domingo, 27 de marzo de 2011

Cine vetado en Andalucía: Inside Job y Howl

Crítica de cine


El pasado viernes tendrían que haberse estrenado cinco películas más de las que lo hicieron en nuestra cartelera, algunas tan atractivas como las dos que protagonizan esta doble crítica, junto a otro documental de José Luis Guerin y dos películas francesas. Sólo estas dos últimas, Mademoiselle Chambon y El último verano, han conocido de momento estreno en nuestra comunidad, y lo han hecho en Granada. El resto ha sido directamente vetado a los aficionados y aficionadas de Andalucía, seguramente para que una joya de la comedia americana como Esta abuela es mi padre pueda verse, por ejemplo sólo en Sevilla, en once cines distintos. Parece ser que estamos condenados a la ignorancia y al catetismo más absoluto. Afortunadamente todavía tenemos a nuestro alcance poder recuperar estas cintas, o algunas de ellas, en las páginas web que la ministra quiere cerrar, único refugio que nos queda a la afición. Después del verano tendremos que emigrar a Madrid, Valencia o Barcelona para poder disfrutar de un cine más interesante y comprometido que el que nos ofrecen las salas de nuestra maltrecha tierra; como cuando por culpa de la censura había que cruzar la frontera con Francia.

INSIDE JOB

USA 2010 108 min.
Dirección Charles Ferguson Guión Charles Ferguson, Chad Beck y Adam Bolt
Fotografía Kalyanne Mam y Sventlana Cvetko Música Alex Heffes Narrador Matt Damon

El documental vencedor en ese apartado en los pasados Oscar es un complejo, riguroso y muy documentado trabajo sobre los orígenes y consecuencias de la gran crisis mundial que estamos padeciendo en la actualidad, y que se desató en Estados Unidos hace ahora casi tres años. En dura pugna con dos trabajos sobre arte, tan emotivos, didácticos y originales como Exit Through the Gift Shop de Bansky, y Waste  Land sobre Vik Muniz, la cinta que dirige Charles Ferguson se muestra ágil y poderosa desde sus propios títulos de crédito. El problema surge cuando la fórmula se revela repetitiva, obligándonos a asistir a una serie de entrevistas en las que se maneja una cantidad de datos, situaciones, personajes, empresas y términos financieros y económicos que hacen bastante difícil seguir atentamente el discurso. Cierto que como suele ser habitual en el último cine norteamericano que se autoconsidera inteligente, al final trama y consecuencias son sencillas y sólo sucede que nos lo han expuesto con excesivo regusto discursivo. De este modo las casi dos horas de proyección se nos hacen bastante largas si de lo que se trata es de poner en evidencia a los responsables de esta crisis, que todos y todas conocemos, y que no son sino banqueros, especuladores y gobiernos permisivos y aprovechados. Multimillonarios a costa del empobrecimiento de millones de personas en todo el Mundo, de los cuales a casi ninguno se les ha exigido responsabilidad criminal ni de ningún tipo. Por eso no es de extrañar que los entrevistados que se han prestado al juego no se molesten por las preguntas  ni las insinuaciones que reciben, pues a estas alturas ya se deben haber reído de todo y todos, y tan sólo alguno decide mostrar algo de falsa dignidad escandalizándose por el tipo de pregunta y amenazando con interrumpir la sesión, mientras otros sencillamente evaden dar respuestas o lo hacen con evasivas y despistes. Ese es el verdadero valor de esta cinta, el de retratar la  desvergüenza más absoluta. Por otro lado se trata de una película muy elaborada y que acaba convirtiéndose en testimonio imprescindible de una de las mayores injusticias que le ha tocado vivir al mundo occidental en las últimas décadas, a pesar del aburrimiento y la sensación de no ser tan listos como creíamos, a juzgar por la cantidad de información que se nos pierde en el minutaje.

HOWL. LA VOZ DE UNA GENERACIÓN (Howl)

USA 2010 90 min.
Guión y dirección Rob Epstein y Jeffrey Friedman Fotografía Edward Lachman
Música Carter Burwell Intérpretes James Franco, Jon Hamm, David Strathairn,
Mary-Louise Parker, Jeff Daniels, Alessandro Nivola, Treat Williams, Aaron Tverit

Hasta el momento Rob Epstein y Jeffrey Friedman se han dedicado al documental, con cintas tan exitosas como El celuloide oculto, que analizaba el camuflaje de la homosexualidad en el cine de Hollwyood, y la que dedicaron al activista gay Harvey Milk, a quien años más tarde Gus Van Sant, por cierto productor ejecutivo de esta película, dedicó un film protagonizado por Sean Penn. La que nos ocupa ahora es un primer paso a la ficción, si bien repitiendo esquemas y estructuras más propias del documental. Cuenta el proceso judicial al que se vio sometido el editor de Howl (Aullido) y otros poemas de Allen Ginsberg, un escritor homosexual al que se le considera precursor de la cultura Beat en los años 50, integrada por una generación de intelectuales que se oponían al orden establecido y propugnaban la libertad más absoluta, incluida la sexual. Junto a él ejercieron una enorme influencia en las juventudes posteriores otros escritores como Jack Kerouac y William S. Burroughs. James Franco da vida al escritor en un triple plano: como objeto de una entrevista recreada o directamente inventada, como protagonista de una serie de episodios de su vida escenificados como si de retazos documentales de tratara, y como lector en un club nocturno de la propia obra sometida a debate. En otros planos asistimos al juicio, único escenificado a modo de ficción convencional, y por extensión el que más motiva nuestro interés; y la ilustración de los casi ininteligibles poemas de Ginsberg a través de unos muy artísticos dibujos animados. Suena todo muy atractivo, y sin embargo se trata de hora y media de discurso farragoso y confuso, en el que como no podía ser menos viviendo de parte de estos cineastas, la homosexualidad tiene un fuerte protagonismo, si bien al final tanta divagación y actitud casi paranoica deviene en un mensaje muy claro y sencillito de promoción de la libertad de expresión y creativa a todos los niveles.

