miércoles, 31 de octubre de 2018

LAURA DEL RÍO Y LA ALTERNATIVA JOVEN

Recital de Laura del Río, soprano. Jesús Campos, piano. Programa: Arias y romanzas de Puccini, Charpentier, Verdi, Barbieri, Roig, Marqués, Nieto y Giménez; piezas de Chopin y Albéniz. Espacio Turina, martes 30 de octubre de 2018

No es la primera vez que la escuchábamos. A sus intervenciones en espacios emblemáticos de Cataluña hay que añadir su participación en el último Certamen de Nuevas Voces Ciudad de Sevilla, celebrado en el Maestranza el pasado 8 de mayo. Allí ganó el Premio Sevilla Ciudad de la Ópera, lo que le ha permitido celebrar este estupendo recital. Pero si en aquella ocasión Laura del Río evidenció una lógica presión por su carácter competitivo, que provocó que su voz no fluyera con toda naturalidad, esta vez hemos podido redescubrirla y comprobar que posee una espléndida voz que, acompañada de los recursos técnicos y estilísticos adecuados, da como resultado una experiencia altamente satisfactoria. 

Podríamos considerar su voz cercana a soprano dramática, con un timbre aterciopelado y acaso más oscuro de lo habitual, más grave, con más peso y volumen y una extraordinaria proyección. En contrapartida tiende a interrumpir los agudos demasiado pronto, aunque estamos seguros de que es capaz de alargarlos si se lo propone. Laura del Río es, como tantas voces de su generación, una presencia fresca y competente sobre el escenario, algo que teatros y auditorios deberían tener en cuenta a la hora de ofrecer espectáculos de calidad que a la vez supongan buenas oportunidades para quienes más las merecen, los talentos emergentes, frente a la tendencia generalizada de contratar nombres reconocidos que quizás acusen mal el paso del tiempo o arrastren la fama de un momento irrepetible. La Asociación Sevillana de Amigos de la Ópera ha promovido, cumpliendo con una de sus obligaciones fundamentales, este acercamiento al público de una voz que en su día calificamos como rutilante.

Con una primera parte centrada en la ópera, Laura del Río entró segura como Muzetta y continuó con aires muy románticos en la preciosa Depuis le jour de Louise de Gustave Charpentier, que Jesús Campos acompañó con suma delicadeza, tras lo que interpretó un Nocturno Op. 9 nº 2 de Chopin algo mecánico pero afortunadamente escaso de rubato. Otra aria maravillosa, redescubierta en Una habitación con vistas como el célebre O mio babbino caro que sirvió de propina, Che il bel sogno di Doretta de La Rondine, también de Puccini, cantada con sentimiento y buen gusto, dio paso a la larga escena de La traviata que culmina con la enérgica Sempre libera y que la soprano salvó con gracia y precisión. En la segunda parte, dedicada a la lírica española, se alternaron romanzas (A través de mis cristales, de Barbieri), con los sones cubanos de Cecilia Valdés de Gonzalo Roig que le permitieron mostrarse sensual y seductora. Un Granada de Albéniz considerablemente poético a cargo de Campos, y la gracia chulesca de la soprano en Me llaman la primorosa acabaron por perfilar un recital espléndido. Que suerte, contactos y oportunidades no le falten a la joven catalana, porque instrumento, talento y capacidad de trabajo ha demostrado que tiene de sobras.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

lunes, 29 de octubre de 2018

EL FOTÓGRAFO DE MAUTHAUSEN La historia mal contada de un hombre memorable

España 2018 110 min.
Dirección Mar Targarona Guión Roger Danès y Alfred Pérez Fargas Fotografía Aitor Mantxola Música Diego Navarro Intérpretes Mario Casas, Richard van Weyden, Alain Hernández, Adriá Salazar, Stefan Weinert, Macarena Gómez, Frank Feys, Rubén Yuste, Eduard Buch, Efrain Anglés Estreno 26 octubre 2018

El cine es un vehículo ideal para que historias que merecen ser contadas lleguen al mayor número de personas posible. Ya se sabe que el documental puede ser tan apasionante como la ficción, pero lamentablemente no tiene aún esa capacidad de convocatoria, y su cultivo no suele asociarse al entretenimiento, por lo que sigue siendo válido acercarse a la historia a través de la ficción y sus formas. Prueba de que esto es así es el hecho de que tras dos horas de película, los títulos de crédito finales llegan ilustrados con fotografías del protagonista de la historia, Francesc Boix, y sin embargo no es suficiente reclamo para que el público, que ya se sabe tiene siempre mucha prisa y muchos compromisos urgentes que atender, abandone la sala en masa y rápidamente. Una verdadera pena, porque es sin duda lo mejor de la película, y refleja la verdad de algunas de las situaciones que se recrean en la cinta, por mucho que al protagonista no le veamos demasiado con cámara en mano y desde luego no en esas secuencias recreadas y que en esos títulos de crédito aparecen en toda su desnuda realidad. Y es lo mejor sencillamente porque nos encontramos ante otro intento fallido del cine español de querer parangonarse con el más internacional y comercial, de calidad y divulgativo. La realizadora catalana Mar Targarona, responsable del correcto thriller Secuestro, protagonizado por Blanca Portillo, firma una película confusa, mal contada, mal estructurada, inconexa y con ese penoso querer y no poder que maquilla las insuficiencias de producción sin que la operación resulte convincente. No engancha a pesar de contar una historia tan apasionante, acusando una desgana considerable por parte de sus responsables directos. Mario Casas da vida a un fotógrafo español encerrado en el campo de concentración Mauthausen junto a otros republicanos españoles, apátridas de los que el gobierno de la dictadura se desentendió absolutamente. Hay aspectos interesantes, que ofrecen alguna novedad respecto a la cantidad de filmografía que existe en torno al genocidio y las demás atrocidades nazis. Como la puesta en escena en oficinas y laboratorios habilitados para los reclusos más aprovechables, o la dosificación de escenas que reflejen esas atrocidades, aunque hay una que demuestra que aquí siempre vamos más allá que nadie cuando de provocar y pasarse de rosca se trata, sólo así se justifica la horrenda secuencia en la que un niño es invitado a matar prisioneros. Aunque suponemos que sucedería así tratándose de las memorias de quien con sus fotografías aportó pruebas definitivas en los juicios de Nuremberg. Para lograr que esas imágenes salieran a la luz y no fuesen quemadas por los nazis, hubo que perpetrar un plan de evacuación que en la película pretende ser una aventura a lo Gran evasión mediante el uso de la música, pero que de tan mal contada que está apenas suscita interés. Los personajes son arquetípicos, como esos nazis distribuidos entre psicópatas, artistas de sensibilidad dudosa, otros que ven impotentes lo que ocurre a su pesar, y presos guardianes tan cabrones como los propios nazis. A su vez asistimos a escenas imposibles y ridículas como el teatrillo en el barracón, dentro de un conjunto que se revela altamente decepcionante y torpe a la hora de manejar unos episodios tan inquietantes como los que tan malamente narra.

LA NOCHE DE HALLOWEEN Más muertos, más violencia y nada más

Título original: Halloween
USA 2018 109 min.
Dirección David Gordon Green Guión David Gordon Green y Danny McBride, según los personajes creados por John Carpenter Fotografía Michael Simmonds Música John Carpenter, Cody Carpenter y Daniel A. Davies Intérpretes Jamie Lee Curtis, Nick Castle, James Jude Courtney, Judy Greer, Andi Matichak, Rhian Rees, Jefferson Hall, Will Patton, Toby Huss, Haluk Bilginer, Virginia Gardner, Dylan Arnold, Miles Robbins Estreno en Festival de Toronto 8 septiembre 2018; en Estados Unidos 19 octubre 2018; en España 26 octubre 2018

Cuarenta años y varias secuelas separan un clásico del terror, que se ha convertido en tal más por el entusiasmo popular y la memoria mitificadora que por propios méritos, de esta oportunista revisión que se autoproclama secuela directa de la otra e invita a obviar todos los bodrios que se han perpetrado en medio, incluida una celebración del veinte aniversario que se llamó H20 y también protagonizó Jamie Lee Curtis. La hija de Tony Curtis y Janet Leigh sale del letargo para demostrar que ha envejecido de rostro y cuerpo, aunque este último, que siempre ha sido esplendoroso, lo mantiene bien como para convencer de que su personaje se haya convertido en una Rambo femenina dispuesta a acabar de una vez por todas con el famoso asesino en serie y psicópata Michael Myers, también incorporado por Nick Castle con ayuda de James Jude Courtney, que lo dobla en varias secuencias. Así la aguerrida abuelita intenta proteger a su familia, que ya se sabe que es lo más sagrado de la cultura americana. El pobre hombre se pasó cuarenta años encerrado y en silencio en un centro penitenciario para desquiciados, aunque todo apunta a que podría haberse escapado con facilidad; al menos no le costó nada hacerlo cuando lo trasladaban ¡junto a otros presos! de centro de internamiento. Cuarenta años expiando haber matado a cinco personas en aquella fatídica noche de Halloween de 1978... para el cine actual eso no es nada, y si no hay más efectos visuales, porque en este caso no estarían justificados, al menos que hayan más muertos, así que a la primera de cambio ya tenemos una docena. Y poco más; David Gordon Green, un irregular director que ha perpetrado la infame Superfumados pero también logró sacar lo mejor de Nicolas Cage en Joe, realiza esta función en la que se repiten esquemas, falta argumento, sobran tópicos, todo resulta esperpéntico y disparatado, incluidos los habituales y continuos intentos de acabar con el indestructible asesino, y la sensación, una vez más, es de que no paran de tomarnos el pelo. Y encima no faltarán quienes le bailen la gracia.

