viernes, 30 de junio de 2017

AURORA Diario insulso de una adolescente

Reseña de la película, estrenada como "Miss Impossible" en el XIII Festival de Cine Europeo de Sevilla el 5 de noviembre de 2016. Estreno en España 30 junio 2017

LOS OBJETIVOS IRRENUNCIABLES DE LA FUNDACIÓN BARENBOIM-SAID

Concierto benéfico a favor de UNRWA. Academia de Estudios Orquestales de la Fundación Barenboim-Said. Manuel Hernández Silva, dirección. Programa: Sinfonía nº 41 K. 551 en do mayor “Júpiter”, de Mozart; Sinfonía nº 4 Op. 120 en re menor, de Schumann. Espacio Turina, jueves 29 junio 2017

La vocación de fraternidad y convivencia que impulsó hace trece años la creación de la Fundación Barenboim-Said, tuvo en este concierto de clausura del curso otra demostración de que se sigue luchando por unos objetivos que a día de hoy son menos renunciables que nunca. El éxito de nuestros músicos más jóvenes, en formaciones como ésta, la OJA o la Conjunta, por citar algunas de las más cercanas, tienen un espejo en el que mirarse en esta fundación que lucha por mejorar el nivel interpretativo en nuestra comunidad, así como dar salida a proyectos que hagan de éste un planeta más justo y habitable, como apoyar a la Agencia de Naciones Unidas para los refugiados de Palestina, a la que fueron destinados los fondos recaudados con este evento. Las propias palabras de Hernández Silva al final del encuentro, recordando todo el camino que queda por andar y la esperanza de llegar a buen puerto, tuvieron su mayor justificación en el propio sufrimiento del director venezolano, actual responsable de la Filarmónica de Málaga, al referirse a los conflictos que se viven en su tierra natal.

Mientras sus profesores, la mayoría integrantes de la plantilla de la ROSS, cumplían sus responsabilidades con el programa de abono de la Sinfónica, sus alumnos y alumnas aprovechaban la oportunidad de tocar frente al público para dar muestras de madurez técnica y expresiva impensables décadas atrás en gente de su edad y experiencia. Gran parte del éxito de la empresa la tuvo naturalmente la batuta firme y disciplinada, con ideas claras e informadas, de Hernández Silva. Lástima que el Espacio Turina, con tan buena acústica para la música de cámara, ofrezca una resolución tan opaca cuando una formación numerosa ocupa su escenario. La Júpiter lució su carácter olímpico, con especial acento en sus matices dramáticos, con un primer movimiento opulento y cromático, pero un andante cantabile más endeble técnicamente, languideciendo en ocasiones puntuales y descuidando su majestuosidad y melancolía. El minueto recuperó la elegancia y la confianza del conjunto, que ya en el finale consiguió plena agilidad hasta llegar a una conclusión vibrante y triunfante, manteniendo equilibrio y proporción en casi todo momento.

Una alumna escucha atentamente las indicaciones de la profesora de la ROSS Amelia Mihalcea

La Cuarta de Schumann es un derroche de ingenio e imaginación en estructura y forma, por lo que lograr una interpretación aceptable se antoja una tarea difícil. El resultado en esta ocasión, teniendo en cuenta los condicionantes, fue bastante satisfactorio. Hernández Silva optó por efectos muy dramáticos, a veces incluso toscos, potenciando su carácter cíclico sin dejar apenas transcurrir unos segundos entre movimientos y procurando en lo posible mantener el halo misterioso y trascendente de la transición entre los dos últimos, aunque no pudo evitar algunas caídas de tensión. Los movimientos extremos se impulsaron con emoción, pero faltó lirismo, delicadeza y depuración técnica en la romanza central. La guinda la puso un final fogoso y heroico.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

MAUDIE, EL COLOR DE LA VIDA Una historia de amor contada con cariño

Título original: Maudie
Canadá 2016 115 min.
Dirección Aislig Walsh Guión Sherry White Fotografía Guy Godfree Música Michael Timmings Intérpretes Sally Hawkins, Ethan Hawke, Kari Matchett, Gabrielle Rose, Zachary Bennett, Billy McLellan Estreno en el Festival de Toronto 12 septiembre 2016; en Canadá 14 abril 2017; en España 23 junio 2017

Maud Lewis fue una artista folk canadiense muy valorada que vivió en Nueva Escocia desde principios del siglo XX hasta 1970. Padecía una enfermedad degenerativa en los huesos que le provocó malformaciones y limitaciones importantes de movilidad. Su historia de amor y respeto, ganado a pulso durante años de convivencia, con su marido a lo largo de casi cuarenta años es lo que ha atraído a la guionista Sherry White y la directora irlandesa Aislig Walsh, curtidas fundamentalmente en la televisión, para contarnos esta emotiva, delicada y sensible historia de apoyo y respeto a la diferencia. La mirada amable y cariñosa de la directora, responsable de otras cintas de contenido eminentemente femenino como Cambio de identidad, se hace patente en los numerosos detalles que hacen de esta cinta una experiencia sensorial agradable, sin incidir en aspectos morbosos o patéticos ni buscar la compasión o la demagogia, bañada por hermosos paisajes rodados en Terranova, en los que las siluetas de esta pareja poco convencional se convierten en una ráfaga de aire fresco e incontaminado. Se trata de una poesía si se quiere básica o elemental, pero sin duda efectiva, que nos hace apreciar la belleza que no perciben los ojos, la que habita en el corazón y en la mente de quien a pesar de todos los inconvenientes fue capaz de crear un universo propio de pinceles en el que habitaban seres tan adorables en paisajes idílicos y tan antagónicos a los depredadores que amenazaron una vez con hacer de la existencia de la joven una miseria como la que sufren millones de personas con discapacidad en todos los lugares del mundo. Un amor y una pasión capaces de convertir en oro una vida condenada a cenizas, así es como han sabido plasmar en pantalla la vida y arte de Maude Lewis un grupo de artistas que han puesto tanto cariño en la empresa como ella en sus cuadros. Y en ese equipo no pueden faltar Sally Hawkins y Ethan Hawke, que ofrecen lo mejor de sí mismos para lograr ese milagro que es traspasar la pantalla y llenar nuestro corazón.

WONDER WOMAN Una de superhéroes fresca y con nuevo enfoque

USA 2017 141 min.
Dirección Patty Jenkins Guión Allan Heinberg, Zack Snyder y Jason Fuchs, según los personajes creados por William M. Marston Fotografía Matthew Jensen Música Rupert Gregson-Williams Intérpretes Gal Gadot, Chris Pine, Robin Wright, Connie Nielsen, David Thewlis, Danny Huston, Elena Anaya, Lucy Davis, Ewen Bremner, Saïd Taghmaoui, Eugene Brave Rock Estreno en Estados Unidos 2 junio 2017; en España 23 junio 2017

DC Comics produce con esta película su cuarta aventura, después de las insufribles El hombre de acero y Batman vs. Superman y la caótica Escuadrón suicida. Poco hacían esperar tan indignos precedentes que Wonder Woman fuera a salvar el castillo y convertirse en una de las más estimulantes cintas que sobre superhéroes se han hecho en mucho tiempo. La empresa ha tenido un alto componente femenino, con el fichaje de Patty Jenkins en la dirección, que hace más de una década regaló a Charlize Theron el papel por el que logró su Oscar a la mejor actriz, Monster. Después se ha refugiado en la televisión hasta que alguien ha pensado que podía dar a la función ese toque femenino que demanda, y no se equivocó. El resto lo logra un guión estudiado y bien articulado en el que ha intervenido uno de los realizadores que más han dicho sobre universos fantásticos ilustrados en los últimos tiempos, Zack Snyder (300, Sucker Punch, Watchmen o la próxima Liga de la justicia, aunque también fuera el responsable del fiasco del nuevo Superman). Una puesta en escena que combina ingeniosamente estéticas muy familiares y populares como la de El señor de los anillos, reconocible en la paradisíaca y mítica isla en la que transcurren los primeros veinte minutos del film, y Harry Potter, identificable en ese sempiterno Londres post victoriano en el que transcurre parte de la acción, ambientada en plena Primera Guerra Mundial. Porque hasta allí viaja esta nueva y sensual heroína, especialmente sensible a la bonhomía y la filantropía, que lucha contra Ares, Dios de la Guerra, en quien personifica de forma tan inocente como metafísica la maldad reinante en el planeta, aunque entre los villanos de turno se encuentre una inquietante Elena Anaya a la que Banderas aún no hubiera retirado la máscara de La piel que habito. Gal Gadot, toda una revelación, da vida a una luchadora, mujer entrenada para ser la mejor entre las amazonas y aprovechar al máximo los poderes con los que ha sido bendecida, pero sin utilizar la violencia como fin sino como medio inevitable pero lamentable. A esto es lo que nos referimos cuando pedimos que nos cuenten algo nuevo; y si además hay ritmo, buenas interpretaciones, romance, comedia, aventura y épica, mucho mejor. Todo además cuidado al detalle, con una producción esmerada en la que destaca incluso una buena banda sonora de Rupert Gregson-Williams. Lástima que dedique tanta traca final a recordarnos que se trata de una de superhéroes y no puede escapar a las constantes del género.