Sucker Punch, o Lara Croft colegiala

Crítica de cine


SUCKER PUNCH

USA 2011 109 min.
Dirección Zack Snyder Guión Zack Snyder y Steve Shibuya Fotografía Larry Fong Música Tyler Bates y Marius DeVries Intérpretes Emily Browning, Abbie Cornish, Jena Malone, Vanesa Hudgens, Jamie Chung, Carla Gugino, Joe Hamm, Scott Glenn, Oscar Isaac
Estreno 25 marzo 2011

Zack Snyder atisbaba formas de cineasta plásticamente revolucionario ya desde la celebrada El amanecer de los muertos, algo que quedó de sobras corroborado con 300 y Watchmen. Ahora llega un poquito más lejos, subvirtiendo géneros y haciendo gala de una fuerza visual sin precedentes. Sin embargo eso no es suficiente para enganchar y sacar adelante una buena película. Ambientada en un sanatorio mental de referentes góticos, la cinta se estructura dramáticamente en tres planos, algo así como ocurría en Origen de Christopher Nolan, pero sin tanta complejidad ni confusión. Su banda sonora está planteada al estilo de Moulin Rouge, con los protagonistas versionando clásicos del pop, fundamentalmente de los 80 y 90, sometidos a un fascinante tratamiento sinfónico. Pero no es exactamente un musical, salvo que Snyder haya decidido reinvertar el género, pues lo cierto es que cada vez que está a punto de ponerse en escena un número musical (uno de los planos narrativos es un cabaret al más puro estilo Bob Fosse) acabamos sumergidos en una batalla de videojuego en el que las jóvenes lolitas protagonistas se enfrentan a guerreros orientales, aviadores alemanes de la 1ª Guerra Mundial, dragones y  monstruos galácticos. Pero son esas batallas las que restan interés dramático a una historia que en definitiva sólo va de un juego en el que las jugadoras (nosotros sólo somos espectadores) han de buscar sus armas para escaparse del infierno en el que han sido recluidas. El único número musical se reserva para los créditos finales. Visualmente impactante pero una vez más dramáticamente decepcionante. Por cierto, ¿alguien se fijó en Patricia Conde para caracterizar a la protagonista?

Potiche: Película florero

Crítica de cine


POTICHE. MUJERES AL PODER (Potiche)

Francia 2010 103 min.
Guión y dirección François Ozon, según la obra de Pierre Barillet y Jean-Pierre Grédy Fotografía Yorick LeSaux Música Philippe Rombi Intérpretes Catherine Deneuve,
Gérard Depardieu, Fabrice Lucchini, Karin Viard, Judith Godréche, Jérémie Renier, Sergi López Estreno 25 marzo 2011

Capaz igual de presentarnos cintas de acabado formal y temático serio, como Bajo la arena o Mi refugio, como excéntricas producciones de alto contenido kitsch, como 8 mujeres o Sitcom, su última propuesta se enmarca en el segundo grupo, con un intencionado regusto por el colorido extremo, un estilo de novela a lo Corin Tellado y una puesta en escena en definitiva extremadamente amanerada. Y todo para hablarnos, de la forma más ingenua y facilona posible, de la emancipación de la mujer. Aunque se confiesa una adaptación libre de una obra de teatro, lo cierto es que todo en la película tiene un inconfundible sabor teatral. El potiche del título hace referencia a las mujeres adornos, las que desde tiempos inmemoriales sólo han servido para acompañar al hombre, dándole prestigio y categoría. Catherine Deneuve deja de ser una de esas mujeres cuando por ciertos avatares acaba teniendo que tomar las riendas de la empresa familiar. Bajo apariencia de frescura y jovialidad nos encontramos en realidad con una comedia sin apenas gracia, con una Deneuve incapaz de renunciar a aparecer estupenda en pantalla ni porque la cinta se ambiente en los horteras setenta (cuando tiene que enfundarse un Dior de plena moda, no duda en hacerlo), y con numerosos clichés describiendo al casi insoportable elenco protagonista. No dudo, a juzgar por el público en la sala, que habrá a quien le haga la gracia, pero a este cronista ni chispa.

Encontrarás Dragones y Santos polémicos

Crítica de cine


ENCONTRARÁ DRAGONES (There Be Dragons)

España-USA 2011 117 min.
Guión y dirección Roland Joffé Fotografía Gabriel Beristain Música Stephen Warbeck Intérpretes Charlie Cox, Wes Bentley, Dougray Scott, Olga Kurylenko, Golshifteh Farahani, Ana Torrent, Alfonso Bassave, Jordi Mollá, Rodrigo Santoro, Geraldine Chaplin, Derek Jacobi, Unax Ugalde Estreno 25 marzo 2011

Parece broma que un realizador que se confiesa agnóstico y de izquierdas se deje embaucar por dos abogados pertenecientes al Opus Dei, sin vinculación hasta ahora con el cine, como son Ignacio Gómez-Sancha e Ignacio Núñez, para tramar esta oda al fundador de la Obra, Escrivá de Balaguer. Pero así es, Roland Joffé vuelve al cine religioso con los españoles como protagonistas. Y si hace veinticinco años fue La misión, donde la bondad sin límites de un hombre de Dios se contraponía a las dudas existenciales y la moral discutible de un hombre de armas, ahora vuelve a reincidir en el mismo argumento pero con la Guerra Civil Española como telón de fondo, y escogiendo como figura histórica al Monseñor. Lavado de todo atisbo de soberbia, arribismo y fanatismo religioso, el Santo aparece como persona de bondad infinita, víctima de una situación bélica que combate con el amor y la paz más absoluta. Interesante por ver este planteamiento, que lógicamente provocará tanto rechazo como adicción, la cinta se deja ver sin embargo por su impecable factura. De hecho quizás sea la primera vez que la Guerra Civil luzca en pantalla con verdadero barniz épico y una espectacularidad fuera de toda discusión. La ambientación brilla en todas las épocas retratadas, desde principios del siglo XX hasta los años 70. Música, fotografía, vestuario… todo contribuye a un acabado perfecto, mientras las interpretaciones se ajustan bien a sus cometidos, si bien por una vez parece más recomendable ver su versión doblada al castellano que la original en inglés, por cuanto resulta grotesco ver a los personajes, todos españoles, hablar en la lengua de Shakespeare. Otro mérito a tener en cuenta es que por una vez los españoles no aparecemos en pantalla como canallas y zafios, que es como nos solemos representar a nosotros mismos, sobre todo  cuando de la guerra se trata. Claro que Joffé no se moja en absoluto a la hora de tomar partido, y si sólo vemos en la cinta las barbaridades perpetradas por los republicanos, también se justifican sus actos, especialmente respecto a la Iglesia, aunque de modo tan velado que difícilmente podrán entenderlo fuera de nuestras fronteras. Su discurso, a pesar de esos aciertos de ambientación, no logra interesar en exceso, siendo quizás las pocas secuencias que se desarrollan en democracia, que ilustran la relación del periodista investigador de la vida de Escrivá con su padre, amigo del cura, las que más acaban interesando, sobre todo teniendo en cuenta que de lo que se trata es de elevar a los altares al fundador de esa secta intolerante y reaccionaria.

sábado, 26 de marzo de 2011

Estreno absoluto en Sevilla de El cazador furtivo, de Carl Maria Von Weber

Crítica de ópera

EL CAZADOR FURTIVO (Der Freischütz)