domingo, 28 de octubre de 2018

QUIÉN TE CANTARÁ Búsqueda infructuosa de autoría con referentes clásicos

España 2018 119 min.
Guión y dirección Carlos Vermut Fotografía Eduardo Grau Música Alberto Iglesias Intérpretes Najwa Nimri, Eva Llorach, Carme Elías, Natalia de Molina, Julián Villagrán, Ignacio Mateos Estreno en el Festival de Toronto 8 septiembre 2018; en salas comerciales 26 octubre 2018

Da la impresión de que el director de la multipremiada Magical Girl haya querido imprimir de un universo presuntamente personal y deconstructor los ya muy reconocidos de Almodóvar y Bergman, salvando las distancias generacionales, estéticas e ideológicas entre ambos, pero reconociendo en el primero cierta admiración por el segundo que, éste sí, ha sabido llevar a buen término. Vermut aborda aquí un argumento temperamentalmente próximo al director manchego, muy particularmente al que manejó en Tacones lejanos, que a su vez supuso un homenaje nada velado a la Sonata de otoño del director sueco, y que también dio juego al Woody Allen de Interiores y September. Pero como Vermut tiene ambición de autor, y no parece capaz de que fluya con naturalidad, juega a la impostura y al artificio para entregar una obra tan vacua, superficial y fría como ésta. Persona de Bergman parece estar en el origen de su trama y su mundo, con dos mujeres sometidas a un juego de espejos y reconocimientos, que se encierran en un paisaje marcado por el mar, en este caso una invernal Rota ornamentada con espectaculares calas de Conil, y acaban confundiendo sus personajes de la misma forma que Bibi Andersson y Liv Ullman fusionaban sus rostros en la cinta de Bergman, una escena que Allen homenajeaba en La última noche de Boris Grushenko. Una recuperada Najwa Nimri, cuya dicción ha mejorado considerablemente, se esfuerza en dar credibilidad a un personaje que debiera haber estado más enriquecido en el guión y la dirección, mientras Eva Llorach, presente en los dos anteriores largometrajes del realizador catalán, aguanta como puede unos ridículos primeros planos en los que tiene que pasar de la risa al llanto con tanta impostura como muchas de las propuestas de la fallida película. Lo mejor se encuentra en la perversidad de una hija interpretada por la todo terreno Natalia de Molina, en un cruce entre madres e hijas que se erige en el tema fundamental de la película, y recuerda también a los títulos bergmanianos y almodovorianos citados. Merece destacar además el trabajo elegante y comedido de la insuficientemente aprovechada Carme Elías. Todo con un exceso de pretenciosidad y frialdad que sólo encuentra emoción en la recuperación del tema que da título a la película, un clásico de Mocedades que demuestra lo gran compositor que era nuestro Burt Bacharach nacional, Juan Carlos Calderón. Por cierto, en el apartado musical Alberto Iglesias juega a dotar de ciertos aires orientales a un diseño general en el que Vermut parece apostar por esta estética, mientras vuelve a demostrar lo buen arreglista que es, como haría en Los abrazos rotos y la copla A solas, ahora con una exquisita versión de Procuro olvidarte de Manuel Alejandro que, inexplicablemente pasa por tema original en el argumento de la película, y da pie a esa fusión de rostros y personalidades que homenajea a Persona de Bergman.

MADRIGALES CON MARCA, LES ARTS FLORISSANTS

Ciclo La Europa de Murillo. Les Arts Florissants (Miriam Allan y Hannah Morrison, sopranos; Mélodie Ruvio, contralto; Edward Grint, bajo; Sean Clayton, tenor; Paul Agnew, tenor y director). Programa: Madrigales de Gesualdo. Libro I (motetes y madrigales de Gesualdo, Luzzaschi, Monteverdi, Marenzio y Pallavicino). Espacio Turina, sábado 27 de octubre de 2018

Allan, Morrison, Ruvio, Clayton, Agnew y Grint
No recuerdo que el legendario conjunto Les Arts Florissants, creado en 1979 por William Christie, hoy reconducido en venerable asesor y director artístico de la formación, haya recalado en Sevilla más que en una ocasión. Fue con motivo del Festival de Música Antigua de 2007, en el Maestranza, con un proyecto muy especial destinado a potenciar nuevos valores del canto lírico barroco, que llevó como título El jardín de las voces y logró instalarse en nuestra memoria colectiva como un espectáculo único e irrepetible. Ahora, sin instrumentos, con sólo el esplendor de sus voces más distinguidas e informadas, vuelve a recalar en esta ciudad tan barroca, período al que indefectiblemente se siente unido el grupo, aprovechando que están de gira por Europa con el primer libro de madrigales de Carlo Gesualdo, y que en Sevilla celebramos el Año Murillo también con conciertos que pretenden recrear la música de su tiempo.

Parece mentira que una bestia del calibre de Gesualdo, uxoricida y filicida, fuera capaz de imprimir tanta sensibilidad y buen gusto en sus partituras. Les Arts Florissants vinieron para insistir en esa faceta de este singular aristócrata y eclesiástico del Renacimiento. La idea era poner en pie el primer libro de madrigales del también conocido como Príncipe de Venosa, más amable y distendido que el cuarto y quinto, más divulgados y donde se exhibe una estética más dura y hasta cierto punto penitencial. Al mismo tiempo se trató de contextualizar esta maravillosa música con los autores que trabajaban el género en esa misma época, que lo conocieron y hasta influyeron o se dejaron influir por él, y con su propia música pero de carácter religioso, motetes. El problema es que los madrigales son formas musicales apoyadas sobre textos seculares, generalmente ricos en acentos y expresividad, cuyo lenguaje profano y popular encuentra en la voz humana su mejor vehículo expresivo. Una de sus características fundamentales es potenciar el significado de las palabras a través de la expresividad musical, casi onomatopéyica, algo que los oyentes de este concierto nos perdimos al no contar con los textos ni siquiera en la página web del evento. Un contrasentido que obligó al paciente público a deglutir casi dos horas de música a capella sin disfrutar de ella en su integridad.

Paul Agnew
Este largo recorrido por algunos de los más insignes madrigalistas del Renacimiento tardío, como Luca Marenzio, Luzzasco Luzzaschi, Claudio Monteverdi y el propio Gesualdo, lo acometieron los seis integrantes de Les Arts Florissants convocados al efecto con total profesionalidad, delicadeza y exquisitez, una entrega total y una capacidad de resistencia realmente prodigiosa. El resultado fue una noche inolvidable en el que la armonía y el contrapunto tan característicos del género encontraron eco de sobra en la portentosa afinación, el sutil fraseo y la absoluta compenetración del extraordinario y altamente expresivo Paul Agnew y su cómplice compañía, entre quienes se apreció una notable camaradería y disfrute. Inútil destacar a ninguno de los participantes, en una continua coreografía de incorporaciones y abandonos o cambio de posición para adecuarse a las piezas a cinco o seis voces y sus particulares exigencias, pues todos y todas destacaron en su particular tesitura, mención especial para la contralto Mélodie Ruvio, que aunque aquejada de una anunciada afección, apenas acusó molestia en su aportación. Momentos álgidos los hubo, como esos Baci en cinco partes tan cromáticas y no tan sombrías como suele ser habitual en Luca Marenzio, o ese distendido Tirsi morir volea de Benedetto Pallavicino, que tanta influencia ejerció en un Gesualdo que, como pudimos comprobar, abordó el mismo texto con una estética expresiva tan distinta en un Libro I que Les Arts Florissants desplegó con tanta inteligencia como indiscutible magisterio.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

sábado, 27 de octubre de 2018

HA NACIDO UNA ESTRELLA: LEONOR BONILLA

Ópera de Gaetano Donizetti con libreto de Salvatore Cammarano, según La novia de Lammermoor de Walter Scott. Renato Balsadonna, dirección musical. Filippo Sanjust, dirección de escena, escenografía y vestuario. Gerlinde Pelkowski, reposición de la puesta en escena. Juan Manuel Guerra, iluminación. Con Leonor Bonilla, José Bros, Vitaliy Bilyy, Mirco palazzi, Manuel de Diego, María José Suárez y Gerardo López. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza, dirigido por Íñigo Sampil. Producción de Deutsche Oper Berlin. Teatro de la Maestranza, viernes 26 de octubre de 2018

