miércoles, 29 de enero de 2020

JUEGO DE REFERENCIAS CON FUSEK Y KRAEMER

Concierto de Santo Tomás. Orquesta Barroca de Sevilla. Anna Fusek, flauta de pico. Manfredo Kraemer, concertino-director. Programa: Concierto para flauta de pico BWV 975/RV 316, de Bach/Vivaldi; Concerto grosso no. 2 H 133, de Geminiani; Concierto para flauta de pico y violín RV 535 y Concierto para flauta de pico RV 443, de Vivaldi; Sinfonía nº 4, de Corrette; Obertura Op. 13 no. 2 para 2 violines y continuo, de Leclair. Iglesia de la Anunciación, martes 28 de enero de 2020

El Centro de Iniciativas Culturales de la Universidad de Sevilla celebró un año más la festividad del patrón académico Santo Tomás en el suntuoso y muy deteriorado escenario del altar mayor de la Iglesia de la Anunciación. Una decisión que hace tiempo denunciamos como poco apropiada, dadas las deficiencias acústicas del templo, por no hablar de su gélido ambiente. Lo cierto es que ni siquiera con los paneles de contención que se adquirieron hace tiempo para amortiguar estos inconvenientes, el sonido consigue llegar con fuerza y nitidez más allá de las primeras filas. En esta ocasión el problema se acrecentó por el hecho de tratarse de un repertorio en su mayoría de flauta acompañada, cuyo sonido quedó patentemente eclipsado en los pasajes de efusividad orquestal, especialmente en una primera pieza acometida con flauta contralto en la que su sonido quedó considerablemente atenuado.
 
La afamada flautista checa Anna Fusek debutó así junto a la Barroca, comandada por uno de los directores que mejor la comprenden y más partido saca de ella, Manfredo Kraemer, ofreciendo todo un festín de acrobacias y agilidades dignas de la mejor virtuosista y nunca exenta de una afinada expresividad y un considerable buen gusto. Se dio la circunstancia de que casi todas las piezas fueron transcripciones o referencias de otras, como ese Concierto BWV 975 que Bach articuló para clave a partir del RV 316a, número 6 del opus 4 de Vivaldi, más conocido como La Stravaganza, que Fusek a su vez ofreció en un arreglo suyo particular para flauta, y del que extrajo una efervescente y cálida interpretación con la que equilibró la temperatura interior del templo, aunque a juzgar por su indumentaria ella no pareciera sufrirla.
 
Del Concierto en Re menor para dos oboes RV 535 también del prete rosso, Fusek ofreció otro arreglo personal a dúo con el violín solista de Kraemer, que se saldó con una compenetración absoluta en el primer movimiento, en perfecto diálogo en el segundo acompañado por Mercedes Ruiz dando cuerpo y músculo a todo el programa, y un tercero vivaz y contrapuntístico ejemplarmente resuelto. El Concierto en Do mayor RV 443 del mismo Vivaldi fue un dechado de virtudes en manos de Fusek, entregada a endiabladas inflexiones y modulaciones del flautino, una flauta dulce una octava por debajo de la ordinaria, similar a la flauta sopranino con la que Fusek se entregó a un sinfín de florituras con un control impresionante de la respiración, destacando el Largo central de una dulzura y una riqueza melódica sin parangón, que también sirviera de referente, en este caso para François Truffaut, que lo incluyó como tema principal de su película El pequeño salvaje. Un tormentoso y apabullante movimiento final del concierto La notte también de Vivaldi cerró como propina el concierto, con la orquesta al máximo de su esplendor.
 
El mismo que antes desplegaron en un Concerto Grosso nº 2 de Geminiani, basado en la descomposición y reinvención del opus 5 de Corelli, siguiendo la forma de sonata da chiesa con estéticas en la línea al Haendel que conoció en su estancia en Londres. Toda una exhibición de fuerza y sensibilidad, especialmente en el adagio, que la orquesta salvó con entera satisfacción, sobre todo Alejando Casal alternando milagrosamente órgano y clave con absoluta entrega y precisión. De la muy gozosa Sinfonía nº 4 de Michel Corrette, basada en temas populares navideños extranjeros, se acentuaron los pasajes alegres como Une jeune pucelle que lo abre, y se dulcificaron otros más sentimentales como el precioso Chrotiens qui suivez l’Eglise, siempre bajo la atenta mirada de Kraemer y con una Barroca sedosa a la vez que impetuosa. Ruiz y Casal acompañaron con fortuna al duelo de violines que propone Jean-Marie Leclair en su Obertura Op. 13 no. 2, una obra menor pero sensacional en manos de Kraemer y Leo Rossi dando voz a los dos violines protagonistas.
 
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

lunes, 27 de enero de 2020

LAS AVENTURAS DEL DOCTOR DOLITTLE Sin gracia ni fantasía

Título original: Doctor Dolittle
USA 2020 101 min.
Dirección Stephen Gaghan Guion Stephen Gaghan, Thomas Shepherd, Dan Gregor, Doug Mand y Chris McKay, según el personaje creado por Hugh Lofting Fotografía Guillermo Navarro Música Danny Elfman Intérpretes Robert Downey jr., Antonio Banderas, Michael Sheen, Jim Broadbent, Jessie Buckley, Harry Collett, Carmel Laniado, Kasia Smutniak y las voces (en versión original) de Emma Thompson, Rami Malek, John Cena, Kumail Nanjiani, Octavia Spencer, Tom Holland, Craig Robinson, Ralph Fiennes, Selena Gomez, Marion Cotillard, Frances de la Tour y Jason Mantzoukas Estreno en Nueva Zelanda 1 enero 2020; en Estados Unidos 17 enero 2020; en España 24 enero 2020

Cuando Richard Fleischer estrenó en 1967 El extravagante Doctor Dolittle, las aventuras de este singular veterinario ya habían sido adaptadas al cine en 1928 en forma de cortometraje animado y mudo alemán. Después vendría un serial radiofónico en la década de los treinta y nadie más se acordó de estos cuentos escritos por Hugh Lofting desde las trincheras de la Primera Guerra Mundial para sus hijos, hasta que Leslie Bricusse, el compositor de Feliz Navidad, Mr. Scrooge y Adiós, Mr. Chips y letrista de, entre otros, Henry Mancini y John Williams en diversas ocasiones, decidió convertirlo en musical para la gran pantalla. Aquel film ilustraba los orígenes del personaje, un doctor hastiado de las personas que decide ayudar a los animales y para ello aprender su lenguaje con el fin de entenderse mejor con ellos.
 
Obtuvo nueve nominaciones al Oscar y alcanzó dos, uno a la mejor canción para la mítica Talk to the Animals y otro para sus perentorios efectos visuales, pero no obtuvo el respaldo de la taquilla, que no se rindió a su aparente blandura, sus fantasiosas aventuras e idílicos escenarios así como sus exóticas criaturas. Y sin embargo la cinta lanzaba proclamas todavía muy actuales en contra del maltrato animal, incluso circense, o a favor de la alimentación vegetariana, dentro de un conjunto de inusitada fantasía y considerable creatividad. Todo eso falta en esta rutinaria y apopléjica nueva película que ni siquiera adapta ninguno de los relatos que Lofting escribió a propósito del personaje, sino que se permite la libertad de a partir de él tejer una raquítica historia que repite esquemas mil veces vistos en torno al bueno de turno y su lucha contra el mal, sin que falte la pleitesía a la monarquía para que nadie dude de su tendencia al cuento tradicional.
 
