jueves, 31 de mayo de 2018

SCHUBERTIADE: UNA SOBERBIA MARATÓN

Ciclo Andalucía Clásica. Manuel Gómez Ruiz, tenor. Ángel Sanzo y Alba Ventura, pianos. Tai Murray, violín. Isabel Villanueva, viola. Astrig Siranossian, violonchelo. Matthew Gibbon, contrabajo. Programa: Momentos musicales D780, Fantasía D934, Trío D471, Sonata Arpeggione D821, Trío nº 2 con piano D929, Quinteto “La trucha” D667, selección de lieder e impromptus, de Schubert. Espacio Turina, miércoles 30 de mayo de 2018

Tai Murray
El espléndido ciclo de música de cámara que nos ha ofrecido Andalucía Clásica llegó a su término con la muy esperada Schubertiade, toda una manifestación de resistencia tanto para sus intérpretes como para el público que asistió a todos los bloques en los que se dividió este macro recital de cinco horas casi ininterrumpidas. Toda una maratón por cuyo uso en femenino apostamos por la mayoritaria aportación del género a la propuesta, aún estando todos los partícipes en excelentes condiciones de interpretación. Lástima que aunque la respuesta del público fue considerable, todavía quedasen tantas butacas vacías en cualquiera de sus bloques, progresando conforme avanzaba la tarde, porque el esfuerzo empleado y el placer obtenido merecían un lleno absoluto. Les aseguramos que la brillantez del evento eclipsó cualquier atisbo de cansancio o fatiga.

Manuel Gómez Ruiz
Algunas de las páginas más memorables del inmortal Franz Schubert se dieron cita en este fin de fiesta, después de que a lo largo del ciclo se hubiesen interpretado otras piezas imprescindibles de su catálogo, como la Wanderer Fantasie que nos brindó su presidenta de honor Elisabeth Leonskaja, o sus dos últimos cuartetos en versión Carducci y Diotima. La voz cálida y bien articulada del tenor canario Manuel Gómez Ruiz, expresiva en perfecto estilo, se puso al servicio de una representación de la inacabable lista de lieder del autor de la Inacabada, funcionando además como nexo de unión con dos de las obras de Schubert que como tantas otras se inspiran en una canción previa, caso de la preciosa Sei mir gegrüsst, cuyo tema y variaciones integran el andantino de una Fantasía en Do mayor que Alba Ventura desplegó con gran temperamento y exuberancia, ensombreciendo a la violinista norteamericana Tai Murray, que ciertamente no supo aquí extraer más que un sonido endeble de su violín, sin exhibir el virtuosismo que transpira la pieza. O la célebre Die Forelle, cuya melodía es sometida también a variaciones en el cuarto movimiento de un Quinteto La Trucha que encontró en los convocados una interpretación exaltada y brillante, perfecto colofón a una velada irrepetible, con un buen apoyo armónico de Matthew Gibbon al contrabajo.

Isabel Villanueva
El sensacional ensamblaje de los instrumentistas, que a buen seguro apenas tuvieron tiempo para ensayar juntos, se apreció en el Trío de cuerda D471, con una Tai Murray recuperada, enérgica y segura, frente a una sedosa y elegante Astrig Siranossian al chelo, y el talento ingenioso y espontáneo de Isabel Villanueva a la viola. Ésta desplegó toda su fuerza y creatividad en la muy difícil Sonata para arpeggione adaptada a su instrumento, donde le dio una magnífica réplica el antequerano Ángel Sanzo, que en el tercer bloque nos brindó cuatro impromptus y dos klavierstücke henchidos de virtuosismo y delicadeza. Antes Ventura ofreció unos Moments musicaux de gran expresividad, si bien se recreó en exceso en el andantino y el allegretto final, dilatando considerablemente los tiempos. La satisfacción que mostraron las intérpretes en un soberbio Trío con piano nº 2 Op. 100 desplegado con gran dramatismo y carga emocional y una Siranossian en estado de gracia paladeando el hermoso tema del andante, da buena muestra del excelente nivel y buen ambiente que se respiró durante esta soberbia maratón de inmejorable música.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

martes, 29 de mayo de 2018

DISOBEDIENCE El libre albedrío, un concepto religioso

Reino Unido 2017 114 min.
Guión y dirección Sebastián Lelio, según la novela de Naomi Alderman Fotografía Danny Cohen Música Matthew Herbert Intérpretes Rachel Weisz, Rachel McAdams, Alessandro Nivola, Allan Corduner, Bernice Stegers, Anton Lesser, Liza Sadovy, Alexis Zegerman Estreno en Festival de Toronto 10 septiembre 2017; en Estados Unidos 27 abril 2018; en España 25 mayo 2018

Tras retratar a una mujer madura en busca de su libertad en Gloria, película de la que ahora ultima su remake protagonizado por Julianne Moore, y a una joven transexual ninguneada por la familia de su pareja difunta en la muy exitosa Una mujer fantástica, que le ha reportado un Oscar y varios Platino, el director chileno Sebastián Lelio ha saltado al cine internacional con esta otra historia de mujeres atrapadas en unas circunstancias que les son hostiles y coartan su libertad personal y, en este caso particular, sexual. Ambientada en un Londres invernal que aporta el tono gélido que demanda, cuenta la historia de dos mujeres que se amaron y se reencuentran a propósito de la muerte del padre de una de ellas, un rabino muy querido en una comunidad judío ortodoxa tan claustrofóbica como integrista. Funciona como denuncia de las religiones extremas, sin atisbo de una interpretación posible que las humanice y dulcifique, donde aún perviven comportamientos castradores y toda austeridad de vida se justifica con el advenimiento de una dicha futura, algo que tanto ha servido para consolar a feligreses entregados a una causa que sólo supone la adquisición de poder dentro de una comunidad ciega y sorda. El sometimiento de la mujer dentro de un orden establecido se vislumbra incluso en una mayor capacidad censora por parte de ésta respecto a conductas que sólo alteran y disminuyen su capacidad de elección libre y responsable, y son varios los ejemplos que emanan en esta sofocante crónica basada en una novela que sirve sin duda para exorcizar los fantasmas de la propia autora. Viendo esta contenida y a la vez sofocante película vienen dos cintas a la memoria, La calumnia, donde también tres personajes, dos femeninos y uno masculino, protagonizaban como aquí un drama de tintes homosexuales reprimidos con un vértice que representa la normalización de lo convencional. Pero también asoma otra película, La visita del rencor, en la que una Ingrid Bergman dirigida por Bernard Wicki regresaba a su comunidad para vengarse de quienes en su día la despreciaron y vilipendiaron. Weisz no es la visita del rencor sino de la conciliación; en su soberbia interpretación es capaz de transmitir esa sensación de incomodidad que genera en el ambiente al que regresa desde su posición de mujer decidida y resuelta a tomar las riendas de su vida. En el otro extremo, Rachel McAdams realiza una sensacional interpretación, dentro de un personaje arriesgado e incómodo, como mujer reprimida y abnegada que ve en el reencuentro la posibilidad de trascender sus propias limitaciones y encontrar una salida válida a una existencia hasta entonces malgastada. En el vértice, Alessandro Nivola convence como joven alguna vez idealista y hasta cierto punto progresista que se ha acomodado en una sociedad anclada en el pasado y en unos postulados que apartan al ser humano de una felicidad cierta y espontánea. Lelio maneja con acierto y precisión las magníficas prestaciones que le ofrece su reparto y realiza un drama convincente en el que la fría ambientación y la sutil ilustración musical añaden más motivación a la dura crónica que se analiza.

lunes, 28 de mayo de 2018

CARAS Y LUGARES Un viaje entrañable

Título original: Visages villages
Francia 2017 89 min.
Dirección Agnes Vàrda y JR Fotografía Robert de Angelis, Claire Duguet, Julia Fabry, Nicolas Guicheteau, Romain Le Bonniec, Raphäel Minnesota y Valentin Vignet Música M (Matthieu Chedid) Documental Estreno en el Festival de Cannes 19 mayo 2017; en Francia 28 junio 2017; en España 25 mayo 2018

Aunque su carácter amable y distendido prácticamente se agota en el tráiler publicitario, y los premios y reconocimientos recibidos quizás le vienen un poco grandes y no disimulan su carácter coyuntural, lo cierto es que el último trabajo de la veterana Agnes Vardá, pionera de esa nueva forma de hacer cine y contar historias que fue la Nouvelle Vague, junto a leyendas como Godard, Truffaut y su esposo el muy edulcorado y un tanto cursi Jacques Demy, rezuma tan buen rollo y buen hacer que resulta simpático por encima de cualquier otra consideración. Aliada del artista gráfico y callejero JR, con quien firma la autoría de este experimento a caballo entre el documental en sentido estricto y la videocreación artística, Vàrda nos ofrece un viaje sentimental y emotivo por Francia y su gente, proponiendo una serie de murales fotografiados por el joven y original artista en los que caras y cuerpos gigantescos y anónimos cobran relevancia, generalmente efímera, en fachadas, contenedores, depósitos o bunkers. Más allá de la exhibición artística y hasta cierto punto filantrópica, el viaje y la experiencia sirven de pretexto para trazar las líneas maestras de una amistad entre un joven y una anciana en la que cabe más la camaradería y la admiración mutua que el paternalismo y el gesto de bonhonomía geriátrica. El resultado se deja ver con agrado, con retazos de nostalgia y homenaje, así como certeras puntadas, breves pero muy precisas, a la controvertida personalidad de genios como Jean-Luc Godard, cuya excentricidad se pone en solfa en el tramo final de este viaje nada iniciático y sí muy crepuscular. Los premios cosechados por la realizadora en los últimos años y la particular nominación al Oscar al mejor documental en la última edición, han propiciado un mayor interés por este trabajo, un año después de su estreno en Francia, que por otros títulos señeros de su filmografía.

