sábado, 30 de septiembre de 2017

madre! Vamos a la casa de terror del Señor

Título original: mother!
USA 2017 120 min.
Guión y dirección Darren Aronofsky Fotografía Matthew Labatique Intérpretes Jennifer Lawrence, Javier Bardem, Michelle Pfeiffer, Domhnall Gleeson, Brian Gleeson, Kristen Wiig, Jovan Adepo, Eric Davis Estreno en el Festival de Venecia 5 septiembre 2017; en Estados Unidos 15 septiembre 2017; en España 29 septiembre 2017

Con claros referentes en el Roman Polanski de Un dios salvaje y, sobre todo, La semilla del diablo (a la que uno de sus carteles publicitarios incluso hace referencia expresa), Aronofsky realiza una singular película, absolutamente recomendable desde su propuesta original e irreverente, para darle la vuelta a la historia más popular de todos los tiempos y convertirla, como muchos y muchas siempre la hemos entendido, en una de las más horribles y truculentas historias de terror imaginables. La casa del terror se da cita en esta elaborada historia sobre la humanidad misma, sus creencias, bondades y terrores, con la ayuda inestimable de una estructura extraordinaria y un sentido estético y visual magistral. Inquietante desde sus propuestas, intrigante casi hasta el final, la historia de una joven enamorada de su marido que ve cómo el mundo que ha construido alrededor de su feliz matrimonio se desmorona cuando unos extraños hacen aparición en escena, se va enroscando en una vorágine de sensaciones que van desde la extrañeza de una sensacional Jennifer Lawrence que parece sacada del imaginario barroco andaluz, hasta el esperpéntico y aparentemente disparatado final, realizado con tanta imaginación y pericia que apenas atenta a herir sensibilidades conformes con el montaje propagandístico con el que se nos invita desde hace siglos a sobrellevar nuestra carga vital. Perfectamente coherente con la trayectoria del director de La fuente de la vida, Cisne negro y Noé, lástima que no podamos analizar y diseccionar este suculento ejercicio seudofilosófico por el riesgo de reventar su desarrollo; pero podemos quedarnos con su epidermis para celebrar un trabajo impecable desde el punto de vista cinematográfico, absorbente e inquietante, con un trabajo también extraordinario de su cuarteto protagonista, incluidos un Javier Bardem de portentosa dicción inglesa y enorme capacidad para dotar de ambigüedad a su complejo personaje, y una Michelle Pfeiffer de turbadora mirada y espléndida madurez. Cine para sorprenderse y dejarse seducir.

COGATO Y EMELYANYCHEV: CONFIANZA Y EQUILIBRIO EN EL 2º DE LA ROSS

2º concierto de abono de la 28ª temporada de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Tommaso Cogato, piano. Maxim Emelyanychev, director. Programa: Zum Märchen von der Schönen Melusine Op. 32 Ouvertüre, de Mendelssohn; Concierto para piano nº 21, Obertura de Le nozze di Figaro, y Sinfonía nº 39, de Mozart. Teatro de la Maestranza, viernes 29 de septiembre de 2017

Acostumbrados a verlo en formato de cámara, Tommaso Cogato debió sentirse muy nervioso el jueves pasado en su esperado debut con la Sinfónica de la ciudad que ha elegido como residencia, y que tan bien le ha acogido, quizás ya no tanto en esta segunda jornada defendiendo uno de los conciertos para piano más populares de todas las épocas, el nº 21 de los veintisiete que compuso el genial Mozart, haciéndolo además según los rigores de una interpretación en estilo tal como la concibe el joven ruso Maxim Emelyanychev. Para éste su relación con la ROSS está resultando tan satisfactoria para el conjunto y el público como lo es la que mantiene con la Barroca. Desde el Don Giovanni de hace tres años, Emelyanychev se ha convertido en una presencia refrescante y muy estimulante para los dos grandes conjuntos hispalenses, que se revalida esta temporada con el concierto que dará en abril con el conjunto historicista.

Con la partitura aprendida de memoria, Cogato hizo gala de una saludable versatilidad a la hora de afrontar esta página inmortal del pianismo a través de una pulsación precisa y equilibrada en forma y esencia, de manera que la suya no fuera una lectura superficial, combinando poesía y fuerza intelectual. Fue contenido pero no aséptico en el famoso andante, para el que no dudó en reprimir impulsos dionisíacos sin traicionar sentimiento y emoción, con puntuales arranques de temperamento romántico que no mancharon una lectura acorde a la estética del director. Cogato imprimió una majestuosa firmeza a la partitura, acompañado a la batuta con brillantez y elegancia. En las cadencias el pianista echó mano del ingenio y la creatividad, potenciando los aires marciales del allegro inicial y el ánimo jovial del final. Antes, Emelyanychev atacó con nervio y entusiasmo la hermosa obertura El cuento de la bella Melusina de Mendelssohn. Faltó sin embargo garra y cuerpo, y ni siquiera la cuerda, dispuesta como es habitual en el director, con violines enfrentados y cuerda grave en el centro, acertó a evocar el carácter líquido y poético de la obra. En la propina, el tercero de los Momentos musicales de Schubert, Cogato logró trasladar su aparente sencillez a un nivel de encantamiento y ensoñación.

Mozart le sienta mejor a Emelyanychev, que tras unas Bodas de Fígaro atropelladas pero efectivas al exprimir su carácter extrovertido y jovial, se metió en la piel del Mozart más arriesgado y comprometido con una Sinfonía nº 39 discutible en algunos aspectos pero satisfactoria en general. Después de décadas exprimiendo el lado más reflexivo y atormentado del compositor, las nuevas tendencias han burlado ese temperamento a favor de una liviandad y una ligereza que no es precisamente lo que hace trascender el talento y la brillantez que le sobra. Por eso aplaudimos que el joven director ruso opte inteligentemente por una interpretación en estilo, enérgica y con confianza, rebajada en vigor y solemnidad pero sin aligerarla demasiado, y manteniendo ese punto dramático que a muchos nos inspira la partitura, aunque faltara mayor incisividad y contraste entre los pasajes más sombríos y los más lúdicos.

viernes, 29 de septiembre de 2017

LA LLAMADA La música no siempre hace milagros

España 2017 108 min.
Guión y dirección Javier Ambrossi y Javier Calvo Fotografía Migue Amoedo Música Leiva Intérpretes Macarena García, Anna Castillo, Belén Cuesta, Gracia Olayo, Richard Collins-Moore, María Isabel Díaz, Secun de la Rosa, Esti Quesada Estreno en el Festival de San Sebastián 27 septiembre 2017; en salas comerciales 29 septiembre 2017