martes, 27 de junio de 2017

SELFIE Después del hundimiento del chiringuito

España 2017 85 min.
Dirección Víctor García León Guión Víctor García León y Sebastián Maharg-Bravo Fotografía Eva Díaz Intérpretes Santiago Alverú, Macarena Sanz, Javier Caramiñana, Alicia Rubio, Pepe Ocio, Isabel García Lorca, Clara Alvarado, Carlos Montero, Esther Regina, Álvaro Roig Estreno en el Festival de Málaga 18 marzo 2017; en salas comerciales 23 junio 2017

Víctor García León ha cultivado en sus dos largometrajes hasta la fecha la comedia y el drama generacional, con Más pena que gloria y Vete de mí, y entre medio dirigió junto a otros muchos realizadores el documental Hay motivo. De esas dos facetas, la generacional y la reivindicativa, nace Selfie, un film original y atrevido que descansa en pilares muy sólidos para ir poco a poco desinflándose, perdiendo fuelle, el horizonte y con él las posibilidades de generar un análisis certero sobre la penosa situación política del país en la actualidad, especialmente en todo lo que tiene que ver con la corrupción. Reducido a vehículo para la comedia, la película nos cuenta la historia de un pijo de Madrid cuyo chiringuito, perfectamente articulado desde su niñez para mantener los estereotipos y privilegios de clase, se viene abajo cuando su padre, ministro, es acusado y detenido por corrupto. Con una cámara pegada, el joven, desorientado y despreocupado, casi desnortado e inconsciente, busca la supervivencia, seduce a una joven invidente que parece una metáfora del país, y se acerca al aire que más calienta, que por casualidad resulta ser Podemos. El artificio sirve para crear situaciones divertidas y que un debutante Santiago Alverú luzca su talento cómico, que lo tiene en abundancia, para convertirse en el actor revelación de la temporada, mientras el espectador asiste a lo que parece un reportaje alargado de El intermedio, cameos de Aguirre, Iglesias y Errejón incluidos, pero con menos mordacidad y mala leche que el programa del Gran Wyoming, lo que deviene en ocasión perdida. En el Festival de Málaga logró una Mención Especial del Jurado y el Premio de la Crítica.

LA CASA DE LA ESPERANZA Una historia encorsetada sobre seres enjaulados

Título original: The Zookeeper’s Wife
USA 2017 124 min.
Dirección Niki Caro Guión Angela Workman, según la novela de Diane Ackerman Fotografía Andrij Parekh Música Harry Gregson-Williams Intérpretes Jessica Chastain, Daniel Bruhl, Johan Heldenbergh, Timothy Radford, Val Maloku, Efrat Dor, Marian Mitas, Iddo Goldberg, Michael McElhatton, Shira Haas, Martha Issová Estreno en Estados Unidos 7 abril 2017; en España 23 junio 2017

Spielberg nos contó la historia de Oscar Schindler, que salvó a miles de judíos del exterminio gracias a su habilidad, sus contactos y, sobre todo, su sensibilidad y buena voluntad. Pero como él muchos y muchas debieron esconder vecinos, amigos y gente anónima para salvarlas de las garras de la Gestapo y de  la maquinaria más deshumanizada de matar jamás ideada por el hombre. La del matrimonio polaco Zabinski, directores del zoológico de Varsovia, fue una de esas historias, llegando a esconder en sus instalaciones a casi trescientas personas mientras hacían creer a los nazis que su única ocupación en el devastado zoológico era criar cerdos para alimentar a las tropas alemanas. Una historia sin duda que merece contarse, sobre todo si con ello se ilustran episodios no tan transitados como al vida en el gueto judío de Varsovia o la resistencia polaca a la invasión nazi en los estertores de la Segunda Guerra Mundial. A Jessica Chastain le ha debido interesar mucho el proyecto y embarcarse en su producción, y quizás haya sido ella quien eligiera a la directora neozelandesa Niki Caro (Whale Rider, En tierra de hombres) y la escritora Angela Workman para adaptar la novela de Diane Ackerman; muchas mujeres para dar cierta sensibilidad femenina al conjunto, aunque al final lo que haya salido sea un suflé indigesto, irreal, rancio y resuelto a fuerza de elipsis desconcertantes y mucha impostura, desde la guardarropía a una pobre puesta en escena y unos personajes con los que apenas se logra empatizar. Un film tan mal contado y mal resuelto que consigue por una vez que una historia sobre el holocausto apenas llegue a emocionar. Quizás en la novela se hayan trabajado asuntos que en la película aparecen desdibujados, como el cariño hacia los animales en cautiverio, convertido en cariño hacia seres humanos enjaulados y obligados a vivir como topos durante años. Nada es sin embargo verosímil en esta historia real, y ni siquiera Chastain se da un baño de gran interpretación, con lo que el film acaba decepcionando incluso a sus incondicionales.

sábado, 24 de junio de 2017

DISTANTE Y ELEGANTE HOMENAJE A TELEMANN EN LAS NOCHES DEL ALCÁZAR

18º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Rafael Ruibérriz, flauta travesera; Alejandro Marías, viola da gamba; Alfonso Sebastián, clave. Programa: Las fantasías secretas de Telemann. Viernes 23 de junio de 2017

Ruibérriz
Afortunadamente este año los conciertos estivales del Alcázar han llegado con puntualidad, sin problemas burocráticos que les afecten, y fieles a no dejar pasar ninguna efemérides, ha habido espacio para recordar que precisamente este domingo 25 de junio se celebran dosciento cincuenta años de la muerte de Georg Philipp Telemann, quizás el autor más prolífico de todos los tiempos. Estudiante de derecho y letras en Leipzig y fundador del Collegium Musicum en esa ciudad, fue amigo y puntual rival de Bach, padrino de su hijo Carl Philipp Emanuel, y mucho más reconocido y popular en su tiempo que el autor de los Conciertos de Brandeburgo. Telemann abarcó en su prolífico catálogo todos lo géneros, música religiosa y dramática y mucha música de cámara, en la que destacan tríos, sonatas, cuartetos, scherzi, suites y fantasías. Piezas para diversos instrumentos, solos o en combinación, que denotan el dominio y la maestría del compositor para plegarse a las necesidades de cada uno en particular.

Y eso fue precisamente lo que vinieron a demostrar Rafael Ruibérriz al traverso, Alfonso Sebastián al teclado y Alejandro Marías a la viola da gamba, en un programa pulcramente estructurado en el que se dieron cita fantasías para cada uno de los instrumentos convocados, así como un concierto y una sonata para dos, clave y flauta, y clave y viola, y dos tríos que abrieron y cerraron el programa. Una estructura que quizás provocó que la sesión fuera previsible, pero que ayudó sobremanera a disfrutar de la excelencia de cada uno de los jóvenes intérpretes. Ruibérriz y Sebastián ya han demostrado su compenetración en múltiples ocasiones, mientras Marías se ha revelado como una muy fresca incorporación y una grata sorpresa por la exuberancia de su sonido, su gesto sensible y su fuerte involucración a la hora de atacar las piezas.