Hace apenas seis años que Mariola Cantarero nos encandilaba en un montaje de Lucia di Lammermoor para el recuerdo, en el que todo encajaba a la perfección. Atreverse ahora con este título de Donizetti como vehículo para el lanzamiento definitivo de una joven soprano a la que hemos seguido con atención e ilusión a lo largo de los pocos años que lleva de carrera, aquí y fuera de España, se antojaba pues una temeridad. Una vez más tenemos que anunciar además lo poco oportuno que consideramos programar una y otra vez los mismos títulos cuando queda tanto por ver y escuchar en nuestro coliseo. En fin, la apuesta era arriesgada pero acabó resultando ser a caballo ganador, disfrutando todos y todas de una noche mágica, la más hermosa para una rutilante Leonor Bonilla. No se trata de Janet Gaynor, ni Judy Garland, ni Barbra Streisand, ni de Lady Ga Ga, pero ha nacido una estrella. Para mayor satisfacción podemos asegurar sin complejos que fue la aportación sevillana lo que más brilló en esta Lucia, con un coro y una orquesta en estado de gracia, sin desmerecer el alto nivel de profesionalidad y la solvencia canora de un veterano en toda regla como es José Bros. Lo demás dejó que desear.

Con una escenografía digna del Teatro Airgam de la infancia de quienes ya somos maduritos, y un arranque inseguro y fuera de estilo del tenor malagueño Gerardo López, la cosa no pudo empezar peor. Pero mantuvimos la esperanza porque rara vez decepciona nuestro Maestranza en unas temporadas líricas que llevan tiempo demandando ser más generosas. El movimiento escénico de las masas en esta primera parte reincidió en ese teatro rancio que tanto nos disgusta, y la intervención del barítono ucraniano Vitaliy Bilyy, con voz más grave de lo conveniente, y del bajo Mirco Palazzi, con una voz más aguda de lo aconsejable, hicieron poco por mejorar la situación. López se corrigió satisfactoriamente a partir de la segunda parte, pero Bilyy insistió en echar mano de todo tipo de trucos para maquillar su incapacidad para alcanzar notas altas y cambiar de registro inadecuadamente. Por su parte Palazzi hizo un trabajo correcto el resto de la función, aunque su voz se perdiera frecuentemente cuando debía competir con orquesta y otras voces. Toda decepción sin embargo desapareció cuando en la segunda escena de esta primera parte, y con un decorado que evidenciaba en arrugas y pliegues sus cuarenta años de vida, al margen de resultar ridículo en su recreación de los Highlands escoceses, Leonor Bonilla disipara toda duda sobre su capacidad para afrontar con éxito un papel de tanta envergadura. Hasta ahora habíamos visto a esta ex bailarina al frente del grupo Aquitania, junto a Halffter en Carmina Burana o en papeles secundarios en Tosca y Elixir de amor. Al hito de ganar el certamen de Nuevas Voces de Sevilla y convencer en escenarios italianos, se une ahora haberse matriculado con todos los honores en el difícil papel de esta mujer perturbada por herencia y por amor a la que Donizetti reservó algunas de las páginas más comprometidas del bel canto. Cierto que es aún muy joven y que su voz tendrá que madurar y alcanzar ese mayor cuerpo y profundidad que exige el rol, pero de momento y considerando la presión de cantar en su tierra y enfrentarse por primera vez a un papel tan difícil con tanta seguridad y frescura, el triunfo fue total y muy merecido, alcanzando un nivel de altura en la muy comprometida y célebre escena de la locura. Lo tiene todo, belleza, un timbre precioso, enorme facilidad para la coloratura y el fraseo, naturalidad en la emisión y las articulaciones, talento teatral y una innumerable lista de excelentes atributos. Visiblemente emocionada, recibió todo el calor y el cariño de su gente y superó la que seguro fue una noche de pesadilla por nervios y responsabilidad, convertida gracias al talento derrochado en su noche más hermosa.

Acaso por lo mucho que mejoró la función a partir del aria de Lucia Regnava nel silenzio, aunque acompañada por una veterana María José Suárez tan decepcionante que convirtió el banal personaje de Alisa en directamente prescindible, lo cierto es que a partir de la segunda parte todo nos pareció mejor. Los decorados cobraron mayor fuerza y relieve, mientras la dirección musical de Balsadonna se nos antojó excelente, a pesar de eclipsar en algunos momentos las voces, tangible en el sexteto del primer acto de esta segunda parte, pero extrayendo de la orquesta un sonido brillante y majestuoso, con ocasiones de lucimiento para el arpa de Daniela Iolkicheva y parece que la flauta de Vicent Morelló, que no la armónica de cristal originaria, aunque lograra un sonido misterioso muy próximo a ella. También el coro se lució considerablemente, perfectamente empastado y en estilo, dejando de nuevo el listón muy alto. Y dejamos para el final a José Bros, porque merece una especial dedicación por los muchos años que lleva ejerciendo su profesión con tanta dignidad y solvencia, y porque sigue convenciendo en un rol que conoce a la perfección y del que sabe extraer todos sus colores y matices. Suyo fue un acto final que salvó muy satisfactoriamente, no obstante atacar siempre in forte, con agresividad y apremio, lo que resta romanticismo a su participación. Acusa además en su timbre el paso del tiempo, tornándose aún más nasal. Es cierto que no lograron mucha química él y su compañera de reparto, pero los más de veinte años de diferencia de edad apenas se notaron. Ya saben, si de verdad quieren asistir al nacimiento de una estrella, déjense de cuartas versiones de un clásico del cine y acérquense al Maestranza para compartir un momento mágico.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

viernes, 26 de octubre de 2018

JAMES RHODES EN BUSCA DE LA FELICIDAD

Gira “Fire on All Sides” de James Rhodes, piano. Programa: Adagio, de Marcello-Bach; Partita nº 1 BWV 825, de Bach; Romanza del Concierto para piano nº 1, de Chopin-Balákirev; Balada nº 3, de Chopin; Preludios Op. 3 nº 2 y Op. 32 nº 13, de Rachmaninov. Auditorio Cartuja Center Cite, jueves 25 de octubre de 2018

Con el "abuelo" siempre por bandera
Polifacético donde los haya, James Rhodes confiesa haber encontrado la felicidad en nuestro país, concretamente en la muy abierta e inclusiva Madrid donde reside desde hace poco más de un año. Aquí ha encontrado un hueco en la radio y la televisión, desde donde transmite su pasión por la música y cómo ésta ha ejercido de fármaco balsámico para los demonios del alma que le han perseguido desde los muy comentados abusos a los que fue sometido durante su infancia. Es un tipo contradictorio, que exorciza su lógica timidez haciendo de maestro de ceremonias dicharachero y rebelde; que comienza sus locuciones con dos declaraciones de principios, el ya célebre Fuck You Trump de Robert de Niro, y su ferviente desacuerdo con el Brexit; y continúa haciendo suyas expresiones que ha recogido de nuestro acervo popular más reciente, como ese lamentable Puto amo relacionado con el proxenetismo, que no obstante suena mejor en sus labios que en los de Martínez-Maíllo. 

Apenas cuarenta minutos de música programó en un concierto menos sorprendente de lo que esperábamos. Al margen de su vestimenta informal y de sus comentarios políticos, vinieran o no a cuento, lo que Rhodes hace sobre el escenario es algo que en los últimos años viene siendo habitual en salas de concierto, y que algunos maestros ilustres practican desde hace lustros, aunque ataviados de etiqueta. Se trata de comentar las piezas y provocar entusiasmo en el oyente, aunque él le da cierto aire a lo club de la comedia con el que consigue meterse al público en el bolsillo. Así es como ha logrado tanta admiración en radio y televisión, superando su timidez y convirtiéndose en una estrella mediática. Pero esperábamos que sus interpretaciones fueran más frívolas, que extrajera jazz de Bach o rock de Beethoven; claro, no habíamos hecho los deberes y desconocíamos que su pianismo es convencional, permitiéndose sólo algunas licencias, relacionadas especialmente con la ralentización de los tiempos y la delectación con ciertos pasajes. Es, en definitiva, entusiasta con la interpretación musical, sabe transmitir con sus locuciones y su música, pero no va más allá de unas interpretaciones correctas que no logran llegar a ese punto de emoción que sin duda busca en cada una de sus intervenciones.

