zuaiter, Patrick Kennedy Estreno en Estados Unidos 4 abril 2016; en España 8 abril 2016

Secuela de Objetivo: La Casa Blanca, donde Mike Banning (Gerald Butler) y el presidente de Estados Unidos, Benjamin Asher (Aaron Eckhart), se enfrentaban a una banda de terroristas para salvar al país del ataque de sus enemigos. Los mismos regresan ahora para salvar al Mundo cuando asisten en compañía de un puñado de dirigentes de los países más poderosos al funeral del Primer Ministro Británico. Los americanos no se resisten a convertir en carne de espectáculo pirotécnico y hasta cómico dramas tan inabarcables como el que desde principios de este siglo asola al planeta ante el terrorismo internacional. No basta ahora con un edificio, un avión o cualquier otro espacio unidimensional, sino que en favor de unos efectos especiales que garanticen la rentabilidad de la empresa, ahora es toda una ciudad la que sucumbe ante el terror vengativo de unos poderosos criminales de oriente. No se desaprovecha la oportunidad, por supuesto, de lanzar el consabido y desvergonzado mea culpa, para sin embargo justificar posteriormente la vorágine de violencia que convierte a los protagonistas en héroes indiscutibles capaces de acabar con todo aquel que se ponga por delante en una ciudad asediada, trampa mortal como la que exhibía Belfast en la mucho más interesante y rigurosa '71 de Yann Demange. El proyecto se deja en manos de sus guionistas, que repiten hazaña con los consabidos chistes y lugares comunes, y un realizador sueco del que nada sabíamos hasta ahora, y que parece dirigió un par de películas de acción en su país antes de perpetrar este despropósito descomunal. Repite parte del elenco de la otra película en los mismos papeles, mientras su primera media hora reparte devastación a lo bestia y ofrece momentos hilarantes para el cine, como el asesinato de los líderes francés, italiano (una especie de Berlusconi que toquetea a su joven esposa en lo alto de Westminster), japonés, canadiense o alemana.

martes, 12 de abril de 2016

LAS CRÓNICAS DE BLANCANIEVES: EL CAZADOR Y LA REINA DEL HIELO Hacer taquilla sin imaginación

Título original: The Huntsman: Winter’s War
USA 2016 113 min.
Dirección Cedric Nicolas-Troyan Guión Craig Mazin y Evan Spiliotopoulos Fotografía Phedon Papamichael Música James Newton Howard Intérpretes Chris Hemsworth, Charlize Theron, Jessica Chastain, Emily Blunt, Sam Claflin, Nick Frost, Alexandra Roach, Sheridan Smith, Rob Brydon, Sam Hazeldine, Supe Dirisu Estreno en España 8 abril 2016; en Estados Unidos 22 abril 2016

La moda de rescatar los cuentos de princesas de antaño se extiende ahora a inventarle precuelas y secuelas con las que sacarle más rendimiento económico a la empresa. Convertida ahora en saga al estilo de El señor de los anillos o Las crónicas de Narnia, los productores de aquella Blancanieves que aportaba un aire nuevo y moderno a la heroína, convirtiéndola de sumisa pobre huerfanita en aguerrida mujer de acción que luchaba por liberar al pueblo de la opresión y la injusticia, han querido ahora estirar el invento echando más mano de la cartera que de la imaginación. Los resultados están por lo tanto muy por debajo de su predecesora, quedando en un mero más de lo mismo en el que las sagas antes aludidas se mezclan con éxitos como el de Frozen para que todos los referentes queden bien atados. La traducción del título al español insiste en dar protagonismo a una Blancanieves aquí absolutamente inexistente, mientras su título original deja claro que el protagonista verdadero de la función es el cazador al que da vida Chris Hemsworth. Junto a él un atractivo elenco de buenas actrices que, aparte de cobrar lo suyo, abordan sus papeles con profesionalidad y seriedad, por mucho que pueda parecer que los suyos son trabajos únicamente coyunturales. La puesta en escena, el vestuario, los efectos visuales, son todo lo vistosos que pueda esperarse pero no justifican el visionado de una historia que no aporta nada y en el que no se atisba la más mínima imaginación. Lo que extraña es que con los buenos resultados que logró su predecesora no se haya contado con su realizador, debutante entonces y que no ha tenido continuidad en su carrera cinematográfica de momento, y en su lugar se haya optado por otro debutante que con este decepcionante y convencional trabajo poco interés promete para el futuro.