Música de Carl Maria Von Weber Libreto de Friedrich Kind
Reparto: Michael König Max Manuela Uhl Agathe Gordon Hawkins Kaspar
Ofelia Sala Aënnchen Rolf Haunstein Kuno Klaus Kuttler Ottokar Bjarni Thor Kristinsson Ermitaño/Samiel Isaac Galán Kilian Inmaculada Águilas, Rocío Botella y Sandra Romero Doncellas. Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza dirigido por Iñigo Sampil.
Real Orquesta Sinfónica de Sevilla dirigida por Andreas Spering.
Dirección escénica Achim Thorwald. Escenografía Christian Floeren.
Vestuario Ute Frühling-Stief. Iluminación Gerd Meier.
Producción del Teatro Estatal de Baden en Karlsruhe, Alemania.
Estreno en el Teatro de la Maestranza de Sevilla. Viernes 25 de marzo de 2011

Escena del Acto Primero

El esfuerzo que en medio de una gravísima crisis económica como la que estamos padeciendo, está realizando el equipo de producción de nuestro teatro de la ópera, alcanza otro punto culminante con el estreno absoluto en la ciudad de la que está considerada como la primera ópera romántica alemana, titulada en nuestro país como El cazador furtivo, si bien esta traducción no guarda ninguna relación con el original Der Freischütz, cuyo significado literal es El disparo libre, lo que teniendo en cuenta la acepción fantástica que las balas libres tienen en el argumento de este drama musical, bien podrían llevarnos a la traducción más fiel de El disparo mágico o encantado. Traer a Sevilla una producción de la prestigiosa ópera de la ciudad alemana de Karlsruhe no es empresa fácil en esta coyuntura de recortes y obstáculos; y menos hacerlo de la mano de un director de más que demostrado talento musical como Andreas Spering, con un reparto en el que encontramos prestigiosas voces que no hace mucho han exhibido sus capacidades en el Teatro Real de Madrid, Manuela Uhl como Marietta en La ciudad muerta de Korngold, y Michael König como Jim en Ascenso y caída de la ciudad de Mahagonny de Weill.

Escena del Acto Tercero
Con esa obsesión del ser humano por limitar en el espacio y el tiempo todo período histórico, corriente cultural o artística, Der Freischütz constituye un antes y un después en la concepción del arte operístico. Supone la primera consideración oficial de una ópera legítimamente alemana, que aglutina aspectos culturales tan arraigados en el acervo germánico como la fascinación por la Naturaleza, con músicas extraídas de la cultura popular, y un referente literario de evidentes connotaciones centroeuropeas, con un especial regusto por la leyenda y la mitología y un clarísimo exponente religioso, todo ello procurando huir de las formas impuestas especialmente por la ópera italiana. Lógicamente hay una ópera alemana anterior a Von Weber, con Mozart (La flauta mágica) y Beethoven (Fidelio) a la cabeza, pero ahora se trata no sólo de nacionalidad o idioma, sino de símbolos nacionalistas y culturales perceptibles. Spering, amplio conocedor de la música barroca y clásica, podría haber optado por una visión que mirase algo hacia atrás, aplicando también en este caso rigores historicistas a una música que no puede evitar reflejar influencias de Haydn y Mozart; pero ha preferido inteligentemente mirar adelante, e incluso muy adelante, procurando destacar las similitudes de ésta con el arte compositivo de Wagner, cuya primera gran ópera de éxito El holandés errante, guarda ciertas similitudes de estructura dramática con Der Freischütz, con la presentación de los personajes femeninos en el segundo acto y la exposición de figuras fantasmagóricas en momentos claves. Cierto que en este sentido Von Weber pierde irremediablemente ante la grandeza del autor de Parsifal, pero su importancia como precursor de la ópera romántica resulta más que evidente. Por eso Spering, que se encontró con una orquesta y un coro en magníficas condiciones, potenció la ampulosidad de la partitura, hizo un uso desprejuiciado del vibrato y extrajo las mejores prestaciones en equilibrio y brillo de una orquesta siempre a punto para proyectar emociones y matices. Del mismo modo funcionó el coro, al que no se le resiste ya ningún registro ni estilo, logrando un empaste y un equilibrio portentosos a lo largo de todo el espectáculo, incluido el Coro de cazadores del acto tercero, que junto a la extensa Obertura constituyen los dos fragmentos que se programan habitualmente como piezas de concierto.

La soprano alemana Manuela Uhl
Manuela Uhl exhibió una hermosa voz de soprano entre lírica y dramática, espesa y de poderosa potencia, si bien erró en articulación y sobre todo en modulación, lo que acabó traduciéndose en la escasa emotividad con la que abordó sus dos oportunidades de lucimiento: El aria Leise, leise, fromme Weise! del segundo acto, y la cavatina Und ob die Wolke sie verhülle con la que empieza el acto tercero. La valenciana Ofelia Sala deslumbró con su voz, de timbre sedoso, enormes agilidades y holgada proyección, que combinó con una interpretación dramática llena de gracia, simpatía y soltura. Menos convencieron los protagonistas masculinos; Michael König se desenvolvió mal dramáticamente, con una permanente actitud pasiva y de pesadumbre, a pesar de que vocalmente sus prestaciones fueron solventes, si bien también deficientes en emoción y sentimiento. Mucho mejor actor se reveló el prestigioso Gordon Hawkins, cuyo generoso volumen desencajó con el poco gusto que ofreció en fraseo y modulación, lo que propició que la canción Hier im ird’schen Jammertal no luciera con la gracia y la agilidad que la caracteriza. Rolf Haunstein evidenció desgaste en la voz, mientras Klaus Kuttler todo lo contrario, unas prestaciones solventes y sobradamente ágiles en una voz estimulante y tonificada. Destacaron con un trabajo impecable las tres solistas del coro que hicieron de doncellas de la novia, así como el joven barítono Isaac Galán en su breve y muy simpática Schau der Herr mich als König! No podemos decir lo mismo del bajo islandés Bjarni Thor Kristinsson, incapaz de modular su amplificada voz con un mínimo nivel de gusto en afinación y articulación. Su doble rol de Ermitaño y del demonio Samiel se solucionó con un convencional disfraz blanco por delante y negro por detrás, ridículo pero atrevido en la intención del director artístico de aunar en una sola persona la doble faceta divina y maligna; el bien y el mal que todos y todas llevamos dentro.