Curiosamente Rhodes busca la felicidad en la música, sin embargo la quiere transmitir a través de obras que evocan una inmensa melancolía. Otra contradicción, ¿puede la melancolía ser feliz? Ya desde esa célebre melodía de Anónimo veneciano, el adagio del Concierto para oboe de Marcello que Bach transcribió al teclado, hasta dos preludios de Rachmaninov, el muy intenso primero y el más relajado último, Rhodes se dejó arrastrar por una estética nostálgica y arrebatada, quizás como remedio a esa ansiedad y depresión que analiza en su último libro, el que da título a su último disco y a esta gira, Fire on All Sides (Fuego por todos lados). Bach lo ataca con ensimismamiento, con una Partita nº 1 recorrida sin pausa, formidable y prístino fraseo y logradas articulaciones. La Romanza del Concierto para piano nº 1 de Chopin, en transcripción de Balákirev, se beneficia también de esa proverbial melancolía, acariciando las teclas y paladeando la música de manera exquisita. Solvente también la Balada nº 3 de Chopin, quizás la pieza más desenfadada de cuantas integraron el programa. Tras apenas una hora entre música y comedia, no pudo por menos que ofrecer varias propinas, la Mélodie de Giovanni Sgambati basada en la Danza de los espíritus benditos de Orfeo y Eurídice de Gluck, y un Intermezzo Op. 3 nº 1 de Brahms que abordó sin partitura, como el resto del programa, y mucha delicadeza. Así hasta derivar en unas improvisaciones sobre la Marcha del Coronel Bogey de Kenneth Alford que David Lean inmortalizó en El puente sobre el río Kwai, en perfecto estilo Beethoven, como si le hubiera robado la idea a Gabriela Montero. Ya tiene mérito llenar un auditorio como el de Cartuja, que ha animado y potenciado el atractivo de esa zona de la ciudad, con un público encandilado que demostró además poseer un excelente nivel de inglés.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 25 de octubre de 2018

BURNING Autismo asiático

Título original: Buh-ning
Corea del Sur 2018 148 min.
Dirección Lee Chang-dong Guión Lee Chang-dong y Jungmi Oh, según una historia de Haruki Murakami Fotografía Kyung-Pyo Hong Música Mowg Intérpretes Yoo Ah-In, Yeun Steven, Jeon Jong-seo, Gang Dong-won, Seung Geun Moon Estreno en Festival de Cannes 16 mayo 2018; en Corea del Sur 17 mayo 2018; en España 19 octubre 2018

Desconcierta cómo sistemáticamente la perturbación humana fascina a tantos realizadores, y el aclamado Lee Chang-dong no es una excepción. Basada en una historia del escritor más influyente de la literatura japonesa actual, Haruki Murakami, de cuyas adaptaciones al cine destaca Tokio Blues (Norwegian Wood) de Tran Anh Hung, Burning parte precisamente de esa premisa. Un joven permanentemente desnortado y desorientado conoce a unos personajes con los que parece establecer una relación tipo Jules y Jim de Truffaut, pero encaminada irremediablemente a la tragedia. Todo conduce a pensar que se trata del análisis de una personalidad autista y hasta cierto punto esquizofrénica, procurando que adoptemos su punto de vista y nos sumerjamos en una confusión permanente entre ficción y realidad. Todas las películas de Chang-dong, de entre las que Poesía es la más conocida en nuestro país, necesitan sobrepasar generosamente las dos horas para contar sus historias. Una dilatación que exige mucha paciencia por parte del espectador medio, que comprueba no obstante que no pasa mucho ante sus ojos, que se trata más de analizar una personalidad concreta que nos acerque a los demonios del alma que de contarnos una trama con su consiguiente evolución. Tres jóvenes se prestan así a protagonizar una crónica sobre el desamparo y la desubicación, con frustraciones varias que abarcan incluso la identidad de un país que no siente empatía con los de su entorno (Corea del Norte o China son objeto de este análisis de forma pasajera y aislada), para finalmente acabar exorcizando esas inquietudes de forma violenta y extrema. En medio tres personajes, dos hombres que parecen desear a la misma mujer, quien después de bailar semidesnuda la música de Miles Davis para Ascensor al cadalso de Malle, otro clásico francés sobre la perdición y frustración sentimental, prácticamente desaparece de escena. A partir de entonces se intensifica el supuesto morbo e inquietud que el realizador pretende mostrar en pantalla, y con el que emular el universo entre surrealista y perturbador que ofrece Murakami en sus relatos. La operación se revela no obstante insufrible en sus planteamientos y tediosa en términos generales, lejos de la fascinación que muchos confiesan experimentar con ella.

domingo, 21 de octubre de 2018

TRONDHEIM BAROKK Y EL AÑO MURILLO: DE FIORDOS, CORTES Y CATEDRALES

Ciclo La Europa de Murillo. Trondheim Barokk (Ingeborg Dalheim, soprano; Jesenka Balic Zunic, violín; Jorgen Skogmo, guitarra y tiorba; Martin Walhberg, violonchelo; Erik Skanke Hosoien, archilaúd y dirección musical). Programa: El viaje al Norte (piezas tradicionales noruegas y obras de Rognoni, Negri, Kapsberger, Dalza, Vierdanck, Bertali, Borchgrevink, Nielsen, Frescobaldi y Merula). Espacio Turina, sábado 20 de octubre de 2018

Un momento del ensayo en el Espacio Turina
El Año Murillo avanza en su último cuarto al ritmo que con tanto ahínco y entusiasmo le han impuesto las instituciones, y en lo musical lo hace ahora con la presencia de prestigiosos conjuntos europeos como el que nos ha visitado en la segunda cita del nuevo y último ciclo programado para festejar el cuatrocientos aniversario de su nacimiento. Con una sola década aún no cumplida a sus espaldas, el Trondheim Barokk ha consolidado un puesto de primer orden en la reconstrucción e interpretación con criterios historicistas de la música del Barroco en toda su extensión, e incursiones en períodos musicales anteriores a esta riquísima etapa del arte en general. Como suele ocurrir en estos casos a Sevilla llegó en su mínima expresión, pero dejando constancia a través de sus contados representantes por qué se ha convertido en cierto modo en una formación de referencia, sobre todo en lo que a nivel técnico se refiere.

Desde los primeros acordes, un canto tradicional de Noruega que la cantante Ingeborg Dalheim entonó a capela, se dejó clara cuál era la intención que el propio título de la propuesta adelantaba, transportarnos tanto a esta tierra nórdica como a su época a través de sus sonidos, con el esperable efecto de confundir la música celta que tanto prolifera en los circuitos de nuevas músicas con lo que en realidad debieran ser las estéticas de la época retratada, que por una vez sí coincidían con la del pintor sevillano, sin que por ello debieran ser evidentemente músicas frecuentadas en su entorno; tampoco se trataba de eso. La tradición oral tiene esos peajes, su continua transformación y la práctica imposibilidad de reconstruir fielmente su estilo original. Dalheim supo adaptarse perfectamente y con total naturalidad a las dos estéticas propuestas, la tradicional celta mencionada y el canto lírico y en estilo que exigían las piezas italianas e italianizantes seleccionadas para la ocasión. Dos estilos que el conjunto, con Erik Hosoien a la cabeza, alternó y ensambló con total naturalidad y buen gusto, creando bloques compactos que el público respetó escrupulosamente y que generaron pequeñas y muy significativas suites de una evidente hermosura.

Ingeborg Dalheim
Destacó sobre manera el portentoso trabajo al violín de Jesenka Balie Zunic, ya desde un Vestiva I colli de Francesco Rognoni que abordó con el sedoso apoyo de Martin Whalberg al violonchelo, y revalidó definitivamente en una Ciaccona de Antonio Bertali prodigiosa, sin fisuras ni quiebros, perfecta en su construcción y vertiginosa en su resolución, haciendo gala en todo momento de un timbre perfecto y homogéneo. Menos inspirados, más fríos e insípidos resultaron el mencionado Hosoien y el joven Jorgen Skogmo a la cuerda pulsada en su continuo ir y venir de los fiordos noruegos de entre los que parecía asomar la hermosa voz de la soprano en piezas como Jesus gjor meg stille, a la corte en obras de clara inspiración española como esa Calata de Joan Ambrosio Dalza de aires canarios, o la inevitable Catedral de Trondheim, uno de los tesoros arquitectónicos más sobresalientes del norte de Europa, y que parecía quedar reflejada en piezas de Johann Vierdanck o Melchior Borchgrevink muy influidas por las corrientes italianas que imperaban en la época. Sin duda un viaje gratificante al que sólo echamos en falta algo más de expresividad, pero ya se sabe cómo de pálidas lucen esas noches blancas de Tromso y alrededores.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

sábado, 20 de octubre de 2018

ANIMALES SIN COLLAR Desaprovechada combinación de temas trascendentales

España-Italia 2018 96 min.
Guión y dirección Jota Linares Fotografía Junior Díaz Música Pablo Trujillo y Vanessa Grande Intérpretes Natalia de Molina, Daniel Grao, Natalia Mateo, Ignacio Mateos, Borja Luna, Mariana Cordero, Mario Tardón Estreno 19 octubre 2018