sábado, 9 de abril de 2016

JULIETA y los espíritus de una herencia católica cruel y devastadora

España 2016 96 min.
Guión y dirección Pedro Almodóvar, según los relatos “Destino”, “Pronto” y “Silencio” de Alice Munro Fotografía Jean-Claude Larrieu Música Alberto Iglesias Intérpretes Emma Suárez, Adriana Ugarte, Daniel Grao, Inma Cuesta, Darío Grandinetti, Rossy de Palma, Michelle Jenner, Pilar Castro, Susi Sánchez, Joaquín Notario, Nathalie Poza, Mariam Bachir, Blanca Parés, Priscilla Delgado, Sara Jiménez Estreno 8 abril 2016

Almodóvar ya lo intentó hace una década con La mala educación, hablar de esa herencia religiosa que tanto daño y desgracia ha provocado a tantas generaciones, incluida la suya. Pero aquélla no le salió bien y no supo canalizar bien el mensaje, quedando en un sainete con ínfulas criminales de escasa enjundia. Repite ahora en cierto modo el experimento, aprovechando para ello la fascinación ejercida en él por el tríptico literario de Alice Munro Destino, Pronto y Silencio, logrando conmover con esta trágica historia de mujer marcada por la desgracia e incapaz de sobrellevar su destino, invadida por un sentido de culpabilidad del que sólo es responsable esa maldita herencia católica que nos ha sido impuesta a hierro y fuego y arrastramos inevitablemente, incapaces de superarla por muy agnósticos y progresistas que nos hayamos vuelto. Su personaje central, posiblemente junto al de Carmen Maura en ¿Qué he hecho yo para merecer esto?, el de Penélope Cruz en Volver, y en menor medida el de Marisa Paredes en La flor de mi secreto, es el más logrado, pulido y abrillantado de su filmografía. Un personaje que de tanto relieve como exhibe exige del trabajo de dos actrices, una siempre maravillosa y otra que nunca lo fue tanto hasta caer en manos del director manchego, para darle vida no sólo en dos edades diferentes sino con dos dimensiones complementarias y combinadas. Julieta lo tuvo todo para ser feliz, es una mujer supuestamente triunfadora que, sin embargo, el destino se ha empeñado en herir y maltratar. Nada que no hubiera podido superar, eligiendo una nueva vida, empezando de cero o dejando el mal trago atrás. Pero para eso está la cultura de la opresión, el castigo, la redención, la penitencia y la dichosa culpabilidad, que le hace incapaz de sobrellevar tanta carga y depresión. Julieta marca un giro en la carrera del afamado y prestigioso director, obligándole a presentar su película más sobria, contenida y austera hasta el momento, sin apenas apuntes humorísticos y sin tregua al sufrimiento de la protagonista. Pero no por ello renuncia a su estilo colorista, consiguiendo que el primer trabajo de Jean-Claude Larrieu, habitual en las películas de Isabel Coixet, a sus órdenes sea tan almodovariano como del de José Luis Alcaine o Rodrigo Prieto, y siguiendo más que nunca hasta ahora esa línea de admiración que profesa al melodrama suntuoso de Hollywood de los años cincuenta, con Douglas Sirk a la cabeza. No se hacen ya películas como esas, y Almodóvar consigue con este difícil trabajo recuperar ese estilo sin por ello ceder un ápice al suyo ni ofrecer un producto rancio o anticuado. Emma Suárez y Adriana Ugarte hacen un trabajo espléndido interiorizando el dolor de la pérdida y la incomprensión, mientras el resto del elenco consigue un trabajo cuanto menos convincente, como esa Rossy de Palma especie de Sra. Danvers de costa gallega o Michelle Jenner como diseñadora a través de la cual Almodóvar se permite el único guiño al público que busca en su cine los tics de siempre, haciéndole acompañar en una secuencia de una troupe que incluye a David Delfín y una bigotuda Bimba Bosé. Aún confesándome admirador del cine de Almodóvar, nunca he conseguido emocionarme con sus historias hasta donde él parece pretenderlo, y debo decir que ésta es la que más cerca ha estado de hacerlo. Julieta es trágica y triste pero entretenida y amena, con excelentes interpretaciones, un extraordinario cuidado en su puesta en escena, con los habituales elementos intelectuales y cultos de atrezzo, bien escrita y mejor articulada; recomendable.