SWEET COUNTRY Racismo y machismo indígena

Australia 2017 112 min.
Dirección Warwick Thornton Guión Steven McGregor y David Tranter Fotografía Dylan River y Warwick Thornton Intérpretes Hamilton Morris, Bryan Brown, Sam Neill, Thomas M. Wright, Ewen Leslie, Tremayne y Trevon Doolan, Anni Finsterer, Natassia Gorey Furber, Gibson John, Matt Day Estreno en Festival de Venecia 6 septiembre 2017; en Australia 25 enero 2018; en España 25 mayo 2018

Concienciado con el pueblo aborigen al que pertenece, como ya atestiguaba su película Samson & Delilah y algunos de los documentales en los que ha trabajado, Warwick Thornton nos cuenta una historia verídica de racismo y persecución en áridos paisajes del país oceánico acaecida en el primer cuarto del siglo pasado. Con aires de western crepuscular, y un ritmo que hace recordar en cierto grado las películas de Sergio Leone, Thornton pone en imágenes la persecución que sufrió un aborigen y su esposa tras matar a un blanco en defensa propia, ante el temor de que los prejuicios racistas acaben por colgarle del cuello. De paso aprovecha para denunciar los comportamientos machistas que también afectan al pueblo sometido. Con una estructura narrativa peculiar que adelanta en píldoras algunos de los acontecimientos que habrán de producirse con posterioridad, sin que el experimento trascienda el nivel de previsión que la historia contiene de por sí, y sin que tampoco altere el grado de comprensión del conjunto por parte de un espectador medio, el realizador se vale del impacto de una escenografía imponente y del solvente trabajo del reparto protagonista, especialmente un Bryan Brown recuperado para las audiencias internacionales, tras unos ochenta marcados por la televisión (El pájaro espino) y el cine fantástico de serie B (FX Efectos mortales). Él da vida a un sargento machacado por la vida y las cicatrices que, en el crepúsculo de su vida encuentra cierto estímulo en la persecución de este aborigen en su propia tierra invadida por ingleses, lo que establece una sustancial diferencia frente a la que sufrieron los esclavos traídos de África en los Estados Unidos del western originario. El mayor mérito del film radica en suscitar interés a pesar de la previsibilidad de sus presupuestos, y su mayor desacierto radica en un final tan poco convincente y elaborado como naif y complaciente. Reconocido con el Premio Especial del Jurado en el último Festival de Venecia.

sábado, 26 de mayo de 2018

SUTILEZAS DECIBÉLICAS EN EL 8º CONCIERTO DE LA ROSS EN TURINA

8º concierto del ciclo Beethoven y Haydn de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Charles Olivieri Munroe, director. Programa: Serenata nº 1 en Re mayor Op. 11, de Brahms; Sinfonía nº 49 en Fa menor “La passione”, de Haydn; Danzas de Galanta, de Kodály. Espacio Turina, viernes 25 de mayo de 2018

El director canadiense, nacido en Malta, Charles Olivieri-Munroe, aglutina un extenso curriculum que le ha llevado a dirigir orquestas a todo lo largo y ancho de Europa y Norteamérica, así como encargarse de relevantes festivales tanto en Canadá como en Estados Unidos. Radicado en Teplice, República Checa, donde dirige desde hace muchos años la Filarmónica del Norte de Bohemia, ésta ha sido su primera ocasión frente a la Sinfónica de Sevilla, con resultados no precisamente estimulantes. El programa elegido ofrecía un mayor atractivo del que acabó resultando, con unas páginas cargadas de sensibilidad y emotividad que no encontraron más que rudeza salpicada incluso de insuficiencias técnicas. Puede que simultanear los ensayos con la representación de Adriana Lecouvreur en el Maestranza haya pasado factura.

Brahms concibió sus dos serenatas como homenaje a los divertimentos del siglo XVIII, muy especialmente los de Mozart. Aunque en un principio pareciera que fuera concebida para un conjunto de cámara, lo cierto es que la orquestación final exige unos efectivos tan numerosos que la acústica del Turina se quedó manifiestamente insuficiente, saturando de decibelios movimientos como el allegro molto, de inspiración pastoral pero resolución enérgica y contundente. Y todavía la partitura exige más efectivos para alcanzar su brillo natural. Tampoco el delicado adagio non troppo logró sonar de forma que destacara su carácter meditativo, sino que más bien resultó tosco y áspero, aún reconociendo el buen trabajo de la flauta y el clarinete solistas. Tras unos minuetos de relativa gracia, la orquesta emergió con un alegre y saltarín rondó final.

La segunda parte arrancó con la última de las sinfonías de Haydn que altera el orden de sus dos movimientos, una rareza que provoca un adagio inicial que inspira el carácter sombrío del resto de la partitura, pero que en manos de Olivieri y la Sinfónica no acertó a trasladar su espíritu tenso y misterioso. Los escasos metales convocados no tuvieron especial brillo, acusando desequilibrios notables, y tampoco se acertó a exhibir la violencia que la página entraña. La lectura de las vistosas Danzas de Galanta de Kódaly, inspiradas en las músicas orquestales zíngaras que el compositor escuchó durante su infancia en la ciudad eslovaca, fue sencillamente correcta, de menos a más, incidiendo más en sus aspectos fantasiosos como si ilustraran un cuento, que puramente exóticos y nostálgicos. También aquí destacaron el clarinete y la flauta, a los que se unió el oboe. El presto final se resolvió con agilidad, sentido del ritmo y mucha energía, pero la elegancia del físico y los modales del director convocado se tradujeron insospechadamente en tosquedad de estilo interpretativo.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

viernes, 25 de mayo de 2018

HAN SOLO: UNA HISTORIA DE STAR WARS Una cuestión de negocios

Título original: Solo: A Star Wars Story
USA 2018 135 min.
Dirección Ron Howard Guión Lawrence y Jonathan Kasdan Fotografía Bradford Young Música John Williams y John Powell Intérpretes Alden Ehrenreich, Emilia Clarke, Donald Glover, Woody Harrelson, Thandie Newton, Phoebe Waller-Bridge, Warwick Davis, Clint Howard, Paul Bettany, Joonas Suotamo, Linda Hunt Estreno en Los Angeles 10 mayo 2018; en el Festival de Cannes 15 mayo 2018; en España 24 mayo 2018; en Estados Unidos 25 mayo 2018