No hemos sabido encontrar en este debut en la dirección de largometrajes del gaditano Jota Linares con producción de los responsables de Tarde para la ira, el interés que ha suscitado en la mayoría de la desconcertante crítica de este país. Un éxito que no creemos se vaya a corresponder con el público, que sospechamos sabrá identificar en el film sus flaquezas y limitaciones. Y vaya si nos hubiera gustado disfrutar con esta cinta que combina el feminismo latente en Casa de muñecas de Ibsen que la inspira con la corrupción política que domina nuestro país, y concretamente la comunidad autónoma en la que vivimos, así como las dificultades que están teniendo los partidos emergentes para resultar coherentes con sus postulados, más cuando una herencia tan corrompida y otros partidos tan mezquinos y reacios a abandonar su control y poder les acechan. Todo eso tiene cabida en una historia interesante y atractiva sobre el papel, pero que aplicada a la imagen acaba resultando tan pobre y poco convincente. La buena esposa que desde la sombra mueve los hilos que habrán de llevar al marido al éxito y el reconocimiento, tiene en Natalia de Molina una interpretación apagada y decepcionante para lo que nos tiene acostumbrados la joven actriz jienense. Mal contada y peor narrada, con una fotografía tan básica y rudimentaria que provoca sonrojez, Animales sin collar se nos antoja un quiero y no puedo en el que aparecen personajes que no aportan nada (la cineasta Natalia Mateo o el guaperas Borja Luna) mientras otros, como el indispensable Ignacio Mateos, se empeña en recrear ese acento de bajos fondos andaluces que tanto confunde de Despeñaperros hacia arriba y tan poco se adapta al personaje que interpreta. Lástima porque la idea era buena, la crítica necesaria, y la adaptación de Henrik Ibsen, repetidamente subrayada mediante uno de los pasatiempos del político protagonista, tan oportuna como desaprovechada.

PETRA Pedante disquisición sobre la creación y la destrucción

España-Francia-Dinamarca 2018 107 min.
Dirección Jaime Rosales Guión Jaime Rosales, Clara Roquet y Michel Gaztambide Fotografía Hélène Louvart Música Kristian Eidnes Andersen Intérpretes Bárbara Lennie, Álex Brendemühl, Marisa Paredes, Joan Botey, Petra Martínez, Carme Pla, Oriol Pla, Chema del Barco, Natalie Madueño Estreno en el Festival de Cannes (Quincena de Realizadores) 10 mayo 2018; en salas comerciales 19 octubre 2018

Jaime Rosales es un director muy condicionado por sus primeras películas, Las horas del día y la estupenda La soledad, donde experimentó con formas narrativas que le ha costado mantener con sinceridad y frescura en el resto de su filmografía, desde Tiro en la cabeza hasta Hermosa juventud. Ahora esas formas pasan por dividir su película en capítulos y desordenarlos levemente, utilizar como banda sonora composiciones del danés Kristian Eidnes Andersen que evocan la polifonía renacentista sin aportación instrumental alguna, y echar mano indiscriminada e injustificadamente del traveling lento que va y viene sin cortes de montaje ni primeros planos, prestando suma atención a los espacios, generalmente inmuebles de exquisita factura, que ya se sabe el alto nivel de vida del español medio. Y es que aunque el personaje central y eje de la función es un artista de primera categoría, el resto se supone tan humilde como la media. A este eje central da vida el debutante Joan Botey, dueño y administrador de la finca en la que se rodó la película, a quien Rosales finalmente confió el papel de déspota y cruel escultor, cuya obra ha cedido gentil y valientemente el artista valenciano Manolo Valdés. Bárbara Lennie es no obstante la protagonista, encasillada en esa mujer fría y etérea que le dio fama en Magical Girl, a pesar de lo cual no logra seducir en una obra cuya supuesta maldad y consabido misterio debería generar una mayor inquietud. Centrada quizás en el proceso destructor de un artista de la creación, y degenerando en una suerte de tragedia extrema, disparatada en cierto modo y difícil de digerir en general, la cinta se pierde entre diálogos tan pretendidamente naturales como situaciones absolutamente impostadas, a lo que la pedantería general no hace sino potenciar sus defectos y carencias, a pesar de todo lo cual no se le puede negar su carácter eminentemente entretenido.

LA BUENA ESPOSA Esa gran mujer detrás del gran hombre

Título original: The Wife
Reino Unido-Suecia-USA 2017 100 min.
Dirección Björn Runge Guión Jane Anderson, según la novela de Meg Wolitzer Fotografía Ulf Brantas Música Jocelyn Pook Intérpretes Glenn Close, Jonathan Pryce, Christian Slater, Max Irons, Harry Lloyd, Annie Starke, Ewlizabeth McGovern, Alix Wilton Regan, Karin Franz Körloff, Morgane Polanski Estreno en el Festival de Toronto 12 septiembre 2017; en Reino Unido 28 septiembre 2018; en España 19 octubre 2018

Coinciden en fecha de estreno en nuestra cartelera dos películas con un mismo tema, el de buena esposa, florero a la vez que encargada de que todo en la vida de su esposo funcione a la perfección. Eso que dicen, o mejor deseemos pensar que se decía, de que detrás de un gran hombre hay siempre una gran mujer. Una es española, Animales sin collar, y la otra esta pequeña joya y pura delicia que se llama en inglés The Wife (La esposa) y aquí han decidido añadirle un adjetivo que le da los ya consabidos tintes bíblicos que tanto gustan en nuestra tierra. No tiene mucha suerte Glenn Close, que casi nunca defrauda y sin embargo sus películas tienen tan poca repercusión. Ésta ha tardado un año en estrenarse incluso en su país de producción desde su presentación en el Festival de Toronto, catapulta de lanzamiento de todos los estrenos de temporada en el mundo anglosajón. Menos mal que estas últimas décadas la protagonista de Las amistades peligrosas se ha refugiado en el teatro, que le reporta mayores satisfacciones que sus cada vez más aisladas incursiones en el cine; por cierto, que algo de teatral tiene esta propuesta. Confiada al director sueco Björn Runge, la cinta adapta una novela de tintes absolutamente feministas sobre una mujer que ha vivido siempre a la sombra de su marido, un intelectual ahora galardonado con el Premio Nobel de Literatura. Su viaje a Estocolmo, al que también les acompaña su hijo, un Max Irons, hijo de Jeremy, al que vimos en la última adaptación de Agatha Christie La casa torcida, y en el que coincidirán con un incómodo crítico literario, otro recuperado de la gran pantalla Christian Slater, pondrá sus vidas patas arriba. La buena esposa es una de esas películas que podríamos considerar artesanales, meticulosamente dirigida e interpretada, con un guión excepcional al que ni sobra ni falta una coma. Y es ahí donde radica su mayor virtud, la de componer un drama y un mensaje inequívoco, claro y conciso, a la vez que proponer el ingreso del espectador en un mundo que le atrapa y subyuga hasta hacerlo propio, y todo desde la más absoluta humildad. Un film que se revela satisfactorio por su exquisita ambientación en Connecticut y Estocolmo, su ritmo pausado pero no lento, sus magníficas interpretaciones, mención especial para una Close cándidamente transformada en Julie Andrews, y la gratificante sensación final de no dejar ni un cabo suelto y haber logrado su objetivo, denunciar una sociedad machista que cobra especial relevancia en el mundo del arte y la cultura, que tan ligado debería estar a la apertura de miras y mentes. Todos sus ingredientes artísticos y técnicos se adaptan a la elegancia y sobriedad que caracteriza su puesta en escena, incluida la muy inspirada banda sonora, aún con ciertas influencias de Michael Nyman, de Jocelyn Pook. Ambientarse en los noventa ofrece además el placer de contemplar el fenecido Concorde surcando los cielos majestuosamente, igual que se mueve esta maravillosa pieza de orfebrería.

martes, 16 de octubre de 2018

UN ARRANQUE DE CURSO CON PERFUME NAPOLITANO

Concierto de apertura del curso académico de la Universidad de Sevilla. Orquesta Barroca de Sevilla. Enrico Onofri, director-concertino. Programa: Concierto nº 1 en fa menor y Sinfonia Settima en sol menor, de A. Scarlatti; Sonata Terza en Do Mayor, de Barbella; Concerto III en Mi bemol Mayor, de Durante; Sinfonia en Fa Mayor, de Pergolesi; Concerto en la menor de Sarri. Auditorio de la E.T.S. de Ingeniería, lunes 15 de octubre de 2018

Onofri al frente de la Barroca de Sevilla
Aún sin una temporada definida, la Barroca de Sevilla fue la encargada por segundo año consecutivo de abrir el curso académico de la Universidad Hispalense, un acto al que como viene siendo habitual ninguna autoridad académica se dignó otorgarle la categoría protocolaria que merece. Menos mal que ahí estuvo como siempre Ventura Rico para pronunciar las palabras oportunas, no sólo en relación a los habituales cambios de orden en el programa sino también para expresar un emocionado agradecimiento y ennoblecer la indispensable labor de quienes iluminan nuestro conocimiento. Por el contrario entre la comunidad universitaria asistente abundaron los parloteos, consultas al móvil, descaradas tomas de fotografía e insufribles plastiquitos de caramelos.