La habitación de Agathe está directamente
basada en este cuadro de Friedrich,
"Mujer asomada a la ventana"
A nivel escénico tenemos que aplaudir la aportación de Achim Thorwald, con la inestimable ayuda del actor Gregor Acuña, sevillano habitual de la escena andaluza y madrileña, que lograron buen teatro, evidente en la alegre fiesta del primer acto, donde las bromas de los campesinos a Max parecían verdaderamente improvisadas, y también en las escenas entre Agathe y Aënnchen, llenas de sincera complicidad. La recuperación de la primera escena, hablada, rechazada en su día por el propio autor, ayuda a comprender el papel protector del Ermitaño frente a Agathe, que se revela como fiel devota del Santo. El público una vez más esperaría decorados hiperrealistas, con bosques frondosos y paisajes idílicos, por eso seguramente hubo abucheos, eso sí tímidos (ya se sabe que los sevillanos no nos atrevemos a dar la nota, al menos conscientemente) a la propuesta sencilla e inteligente de Thorwald y Floeren, consistente en una simple pantalla en la que se reflejaban bosques y cielos, cuya versión en negativo y bocabajo, acompañada de una cruz inversa, evocaba el reino del mal, de la perversión diabólica. Las soluciones plásticas acuñadas en esta gran pantalla recordaron sensiblemente a las pinturas de Caspar David Friedrich, artista también muy vinculado a este florecimiento del arte nacionalista alemán. La famosa escena del Barranco del Lobo, con el aquelarre de Kaspar, estuvo bien resuelta a base de fuegos de artificio y blancos espíritus revoloteando, dando un mágico efecto de película muda al conjunto, aunque hubiera sido preferible algo de inclinación en el escenario que permitiera ver desde abajo los preparativos de la ceremonia. No alcanzamos a entender el significado de las bombillas que a modo de music-hall adornaban el contorno del escenario, pero logramos disfrutar en general con un espectáculo operístico de primer orden y a la altura de los mejores escenarios europeos, nos consta.

jueves, 24 de marzo de 2011

Piraña 3D: Mordiscos atrevidos

Crítica de cine

PIRAÑA 3D (Piranha 3D)


USA 2010 88 min.
Dirección Alexandre Aja Guión Pete Goldfinger y Josh Stolberg
Fotografía John R. Leonetti Música Michael Wandmacher Intérpretes Elisabeth Shue, Steven R. McQueen, Jessica Szohr, Ving Rhames, Christopher Lloyd, Jerry O’Connell, Kelly Brook, Adam Scott, Richard Dreyfuss, Brooklyn Proulx, Sage Ryan, Riley Steele
Estreno 25 marzo 2011


Con este título Aja se afianza como valor seguro en el cine de terror, habiendo dirigido con ingenio y profesionalidad el también remake de Las colinas tienen ojos y el interesante thriller Reflejos. En esta ocasión toma como base un clásico de Joe Dante del año 1978, cuyo guión original firmaba nada más y nada menos que John Sayles. Pero recupera también el espíritu jovial y desenfadado de aquellas películas de finales de los 70, con fiestas divertidas y despilfarro de testosterona. El resultado es un film terriblemente gore, sumamente desagradable, pero al mismo tiempo divertido y sorprendente por su notable atrevimiento. No va más allá de fórmulas mil veces utilizadas, pero incorporándole un sentido del ritmo y de la jocosidad que lo convierten en un producto muy atractivo y agradecido. Además la tridimensionalidad funciona bastante bien. La original tuvo una secuela dirigida por James Cameron, que fue su primer largometraje.

miércoles, 23 de marzo de 2011

LIZ TAYLOR (1932-2011)

Protagonista de una vida tan complicada y enrevesada como el más inverosímil de los melodramas que hubiera podido interpretar en su dilatada carrera, Liz Taylor, uno de los rostros más cautivadores y fascinantes de la pantalla de todos los tiempos, falleció hoy martes víctima de una insuficiencia cardiaca. Capaz de combinar los más excéntricos lujos y caprichos con las penalidades más dolorosas, de encandilar con su belleza tanto como con su probado talento como actriz, éste es nuestro homenaje a otro ser humano inmortal que abandona este mundo para sumergirse en el Olimpo definitivo de las grandes estrellas.


Poseedora de un rostro de mujer hermosa y madura ya desde su más tierna juventud, lo que propició que Universal Pictures no renovara su contrato tras debutar en There’s One Born Every Minute, “por no tener cara de niña”, la Taylor contrajo matrimonio hasta en ocho ocasiones, dos de ellas con la misma persona, Richard Burton, formando con él una de las más célebres y tormentosas parejas de Hollywood. Puede que ese compulsivo deseo de casarse tuviera mucho que ver con su educación terriblemente puritana, lo que le impedía mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio. Si bien esta teoría no casa bien con el hecho de haber sido protagonista de algunos de los más sonados escándalos del mundo del cine, como cuando mantuvo un romance con Eddie Fisher, aún esposo de una de sus mejores amigas, Debbie Reynolds, lo que desembocó en divorcio para los padres de la Princesa Leia y en un nuevo matrimonio para la belleza de ojos violetas; unos ojos realzados con una extraña mutación genética consistente en una doble fila de pestañas. Antes, con sólo dieciocho años, había estado casada, sólo por unos meses, con el magnate de la hostelería Conrad Hilton, con el actor inglés Michael Winding, que le doblaba la edad y con quien tuvo dos hijos, entre embarazos difíciles y cesáreas, y con Richard Todd, el flamante productor de La vuelta al mundo en 80 días y patentador del sistema de proyección en gran formato Todd-AO. Antes de conocer a Burton, éste había sido el gran amor de su vida, con quien tuvo una hija y a quien perdió en un accidente a bordo de su avión privado precisamente llamado Lucky Liz, cuando se disponía a recibir un homenaje en Nueva York; viaje al que ella afortunadamente no le acompañó por encontrarse aquejada de un virus.

En esa ocasión la enfermedad le salvó la vida, pero a lo largo de su vida la salud apenas le acompañó. Una afección ciática mientras rodaba Gigante, una caída en el yate de Mike Todd que le supuso una delicada operación de cadera y pelvis, dos neumonías, una de ellas en su peor momento de popularidad, durante el asunto Eddie Fisher, lo que provocó que el público la perdonara y hasta lograra un Oscar por una de sus interpretaciones menos queridas y que con menos entusiasmo acometió, Una mujer marcada; una traqueotomía durante el accidentado rodaje de Cleopatra, lo que propició que su salario se multiplicase, debido a las condiciones extremadamente beneficiosas que había convenido con la Fox. Problemas de obesidad y alcoholismo, todo ello propiciando una vejez dolorosa y terrible que tocó fin hoy mismo, casi un mes después de celebrar su 79 cumpleaños viendo en televisión, desde su habitación del hospital, los Oscar.