Sin duda se ha desperdiciado una buena ocasión para trazar el retrato vital y psicológico de uno de los personajes más carismáticos de la saga de las galaxias, en ese período tan determinante en la vida de cualquiera como es la juventud, con su energía, su ímpetu, su primer amor y sus ambiciones de futuro. La estrategia comercial, y no cabe duda de que este estiramiento de la saga con spin-off incluidos en manos de la insaciable y puritana Disney lo es, no está reñida con la calidad artística y la creatividad, pero este film carece de ambas virtudes. Es sencillamente un producto coyuntural sin gracia ni objetivo salvo el de hacer taquilla ofreciendo más de lo mismo pero sin sustancia. Lástima porque al frente se encuentra el guionista que dio forma a El imperio contraataca, El retorno del Jedi y El despertar de la fuerza, Lawrence Kasdan, con la colaboración en este caso de su hijo, también realizador, Jonathan. Y tras la cámara el artesano y gran profesional Ron Howard, responsable de películas notables como Cocoon o Apolo 13, ganador del Oscar por la más discutible Una mente maravillosa, y que tan buen sabor de boca nos dejó con las más recientes Rush y En el corazón del mar. Seguramente a Howard le ha limitado mucho encargarse del asunto cuando ya lo habían hecho dos directores anteriores, despachados por la todopoderosa compañía por desavenencias artísticas. Lo cierto es que el ochenta por ciento del carisma del personaje lo tenía su intérprete, el inimitable Harrison Ford, y el pobre Alden Ehrenreich, al que hemos visto ya como protagonista en la última e insufrible película de Warren Beatty La excepción de la regla, además de acompañar a Maribel Verdú en Tetro de Coppola, carece del espíritu socarrón y atrevido que tenía su referente original. Eso y someter la trama a una sucesión infatigable de persecuciones, sin que sus primeros encuentros con Chewbacca o Lando Calrissian respondan al más mínimo ingenio, además de incluir una insustancial historia de amor y unos personajes que carecen de entidad para alzarse en mentores del héroe, hacen que toda la empresa resulte absolutamente innecesaria. Tiene su gracia sin embargo comprobar cómo su apellido, decidido por un funcionario del registro, procede efectivamente de nuestra lengua, y algún hallazgo aislado como el personaje de Lady Proxima, a la que pone voz Linda Hunt. El malvado de turno, Dryden Vos interpretado por Paul Bettany, no es suficientemente siniestro, y es que todo el conjunto rezuma cierta amabilidad adecuada a un público más infantil que juvenil, y a complacer a públicos jóvenes que no se sacian de películas de superhéroes (otro filón Disney), más que a los seguidores de la saga, que a buen seguro tendrían mejores recomendaciones que hacer para tejer un universo pre Guerra de las Galaxias más apasionante y creativo. En el apartado musical, John Powell hace un trabajo digno, sin traicionar demasiado su estilo, tan diferente del de John Williams, al adaptar los temas de éste y componer el resto de la partitura, mientras el propio Williams se encarga del tema principal, todo un detalle dispensado a un personaje tan asociado a su filmografía.

jueves, 24 de mayo de 2018

LEAN ON PETE Un noble sin hogar

Reino Unido 2017 121 min.
Guión y dirección Andrew Haigh, según la novela de Willy Vlautin Fotografía Magnus Nordenhof JØnck Música James Edward Barker Intérpretes Charlie Plummer, Steve Buscemi, Travis Fimmel, Chlöe Sevigny, Steve Zahn, Amy Seimetz, Kurt Conroyd, Lewis Pullman, Justin Rain, Alison Elliot, Teyah Hartley, Bob Olin, Rachael Perrell Fosket Estreno en Festival de Venecia 1 septiembre 2017; en Estados Unidos 6 abril 2018; en España 18 mayo 2018

Aunque no acaben de convencernos la mayoría de propuestas de Andrew Haigh, desde la discutible reformulación de la relación de pareja en Weekend a la protección dispensada a un personaje tan egoísta como el que interpretaba Charlotte Rampling en 45 años,  quedándonos sólo con la emocionante imagen que ofrecía de un grupo de homosexuales en la serie Looking, ahora nos ofrece una hermosa película ya desde sus primeras imágenes. Puede que resulte exagerado pero hay algo en esta epopeya vivida por un adolescente en el árido y austero paisaje californiano que recuerda a la vivida en La Odisea por Ulises de regreso al hogar y a una Penélope que casi lo había olvidado, tal es la grandeza que expira la película de Haigh. Cuenta para ello con la inestimable ayuda del joven Charlie Plummer, reconocido en Venecia como promesa emergente y que rodó esta película justo antes de incorporar al desorejado nieto del millonario Jean Paul Getty en Todo el dinero del mundo, evidenciando entre ambas un considerable cambio físico que hace que el Charley de Lean on Pete haya pasado definitivamente a la historia. También es poética, como el relato de Homero, a través de hermosísimos paisajes llenos de melancolía y vida, que junto a la mirada dulce y tierna, y sobre todo noble, del joven protagonista, consigue que éste sea un relato de personaje, construido a través de dos horas en las que deambula junto a un caballo, paradigma del animal noble, con quien entabla una entrañable amistad en la línea de la que tan soberbiamente narrara Spielberg en su Caballo de batalla. La mirada poética y tierna de Haigh y la interpretación dulce, noble y melancólica de Plummer, además de toda una serie de entrañables secundarios comandados por un impagable Steve Buscemi y una recuperada Chlöe Sevigny, logran superar todos los escollos de un argumento a menudo discutible, responsabilidad de la novela de Willy Vlautin en la que se basa, y que incluye un improbable viaje a través del desierto o una serie de conductas delictivas que no sufren persecución policial alguna, simplemente porque no conviene a la historia. Cuestiones perdonables tratándose de un cuento en el que se pone el acento en la asunción de responsabilidad y madurez por parte de su personaje adolescente, la búsqueda de un referente en el que apoyar su futuro y esperanza, y la conciencia de una nobleza de espíritu que redime de cualquier conducta antisocial. Lo que no se puede perdonar es el abandono que sufre el joven, y mucho menos por parte de quien en última instancia se convierte en su regazo protector.

miércoles, 23 de mayo de 2018

MICHAEL NYMAN EN EL LOPE DE VEGA: ¡OH, QUÉ GUERRA TAN BONITA!

Michael Nyman Band. Marie Angel, soprano. Michael Nyman, piano y dirección. Programa: Selección de bandas sonoras para Peter Greenaway; War Work: Eight Songs with Film. Teatro Lope de Vega, martes 22 de mayo de 2018

Richard Attemborough filmaba en 1969 una de las películas más insólitas jamás rodadas sobre la Primera Guerra Mundial en particular y cualquier contienda en general, en la que asistíamos a las desventuras de un grupo de jóvenes británicos en las trincheras a ritmo de las más populares canciones inglesas del momento. Una rareza que tomaba su título de la primera estrofa del poema de Guillaume Apollinaire El adiós del caballero, ese ¡Oh, qué guerra tan bonita! que introduce uno de los ocho textos que Michael Nyman tomó como base de su War Work, compuesto en 2014 por encargo para las celebraciones del centenario de la Gran Guerra, y que con mayor oportunidad lleva ahora de gira con su banda, cuando lo que celebramos es el centenario de su final. Y es que Nyman acompaña su música de un trabajo cinematográfico dirigido por él mismo y montado por Max Pugh en el que se recoge material de archivo extraído de las filmotecas alemana, francesa y norteamericana, donde asistimos a las terribles secuelas de esa conflagración, las cicatrices que dejó en quienes la padecieron y la sinrazón del daño que el hombre se auto inflige y del que a duras penas logra aprender nada.

Los escuálidos programas de mano que entrega el Lope de Vega, eso sí a todo color, nunca dejan adivinar en qué consistirá realmente la función, salvo cuando de ellos se encarga directamente la formación actuante, caso de la Barroca de Sevilla. En ocasiones incluso yerran a la hora de enumerar los músicos intervinientes. Afortunadamente no parece que fuera el caso, con la soprano australiana Marie Angel poniendo voz a estas estremecedoras ocho canciones intercaladas entre otras diez composiciones instrumentales, en sustitución de la más conocida Hilary Summers que la grabó en disco. Sí acudieron otros acreditados del registro de 2014, especialmente en los metales, como el saxofonista David Roach, los trombonistas Brendan Thomas y Nigel Barr, o la trompeta de Toby Coles, así como el bajista eléctrico Martin Elliott, y todo el conjunto por supuesto bajo las órdenes desde el teclado del mítico Michael Nyman, en el que fue su reencuentro con el público sevillano, acostumbrado a disfrutar de su música en vivo, la última vez hace justo dos años en la Sala Box de la Cartuja. El resultado con estas canciones de guerra inspiradas en poetas europeos jóvenes que murieron en la guerra, así como en composiciones clásicas de Chopin, Schubert, Beethoven, Franck o Rossini, no pudo ser más devastador; una experiencia prácticamente catárquica sobre todo cuando casi al final la proyección se adorna con reflexiones de estos jóvenes sacrificados, algunos incluso celebrando la oportunidad de la lucha.

Angel exhibió talento haciendo uso del registro más grave de su voz, en tesitura de contralto, para reflejar el desasosiego de las palabras vertidas, mientras la música deambuló entre los motivos más melancólicos y tristes y aquellos que ilustran cierto alivio frente al cese de una violencia que en sí misma nunca sirve de material para los pentagramas. Michael Nyman Band cumplía además otro aniversario, el cuarenta desde su creación, y lo celebró con una selección de las bandas sonoras que le granjearon mayor popularidad en la década de los ochenta antes del éxito rotundo de El piano. Se trata de sus colaboraciones con Peter Greenaway, El contrato del dibujante, Conspiración de mujeres y El cocinero, el ladrón, su mujer y su amante, con sus ritmos obsesivos, sus melodías pegadizas y su minimalismo a ultranza inspirado en el Barroco de Purcell y Haendel. La amplificación acústica chocó al principio, pero se justificó después por la intervención de algunos instrumentos hasta sonar disonantes y estridentes según el caso. Tras este preámbulo conciliador con un público que venía esperando eso – y acaso un Piano de Jane Campion que no asomó – llegó la catarsis y la experiencia de incalculable valor en la que nos sumergió la película de Nyman y su escalofriante ilustración musical, que convirtió la velada en única e inolvidable.

martes, 22 de mayo de 2018

AINHOA ARTETA REVALIDA SU CONDICIÓN DE DIVA EN ADRIANA LECOUVREUR

Ópera de Francesco Cilea con libreto de Arturo Colautti, según la obra de Eugène Scribe y Ernest Legouvé. Pedro Halffter Caro, dirección musical. Lorenzo Mariani, dirección de escena. Elisabeta Marini, reposición. Nicola Rubertelli, escenografía. Giusi Giustino, vestuario. Claudio Schmid, iluminación. Michele Merola, coreografía. Con Ainhoa Arteta, Teodor Illincai, Ksenia Dudnikova, Luis Cansino, David Lagares, Josep Fadó, Nuria García-Arrés, Marifé Nogales, Pablo López, Manuel de Diego e Ismael Escalante. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza, dirigido por Íñigo Sampil. Producción del Teatro San Carlo de Nápoles.
Teatro de la Maestranza, lunes 21 de mayo de 2018

Hay dos cosas por las que podría ser recordada este estreno de la ópera de Cilea en el Maestranza, una buena, la otra no precisamente. Para Ainhoa Arteta, tan ligada a esta tierra que confiesa serle tan querida y en la que tantas amistades cultiva, supone la reválida de su licencia para ser considerada una diva, una posición que ostenta desde hace varias décadas y que algunos se empeñan en no reconocerle. Siendo ésta la segunda ocasión en la que incorpora el célebre pero poco representado personaje diseñado por el compositor calabrese a partir de los delirios de Scribe y Legouvé según hechos verídicos, Arteta demuestra un dominio del canto y la presencia escénica sólo enturbiado por algunas endebleces, pocas, en su línea de canto, traducidas en graves ocasionalmente apagados y esa tendencia tan suya a victimizar sus personajes dándoles un tratamiento interpretativo entre patético y lánguido no siempre acorde con el perfil del personaje, esta vez una rutilante estrella de la escena barroca francesa capaz de fascinar a aristócratas, empresarios y filósofos (Voltaire). Por otro lado no nos explicamos cómo tras las obras a las que se sometió el escenario del Maestranza hace varios años para mejorar sus prestaciones y dotarlo de mayor empuje técnico, todavía son mayoría escenografías tan básicas y rudimentarias como ésta, en las que todos los movimientos de mobiliario y utilería son realizados por tramoyistas a la vista del público, y las veleidades tecnológicas se limitan a videocreaciones de segunda mitad del siglo pasado. Dirán que el presupuesto manda, pero lo cierto es que el espectáculo desluce mucho cuando la parte escénica resulta tan simple y la dirección escénica tan limitada.

De hecho falta vida en el supuestamente vibrante primer cuadro, cuando la compañía exhibe las prisas y el nerviosismo de un estreno, escenificada de la forma más rudimentaria y archivista que sea posible imaginar. Claro que todo, incluidos estos detalles, van mejorando conforme avanza la desmadrada trama, o quizás es que nos hemos ido acostumbrado a ello. Pero aunque Arteta en el extremo positivo y la puesta en escena en el negativo fuera lo más destacable de la función, no podemos olvidar el correcto trabajo llevado a cabo en todo lo restante. Empezando por un ballet digno en el tercer acto, al servicio de una coreografía entre clásica y contemporánea, de líneas sencillas pero que exigen un considerable esfuerzo salvado con energía atlética y profesionalidad. Tratándose de una partitura tan afín a las que por entonces escribía Puccini, no se nos ocurre mejor batuta en nuestro foso que la de Halffter, que también así revalida su status como especialista en atmósfera arrebatada, romántica y melódica. Sus recreaciones del intermezzo del segundo acto, la introducción del cuarto y el ballet del tercero sonaron espléndidas y evocadoras, mientras en el resto se plegó con inteligencia y sabiduría a los resortes de la tragedia y los cuadros propuestos, a pesar de que los solos de violín sonaron a menudo estridentes. La breve aportación del coro en ese mismo bullicioso tercer acto cubrió expediente también de forma satisfactoria. Este drama libre, híbrido entre verista, en cierto modo belcantista, anclado en las tragedias románticas de primera mitad del siglo XIX y a la vez a remolque de los largos ríos musicales post wagnerianos, tuvo en el elenco vocal una de las mejores bazas de la noche.

Arteta pasó de un elegante y muy bien fraseado y matizado Io son l’umile ancella que introduce su personaje, con conmovedores filados, y sutiles cambios de registro, así como envolventes pianissimi, a unos apabullantes Che feci in tal giorno? y Poveri fiori que merecieron la ovación del público, y refulgentes agudos durante toda la función que evidenciaron la buena salud de su veterana voz, aunque como ya señalamos se pasó en intensidad dramática. Peor le fue al joven tenor rumano Teodor Illincai, con una introducción estridente y fuera de tono, una emisión poco limpia aunque gran proyección, que malogró las posibilidades de Dolcissima effigie de su Maurizio. Está claro que no es el Caruso que estrenó la ópera en Milán ni el Domingo que se estrenó en el Met con este personaje, no obstante sus facultades fueron mejorando durante la noche y la final logró un dúo con Arteta de hondo calado emocional. El descubrimiento de la noche vino de la mano de la mezzo de Uzbekistán Ksenia Dudnikova, de voz carnosa, penetrante, profunda y con gran personalidad, ideal para el rol de la malvada Princesa de Bouillon, con la que ya venía entrenada de su paso por el Royal Opera House la pasada temporada. Gracias a ella Acerba voluttá sonó odiosa y oscura como debe, brillando en el dúo del final del acto segundo junto a Adriana y manteniendo una línea de canto segura y coherente. También Luis Cansino triunfó como el entrañable Michonnet, metiéndose al público en el bolsillo con un conmovedor modulado Ecco il monologo del primer acto, fraseado con gusto y entidad dramática. El resto, incluido un asentado David Lagares, cumplieron con holgura y complacencia, salvando en cierto modo las carencias de un libreto confuso y decepcionante y haciendo del espectáculo algo digno en lo musical.

BORG McENROE El frío y el fuego

Suecia-Dinamarca-Finlandia 2017 103 min.
Dirección Janus Metz Pedersen Guión Ronnie Sandahl Fotografía Niels Thastum Música Vladislav Delay y Jonas Struck Intérpretes Sverrir Gudnason, Shia LaBeouf, Stellan Skarsgard, Tuva Novotny, Marcus Mossberg, Leo Borg, Robert Emms, Ian Blackman Estreno en Festival de Toronto 7 septiembre 2017; en Suecia 8 septiembre 2017; en España 18 mayo 2018

Apenas un año después de La batalla de los sexos, donde se recreaba el partido de tenis disputado en 1973 entre el campeón de Estados Unidos Bobby Riggs y la aspirante Billie Jean King, el cine nos ofrece otra oportunidad de gozar con la recreación de otro partido mítico, éste más si cabe, la final de Wimbledon de 1980, con la que Björn Borg aspiraba a lograr su quinto trofeo consecutivo en la cancha inglesa, y el rebelde y maleducado John McEnroe a arrebatarle al sueco su liderazgo mundial. Una vez más la puesta en escena consigue ser prodigiosa, invitándonos a presenciar el partido como si de nuevo se estuviera celebrando, lo que para puristas y muy entendidos debe ser realmente un sensacional espectáculo. Los demás nos conformamos con asistir a un buen trabajo cinematográfico, con tensión y tratamiento dramático suficientemente satisfactorio para lograr entidad como función de entretenimiento, buenas interpretaciones de un muy contenido Sverrir Gudnasson prácticamente mimetizando al tenista sueco, y Shia LaBeouf imprimiendo de carácter y furia al personaje del controvertido tenista norteamericano que acabó casándose con la hija de Ryan O'Neal, Tatum O'Neal. Ambos haciendo honor a ese fuego y frío del título de un documental de hace unos años que inmortalizaba el mismo duelo. La cinta se estructura, como suele ser habitual en estos casos, alrededor del partido estrella, con saltos al pasado para conocer la infancia de los protagonistas, algo que tanto marca las personalidad de cualquier ser humano, y más cuando desde tan joven se asume tanta responsabilidad y tanto trabajo duro. El conjunto se plantea como un duelo de rivalidades muy pronunciadas, con diferentes estilos y temperamentos, pero con una única meta, que condiciona sus vidas y sus espíritus, que es lograr ser los mejores del mundo en su categoría. El debutante en el largometraje de ficción, Janus Metz, cuyo anterior trabajo fue un acertado documental sobre la Guerra en Afganistán que se tituló Armadillo, consigue plasmar toda la tensión del acontecimiento, y muy especialmente la que sufren sus aguerridos protagonistas, cada uno desde su óptica y propio temperamento. El resultado es una experiencia cinematográfica y deportiva de primer nivel y muy gozosa visión.

LAS ESTRELLAS DE CINE NO MUEREN EN LIVERPOOL Crónica de un amor difícil

Título original: Film Stars Don't Die in Liverpool
Reino Unido 2017 106 min.
Dirección Paul McGuigan Guión Matt Greenhalgh, según las memorias de Peter Turner Fotografía Urszula Pontikos Música J. Ralph Intérpretes Annette Bening, Jamie Bell, Julie Walters, Stephen Graham, Leanne Best, Kenneth Cranham, Frances Barber, Vanessa Redgrave Estreno en Festival de Toronto 9 septiembre 2017; en Reino Unido 16 noviembre 2017; en España 18 mayo 2018

Gloria Grahame conoció el estrellato en la década de los cincuenta, después de unos cuarenta en los que apenas destacaron algunos trabajos, como en ¡Qué bello es vivir!, en cintas como En un lugar solitario, junto a Bogart, Los sobornados y Deseos humanos, en ambos casos junto a Glenn Ford dirigidos por Fritz Lang, el musical Oklahoma! de Fred Zinnemann, o la película que le reportó el Oscar a la mejor secundaria de 1952, Cautivos del mal de Vincente Minnelli. En los sesenta prácticamente desapareció de la gran pantalla, refugiándose en el teatro y en una vida sentimental tumultuosa que le llevó a casarse cuatro veces, tener otros tantos hijos y cultivar una larga serie de amantes. Por su parte, el joven y voluble Peter Turner fue el último de esos amantes que la mayoría de las veces le trajeron más sinsabores y desdicha que auténtica felicidad. No pareció el caso de Turner, a juzgar por esta hermosa película y las memorias del protagonista en las que se basa. La cinta de Paul McGuigan, consagrado con la serie de televisión Sherlock y responsable en el cine de películas tan intrascedentes pero relativamente populares como Wicker Park, El caso Slevin o Victor Frankenstein, ilustra los dos últimos años de vida de la mítica actriz junto al joven inglés al que conoció a finales de la era Disco cuando andaba protagonizando El zoo de cristal de Tennessee Williams en Liverpool. Ahorra la cinta detalles que hagan más comprensible la frecuencia con la que Grahame visitaba la ciudad británica, si bien con sólo algunos retazos queda bien expuesta la atracción de los protagonistas, la antigua diva y el joven bisexual deseosos de cariño y comprensión. Salpicada de personajes secundarios, desde los imprescindibles familiares del joven y estupendo Jamie Bell, con mención especial para una entrañable Julie Walters, hasta los menos justificados parientes de la actriz, con Vanessa Redgrave aportando dignidad al elenco pero con una participación como madre de la protagonista que no aporta nada al conjunto. Un total que rezuma ternura y amabilidad en torno a uno de esos amores difíciles e intensos, en clara contraposición con el más tradicional, rutinario y permanente que disfrutan los padres del joven inglés. Rodada con sobriedad y mucha elegancia - atención a los creativos saltos de tiempo - McGuigan se apunta un tanto ayudado por la soberbia recreación de Annette Bening y el magnífico trabajo del resto del elenco, logrando un producto sensible y emotivo que además invita a recuperar las estupendas películas que hicieron de la Grahame un mito erótico en la década de los cincuenta.

LA MUJER QUE SABÍA LEER Tedio esteta

Título original: Le semeur
Francia-Bélgica 2017 98 min.
Dirección Marine Francen Guión Marine Francen, Jacqueline Surchat y Jacques Fieschi, según la novela de Violette Ailhaud Fotografía Alain Duplantier Música Frédéric Verchaval Intérpretes Pauline Burlet, Geraldine Pailhas, Alban Lenoir, Iliana Zabeth, François Lebrun, Raphäelle Agogué Estreno en Festival de San Sebastián 27 septiembre 2017; en Francia 15 noviembre 2017; en España 11 mayo 2018

Al parecer Violette Ailhaud escribió la novela El sembrador (título mucho más apropiado para lo que se nos quiere contar que el más delirante que le han colocado en nuestro país, haciendo gala una vez más de una creatividad sin límites) tras la Primera Guerra Mundial para dejar constancia del poder de la mujer para resurgir de sus cenizas. Al parecer tras la dura represión de las fuerzas de Napoleón III contra los republicanos dejó algunas aldeas sin hombres. La determinación de un grupo de mujeres para dejarse preñar por el primer hombre que apareciera en sus dominios, propició el renacimiento de la población en estas tierras castigadas. Algo parecido debió ocurrir tras la primera contienda mundial como para motivar esta llamada de atención por parte de la ocasional escritora francesa. De ahí surge un argumento que en cierto modo recuerda al de la película que protagonizó Clint Eastwood en 1971, El seductor, y el fallido remake que perpetró Sofia Coppola el año pasado. Con una estética manierista y delicada que poco o nada aporta al leve contenido dramático del film, la neorrealizadora Marine Francine pretende ilustrar el fuerte e inteligente espíritu de la mujer, eje sobre el que parece girar esta película rodada en formato cuadrado y con claras inspiraciones pictóricas que, repetimos, no aportan nada al material didáctico y dramático del conjunto, más allá de entretener y deslumbrar esporádicamente nuestras retinas, sometidas por otro lado a un tratamiento narrativo y dramático tan lánguido y aburrido que no tardan en reaccionar cerrándose a cal y canto, en el mejor de los casos. El resultado es por lo tanto una película aburrida, sin muchos alicientes para no alcanzar más que a un público voluntarioso y predeterminado a cantar los méritos de un trabajo que sencillamente no los tiene, sin tensión sexual ni de ningún otro tipo y un mensaje difuminado entre tanto despropósito estético y pretensión poética. Aún así se alzó con el premio Nuevos Realizadores en el pasado Festival de San Sebastián.

Estreno de EL TALLER DE ESCRITURA en salas comerciales

Reseña de la película, estrenada en el Festival de Cine Europeo de Sevilla el 10 de noviembre de 2017. Estreno en salas 18 de mayo de 2018

miércoles, 16 de mayo de 2018

ÉXTASIS Y DESCUBRIMIENTOS DE LA CONJUNTA

VII Temporada, Concierto IV de la Orquesta Sinfónica Conjunta Universidad de Sevilla-CSM Manuel Castillo. Masataka Suganuma, guitarra. Wolfgang Kurz, dirección. Programa: Pastoral d’été, de Honegger; Concierto nº 1 para guitarra, de Castelnuovo-Tedesco; Let’s Tan-go, de Kurz; Cuatro Cuadros de Murillo, de Castillo; Seis Danzas Populares Rumanas, de Bartók. Iglesia de la Anunciación, martes 15 de mayo de 2018

Mientras fuera, en los alrededores de la Encarnación, un grupo de manifestantes clamaban por justicia y el cese de matanzas en la franja de Gaza, dentro de la Anunciación un portentoso grupo de jóvenes parecían ponerle banda sonora a ese grito de paz y libertad, afrontando con sus instrumentos páginas teñidas de espiritualidad y diversidad. El milagro de la Conjunta se hizo realidad por segunda vez consecutiva fuera de sus dominios, con la controvertida sonoridad de la Iglesia de la calle Laraña amortiguada por paneles acústicos.

El director alemán Wolfgang Kurz, titular de la Orquesta de Cámara de la preciosa ciudad de Würzburg, se hizo cargo de este cuarto programa de la Conjunta, imprimiendo belleza y atmósfera en la encantadora página de Honegger Pastoral de verano, un breve poema sinfónico inspirado en los Alpes suizos. La orquesta se adaptó a su carácter evocador con extraordinarias prestaciones del trompista Erik Antúnez, convenientemente lánguido y seguro, perfectamente secundado por oboe y flauta. Plácida y comedida, la pieza resultó más paladeada y exquisita en sus tiempos lentos que en su más agitada y colorista parte central, quizás un poco caótica. El primero de los conciertos para guitarra de Mario Castelnuovo-Tedesco tuvo en el joven japonés Masataka Suganuma, que completó sus estudios con Francisco Bernier en el Conservatorio Manuel Castillo, un intérprete responsable que combinó elegancia con versatilidad para sellar una versión brillante junto a un exquisito acompañamiento orquestal. Compuesta en las vísperas de su éxodo a Estados Unidos para evitar la persecución fascista en su Italia natal por su condición de judío, Castelnuovo-Tedesco cuidó mucho el equilibrio entre el peso orquestal y la delicada sonoridad de la guitarra, a lo que Suganuma se plegó con solvencia, destacando unas cadencias llenas de virtuosismo y contención, potenciando sus aires neoclásicos y brillando en un melancólico andantino central.

La segunda parte la abrió una festiva página del propio director, Let’s Tan-go, una fantasía sobre ritmos de habanera y tango con una cuerda sensual y sensacionales solos de la concertino Nerea García. Con los muy espirituales Cuadros de Murillo de Manuel Castillo se alcanzaron niveles de éxtasis, marcando la alternancia de elementos conservadores y vanguardistas y ofreciendo una mirada emotiva e introspectiva cargada de misticismo y delicadeza. Esta vez descubrimos, y van tres aparte del joven nipón, al violonchelista Ricardo Huete extrayendo del instrumento un sonido robusto y sedoso. Él y Nerea mantuvieron en algunos pasajes un diálogo magistral. Las danzas originales de Transilvania que Bartók recopiló y armonizó en 1915 culminaron el concierto con una considerable carga de ritmo, color y sensualidad.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

lunes, 14 de mayo de 2018

MARIA BY CALLAS La Sra. Divina se confiesa

Título original: Maria by Callas: In Her Own Words
Francia 2017 113 min.
Dirección Tom Volf Documental Estreno en Francia 18 diciembre 2017; en España 11 mayo 2018

En una secuencia clave de la película, que ilustra el regreso de La Divina al Met en 1965, presumimos que para cantar Tosca, un joven bien arreglado y mejor documentado, al ser entrevistado en la larga cola para hacerse con una entrada, justifica el éxito incomparable de la soprano en su impecable dominio técnico y su particular talento interpretativo. Una acertada definición de su talento al que habría que añadir un extraordinario rango vocal que le permitió abordar papeles de soprano lírica, dramática y hasta de mezzosoprano. Este joven bien podría representar a ese otro, incipiente actor y debutante realizador, que dirige con respeto y pasión este tributo a la más mítica y legendaria de cuantas cantantes de ópera han existido a lo largo de la Historia, y no sólo la del siglo XX. Es uno de los testimonios de entre tanto material de archivo que el joven admirador y melómano ha cosechado tras un largo y fatigoso trabajo de cinco años, desde películas domésticas, fotografías, reportajes gráficos, grabaciones líricas, entrevistas y hasta documentos piratas de algunas de sus actuaciones más memorables dando vida a sus más aguerridas protagonistas, desde Violeta a Amina pasando por Norma, Medea, Lady Macbeth, Elvira, Lucia o la heroína de Puccini ya mencionada. Maria by Callas es lo que su título anticipa, una imagen introspectiva de la propia diosa vista por ella misma en entrevistas y, sobre todo, en confesiones epistolares dirigidas a amigos e incondicionales, desde el propio Onassis por cuyo amor tanta tortura sufrió, hasta los príncipes Gracia y Rainiero de Mónaco. Esas cartas, leídas por Fanny Ardant, que ya interpretó a la diva en Callas Forever de Zeffirelli, y una entrevista de principios de los setenta con el famoso David Frost, son la columna vertebral de este hermoso alegato a la irrepetible leyenda de la ópera, que Volf maneja desde el respeto y la consideración que su talento y su vulnerabilidad merecen. Un juguete roto que sufrió el abuso de una madre dominadora que no supo quererla pero sí obligarla a convertirse en lo que fue, sufrió la desconsideración del público más cruel y devastador que de un espectáculo pueda imaginarse, especialmente el de la Scala de Milán, que no supo perdonarle ni sus afecciones de salud, pero también el del Met, el del Liceo y de tantos otros templos de la lírica, y padeció especialmente el peor de las torturas, el desamor, en forma de frustración y traición. Todo eso, desde sus inicios de la mano de su profesora de bel canto, la soprano española Elvira de Hidalgo, que aparece brevemente en otra entrevista de archivo, hasta su muerte en soledad en París, sabe transmitirlo este emotivo documental, magníficamente montado y con interludios musicales de gran altura artística y emocional. Entre los testimonios de incalculable valor que ofrece la cinta, destacan algunos sobrecogedores de la propia artista, sometida al furor de los paparazzi, las exigencias de la profesión y el poder de las cámaras y el público, que la obligaban a mantener una continua conducta de postureo e hipocresía que acrecentaba sin duda su desdicha. Pero Maria by Callas no es el típico producto desmitificador que se remueve en los aspectos más sórdidos de su vida o su personalidad, sino que es la semblanza cariñosa a una mujer que, sin ser la mejor voz del momento ni la más aclamada por puristas y especialistas, reinterpretó el arte operístico y lo catapultó en gran medida a lo que es hoy, tanto a nivel popular como de redescubrimiento y honorabilidad. Todo eso lo transmite con acierto y un enorme poder de fascinación este estupendo trabajo que no pretende ser una enciclopedia Callas, pues deja muchas cuestiones y relaciones al margen, como las que mantuvo con sus directores Visconti o Zeffirelli, aunque de Pasolini y el rodaje de su única película exclusivamente dramática, Medea, sí se hace considerable eco; o con su director de orquesta favorito y más frecuentado, Tullio Serafin, o su rival en la escena Renata Tebaldi y otras compañeras de profesión como Joan Sutherland o Elisabeth Schwarzkopf, o incluso su pareja artística Giuseppe di Stefano. Tampoco traza un recorrido exhaustivo y cronológico por su ascendente carrera ni sus vicisitudes sentimentales. Es el retrato de una mujer que quiso ser esposa y madre y se tuvo que contentar con ser una diosa y ser recordada por los siglos de los siglos; y es que todos y todas parece que queramos ser otra cosa en la vida. Es algo sencillamente humano.

NIÑATO Incómodo como la vida que retrata

España 2017 72 min.
Fotografía, guión y dirección Adrián Orr Documental Estreno en Festival Internacional de Cine Independiente de Buenos Aires 26 abril 2017; en Festival de Cine Europeo de Sevilla 4 noviembre 2017; en Argentina 30 noviembre 2017; en España 11 mayo 2018

Más de un año ha necesitado el documental de Adrián Orr para encontrar un pequeño hueco en las salas de exhibición españolas, después de que Argentina le haya prestado una mayor atención y que se pudiera ver en el pasado Festival de Sevilla. Consecuencia directa del anterior trabajo del madrileño Adrián Orr, Buenos días resistencia, nos cuenta el día a día a través de varios años de un joven padre desempleado que intenta labrarse un futuro como estrella del rap y el hip hop, y que lucha denostadamente por educar a sus tres pequeños hijos, un niño y dos niñas, y procurarles un futuro mejor. Orr, curtido como segundo asistente de dirección en películas como Lo que sé de Lola, Grupo 7, ¿Quién mató a Bambi? o La isla mínima, establece una línea narrativa similar a la ficción realista y social, pero retratando sin artilugios ni fisuras retazos de realidad. Un Vivir cada día, docurreality de los setenta y primeros ochenta que ha dejado una huella indeleble en el documental español, austero e intencionadamente cutre, lo que no ayuda a empatizar con el drama expuesto, al que se desnuda de artificios y florituras para dejar a sus personajes que se retraten a sí mismos a través de largas y a menudo tediosas secuencias en las que asistimos a la difícil tarea de educar a los hijos. Paciencia para vestirles, para alimentarles, para educarles, para enseñarles, en secuencias muy seleccionadas seguramente de entre miles rodadas, que pretenden mostrar a ese niñato del título, responsable y tan lejos de la imagen que retenemos de una juventud ociosa entregada a sus sueños de fama fácil y rápida. Todo ello con la crisis de fondo, entre gente más o menos preparada, con un nivel intelectual aceptable, pero oportunidades casi nulas en la vida. Entre los daños colaterales, los que sufren los abuelos obligados a perpetuar sus obligaciones, la hermana aspirante a un trabajo digno, o la pareja resignada a esperar sólo un poco de amor. En fin, padre joven y soñador pero con los pies en la tierra y fiel a sus responsabilidades, pero bajo un tratamiento cinematográfico tan duro que hace difícil que su mensaje llegue al mayor número de público posible, ni con la utópica ayuda de unos exhibidores más cómplices y generosos.

VENGADORES: INFINITY WAR Ensalada de superhéroes no demasiado indigesta

Título original: Avengers: Infinity War
USA 2018 156 min.
Dirección Anthony y Joe Russo Guión Christopher Markus y Stephen McFeely, según el cómic de Jack Kirby y Jim Starlin Fotografía Trent Opaloch Música Alan Silvestri Intérpretes Robert Downey jr., Chris Evans, Chris Hemsworth, Benedict Cumberbatch, Josh Brolin, Mark Ruffalo, Chris Pratt, Scarlett Johansson, Tom Holland, Chadwick Boseman, Elizabeth Olsen, Zoe Saldana, Gwyneth Paltrow, Tom Hiddleston, Paul Bettany, Peter Dinklage, Samuel L. Jackson, Benicio del Toro, Anthony Mackie, Don Cheadle, Idris Elba, William Hurt, Karen Gillan, Dave Bautista, Stan Lee y las voces de Vin Diesel y Bradley Cooper Estreno simultáneo en Estados Unidos y España 27 abril 2018

La saga de los superhéroes de Marvel llega a su punto más delirante con esta tercera entrega de Los vengadores, a la que no faltará una cuarta que funciona como segunda parte de este capítulo, y en el que los guionistas tendrán que agudizar su ingenio para sacar a sus personajes del atolladero en el que los han metido y del que parece imposible poder salir. Todos los superhéroes de la casa, incluidos los últimos en ser explotados, más todos los tripulantes de los Guardianes de la Galaxia, se dan cita en esta ensalada para poner freno a los delirios del villano de turno, un Thanos al que da vida bajo kilos de látex y efectos digitales Josh Brolin, y que por una vez no pasan tanto por dominar el Universo como por salvarlo aunque sea con métodos expeditivos. Iron Man, Thor, Hulk, Capitán América, Viuda Negra, Máquina de Guerra, Doctor Extraño, Spiderman, Black Panther… muchos personajes y unas nóminas seguro que astronómicas para compensar a su lujosísimo reparto, además de unos efectos visuales radiantes… demasiada responsabilidad para los hermanos Russo, en cuyos créditos aparece una primera película que hacía presagiar cierto aire fresco en la comedia americana, Bienvenidos a Collinwood, desmentido después en la inefable Tú, yo y ahora… Dupree, y que han sentado cabeza definitivamente con dos de las películas Marvel más desquiciadas, Capitán América: El soldado de invierno y Capitán América: Civil War. No es fácil el cometido de poner cierto orden a un caos anunciado como éste que reúne a tanto personaje, tanta estrella, tanta batalla, tanto diálogo y tanta peripecia, sin que resulte demasiado indigesto. Pero no nos vamos a engañar, la intención es volver a contarnos lo mismo, con alguna tímida variante, y que la propuesta se traduzca de nuevo en una taquilla dorada, y también en eso el triunfo está garantizado.

viernes, 11 de mayo de 2018

Estreno de LA FÁBRICA DE NADA en salas comerciales

Reseña de la película, estrenada en el Festival de Cine Europeo de Sevilla el 8 de noviembre de 2017. Estreno en salas 11 de mayo de 2018

LUCKY Con la única verdad a cuestas

USA 2017 88 min.
Dirección John Carroll Lynch Guión Logan Sparks y Drago Sumonja Fotografía Tim Suhrstedt Música Elvis Kuehn Intérpretes Harry Dean Stanton, David Lynch, Tom Skerrit, Ron Livingston, Ed Begley jr., Beth Grant, James Darren, Barry Shabaka Henley, Yvonne Huff, Hugo Armstrong, Bertila Damas Estreno en Estados Unidos 29 septiembre 2017; en España 4 mayo 2018

Pocos actores han podido disfrutar de un testamento cinematográfico tan a propósito como Harry Dean Stanton, fallecido sólo catorce días antes del estreno en salas comerciales de Lucky, después de un largo periplo por festivales de todo el Mundo que no han sido suficientes para reconocer los méritos del debut en la dirección del popular actor en cine y series de televisión John Carroll Lynch, estreno también de sus guionistas en este menester. La cinta cuenta la rutina de un anciano que vive en esa parte del mundo que llamamos la América profunda, poblada de personajes marcados por el clima, la soledad, la calma del entorno y una marcada espiritualidad consecuencia de una inmensa humanidad. El día a día de este personaje a través de una narrativa y una retórica tan deudora de David Lynch, que aquí colabora como actor y cuya Una historia verdadera guarda muchos puntos en común con la crónica de esta preparación ante lo inevitable, la oscuridad a la que todo el mundo está condenada. Un inmenso Harry Dean Stanton recrea los estertores de un hombre que cuida su físico, entona un precioso y conmovedor Volver, volver, fuma, hace crucigramas, se enfada con quienes comercian con la muerte, y escucha a quien vio cómo otras culturas y religiones la encaran con una sonrisa. Lynch llora la pérdida de una tortuga, metáfora de la carga que todos llevamos desde que nacemos, nuestra tumba. Es el mismo Lynch que dirigió al carismático protagonista en Corazón salvaje, Twin Peaks: Fuego camina conmigo y las series Inland Empire y la última temporada de Twin Peaks, y a quien siempre recordaremos por su participación en Alien, Corazonada y sobre todo París, Texas. Con calma y elegancia, Stanton se mueve por un paisaje desértico, debate con conocidos y se confiesa asustado cuando la verdad se aproxima inexorablemente. Y con estos ingredientes se teje una emotiva crónica del hombre cuando se acerca a su final y aún no ha encontrado respuestas a su existencia, ni siquiera en las palabras que escudriña con el bolígrafo. Anécdotas, recuerdos y vivencias se tornan insuficientes para dar sentido al teatro de la vida, mientras la tortuga pasea su caparazón desierto a través, quizás también en busca de respuestas a su longeva vida y su futura e inevitable desaparición. Quizás la única solución sea disfrutar todo lo que podamos antes de que la oscuridad y un terrible vacío nos engullan.

jueves, 10 de mayo de 2018

CUARTETO DIOTIMA: ACARICIANDO LA MODERNIDAD

Ciclo Andalucía Clásica. Cuarteto Diotima: Yun-Peng Zhao y Constance Ronzatti, violines. Franck Chevalier, viola. Pierre Morlet, violonchelo. Programa: Tres piezas para cuarteto de cuerda, de Stravinsky; Cuarteto nº 3 Sz.85, de Bartók; Cuarteto nº 15 D.887 en Sol mayor, de Schubert. Espacio Turina, miércoles 9 de mayo de 2018

Formado en Francia hace veintidós años, el Cuarteto Diotima presume de ser hoy uno de los más solicitados y reputados del mercado internacional. Una técnica impoluta y un sonido brillante les avalan, sumado a un especial interés por el repertorio más reciente, desde los grandes compositores del siglo XX a los que hoy cuentan con ellos para estrenar sus obras. Por eso no hay razón que justifique la escasez de aforo que tuvo este concierto del ciclo Andalucía Clásica que devuelve a Sevilla la música de cámara diversa y de calidad. Apenas un centenar de personas frente a los llenos absolutos de los conjuntos locales, lo que por supuesto aplaudimos y apoyamos, o cualquiera de las propuestas del Maestranza. Parece que prefiramos asistir una y otra vez a eventos similares, o frecuentar sólo aquel espacio donde se nos ve más y mejor, antes que volver al circuito de las grandes orquestas, conjuntos de cámara y solistas internacionales, ahora que han proliferado tantos auditorios en la ciudad.

En un principio el Diotima debía interpretar un programa más atrevido y comprometido que el finalmente ofrecido, con el Cuarteto nº 3 de Bartók flanqueado por la Suite Lírica de Berg y fragmentos del Libro para cuartetos de Boulez, pero finalmente se optó por un programa menos agresivo, por decirlo de alguna manera. Lo que primero nos llamó la atención del conjunto es la claridad de sus interpretaciones, el brillo del sonido, la versatilidad de los arcos y la compenetración extrema de sus integrantes. Todo ello produjo una sensación de virtuosismo máximo combinado con un efecto hipnótico proveniente de la ductilidad y la dulzura del sonido. Por eso mismo se echó en falta más acidez en la primera de las Tres piezas de Stravinsky, pero vino muy bien para las otras dos, entre debussyanas y elegíacas, profusas en ondulaciones y con un alto contenido espiritual que el conjunto resolvió con pianissimi conmovedores. La compleja e intelectual estructura del tercero de los seis cuartetos de Bartók tuvo buenos traductores en los Diotima, muy concentrado Yun-Peng al violín, perfectamente secundado por Constance Ronzatti con audaces glissandi y pizzicati. Faltó mayor densidad cromática, un más acertado efecto contrapuntístico, y ese algo que te mantiene pegado al asiento, sin pestañear y pendiente de cada giro y matiz.