Al contrario que el año pasado, éste no se hizo coincidir el Proyecto Atalaya de recuperación del patrimonio musical de las catedrales andaluzas con este concierto de inauguración del curso, aunque en el programa se insistiera en él. En su lugar Enrico Onofri, una vez más al frente de la formación, seleccionó algunas páginas poco transitadas de la llamada Escuela Napolitana y aledaños, como Alessandro Scarlatti, que fue profesor de Francesco Durante, a quien se le atribuye la creación de dicha escuela. De Scarlatti, siciliano pero afincado en Nápoles y durante mucho tiempo a las órdenes de la corte española, al menos hasta la Guerra de Sucesión, la Barroca interpretó dos piezas. El primero de sus Seis conciertos en siete partes publicados en 1740 abrió la exhibición, algo desangelado en el grave inicial pero rápidamente recuperado en brío y brillo a partir del allegro, con una inusual moderación en los tiempos y ritmos, menos marcados de lo habitual en Onofri, una estética que se mantuvo a lo largo de casi todo el programa. En la segunda pieza pudimos disfrutar del buen hacer, a veces vertiginoso y casi siempre virtuoso, de Guillermo Peñalver a la flauta dulce, en la Sinfonia Settima, que ni es sinfonía como se titula ni concerto grosso como se define, y donde la flauta tiene un carácter eminentemente solista. Pero ni las obras de Scarlatti, maestro de la ópera y genio de la cantata, ni las de los demás autores convocados se encuentran entre lo más interesante de la producción de la época. El Nápoles de finales del Seicento y principios del Settecento se caracterizó musicalmente más por la música vocal que por la instrumental, donde sí destacó la Venecia de entonces.

Con la Sonata Terza de Francesco Barbella, a cargo de los pesos pesados del conjunto historicista, y el muy melódico Concerto en la menor de Domenico Natale Sarro, una de cuyas óperas inauguró el mítico Teatro San Carlo de Nápoles, pudimos seguir disfrutando de Peñalver a la flauta, que aunque sufrió puntuales caídas de tensión, demostró una gran versatilidad y un dominio absoluto de los afectos, a los que hay que añadir una considerable dosis de elegancia y un fraseo distinguido. El Concierto III en Mi bemol Mayor de Francesco Durante, único quizás de los compositores convocados que se centró en la música instrumental y tocó la vocal sólo en obras de carácter espiritual, y la Sinfonía en Fa Mayor de su alumno Giovanni Battista Pergolesi, de aires ya más clásicos, completaron el programa con resultados satisfactorios por parte de una Barroca que se benefició además de la óptima acústica del Auditorio de Ingenieros de la Cartuja, y ofreció como siempre lo mejor de ella, con ataques precisos y seguros, manteniendo un nivel de exigencia admirable.

lunes, 15 de octubre de 2018

LA SOMBRA DE LA LEY Un considerable esfuerzo de producción

España 2018 126 min.
Dirección Dani de la Torre Guión Patxi Amezcua Fotografía Josu Inchaustegui Música Manuel Riveiro y Xavier Font Intérpretes Luis Tosar, Michelle Jenner, Vicente Romero, Manolo Solo, Ernesto Alteiro, Paco Tous, Jaime Lorente, Pep Tosar, Adriana Torrebejano, William Miller, Fernando Cayo Estreno en Festival de Sitges 5 octubre 2018; en salas comerciales 11 octubre 2018

Tras la pericia y el talento demostrado en su debut como director de largometrajes, hace un par de años en El desconocido, una trepidante cinta de acción con la corrupción y la crisis bancaria como telón de fondo, Dani de la Torre se atreve ahora con lo que podríamos considerar una de las superproducciones más ambiciosas de la historia del cine español. La sombra de la ley (Gun City en su título internacional) reconstruye la Barcelona de la década de los veinte del siglo pasado sin prácticamente rodar en la Ciudad Condal, que curiosamente aparece como una ciudad sumida en el caos y amenazada por intervenciones militares justificadas en conspiraciones perpetradas desde el propio poder central. Con financiación de una de las grandes compañías televisivas del país, no cabe duda de que se trata, como tantas otras veces, de trasladar el universo de las series de televisión a la gran pantalla, inflando todos los ingredientes y dando al conjunto un empaque de gran producción. Con la anarquía reinante durante los estertores de la Monarquía Liberal de Alfonso XIII y el Desastre de Annual como antecedente inmediato a los episodios que se narran, la película se adentra en una convulsa Barcelona en la que la boyante burguesía empresarial se ve amenazada por las protestas de los trabajadores, y entre ellos la de quienes ejercen la violencia anarquista muchas veces animados por los propios centros de poder para auspiciar el golpe de estado de Primo de Rivera, al menos desde la óptica del guión firmado por Patxi Amezcua. Confiesa el propio de la Torre que la música de Morricone le sirvió de inspiración, no en vano hay dos referentes inequívocos en este fresco histórico, Érase una vez en América de Sergio Leone y Los intocables de Eliot Ness de Brian de Palma, ambas con música del genial compositor italiano; además, Ainhoa Arteta pone voz al estilo de Edda dell’Orso en la canción Hasta el último suspiro y algunos otros pasajes de la banda sonora. Nada que objetar a la suntuosa puesta en escena, con una impecable Barcelona de la época recreada virtualmente con todo lujo de detalle, avenidas llenas de coches de la época, y sensacionales escenarios como el club que tanto recuerda al Cotton Club de Coppola, otro referente indiscutible. En esa ciudad recreada deambulan policías corruptos, militares, gángsters despiadados y proletarios indignados en una suerte de cine negro americano que no disimula sus referentes y ambiciona jugar en primera línea de la liga de campeones. Lástima que a la pericia del realizador y su buena mano para manejar tan suculentos recursos no haga justicia un guión anquilosado, demasiado explicativo y obvio, y unas interpretaciones acartonadas y limitadas por unos personajes arquetípicos que poco o nada aportan a la hora de dar más emoción a un proyecto que lo pide a gritos, provocando un espectáculo audiovisual notable pero con una dramaturgia irregular lastrada por la frialdad de sus emociones.

FIRST MAN (EL PRIMER HOMBRE) La catarsis de la Luna

Título original: First Man
USA 2018 133 min.
Dirección Damien Chazelle Guión Nicole Perlman y Josh Singer, según el libro de James R. Hansen Fotografía Linus Sandgren Música Justin Hurwitz Intérpretes Ryan Gosling, Claire Foy, Jason Clarke, Kyle Chandler, Corey Stoll, patrick Fugit, Lukas Haas, Pablo Schreiber, Brian D’Arcy James, Ciarán Hinds, Aurelien Gaya, Ethan Embry, Shea Whigham Estreno en Festival de Venecia 29 agosto 2018; en españa 11 octubre 2018; en Estados Unidos 12 octubre 2018

El argumento de la nueva película de Damien Chazelle comienza donde terminaba el de Elegidos para la gloria, la cinta de Philip Kaufman centrada en el Proyecto Mercury, que entrenó a siete astronautas seleccionados entre los mejores pilotos de Estados Unidos y lanzó a varios de ellos al espacio, incluido el legendario John Glenn, primero en orbitar tres veces alrededor de la Tierra. Igual que los superhéroes han virado del desenfado inicial del Superman de Richard Donner al atormentado Batman de Christopher Nolan y los Marvel que le han seguido, lo hace la visión trágica del director de La La Land respecto a la a menudo cómica epopeya espacial del Kaufman de aquellos primeros ochenta. Chazelle ha cambiado de registro, de sus musicales iniciales Guy and Madeleine on a Park Bench, Whiplash (no exactamente un musical, pero sí con la música como ingrediente fundamental) y la popular cinta ya mencionada, para embarcarse ahora en un episodio trascendental de la historia americana y del hombre en general, la llegada de éste a la Luna. Con un tono eminentemente melancólico y apuntando las mismas críticas que ya destacaba la multioscarizada película de Kaufman, como es el sacrificio humano frente a una gesta que apenas beneficia a unos cuantos cuando tantos problemas quedan por solucionar en nuestro planeta, y el empeño de gobiernos y administraciones por combatir al enemigo en plena Guerra Fría, Chazelle fija su atención desde el minuto cero en una tragedia familiar que parece convertirse en motivación para el famoso astronauta y su gesta por alcanzar esa Luna, un trozo de cielo en el que quizás poder reencontrarse con el alma pura que le fue vilmente arrebatada. El director convierte así la historia en experiencia metafísica, casi religiosa. A partir de ahí las constantes son las de siempre, el duro adiestramiento, las críticas al sistema (que nunca llegan a ninguna parte y no sirven para cambiar las cosas ni un ápice), los miedos internos, el papel abnegado y de mero adorno, pero contestatario y luchador como corresponde a los tiempos, de la mujer, y el uso partidista, en este caso de Estado, de los recursos en favor de causas alejadas del acervo popular y más próximas al anhelo propagandístico de nuestros dirigentes. Gosling pone la cara con poco gesto al protagonista de la gesta y la tragedia, mientras el realizador hace su trabajo con ambición poética, esmero estético y corrección dramática, sin que los resultados lleguen a sobrepasar el mero entretenimiento, el relax visual y la fiesta musical a la que se entrega su compositor, el mismo Justin Hurwitz de las canciones de La La Land, que ahora mimetiza algunos pasajes del Hans Zimmer de Interstellar y la Barcarola de Offenbach.

