lunes, 1 de octubre de 2018

GIRL ¡Quiero un cuerpo para bailar!

Bélgica-Países Bajos 2018 100 min.
Dirección Lukas Dhont Guión Lukas Dhont y Angelo Tijssens Fotografía Frank van den Eeden Música Valentin Hadjadj Intérpretes Victor Polster, Arieh Wrothalter, Valentjin Dhaenens, Oliver Bodart, Tijmen Govaerts, Katelijne Damen Estreno en el Festival de Cannes 12 mayo 2018; en España 28 septiembre 2018; en Bélgica 17 octubre 2018

El joven Lukas Dhont ha triunfado con su debut en el largometraje, logrando varios premios en la sección Un certain regard del pasado Festival de Cannes y haciéndose con el Premio del Público a la mejor película europea en el recientemente clausurado Festival de San Sebastián. Y es que su película es una mirada sensible y hasta cierto punto novedosa del tema del cambio de sexo, su aceptación y el juego de roles en una sociedad todavía tan estructurada en géneros, clases y etnias como la de esa Europa que se cree moderna y avanzada. Y puede que hasta cierto punto lo sea, no en vano la película recuerda irremediablemente, aunque en otro registro completamente diferente, a ese Billy Elliot que hoy convertido en musical nos contaba la historia de un niño que quería triunfar como bailarín y los obstáculos que encontraba en su camino, especialmente por parte de un padre irracional e incapaz de entender más allá de una cultura fuertemente castradora, tan influida por la religión. Afortunadamente en estos cuarenta años transcurridos entre la era Thatcher en que se ambientaba la cinta de Stephen Daldry y la película de Dhont, las cosas han cambiado mucho. Tras una primera mitad que a muchos nos parece idílica, con padre completamente entregado a la felicidad de su hija, una sociedad tan ajena a una Iglesia que cuanto más desapegado se está de ella más fácil es alcanzar la felicidad y el bienestar espiritual, y un proceso de aceptación e inminente intervención quirúrgica que parece hacer las delicias de una joven atrapada en un (bello y estilizado) cuerpo de hombre, la cinta se adentra en su segunda parte en los lugares comunes del género, como queriendo denunciar que aún queda mucho camino por recorrer. La crueldad circundante, ya sea inconsciente como en el caso de las compañeras de ballet, o tan consciente del hermano pequeño cuando se enfurece, hace su aparición, mientras la protagonista va experimentando graves problemas de aceptación que le hacen incluso adoptar comportamientos tan llenos de impostura como de dolor interior. Puede que éste tuviera que ser el camino elegido para dar sentido al film, pero a algunos nos hubiera encantado que se mantuviera un espíritu de celebración que justificara todavía más la rotunda necesidad de dejar vivir y facilitar la mejor vida posible a nuestros semejantes, recreando esa sociedad libre, independiente y desprejuiciada que ha de servir de base y fundamento para esa felicidad exigua y caduca a la que sólo podemos aspirar en una vida que se nos antoja tan limitada. Pero eso hubiera sido otra película. A destacar la excelente interpretación del bailarín Victor Polster, y la entrañable relación de su personaje con su padre taxista, así como la capacidad de Dhont para hacer de su debut un ejercicio muy carnal, en el que el espectador sea capaz de experimentar los cambios y las limitaciones con las que cuenta esta Girl tan deliciosamente particular.

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