LA INVITACIÓN Reencuentro mortal y artificioso

Título original: The Invitation
USA 2015 90 min.
Dirección Karyn Kusama Guión Phil Hay y Matt Manfredi Fotografía Bobby Shore Música Theodore Shapiro Intérpretes Logan Marshall-Green, Emayatzy Corinealdi, Michiel Huisman, Tammy Blanchard, John Carroll Lynch, Mike Doyle, Jordi Vilasuso, Lindsay Burdge, Jay Larson, Michelle Krusiec, Karl Yune, Marieh Delfino, Aiden Lovekamp, Toby Huss Estreno en el Festival de Sitges 10 octubre 2015; en España y Estados Unidos 8 abril 2016

Con bodrios como Aeon Flux y Jennifer's Body a sus espaldas, la directora estadounidense Karyn Kusama ha logrado cierto reconocimiento con esta película de terror psicológico que se alzó con el premio a la mejor película en el pasado Festival de Sitges. Lo que comienza como un film de reencuentro generacional entre varias amistades que no se ven desde hace tiempo, cuando un acontecimiento trágico se cernió sobre una de las parejas, deriva en un film de terror en el que los principales miedos emergen de la incapacidad para superar traumas personales. Más cerca por lo tanto de Coherence de James Ward Byrkit que de Reencuentro de Lawrence Kasdan y Los amigos de Peter de Kenneth Branagh. Guapos y guapas, por supuesto, en un escenario único, una casa de lujo como no podía ser menos, y equilibrando todas las posibilidades de la diversidad posibles (gays, multiraciales, solteros...), todas las personas convocadas parecen ajenas y felices a los acontecimientos que inevitablemente se precipitarán sobre ellos, menos el protagonista, atormentado aún por ese pasado, incapaz de superarlo, taciturno y amargado, y sin embargo con una vida de pareja reconstruida no se sabe sobre qué pilar. La realizadora consigue así, astutamente, que adoptemos el punto de vista incrédulo y suspicaz de este personaje y tomemos distancia del resto del grupo, que se desenvuelve entre las consabidas risas y la memez absoluta. Todos contra él y él contra todas, una atmósfera inquietante y malsana nos va preparando para la precipitación de una serie de giros, algunos de ellos manifiestamente manipuladores de nuestro intelecto, y clichés de todos los tipos para finalmente desembocar en una espiral de violencia con las consabidas sorpresas. Nada verdaderamente nuevo, que la directora articula con todos los elementos a su favor para conseguir un producto al menos atractivo, incluido un elenco de bellos rostros conocidos aunque sus nombres no nos digan aún nada. Aunque la propuesta se revela en cierto modo ingeniosa, no puede evitar relucir por las trampas de guión que encierra, mientras Kusama no logra mantener el interés irreductible, acusando puntuales caídas de ritmo y tensión en un conjunto que decepciona más que convence. Muchos y muchas nos hubiéramos ido de la casa a los cinco minutos.

viernes, 8 de abril de 2016

LA ROSS CRECIDA ANTE LA ADVERSIDAD

13º concierto de la 25ª temporada de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Regina Chernychko, piano. John Axelrod, director. Programa: Los pinos de Roma, de Respighi; Concierto de piano para la mano izquierda, de Ravel; La consagración de la primavera, de Stravinsky. Teatro de la Maestranza, jueves 7 de abril de 2016