Marías
El flautista sevillano tuvo momentos endebles, como el Trío Sonata TWV 42 :g7 con el que arrancó la velada, pero remontó satisfactoriamente en el Concierto en la menor TWV 42:a1, donde su proverbial capacidad para las agilidades y buen gusto para la ornamentación se combinaron con un sensato dominio de la expresividad. Su interpretación de la Fantasía nº 2 TWV 40:3 aunó también control técnico y considerable sensibilidad. Sebastián mantuvo en todo momento una excelente pulsación, aportando al conjunto la elegancia francesa que Telemann combinaba con la ornamentación italiana y la naturalidad y frescura de sus melodías, a menudo siguiendo patrones líricos. En este punto fue Marías quien hizo mayor gala de emotividad, extrayendo no sin algún leve traspiés técnico un sonido potente y carnoso de su instrumento, flexible, espontáneo y sutil, y atendiendo con esmero a los abundantes contrastes e imitaciones. Faltó sin embargo algo más de calidez en la relación de los músicos con el público, algunas palabras de introducción a tan merecido tributo y mayor complicidad con los receptores de su amable propuesta.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

viernes, 23 de junio de 2017

11º DE ABONO DE LA ROSS Y UN ESTRENO: EL DESTINO DE UN LINAJE

11º concierto de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. John Axelrod, dirección. Programa: Sinfonía nº 1 “Clásica”, de Prokofiev; When the City Rules, de Gabriel Prokofiev; Sinfonía nº 5 Op. 67, de Beethoven. Teatro de la Maestranza, jueves 22 de junio de 2017

El destino, ese concepto indefectiblemente ligado a la más famosa de las sinfonías, parece unir al nieto de Prokofiev con las dos partituras sinfónicas más populares del genio de Bonn: la Novena, que protagonizó el concierto nº 9 de abono de esta temporada, con un remix del joven como preludio, y ahora la Quinta, precedida del estreno europeo de una composición suya que parece querer hablarnos de ese otro que aguarda al individuo en las grandes ciudades paradigma de la incomunicación. Pero aunque el acento del atractivo de este programa estuvo en dicho estreno, lo que facilita al cronista la agradecida posibilidad de pronunciarse no sólo sobre la interpretación, sino también sobre el valor de una música nunca antes escuchada, acercarse a páginas tan prodigiosas como la firmada por su abuelo, el gran Sergei Prokofiev, o la incombustible Quinta del insigne Beethoven, acaban convirtiéndose por derecho propio en el principal reclamo de un acontecimiento como éste.

Gabriel Prokofiev presentó una pieza vistosa y espectacular, de carácter tan programático que casi parece una partitura cinematográfica. Se trata de un encargo de las Sinfónicas de Sevilla y Seattle, que tuvo su puesta de largo en la segunda ciudad, en septiembre pasado con Ludovic Morlot a la batuta, y completando un programa en el que también se encontraban su abuelo con la suite de El amor de las tres naranjas, y Beethoven y sus luminosas Sinfonías 1 y 8. En un principio los solistas, violonchelo, contrabajo, trompeta, flauta y percusión, debían tener un protagonismo mayor del que la obra finalmente les ha otorgado. Estos instrumentos, y algunos más, van emergiendo con absoluta naturalidad de la orquesta para reafirmar su individualidad y el diálogo entre ellos, en lo que es, junto a un estupendo trabajo de percusión, lo más original de una partitura que apuesta por la tonalidad, el melodismo, y sobre todo el ritmo. La salvaje llamada de la selva ocupa su primer movimiento, una suerte de Sensemayá que ilustra el primitivismo del hombre abocado a la sociedad. El inevitable movimiento lento adopta formas de blues y jazz, saxofón incluido, mientras el tercero y último reflejan el frenesí urbano mediante ritmos inspirados en el soul y la psicodelia setentera. Un trabajo más inspirado en su estructura y gramática orquestal que en el meramente expresivo, amable para el oyente medio, sin riesgos ni espesuras, fácil y rápido de digerir.

Antes, Axelrod ofreció una lectura decepcionante de la Clásica de Prokofiev, raquítica en sus postulados, ratonil en la cuerda, de líneas gruesas y cortantes, sin flexibilidad ni apenas gracia, a veces morosa y casi nunca efervescente. Mucho mejor Beethoven, una Sinfonía nº 5 dinámica, con empuje y un excelente trabajo de las texturas, pero con un punto personal que potenció los metales y los ritmos rápidos en detrimento de una mayor reflexión y más precisión en los detalles. Una versión rotundamente vistosa, espectacular y en cualquier caso vigorosa.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 22 de junio de 2017

CARTAS DE LA GUERRA Tedioso drama epistolar

Título original: Cartas da Guerra
Portugal 2016 105 min.
Dirección Ivo Ferreira Guión Ivo Ferreira y Edgar Medina, según la novela de António Lobo Antunes Fotografía Joao Ribeiro Intérpretes Miguel Nunes, Margarida Vila-Nova, Ricardo Pereira, Joao Pedro Vaz, Joao Pedro Mamede Estreno en el Festival de Berlín 14 febrero 2016; en Portugal 1 septiembre 2016; en España 16 junio 2017

Basada en la novela epistolar del prestigioso autor portugués António Lobo Antunes, con ciertas reminiscencias autobiográficas, el film de Ferreira se presenta como una ilustración preciosista y melancólica de las vivencias del protagonista, militar en la Guerra de Angola, el último vestigio del imperio portugués en África, médico y con talento para la escritura, todo como el propio autor. La voz en off de la esposa leyendo las poéticas cartas de su marido desde el campo de batalla, se convierte en una presencia latosa y permanente, mientras ante nuestra retina se van sucediendo estampas en esmerado blanco y negro de la vida cotidiana del militar en el país africano, el progresivo desgaste emocional del protagonista y sus compañeros, y el contacto con un pueblo desorientado e incapaz de comprender lo que está sucediendo a su alrededor, así como con la inevitable muerte de compañeros, enemigos y gente inocente. Pero la atención se centra fundamentalmente en la historia de amor del militar y la esposa a la que escribe, donde vuelca toda su pretenciosa poética, con sus dudas y su igualmente deterioro progresivo ante un tiempo que se desarrolla de forma confusa e incierta. Sin atisbo de tensión ni intriga frente al episodio bélico en el que se ambienta, ni un desarrollo dramático que enganche, la experiencia se desarrolla de forma tan anodina como irritante, potenciando la belleza de sus partes (la hermosa fotografía, nominada a los Premios Europeos del Cine, la música elegíaca de clásicos portugueses como Luis de Freitas Branco o Fernando Lopez Graça, combinada con canciones populares de principios de los setenta, o la cuidada ambientación) frente al poco interés y escasa emoción que suscita su endeble material dramático, como viene siendo habitual en el cine luso, tremendamente triste y gris.

lunes, 19 de junio de 2017

TESTIGO Un thriller político mal planteado

Título original: La mécanique de l’ombre
Francia-Bélgica 2016 88 min.
Dirección Thomas Kruithof Guión Yann Gozlan y Thomas Kruithof Fotografía Alex Lamarque Música Grégoire Auger Intérpretes François Cluzet, Simon Abkarian, Sami Bouajila, Alba Rohrwacher, Denis Podalydes, Alexia Depicker Estreno en Francia 11 enero 2017; en España 9 junio 2017

Un hombre corriente, más bien anodino y taciturno, enredado en una trama de intriga y espionaje con consecuencias vitales para la seguridad, la política y la economía de uno de los países más poderosos del mundo. Esta podría ser la sinopsis del debut en la dirección de este realizador galo que pone un ojo en el cine americano de intriga política de los setenta, con La conversación de Coppola a la cabeza, y el otro en la estética gris y fría de David Fincher, sin renunciar a la tradición francesa en este tipo de producciones. Podría haber dado lugar a un film inteligente y atractivo, pero sus premisas van decepcionando paulatinamente y sumergiéndonos en un mar de incredulidad preocupante. Es evidente que nuestros gobiernos nos manipulan, que los servicios secretos y hasta la policía trabaja para enmarañar las intrigas políticas de aquellos a quienes sirven, y que hay corrupción por doquier. Pero eso no basta para construir una estructura dramática suficientemente convincente, que no dé la sensación de caer continuamente en el infantilismo y la ingenuidad, con recursos y giros dramáticos a menudo poco plausibles y cogidos con alfileres. El resultado es que no llega a emocionar, ni irritar ni intrigar lo suficiente, cayendo progresivamente en la apatía. Ni siquiera el desarrollo del personaje interpretado por Cluzet resulta convincente, dentro de un conjunto que cuida más los detalles estéticos que los meramente argumentales, aunque lo pretende. No cabe duda de que se trata de un tipo de cine necesario, pero que exige de coordenadas más precisas y maliciosas.

domingo, 18 de junio de 2017

MÚSICA PARA REFRESCARSE EN LA CLAUSURA DEL XXVII CICLO DE CÁMARA DE LA ROSS

9º concierto del XXVII ciclo de música de cámara de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Paçalin Zef Pavaci, violín. York Yu Kwong, viola. Sasha Crisan, violonchelo. Lucian Ciorata, contrabajo. Vicent Morelló Broseta, flauta. José Manuel González Monteagudo, oboe. Piotr Zymyslik, clarinete. Javier Aragó Muñoz, fagot. Ian Parkes, trompa. Programa: Phantasy-Cuarteto, de Britten; Till Eulenspiegels Einmal Anders!, de Strauss-Hasenöhrl; Six épigraphes antiques, de Debussy-Chapron; Noneto nº 2, de Martinu. Espacio Turina, domingo 18 de junio de 2017

La violonchelista Sasha Louise Crisan
Con un intenso calor fuera, y otro de carácter más emotivo dentro – afortunadamente la refrigeración de la sala cumplió amortiguando los rigores del tiempo – asistimos al broche final del ya pasado ciclo de música de cámara de la ROSS que hizo el número veintisiete. Unas afortunadas palabras de agradecimiento de Victoria Stapells, directora del English Language Institute, patrocinador del evento desde hace varias temporadas, y una invitación al próximo ciclo, que se celebrará íntegramente en el Espacio Turina y contará con un concierto más, introdujeron un programa cuya música sirvió para refrescarnos y olvidarnos del calor imperante. En realidad se trataba en cierto modo de una continuación del programa de mayo, con Martinu cerrándolo de nuevo y otra variación del Till Eulenspiegel de Strauss entre las propuestas, así como la misma plantilla de viento sobre el escenario, esta vez de la sala de la calle Laraña.