Pero esas no fueron las únicas penalidades de una mujer que llegó a fascinar a personalidades como Howard Hugues, que le prometió un estudio de cine entero si se casaba con él, y que vivió siempre rodeada de los más suntuosos y prohibitivos lujos. Su natural tendencia a codearse con homosexuales y erigirse en su mejor amiga, tuvo que lidiar con el dolor de perderlos sistemáticamente: James Dean, Montgomery Clift, Laurence Harvey, Rock Hudson (cuya muerte le motivó para trabajar altruistamente a favor de los enfermos de SIDA) y Michael Jackson. Experiencias muy dolorosas para un corazón extremadamente sensible y torturado.

En su cine la recordaremos siempre por ser la hermana repelente de Mujercitas de Mervyn LeRoy; la hermosísima niña rica de Un lugar en el sol de George Stevens, que trastorna a Montgomery Clift hasta el punto de cometer un asesinato; Franz Waxman compuso para esta película el Tema de Angela, posiblemente el que mejor ilustre su belleza y su psicología. Como entregada y enamorada esposa y madre de familia en la saga Gigante, de nuevo a las órdenes de George Stevens, donde se la disputaban Rock Hudson y James Dean al son de la emocionante música de Dmitri Tiomkin. Como sureña coqueta y remilgada al más puro estilo de Escaralata O’Hara (por cierto, sustituyó a Vivien Leigh en La senda de los elefantes) en El árbol de la vida de Edward Dmytryck, enriquecida con la amable y desenfadada música de Johnny Green. Como mujer independiente y progresista que se enamora de un sacerdote casado en Castillos en la arena de Vincente Minnelli, con otra banda sonora memorable, la de Johnny Mandel y esa Sombra de tu sonrisa. Y esposa malhumorada, gruesa y alcohólica en su genial interpretación en la adaptación que Mike Nichols hizo de la obra de Edward Albee ¿Quién teme a Virginia Wolf?, por la que obtuvo su merecidísimo segundo Oscar. Para esta ocasión Alex North compuso una música tan elegante como enigmática, con un excelente tema principal en forma de andante con guitarra solista. Ya antes Liz había sido nominada al Oscar por sus memorables interpretaciones en La gata sobre el tejado de zinc de Richard Brooks y De repente el último verano de Joseph L. Mankiewicz, ambas basadas en obras de Tennesse Williams.

Pero sobre todo la recordaremos como la Reina del Nilo, la más fascinante e inquietante Cleopatra jamás llevada al cine, también de la mano de Mankiewicz, por encima de Claudette Colbert, Vivien Leigh, Hildegard Neil y mucho nos tememos que Angelina Jolie. Su entrada en Roma, a los sones de la espectacular y arriesgada marcha de Alex North, constituye uno de los momentos más sublimes de la Historia del Cine, así como el romántico tema de Antonio y Cleopatra ilustra a la perfección a la pareja que se gestó precisamente durante su rodaje, entre ella y Burton.


Tras fracasar su segundo matrimonio con el actor inglés, volvería a casarse en otras dos ocasiones, con el senador conservador John William Warner, y con el albañil Larry Fortensky. En la banda sonora de su vida, además de los temas aludidos, añadimos la música de John Barry para el documental televisivo Elizabeth Taylor en Londres, y la versión por ella misma entonada, con voz quebrada y algo desafinada pero llena de personalidad y melancolía, del legendario Send in the Clowns de Stephen Sondheim en la adaptación que Harold Prince dirigió en 1977 del musical A Little Night Music, basado en el clásico de Ingmar Bergman Sonrisas de una noche de verano. Con estas pistas os invitamos a montaros vuestro propio homenaje musical a esos llorados Ojos Violeta.


Primero de los dos especiales emitidos en Pantalla Sonora (Radiópolis, 5 de abril de 2011) en homenaje a Elizabeth Taylor
Descárgatelo en http://www.archive.org/details/PantallaSonoraElizabethTaylor1



Segundo de dichos especiales, emitido el 12 de abril de 2011
Descárgatelo en http://www.archive.org/details/PantallaSonoraElizabethTaylor2

lunes, 21 de marzo de 2011

Crónicas del FeMÁS (y VII)

RECTA FINAL CON MARCADO SABOR HISPALENSE



Cabría reprochar a Fahmi Alqhai programarse a sí mismo y al conjunto que lidera en el Festival que dirige, pero también cabría preguntarse si sólo por cuestiones de mera ética protocolaria debiéramos prescindir de uno de los talentos más singulares de nuestro panorama musical y por extensión de una amplia representación de los grandes músicos que desde hace más de una década han convertido a Sevilla en cuna de una Edad de Oro de la interpretación de música antigua; una movida sin tanta repercusión mediática como la del pop madrileño de los 80 pero con mucho relieve.

Con el contenido del primero de sus tres trabajos discográficos, centrado en obras del primer barroco italiano sobre las penurias del amor, la formación Accademia del Piacere se reencontró con el público sevillano el sábado 19 de marzo en la sala que ellos mismos inauguraron hace un mes. La revisión de estas piezas no estuvo sin embargo al mismo nivel que el disco de referencia, donde residía una mayor sutileza y elegancia y un más depurado nivel técnico.

Mariví Blasco, ahora sin el apoyo del tenor Juan Sancho, exhibió continuos cambios de color y tono, y aunque en estilo, falta de esmero en la articulación y la vocalización. A  un poco memorable Si dolce é’l tormento de Monteverdi, de fraseo entrecortado y escasa emotividad, hubo que sumar sin embargo un fresco y ágil Damigella tutta bella de Stefano Landi, apoyado siempre en su incontestable hermoso timbre. En la parte instrumental cabe destacar el trabajo en las disminuciones de Vicente Parrilla a la flauta, la creatividad de Álvaro Garrido en la percusión, la exquisitez de Miguel Rincón en la cuerda pulsada y la enorme versatilidad de Alqhai en la viola. Merece también mencionarse al actor Jesús Fuente y su recital poético. La actitud divertida y amena de los músicos, fruto de su indudable capacidad de disfrute, resultó agradecida pero algo inapropiada para cantar a la perfidia del amor.

Otro motivo de orgullo para la ciudad es contar con una segunda orquesta barroca, la que forman los jóvenes integrantes de Archivo 415, que desde 2008 aplican criterios historicistas a sus interpretaciones de música fundamentalmente barroca. En el concierto matinal que ofrecieron el domingo 20 en Santa Clara, bajo dirección de Leo Rossi, que fue miembro fundador de la Orquesta Barroca de Sevilla y actualmente toca el violín en la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, el conjunto hizo un acertado recorrido por las tendencias musicales europeas de los siglos XVII y XVIII, desde el británico William Boyce al imprescindible francés Jean-Baptiste Lully, pasando por Alemania (Händel) e Italia (Albinoni). Algún apuro en la por otro lado excelente cuerda, según confesión del propio Rossi por el calor reinante en la sala de Santa Clara, no deslució una propuesta llena de carisma, entusiasmo y solvencia, en la que brilló sobre manera el oboe de Jacobo Díaz en el Concierto Op. 9 No. 2 del autor del célebre Adagio, así como el fagot del profesor Luis Castillo, que repitió en el concierto que a continuación, en la misma sala, ofreció el Coro Barroco de Andalucía con música de Tomás Luis de Victoria. Si algún pero habría que hacerle a esta formación es el irregular dominio técnico en las flautas, algo que confiamos no sea más que una deficiencia coyuntural.