Los Javis son pareja artística y sentimental; uno de ellos pidió matrimonio al otro en la premiere madrileña de esta película. Juntos revolucionaron el mundo de las series on line con Paquita Salas, una comedia en torno a una carismática agente de actores y actrices a la que da vida el actor Brays Efe, así como el del teatro amateur con un simpático musical en el que dos jóvenes descubren profundos cambios en su vida y personalidad a raíz de su experiencia en un campamento de verano religioso. Suena muy catecumenal pero se aleja considerablemente de esa apariencia a través de un canto limpio y emocional a la libertad y la propia identidad, aderezado con números musicales. Esta es la adaptación al cine de un fenómeno teatral que dio el salto de ambientes alternativos a otros de carácter oficial, llenando teatros a lo largo de casi toda la geografía española. En su traslación los jóvenes directores evidencian una considerable falta de visión cinematográfica que esperemos sean capaces de remediar en futuros trabajos. Y es que ofrecen una estupenda historia, servida con un buen guión y un puñado de ideas brillantes, en manos de cuatro actrices que ofrecen lo mejor de sí mismas, si bien Belén Cuesta anda un poco pasada de rosca, dentro de una puesta en escena que no disimula sus orígenes escénicos, por mucho que de vez en cuando la acción se traslade a una discoteca o un bosque. En esencia tenemos a dos jóvenes (soberbia Anna Castillo, que tras obtener el Goya revelación por El olivo, triunfa en la serie de televisión Estoy vivo) y dos religiosas (magnífica Gracia Olayo como madre Bernarda, recién aterrizada en el campamento para poner orden en el mismo), encerradas habitualmente en las cuatro paredes del barracón, la cocina, la buhardilla o el baño, despreciando los espacios abiertos y, lo que es peor, la reaparición de personajes secundarios cuya huella se pierde a los pocos minutos de la introducción. Lo peor sin embargo reside en una falta de pericia e imaginación para dar empaque a los números musicales, bien defendidos tanto por las protagonistas como por el divino Richard Collins-Moore, aunque tenga que rebajar el tono para resolver las difíciles canciones de Whitney Houston con las que ilustra el mensaje del Señor. Una lástima, porque destella gracia y buenos propósitos, además de proponer situaciones en las que nadie cuestiona ni juzga, a pesar del peso habitualmente concedido a la Iglesia y sus integrantes para censurar. Aunque se trate de un film divertido, con buenos apuntes y méritos suficientes, para que la música haga milagros en el cine tiene que estar bien presentada.

miércoles, 27 de septiembre de 2017

JACQUES El papá de los océanos

Título original: L’odyssée
Francia 2016 122 min.
Dirección Jérôme Salle Guión Jérôme Salle y Laurent Turner, según el libro de Jean-Michel Cousteau Fotografía Matias Boucard Música Alexandre Desplat Intérpretes Lambert Wilson, Pierre Niney, Audrey Tautou, Laurent Lucas, Benjamin Lavernhe, Vincent Heneine, Chloe Hirschman, Thibault de Montalembert, Roger Van Hool, Adam Neill, Olivier Galfione Estreno en Francia 12 octubre 2016; en España 15 septiembre 2017

Las memorias del hijo mayor de Jacques Cousteau, Jean-Michel, que justo estos días ha presentado en San Sebastián su documental Wonders of the Sea, y de uno de los colaboradores más fieles del famoso explorador francés, Albert Falco, sirven de base a este biopic realizado al más puro estilo académico por Jérôme Salle, un realizador especializado en películas de alto presupuesto (Largo Winch, El secreto de Anthony Zimmer y la inédita entre nosotros Zulu). No le ha salido mal la empresa al director galo, con una puesta en escena suntuosa y meticulosa en ambientación, efectos visuales y recreación de los espacios naturales en los que se desarrolló la vida del mítico personaje, el Calypso o la Antártida incluidas. Consigue una aproximación al personaje que, si bien no completa ni demasiado centrada en sus grandes logros, dan una buena idea de su pasión por la aventura y su fe ciega sobre un futuro en el que el hombre hubiese conquistado los océanos para asentarse en ellos. En el conjunto sobresale la relación con su hijo menor, Philippe, cuya admiración por su padre, su frustración ante la falta de atención que le dispensa, y su confrontación con él, que primaba su ego y su carrera triunfal por encima de la preocupación por proteger el planeta que afectaba a Philippe, marca la línea que hace progresar dramáticamente el film. Quizás no sea prolífico en mostrar las maravillas que Cousteau encontró en sus expediciones, por otro lado profusamente divulgadas en sus míticos documentales y series de televisión, pero consigue atrapar con secuencias de enorme belleza, una reconstrucción del universo laboral y familiar del homenajeado bastante justa y convincente, y un ritmo narrativo fluido y adecuado, todo lo cual se realza con la hermosa música de Alexandre Desplat.

BYE BYE GERMANY Un material poco apropiado para la comedia

Título original: Es war einmal in Deutschland...
Alemania-Luxemburgo-Bélgica 2017 101 min.
Dirección Sam Garbaski Guión Michel Bergmann y Sam Garbaski Fotografía Virginie Saint-Martin Música Renaud Garcia-Fons Intérpretes Moritz Bleibtrau, Antje Traue, Tim Seyfi, Anatole Taubman, Mark Ivanir, Hans Löw, Pál Mácsai, Václav Jakoubek, Jeanne Werner Estreno en el Festival de Berlín 10 febrero 2017; en Alemania 6 abril 2017; en España 22 septiembre 2017

Hace unos años el realizador alemán Sam Garbaski nos sorprendía con una curiosa y muy simpática película protagonizada por Marianna Faithfull, Irina Palm, una combinación de drama y comedia resuelta con tanto ingenio como sutileza a la hora de poner en imagen una historia de tintes algo escabrosos, con tal pericia que lo supuestamente escandaloso se convertía en algo encantador. Con esta tarjeta de presentación era previsible que otro material delicado como el que ofrece este film cobrara en sus manos también un entretenimiento convincente y desenfadado. La historia de unos supervivientes del holocausto nazi que deciden estafar a sus verdugos, los alemanes, vendiendo género que no posee la calidad anunciada, con el fin de lograr el dinero con el que huir del país, prometía mucho. Sin embargo la cosa queda en algo muy soso y demasiado convencional, donde la condición del protagonista como experto contador de chistes, podría haberle salvado la vida pero no la película, que naufraga precisamente por su falta de gracia y por no haber sabido conjugar los elementos a la hora de hacernos partícipes del drama vivido por el singular grupo, ni apenas empatizar con ellos. Aún tratándose de una historia real, conviene limar sus posibles puntos débiles, como esa historia de amor cogida con alfileres, o una serie de flashbacks que no aciertan a plasmar la barbarie y la sinrazón que se apoderó del país y que hoy, setenta años después, amenaza con volver en forma de parlamentarios empeñados en negar la evidencia. Ambientada en la devastada Frankfurt, puede que no lograr divertir sea una consecuencia de la falta de idoneidad de la materia para hacerla cómica, aunque más bien parece obra de la incapacidad del equipo para lograr un propósito que hubiera provocado un film más inspirado y conmovedor.

domingo, 24 de septiembre de 2017

PRIMEROS ACORDES DEL OTOÑO

1º concierto del XXVIII ciclo de música de cámara de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Akiko Suwanai y Éric Crambes, violines. Jacek Policinsky y Kiril Nikolov, violas. Sasha Louise Crisan y Claudio R. Baraviera, violonchelos. Programa: Sextetos de cuerdas nos. 1 Op. 18 y 2 Op. 36, de Brahms. Espacio Turina, domingo 24 de septiembre de 2017

El Cavaillé-Coll en su actual
emplazamiento en el Oratorio de la
Santa Escuela de Cristo
Inauguramos estación con dos importantes citas, las que nos llevó a un espacio tan poco conocido y menos frecuentado como es el Oratorio de la Santa Escuela de Cristo, a espaldas de la Iglesia de Santa Cruz, y a la inauguración de la nueva temporada de conciertos de cámara de la ROSS, ya definitivamente asentada en el Espacio Turina de la calle Laraña. La primera se enmarcó dentro del IV Ciclo Internacional de Conciertos y Meditaciones, de la mano de la familia Sampedro, que desde ya podemos considerar importantes agitadores de la vida cultural y musical de la ciudad, y del emblemático órgano histórico Cavaillé-Coll, adquirido y gestionado por el hijo mayor, Jesús, titular del mismo y organizador de estos encuentros. Su primer invitado, Fco. Javier López, vino de la Catedral de Ávila para extraer del impresionante instrumento romántico todos sus registros y notas a través de un cuidadísimo programa con el que el organista exhibió destreza y flexibilidad, llevándonos de la suntuosidad serpenteante de César Franck, a la sencillez de Jesús Guridi o Eduardo Torres, pasando por el misticismo de Alex Guilmant o meciéndonos al compás de Theodore Dubois. Un placer para la vista y el oído que se repetirá en diez conciertos diferentes hasta junio próximo.