El contrabajista Lucian Ciorata, pilar fundamental
de la orquesta, con su característica e inseparable
camisa musical
Estos conciertos de cámara, complemento ideal de la temporada sinfónica, son tan útiles para cubrir el hueco imperdonable que sufrimos en la ciudad, como para fomentar el compañerismo entre los y las músicos de la orquesta, permitiéndoles trabajar con mayor complicidad y más estrecha colaboración. El Cuarteto Fantasía de Britten es una obra de juventud y sin embargo muy madura en sus postulados expresivos, combinando ingeniosamente variaciones con la forma sonata y permitiendo a los intérpretes jugar con armonías, contrastes y tonalidades sin caer en un fácil caos, como de hecho lograron el trío de cuerdas y la magnífica prestación de Monteagudo al oboe. Una versión reducida por Franz Hasenöhrl para vientos y cuerda del poema sinfónico Till Eulenspiegel de Strauss (esta vez de otro modo, reza su título) vino a completar la de sólo vientos del concierto anterior, con protagonismo del violín de Pavaci, único de los nueve músicos convocados que intervino en todo el programa, sin atisbo de fatiga y dando lo mejor de sí con muy buenos resultados.

Mucho antes de que Francis Lai marcara el sonido del cine erótico de los setenta, Debussy ya había ilustrado los poemas lésbicos de su amigo Pierre Louÿs, Le chanson de Bilitis, seis Epígrafes antiguos con orquestación de Bernard Chapron que abundan en arabescos, líneas sinuosas y sensualidad y que quizás hubiera merecido una mayor carga sicalíptica por parte de una formación algo lánguida, a pesar del excelente trabajo de Morelló a la flauta. El Noneto nº 2 de Martinu supone su testamento camerístico, en el exilio y minado por el cáncer, y sin embargo mantiene una estética de divertimento vigoroso y luminoso, que los intérpretes defendieron con un sensacional dominio de los recursos, estupendos todos en sus difíciles cometidos.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

viernes, 16 de junio de 2017

PASTORAL AMERICANA Dolor personal como penitencia del malogrado sueño americano

Título original: American Pastoral
USA 2016 126 min.
Dirección Ewan McGregor Guión John Romano Fotografía Martin Ruhe Música Alexandre Desplat Intérpretes Ewan McGregor, Jennifer Connelly, Dakota Fanning, Peter Riegert, Rupert Evans, Uzo Aduba, David Strathairn, Molly Parker, Valorie Curry, Hannah Nordberg, Samantha Mathis Estreno en el Festival de Toronto 9 septiembre 2016; en el Festival de San Sebastián 22 septiembre 2016; en Estados Unidos 21 octubre 2016; en España 9 junio 2017

Ewan McGregor debuta en la dirección de largometrajes de ficción con esta adaptación de la famosa novela de Philip Roth, ya un clásico de la literatura moderna americana y ganadora del Pulitzer en 1998. Como ocurriera con La mancha humana, quienes esperaban ver una recreación fiel en trama y espíritu del referente literario se han llevado una decepción. Más alarmante es que también se la hayan llevado quienes no tuvieran base ni recursos para hacer la sempiterna comparación entre cine y literatura. Y es que American Pastoral puede igual enganchar que aburrir, sin embargo parece existir cierta unanimidad a la hora de decantarse por lo segundo. A veces sin embargo suenan voces discordantes, y algunos encontramos un material irresistible que McGregor, con ayuda del guionista, ha reducido a un aspecto quizás no tan evidente o visible en la novela. Se trata de la historia de una familia típica americana, un matrimonio formado por un joven y carismático deportista y una reina de la belleza, con una hija que parece salida de un cuento de hadas, en un momento crucial de Estados Unidos, cuando recién terminada la 2ª Guerra Mundial ha asumido su condición de feliz sueño hecho realidad, comodidad al máximo y espíritu inviolable e invencible. Un país que una década después verá su inocencia truncada, dándose de bruces con la cruel realidad al enfrentarse a fantasmas como el magnicidio, la Guerra Fría o la más tangible de Vietnam, y todo lo demás que dio forma a los convulsos sesenta. Todo ello se convierte en la película en mero telón de fondo para hablar de una tragedia más individual y humana. Donde Roth quería reflejar el espíritu de decadencia, el golpe al gran sueño americano, la desmoralización de todo un país, y hacerlo en un tono radical y funerario, McGregor parece preferir centrarse en el drama de un padre obsesionado por encontrar a una hija descarriada, un zombi de los que habitan en nuestras ciudades, incapaz de asumir su lugar en una sociedad que ni comprende ni comparte. Padre e hija obligados a sufrir un particular calvario, mientras otros y otras en la función prefieren pasar página y seguir disfrutando de los restos del naufragio, lo que queda de ese sistema que nos vendieron como perfecto pero que no puede disimular sus heridas. El tono fantasmagórico que McGregor ha sabido impregnar en una película tan bien interpretada como ambientada, logra transmitir a quienes nos ha cautivado una desesperada conmoción y una profunda pesadumbre sobre la fragilidad de la felicidad, los seguramente falsos postulados sobre los que la hemos erigido, y la incapacidad para asumir lo efímero de nuestra existencia. Para todo ello McGregor no parece haber prescindido de ningún capítulo de la novela ni de ningún detalle, pero ha fijado su atención en aquello que le es relevante para convertir el drama generacional en una tragedia particular y una penitencia individual, saliendo a nuestro juicio bastante airoso de la empresa. Como curiosidad, quien en los noventa despuntara como estrella en ciernes, Samantha Mathis, interpreta aquí un breve pero revelador papel, con aspecto más de Louise Fletcher de Alguien voló sobre el nido del cuco que de la bella tejana que seducía la cámara de Peter Bogdanovich en Esa cosa llamada amor. Por su parte, David Strathairn borda en su también breve intervención el papel del escritor Nathan Zuckerman, alter ego del novelista y figura recurrente en su bibliografía.

DE LA CALMA A LA TEMPESTAD, Y ESPAÑA EN MEDIO

12º concierto de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Asier Polo, violonchelo. JoAnn Falletta, directora. Programa: Ma mère l’Oye, de Ravel; Concierto in modo galante, de Rodrigo; Die Seejungfrau, de Zemlinsky. Teatro de la Maestranza, jueves 15 de junio de 2017

El breve lapso de euforia que supuso la retirada de los lazos verdes en los hábitos de los y las integrantes de la Sinfónica llegó el jueves a su fin con el incumplimiento por las instituciones de parte de los compromisos asumidos con los representantes de la orquesta, incluido algo tan grave como que el conjunto siga sin tener un gerente que organice y defienda su gestión administrativa. Es la España de los políticos incompetentes y corruptos que sirven de imagen y referente a una sociedad anestesiada y resignada a ser el cortijo en el que nos han convertido. La España que estuvo representada en el duodécimo concierto de abono de esta temporada en los aires neoclásicos de Joaquín Rodrigo, en cierto modo un reflejo del retrato que Goya hizo de una sociedad en deconstrucción que ya mostraba las características que la convierten en escarnio de auténticos demócratas. Esta pieza sirvió de nexo entre otras dos con inspiración en cuentos clásicos, cuyos valores no deberían encajar en una educación infantil moderna, por violentos y machistas, pero que inspiraron el carácter delicado y mágico de Ravel frente al más tempestuoso del poema sinfónico de Zemlinsky.