Nuestra orquesta, buque insignia de la cultura con mayúsculas en nuestra comunidad, vuelve a sumirse en el desencanto y la dificultad. La retirada de apoyos por parte de una cada vez más mediocre y miserable clase política, vuelve a poner en entredicho su permanencia, o cuanto menos su calidad. Pero un buque que naufraga tenemos la obligación de salvarlo entre todos y todas; si los equipos oficiales de salvamento fallan o muestran su desidia, es el momento de actuar, manifestar nuestra voluntad de apoyo y formular propuestas e ideas que provengan de una fructífera imaginación. Sevilla es una ciudad con poder adquisitivo bajo y no se puede permitir resolver todos sus problemas con dinero. El Maestranza llena prácticamente con cada una de sus ofertas y sin embargo no es suficiente, independientemente de las muchas butacas que se ocupan sin previo abono de entrada, algunos para trabajar y aportar al conjunto una colaboración distinta a la del dinero. La ROSS necesita que propongamos ideas para sacar el buque a flote. Alguna podría pasar por una gestión que aproveche el potencial de una orquesta casi siempre entre las mejores del país, y si sigue así esta temporada podría erigirse en la mejor de todas. Un conjunto así en una ciudad tan turística como ésta podría con poco esfuerzo multiplicar sus dividendos ofreciendo programas vendidos de antemano entre touroperadores y agencias de viaje a grupos turísticos que no se conformaran con ver la Giralda y la Torre del Oro, asistir a un espectáculo flamenco, degustar gazpacho y paella o dar un paseo en barco por el Guadalquivir. Un público al que escuchar zarzuelas u óperas ambientadas en la ciudad supusiera otro aliciente, y en las mejores manos, las de los profesionales de una orquesta extraordinaria. Las instituciones públicas tienen el deber de velar por su cultura, lo hemos repetido hasta la saciedad; pero visto que no lo hacen y que tampoco lo vamos a resolver en las urnas, donde las fuerzas en lidia nos brindan pocas esperanzas, debemos actuar y optimizar los recursos de una orquesta que no podemos permitir que desaparezca.

Ya ha ocurrido otras veces, pero la ROSS se crece cuando surge la adversidad, quizás como manifestación de rabia y demostración de superioridad ética y moral. Lo que unido al trabajo excepcional que está realizando Axelrod, muy criticado como programador pero cada vez más respetado como director, está dando como resultado una temporada a nivel interpretativo sumamente estimulante. No hay más que escuchar los metales, que jamás sonaron tan bien como en estos últimos conciertos, y ocasión tuvieron para lucirse generosamente en este decimotercero programa, especialmente en el efectista final preparado para Los pinos de Roma, más allá de toda espectacularidad, con los efectivos situados desde todos los ángulos de la sala, haciendo que trompas y trompetas acudieran a la fiesta como si los hubiese grabado George Lucas en los estudios Skywalker. Axelrod sabe de estética cinematográfica y lo aprovechó en un concierto que tuvo mucho de ilustración fílmica, desde unos Pinos de Respighi que tantas partituras de romanos ha inspirado y que, al margen de un arranque un poco enmarañado y desequilibrado, remontó inmediatamente para revelarse como página de una sensibilidad extrema. El bullicio infantil en Villa Borghese, el respeto místico y solemne en las catacumbas, la majestuosa sensualidad de la naturaleza en el Gianicolo y la grandeza triunfal y lujuriosa en la Via Appia, encontraron su eco en una interpretación matizada y esmerada, cálida, imponente y deslumbrante.

La joven pianista ucraniana Regina Chernychko compareció por casualidad enfundada en un vestido del mismo color verde esperanza de los lazos que portaban los músicos de la orquesta. Su versión del Concierto para la mano izquierda de Ravel dejó clara evidencia de su dominio técnico, logrando plasmar su naturaleza rapsódica con notable expresividad. Faltó sin embargo algo más de crudeza y vulnerabilidad, y desde luego patetismo en el final. Sí acertó en plasmar la textura de un concierto tocado con las dos manos, y su interpretación logró ser volátil y reflexiva, en términos generales satisfactoria. Axelrod y la orquesta arroparon con brillantez y considerable tensión dramática, mientras la joven tuvo la delicadeza de regalarnos una sonata del Padre Soler como propina. La consagración de la primavera, una de esas páginas que por más que se programen no nos cansamos de escuchar, tuvo una respuesta contundente y apoteósica por parte de la batuta y el conjunto. Sus continuos cambios de registro y bruscos saltos de ritmo y color fueron convenientemente salvados gracias a una dirección ágil y comprometida que acertó con el tono justo entre el hechizo, el misterio y la violencia devastadora. Una bienvenida a la primavera cruel y estremecedora, en la línea de la que casi contemporáneamente se estaba celebrando en la otra Maestranza, un ritual de tierra y sangre como el que Stravinsky retrató en su obra maestra, y que en esta nueva interpretación logró un efecto electrizante. La lectura de un manifiesto por parte de Juan Ronda, seguido del fulgurante final de la Quinta de Beethoven, a modo de rugido entre la rabia y la desesperación, puso punto y aparte a una cita emocionante.