CLÍMAX El vicio de la provocación

Francia 2018 95 min.
Guión y dirección Gaspar Noé Fotografía Benoît Debie Intérpretes Sofia Boutella, Romain Guillermic, Souheila Yacoub, Kiddy Smile, Claude Gajan, Giselle Palmer, Taylor Kastle, Thea Carla Schott, Sharleen Temple, Lea Vlamos, Alaia Alsafir, Kendall Mugler Estreno en Festival de Cannes 13 mayo 2018; en Francia 19 septiembre 2018; en España 11 octubre 2018

El director de Irreversible mete a un puñado de jóvenes en un local apartado en medio de un bosque; dice que son los noventa del siglo pasado, con el fin de analizar desde su óptica de presunto creador los efectos devastadores del LSD. El pretexto es el ensayo de un conjunto coreográfico cuyos integrantes han sido presentados previamente a modo de preludio en lo que ya parece una declaración de intenciones. Con la cámara fija en la pantalla de una televisión de la época, rodeada de películas en una estantería entre las que se pueden distinguir títulos como Suspiria o Un perro andaluz, seguramente dejando caer cuáles son las posibles influencias de este experimento audiovisual, se van presentando algunos y algunas de los participantes de esta rave party y sus motivaciones para bailar y formar parte de un colectivo. A partir de ahí Gaspard rueda sin demasiado glamour un sensacional baile en el que los cuerpos se retuercen y compenetran para crear una especie de desfile catárquico que deviene en una convencional fiesta con la que el director comienza a pretender incomodarnos. Lo hace a partir de conversaciones supuestamente transgresoras, ahora que la palabreja está tan de moda, sin demasiado éxito... harían falta otras cosas para escandalizar hoy en día, afortunadamente. A partir de ahí una intencionada intoxicación de LSD provoca el caos y la violencia, dando rienda suelta al realizador para intentar sumergirnos en la vorágine que supondría sufrir en propias carnes los efectos de la droga. Lo cierto es que el giro sirve a Noé para desmadrarse hasta el infinito y agotarnos hasta la náusea. Todo ello encerrado en un pretendido tour de force con ambición videocreativa y artística, en la que en última instancia lo que más nos interesa es el baile espasmódico de sus jóvenes intérpretes, entre las que se encuentra la ya internacionalmente conocida Sofia Boutella (La momia, Atómica) y el emplazamiento aleatorio de los títulos de crédito, los finales al principio y los principales a mitad con rótulos luminosos y espectaculares y combinando a los actores y actrices con los intérpretes de las canciones disco y tecno que suenan en la pantalla. Está claro que haberse codeado con Leo Carax y Kenneth Anger ha hecho sus estragos, pero a Noé, reconocido en Cannes con el premio Art Cinema en la Quincena de Realizadores y en Sitges con el de mejor película, el delirio y el factor sorpresa de sus influencers le supera.

jueves, 11 de octubre de 2018

LA VOZ COMO ARMA DE SEDUCCIÓN

Recital lírico. Juan Diego Flórez, tenor. Vincenzo Scalera, piano. Programa: Arias de Mozart, Donizetti, Verdi, Massenet, Gounod y Puccini. Teatro de la Maestranza, jueves 10 de octubre de 2018 La voz como arma de seducción


No cabría pensar en una mejor inauguración de la temporada lírica del Maestranza. Nada más y nada menos que el gran tenor lírico Juan Diego Flórez, quince años después de su última comparecencia en el coliseo sevillano, dispuesto a seducir con repertorios que aborda desde hace relativamente poco y con los que parece sentirse tan a gusto como con el Rossini que frecuentaba en aquella época, cuando nos visitó también acompañado por su fiel y competente escudero Vincenzo Scalera al piano. Si entonces contó con el patrocinio de la desaparecida Caja San Fernando, ahora llegó como embajador de Telefónica, compañía que le ha permitido llevar a cabo una encomiable labor educativa en su tierra, Perú, donde desarrolla el ambicioso proyecto Sinfonía Digital. Sin duda un aperitivo de lujo antes de que a finales de mes se alce el telón con uno de sus títulos imprescindibles, Lucia di Lammermoor, aunque sin él.

De ese bel canto que tan buena y merecida fama le dio a comienzos de su carrera, sólo mantuvo en esta ocasión a Donizetti, pero algunas de las otras piezas que cantó lo hizo con técnicas parecidas al estilo que le encumbró y convirtió en la voz imprescindible que hoy es. Así ocurrió con Mozart, cuyo bellísimo Dies Bildnis de La flauta mágica cantó con delectación, fraseando con ese excelente gusto que le caracteriza, para a continuación exhibir bravura no sin una ajustada contención en la jubilosa Si spande al sole de El rey pastor. Preciso y confiado, llegó a conmover con esa apuesta segura que es Una furtiva lagrima, y convenció con un doble homenaje a su idolatrado Alfredo Kraus, en la primera parte con Tombe degli avi miei, exhibiendo un portentoso control de la respiración y un dominio absoluto de los recursos expresivos, y en la segunda parte con un conmovedor Pourquoi me révellier de Werther. Verdi ocupó el final de la primer parte, fraseando con delicadeza un aria alternativa de la versión francesa de Las vísperas sicilianas, y dejando claro con Lungo da lei de La traviata que ya no es esa voz ligera con la que triunfaba hace años, que ha evolucionado considerablemente, ha cogido más cuerpo, su hermosa voz es más carnosa y no sólo brilla en sus refulgentes y nunca impostados agudos. Hizo bien en no intentar transfigurarse en cada personaje abordado, manteniendo cierta coherencia y homogeneidad en la línea de canto y otorgando al conjunto ese carácter de recital que se proponía.

Flórez y Scalera
Pero si ya en esta primera mitad de su concierto emocionó a un público seducido y entregado, en la segunda se atrevió con el repertorio francés con idéntica confianza y seguridad, a pesar de evidenciar algunas molestias nasales y de garganta, como más tarde se apresuró a confesar, pero que no empañaron sus sobresalientes resultados. Tres arias de Manon desplegadas con amplio sentido del romanticismo, sacando el máximo rendimiento a sus facultades y adaptando la técnica a sus recursos, lo que obligó a hacer pausas que rompían la línea de canto pero provocaban una sensación nueva y fresca, dieron paso a una Meditación de Thais que Scalera interpretó con mucha delicadeza y buen gusto. Fausto de Gounod completó esa segunda mitad dedicada a la lírica gala, sólo rota al final por una bellísima demostración de expresividad y elegancia en Che gelida manina, incorporando así a Puccini a su repertorio, al cual retomaría en las propinas con un Nessun Dorma maravillosamente coreado por el público. Guitarra en mano nos deleitó con Cucurrucú Paloma y, tras la insistencia de una enfervorecida admiradora, La flor de la canela, en perfecto estilo muy alejado del operístico, hasta culminar definitivamente con la agradecida Granada y esos nueve dos de pecho de La hija del regimiento que tantas satisfacciones le han dado por todo el mundo, y tantas ovaciones le ha hecho merecer.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 10 de octubre de 2018

CHRISTOPHER ROBIN Regreso a una infancia ñoña

USA 2018 104 min.
Dirección Marc Foster Guión Thomas McCarthy, Alex Ross Perry y Allison Schroeder, según el personaje de A.A. Milne Fotografía Matthias Koenigswieser Música Jon Brion y Geoff Zanelli Intérpretes Ewan McGregor, Hayley Atwell, Mark Gatiss, Bronte Carmichael, Oliver Ford Davies y las voces (en versión original) de Jim Cummings, Brad Garrett, Nick Hammond, Peter Capaldi, Sophie Okonedo y Toby Jones Estreno en Estados Unidos 3 agosto 2018; en España 5 octubre 2018