Si la memoria no nos falla, JoAnn Falletta es la tercera mujer en subir al podio del Maestranza, después de Gloria Isabel Ramos y Kerri Lynn-Wilson. La norteamericana es la directora titular de la Filarmónica de Búfalo y una consumada artista que ha grabado multitud de registros, muy especialmente los que ha dedicado a Ernö Dohnányi. Su visión de los cinco números que integran la suite Mi madre la oca de Ravel estuvo impregnada de dulzura y delicadeza, prácticamente como si la música flotara y la atmósfera mágica y sutil de la página fuera perfectamente palpable. Melancólica y vivaz, encantadora y cristalina, así sonó en sus manos la magnífica orquestación de la pieza original para piano. Con un deslumbrante uso de las dinámicas y un emocionante crescendo final, coronó una interpretación magistral de la obra. Con ella nos sumergimos quizás en esa calma en la que se había sumido la orquesta tras las promesas que le auguraban un futuro más optimista. Con La sirenita final nos embarcamos en la tempestad que se avecina tras el incumplimiento sistemático de las medidas prometidas. La pieza de Alexander von Zemlinsky, retirada de las salas de concierto durante cerca de ochenta años, adopta la forma de poema sinfónico, pero su carácter discursivo y monótono no le permite situarse entre lo más acertado de su producción. Falletta manejó también aquí texturas y dinámicas de manera muy convincente, con enorme atención a los detalles y atenuando los diversos cambios de color y carácter, ofreciendo momentos de enorme lirismo frente a otros de fuerte espíritu tempestuoso.

Hacía tiempo que no disfrutábamos de Asier Polo en el Maestranza. Con una evidente complicidad con la directora estadounidense y una orquesta en plena forma, Polo ofreció una rutilante interpretación del Concierto galante de Joaquín Rodrigo, primero de los dos que compuso para el violonchelo y de fuerte inspiración en Boccherini, con un tono popular e irónico, potenciado por un uso generoso de disonancias, que Polo, siempre carnoso y aterciopelado, supo recrear a la perfección, mientras en el adagietto ofreció un profundo y conmovedor lirismo. Su orquestación sencilla, manejada además con respeto y admiración por Falletta, permitió al violonchelista vasco desplegar sus amplios recursos con comodidad. Un arreglo para violonchelo y orquesta del Intermezzo de la ópera Goyescas de Granados sirvió como propina, casualmente un día después de deleitarnos con la transcripción para guitarra que ofreció Esther Guzmán en la clausura del Festival de Primavera de Juventudes Musicales. De manera insólita tratándose de un programa de abono, hubo propina también al final del concierto, tras La sirenita, como sentido y emotivo homenaje a la compañera Pastora Domínguez Moreno, violonchelista de la orquesta desde su fundación y fallecida a la prematura edad de 67 años. Nimrod, de las Variaciones Enigma de Elgar, fue una muy adecuada elección para sublimar la figura de la desaparecida, con una interpretación llena de solemnidad y emoción.

jueves, 15 de junio de 2017

LA GUITARRA DE ESTHER

XXVIII Festival de Primavera de Juventudes Musicales de Sevilla. María Esther Guzmán, guitarra. Programa: Fuga y Diferencias, de Cabezón; Adagio y Fuga BWV 1005, de Bach; Sonata Giocosa, de Rodrigo; Intermezzo y Danzas V y IX, de Granados; Paisaje cubano con campanas, de Brouwer; Tema de Lara, de Jarre; La misión, de Morricone. Salón de los Carteles de la Real Plaza de Toros de Sevilla, miércoles 14 de junio de 2017

Tras una primera semana dedicada al piano, como es habitual en el Festival de Primavera, la segunda ha tenido un contenido más ecléctico, desde la música vocal de A5 Ensemble a la guitarra de Mª Esther Guzmán, pasando por la música de cámara del Trío Carmen Veneris. La excepcional guitarrista sevillana es una habitual de la escena local, pero un espacio tan recogido como el que ofrece el Salón de Carteles de la Maestranza potencia aún más el carácter poético y la carga mágica de sus interpretaciones, en perfecta comunión no sólo con su guitarra, a la que mira, acaricia y mima como si fuera su bebé, sino también con el reducido público que consigue entrar en perfecta sintonía con la intérprete y su particular universo estético y musical. Guzmán desgranó en esta velada no sólo su demostrada capacidad a la cuerda pulsada, sino también su talento para transcribir piezas concebidas para otros instrumentos, sirviéndose de sus propios apuntes incluso en páginas que conocen versiones para guitarra muy transitadas.

Un momento de la actuación
(foto: Manu G. Maroto)
Fugas, tientos y diferencias integran el grueso del que fue quizás el más importante compositor europeo para tecla de su época, Antonio de Cabezón, testigo de intrigas palaciegas y gestas épicas de Carlos I y Felipe II, y de quien la sevillana ofreció una página llena de dulzura y delicadeza. No es quizás su toque un prodigio de virtuosismo, sobre todo porque no es eso lo que a ella le interesa, sino más bien extraer de cada obra su esencia y lirismo, y tener la capacidad suficiente para transmitirla, y ahí sí que es prodigiosa. Lo corroboraron los dos primeros movimientos de la Sonata para violín nº 3 de Bach, sobre todo una extensa fuga de intensa espiritualidad, que se enroscaba sin rutina ni cansancio. De la Sonata Giocosa de Joaquín Rodrigo, primera firmada por el autor, allá en 1958, Guzmán potenció más sus disonancias que su carácter folclórico, sin renunciar a su encanto y elegancia y a ese sabor flamenco que respira el vigoroso allegro final.

Más delicadeza aún en el Intermezzo de Goyescas del malogrado Granados, con toda su intensidad orquestal hábil y solemnemente reducida por la propia intérprete, así como la Andaluza y la Romántica de las Doce Danzas Españolas del mismo autor, dechado de elegancia en unas páginas que a menudo se despachan con desmesura. El carácter experimental del Paisaje cubano con campanas, uno de los cincos paisajes cubanos compuestos por quien fuera titular de la Orquesta de Córdoba durante muchos años, Leo Brouwer, se despachó con una interpretación sutil y concentrada. La balalaika de Lara, un Maurice Jarre en estilo Tárrega, y el oboe de Gabriel, de Morricone, se convirtieron por arte de magia en la guitarra de Esther, para deleite de quienes presenciamos un concierto tan hermoso como comunicativo, perfecto colofón para una preciosa edición del Festival que Juventudes Musicales ha dedicado a su mentor, Julio Gº Casas.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 14 de junio de 2017

PIELES Un toque bizarrosa

España 2017 77 min.
Guión y dirección Eduardo Casanova Fotografía José Antonio Muñoz “Nono”Música Ángel Ramos Intérpretes Ana Polovorosa, Candela Peña, Macarena Gómez, Carmen Machi, Secun de la Rosa, Jon Kortajarena, Joaquín Climent, Enrique Martínez, Eloi Costa, Itziar Castro, Carolina Bang, Ana María Ayala, Adolfo Fernández, Antonio Durán “Morris”, Javier Bódalo Estreno en el Festival de Berlín 11 febrero 2017; en el de Málaga 24 marzo 2017; en salas comerciales 9 junio 2017

Propuestas como ésta refrescan en cierta medida el panorama cinematográfico español, empeñado en emular otras cinematografías como la americana o la francesa con productos que sólo en escasas ocasiones es capaz de competir con los originales. El surrealismo por otra parte siempre se nos ha dado bien, y si le añadimos un toque bizarro y hasta grotesco, mucho mejor. Buñuel era un especialista en eso, y por lo tanto no deberíamos sorprendernos más que lo justo ante un espectáculo como el que ofrece el cortometrajista Eduardo Casanova en su debut en formato largometraje. Pero la audacia y lo rompedor lo son sólo hasta cierto punto, pues Casanova apenas disimula las costuras de su propuesta ni maquilla su mensaje, inequívocamente dirigido a una mayor tolerancia no sólo a la diferencia sino a las diversas formas de buscar la felicidad, a través del amor, sin él, o profesándolo a uno o una misma. En el camino adorna con una estética muy rosa y violeta, una cuidada planificación de la imagen y el encuadre y una esmerada dirección artística, una función en la que cuerpos y rostros poco agradables claman por su individualidad y su expresión sin renunciar a una sensibilidad que el director no logra captar en toda su plenitud. Ya la carta de presentación, con el poco agraciado, muy avejentado, cuerpo desnudo de una mujer anciana, parece indicar cuáles sean sus cartas. A partir de ahí una serie de vidas entrecruzadas, en las que lo físico se adueña de lo espiritual, van definiendo un ejercicio en el que la imaginación luce más de lo que realmente es, con estampas tan familiares a esa estética kitsch que plantea, que recuerdan incluso al universo videoclipero de Fangoria. Al final su propuesta estética cala más que el mensaje de tolerancia y libertad que pretende transmitir, con lo que el experimento, sin menospreciar su carácter atrevido y grotesco, le sale un poco rana. El Jurado Joven del Festival de Málaga le concedió su premio especial.

lunes, 12 de junio de 2017

LA MOMIA Debería estar muerta y enterrada

Título original: The Mummy
USA 2017 105 min.
Dirección Alex Kurtzman Guión David Koepp, Christopher McQuarrie, Dylan Kussman, Jon Spaihts, Alex Kurtzman y Jenny Lumet Fotografía Ben Seresin Música Brian Tyler Intérpretes Tom Cruise, Annabelle Wallis, Russell Crowe, Sofia Boutella, Jake Johnson, Courtney B. Vance, Marwan Kenzari, Javier Botet, Shina Shihoko Nagai Estreno simultáneo en Estados Unidos y España 9 junio 2017

Alex Kurtzman ha dado la talla con tres series de televisión (Fringe, Star Trek Discovery y Sleepy Hollow) y un melodrama para la gran pantalla (Así somos, protagonizada por Chris Pine, Elizabeth Banks y Michelle Pfeiffer). Tom Cruise apenas ha hecho una película de acción que no resulte cuanto menos digna. Y entre los ¡seis! guionistas de esta enésima revisión del mito Universal de La momia, figuran los responsables de Parque Jurásico, Misión Imposible y Sospechos habituales. Entonces ¿qué es lo que ha fallado para que nos encontremos ante una película tan ridícula, bochornosa y pesada como ésta? Cruise no tiene gracia y pretende tenerla, para que se perpetúe al menos en algo el estilo imperante en las películas protagonizadas por Brendan Fraser, que sí tiene vis cómica. Sólo recordamos a Cruise haciendo comedia justo al inicio de su carrera en Risky Business, y se recuerda más su baile adolescente en calzoncillos que su posible gracia. Mezclar monstruos en una misma sesión es tan antiguo como las películas de Abbott y Costello, las de Jess Franco o algunas de la Hammer, y tan poco original hoy en día que ya se ha hecho con mayor fortuna en televisión con Penny Dreadful. Aquí se mezcla la mítica momia, esta vez femenina, con zombies y el Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, sin orden ni concierto, como si los hubieran metido a todos en una batidora, sin más. La desvergüenza de la propuesta nos lleva de unos mercenarios americanos que salvan tesoros, sin intención altruista, de las manos de los aniquiladores islamistas, encuentran momias egipcias en Irán y éstas despliegan toda su furia sobre la mortificada Londres… ¿un guiño a la actualidad o más adoctrinamiento para seguir sembrando el terror como hacen los medios, más allá de los propios terroristas? Al fin y al cabo ésta es la película que invade nuestras salas, se programa en todos los formatos, copa la mayor cuota de pantalla, y se asegura así el éxito antes de que se corra la voz y todo el mundo sepa que es un despropósito descomunal. Un desbarajuste sin gracia, sin terror, sin tensión ni intriga, destinado a aglutinar efectos visuales, aunque ninguno sea novedoso ni especialmente vistoso. Se trata además de una sucesión fatigosa de mamporros a diestro y siniestro, aunque no sirven ni para despeinar a sus protagonistas, el narcisista Cruise y la insustancial Wallis. Mientras, al catalán  Javier Botet debían ir dándole ya algún premio a la mayor flexibilidad o algo parecido, pues siempre que hace falta alguien con aspecto de goma lo contratan a él. Y amenazan con estrenar más películas basadas en aquellos clásicos de los años treinta que se hicieron con mucho más talento que dinero, justo lo contrario que ahora. En fin, con no ir a verla sería suficiente, pero hasta advertidos no podemos evitar la tentación de comprobarlo con nuestros propios ojos, y así, claro está, invocamos el mea culpa y seguimos invitando a estos vampiros de la taquilla a seguir produciendo porquerías como ésta.

sábado, 10 de junio de 2017

COMO LA ESPUMA Orgía de despropósitos

España 2017 93 min.
Guión y dirección Roberto Pérez Toledo Fotografía José Martín Rosete Música Alejandro Ventura Intérpretes Sara Sálamo, Nacho San Juan, Pepe Ocio, Sergio Torrico, María Cotiello, Miguel Diosdado, Daniel Muriel, Carlo D’Ursi, Jonás Berami, Raquel Quintana, Adrián Expósito, Diego Martínez, Álex Villazán, Javier Ballesteros, Elisa Matilla Estreno 9 junio 2017

Hay quien se lleva años intentando contarnos algo y no lo consigue, a pesar de lo cual sigue insistiendo. Es el caso de Roberto Pérez Toledo, que ha dirigido largometrajes en solitario (Los amigos raros, Seis puntos sobre Emma), en equipo (Al final todos mueren, Sequence) y sobre todo muchísimos cortometrajes, la mayoría de ellos de temática gay, y aún no ha encontrado ni el estilo ni el lenguaje adecuado. Lamentablemente Como la espuma no viene a paliar esas deficiencias, sino más bien todo lo contrario, a potenciarlas. Se trata de reunir a un sinfín de actores y actrices guapos y guapas en una improbable fiesta organizada por el mejor amigo de un gay deprimido con el improbable fin de alegrarle la vida. Parece que la fiesta en cuestión quiera devenir en una especie de Guateque a lo Blake Edwards, referente también de la guerra de sexos como tema para la comedia, pero ni de lejos consigue su propósito, empezando porque se trata de una orgía after a la que todo el mundo acude bañador en mano (¿en un after?, ¿toda la noche previa cargando con la prenda?) y abunda la mojigatería y el pudor. ¡Si hasta los americanos se han atrevido a combinar cine serio y porno en películas como Shortbus! ¡Qué lejos quedan los tiempos de La orgía de Francesc Bellmunt! Con todo, esto es lo de menos, peor es poner a todas estas figuras emergentes de nuestro cine a recitar diálogos imposibles, pedantes y anodinos, pretendiendo con su reparto coral analizar diversas conductas frente al amor, el sexo y la diversidad, sin tensión dramática ni gracia, con un análisis tan pueril como ridículo de las situaciones, y lo que es más alarmante dado el contexto, sin morbo alguno.

jueves, 8 de junio de 2017

DOMENICO CODISPOTI EN EL FESTIVAL DE PRIMAVERA DE JJMM: UN ESTUPENDO PRESTIDIGITADOR

XXVIII Festival de Primavera de Juventudes Musicales de Sevilla. Domenico Codispoti, piano. Programa: 4 Mazurkas Op. 30 y Sonata Op. 58 en si menor, de Chopin; Ètude-Tableau Op. 39 nº 2, Preludio Op. 23 nº 6 y Sonata nº 2 Op. 36 en si bemol menor, de Rachmaninov. Salón de los Carteles de la Real Plaza de Toros de Sevilla, miércoles 7 de junio de 2017 

No es la primera vez que Domenico Codispoti recala entre nosotros, de hecho su carrera está marcada por los premios conseguidos en nuestro país, de ahí su dominio del castellano. Ya lo hemos visto y escuchado en otros conciertos de la asociación que presidía Julio Gª Casas, así como en las Noches de los Jardines del Alcázar. Precisamente confesaba que fue su admiración y estrecha colaboración con Casas lo que le impulsó a participar en esta edición del festival primaveral, lo que quizás justificó que la mitad del programa estuviera dedicada a Chopin, tan querido y admirado por el añorado melómano, músico y letrado sevillano. También la sarabanda de Bach que le ofreció como propina estuvo en la misma línea, servida con elegancia y delectación. No se puede negar que Codispoti es un buen pianista, como ya ha demostrado en otras ocasiones, en solitario o como integrante por ejemplo del Trío Vega. Se puede asegurar incluso que es un excelente gimnasta del teclado y un sensacional prestidigitador, lo que sirve más para levantar pasiones entre el público que para provocar una sincera emoción en el oyente.

Las mazurkas chopinianas las abordó desde el respeto a su origen y estructura como danzas populares, con precisión y atención al carácter experimental de sus progresiones y armonías, pero insuficiencia en cuanto a una expresividad que exige mayor complejidad y sofisticación. La Sonata nº 3 de Chopin demanda tal combinación de técnica y poesía, sin que se denote esfuerzo aparente, que pocos artistas son capaces de ofrecer una lectura completamente satisfactoria de la página. Codispoti optó más por lo primero, para lo que está sobradamente dotado, pero sus ralentizaciones y generosos rubatos no lograron insuflar en la pieza la intensidad necesaria, quedándose en un ejercicio disciplinado y brillante en lo técnico pero poco evocador ni siquiera en su muy sutil y meditado adagio.

Sus versiones de Rachmaninov estuvieron más atinadas, contenido en el estudio con el que se inició la segunda parte, marcando su orientación figurativa y aprovechando la técnica para sumergirse en su intensa fuerza emocional. Exhibió bravura y equilibrio en el Preludio nº 6 del opus 23, y se precipitó en la Sonata nº 2 con ímpetu casi suicida, convirtiendo esta versión aligerada del original, que el autor revisó en 1931, en una vorágine de acordes, filigranas y complejas relaciones estructurales. De nuevo el virtuosismo se impuso al lirismo, aunque sin traicionar la imaginación. En general la lectura del pianista de Catanzaro tendió a una descomunal densidad, al límite a veces con la desproporción, sólo posible combinando las dos versiones de la pieza, la original de 1913 y ésta.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 7 de junio de 2017

NORMAN: EL HOMBRE QUE LO CONSEGUÍA TODO Magnífica cadena de favores

Título original: Norman: The Moderate Rise and Tragic Fall of a New York Fixer
USA-Israel 2016 118 min.
Guión y dirección Joseph Cedar Fotografía Yaron Scharf Música Jun Miyake Intérpretes Richard Gere, Lior Ashkenazi, Michael Sheen, Charlotte Gainsbourg, Dan Stevens, Steve Buscemi, Jonathan Avigdori, Yehuda Almagor, Caitlin O’Connell, Hank Azaria, Harris Yulin, Josh Charles, Isaach De Bakolé Estreno en el Festival de Toronto 12 septiembre 2016; en Israel 9 marzo 2017; en Estados Unidos 14 abril 2017; en España 2 junio 2017

Es curioso como algunos realizadores extranjeros, tras triunfar con sus productos nacionales, apenas logran repercusión cuando son absorbidos por los americanos. El director israelí Joseph Cedar logró notoriedad con Beaufort, donde contaba el día a día de un batallón militar israelí, y Pie de página, donde enfrentaba a un padre y un hijo en su interpretación y estudio del Talmud. Con ambas cintas logró colarse en las nominaciones al Oscar a la mejor película de habla no inglesa. Sin embargo ahora que aborda su primera película americana, aunque sin renunciar a su país en términos de coproducción, no ha conseguido mucha repercusión, lo que resulta más llamativo cuando se trata de un film magnífico, y sin duda el mejor hasta el momento de su brillante carrera. Richard Gere se apunta un tanto en su intervención en esta imaginativa e inteligente película, dando vida a un hombre de negocios cuya actividad consiste en relacionar personalidades, especialmente de la política y la banca, con el fin de conseguir objetivos para unos y otros como resultado de una particular cadena de favores propiciada por dichos contactos. La traducción literal del oficio sería arreglador. Su encuentro forzado con un político israelí de paso en Nueva York, acarreará consecuencias impredecibles que colocará a los protagonistas al precipicio de la ilegalidad y la corrupción, a lo que Cedar da una vuelta de tuerca para ofrecer una historia tan brillante en su desarrollo, con continuos giros argumentales, como en su resolución. Los ambientes sofisticados del poder en la ciudad de los rascacielos, las artimañas políticas para destruir al adversario, y los ingenios del protagonista para relacionarse con los poderosos y candidatos a serlo, son manejados brillantemente por un guión tan impecable como complejo, difícil de digerir en toda su dimensión, lo que exigiría un nuevo visionado, pero perfecto en su concepción y tratamiento, hasta un final prodigioso en el que todas las piezas del puzzle encajan perfectamente. Entre los muchos atractivos del film hay que destacar su excelente puesta en escena, con profusa utilización de efectos digitales para generar espacios en los que cohabiten personajes a miles de kilómetros de distancia, y sobre todo el sensacional trabajo actoral de su variado reparto, con especial atención a un inmenso Richard Gere y al iconográfico Lior Ashkenazi, muy conocido en su país y reconocible aquí por trabajos en películas como Caminar sobre las aguas de Eytan Fox, Big Bad Wolves, o la ya citada Pie de página del propio Cedar. Su tono entre el thriller político y la comedia, con toques grotescos y una muy estudiada utilización de la música, aunque quizás demasiado presente, ayudan a redondear un producto extremadamente satisfactorio, quizás un clásico moderno desde ya.

LA PROMESA Un folletín histórico eficaz y necesario

Título original: The Promise
USA-España 2016 133 min.
Dirección Terry George Guión Terry George y Robin Swicord Fotografía Javier Aguirresarobe Música Gabriel Yared Intérpretes Oscar Isaac, Charlotte Le Bon, Christian Bale, Daniel Giménez Cacho, Shohreh Aghdashloo, Marwan Kenzari, Angela Sarafyan, Tom Hollander, Numan Acar, Igal Naor, Milene Mayer, Tamer Hassan, Alicia Borrachero, Abel Folk, Jean Reno, James Cromwell Estreno en el Festival de Toronto 11 septiembre 2016; en Estados Unidos 21 abril 2017; en España 2 junio 2017

A la vista de este espectacular folletín cabría pensar que el guión está basado en una de esas novelas río que tanto éxito popular consiguen, y sin embargo se trata de un libreto original. Su autor, que alcanzaría el éxito con el guión de En el nombre del padre de Jim Sheridan, director para el que luego escribiría The Boxer, y se pasó después a la dirección con Some Mother’s Son (aquí oportunistamente rebautizada como En el nombre del hijo) y Hotel Rwanda, donde trató el tema del genocidio Tutsi en manos de las milicias Hutu, aborda en esta ocasión otro holocausto, el del pueblo armenio a manos de los turcos a principios de la Primera Guerra Mundial. Un dramático episodio llevado al cine en diversas ocasiones, como hizo Atom Egoyan en Ararat o los Hermanos Taviani en la fallida El destino de Nunik. Pero al contrario que estos cineastas, George renuncia al estilo personalizado, ese que vampiriza las producciones de autor reduciéndolo todo al mérito del director, para suscribir otro completamente académico, de gramática aseada y estructura narrativa clásica, logrando en el empeño un mayor didactismo y eficacia a la hora de manipular emociones y sentimientos. La desgracia del pueblo armenio, el odio visceral hacia lo diferente y hacia la diversidad ideológica y religiosa, se ilustra haciendo hincapié en los felices años de paz que anteceden a la tragedia, en los que se forja una historia de amor imposible que funciona como hilo conductor en una sucesión de episodios entre aventureros y terriblemente trágicos, algunos incluso innecesarios, que vienen a poner el acento en la injusticia humana, la barbarie y la condición depredadora del hombre, tan arraigada que es perfectamente extrapolable a la situación actual en muchos lugares del planeta, lo que hace congratularnos especialmente a quienes habiendo superado el medio siglo no hemos sufrido directamente la lepra de la guerra o la opresión. La dirección eficiente pero impersonal de George permite, al no erigirse en protagonista de la empresa, el lucimiento del equipo artístico, con interpretaciones sobresalientes de Isaac y Le Bon (El desafío), y técnico, con aportaciones de lujo como la fotografía del español Javier Aguirresarobe o la música del francés Gabriel Yared. La participación española en la producción incluye a los actores Julián Villagrán y Luis Callejo, así como el violinista Ara Malikian, mientras sin acreditar interviene también el actor serbio Rade Serbedzija. Un esfuerzo colectivo que combina vocación comercial con intención de denuncia, funciona eficazmente y da como resultado un producto recomendable.

martes, 6 de junio de 2017

NOSTÁLGICA ADMIRACIÓN EN EL ARRANQUE DEL XXVIII FESTIVAL DE PRIMAVERA DE JUVENTUDES MUSICALES

XXVIII Festival de Primavera de Juventudes Musicales de Sevilla. Juan Pérez Floristán, piano. Programa: Tres piezas de “Années de pèlegrinage”, de Liszt; Sonata nº 2, de Chopin; Cuadros de una exposición, de Mussorgsky. Salón de los Carteles de la Real Plaza de Toros de Sevilla, lunes 5 de junio de 2017

El pasado y la admiración por quienes lo poblaron fue invocado de manera sensacional en este arranque del Festival de Primavera de Juventudes Musicales de este año, primero que se celebra en ausencia de su principal artífice, Julio Gª Casas, desaparecido a finales del pasado año y nunca suficientemente llorado. El ambiente fue sin embargo festivo y colorista, precedido por un emotivo discurso de presentación del presidente de la asociación, Arnold W. Collado, y con tanta presencia de público que mucho tuvo que permanecer en pie. No era para menos, en el estrado el encargado de deleitarnos era Juan Pérez Floristán, aún joven para derrochar tanto talento y expresividad, y ya generosamente curtido en salas de concierto y festivales. En los atriles un singular programa que comenzó con la admiración por el arte y la literatura italiana profesada por Liszt, y terminó con la que Mussorgsky dispensaba a su amigo el pintor y arquitecto Viktor Hartmann. Creadores desaparecidos a los que la Marcha fúnebre de Chopin, en el ecuador del programa, parecía rendir homenaje. 