Aquí los animales dejan de serlo para imitar la fórmula empleada en la versión modernizada que protagonizó Eddie Murphy a finales del siglo pasado, que es la de humanos dicharacheros y presuntamente simpáticos bajo forma de animales, estilo Disney. Se acabó la fantasía y la originalidad en esta cinta impulsada al parecer por su protagonista, un Robert Downey jr. que a pesar de ello se embarca en una serie de intrascendentes aventuras sin ganas ni empuje. A su alrededor el resto de personajes hace lo que puede sin salirse de los parámetros habituales de la villanía (Sheen) y la gallardía exótica (Banderas). Solo los niños parecen tomárselo más en serio, con Harry Collett retomando el único personaje que sobrevive además del titular, el del ayudante Tommy Stubbins. Faltan las canciones de Bricusse, el carisma de Rex Harrison, el encanto de Samantha Eggar, la voz y presencia de Anthony Newley, los idílicos paisajes que recrean el pueblo pesquero irlandés Puddleby-on-the-Marsh o la isla flotante, y los mensajes educativos apuntados; sobra todo lo demás en esta aburrida, poco atractiva y nada interesante película perpetrada por quien dirigiera las más ambiciosas Syriana y Gold, la gran estafa. Una vez más parece mentira que para engendrar tal despropósito hayan sido necesarios cinco guionistas, incluido su desubicado director.

domingo, 26 de enero de 2020

EMA Retrato de una mujer con fuego regenerador

Chile 2019 102 min.
Dirección Pablo Larraín Guion Guillermo Calderón, Alejandro Moreno y Pablo Larraín Fotografía Sergio Armstrong Música Nicolas Jaar Intérpretes Mariana di Girolamo, Gael García Bernal, Santiago Cabrera, Paola Giannini, Giannina Fruttero, Mariana Loyola, Catalina Saavedra, Eduardo Paxeco, Antonia Giesen, Susana Hidalgo, Josefina Fiebelkorn Estreno en el Festival de Venecia 31 agosto 2019; en Chile 26 septiembre 2019; en España 24 enero 2020

Después de desplegar su lenguaje más radical hasta el momento en sus singulares aproximaciones a los personajes de Pablo Neruda y Jackie Kennedy, Pablo Larraín opta ahora por una narrativa más cercana y convencional para contar la curiosa historia de esta joven cuyo nombre da título a la película, de ideas claras y temperamento fértil. No por ello renuncia a seguir explorando vías de experimentación con las que proponer un entretenimiento moderno y sofisticado, igual que lo son sus personajes, que aunque parezcan sacados de la calle ni son arrabaleras ni imitan los tópicos habituales con los que se suele caracterizar ese particular universo de la juventud de los suburbios urbanos, que aquí conocemos como quinquis y chonis.

Larraín vuelve a poner en entredicho y denunciar las convenciones sociales consecuencia de una educación eminentemente religiosa, como hizo en la inquietante e incómoda El club. Para Ema la danza a ritmo de reguetón y trap es una forma de vida, tan sofisticada como si se dedicara al bel canto. En ese ámbito tiene sus propios problemas personales relacionados con los vínculos afectivos, su familia maternal, su pareja y su hijo adoptivo. Precisamente este último será quien desencadene una particular odisea que le llevará por los barrios de Valparaíso en una suerte de thriller en el que todo apunta a una venganza en la que el sexo y la danza como arma de seducción tomarán las riendas de la solución a la intriga y el dilema que plantea.

Entretenida y sorprendente, salpicada con saludables brotes de humor, y con la complicidad de una protagonista que conquista y enamora la pantalla, Ema es un espectáculo visual y sonoro moderno y extravagante sobre una mujer que genera vida a través del fuego, el que expide su mirada y su temperamento, y el que brota del lanzallamas con el que pone en escena sus singulares performances.

LOS CONSEJOS DE ALICE Fábula del rey agotado y la joven prudente

Título original: Alice et le maire
Francia-Bélgica 2019 104 min.
Guion y dirección Nicolas Pariser Fotografía Sébastien Buchmann Música Benjamin Esdraffo Intérpretes Fabrice Luchini, Anaïs Demoustier, Nora Hamzawi, Léonie Simaga, Antoine Reinartz, Maud Wyler, Alexandre Steiger, Pascal Rénéric, Thomas Rortais, Thomas Chabrol Estreno en el Festival de Cannes 18 mayo 2018; en Francia y Bélgica 2 octubre 2019; en España 17 enero 2020

Invita el título español de esta estimable película a conocer las medidas que una intelectual proponga al consumado alcalde de Lyon, la segunda ciudad más poblada e importante de Francia, para mejorar la gestión municipal y alargar la confianza que el electorado deposite en él. Su título original, Alice y el alcalde, parece proponer sin embargo una moderna fábula sobre un rey agotado y seco de ideas y propuestas, y frente a él una joven emprendedora que hace de hada antagonista y le ayuda a ver más allá de su propio horizonte. Y es esto lo que de verdad vemos en pantalla, porque consejos hay pocos, o mejor dicho hay muchos pero no los conocemos. A su director y guionista no le interesan, o quizás no tenga el suficiente ingenio, para proponer ideas sueltas más o menos geniales. Parece más bien interesarle una batalla dialéctica sobre la humildad en el seno de una política que no hace sino imitar modelos antiguos de poder y supremacía, más pendiente de proyectos megalómanos que de resolver los problemas reales de la ciudadanía.

Gobiernos de izquierdas repitiendo fórmulas de esa monarquía supuestamente vencida hace dos siglos. Para ello Anaïs Demoustier (Gloria Mundi) da vida a una joven intelectualmente brillante pero excepcionalmente comedida, una mujer de éxito comprometida con el presente, tan diferente a la que hace décadas se retrataba siguiendo modelos como el de Faye Dunaway en Network. Alice es prudente, lo que no obsta para generarse la envidia y el desdén de sus compañeros y compañeras por el simple hecho de conectar con su jefe, un perdido alcalde de ideas progresistas bloqueado en la rutina de un gobierno y un partido que abraza políticas más bien de signo conservador. Alice es la intelectual que molesta, a la que, como a los científicos, los políticos prestan poca o ninguna atención.

El progreso mental y espiritual del agotado alcalde, un excelente Fabrice Luchini (En la casa, La biblioteca de los libros rechazados) se convierte así en eje de una función en la que es fácil perderse por su exceso de dialéctica no siempre bien enfocada, a veces farragosa, que hace fracasar en parte una empresa que debiera resultar fascinante y que sin embargo solo se salva por el encanto de su narrativa, el talento interpretativo de sus protagonistas y su mensaje lúcido pero poco esperanzador, o como se decía antes, la moraleja del cuento. La amable y jazzística música de Benjamin Esdraffo colabora decisivamente a crear ese ambiente distendido de fábula moral que la cinta contiene.

sábado, 25 de enero de 2020

BERNALDO DE QUIRÓS ARRANCA CON NOTA EL AÑO BEETHOVEN

Integral de Sonatas de Beethoven. José Luis Bernaldo de Quirós, piano. Programa: Sonatas nº 1 en fa menor Op. 2 nº 1; nº 7 en re menor Op. 10 nº 3, nº 22 en fa mayor Op. 54, y nº 21 en do mayor Op. 53 “Waldstein”, de Beethoven. La Casa de los Pianistas, viernes 24 de enero de 2020

Después de la consolidación llegan las grandes apuestas, y la de Yolanda Sánchez al frente de la cada vez más imprescindible Casa de los Pianistas es ofrecer la que hasta el momento se nos antoja más ambiciosa celebración de los doscientos cincuenta años del nacimiento del más grande compositor de todos los tiempos, el irrepetible y para tantos y tantas inaccesible Ludwig van Beethoven. No es el caso del pianista invitado a desgranar a lo largo de todo el año sus treinta y dos sonatas para piano, José Luis Bernaldo de Quirós, que ya ha demostrado su dominio y técnica con este ciclo en Madrid y Cáceres y ahora lo hace en Sevilla dejando claro también su control del estilo y la fuerza del insigne compositor. La Casa de los Pianistas tiene además programada la integral de sonatas para violín y piano, que celebrará los meses de marzo y junio, y en su agenda figura también poder ofrecer la de los tríos con piano y las sonatas para violonchelo y piano. Nadie hasta el momento ha presentado una oferta tan completa y ambiciosa en la ciudad para celebrar tan importante acontecimiento.

Esta interpretación de las sonatas de Beethoven nos trae el feliz recuerdo de aquella temporada 2008-2009 en el Centro Cultural Cajasol, hoy Espacio Turina, en la que se ofreció también el ciclo completo de la mano de los pianistas Louis Lortie, Nelson Goerner, Jonathan Biss y Javier Perianes, que tan buenos momentos nos dejaron y en la que se coló también Elisabeth Leonskaja interpretando en febrero de 2008 las tres últimas e irrepetibles sonatas. Bernaldo de Quirós arrancó este reto con la primera y la séptima de las treinta y dos sonatas, pertenecientes a una época en la que el piano era un instrumento joven que aún desarrollaba su rango expresivo y sonoro. Casi la mitad del ciclo es anterior a 1805, después fueron apareciendo sonatas de forma esporádica pero con mayor calidad, como muy bien pudo apreciarse en este primer concierto que enfrentó con acierto la estética primitiva de estas dos primeras sonatas y la más sofisticada de las ofrecidas en la segunda parte.