jueves, 7 de abril de 2016

UNA SINFÓNICA CONJUNTA DE CÁMARA

V temporada, concierto III de la Orquesta Sinfónica Conjunta Universidad de Sevilla-CSM Manuel Castillo. Julio Moguer, piano. Juan García Rodríguez, director. Programa: Fratres, de Pärt; Kammermusik nº 2 Op. 36 nº 1, de Hindemith; Sinfonía de cámara nº 3 Op. 71 “Serenade”, de Milhaud; Suite de Appalachian Spring, de Copland. Auditorio de la ETS de Ingeniería, miércoles 6 de abril de 2016

El joven y talentoso Julio Moguer
En su tercer concierto de temporada, el conjunto liderado por el inquieto Juan García Rodríguez ofreció un programa de cámara que apenas congregó a una veintena de intérpretes, lo que propició a su vez una sensible disminución del público asistente ; ya se sabe, menos familiares y menos amistades. Esta primera experiencia de la orquesta con la música de cámara, al menos en un programa completo, es una iniciativa muy saludable de cara a enfrentar a los jóvenes músicos con piezas que exigen un mayor nivel de claridad y precisión y dejan más a la intemperie sus cualidades, virtudes y defectos.

Las piezas centrales alcanzaron una resolución más satisfactoria que las extremas, de forma que Fratres de Arvo Pärt, en su versión para conjunto de cámara, acusó cierta endeblez por parte de violines y viola, más flácidos en sus registros más agudos, mientras percusión y cuerda grave mantuvieron el carácter constante que domina este exponente del minimalismo místico, al que el conjunto no supo imprimir de suficiente énfasis e intensidad. Tampoco la Suite de Primavera en los Apalaches de Copland logró ese grado de cohesión y dinamismo que exige la partitura, aunque no por ello los resultados fueron desechables. García optó por la versión original para trece instrumentos y algo más de duración que la más popular orquestal, que los intérpretes aprovecharon para exhibir su esmerada técnica, sobre todo las maderas, mención especial para Paula García-Arcicóllar a la flauta. El ambiente campestre de la partitura encontró su mejor reflejo en la recreación del himno tradicional The Gift to Be Simple.

Irreprochable fue una vigorosa y robusta Pequeña Sinfonía «Serenata» de Milhaud, destacando el carácter politonal y casi improvisado del Vivement, expuesto con claridad y transparencia, y la delicada barcarola central. Del fascinante ciclo de música de cámara de Hindemith, en su mayoría pequeños conciertos, el pianista Julio Moguer ofreció una lectura acróbata y entusiasta del Op. 36 nº 1. La docena de músicos convocados arroparon con concisión y un marcado dinamismo el excelente trabajo de Moguer, prodigio de expresividad en una pieza que destaca por su carácter juguetón y desenfadado. Balance por lo tanto bastante positivo que da alas para que García y su proyecto sigan ofreciéndonos programas tan estimulantes como éste.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 6 de abril de 2016

ALTAMIRA Melodrama aseado pero apenas revelador

España-Francia 2016 97 min.
Dirección Hugh Hudson Guión Olivia Hetreed y José Luis López-Linares Fotografía José Luis Alcaine Música Mark Knopfler y Evelyn Glennie Intérpretes Antonio Banderas, Allegra Allen, Golshfiteh Farahani, Pierre Niney, Rupert Everett, Clément Sibony, Henry Goodman, Irene Escolar, Nicholas Farrell, Maryam D'Abo, Tristán Ulloa Estreno 1 abril 2016