Rafael, Petrarca y Miguel Ángel ocuparon el protagonismo en el teclado de Floristán mientras desgranaba, con más ímpetu y energía de lo habitual en estas páginas, las delicadas notas que Liszt compuso en honor a estos artistas imperecederos. El pianista eligió de entre las muchas que integran los tres cuadernos de Años de peregrinaje de Liszt, tres de las más reflexivas e intimistas, impregnándoles de un sello muy personal a fuerza de crescendi exuberantes y considerables dosis de rabia contenida. Una visión muy particular que se perpetuó en la imprescindible Sonata nº 2 de Chopin, a la que dotó de inusual unidad interna a base también de pulsaciones muy dinámicas, rápidas y vibrantes. Las imprecisiones técnicas que asomaron de vez en cuando no empañaron una interpretación soberbia en color y expresividad, que encontró en la célebre Marcha fúnebre el contrapunto ideal, sombrío y austero, al carácter nervioso y diabólico, a veces terrorífico, con el que fue abordado el resto de la obra.

El intérprete en un momento de esta actuación (foto: Tomás Payés)
En la segunda parte una soberbia interpretación de Cuadros de una exposición evidenció el alto grado de madurez alcanzado por el artista frente a una pieza que le ha acompañado desde el principio de su carrera, y que como el resto del programa recreó sin partitura alguna. El carácter grotesco de los gnomos, los aires de serenata de El viejo castillo, la vivacidad de los niños en Tullerías, la acalorada conversación de los judíos o el carácter lúgubre de las catacumbas romanas, encontraron en Floristán un médium inmejorable, bizarro en los episodios más imaginativos, poético en los realistas, como ese final apoteósico en la Gran Puerta de Kiev, con el que alcanzó un estado emocional complejo, sin estridencias ni salidas de tono. Ginastera y Schubert ocuparon las inevitables propinas.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía el 7 de junio de 2017

sábado, 3 de junio de 2017

MÚSICA DE CINE TRANSCRITA PARA PIANO: UN PROYECTO ILUSIONANTE

Concierto de transcripciones inéditas de bandas sonoras para piano. Juan Escalera, Alejandro Coso Gómez-Tejedor, Alba Puertas Fernández, Juan Carlos Ortega, Luz Díaz Luengo, Alicia Suárez Medina y Julia Gómez Calvo, pianos. Antonio Salguero, clarinete. Programa: Casablanca, de Max Steiner; El padrino, de Nino Rota; Las cenizas de Ángela, de John Williams; Souvenirs du voyage, de Bernard Herrmann. Pabellón de Juventudes Musicales en el Parque de Mª Luisa, sábado 3 de junio de 2017

Los viandantes que paseaban el sábado por delante
del Pabellón Domecq en el Parque Mª Luisa, podían
apreciar las notas que al piano recreaban
emblemática música de cine
A las puertas de su tradicional Festival de Primavera, con un cartel envidiable, Juventudes Musicales celebró este sábado al mediodía un particular concierto académico y didáctico en el que se dieron cita diversas transcripciones de bandas sonoras de películas, servidas con ahínco y entusiasmo por varios y varias jóvenes pianistas y algunos de sus profesores. Un proyecto auspiciado por el Aula de Cultura de la Universidad Loyola Andalucía con el que se ha querido fomentar entre el alumnado la pasión por la música de cine y el complejo y delicado trabajo que propone una transcripción al teclado de música inicialmente compuesta para gran orquesta.

Los resultados fueron muy satisfactorios en lo que al trabajo de captación de partituras originales y transcripción se refiere, y dignos en cuanto a interpretación. Una breve introducción de Juan Escalera interpretando el tema de amor que compuso Federico Jusid para la oscarizada El secreto de sus ojos, dio paso a entusiastas presentaciones y lecturas de guión antes de escuchar las obras programadas, si bien nos hubiera parecido más adecuado para situar cada pieza hablar de los compositores y películas en cuestión. Merece que valoremos estas músicas al margen de su referente, como así debieron considerar Max Steiner y Charles Gerhardt al convertir en suite de concierto la partitura del primero para la mítica Casablanca, en un arreglo hoy profusamente divulgado en salas de concierto y grabaciones discográficas. En manos de dos jóvenes pianistas el trasvase de Raúl Bernal Linares sonó enérgico y preciso, aunque algo premioso. La música de Rota para las dos primeras entregas de El padrino, según adaptaciones de Julio Cañizares, encontró en Juan Carlos Ortega un emotivo estilo rapsódico en El inmigrante, que no tuvo continuidad en un algo errático famoso tema de amor. La sustitución de la pianista prevista para la primera de estas piezas, y la caída de cartel de Gladiator hace pensar quizás en incapacidades de última hora.

Por el contrario el melancólico tema de John Williams para la lacrimógena Las cenizas de Ángela de Alan Parker, encontró en las dos intérpretes escogidas, a partir de la reducción de Daniel Muñoz Morán, una interpretación muy emotiva y matizada, mientras en pantalla observábamos al propio Williams interpretando la pieza junto al chelista Yo-Yo Ma. La interpretación de mayor altura corrió a cargo del espléndido clarinetista Antonio Salguero y Juan Carlos Ortega sustituyendo, gracias a Alejandro Gómez, al cuarteto de cuerda original del quinteto Souvenirs de Voyage, una pieza de Bernard Herrmann de la aue se ofreció su primer movimiento, de estética predominantemente impresionista y extremadamente melancólica que no prescinde del habitual toque misterioso del compositor preferido de Hitchcock, y que los organizadores quisieron relacionar con algunas de las películas a las que el autor de Psicosis puso música, en un video que, como los demás, podría haberse mejorado en montaje, estilo e intención. Una vez más celebramos la implicación de la juventud en unos proyectos que destilan una generosa sensibilidad y humanidad por parte de sus aguerridos artífices.

CLASH Caos enlatado y claustrofóbico

Título original: Eshtebak
Egipto-Francia 2016 97 min.
Dirección Mohamed Diab Guión Mohamed Diab y Khaled Diab Fotografía Ahmed Gabr Música Khaled Dagher Intérpretes Nelly Karini, Hany Adel, El Sebaii Mohamed, Ahmed Abdelhamid Hefny, Mahomoud Fares, Waleed Abdel Ghany, Ahmed Dash Estreno en el Festival de Cannes (Un Certain Regard) 12 mayo 2016; en Egipto 27 julio 2016; en España 2 junio 2017

La primavera árabe separa la primera de esta segunda película de Mohamed Diab, y entre ellas el paso de la esperanza a la decepción. Si en El Cairo 678 el director fijaba su atención en el acoso sexual a las mujeres y el papel de éstas en un plano absolutamente secundario y marginado, con la mirada puesta en la cada vez más tangible seducción de occidente y sus reglas, los acontecimientos que llevaron a la destitución de Mubarak, la elección de Morsi, líder de los Hermanos Musulmanes, y su posterior derrocación por el ejército egipcio, sirve a Diab como escenario y telón de fondo de un ejercicio de estilo con intención. Desde un principio el espacio se limita a un furgón policial desde el que divisamos la hecatombe en la que el ejército y la ciudadanía han convertido las calles, ya de por sí caóticas, de El Cairo. El furgón se va poco a poco llenando de personajes, detenidos por una policía ciega y sorda que no hace concesiones ni escucha razones, acabando por encerrar juntos a partidarios de unos y otros, gente con diversa ideología y religión que construyen así un microuniverso en el que es posible ver reflejada una sociedad quebrada y desmoralizada. Pero Diab no pretende con este ejercicio de estilo emular Náufragos de Hitchcock, que deviene en pieza teatral en la que el verbo y la interactuación sientan las premisas de un guión que pretende poner en entredicho la sinrazón de la guerra y la confrontación. En esta cinta, prodigiosa a nivel técnico, se trata de ensalzar el caos, la violencia, la confusión y el desorden, sin alegatos ni discursos, manteniendo siempre el pulso y la energía dramática, sólo aliviada mediante interludios musicales, tenues y reflexivos, con los que dar cierto respiro a un espectador que acaba sucumbiendo a la misma desmoralización que se adueña de los desgraciados habitantes de una parte del mundo que quiere ver respetados los mismos derechos y libertades que disfrutamos, o eso creemos, en otras latitudes del planeta; aunque la nuestra mantiene siempre la visión equivocada y extrañada de quien se siente ajeno, y a salvo, de tanta barbarie e injusticia.