Bernaldo de Quirós, que ya actúo en noviembre pasado en La Casa de los Pianistas y en 2016 en el Festival de Primavera de Juventudes Musicales, atacó la Sonata nº 1 tratando de imitar en la medida de lo posible el sonido percutivo, seco y rígido del fortepiano, con fiereza y concreción y abrazando esa estética mozartiana que la caracteriza y de la que Beethoven se sentía tan satisfecho. El desafío provocó que su versión nos pareciera algo mecánica y demasiado medida. Algo parecido sucedió con la Sonata nº 7, tercera del opus 10, donde ya se atisban rasgos imprescindibles de su personalidad, con un primer movimiento en el que brilló su fuerza y concentración, destacando una interpretación muy sombría y apesadumbrada del trágico largo central, por encima de un convencional minueto y un final al que faltó mordacidad. Destacó sin embargo el ágil fluir de ideas y su dramática y espectacular conclusión.

Las dos sonatas abordadas en la segunda parte son buena muestra de la madurez expresiva, la musculatura y el lenguaje genuinamente beethoveniano, todo lo cual asomó de manera ejemplar en las versiones que Bernaldo de Quirós acometió de memoria y con un dominio considerable del estilo del compositor. Así, el primer movimiento de la Sonata nº 22 sonó elegante, con armonías claras, matices marcados y contrastes muy dinámicos, mientras el allegretto fluyó como un auténtico torbellino, imperturbable y hasta agresivo, todo un ejemplo de agilidad circense combinada con acierto expresivo. La más popular y lograda de las cuatro sonatas, la nº 21, también conocida como Waldstein por su dedicatario y Aurora por su carácter resplandeciente, contó con el buen hacer del pianista hasta conseguir una depurada interpretación, frenética y trepidante en un allegro inicial exultante y poderoso, profundo y sentimental en el allegretto moderato tras un muy reflexivo adagio de transición y antes de un efectivo y tumultuoso prestissimo final y de regalarnos dos propinas, los Rumores de La Caleta de Albéniz y una sonata del Padre Soler ofrecidas también muy en estilo. Aguardamos pues con interés la próxima cita, el viernes 21 de febrero.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

viernes, 24 de enero de 2020

AGUAS OSCURAS Responsabilidad por encima de la ambición

Título original: Dark Waters
USA 2019 126 min.
Dirección Todd Haynes Guion Matthew Carnahan, Mario Correa y Nathaniel Rich, según un artículo del último Fotografía Edward Lachman Música Marcelo Zarvos Intérpretes Mark Ruffalo, Anne Hathaway, Tim Robbins, Bill Pullman, Victor Garber, Bill Camp, Mare Winningham, Richard Hagerman, William Jackson Harper, Louisa Krause Estreno en Estados Unidos 6 diciembre 2019; en España 24 enero 2020

Una cinta en la linea de denuncias políticas y sociales como Erin Brokovich o Acción Civil, con la corrupción medioambiental y el daño cruel e indiscriminado a la sociedad civil por empresas voraces auspiciadas por un sistema ratero y criminal como tema principal, y referentes como Silkwood o Lejos de la tierra quemada. Tras el fracaso de la hermosa Wonderstruck, el museo de las maravillas, Todd Haynes parece dirigir esta película por encargo pero sin renunciar a resolverla con dignidad, estilo y cierta sofisticación.

La cinta se basa en la historia real de la lucha encarnizada entre un David, el abogado Robert Bilott, y un Goliat, la corporación química DuPont, que duró veinte años para demostrar los efectos cancerígenos del PFOA, sustancia química que se empleaba para fabricar el antiadherente PTFE, comercializado como Teflón, y conseguir así que su uso se cancelara en países como el nuestro, donde su prohibición será realidad el próximo mes de julio. Haynes imbuye a su película de una atmósfera triste y melancólica. La ambientación en un invernal Ohio a lo largo de esos largos y tediosos años, a pesar de que la demostración del mal caía por su propio peso desde el primer momento, lo que pone en evidencia la lentitud y la ineficacia del sistema procesal también en Estados Unidos, facilita ese espíritu lánguido y desesperanzado que domina el film. Sobriedad es también un apelativo que se adapta a una cinta que, sin embargo, se dilata innecesariamente y hace un uso abusivo de la música, por muy relajada que ésta sea, ejemplo evidente en el relato que el protagonista, un taciturno pero convincente Mark Ruffalo, hace de los lamentables hechos a su esposa, una Anne Hathaway que como no podía ser menos evidencia episodios de debilidad histérica.

No obstante, tanto su personaje como el de otros participantes guardan atractivos secretos que restan previsibilidad a una narración a la que parece hayamos asistido unas cuantas veces con anterioridad, lo que no impide que este tipo de denuncias y ataques directos al sistema corrupto y egoísta que nos controla, deban prosperar e insistir hasta que las grandes catástrofes que están llamadas a asolar el planeta, gracias a la mano irresponsable y criminal del hombre, nos engullan. Lo mejor sin embargo subyace en el retrato esperanzador que hace del gesto generoso y responsable que caracteriza a algunos de sus personajes, que en principio inspiraban poca confianza. Más que nada es eso lo que da singularidad y valor a este casi rutinario thriller sanitario.

DANIEL SMITH Y EL DELICADO NEOCLASICISMO FRANCÉS

XXX Temporada de conciertos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Tatiana Postnikova y Natalia Kucháeva, pianos. Daniel Smith, director. Programa: Le tombeau de Couperin, de Ravel; Le carnaval des animaux, de Saint-Saëns; Petite Suite, de Debussy; Sinfonía nº 1, de Bizet. Teatro de la Maestranza, jueves 23 de enero de 2020

Llevamos dos semanas consecutivas descubriendo excelentes batutas al frente de la ROSS. Si la semana pasada celebrábamos el excelente concierto dirigido por Enrique Arturo Diemecke, esta vez ha sido un joven y enérgico director australiano, Daniel Smith, principal director invitado del Teatro Carlo Felice de Génova, quien articuló una sensacional velada de música amable y deliciosa, la que compusieron cuatro grandes de la música francesa de corte fundamentalmente neoclásico. El resultado fue tan disfrutable como sorprendente en diversos aspectos. Ravel compuso La tumba de Couperin al licenciarse de la Gran Guerra, aparentemente como homenaje al gran compositor, organista y clavecinista barroco, y por extensión a otros autores de su época, aunque en la práctica cada movimiento estaba dedicado a un compañero caído en la contienda. La versión orquestal, con dos números menos que la pianística original, data de 1920 y en ella subyace bajo su superficie amable y encantadora unas corrientes subterráneas algo siniestras. Smith, a pesar de imponer unos ritmos considerablemente rápidos, supo equilibrar ambas estéticas en una interpretación hedonista a la vez que melancólica de la pieza. Desde su caracoleante arranque al danzarín Rigodón final, la orquesta supo plegarse a la dirección precisa y ágil con elegancia y trasparencia, sin sacrificar matices ni colores no obstante la rapidez con la que se desplegó la partitura. Su tono eminentemente pastoral se mantuvo sin menoscabar la sutil ironía que subyace bajo cada número, dejando a la vez constancia de su moderna y sofisticada armonía.
 