Un proyecto auspiciado por la familia Botín, heredera directa de Marcelino Sanz de Sautuola, que descubrió junto a su pequeña hija las cuevas de Altamira a finales del siglo XIX, y cuyo legado sólo logró reconocimiento doce años después de su muerte, tras lidiar presuntamente de manera incansable con la Iglesia, que naturalmente negaba toda posibilidad de vida humana más allá de los dos mil años relatados en la Biblia, y la ciencia, que recelaba de un descubrimiento que pudiera eclipsar otras teorías ya asentadas o naciones autoproclamadas como las más adelantadas en paleontología. Un film cuya mayor virtud es no resultar para nada pretencioso; no es tampoco ese publirreportaje ni el documental que mucha gente pretende ver, ni merece por supuesto ser proyectado únicamente en exposiciones internacionales o parques temáticos como algunas personas demandan. Su vocación didáctica no la coloca en esa situación, por el contrario si en algo ahonda es en su tendencia al melodrama sentimental, con la relación entre padre e hija como eje central de la trama. Lástima, porque con José Luis López-Linares (Asaltar los cielos) en el guión, la cinta podría haber dado más de sí, profundizando más en la tensión subyacente entre religión y ciencia, los obstáculos contra los que tuvo que luchar el rico hacendado y su posición frente al mundo científico que tanto admiraba, además de dejar una mayor y más clara constancia de la importancia del descubrimiento para la humanidad. Por el contrario la realización plana aunque firme de Hugh Hudson, que no se ponía tras la cámara desde Soñé con África, un melodrama de 2000 protagonizado por Kim Basinger, tras cosechar en los ochenta éxitos como Carros de fuego, Greystoke y Revolución, sólo alcanza a contar una historia amable y bien ambientada, que la aleja de esos seriales televisivos con los que también ha sido injustamente comparada. Todos los talentos involucrados en la cinta han jugado al preciosismo y el tópico, desde la cuidada fotografía de Alcaine en incomparables paisajes cántabros, hasta la tópica música de Knopfler; mientras se agradece la contención de Banderas y se acepta el peaje de rodar en inglés a cambio de contar con rostros multiculturales del cine mundial, como la iraní Golshfiteh Farahani (A propósito de Elly, La piedra de la paciencia, Los dos amigos), los francesces Pierre Niney (Yves Saint-Laurent) y Clément Sibony (El desafío), los británicos Rupert Everett, notablemente transformado, y Maryam D'Abo, que fue chica Bond en Alta tensión, y la española Irene Escolar (Un otoño sin Berlín). Se deja ver aunque haya desaprovechado considerablemente sus múltiples posibilidades, como esos bisontes animados que apenas logran aportar a la narración su aspecto amenazante como tragedia que se cierne sobre la pequeña María y su familia.

domingo, 3 de abril de 2016

7º CONCIERTO DE CÁMARA ROSS: EL JARDÍN ROMÁNTICO RUSO

7º concierto de la XXVI Ciclo de Música de Cámara de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Vladimir Dmitrenco, violín. Nonna Natsvlishvili, violonchelo. Natalia Kuchaeva, piano. Programa: Trio pathétique en Re menor, de linka; Piano trío nº 1 Op. 32, de Arensky. Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza, domingo 3 de abril de 2016

Natalia Kuchaeva
Primera cita con músicos de la Sinfónica tras el bochornoso anuncio de un nuevo recorte en sus sueldos. Una decisión de nuestra decepcionante clase política, que insiste en su táctica de abandonar para cuando llegue la hora de recuperar alguien se cuelgue una medalla que no merece y el coste sea muy superior al del mantenimiento. Cuántas veces se ha tenido que regenerar el Jardín Americano, qué hay de las nuevas líneas de metro tan necesarias para la tercera ciudad de España con más problemas de tráfico. Decisiones de quienes cada vez aportan menos y se permiten controlar el destino de quienes sí lo hacen, pues como bien dijo una buena aficionada al término del concierto, la vida sin música sería horrorosa. Nuestros músicos irán perdiendo paulatinamente el interés y su trabajo podrá irremediablemente resentirse si no se remedia, no sólo con los necesarios apoyos institucionales sino también con una buena e imaginativa gestión que aproveche el tirón turístico de la ciudad y mantenga la oferta cultural de la ciudad viva, incesante y lucrativa.

La baja médica de la arpista Daniela Iolkicheva obligó a cambiar el programa y prepararlo apresuradamente, a pesar de lo cual los resultados fueron altamente satisfactorios y nos permitieron disfrutar del arte pianístico de la joven y hermosa Natalia Kuchaeva, que evidenció un control absoluto de las partituras, la técnica y la expresividad en páginas que demandan mucho de todo ello, y a pesar de unas condiciones emocionales no siempre óptimas. Aunque compuesta durante una crisis nerviosa del compositor de Ruslán y Ludmila, el Trío patético en su versión para piano, violín y violonchelo, destila tanta desesperación como esperanza, lo que exige una interpretación que refleje su carácter doliente y a la vez su exuberante lirismo juvenil, de todo lo cual se hicieron eco, con un virtuosismo técnico notable, la pareja compuesta por Dmitrenco y Natsvlishvili, acompañados por una pletórica y muy atenta Kuchaeva.