Brahms continuó protagonizando este inicio de curso de la Sinfónica, con la estupenda violinista Akiko Suwanai prolongando su estancia en Sevilla para sumarse a los solistas que acometieron la difícil tarea de poner en pie los dos sextetos para cuerda de Brahms, identificados con su amor de juventud, Agathe von Siebold. Mal empezó sin embargo el primero, difuso, maullando en lugar de reflejar las líneas decididas de esta magnífica composición. Difícil atisbar así su componente poético, sólo apreciable a partir del solo del violonchelista Claudio Baraviera en la famosa melodía del andante. La pieza fue atacada con demasiada gravedad y un sonido bien articulado pero algo chillón por parte de Éric Crambes, que contó con la complicidad de Suwanai gracias a la amistad y mutua admiración que les une. Más crispado que dramático, no logró remontar el vuelo hasta el alegre y desenfadado scherzo y, por fin, un intenso y robusto rondó final.

Mucho mejor sin embargo el Sexteto nº 2, mal recibido por la crítica de su época pero muy bien por el público, y mejor todavía por el que se concentró en el Turina. Con Suwanai tomando las riendas del asunto, haciendo gala de un sonido aterciopelado, ideal para reflejar la dulzura de la pieza, y un fraseo preciso y natural, brilló también su noble acompañante, Éric Crambes, dándole la réplica. El resto del conjunto estuvo perfectamente coordinado, acertando con texturas polifónicas sutiles y un amplio equilibrio entre su bucólica atmósfera y sus formas abigarradas, así como un muy elaborado ritmo. A destacar un John Axelrod muy involucrado en la presentación del ciclo, la asistencia de numerosos compañeros de la orquesta, algo hasta ahora lamentablemente infrecuente, y la siempre gratificante sensación de enorme felicidad que nos proporciona la música bien interpretada, en ésta, la otra, y tantas otras maravillosas citas.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

LA REINA VICTORIA Y ABDUL Lección magistral de respeto y vida

Título original: Victoria and Abdul
Reino Unido 2017 112 min.
Dirección Stephen Frears Guión Lee Hall, según la novela de Shrabani Basu Fotografía Danny Cohen Música Thomas Newman Intérpretes Judi Dench, Ali Fazal, Tim Pigott-Smith, Eddie Izzard, Edeel Akhtar, Michael Gambon, Paul Higgins, Olivia Williams, Fenella Woolgar, Robin Soans, Simon Callow, Sukh Ojila, Tim McMullan Estreno en e Festival de Venecia 3 septiembre 2017; en Reino Unido 15 septiembre 2017; en España 22 septiembre 2017

Treinta años separan a Judi Dench en Su majestad Mrs. Brown de esta Reina Victoria y Abdul, un detalle que el propio guión se encarga de remarcar en una de las secuencias más sobrecogedoras de la última película de Stephen Frears, y que por sí sola hacen merecer a la veterana actriz británica todos los reconocimientos del año. Poco hay en lo formal del Frears contestatario y rebelde de los ochenta (Ábrete de orejas, Mi hermosa lavandería) en su filmografía desde que se fuera aburguesando a raíz de Las amistades peligrosas, y sin embargo mantiene coherentemente sus constantes ideológicas, maquilladas bajo una pátina de academicismo pero siempre con algo que decir y transmitir para que la experiencia tras ver cada una de sus películas no quede en lo meramente intrascendente o contemplativo. Así, llevar a la pantalla una romántica novela en torno a un episodio muy particular de los últimos alientos de vida de la que fue la reina más longeva de Inglaterra antes de que su tataranieta le quitara el título, se antoja una empresa en la que Frears, con la inestimable ayuda de Lee Hall en el guión, y por supuesto la extraordinaria interpretación de la genial Judi Dench, aprovecha para hablarnos de cuestiones particulares que nos sirven de terapia personal. La vejez como etapa de ternura y madurez, relajación y apertura de miras, la felicidad surgida de una buena y hermosa amistad no exenta de seducción y exotismo al margen de la diferencia de edad, el respeto por encima de la tan cacareada y rancia tolerancia… son conceptos que quedan por encima de las recurrentes intrigas palaciegas e incluso de la crítica, menos ácida de lo habitual, de la soberbia británica. Estructurada, como la inmensa mayoría de las comedias actuales que se permiten el lujo de considerarse clásicas, en una primera mitad cómica e hilarante, y una segunda sumergida en el melodrama sentimental, Frears no escatima en medios para ofrecer un espectáculo suntuoso, magníficamente rodado y ornamentado con técnicos de primer orden, empezando por la siempre estimulante música de Thomas Newman. Un empaque que incluye detalles instructivos sobre los miles de dialectos que se hablan en la India, la autenticidad de sus vestimentas, la diferencia cultural personalizada en creencias y costumbres tan ajenas a la nuestra y sin embargo tan merecedoras de nuestro respeto. Toda una sucesión de impresiones que sólo desde la experiencia que da la edad y la vida se es capaz de asimilar en toda su grandeza y a la vez simplicidad. Porque Frears no acomete la tarea de ofrecer una imagen edulcorada y complaciente de la legendaria monarca, como parece, sino de una mujer a la que los años le han llevado a un estado de madura complacencia, y que un estímulo inesperado en forma de frescura y seducción, la que sobre ella ejerce un carismático munshi (maestro hindú), le proporciona la felicidad que ya creía perdida. De hecho, prueba de que Frears no pretende complacer a la monarquía y el imperialismo británicos, es la dureza con la que trata al Príncipe Eduardo, bisabuelo de una reina Isabel con la que el director ya se despachó a gusto en La reina. Más compleja de lo que aparenta, magníficamente escrita, interpretada y rodada, exquisita y elegante, La reina Victoria y Abdul nos reconcilia con el mejor cine, el del entretenimiento no reñido con la reflexión y el siempre bienvenido aprendizaje, ético y cultural.

viernes, 22 de septiembre de 2017

ARRANQUE DE TEMPORADA DE LA ROSS CON VOZ PROPIA

1º concierto de abono de la 28ª temporada de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Akiko Suwanai, violín. Daniel Müller-Schott, violonchelo. John Axelrod, director. Programa: Doble Concierto Op. 102 y Sinfonía nº 1 Op. 68, de Brahms. Teatro de la Maestranza, jueves 21 de septiembre de 2017

Comenzó una nueva temporada de la ROSS que se promete menos tumultuosa que las dos anteriores. La ausencia de lazos verdes, la sintonía sobradamente demostrada con su director titular, y el elevado nivel técnico alcanzado por cada familia instrumental, así lo hace pensar. Una demostración más de lo necesaria que ha llegado a ser la orquesta para la ciudad y el devenir de su periplo cultural; un tesoro que disfrutamos y admiramos y del que todos y todas nos hemos de sentir responsables en una u otra medida. Comenzó sin embargo con casi idéntico programa con el que lo hizo hace seis años, cuando Halffter, Alexandre Da Costa y Asier Polo acometieron las mismas obras Brahmsianas – el resto de su obra orquestal fue interpretada a lo largo de aquella temporada – además del homenaje de Tomás Marco a Brahms, Through the Looking Glass.

Esta ocasión se nutrió de dos excelentes solistas con voces muy singulares, que demostraron su dominio técnico además de un profundo entendimiento de la estética del compositor alemán. Recayó en la violinista japonesa Akiko Suwanai y el popular violonchelista Daniel Müller-Schott la mayor parte de la fuerza arrebatadora del Doble Concierto, mientras Axelrod se limitó a arropar con respeto y consideración, extrayendo de la orquesta un sonido nítido aunque demasiado metálico, pero obviando en su lectura apacible y encantadora los ribetes dramáticos que acoge tan emblemática página. Al margen de la excelente música de cámara de Brahms, sus piezas orquestales, incluida esta suerte de sinfonía concertante, son esencialmente eso, orquestales, lo que quiere decir que es en el tutti donde ha de recaer toda la fuerza y la sensibilidad de la pieza. Afortunadamente la cadenciosa majestuosidad del violonchelista alemán, con una introducción de las que dejan sin respiración, y la elegante elocuencia de la japonesa, con un fraseo ágil y flexible y un flujo natural en las antípodas de cualquier impostura, lograron una lectura ejemplar, acentuada por el sutil y constante diálogo entre los solistas, y el equilibrio que el director supo impregnar al conjunto. Axelrod utilizó una voz propia, dejando su atmósfera algo desvaída, poco sombría, demasiado luminosa, que hizo palidecer la genialidad de una obra irrepetible. En la propina, los acordes vivos y juguetones del segundo movimiento de la Sonata para violín y cello de Ravel, lograron la admiración del entregado y muy respetuoso público.

Por los mismos derroteros deambuló la Sinfonía nº 1 de Brahms, impecable técnicamente, bien construida y articulada, pero con considerables caídas de tensión, sin ese análisis contemplativo que demanda la página. Ambiciosa y decidida en los movimientos extremos, cálida y amable en los internos, Axelrod acentuó el carácter apoteósico del final, justificando el título del programa, un triunfo que asociamos más a la superación de todos los altibajos sufridos por la orquesta que a las obras seleccionadas para este arranque de temporada, una de las más nutridas y comprometidas del excelente conjunto andaluz.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

lunes, 18 de septiembre de 2017

DETROIT Alegato contra la brutalidad policial

USA 2017 143 min.
Dirección Kathryn Bigelow Guión Mark Boal Fotografía Barry Ackroyd Música James Newton Howard Intérpretes John Boyega, Will Poulter, Algee Smith, Jacob Latimore, Jason Mitchell, Hannah Murray, Jack Reynor, Kaitlyn Dever, Ben O’Toole, John Krasinski, Anthony Mackie, Nathan Davis jr., Peyton “Alex” Smith, Malcolm David Kelley, Joseph David-Jones Estreno en Estados Unidos 4 agosto 2017; en España 15 septiembre 2017

Los ricos oprimen a los pobres, los hombres a las mujeres, los heteros a los homosexuales, los blancos a los negros… es una constante de la lamentable historia de la humanidad; en consecuencia las fuerzas del orden están para proteger a los poderosos, los opresores. Suele ser tanto así que con frecuencia en lugar de sentirnos protegidos por la policía, nos sentimos más bien amenazados, atemorizados. Cuando de disolver manifestaciones y protestas se trata, es bien sabido que lo más efectivo es soltar destacamentos llenos de bestias descerebradas que cargan sin compasión sobre la gente implicada. Lo hemos visto hace poco en Murcia, donde centenares de ciudadanos y ciudadanas que pagan sus impuestos y cumplen con sus obligaciones, son maltratadas por las fuerzas del orden cuando intentan defender su pequeña parcela de libertad y bienestar, cuando los gobiernos que se mantienen con sus impuestos y los nuestros, deciden dividir la ciudad, hacer pasar por superficie el tren y marchitar esa imitación de intimidad que han conseguido con mucho esfuerzo y sacrificio. De esa policía brutal y demoledora trata fundamentalmente esta dura y necesaria película de la directora de En tierra hostil y La noche más oscura, si bien mediante la siempre candente utilización del racismo, con un trasfondo social y político concreto, la dura represalia sufrida en los sesenta del pasado siglo por las considerables protestas de la comunidad afroamericana en la hoy devastada ciudad de Detroit, entonces cuna de la Motown Records y la industria automovilística de Estados Unidos. Cuenta para ello con la inestimable ayuda del guionista Mark Boal, responsable de los dos anteriores trabajos de la realizadora, así como de la brillante En el valle de Elah. Una voz autorizada para tratar un tema como éste, que sigue siendo todavía hoy una asignatura pendiente en un país que abolió la esclavitud a mediados del siglo XIX; la marginación, la falta de oportunidades y el odio fomentado desde las capas más altas de la sociedad, la política y los medios de comunicación, son base y germen de esta incapacidad global para desterrar definitivamente un sentimiento tan atroz y anacrónico. De hecho son las columnas del odio y la marginación en cualquier conflicto humano, basta comprobarlo en el que actualmente nos afecta de cara al catalanismo. Bigelow aprovecha un sangriento y desproporcionado caso de opresión, el ocurrido en 1967 en el Hotel Algiers de la machacada ciudad, para poner en escena un caso de despiadado, desquiciado y absolutamente brutal abuso policial, acertando en el tono y la forma, insistiendo en ese estilo semidocumental de sus dos anteriores y premiados trabajos, y ahondando en dotar de seriedad un episodio aún maquillado de los archivos policiales norteamericanos. Y para eso estructura su película en cuatro partes diferenciadas, la presentación del ambiente propiciatorio de la tragedia central y los personajes que la vivieron, la definición de éstos una vez situados en el hotel de los acontecimientos, el gravísimo episodio denunciado y la manipulación manifiesta de la investigación y posterior juicio. De todas estas partes es la segunda, la que transcurre en el hotel antes de desatarse la tragedia, la que distrae más nuestra atención, hace perder el ritmo de la función y malogra parcialmente las posibilidades de una película que, no obstante, se revela extraordinaria en sus postulados, intenciones y resoluciones.

lunes, 11 de septiembre de 2017

CLAUSURA FESTIVAL TURINA: BUENA MÚSICA CON BUENOS ROPAJES

6º Festival Internacional de Música de Cámara Joaquín Turina. Cristina Gómez, oboe. Mario Martos, trompeta. Tobias Feldmann, Tanja Becker-Bender, Philippe Graffin y Antonio Viñuales, violín. Cristina Santos Taboada y Lise Berthaud, viola. Salvador Bolón y Bertrand Raynaud, cello. Joaquín Arrabal, contrabajo. Benedicte Palko, Sofya Melikyan y Michail Lifits, piano. Programa: Cuarteto para oboe K370, de Mozart; Cuarteto para piano Op. 67, de Turina; Septeto para trompeta Op. 65, de Saint-Saëns; Quinteto Op. 81 B155, de Dvorák. Capitanía General, domingo 10 septiembre 2017

Michail Lifits
Como es habitual la clausura del Festival Turina tuvo lugar en el coqueto teatro diseñado por Aníbal González en el interior de Capitanía General, un espacio astutamente elegido para atraer el mayor número de personas, con inmejorables condiciones acústicas que hacen brillar aún más, si cabe, el extraordinario rendimiento de las figuras convocadas en cada edición de este singular acontecimiento. Ataviadas con los diseños de Carmen Latorre, tal como Benedicte Palko recalcó en éste y el concierto de la noche anterior, las intérpretes lucieron espléndidas, rindiendo pleitesía a una ocasión que tanto lo merece por su excelencia musical y tan emblemático lugar.

Tanja Becker-Bender
Cristina Gómez volvió a sorprender con un dominio absoluto del oboe, lo que le permitió extraer toda la gracia del primer movimiento del Cuarteto de Mozart y la emocionante gravedad del adagio, así como brillar en la profusa ornamentación del rondó final, siempre bien acompañada por Feldmann y el resto de una cuerda con mucho cuerpo y sustancia. Más folclórico el Cuarteto con piano de Turina que el Quinteto interpretado la noche anterior, el conjunto hizo hincapié en su carácter sencillo y conciso, atacando con respeto y claridad y dejando claro su proceso cíclico con una ejecución nítida del leit motiv (Turina compuso muchas bandas sonoras). Especial mención merece Bertrand Raynaud al violonchelo, con un sonido dulce y conmovedor, así como el carácter vivaz y extrovertido que supo imprimirle la cuerda, con la violinista alemana Tanja Becker-Bender al frente, y un inconfundible aroma andaluz sobresaliendo durante toda la interpretación, muy palpable en el estilo rapsódico impregnado por Benedicte Palko al piano.

Sofya Melikyan
Antes de agradecer a la organización la oportunidad de conocer Sevilla y Turina, Philippe Graffin puso en pie el Septeto de Saint-Saëns, en el que volvió a brillar la trompeta ágil y moderadamente pomposa del joven Mario Martos, con la complicación añadida de tocar sin pistón, como exige la partitura. El carácter travieso de la pieza quedó perfectamente expuesto merced a una cuerda ágil y el contrastado piano de Melkyan, si bien faltó algo más de ironía. El Quinteto Op. 81 de Dvorák añadió una atmósfera de aroma bohemio, destacando el piano arrebatado y elegante de Lifits, así como los hermosos y muy matizados acordes en el chelo de Raynaud y la viola de Lise Berthaud, en un conjunto que supo conjugar a la perfección el melancólico lirismo y los ritmos danzantes de la obra. Experiencias así merecen mimarse y conservarse para que dentro de dos años volvamos a disfrutarlas. Por cierto, ni rastro de la Reina Sofía.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

domingo, 10 de septiembre de 2017

BORDAR LA MÚSICA Y LA EMOCIÓN EN EL FESTIVAL TURINA

6º Festival Internacional de Música de Cámara Joaquín Turina. Cristina Gómez, oboe. Sofya Melikyan y Michail Lifits, piano. Philippe Graffin, Tobias Feldmann y Olatz Ruiz de Gordejuel, violín. Cristina Santos, viola. Salvador Bolón, cello. Programa: Sonata para oboe y piano Op. 166, de Saint-Saëns; Sonata para violín y piano FP 119, de Poulenc; Quinteto Op. 1, de Turina. Espacio Turina, sábado 9 septiembre 2017

Cristina Gómez
La feliz idea de reunir a varios y varias solistas en torno a un mismo escenario, y hacer que trabajen en conjunto, olviden sus posibles egos y compartan ideas y experiencias para sacar adelante las obras encomendadas, es uno de los grandes atractivos de un festival que merece consolidarse y convertirse en evento de referencia. Es así como la afortunada melomanía sevillana comulga con versiones tan sensacionales como las ofrecidas el pasado sábado en el Espacio Turina, en torno a una de las grandes obras del compositor que le da nombre, arropándola con autores que ayudan a situarla en el espacio y el tiempo, París a principios del siglo XX, donde Turina vivió su ineludible periplo estudiantil y conoció algunas de las claves que definirían su estilo.

Philippe Graffin
Cristina Gómez, natural de Linares, es uno de esos milagros surgidos de la Fundación Barenboim-Saïd. Puede que su enorme talento hubiese quedado en el anonimato si no fuera por el empuje que le ha dado la Academia del Diván, que le ha llevado con toda justicia a la Staatskapelle de Berlín. Su exquisito fraseo al oboe, paladeando cada nota, un prodigioso dominio del legato y la respiración y un encantador estilo para dotar cada acorde de una singular expresividad, lograron una interpretación de la Sonata de Saint-Saëns luminosa y atenta a cada detalle, desde el airoso andantino al espiritual final, pasando por un bucólico y pastoril allegretto, con la inestimable ayuda de la pianista armenia Sofya Melikyan, entregada a abrigar la interpretación de Gómez sin excesos ni arrogancias. Habiendo sido Gary Hoffman la sensación de la pasada edición, esta vez es Philippe Graffin la gran estrella del festival. El violinista francés bordó con mordiente y agresividad, ataques contundentes y crispados, la Sonata de Poulenc, una obra considerada decepcionante por muchos pero que encierra un espíritu rebelde y rabioso muy atractivo, quizás por estar dedicada a Lorca seis años después de su criminal pérdida. Lifits ofreció el contrapunto con un estilo arrebatado y rapsódico, en perfecto equilibrio y sintonía con la exuberante exhibición de Graffin.

Tobias Feldmann
El Quinteto nº 1 de Turina es una obra monumental, cuya interpretación en París motivó un cambio de rumbo en la carrera del compositor, debido al consejo de Falla y Albéniz, presentes en la audición, para que creara un estilo propio con elementos andaluces. Lo cierto es que el Quinteto, aún bebiendo de fuentes ya trasnochadas como Brahms o Franck, es una pieza de espíritu europeísta, prodigiosa de texturas densas y una fulgurante expresividad. El violinista alemán Tobias Feldmann lideró una interpretación brillante y perfectamente ensamblada de esta pieza clave en el catálogo de Turina, un viaje estremecedor a partir de la fuga inicial, en el que los cinco intérpretes convocados lograron insuflar nitidez y emoción en alto grado, dejando para el recuerdo el más digno y delicado homenaje que a la música de un sevillano inmortal se pueda dedicar.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

sábado, 9 de septiembre de 2017

EL AMANTE DOBLE Erotismo de boutique

Título original: L’amant double
Francia-Bélgica 2017 107 min.
Dirección François Ozon Guión François Ozon y Philippe Piazzo, según la novela de Joyce Carol Oates "Lives of the Twins" Fotografía Manuel Dacosse Música Philippe Rombi Intérpretes Marine Vacth, Jérémie Rennier, Jacqueline Bisset, Myriam Boyer, Dominique Reymond, Fanny Sage, Jean-Édouard Bodziak Estreno en el Festival de Cannes y en Francia 26 mayo 2017; en España 8 septiembre 2017

Ozon (Frantz, Una nueva amiga, En la casa) continúa explorando el complejo universo de la psicología femenina con menos acierto de lo pretendido, en esta petarda película con la que además parece querer homenajear a Hitchcock indirectamente a través de su pupilo más reconocido, Brian De Palma. En la base se encuentra una novela de Joyce Carol Oates, escritora estadounidense cuyos guiones y adaptaciones, la última otro de esos infames vehículos violentos para lucimiento de Nicolas Cage (La hora de la venganza), no merecen consideración alguna. Ambientes sofisticados y protagonistas maniquíes sirven para tejer una rocambolesca trama en la que los traumas maternales y fraternales de una joven hermosa e inexpresiva, una suerte de Emmanuelle en continua exploración de su curiosa sexualidad, se mezclan con el habitual misterio con el que se quiere representar la relación entre gemelos, con Inseparables de Cronenberg como referente más ilustre. Todo ello tratado como si de un largo spot publicitario del perfume más cursi y embriagador se tratara. Acostumbrados a verlo en papeles de carácter social, casi siempre de la mano de los Dardenne (otros hermanos), Jérémie Rennier aparece aquí suficientemente estilizado y elegantemente ataviado, ya sea en su vertiente intelectual o canalla, como para representar al típico dandy de manual, mientras la presencia siempre estimulante de Jacqueline Bisset, todavía hermosa a sus setenta años, se antoja el mayor atractivo de un film en el que el misterio se pierde entre tanto estilismo, y la seducción lo hace mediante un par de atrevidas y novedosas, aunque recatadas, secuencias de erotismo de satén rosa.

IT Per-Versión de Los Goonies

USA 2017 135 min.
Dirección Andy Muschietti Guión Chase Palmer, Cary Fukunaga y Gary Dauberman, según la novela de Stephen King Fotografía Chung-hoon Chung Música Benjamin Wallfisch Intérpretes Jaeden Lieberher, Jeremy Ray Taylor, Sophia Lillis, Finn Wolfhard, Chosen Jacobs, Jack Dylan Grazer, Wyatt Olef, Bill Skarsgard, Nicholas Hamilton, Jake Sim, Logan Thompson, Owen Teague, Jackson Robert Scott, Stephen Bogaert, Stuart Hughes, Molly Atkinson, Megan Charpentier, Javier Botet Estreno simultáneo en Estados Unidos y España 8 septiembre 2017

Una de las sensaciones del año mediante una de esas vastas campañas de publicidad que convierten en imperdonable no verla, It era una asignatura pendiente dentro de la larga serie de películas basadas en novelas de Stephen King, aunque ya hace casi treinta años se realizara una mini serie para televisión. Fruto de una mente torturada y desequilibrada, seguramente con una infancia muy chunga, propone una mirada al difícil paso de la infancia a la adolescencia a partir de una serie de clichés que convergen en una espeluznante historia de terror protagonizada por un horrendo payaso bajo cuyo maquillaje se esconde el apolíneo hijo de Stellan Skarsgard y hermano de Alexander, Bill Skarsgard. Como si los payasos no constituyeran de por sí objeto de las fobias más extremas por parte de un amplio sector de la población infantil, en el enfermizo argumento del autor de El resplandor se dan cita todos los horrores propios de una niñez adulterada, como maltrato infantil, abuso sexual, sobreprotección, desapariciones, orfandad, bullying y otras manoseadas delicatessen de repertorio. Reminiscente de Cuenta conmigo, y en mayor medida de Los Goonies, en su supuesta reivindicación de la aventura clásica, pretende subrayar la fuerza de la amistad y la compenetración en una serie de niños frikis, pero con un terror como telón de fondo en el que el disparate se da la mano con lo absurdo con tal de proponer una serie de situaciones terroríficas. El peor de los fantasmas sin embargo no es la preocupación puntual de cada protagonista sino el hecho de ver, una vez más en el cada vez más enfermizo cine americano, niños empuñando armas de toda índole y enfrentándose con la violencia más extrema a sus acosadores, ya sean terrenales o sobrenaturales. Los perpetradores de este desatino, por mucho que se adapten a la letra del famoso escritor, son el matrimonio argentino Muschietti (Andy en la dirección y Barbara en la producción), que hace unos años también invadieron las pantallas de efectismo terrorífico con Mamá. Entre los guionistas destaca Cary Fukunaga, director de las estimables Sin nombre, Jane Eyre, la inédita entre nosotros Beasts of No Nation y la serie de televisión True Detective. En el elenco una pandilla de nuevos rostros que hacen un excelente trabajo, dejando las estrellas para su segunda parte, aún en proceso de gestación, cuando los chicos sean adultos, mientras el catalán Javier Botet vuelve a encarnar uno de esos seres monstruosos que lo están convirtiendo en millonario imprescindible. Al final ni sabemos por qué Derry en Maine es objeto de esta dolorosa maldición, ni si el vehículo es adecuado para superar la difícil pérdida de la inocencia, ni si haber estado sometidos a tanta tensión ha merecido la pena; porque eso sí, hay ritmo, tensión e inquietud en una película muy cuidada en los aspectos técnicos pero perdida en su amalgama de violencia extrema y falta de toda ética, sepultada bajo un lodo de absurdo que la hace intragable, y con respecto a sus referentes ochenteros, sin alma.

viernes, 8 de septiembre de 2017

LUIS ORDEN Y TATIANA POSTNIKOVA: DE LA DELICADEZA AL VIRTUOSISMO

18ª edición Noches en los Jardines del Alcázar. Luis Orden, flauta travesera. Tatiana Postnikova, piano. Programa: Morceau de concours y Fantaisie Op. 70, de Fauré; Suite de trois morceaux, de Godard; Fantaisie Pastorale Hongroise Op. 26, de Doppler; Selección de Canciones españolas antiguas, de Lorca; Fantaisie Brillante sur Carmen, de Borne. Jueves 7 septiembre 2017

El nombre de Paul Taffanel, considerado en su época el padre de la Escuela Moderna Francesa de flauta, estuvo presente en las tres primeras obras interpretadas en este concierto de la recta final de estas Noches del Alcázar. Él fue quien pidió a Fauré una pieza (morceau) para un concurso de jóvenes estudiantes del Conservatorio de París en 1898, mientras la Fantasía la dedicó al reputado flautista y la estrenó el ganador de dicho concurso. También Benjamin Godard compuso su Suite en tres movimientos para Taffanel. Las tres obras constituyeron un remanso de paz y delicadeza en el primer tercio de un estupendo concierto brindado por Luis Orden y Tatiana Postnikova, bien conocidos de la melomanía local, y tan compenetrados como que llevan casi dos décadas colaborando juntos, en pareja o como integrantes de conjuntos como el de Solistas de Sevilla.

Tanto la Pieza de concurso como la Fantasía de Fauré exigen un alto control de la expresividad y una notable delicadeza en su ejecución. De hecho el autor decidió respecto a la primera apartarse de la obsesión por el virtuosismo extremo que caracterizaba al Conservatorio de París, para centrarse en un trabajo de mayor capacidad de evocación y profunda reflexión. El resultado en manos de Orden fue impecable a nivel técnico y suficiente a nivel expresivo, aunque en este punto hubiésemos preferido un mayor calado emocional. La Fantasía sin embargo combina un encantador estilo siciliano con un endiablado allegro en el que el flautista puede desplegar un amplio abanico de recursos pirotécnicos, como de hecho hizo Orden, haciendo gala de un extremo dominio de la respiración y un fraseo nítido y elocuente, apoyado en una refinada pianista. Benjamin Godard fue muy célebre en su época, sin embargo hoy es apenas recordado por esta Suite en tres movimientos, que exige igualmente virtuosismo y amabilidad, además de un acompañamiento competente al piano, muy en línea con la música de salón que representa. Los intérpretes acertaron a ser elegantes en el allegretto, nostálgicos en el Idilio y enérgicos en el Vals final.