Con El carnaval de los animales de Saint-Saëns, obra que su autor nunca quiso estrenar en público para no menoscabar su perfil de compositor serio, tuvimos dos agradables sorpresas. Por un lado que se interpretó su versión original de cámara, con once músicos en escena, y por otro que se hizo con narrador, un impresionante Éric Crambes, concertino de la orquesta y desde ahora magnífico locutor, con perfecta dicción, un hermoso timbre y un impecable fraseo y modulación. Para ello se echó mano de los textos que mucho después de por fin estrenarse escribió el humorista Francis Blanche. El disfrute de la página resultó así completo, con los músicos convertidos en cómicos a propósito de la torpeza de las Pianistas, por otro lado unas espléndidas Tatiana Postnikova y Natalia Kucháeva, sobradamente conocidas del público sevillano, que protagonizaron un Acuario envolvente, evocador y sensual con acompañamiento de flauta y glockenspiel, o el Cuco en forma del clarinetista Piotr Szymyslik asomando no desde el fondo del bosque sino del Maestranza. Pura delicia y suma delicadeza con una interpretación ejemplar, sencilla y enormemente eficiente de una página que raramente trasciende al ámbito infantil, a pesar de su enorme potencial y atractivo, y que invita además al oyente a divertirse identificando multitud de temas y referencias.
 
La Petite Suite de Debussy, obra originalmente concebida para piano a cuatro manos e interpretada en la versión que Henri Büsser orquestó en 1907, inauguró la segunda parte de nuevo con un enérgico y entregado Daniel Smith logrando que la orquesta sonara nítida y encantadora, y que todos sus referentes, entre ellos Fauré, Chabrier, Bizet, Delibes y Borodin, quedaran fielmente reflejados, abrazando siempre un incontestable lirismo melancólico pero sin caer nunca en incómodas afectaciones. Como colofón Smith y una espléndida Sinfónica rubricaron una Sinfonía de Bizet si no antológica sí al menos fresca y dinámica. Una pieza que su autor despreció por considerarla un ejercicio escolar y no se estrenó hasta 1935, y en cuya factura clásica se atisban influencias de Mendelssohn y Schubert, algo de lo que batuta y orquesta dejaron evidencia en una interpretación briosa, enérgica y perfumada, destacando un adagio sensual y elegíaco en el que la cuerda desplegó toda su sensibilidad y perfecta armonía. Su arrolladora y eufórica conclusión puso punto y final a tan singular y agradable concierto.
 
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 22 de enero de 2020

HALLENBERG Y LA BARROCA SALVAN UN PROGRAMA ACCIDENTADO

Cita en Maestranza. Ann Hallenberg, mezzosoprano. Orquesta Barroca de Sevilla. Andoni Mercero, concertino-director. Programa: Arias de ópera de Pietro Torri, Antonio Vivaldi, Giuseppe Maria Orlandini y Georg Friedrich Händel; Concierto para 4 violines Op. 3 n. 10 RV 580, de Vivaldi; Sonata a 5 HWV 288, de Händel. Teatro de la Maestranza, sábado 18 de enero de 2020

Rememorando los conciertos que se celebraron en el solar que hoy ocupa el Teatro de la Maestranza en la década de los ochenta del pasado siglo, el coliseo sevillano ha inaugurado esta temporada con un ciclo que recupera aquel mítico título, Cita en Sevilla. Ahora Cita en Maestranza se convierte en un pretexto para disfrutar de grandes artistas en diversos campos de la música, como la mezzosoprano sueca Ann Hallenberg y el siempre refinado mundo de la ópera barroca que tan bien domina. La de anoche fue sin embargo una cita maldita desde el principio, sometida a incidentes que a punto estuvieron de malograrla íntegramente. La inicialmente programada mezzo italiana Anna Bonitatibus anunció apenas unos días antes su indisposición para acometer el exigente programa diseñado, por lo que tuvo que ser sustituida a última hora por Hallenberg, a quien ya tuvimos ocasión de disfrutar en aquel mítico duelo con Vivica Genaux hace exactamente dos años, y que prepara ahora su debut en el Maestranza en un título operístico, la Agrippina de Haendel que se representará a mediados del mes próximo. Sin embargo también ésta experimentó un presunto menoscabo de sus facultades apenas un día antes del recital, por un incipiente proceso catarral. Todo apuntaba a la cancelación de este concierto integrado en el programa de abono de la Barroca de Sevilla, pero la profesionalidad y responsabilidad de la mezzo superó la adversidad hasta el punto de que si no se nos hubiese avisado antes del inconveniente, ni nos hubiéramos dado cuenta. Aunque dicen que ostenta récord de cancelaciones por adversidades similares, todavía recordamos cuando un desvanecimiento en el Festival de Santander de 2015 le obligó a retrasar su comparecencia más de una hora, lo que junto a la contingencia de ayer parece desmentir tal récord. 

Abanderada de la recuperación de autores hoy olvidados, Hallenberg comenzó su particular itinerario por mujeres sufrientes y despreciadas del repertorio barroco con un aria de bravura de Pietro Torri que entona Fedra en el drama Hipólito de 1731. Un acompañamiento medido del efectivo instrumental integrado por dieciséis maestros y maestras de la Barroca, encargado de potenciar el carácter atormentado de la pieza, sirvió para enaltecer las facultades canoras de la mezzo, de efectivas pero nunca efectistas agilidades y un buen gusto para la modulación que se mantuvo durante toda la velada. La estructura absolutamente simétrica de la primera parte del recital le llevó a entonar como un lamento la conocida Sposa son disprezzata del Bajazet de Vivaldi, un andante que Mercero y la cuerda acompañó con tanta firmeza como ella paladeó sus melancólicas estrofas. Sin embargo empezó a vislumbrase cierta monotonía en el repertorio y el estilo de la vocalista, quizás rutina que rompió un enérgico y vistoso Concierto para cuatro violines RV 580 del prete rosso, más popular por la transcripción para cuatro claves que realizó Bach unos años después, con el que los cuatro solistas, Mercero, Rossi, Gandía y Sánchez, alternaron y combinaron sus agilidades y patente expresividad de forma impecable. Un patético y conmovedor Sonno, che dolcemente de Griselda de Torri, que volvió a demostrar que su música apenas tiene un discreto interés, y que Hallenberg cantó con elegancia, precedió al agitado Alma opressa de La fida ninfa de Vivaldi, un aria de coloratura que sirvió de nuevo para una exhibición virtuosística y perfecto control de la respiración de la cantante, pero sin florituras superfluas ni desmanes expresivos.

En la segunda parte fue una comedida Sonata a 5 en Si bemol mayor de Haendel, servida con dulzura casi pastoral, la que dividió en dos la exhibición de Hallenberg, esta vez centrada en música de mayor enjundia. Empezando por otro aria de coloratura de otro de los compositores que la mezzo ha grabado para la posteridad, Giuseppe Maria Orlandini, Non sempre invendicata, vistosa y combativa, de su ópera Adelaide, y siguiendo con dos arias elegantes del compositor alemán, Sibilando, ululando, de Teseo y un conmovedor Vieni o figlia de Ottone, re di Germania, que Hallenberg defendió con considerable vehemencia y espíritu doliente, hasta finalizar con un espléndido Where shall I fly del oratorio Hércules, acometido siempre desde un control mesurado de la expresión y la agilidad que celebramos por su elegancia tanto como lamentamos por su discreción y monotonía. No faltó en la propina el recurrente Lascia che io pianga, y no hubo más por disculpar le mengua de facultades provocada por la indisposición de la poco diva artista. Quizás la urgencia del cambio de programa propició cierta falta de coordinación que nos pareció atisbar entre orquesta y cantante en algunos pasajes, teniendo en cuenta que el repertorio se adecuó a ella, pero cogió por sorpresa a los músicos, que solo mantuvieron del programa inicial las piezas estrictamente instrumentales.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

sábado, 18 de enero de 2020

JOJO RABBIT Una sucesión algo descontrolada de ocurrencias

USA-Nueva Zelanda-República Checa 2019 108 min.
Guion y dirección Taila Waititi, según la novela “Caging Skies” de Christine Leunens Fotografía Nihai Malaimare jr. Música Michael Giacchino Intérpretes Roman Griffin Davis, Scarlett Johansson, Thomasin McKenzie, Taika Waititi, Sam Rockwell, Rebel Wilson, Alfie Allen, Stephen Merchant, Archie Yates Estreno en el Festival de Toronto 8 septiembre 2019; en Nueva Zelanda 24 octubre 2019; en Estados Unidos 8 noviembre 2019; en España 17 enero 2020

Tiene mérito haberse estrenado hace dos meses y colarse en los Globos de Oro, los Bafta y los Oscars, tras conseguir el Premio del Público en el Festival de Toronto, donde tuvo su puesta de largo hace cuatro. Y sin embargo nosotros no se lo vemos, por muy avalado que esté su director, el neozelandés de nombre maorí Taika Waititi, que hace cinco años logró que su película, dirigida junto a Jemaine Clement, Lo que hacemos en las sombras, se convirtiera en cinta de culto y diera paso incluso a una serie de televisión, además de abrirle las puertas de Hollywood para encargarse de la dirección de la hortera Thor: Ragnarok.