Giuliano Carmignola
El concierto de clausura de esta 28ª edición del FeMÁS, el pasado domingo 20 de marzo en la Sala Joaquín Turina de la Fundación Cajasol, quedará en la memoria por dos motivos fundamentales; por un lado, la personalidad arrolladora y el talento ilimitado de Giuliano Carmignola, violinista de enorme solvencia que tomó la batuta y nos dio una lección magistral de agilidad, musicalidad y brillo en sus solos tanto en el Concierto de Mendelssohn, no el famoso en mi menor sino uno de primerísima juventud en re menor de escasa divulgación, y en el Rondó en La mayor D438 de Schubert, una obra aún clásica pero de claras connotaciones prerrománticas.

El otro motivo de memorabilidad fue el programa elegido, completado con dos Sinfonías para cuerdas de Mendelssohn, pues aunque se trate de obras enmarcadas dentro del clasicismo, de clara inspiración mozartiana, debido a la corta edad de sus autores al escribirlas, la Orquesta Barroca de Sevilla nunca antes había llegado más allá de Haydn y el genio de Salzburgo. Las prestaciones de la cuerda, con su brío y entusiasmo característico, demuestra una vez más el momento de altísimo nivel musical que vivimos en la ciudad.

Parte de esta crónica ha sido publicada en El Correo de Andalucía el 21-3-2011

Crónicas del FeMÁS (VI)

TOMÁS LUIS DE VICTORIA Y EL SIGLO DE ORO ESPAÑOL

Con ocasión del cuatrocientos aniversario de la muerte de Tomás Luis de Victoria, FeMÁS ha dedicado al compositor de Ávila un seminario y tres conciertos, además de una presencia ya notoria en el concierto de inauguración del certamen, a cargo de Intonationes y con Gesualdo como autor protagonista.

Música Ficta, con Ruth Rosique cuando cantaba en sus filas

La primera de estas citas integrales tuvo lugar el sábado 19 en la Iglesia filipense de San Alberto, no en vano fue grande la relación del autor con el Oratorio de San Felipe Neri durante su estancia de veinte años en Roma. Y fue a cargo del excelente grupo vocal Musica Ficta, liderado por Raúl Mallavibarrena. Sus ocho integrantes hicieron gala de magníficas prestaciones en su rendición de los Responsorios de Tinieblas que Victoria escribió a principios del S. XVII dentro de su obra magna Officium Hebdomadae Sanctae, con música dedicada a la Semana Santa. Estos Responsorios en concreto aluden a las festividades del Jueves, Viernes y Sábado Santos, con un especial énfasis en el desencanto y la decepción en el ser humano, personificado en el desaliento de Jesús, traicionado y sacrificado en la cruz. No bastaba pues con una interpretación sobria, ortodoxa y respetuosa con la tradición católica, sino que cabía dotarla de unas mayores dosis de dramatismo, tensión y expresividad de las que habitualmente se emplean al interpretarlos. Y así respondieron cada una de las ocho voces, distribuidas en pares (sopranos, altos, tenores y bajos), haciendo alarde además de individualidad y personalidad sin por ello perder el sentido de conjunto. Cada voz perfectamente perceptible, identificable, dominada y controlada hasta lograr un efecto hipnótico, fascinante y hasta sensual. Pasamos frío en la iglesia pero mereció la pena para así disfrutar de este espectáculo en sus condiciones naturales de espacio y acústica.

Tomás Luis de Victoria
(1548-1611)
En una línea distinta se movió el Coro Barroco de Andalucía bajo la batuta del muy experimentado y reconocido director alemán Martin Schmidt. En la mañana del domingo 20 de marzo, en Santa Clara, interpretaron la Missa Ave Regina Caelorum de Victoria, cuyo contenido dramático es infinitamente más amable que el de los Responsorios, lo que motivó un canto más sereno y armonioso, menos volcado en contrastes y marcadas soluciones contrapuntísticas. Curiosamente la estupenda soprano Rocío de Frutos coincidió en ambas formaciones, adaptándose perfectamente a las dispares indicaciones y exigencias de Mallavibarrena y Schmidt. La alternancia de esta misa con antífonas y otros cantos litúrgicos de otro de los grandes compositores de nuestro Siglo de Oro, Francisco Guerrero, dieron el justo contraste de estilo e intensidad, más expresivo y colorista en el caso del compositor sevillano, que los miembros del coro reflejaron a la perfección. En el pequeño apoyo instrumental destacó el siempre excelente Alejandro Casal al órgano.


Mucho más ortodoxa y anquilosada fue la interpretación el mismo día 20 por la tarde, en la Iglesia de San Alberto, que hizo la Sociedad Musical de Sevilla del Oficio de Difuntos del músico abulense. Su director, Israel Sánchez, optó por la vía más tradicional de la Iglesia Católica Romana Apostólica, con ecos inconfundibles del canto gregoriano dominando un conjunto que en resumen sonó excesivamente monótono y descolorido, sin por ello desmerecer el trabajo individual reflejado en los integrantes del coro, ciudadanos amateurs cuyo esfuerzo y tesón se refleja en unas voces convenientemente entonadas y de cuidados timbres y texturas. Hubo lugar por ello para momentos que rozaron lo sublime, como el Sanctus.

La mitad de Óscar: Almería, testigo de las horas del día

Crítica de cine

LA MITAD DE ÓSCAR

España-Cuba 2010, 82 min.
Dirección Manuel Martín Cuenca Guión Alejandro Hernández y Manuel Martín Cuenca Fotografía Rafael de la Uz Intérpretes Verónica Echegui, Rodrigo Sáenz de Heredia, Denis Eyriey, Antonio de la Torre, Manuel martínez Roca, Salvador Gavilán Ramos, Elena Saganovska Estreno 18 marzo 2011