Natsvlishvili y Dmitrenco
Por su parte el Trío nº 1 de Arensky refleja el lamento por la muerte de Karl Davidov, gran violonchelista y director del Conservatorio de San Petersburgo. Por eso la responsabilidad aquí, especialmente en el adagio, recae en este instrumento. Natsvlishvili evocó así la tristeza de la pérdida con una elegía hermosamente recreada desde la melodía y la emoción, destacando el alcance casi sinfónico de la interpretación, su carácter sombrío y dramático, el lirismo del violín y la superación de una escritura muy exigente para la pianista. En la propina la emoción, unida a la solidaridad con los músicos, acabó de aflorar con una preciosa y muy meditada recreación del Oblivion de Piazzola.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

MESCHIYA LAKE EN SWING SEVILLA: DANZAD, DANZAD, BENDITOS

4º Festival Swing Sevilla. Meschiya Lake & Dizzy Birds (Laurent Humeau y Eldar Tsalikov, clarinetes, saxos. Carlos St. Ana, trombón. Paul Voit, banjo. François Perdriau, percusión. Flocko Motion, contrabajo). Manouchesque (Remí Dugué y Jorge Guzmán, guitarras. Aldo Aguirre, violín. Mick Navarre, contrabajo). Teatro Alameda, sábado 2 de abril de 2016

Más de medio siglo ha tenido que pasar para que en Sevilla se pase de patear los números musicales de las películas de Astaire y Rogers y bailar en el Hotel Cristina al ritmo de orquestas de muy escaso relieve, a generarse una corriente que resucite la pasión por el swing bañada ahora por el cariño hacia lo bien hecho. Surge así el Festival Swing de Sevilla, auspiciado por la Asociación Musical y Cultural Crazy People y la Academia Sevilla Swing Dance. Una manifestación que cumplió su cuarta edición el pasado fin de semana con numerosas actividades entre conciertos, exposiciones, charlas, cursos y encuentros, que le dan una verdadera entidad festivalera. Y en la cumbre de esta cita, la actuación por primera vez en España de la cantante norteamericana Meschiya Lake.

Estuvo acompañada no por su banda habitual, The Little Big Horns, con los que ha grabado sus cuatro discos hasta el momento, sino por Dizzy Birds, con residencia en Berlín pero integrada por músicos de distintas nacionalidades, entre ellos el sevillano de divertido nombre artístico Carlos St. Ana. Más de hora y media de excelente swing con esta joven diva cinco veces considerada mejor vocalista de jazz de Nueva Orleáns, que nos trajo ese característico sonido dixie del sur y que hizo bailar incansablemente a la afición, como los aguerridos personajes de la novela de Horace McCoy They Shoot Horses, Don't They?, cuya adaptación cinematográfica a cargo de Sidney Pollack se tradujo aquí por Danzad, danzad, malditos.

Ataviada como una auténtica pin-up girl y aderezada con multitud de tatuajes cual exótica belleza del Pacífico, Lake exprimió su lado más sensual para corroborar su pasión por Bessie Smith, a la vez que en su estilo personal, respetuoso pero a la vez contemporáneo, se colaban referencias a Billie Holiday (Fine and Mellow) y Ella Fitzgerald (Satan Your Kingdom Must Come Down). La rutilante estrella combinó canciones originales de su repertorio con otros clásicos como Some of These Days, Running Wild o When I Get Low, I Get High, primando su dominio de la sensualidad, una técnica capaz de afrontar con fortuna los más variados registros, y habilidad para el baile. La banda destiló un sonido metálico, rotundo y dinámico, mientras entre escenario y público un nutrido número de aficionados y aficionadas bailaron con enorme energía y disciplina. Antes, la banda madrileña Manouchesque calentó los ánimos ofreciendo su particular recreación del genuino sonido gipsy de Django Reinhardt, con un estupendo Aldo Aguirre emulando el violín de Stephane Grappelli. Cabe sólo objetar a la organización no ofrecer una pausa y un ambigú; tres horas son muchas para encima ver a Lake y su banda engullir cerveza en el escenario sin sentir sana envidia.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía