domingo, 12 de enero de 2020

1917 Inmersión por el amor y la muerte

Reino Unido-USA 2019 119 min.
Dirección Sam Mendes Guion Sam Mendes y Krysty Wilson-Cairns Fotografía Roger Deakins Música Thomas Newman Intérpretes George MacKay, Dean-Charles Chapman, Mark Strong, Richard Madden, Benedict Cumberbatch, Colin Firth, Andre Scott, Daniel Mays, Claire Duburcq Estreno en Estados Unidos, Reino Unido y España 10 enero 2019

Si todo el mérito de esta super producción radicara en su portentosa propuesta técnica, estaríamos hablando solo de un film exótico y singular. Sam Mendes, el exitoso director de cintas como American Beauty, Camino a la perdición o las dos últimas entregas del agente James Bond, nos sumerge en un frenético e irrespirable viaje por un campo de batalla en la Francia de la Primera Guerra Mundial, a través de un prodigioso doble plano secuencia más deudor de la intervención digital y el montaje de postproducción que del artificio artesanal de clásicos como La soga de Hitchcock o el más reciente y apabullante El arca rusa de Sokolov. Pero lo importante de la función es que este artificio estético y visual sirve al propósito de generar una experiencia inmersiva y hacernos partícipes casi directos del horror y la fatalidad a la que se enfrentan los protagonistas del film, especialmente el joven George MacKay, descubierto en la película española El secreto de Marrowbone. En personajes episódicos destaca la presencia de actores como Colin Firth, Benedict Cumberbatch o Mark Strong, mientras en el tratamiento humano quizás convendría reprocharle esquematizar en extremo el papel malvado de los alemanes frente a la dignidad de los británicos.

El escenario es conocido y recurrente, cielos grises, campos anegados, fango e infinitas trincheras para recrear ese espacio bélico con el que el cine tanto nos ha familiarizado desde Sin novedad en el frente de Milestone y Senderos de gloria de Kubrick. De hecho algo hay de Erich Maria Remarque en esta pérdida de la inocencia y literal de la vida en esta trágica epopeya bélica. La peripecia también es recurrente, un mensaje vital que ha de llegar a su destino no importa cuántos riesgos se asuman en la gesta. En el camino, y siempre partícipes pegados a la piel de sus jóvenes sufrientes, conoceremos todas las miserias, y alguna virtud aislada, del conflicto entre humanos, su precio con la naturaleza y el sufrimiento colateral en ciudades asoladas y ciudadanos silentes y horrorizados. Mendes dirige con tan buen pulso como proverbial talento para combinar técnica y emoción, juegos de imagen y sonido con sentida interpretación, épica con intimismo, este valioso artilugio cinematográfico.

Un hito que no pasará por alto y logrará el reconocimiento en premios que ya se le promete, incluidos los dos Globos de Oro al mejor director y mejor película dramática que ya ha cosechado. A destacar la sensacional banda sonora de Thomas Newman, un señor que ha sabido aprovechar su ilustre linaje de compositores cinematográficos y crear desde los noventa del siglo pasado un estilo muy característico imitado por colegas de todo el Mundo, incluida España. Sin olvidar la hermosa fotografía del veterano Roger Deakins, Oscar hace dos años por Blade Runner 2049, que propone una luminosa recreación tanto de los enfangados campos de batalla como de las verdes praderas donde descansa la esperanza.

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