Tras abandonar el estilo narrativo convencional que utilizó en la emotiva La flaqueza del bolchevique y con un estilo ahora más personal, ya apuntado en su anterior largometraje Malas temporadas, Manuel Martín Cuenca regresa a su tierra natal, Almería, para contarnos una historia terrible de soledad y dependencia. Para ello utiliza recursos mínimos pero tan sabiamente dosificados que dan muchísima intención, profundidad y relieve a lo que nos está contando, jugando además al sadismo para con un uso extraordinario de la tensión dramática engancharnos sin remisión, a pesar de su ritmo pausado y parsimonioso. El paisaje, excelentemente fotografiado, juega un papel crucial en esta película de sentimientos escondidos y emociones a flor de piel. Almería se erige en protagonista principal de una historia en la que la base es la inestabilidad del ser humano, su levedad e inconsistencia, frente a la Naturaleza, que permanece aunque se la someta a cambios, pero no se extingue. Nuestra fecha de caducidad, a la que aún no sabemos enfrentarnos y apenas hacemos caso omiso, es el detonante fundamental de un drama existencial construido a fuerza de paciencia, luz, sonido y mucha frustración. Podrá recordar al estilo cinematográfico de Jaime Rosales (La soledad, Tiro en la cabeza) por sus encuadres, sus planos fijos y sus fueras de cuadro… pero con un estilo personal e inequívoco, unas ideas muy claras y una capacidad poderosísima para enganchar y estremecer.

domingo, 20 de marzo de 2011

El mundo según Barney: El momento de Rosemund Pike

Crítica de Cine

EL MUNDO SEGÚN BARNEY (Barney’s Version)

Canadá-Italia 2010 132 min.
Dirección Richard J. Lewis Guión Michael Konyves, según la novela de Mordecai Richler Fotografía Guy Dufaux Música Pasquale Catalano Intérpretes Paul Giamatti,
Dustin Hoffman, Rosamund Pike, Minnie Driver, Rachelle Lefevre, Scott Speedman, Bruce Greenwood, Macha Grenon, Jake Hoffman, Saul Rubinek, Anne Hopkins
Estreno 18 marzo 2011

Tratándose de los recuerdos quizás distorsionados del personaje protagonista, la traducción del título al castellano desvirtúa el sentido del original La versión de Barney, con el que sí fue bautizada en nuestro país la novela en la que se basa. El debut en la dirección del canadiense curtido en la televisión norteamericana Richard J. Lewis se plantea como un lujoso fresco sobre una persona no tan corriente como pudiera parecer, pues posee un carisma y una capacidad se seducción y perseverancia fuera de lo común, y que el realizador, con la ayuda inestimable de Paul Giamatti, que hace aquí una de sus grandes creaciones, ha conseguido plasmar. Trágica y divertida a partes iguales, lo que hace que no acabe de entenderse su categorización como comedia en los pasados Globos de Oro, donde su protagonista fue galardonado con el premio al mejor actor, la cinta recorre con estilo y dominio del lenguaje cinematográfico las cuatro últimas décadas de nuestra era, visitando personajes y lugares hermosos y pintorescos, y con una maravillosa historia de amor como tema principal. Pero quien realmente se lleva el gato al agua es Rosamund Pike, quien tras ser la hermana de Keira Knightley en Orgullo y prejuicio y la compañera de juergas de Carey Mulligan en An Education, consigue por fin erigirse en protagonista y estrella de la función, con una belleza y elegancia que se come la pantalla cada vez que su personaje hace aparición, logrando que el interés de la cinta se eleve. Un film tradicional y clásico que logró en San Sebastián el premio del público, y cuya nominación al Oscar al mejor maquillaje está plenamente justificado, pues pocas veces vemos envejecer en pantalla con tanta convicción y verosimilitud. Planteada además como una celebración del cine canadiense, con cameos de directores como David Cronenberg, Atom Egoyan, Ted Kotcheff, Denys Arcand o el propio Lewis, se trata sin más de una cinta de corte clásico, romántica, sensible y distraída, con excelentes interpretaciones a las que hay que unir el espléndido trabajo de un recuperado Dustin Hoffman, que aprovecha además para colocar a su hijo Jake en el reparto, dando vida al hijo del protagonista. Es, en definitiva, una crónica de un amor profundo y verdadero, quintaesencia del amor romántico.

sábado, 19 de marzo de 2011

Nunca me abandones: Lánguido paseo por el amor y la muerte

Crítica de Cine


NUNCA ME ABANDONES (Never Let Me Go)

Reino Unido-USA 2010 105 min.
Dirección Mark Romanek Guión Alex Garland, según la novela de Kazuo Ishiguro Fotografía Adam Kimmel Música Rachel Portman Intérpretes Carey Mulligan, Andrew Garfield, Keira Knightley, Charlotte Rampling, Sally Hawkins, Isobel Meikle-Small, Ella Purnell, Charlie Rowe Estreno 18 marzo 2011

Ocho años y unos cuantos video-clips ha necesitado Mark Romanek para volver a ponerse tras las cámaras, después de aquel extraño thriller protagonizado por Robin Williams que dirigió en 2002 con el título de One Hour Photo (Retratos de una obsesión). Y a la vista de los resultados más le valdría haberse tomado unas vacaciones más largas. Y es que para convencer y emocionar con un material tan delicado y, en principio, disparatado como éste hay que saber muy bien cómo dirigir a los actores y extraer de ellos emociones sinceras. Pero también hay que saber manejar bien los tiempos cinematográficos, dominar el ritmo y controlar giros y sorpresas, y nada de eso parece saber hacer este realizador, que ha tomado prestado un argumento basado en una novela de cierto éxito, pero en la que se plantean cuestiones muy complejas sobre la vida, la muerte y el amor, y los límites que todo ello conlleva, que en las manos equivocadas puede dar lugar a algo tan esperpéntico y ridículo como esta película. Disfrutar con el rostro angelical de la protagonista de An Education, y recuperar el estilo intimista y evocador de la música de Rachel Portman, acaban convirtiéndose en los únicos alicientes de una cinta de la que ni siquiera consiguen sacar partido la siempre gesticulante Keira Knightley y el sosías de Anthony Perkins, Andrew Garfield (La red social).

viernes, 18 de marzo de 2011

Crónicas del FeMÁS (V)

DOS CITAS SINGULARES: SOLISTAS DE LA BARROCA DE SEVILLA Y GRAINDELAVOIX

Los viajes que Joseph Haydn realizó a Londres entre 1791 y 1795, tras la muerte de Nicolás Esterhàzy, fueron una bocanada de aire fresco y una ventana al Mundo para el compositor austriaco. Invitado por el violinista y empresario alemán, afincado en la capital británica, Johann Peter Salomon para dirigir una serie de conciertos, allí Haydn compuso sus doce últimas sinfonías, conocidas como londinenses.  El propio Salomon realizó pocos años después unas muy celebradas reducciones de estas sinfonías para flauta, cuarteto de cuerdas y piano, que son las que se tomaron como base, sustituyendo el piano por el contrabajo, en las interpretaciones que de la 94 La sorpresa y la 104 Londres realizaron el conjunto Solistas de la Barroca de Sevilla el pasado miércoles 16 de marzo en el Centro de Músicas Históricas ubicado en el Convento de Santa Clara.
Ventura Rico en el centro, y Mercedes Ruiz y
Guillermo Peñalver en el extremo derecho


Con Guillermo Peñalver en la flauta, Andoni Mercero y Alexis Aguado en los violines, José Manuel Navarro en la viola, Mercedes Ruiz en el violonchelo y Ventura Rico en el contrabajo (con una cuerda más, como los violones), los integrantes en esta ocasión de la aleatoria formación fueron de menos a más, desde una interpretación de la 94 demasiado árida e imperfecta técnicamente, si bien el último movimiento fue sencillamente brillante, hasta una 104 que siguió la línea emprendida con ese Finale de La sorpresa. La transición fue igualmente desde cierta inconsistencia en el espíritu y el ritmo, hasta un brío, una energía y una agilidad fuera de toda discusión, en un alarde de jovialidad y desenfado que hizo que en conjunto o por separado cada miembro de la Barroca de Sevilla, éstos y los que no estuvieron, merezcan considerarse auténticos maestros de la interpretación musical.

Pero si interesante fue asistir a una interpretación camerística de las sinfonías de Haydn, mucho más lo fue hacerlo al concierto que ayer jueves dieron en el Convento Santa Clara el conjunto vocal belga Graindelavoix y su director Björn Schmelzer. La obra elegida fue la muy compleja Missa Caput de Johannes Ockeghem, enigmáticamente asociada a la leyenda de San Jorge y el Dragón, quizás la más famosa de entre las compuestas y todo un monumento del Cuatrocientos que hasta ahora siempre había sido abordado desde la ortodoxia imperante en la Iglesia Católica desde el siglo XVII, limitándose a las oraciones y evitando todo tipo de ornamentación y floritura. Un estudio de la práctica realizada antes de ese siglo en iglesias francesas, más concretamente parisinas, ha llevado a Schmelzer a recuperar el canto profuso en ornamentación, de polifonía extrema, al que ha llevado más lejos permitiendo que cada voz aporte su particular timbre, fraseo y coloratura, por así decirlo, por separado, sin grupos vocales excepto para los graves continuos que sirven como base al conjunto melódico. Y para crear contraste, o al menos así lo entendemos, con la forma de abordarlo antiguamente, lo alternan con canto llano, monódico.

Pero a pesar de unas inertes indicaciones que se nos hizo antes del concierto por parte del personal de organización del festival, tales como que no aplaudiésemos entre piezas (faltaría más, todas las personas allí presentes sabemos que una misa es un todo que no acaba hasta el final), nadie nos avisó del cambio de programa. Si en la programación colgada en Internet y la que se refleja en el catálogo se reproducía el contenido de la grabación que de la obra han hecho Graindelavoix para el sello Glossa, lo interpretado finalmente distaba mucho de ser lo mismo; y no sólo porque con cada nueva interpretación el grupo experimente nuevas y distintas ornamentaciones, sino porque para el canto llano se prescindió del Mandatum Ritual a través del cual se narra la parábola del lavado de pies, que termina con el apóstol Pedro sugiriéndole a Jesús que no sólo lave sus pies, sino también sus manos y cabeza (el caput del tíulo), dejando sólo la última estrofa para justificar precisamente la denominación de la pieza, y sustituyendo el resto por otros cantos no anunciados, alguno de los cuales nos pareció tan hermoso como anacrónico. Pero lo más maravilloso de la actuación del conjunto fue escucharlos a la vez que los veíamos, ensimismados cada uno en su propio rol sin abandonar por ello el trabajo de conjunto, modulando sus voces y gesticulando con tanto misticismo como la propia pieza por sí misma transmite.

No hubo más puesta en escena que ésta, salvo por una introducción realizada desde la trastienda opuesta al escenario, aunque esperábamos una anunciada mayor teatralidad. Al final muchos nos preguntábamos si no era ésta una de las propuestas del festival que debiera haber sido programada en una Iglesia en lugar de en la sala de Santa Clara, de calculada y compacta acústica que impide la reverberación con la que habitualmente se asocian estos cantos, habida cuenta además que el grupo suele actuar y grabar en iglesias.

miércoles, 16 de marzo de 2011

Incendies: la herencia mal aplicada de Costa-Gavras

Crítica de cine

INCENDIES
Canadá-Francia 2010, 125 min.
Guión y dirección Denis Villeneuve, según la obra de Wajdi Mouawad Fotografía André Turpin Música Grégoire Hetzel Intérpretes Lubna Azabal, Mélissa Désormeaux-Poulin, Maxim Gaudette, Rémy Girard, Abdelghafour Elaaiz, Allen Altman, Mohamed Majd, Nabil Sawalha, Baya Belal Estreno 11 marzo 2011

Independientemente de las buenas intenciones del film, denunciar los horrores extremos de las guerras a propósito de la que se libró en Líbano entre cristianos y musulmanes, y de que se trate de una producción cuidada en todos sus detalles de ambientación e interpretación, una película no es buena si su guión no lo es, aunque esté inspirado en una obra teatral de relativo éxito. Llena de imprecisiones e imposturas, su historia, con ser generosa en acontecimientos, hace aguas por todas partes. Parece que debiera funcionar como una ecuación matemática – las ciencias exactas están muy presentes en la historia – y sin embargo más bien está cogida con alfileres, desde las fechas entre las cuales transcurre la trama, y que obliga a que en su transcurso tres personajes crezcan más de lo que el lapsus de tiempo realmente les permite, a la serie de coincidencias o casualidades que hacen que el argumento progrese hacia donde el autor quiere dirigirnos. Partiendo de la base de que el propio motor de arranque es ya un disparate, pues en realidad su argumento se reduce al de una madre que condena a sus hijos a una existencia infeliz a partir de una herencia de horror y miseria, nos encontramos en realidad ante una trama de culebrón de sobremesa sólo que realizada con prestaciones más cinematográficas. Su realizador tiene el acierto de ahorrarnos la explicitud en las secuencias más cruentas, aún así terribles, pero no acierta a explicar detalles que emborronan el resultado final, mientras bifurca la narración en un doble plano, a través del cual el espectador siempre recibe más información de la que lo hacen sus protagonistas, a pesar de lo cual al final todos llegamos inexplicablemente a las mismas conclusiones. Son muchos los directores que en los últimos tiempos han aplicado a sus trabajos las enseñanzas de Costa-Gavras, maestro indiscutible de la denuncia político-social fundamentalmente en los años 70 y 80, pero pocos han acertado a plasmar sus tesis con su talento y contundencia; Villeneuve no es ciertamente uno de ellos. Con todo ha recibido elogios y reconocimientos varios, como el Premio del Público en Valladolid o la nominación al Oscar a la mejor película extranjera.