Como un híbrido se nos antoja esta película que combina comedia y drama sin acierto, mal hilvanado y desde luego poco o nada emocionante. Algo de Moonrise Kingdom y el particular, y para muchos irritante, universo de Wes Anderson, un poco de El gran dictador, Ser o no ser y Los productores, aunque sin el talento de Chaplin o Lubitsch ni la gracia y socarronería de Mel Brooks, y otro poquito de El diario de Ana Frank, da como resultado una cinta que entretiene sin trascender ni dejar huella, a pesar de los graves temas que trata y que deberían servir no solo para exorcizar fantasmas del pasado que siempre vuelven a acechar, sino para limpiar conciencias desorientadas en un mundo siempre en peligro de ver cómo sus derechos y libertades sufren recortes y deterioro. Waititi se toma muy a la ligera la fuente original, una novela en la que un niño adoctrinado en las Juventudes Hitlerianas toma conciencia de la barbarie cuando conoce a la niña judía que su madre activista de la liberación alemana refugia en su casa, mientras entabla inconsistentes conversaciones con un amigo imaginario en forma de Hitler al que da vida sin mucha gracia el propio director.

Sin embargo la sensación general es la de acumulación descontrolada de ocurrencias, algunas más graciosas que otras, demasiado complaciente con el enemigo y con una mal planteada atmósfera de ingenuidad en la que solo brillan las intervenciones de los niños Roman Griffin Davis, protagonista de la función, y Archie Yates. Entre las ocurrencias aplaudimos la inclusión en su banda sonora de versiones en alemán de I Wanna Hold Your Hand de The Beatles y Heroes de David Bowie.

viernes, 17 de enero de 2020

DIEMECKE Y GUTIÉRREZ ARENAS, UN GRAN BINOMIO

XXX Temporada de conciertos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Adolfo Gutiérrez Arenas, violonchelo. Enrique Arturo Diemecke, dirección. Programa: Obertura para el Fausto criollo, de Ginastera; Concierto para violonchelo Op. 85, de Elgar; Sinfonía nº 2 Op. 43, de Sibelius. Teatro de la Maestranza, jueves 16 de enero de 2020

A priori era el joven violonchelista Adolfo Gutiérrez Arenas, nacido en Munich de padres españoles, el principal atractivo de este concierto. Pero de alguna manera fue el director mexicano afincado en Buenos Aires Enrique Arturo Diemecke quien nos sorprendió por su soberbia dirección y enorme disciplina e ingenio a la hora de estructurar y dar forma a las piezas programadas, no en vano se trata del actual director general artístico y de producción del Gran Teatro Colón de la capital argentina. Aparte dejamos la conveniencia de titular este programa en torno al V Centenario de la Vuelta al Mundo de Magallanes y Elcano, una ocurrencia del todavía director artístico de la orquesta, John Axelrod, que solo podríamos explicar por la procedencia de cada obra de un país distinto, Argentina, Reino Unido y Finlandia, lo que no es sino habitual en cualquier programa que suba a los atriles.

La batuta de Diemecke se empeñó a fondo con una vistosa y animada pieza de Alberto Ginastera, que sustituía a última hora la Obertura Colombo de Wagner, una ocasión única para descubrir esta página poco transitada del operista alemán. Por su parte el compositor argentino se inspiró en una representación del Fausto de Gounod para su Obertura para el Fausto criollo, imaginando cómo influiría en un campesino que descubriera así la ópera. Se trata de una pieza estructurada en tres partes como manda toda buena obertura, y que en los extremos parece un adelanto del ballet Estancia, su partitura más popular, compuesto antes pero estrenado después. Aquí la orquesta se empleó a tope, sin estridencias ni caos alguno, manteniendo en todo momento la claridad y el color, y con sensacionales prestaciones de los metales y la cuerda.

Un violonchelo en tono elegíaco

Acostumbrados a versiones más contundentes y si se quiere incluso ásperas, a veces hasta agresivas, del Concierto para violonchelo de Edward Elgar, su obra más programada junto a las Variaciones Enigma, pues hasta sus populares marchas de Pompa y Circunstancia frecuentan poco los auditorios, la versión del joven violonchelista Adolfo Gutiérrez Arenas deambuló por territorios más bucólicos y apesadumbrados. En sus manos el primer movimiento de este paradigmático concierto sonó conmovedor y contenido, casi una elegía que ilustrara la desolación de los campos de batalla tras la Primera Guerra Mundial, y que bien podría haber servido para acompañar las trágicas vicisitudes de los protagonistas de la recién estrenada película 1917. Por cierto, que el autor de su banda sonora, Thomas Newman, también ha optado por el violonchelo para coronar esta estilizada crónica bélica. La clave ya la dio Gutiérrez Arenas con un recitativo de arranque suavizado, no tan contundente como es habitual y como sí sonó al repetirse casi al final de la obra. Tras un correcto scherzo, algo menos vertiginoso de lo que mandan los cánones, un exquisito y muy sentimental adagio dio paso al desgarrador y bullicioso final, donde más apreciamos el timbre frágil del instrumento solista y el esfuerzo de una entregada y hermosísima batuta para no solaparlo. Por otro lado en las escalas ascendentes del grave al agudo Gutiérrez Arenas evidenció dificultades y cierta pérdida de tono y color. Más acorde a su particular estética estuvo la propina, un detalle que orquesta y solista brindaron al público en forma de Bosques silenciosos de Dvorák, dejando constancia de la buena sintonía entre ambos y de su capacidad para conmover y emocionar con su dulce y equilibrado sonido.

Sin embargo lo mejor estaría por llegar con Sibelius y su Sinfonía nº 2, entendida en su momento, justo después de su poema Finlandia, como un himno patriótico de liberación ante la opresión rusa. Un prodigio de oratoria que Diemecke entendió en toda su dimensión, extrayendo todo su potencial narrativo y expresivo a través de una lectura muy estudiada y perfectamente estructurada de la pieza, y sin partitura, como acometió el resto del programa. Todo un alarde de fervor y libertad romántica que el director defendió con una muy equilibrada dosificación de las emociones, resolviendo con sobresaliente su fragmentario primer movimiento y consiguiendo brillantes intervenciones de todas las familias instrumentales, muy especialmente las maderas. El resultado fue una apabullante Sinfonía nº 2, de estéticas pastorales en el allegretto inicial, sombrías en el andante, tempestuosas y agrestes en el vivacissimo central, y con un final absolutamente contundente y triunfal, siempre sin estridencias ni atisbo de vulgaridad, con magníficos metales y un resultado global excelente.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

MR. LINK. EL ORIGEN PERDIDO Aventuras divertidas e inteligentes

Título original: Missing Link
USA 2019 95 min.
Guion y dirección Chris Butler Música Carter Burwell Voces (en versión original) Hugh Kackman, Zach Galifianakis, Zoe Saldana, Stephen Fry, Timothy Olyphant, David Walliams, Matt Lucas, Amrita Acharia, Ching Valdes-Aran, Emma Thompson Animación Estreno en Estados Unidos 12 abril 2019; en España 7 junio 2019

Laika Entertainment lleva un buen puñado de años ofreciendo una sana alternativa al cine de animación hecho en Estados Unidos. En sus películas se respira un mayor interés por salirse del tópico y el canon establecido y ofrecer a niños y adultos reflexiones más trabajadas y acertadas sobre cuestiones educativas y de actualidad, sin afán adoctrinador pero con una inusual frescura frente a empresas más establecidas como Disney o Dreamworks, aunque esta última se aparta también de vez en cuando de la línea impuesta por el todopoderoso y omnipresente estudio de Mickey Mouse.

Tras los éxitos artísticos cosechados por Los mundos de Coraline, El alucinante mundo de Norman y Kubo y las dos cuerdas mágicas, su principal valedor, Chris Butler, se embarca aquí en una aventura más clásica y complaciente con todo tipo de públicos, pero sin perder su capacidad de percepción sobre temas tan radiantes como la igualdad de género, la exclusión y la diferencia, o el cuidado medioambiental. Cabe descubrir en su estructura narrativa una evidente semejanza con el universo de Julio Verne desplegado en La vuelta al mundo en 80 días, mientras en el conjunto subyace un afán por recuperar el cine de aventuras clásico, y en su puesta en escena una magistral técnica de animación stop motion, con coloridos fotogramas, personajes muy definidos estilísticamente y paisajes exuberantes. El resultado es infalible, diversión, buenos mensajes y huida directa del tópico y la doctrina imperante.

miércoles, 15 de enero de 2020

KLAUS La magia y la ilusión de la infancia

España-Reino Unido 2019 97 min.
Dirección Sergio Pablos Guion Sergio Pablos, Zach Lewis y Jim Mahoney Música Alfonso C. Aguilar Voces (en versión original) Jason Schwartzman, J.K. Simmons, Rashida Jones, Will Sasso, Neda Margrethe Labba, Sergio Pablos, Norm MacDonald, Joan Cusack Animación Estreno en internet 15 noviembre 2019

Nacido en Madrid y formado en California, Sergio Pablos ha protagonizado una fulgurante carrera que le ha llevado a ser creativo y animador desde su debut en 1993 con Once Upon a Forest, sus colaboraciones en Disney encargándose de personajes de películas de tanto éxito como El jorobado de Notre Dame, Hércules, Tarzán o El planeta del tesoro, y la creación de la franquicia Despicable Me (Gru, mi villano favorito). Tras producir el éxito argentino en 3D Metegol (aquí Futbolín), Klaus se puede considerar su cumbre artística hasta el momento, como director y responsable absoluto de una cinta que cuenta la historia de Santa Claus de forma novedosa, amable y muy didáctica, y la convierte en metáfora de la ilusión de los niños como antídoto para la confrontación entre adultos.
 
Con trazos firmes y originales y una concepción de la animación dinámica y brillante, Pablos construye un entretenido y bien intencionado artilugio que quizás peque de mucho infantilismo y un humor demasiado blanco para ser compartido por los adultos,  a pesar de triunfar en la descripción de ambientes malsanos y tenebrosos. En conjunto se trata de un producto nada desdeñable, precioso estéticamente y con mensajes muy válidos sobre la infancia como etapa extraordinaria e irrenunciable de la vida, así como sobre el descubrimiento de nuestro lugar en el mundo, donde mejor podamos servir al prójimo y desarrollar nuestra generosidad. Estrenada directamente en Netflix, sus aciertos artísticos y sentimentales le han propiciado sendas nominaciones a los Goya y los Oscar.

martes, 14 de enero de 2020

BUÑUEL EN EL LABERINTO DE LAS TORTUGAS Retrato de un rodaje y un cineasta muy singular

España 2019 86 min.
Dirección Salvador Simó Busom Guion Eligio R. Montero y Salvador Simó Busom, según el cómic de Fermín Solís Música Arturo Cardelús Animación Estreno en el Festival de Málaga 17 marzo 2019; en salas comerciales 26 abril 2019

La próxima celebración de los Goya nos obliga a recuperar esta cinta de animación estrenada la pasada primavera, en la que el español Salvador Simó, después de realizar una serie de trabajos en cine y televisión en Indonesia sobre un carismático personaje llamado Max, adapta el cómic de Fermín Solís sobre el rodaje de Las Hurdes, tierra sin pan en plena República. Siguiendo fielmente el estilo visual del cómic, con trazo sencillo, elegante y muy efectivo, la película aprovecha para analizar la controvertida y polémica figura de Luis Buñuel, atosigado por sus fantasmas y traumas, reflejados en unas acertadas secuencias oníricas, y precursor de estrategias de rodaje con las que no dudaba en sacrificar animales al más puro estilo asalvajado español de la época con tal de hacer pasar la ficción por realidad.
 
En el conjunto sobresale un sentido homenaje al escultor Ramón Acín, que financió el proyecto y murió pocos años después fusilado por las tropas fascistas por su condición de anarquista. Cabe reprocharle no sacar mayor partido de esa atmósfera primitiva y de pobreza extrema que tan bien retrataba la película original, cuyos fotogramas así como algunas secuencias inéditas del rodaje se alternan con las imágenes animadas, en un proceso que en su conjunto le ha valido el premio del Cine Europeo a la mejor cinta en su género. A destacar el acierto con el que se ha caracterizado a los personajes, con trazo firme, parecido notable y gesto singular.

lunes, 13 de enero de 2020

THE FAREWELL Crónica del desarraigo

USA-China 2019 100 min.
Guion y dirección Lulu Wang Fotografía Anna Franquesa Solano Música Alex Weston Intérpretes Awkwafina, Tzi Ma, Shuzhen Zhou, Jim Liu, Diana Lin, Yongbo Jiang, Xiang Li, Han Chen, Hong Lu, Aoi Mizuhara Estreno en el Festival de Sundance 25 enero 2019; en Estados Unidos 9 agosto 2019; en España 8 noviembre 2019

Como persona de origen chino afincada en Estados Unidos, la joven directora Lulu Wang ha tejido con ésta su primera película importante, después de la tragicomedia romántica Posthumous, un par de cortometrajes y un documental, una crónica del desarraigo y la confusión cultural en un mundo globalizado en el que millones de personas en todo el planeta se ven obligadas a emigrar y renunciar parcialmente a sus raíces y tradiciones. En este contexto Wang construye una moderna fábula alrededor de una mentira piadosa, como reza al principio en los créditos, y una familia que se sienta frecuentemente alrededor de la mesa para disfrutar de suculentas comidas y no menos atractivas conversaciones.

La estrella emergente Awkwafina, flamante ganadora del Globo de Oro a la mejor actriz de comedia, descubierta en 2018 con Crazy Rich Asians y Ocean’s 8, y tan ecléctica que lo mismo protagoniza esta película que la española Paradise Hills o la aventurera Jumani: Siguiente nivel, da vida a una joven china norteamericana que viaja a su país de origen con el pretexto de asistir a la boda de uno de sus primos, aunque en realidad subyace otra verdad muy distinta que pone en choque las costumbres de su país con las del que le ha adoptado. La trama sirve para reunir a un buen grupo de desarraigados que hacen las delicias de una abuela, absoluta mater familias, controladora y dominadora, incluso algo impertinente por mucho que se le quiera dibujar como ser humano entrañable. Un grupo de personas que recuperan tras muchos años el contacto con sus costumbres y tradiciones y que de la mano sutil y delicada de su realizadora protagonizan una suerte de comedia amable teñida de tristeza y melancolía, pero sin estridencias ni mal gusto, apostando siempre por una sonrisa frente la vida y la adversidad.

Lástima que el conjunto se quede en mera anécdota, con momentos cumbres como el discurso del tío en la boda, pero sin auténtica capacidad para generar mayor emoción que la que simplemente emana de su leve línea argumental. Al espíritu amable de la empresa contribuye la desenfadada banda sonora de Alex Weston, a base de temas originales y adaptados entonados prácticamente a capela.

domingo, 12 de enero de 2020

LA INOCENCIA De visión obligatoria para profesionales de la educación

España 2019 92 min.
Dirección Lucía Alemany Guion Lucía Alemany y Laia Soler Fotografía Joan Bordera Música Óscar Senén Intérpretes Carmen Arrufat, Laia Marull, Sergi López, Josel Bosqued, Laura Fernández, Sonia Almarcha, Josh Climent, Bogdan Florin Guilescu, Lidia Moreno Estreno en el Festival de San Sebastián 23 septiembre 2019; en salas 10 enero 2020

Si nuestras administraciones públicas, en especial los servicios sociales, gastaran en promocionar este tipo de valiosas películas lo que gastan empresas privadas como Mediaset en naderías como Si yo fuera rico, avanzaríamos en cuestiones sociales y en el ejercicio de derechos y el acceso a un mayor bienestar social por parte de todos los colectivos ciudadanos, más que invirtiendo en campañas la mayoría de las veces obsoletas e inútiles, aunque un poco para todo combinado tampoco estaría mal. Lo cierto es que cualquier mensaje llega mejor a la inmensa mayoría de sus destinatarios y destinatarias a través del cine, cuando la película en cuestión lo merece, y es una lástima que distribuciones tan limitadas y poco promocionadas como ésta lo impidan. Lucía Alemany se ha esmerado y empleado a fondo para conseguir que su mensaje sea claro y contundente en este soberbio debut cinematográfico. Para ello toma prestados algunos apuntes autobiográficos y nos invita a sumergirnos en esa España rural y profunda en la que aún perviven sentimientos, costumbres y comportamientos muy arraigados en la Iglesia y el antiguo régimen, aún cuarenta años después del fallecimiento del infame dictador.

La joven protagonista de esta conmovedora historia tiene muy claro lo que quiere de la vida y a qué quiere dedicarse, todo un lujo en unos tiempos en los que la juventud anda tan perdida. Pero su entorno no le entiende ni se preocupa en hacerlo, especialmente un padre asalvajado, machista y primitivo y una madre incapaz de salir del armario de sumisión y dependencia en el que le ha encerrado su esposo y entorno. La falta de información y de una educación sexual y sentimental adecuada proporcionarán el caldo de cultivo para el drama, mientras una amiga incondicional y su progresista madre serán la única vía de escape para enderezar el futuro de quien todavía cuenta apenas quince años y tiene toda la vida por delante. Todo esto nos lo cuenta la joven Alemany, natural de Traiguera en Castellón, donde transcurre el rodaje de esta preciosa película, desde la sinceridad y la delicadeza, con una naturalidad extrema solo enturbiada por el empeño de nuestros distribuidores de doblarlo todo, extirpando una parte importante del acervo cultural de una película que se desarrolla en un entorno concreto y con una cultura particular.

Lástima no haberla descubierto en el Festival de Sevilla, donde se proyectó en sesión especial respetando su dualidad idiomática en castellano y valenciano con distintos matices y acentos. Especial mención merece la joven Carmen Arrufat, sobre cuya frescura y naturalidad descansa el peso de la película; pocas veces habíamos visto en pantalla a alguien llorar con tanto sentimiento y sinceridad. Este es el tipo de películas que deberían frecuentar nuestros educadores y educadoras para gestionar su información y transmitirla a nuestro futuro más inmediato, en lugar de andar como muchos hacen perdidos y perdidas en comedias tontas y aventuras de superhéroes aún más tontas. Así es como se hace cine feminista, se valora a la mujer y se dan pistas válidas para acabar con la lacra machista y la carencia de educación en este país tan desgraciado y miserable en muchos aspectos.

1917 Inmersión por el amor y la muerte

Reino Unido-USA 2019 119 min.
Dirección Sam Mendes Guion Sam Mendes y Krysty Wilson-Cairns Fotografía Roger Deakins Música Thomas Newman Intérpretes George MacKay, Dean-Charles Chapman, Mark Strong, Richard Madden, Benedict Cumberbatch, Colin Firth, Andre Scott, Daniel Mays, Claire Duburcq Estreno en Estados Unidos, Reino Unido y España 10 enero 2019

Si todo el mérito de esta super producción radicara en su portentosa propuesta técnica, estaríamos hablando solo de un film exótico y singular. Sam Mendes, el exitoso director de cintas como American Beauty, Camino a la perdición o las dos últimas entregas del agente James Bond, nos sumerge en un frenético e irrespirable viaje por un campo de batalla en la Francia de la Primera Guerra Mundial, a través de un prodigioso doble plano secuencia más deudor de la intervención digital y el montaje de postproducción que del artificio artesanal de clásicos como La soga de Hitchcock o el más reciente y apabullante El arca rusa de Sokolov. Pero lo importante de la función es que este artificio estético y visual sirve al propósito de generar una experiencia inmersiva y hacernos partícipes casi directos del horror y la fatalidad a la que se enfrentan los protagonistas del film, especialmente el joven George MacKay, descubierto en la película española El secreto de Marrowbone. En personajes episódicos destaca la presencia de actores como Colin Firth, Benedict Cumberbatch o Mark Strong, mientras en el tratamiento humano quizás convendría reprocharle esquematizar en extremo el papel malvado de los alemanes frente a la dignidad de los británicos.

El escenario es conocido y recurrente, cielos grises, campos anegados, fango e infinitas trincheras para recrear ese espacio bélico con el que el cine tanto nos ha familiarizado desde Sin novedad en el frente de Milestone y Senderos de gloria de Kubrick. De hecho algo hay de Erich Maria Remarque en esta pérdida de la inocencia y literal de la vida en esta trágica epopeya bélica. La peripecia también es recurrente, un mensaje vital que ha de llegar a su destino no importa cuántos riesgos se asuman en la gesta. En el camino, y siempre partícipes pegados a la piel de sus jóvenes sufrientes, conoceremos todas las miserias, y alguna virtud aislada, del conflicto entre humanos, su precio con la naturaleza y el sufrimiento colateral en ciudades asoladas y ciudadanos silentes y horrorizados. Mendes dirige con tan buen pulso como proverbial talento para combinar técnica y emoción, juegos de imagen y sonido con sentida interpretación, épica con intimismo, este valioso artilugio cinematográfico.

Un hito que no pasará por alto y logrará el reconocimiento en premios que ya se le promete, incluidos los dos Globos de Oro al mejor director y mejor película dramática que ya ha cosechado. A destacar la sensacional banda sonora de Thomas Newman, un señor que ha sabido aprovechar su ilustre linaje de compositores cinematográficos y crear desde los noventa del siglo pasado un estilo muy característico imitado por colegas de todo el Mundo, incluida España. Sin olvidar la hermosa fotografía del veterano Roger Deakins, Oscar hace dos años por Blade Runner 2049, que propone una luminosa recreación tanto de los enfangados campos de batalla como de las verdes praderas donde descansa la esperanza.

EL FARO Pretencioso ejercicio freudiano de presunto terror

Título original: The Lighthouse
USA-Canadá 2019 110 min.
Dirección Robert Eggers Guion Robert y Max Eggers Fotografía Jarin Blaschke Música Mark Korven Intérpretes Willem Dafoe, Robert Pattinson, Valeriia Karaman Estreno en el Festival de Cannes 19 mayo 2019; en Estados Unidos 18 octubre 2019; en España 10 enero 2020

Hace cinco años Robert Eggers convenció a una amplia mayoría con La bruja; desde entonces no había vuelto a dirigir una película, y ahora presenta esto también con con gran éxito de crítica. En Cannes logró el Premio Fipresci en la sección Quincena de realizadores, y con su estreno comercial se ha granjeado opiniones  mayoritariamente muy positivas. Aunque confiesa haberse inspirado en frases y situaciones descritas por Herman Melville, más bien parece basarse en la misteriosa y real desaparición de tres hombres a principios del siglo XX en el faro de una isla remota de Escocia, que ya dio lugar al film estrenado hace unos meses Keepers, el misterio el faro.

Para potenciar su atmósfera claustrofóbica, Eggers utiliza el peregrino recurso de la pantalla estrecha y la fotografía en blanco y negro, mientras sumerge a sus dos únicos personajes en una lucha furiosa y sin sentido que les lleva a adoptar comportamientos entre el paroxismo y el trastorno más absoluto, todo en medio de la mayor de las inmundicias y un afán denostado por transmitir a toda costa el fétido olor y el nauseabundo entorno en el que se desarrolla la mínima trama. El film parece encaminado a analizar trastornos de personalidad a través de situaciones oníricas y luchas sin cuartel, sin que a nosotros provoque nada más que hastío y aburrimiento.

Todo además con un tono terriblemente pretencioso en el que sus desgraciados personajes se atreven a pronunciar intelectuales sentencias salidas de la obra del autor de Moby Dick, mientras se entregan a la más absoluta y descarada sobreactuación, y sirve a Pattinson para lucir palmito. Las olas enfurecidas y la música experimental no logran encuadrar todo el universo freudiano que pretende su dislocado y ambicioso autor. Aunque haya logrado el reconocimiento casi unánime, su carácter forzado a algunos no nos ha convencido ni de lejos.