Del magistral Cuarteto nº 15 de Schubert el cuarteto ofreció una interpretación académica y perfecta en lo técnico, pero faltó una mayor profundidad expresiva, esa sensación de incomodidad que provoca y la intensidad que lo acerca al sinfonismo. El violonchelista Pierre Morlet acometió su parte de forma brillante, pero echamos en falta un mayor contraste entre las sombras y las luces de esta atormentada pieza que puso banda sonora a Delitos y faltas de Woody Allen. Para disfrutar al Diotima en su repertorio más habitual, Berg, Reich o Posadas, se pudieron comprar sus discos in situ. Andalucía Clásica cierra temporada el 30 de mayo con un pequeño festival Schubert en cinco horas. Un reto para organizadores y público al que esperemos no se dé la espalda.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 9 de mayo de 2018

LA NOCHE DE LAS VOCES JÓVENES

XV Certamen de Nuevas Voces Ciudad de Sevilla. Organizado por la Asociación Sevillana de Amigos de la Ópera. Francisco Soriano, piano. Con las voces de Sebastiá Peris Marco, Rodrigo Petate Aragón, Elvira Padrino Davia, Rafael Alejandro del Ángel García, Megan Barrera, John Heath, Laura del Río y Nina-Maria Fischer. Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza, martes 8 de mayo de 2018

Megan Barrera
La Asociación Sevillana de Amigos de la Ópera, con su presidente Emilio Galán al frente, realiza cada año un esfuerzo considerable y una labor entusiasta para entregar sus premios Voces Jóvenes Ciudad de Sevilla, y van ya quince ediciones al pie del cañón, sin desfallecer, mejorando cada día y convocando un mayor número de candidaturas, afición, instituciones públicas y apoyos privados. Hasta ochenta y un candidatos y candidatas se presentaron al certamen este año, de quienes se seleccionaron sesenta y siete y ocho alcanzaron la final en una noche especial en la que pudimos disfrutar del carisma, la ilusión y el buen hacer de los y las participantes. Fue la noche de las voces jóvenes y frescas, algunas más curtidas y experimentadas que otras, pero todas exhibiendo ilusión y esperanza, además de innegables cualidades para mantener un año más el buen nivel del certamen. El periodista Juan María Rodríguez condujo la gala con gracia y desparpajo, Francisco Soriano se afianzó como espléndido y competente pianista de acompañamiento, y un jurado integrado entre otros por el maestro Pedro Halffter, el profesor Ramón Serrera y el comunicador Arturo Reverter, valoró las voces participantes, aunque por la premura de los acontecimientos no razonaran oportunamente sus fallos.

Laura del Río
Los participantes entonaron como todos los años una pieza de lírica española y otra operística, ofreciendo cualidades individuales y específicas. Reincidente, el valenciano Sebastiá Peris Marco fue un Conde Almaviva de elegante fraseo y segura entonación pero pequeña voz. Con idéntica aria, Hai giá vinta la causa, el venezolano John Heath mostró mayor potencia y una voz rutilante, pero la inseguridad de su fraseo fue su punto débil, también evidente en la romanza Luché la fe por el triunfo de Luisa Fernanda. El mexicano Rodrigo Petate, con una consistente carrera a sus espaldas, se atrevió con los nueve Do de pecho de Ah! Mes amis de Donizetti, con resultados convincentes, pero fue otro mexicano, Rafael Alejandro del Ángel García, quien emocionó al público con No puede ser y acaparó toda nuestra atención con Lunge da lei… De miei bollenti spiriti de La traviata, aunque con dificultad para alcanzar las notas altas, disfrazándolas para no desentonar, a pesar de lo cual ganó un merecido premio del público. La madrileña Elvira Padrino exhibió una voz poderosa de tan hermoso timbre como el resto de participantes, pero insuficiente expresividad, y la alegre catalana Laura del Río asombró con sus rutilantes agudos en La canción del ruiseñor y el Vals de Muzetta.

Nina-Maria Fischer
Por su parte, la alemana Nina-Maria Fischer, también con cierta experiencia en los escenarios, se enfrentó a dos duras arias, la de la Reina de la noche de La flauta mágica, que defendió con buena técnica pero cierta sosería, y como Elisabeth en Tannhäuser, exhibiendo una voz ancha y espesa. Pero fue la norteamericana de origen cubano y portorriqueño Megan Barrera quien logró el favor del jurado, con un canto muy expresivo, amplia facilidad para modular y sorprendentes cambios de registro, a pesar de una voz algo estridente y muy avibratada, con la que entonó una retorcida pieza de la ópera de Daniel Catán Florencia en el Amazonas. Al final fueron los cargos y las instituciones quienes una vez más aprovecharon la ocasión para lucirse, pretender poner la ciudad en el lugar que le corresponde (¿) y atribuirse medallas que han ganado otros con su esfuerzo y dedicación. Bien está el apoyo pero no el protagonismo institucional, que es lo que hace más rancia a esta ciudad. La flamante ganadora quedó a un lado frente a tanta palmadita en la espalda.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

lunes, 7 de mayo de 2018

ROMAN J. ISRAEL, ESQ. Sancho sin Quijote

USA 2017 129 min.
Guión y dirección Dan Gilroy Fotografía Robert Elswit Música James Newton Howard Intérpretes Denzel Washington, Colin Farrell, Carmen Ejogo, Amanda Warren, Lynda Gravatt, Hugo Armstrong, Sam Gilroy, Tony Plana, DeRon Horton, Amari Cheaton Estreno en Festival de Toronto 10 septiembre 2017; en Estados Unidos 22 noviembre 2017; en España 4 mayo 2018

Dan Gilroy debutó hace un par de años con Nightcrawler, una excelente película en la que Jake Gyllenhaal interpretaba a un fotógrafo sin escrúpulos capaz de vender a su madre por una exclusiva. En su segundo largometraje como director se adentra de nuevo en la putrefacta y cada vez más jodida sociedad norteamericana, potenciada ahora por una administración que no hace sino empañar más esa América de las libertades y las oportunidades, y evidenciar el fracaso de un sistema antaño sustentado en el hombre y su capacidad para avanzar y desarrollarse al margen de sus condicionamientos económicos y sociales. Denzel Washington interpreta de manera brillante y descomunal a un abogado idealista que tiene la oportunidad de exhibir sus valores y principios gracias a la misantropía de su jefe y mentor; pero al morir éste se verá arrojado a un mundo de tiburones donde es difícil sobrevivir sin traicionar ese espíritu idealista y renovador que hizo al país grande en tiempos pretéritos. Es cierto que siempre hubo obstáculos para lograr ese fin, y ahí están las películas de Stevens y Capra de hace casi un siglo para demostrarlo. Pero en la era Trump se ha potenciado la falta de escrúpulos, de ética y de razón, y el sometimiento de las clases más desfavorecidas, generalmente constituidas por la raza negra. El descenso a los infiernos de este personaje, desde la integridad a la oportunidad de morder el anzuelo y arrastrarse por el fango de la falsa felicidad, promueve y dinamiza esta crónica en la que se pone en entredicho un sistema legal y judicial que apenas da esperanzas a pequeños y medios delincuentes, condenados de antemano y sometidos a la carrera política de sus denunciantes y defensores. Parece todo muy sesudo y complicado, pero Gilroy sabe dosificar tan bien la información y la narración que el conjunto acaba siendo ameno y revelador, sin excentricidades ni ridiculeces. El inmenso trabajo de Washington está acompañado de las muy justas interpretaciones del resto del elenco, especialmente un Farrell que convence e hipnotiza en su aparente ambigüedad moral, y acaba seduciendo por su amable y equilibrada caracterización. La sobria puesta en escena viene corroborada por una solemne banda sonora de James Newton Howard, a su vez adornada con una excelente colección de canciones que suenan en el iPod de este escudero de la ley (Esq. es la abreviatura de Esquire, literalmente escudero aunque tiene la acepción de letrado o jurista como título u honor), un Sancho Panza que ha perdido a su Quijote, tropieza en su torpeza y con la ayuda de otro Quijote más realista redescubre la utilidad de su idealismo.