Quizás aprovechando el inminente regreso de Mary Poppins a la gran pantalla, la insaciable Disney se ha aventurado a lanzar esta película basada en los personajes creados por Alan Alexander Milne, padre en la vida real del Christopher Robin del título, niño cuyo cariño por una osezna del zoológico de Assiniboine dio lugar a las aventuras de Winnie The Pooh y sus compañeros de peluche, entre los que se encuentran Piglet y Tigger. Todos estos personajes han tenido sus cortos y largomentrajes en la factoría Disney, pero es la primera vez que el niño, ya adulto, protagoniza una película. Para ello se ha contado con Marc Foster, que ya exploró el mundo de la literatura infantil en Descubriendo Nunca Jamás y Cometas en el cielo, antes de enfrentarse a James Bond en Quantum of Solace. Foster ha realizado para la ocasión una película tristona y aburrida, con ambientación muy similar a la que se prepara para el regreso de la famosa institutriz, y mensaje muy parecido al que arrojaba el clásico que protagonizó Julie Andrews en 1964, aquello de poner un poco de ingenuidad, magia y dulzura en nuestras grises y funcionales vidas. De hecho los dos finales son bastante parecidos, siendo Ewan McGregor (Robin) aquí el sosías de David Tomlinson (Mr. Banks) en aquella película. Naturalmente a nivel técnico la producción es satisfactoria, pero la expresividad de los personajes, humanos y animados, es limitada, derivando en una escasa emotividad y un alarmante desinterés que lastra las posibilidades de un film que podría haber sido entrañable. Nada que ver con el maravilloso Paddington.

VENOM Fantaterror con dosis cómicas

USA 2018 112 min.
Dirección Ruben Fleischer Guión Scott Rosenberg, Jeff Pinkner y Kelly Marcel, según el cómic de Todd McFarlane y David Michelinie Fotografía Matthew Libatique Música Ludwig Göransson Intérpretes Tom Hardy, Riz Ahmed, Michelle Williams, Jenny Slate, Reid Scott, Scott Haze, Michelle Lee, Melora Walters, Peggy Lu, Woody Harrelson Estreno en Estados Unidos y España 5 octubre 2018

Bienvenidos a Zombieland y Gangster Squad acreditan a Ruben Fleischer, que ahora se sube al carro de los cansinos superhéroes con esta adaptación de un personaje que ya saltó a la pantalla en una de las entregas del Spiderman interpretado por Tobey Maguire. En aquella ocasión era el Hombre Araña el que le pasaba el incómodo testigo del simbionte Venom, un parásito alienígena llegado a la Tierra a bordo de un meteorito, al periodista Eddie Brock, uno de esos reporteros que se dedican a destapar tramas y corrupciones, al que ahora da vida un Tom Hardy con pintas extremadamente desaliñadas, entregado a reformular un clásico personaje atormentado con considerables dosis de humor. Ahora Spiderman sólo aparece en la propina animada, mientras Brock contrae el supuesto virus por contacto directo con la empresa que la genera y que lidera el villano de turno, el científico Carlton Drake. A partir de aquí asistimos a una película de superhéroes en principio más original que el resto, ya que Fleischer dota a su producto de cierto aire de seudoterror, convirtiendo el espectáculo en una suerte de fantaterror. Pero hacia su segunda mitad importa la clásica estructura de lucha con el supervillano y a partir de ahí deja de interesar para ofrecer más de lo mismo, sobre todo desde el momento en el que se van forjando las coordenadas para que en las próximas entregas estemos hablando de un justiciero en toda regla. Lástima que estas producciones que atraen a tantos y tantas adolescentes contengan aún soluciones tan machistas como convertir al villano en hipermusculado cuando habita un cuerpo de hombre, y en voluptuosas curvas cuando de mujer se trata.

OLA DE CRÍMENES Ni gracia ni intriga

España 2018 98 min.
Dirección Gracia Querejeta Guión Luis Marías Fotografía Ángel Amorós y David Omedes Música Federico Jusid Intérpretes Maribel Verdú, Miguel Bernardeau, Juana Acosta, Paula Echevarría, Antonio Resines, Asier Rikarte, Raúl Arévalo, Javier Cámara, Luis Tosar, Raúl Peña, Nora Navas, Montse Pla Estreno 5 octubre 2018

Sam Raimi dirigió en 1985, después de Posesión infernal, una comedia macabra titulada Ola de crímenes... ola de risas (Crimewave), donde una serie de macabros asesinatos provocaban la risa hilarante del espectador, en un ambiente entre el cómic y el slapstick lleno de humor negro y gamberro. Algo parecido pero con hechuras de comedia burguesa madrileña (aunque se ambiente en Bilbao), prometía esta primera incursión abierta en el género de la hija del más importante y famoso productor que hemos tenido en este país. En su cuarta colaboración con Maribel Verdú, Gracia Querejeta se entrega definitivamente al cine más comercial con peaje en la televisión, tanto por el origen de su producción, Mediaset, como por sus formas directamente importadas de las inefables comedias domésticas del medio. Pero no sabe manejar las coordenadas del género más que en modo piloto automático, sin aportar ni mejorar nada. Confía su éxito al guión de Luis Marías, con ecos de Todo por la pasta, y al lujoso elenco que se ha prestado, imaginamos por sustanciosas nóminas, a dar vida a la galería de personajes imposibles que desfilan por la pantalla. Pero lo cierto es que ni hay ingenio en el guión ni buen oficio en sus histéricos y exacerbados intérpretes; y lo peor, no hay ola de crímenes hasta casi llegado el final y de forma tan abrupta como poco imaginativa y desde luego menos convincente. No funciona como comedia, sin pizca de gracia, ni como intriga, sin interés. Pero como todo no va a ser negativo, destacaremos los escenarios, desde una elegante y pulcra Ría de Bilbao al puente colgante que une Guecho y Portugalete, y los adolescentes Asier Rikarte, que interpreta al hijo de Maribel Verdú, y Miguel Bernardeau, hijo en la vida real de Ana Duato y que aquí es el enamorado con cara de embobao de la madre de su amigo. Ellos son lo más fresco de un reparto que no se cree lo que hace y que no ayuda a definir sus personajes, algo de lo que tampoco se ha preocupado su desganada directora.

martes, 9 de octubre de 2018

VIAJE AL CUARTO DE UNA MADRE La fuerza de la sinceridad

España 2018 90 min.
Guión y dirección Celia Rico Fotografía Santiago Racaj Intérpretes Lola Dueñas, Anna Castillo, Pedro Casablanc, Adelfa Calvo, Marisol Membrillo, Susana Abaitua, Ana Mena, Silvia Casanova Estreno en Festival de San sebastián 24 septiembre 2018; en salas comerciales 5 octubre 2018

Quien vio el cortometraje Luisa no está en casa apreciaron una especial sensibilidad en la joven directora sevillana, natural de Constantina, Celia Rico. Una sensibilidad que ahora corrobora su primer largometraje, esta delicada crónica sobre la relación de una madre y una hija rotas por el dolor de la pérdida y dispuestas a afrontar la vida por separado, con todos los sacrificios y renuncias que comporta, pero también con las oportunidades que conlleva para volver a ilusionarse con la vida. Lola Dueñas interpreta, con su proverbial facilidad para conectar con el público, a una madre joven que malgasta su vida encerrada en las cuatro paredes de su casa de pueblo, devorando series de televisión y haciendo trabajitos de costura para completar una pensión de viudedad. Anna Castillo, una de nuestras actrices más frescas y naturales, es su hija, conminada a compartir esa vida grisácea y sin esperanza, que un día despierta y decide echar a volar. Atenta a todos los matices y detalles, sin saturación de diálogos, más pendiente de los gestos, Rico demuestra dominar el lenguaje cinematográfico, la imagen, sin necesidad de ningún alarde técnico ni narrativo, ciñéndose a la naturalidad y la verdad que transpira su historia, mostrándose sincera por encima de todo. Y lo hace para hablarnos de ternura, comprensión y esperanza ante una vida que hemos de llenar con ilusión y alegría, aceptando el devenir de las cosas, sintiéndonos satisfechos y satisfechas y cerrando las puertas del pasado más que para entreabrirlas de vez en cuando con el fin de recordarlo sin revivirlo. Alrededor de ellas dos, que protagonizan uno de los más hermosos y brillantes duelos interpretativos que recordamos en nuestro cine en mucho tiempo, un gran elenco de secundarios que sin estridencias ni sobreactuaciones hacen que todo respire la misma naturalidad y sinceridad que la joven realizadora se ha propuesto imprimir en su reveladora y emotiva historia. El resultado es una de las experiencias emocionales más conseguidas de nuestro cine en los últimos años y una firme candidata a cosechar éxito y premios. Sólo le falta una mejor distribución para que llegue a un mayor y más variado público.