PAVAROTTI El mito tratado con respeto y emoción

Reino Unido-USA 2019 114 min.
Dirección Ron Howard Guion Cassidy Hartman y Mark Monroe Fotografía Michael Dwyer y Alex Baumann Música Rick Markmann, Matter Music, Dan Pinnella y Chris Wagner Documental Estreno en Reino Unido 15 julio 2019; en Estados Unidos 30 diciembre 2019; en España 10 enero 2020

La nueva incursión en el documental del director de Una mente maravillosa, Rush y la reciente Han Solo, tras su particular acercamiento al universo de los Beatles en Eight Days a Week, es todo lo convencional que uno pueda esperar de un producto aparentemente coyuntural como éste; pero es precisamente ahí donde radica su esencia y excepcionalidad. Howard podría haber optado por tratar los temas más oscuros y morbosos de la emblemática figura, que al fin y al cabo es de lo que tratan fundamentalmente la mayoría de los biopics y documentales sobre figuras famosas que se hacen en la actualidad y desde hace ya algún tiempo. Por el contrario lo único que pretende es trazar un recorrido lógico y funcional sobre la vida del gran tenor desaparecido, celebrando sus éxitos, su inmenso talento, su prístina y naturalísima voz, su capacidad para conmover con ella y hacerlo con el mejor gusto posible, sus humildes orígenes y sus vaivenes sentimentales, tratados con mucho respeto y con la única intención de potenciar su enorme dimensión humana. Todo ello con un profuso trabajo de documentación y un simpático montaje que ayuda a dar al conjunto el debido ritmo y espíritu desenfadado.

Y eso que hubo material para la crítica y la controversia, desde el malestar que provocó en expertos y afición sus coqueteos con el pop a través de sus conciertos Pavarotti & Friends, celebrados en Módena con fines caritativos y la participación extraordinaria de Bono y U2, hasta su polémica unión sentimental con la joven Nicoletta Mantovani y la consecuente ruptura de su matrimonio católico de toda la vida con Adua Veroni, Ambas, junto a quien fuera también su protegida y amante, Madelyn Renée, son algunas de las personalidades que aportan sus valiosos testimonios llenos de respeto y admiración. El análisis con sus representantes, como el implacable Herbert Breslin, convencido de haber forjado el mito, o el más condescendiente Joseph Volpe, y la crítica, representada en la especialista del Washington Post Anne Midgette, ayudan también a arrojar alguna luz siempre de constatación más que de rebate, sobre la figura irrepetible del gran Luciano Pavarotti. Sus colegas de la legendaria época de Los tres tenores, Plácido Domingo, Josep Carreras y Zubin Mehta, proponen también sus sentidos tributos, así como figuras más actuales del panorama operístico como Angela Gheorghiu o Vittorio Grigòlo, y estrellas del calibre del pianista Lang Lang o el flautista Andrea Griminelli, así como sus hijas Lorenza, Giuliana y Cristina, que quizás aportan los testimonios más sentimentales y sinceros sobre el tenor y que mejor ayudan a comprenderlo emocionalmente. De cualquier forma es su arte, la voz y su capacidad para conmover lo que al final perdura con toda justicia, y que tan bien ha sabido reflejar Howard en este admirado reportaje. Ojalá algún día algo así corone también la carrera de Plácido Domingo, que está teniendo un final muy triste a una carrera tan sensacional. 

Quizás lo más decepcionante de este trabajo radique en el hecho de casi todo esté enfocado desde la perspectiva de sus éxitos y experiencias en Estados Unidos, o no ser muy riguroso con su carrera artística con un más acertado y concienzudo análisis musicológico del fenómeno. Al fin y al cabo se trata de un producto nacido con vocación popular. Lástima que la mayoría de las copias distribuidas del film estén dobladas de principio a fin, dejando en un segundo plano casi imperceptible las voces originales de los personajes entrevistados ex profeso o en archivo, tanto en inglés como en italiano, empezando por el propio homenajeado. Es la paradoja de la cultura aprisionada en la comercialidad.

sábado, 11 de enero de 2020

Estreno de EL REFLEJO DE SYBIL

Estreno en el Festival de Cine Europeo de Sevilla 11 noviembre 2019
Estreno en salas comerciales 10 enero 2020

LA POESÍA ARREBATADORA DE JAROUSSKY Y DUCROS

Philippe Jaroussky, contratenor. Jérôme Ducros, piano. Programa: Selección de Lieder, Klavierstück D 946 nº2 e Impromptu D 899 (op. 90) nº 3, de Schubert.
Espacio Turina, viernes 10 de enero de 2020

Ducros y Jaroussky en el ensayo. Foto: Óscar Romero
El Espacio Turina va recuperando, e incluso superando, su función como templo absoluto y necesario de la música seria en la ciudad, con una programación cada vez más abundante y salpicada de grandes encuentros, como el que protagonizó anoche el más famoso de cuantos contratenores existen en la actualidad, Philippe Jaroussky. El francés recaló por segunda vez en nuestra ciudad, tras cinco años de aquel mítico recital en el Maestranza. Como entonces vino haciendo un repertorio insólito para su tesitura, asociada por tradición y evolución natural al barroco. Si en aquella ocasión se trató de melodía francesa, en ésta fueron los lieder de Schubert los convocados, algo que en un principio y a priori contó con nuestra falta de confianza debido a prejuicios que identifican más este repertorio con voces fundamentalmente de mezzo y barítono. Hoy sin embargo se ha convertido en una especie de moda encarar estas canciones por contratenores, como ya tuvimos ocasión de comprobar hace apenas unos meses de la mano de Xavier Sabata en este mismo espacio, abordando con solvencia y sin complejos el Viaje de invierno del propio Schubert. Lo curioso es que los mismos puristas que no aceptan la interpretación musical sin criterios historicistas, aplaudan estas intromisiones, en principio fuera de estilo, en el Romanticismo.

Sin embargo al final nos queda la música, servida con excelencia y sentimiento como muy bien hizo el artista galo, y no tenemos más que rendirnos y celebrar la ocasión. En su comparecencia sevillana Jaroussky estrenó esta nueva faceta liederista que le llevará mañana a Valencia y después a Barcelona, ciudad a la que volverá junto a Madrid en mayo ya para rendirse a su repertorio barroco habitual junto al Ensemble Artaserse. Todo un hito que el numeroso público congregado aplaudió con una entrega total y esa fascinación que solo los grandes son capaces de suscitar. Cierto que en su particular forma de encarar el programa saltaron técnicas y estéticas propias del barroco, una modulación frecuentemente rígida y ciertos forzados en la voz que provocaron cambios de color, como fácilmente pudimos apreciar en el dramático Gruppe aus dem Tartarus que cerró la primera parte. Pero en general Jaroussky sonó más que convincente, amoldándose con facilidad a los distintos registros expresivos propuestos, del apacible Im Frühling y el emotivo An die Musik al sombrío Des Fischers Liebesglück o el muy sentimental Nachtstück que cerró la poética propuesta.

Foto. Óscar Romero
La riqueza melódica de Schubert se benefició del exquisito gusto del contratenor, su fraseo elegante y la sincera y natural emisión de su voz, alcanzando el paroxismo de la espiritualidad en un Litanei que enlazó directamente con el tercero de los famosos Impromptus D 899 del compositor austriaco en una suerte de elegía infinita que encandiló al público y nos puso en comunicación directa con el portentoso pianista Jérôme Ducros, su acompañante inseparable en recitales y registros. Tanto en esta pieza como en la delicadísima Klavierstück D 946 nº 2, que también interpretó en solitario, Ducros demostró ser un maestro del piano, capaz de extraer poesía con una extraordinaria sensibilidad, sin estridencias ni amaneramientos, siempre con una delicadeza y una elegancia fuera de serie, características que brillaron también en un acompañamiento que nunca estuvo en segundo plano pero tampoco empañó al contratenor. Por cierto que Jaroussky alternó en sus bloques los lieder amables, distendidos y ocasionalmente agitados, como An Silvia, con los más melancólicos y desesperados, con significativas referencias al desamor y a la atracción por la Naturaleza, como Du bist die Ruh. En la propina rubricó esta significativa velada para la ciudad y el Espacio Turina con una muy sentida interpretación del célebre Ständchen de la colección póstuma Schwanengesang. ¡Enhorabuena!

Artículo publicado en El Correo de Andalucía