El virtuosismo se apoderó del tercio final del concierto, con una Fantasía sobre Carmen del flautista François Borne, típico vehículo para el lucimiento del solista, que Orden defendió con aplomo a pesar de un molesto desatino en una de las notas finales, que no empañó sin embargo una interpretación ejemplar. Antes aceptó el desafío que supone la Fantasía Pastoral Húngara de Franz Doppler, con sus aires lisztianos y sus atrevidos giros, un amplio dominio de la melodía y un considerable despliegue virtuosístico en las cadencias. El Zorcico, la Nana y las Sevillanas que Lorca recopiló en sus Canciones españolas antiguas, gozaron de una interpretación equilibrada y elegante, palmas del público incluidas en la repetición como propina de ¡Viva Sevilla!, todo acompañado de una noche fresca y un público deleitado.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 7 de septiembre de 2017

BANDA FESTIVAL TURINA: ESPERANZA E ILUSIÓN

6º Festival Internacional de Música de Cámara Joaquín Turina. Banda Festival Turina. José Rafael Pascual-Vilaplana, director. Mario Martos, trompeta. Programa: Irish Tune from County Derry & Shepherd’s Hey, de Grainger; An Original Suite, de Jacob; Rhapsody in Blue, de Gershwin; O Magnum Mysterium, de Lauridsen; Dionysiaques, de Schmitt; Marcha militar y La procesión del Rocío, de Turina. Espacio Box, miércoles 6 septiembre 2017

Pascual-Vilaplana
El Festival Turina se caracteriza por aprovechar diversos y atractivos escenarios, como el Hotel Alfonso XIII que cobijó una matiné protagonizada por el excelente violonchelista Gary Hoffman y el pianista Michail Lifits, que estarán de nuevo presentes en otras convocatorias del festival. La noche se trasladó al espectacular Espacio Box, antiguo y muy admirado Pabellón de Canadá, donde nació un nuevo proyecto ilusionante, el estreno de una numerosa banda de jóvenes intérpretes, seleccionados apenas hace tres meses, y que con sólo cinco días de ensayo han logrado unos resultados muy por encima de lo que cabía esperar. Una demostración más de los grandes logros conseguidos en esta ciudad con los diversos programas académicos orientados a nuestra juventud, cada vez mejor formada, con la Fundación Barenboim-Said y la Sinfónica Conjunta a la cabeza.

Mario Martos
En los atriles unas piezas dominadas por su carácter amable y desenfadado, empezando por un Tema irlandés arreglado por el americano de origen australiano Percy Grainger a partir del célebre Danny Boy que no llegó a alzar el vuelo debido a una interpretación desequilibrada y de ataques imprecisos que no permitió emocionarse con su exquisita melodía. Mejor resultó el brío y la energía a ritmo de ragtime de la otra pieza del compositor, más en su línea habitual de principios del XX, época mayormente evocada para enmarcar la música de Turina con la que terminó la exhibición. An Original Suite for Military Band resplandeció a las órdenes de un muy aplicado y entusiasta Pascual-Vilaplana, director de la Banda de Bilbao, con una versión bien contrastada y un espíritu elegante. El trompetista ucraniano Timofei Dokshizer es el responsable de los arreglos de la Rapsodia en Blue de Gershwin que, una vez adaptados a banda por David Andrews, sirvió de base para una exhibición flexible y bien articulada del también joven Mario Martos, miembro de la Orquesta de la Radio de Múnich. La banda por su parte captó a la perfección el espíritu urbano de esta partitura, ofrecida con numerosos cortes, cambios y unas cadencias que Martos defendió admirablemente.

El carácter místico de O Magnum Mysterium del compositor de origen danés Morten Lauridsen, original para coro a capella, se trasmutó en una suerte de elegía heroica a lo John Williams en su versión adaptada, mientras el carácter moderadamente impresionista de la pieza de Florent Schmitt, se saldó con líneas confusas y enmarañadas frente a un sentido del ritmo acertado. La Marcha militar de Turina que Rafael Ruibérriz recuperó hace unos años a partir del original para orquesta y los restos aparecidos de su adaptación, sirvió como feliz preludio a una Procesión del Rocío ejemplar, cuyo ambiente festivo y colorido brillante convivió con unos aires devotos y folclóricos dominados por la finura y la elegancia habituales en el maestro sevillano.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 6 de septiembre de 2017

REHENES Chapuceros

Título original: Mzevlebi
Georgia-Rusia-Polonia 2017 103 min.
Dirección Rezo Gigineishvili Guión Lasha Bugadze y Rezo Gigineishvili Fotografía Vladislav Opelyants Música Giya Kancheli Intérpretes Irakli Kvirikadze, Tina Dalakishvili, Merab Ninidze, Darejan Kharshiladze, Auto Makharadze, Mikheil Gomiashvili Estreno en el Festival de Berlín 10 febrero 2017; en Georgia 20 abril 2017; en España 1 septiembre 2017

Con unas premisas interesantes, que dejan pasar por alto el hecho de tratarse de una cinematografía con pocas garantías como es la georgiana, el film va paulatinamente perdiendo fuelle conforme avanza, debido a un tratamiento chapucero que confunde poesía y objetividad con falta de rigor narrativo y estructura firme, dando al traste con la empresa y sus objetivos. Basada en unos dramáticos hechos reales, se trata de poner en solfa la falta de oportunidades y libertades, con el mar como licencia poética demasiado evidente, para una generación que, tan lejos de los postulados de la revolución, provocaría la caída del muro y el derrumbe del aparato logístico, político, social y económico de la Unión Soviética. Sin apenas trazar un perfil convincente de los personajes ni sus motivaciones, meramente apuntados con un disco de los Beatles y una canción de los mismos entonada en una alegre boda, los anhelos de libertad y cambio de unos jóvenes supuestamente inconformistas parecen faltos de información suficiente, al menos sobre sus aptitudes como élite intelectual y su choque generacional con sus padres, ideológicos y naturales. De ahí pasamos tras una hora de tedio y situaciones anticlimáticas, a un ataque de índole terrorista de cuya preparación apenas se nos ha ilustrado, y que exhibe un enorme nivel de chapuza en su resolución, tanta como la desplegada por su realizador en una puesta en escena que acaba por antojarse irrelevante y anodina a pesar de sus graves referencias.

martes, 5 de septiembre de 2017

TRÍO ARRIAGA EN EL 6º FESTIVAL TURINA: MANJARES AL HORNO

6º Festival Internacional de Música de Cámara Joaquín Turina. Juan L. Gallego, violín. David Apellaniz, violonchelo. Daniel Ligorio, piano. Programa: Tríos completos de Joaquín Turina. Espacio Turina, lunes 4 septiembre 2017

Felipe Rodríguez, a la derecha, fue sustituido por
Juan Luis Gallego, en la otra fotografía
Arrancó, después de un otoño y un invierno plagados de incertidumbre, el necesario festival de música de cámara que lidera Benedicte Palko, que de manera muy conveniente agradeció el apoyo de los numerosos patrocinadores que han hecho posible su sexta edición, en una rigurosa presentación antes de dar paso al estupendo Trío Arriaga encargado de inaugurar el ciclo. Mal hizo los deberes el ICAS permitiendo que público, y muy especialmente músicos, tuvieran que lidiar con tan malas condiciones climáticas, el aire acondicionado estropeado y el habitual anquilosamiento administrativo para solucionarlo. Con traje de chaqueta y una temperatura inadecuada tuvieron que traducir, con éxito, los integrantes del prestigioso conjunto los acordes de los tríos completos de Turina.

Apenas alguno de los tríos de Turina catalogados había sido interpretado en las anteriores ediciones del festival que lleva su nombre. El Arriaga se presentó con los tres oficiales y el primerizo que tiene fuera de catálogo, único que estrenó en su Sevilla natal. En este punto no deja de sorprendernos el desapego de la sevillanía hacia la ciudad que tanto confiesa amar. De la misma manera que poca gente alza su voz hacia los desmanes que se perpetran en tan bella ciudad, destruyendo paseos premiados para convertirlos en horrorosos portaviones (Marqués de Contadero), o permitiendo que tanta suciedad se almacene en sus calles, qué poco interés suscitan sus iconos culturales, evidenciado en un aforo insuficiente para tan significativo programa, centrado en uno de nuestros músicos más emblemáticos. El Trío en Fa es una obra de juventud, plenamente romántica, en la que el autor desplegó el fuego y temperamento propios de su edad, acusando pleno dominio del contrapunto y el ritmo, tal como demostró una interpretación enérgica y depurada en la que brilló el piano de Ligorio, consciente de la gramática eminentemente pianística del autor sevillano.

En ninguno otro como el Trío fantasía Círculo se observa el carácter cíclico de la obra de Turina, una pieza de considerable carga expresiva que disfrutó de una depurada interpretación, siempre atenta a subrayar la finura y la elegancia de su escritura, y haciendo de su latente andalucismo una seña de identidad. Igual que en los tríos 1 y 2, con especial énfasis en el carácter agitanado del segundo, parejo a la Oración del torero, donde el violonchelo de Apellaniz dejó su impronta dando cuerpo a un conjunto en el que el color y la calidez primaron dentro de una estética plenamente romántica, salpicada de tintes impresionistas, tal como Turina aprendió en su inevitable periplo parisino, cuando tanta influencia ejerció sobre él la Schola Cantorum. En el Trío nº 1 las variaciones del segundo movimiento, en forma de danzas, brillaron en las voces de un trío en estado de gracia, con especial mención para el marcado melodismo de Gallego al violín. Milagro fue que tan espléndidos resultados se cocieran a tan altas temperaturas.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 6 de septiembre de 2017

lunes, 4 de septiembre de 2017

LA NIEBLA Y LA DONCELLA Una intriga exótica pero desorientada

España 2017 104 min.
Guión y dirección Andrés M. Koppel, según la novela de Lorenzo Silva Fotografía Álvaro Gutiérrez Música Adrian Foulkes y Lucio Godoy Intérpretes Quim Gutiérrez, Verónica Echegui, Aura Garrido, Roberto Álamo, Marian Álvarez, Sanny van Heteren, Fernando Navas, Cristóbal Pinto, Santi López, Quique Medina, Alba Tonini, Paola Bontempi, Beneharo Hernández Estreno en el Festival de Málaga 19 marzo 2017; en salas comerciales 1 septiemre 2017

El salto a la dirección de largometrajes de Andrés M. Koppel, después de varios cortos y de escribir los guiones de Intacto o la reciente Zona hostil, se produce bajo el patrocinio de Gerardo Herrero, seguramente el productor más prolífico del cine español y el más convencido de que esto es una industria y hay que entretener al público con historias de intriga y acción que no entrañen mayores riesgos ni atrevimientos. Aún por descubrir la que alguna vez podamos considerar su obra maestra, aunque como director nos gustó Las razones de mis amigos, esta vez apoya la adaptación por el propio realizador de una novela de Lorenzo Silva, que ya disfrutó de los buenos resultados las de La flaqueza del bolchevique y El alquimista impaciente. Esta vez ambienta en un lugar exótico, la isla de La Gomera, y con personajes físicamente atractivos y moralmente ambiguos, al más puro estilo noir, una investigación criminal que combina sexo y corrupción, aunque en este segundo apartado se revela cauto, pasando sólo de puntillas por temas tan escabrosos como la corrupción en el seno de nuestras fuerzas armadas, mientras las intrigas sexuales se resuelven como siendo habitual en estos tiempos modernos, con extrema y ridícula mojigatería. Consigue sin embargo un producto elegante, entretenido y atractivo, por mucho que la a menudo insuficiente dicción de los intérpretes haga que el enredado guión resulte aún más ininteligible. Con todo lo peor es el carácter ambiguo, y seguramente desorientado, de sus presupuestos morales y éticos, mostrando unas protagonistas fuertes y con mucho carácter a las que sin embargo no duda en condenar por los mismos motivos que han alimentado durante siglos su castigo.

BARRY SEAL: EL TRAFICANTE Retrato trepidante de un chaquetero voraz

Título original: American Made
USA 2017 114 min.
Dirección Doug Liman Guión Gary Spinelli Fotografía César Charlone Música Christophe Beck Intérpretes Tom Cruise, Domhnall Gleeson, Sarah Wright, Jesse Plemons, Caleb Landry Jones, Lola Kirke, Jayma Mays, Alejandro Edda, Benito Martínez, E. Roger Mitchell, Mauricio Mejía Estreno en Estados Unidos 29 septiembre 2017; en España 1 septiembre 2017

Basada en la rocambolesca vida de Barry Seal, un personaje de recorrido tan increíble que jamás se le hubiera ocurrido a las mentes creativas más prodigiosas en esto del espionaje o la inteligencia política, como LeCarré, Graham Greene o incluso Ian Fleming, Tom Cruise necesitaba hace tiempo un film a la medida de su talento interpretativo, tras años demostrando los que tiene como hombre atlético y de acción, con títulos generalmente más dignos que la media en ese género pero siempre orientados a un público poco exigente. Lo raro es que haya tardado tanto en revivir esos momentos de gloria que le reportaron películas como Nacido el 4 de julio o Magnolia, habida cuenta de la capacidad que atesora para controlar su propia carrera y elegir los moldes y columnas que la han de vertebrar. Por eso no nos extraña que haya confiado en Doug Liman para esta nueva empresa y le haya quizás solicitado que asuma cierto estilo a lo Scorsese para construir esta original crónica sobre un personaje que en sí personifica el lado más perverso y atrevido del sueño americano. Liman ya lo había dirigido en Al filo del mañana, una eficaz cinta de ciencia ficción, y saltó a la fama dirigiendo la primera entrega de la saga Bourne, aunque la impronta del ciclo se la otorgó Paul Greengrass en los títulos posteriores, y es que no es Liman un director que se caracterice por tener un sello personal e identificable. El género de espías ya lo había abordado con desigual fortuna en Caza al espía y Sr. y Sra. Smith, pero es ahora cuando logra su mejor contribución, con una cinta que tiene en la interpretación de Cruise, el frenético pero medido montaje, su atractivo juego con las textura fotográficas y el ritmo trepidante que imprime a la historia, sus mejores bazas. Por su parte el guionista Gary Spinelli apenas había escrito una discreta película de acción con Dolph Lundgren como protagonista, lo que le hace merecer mayor reconocimiento por conseguir poner en pie la increíble historia de este piloto de la TWA reconvertido en agente de la CIA, colaborador necesario del cartel de Medellín e informador de la Casa Blanca en tiempos de Carter, Reagan y un Clinton aún gobernador, todo a la vez y revuelto. Claro que en el camino Spinelli y Liman malogran algunas de las posibilidades del empeño, dejando que cuestiones tan graves como el intervencionismo americano en Sudamérica entre finales de los setenta y mediados de los ochenta, se convierta en una mera peripecia objeto de sorna y con el entretenimiento como único fin. Una vez más América entona el mea culpa, algo muy de agradecer si no fuera por el escaso relieve y la poca trascendencia que estas denuncias tienen en el devenir de su historia y en el futuro más próximo. Con un tono de comedia solapada, Cruise se mueve como pez en el agua en esta vorágine de traiciones y desencuentros, tratando a su personaje con el suficiente cariño para que no resulte despreciable ni antipático, por mucho que las divertidas e ingentes cantidades de dinero que aparecen a lo largo de la película provoquen una sensación de esperpento generalizado. Brillante en su resolución formal y entretenida en todo su esqueleto y armazón, no deja sin embargo de ser una simplificación del estilo de Scorsese cuando habla de mafiosos y millonarios corruptos sin escrúpulos, aunque se agradece que en lugar de Di Caprio tengamos a Cruise, tan presto a reírse de sí mismo que en cierto momento aparece sin uno de sus flamantes dientes blancos.