lunes, 15 de octubre de 2018

CLÍMAX El vicio de la provocación

Francia 2018 95 min.
Guión y dirección Gaspar Noé Fotografía Benoît Debie Intérpretes Sofia Boutella, Romain Guillermic, Souheila Yacoub, Kiddy Smile, Claude Gajan, Giselle Palmer, Taylor Kastle, Thea Carla Schott, Sharleen Temple, Lea Vlamos, Alaia Alsafir, Kendall Mugler Estreno en Festival de Cannes 13 mayo 2018; en Francia 19 septiembre 2018; en España 11 octubre 2018

El director de Irreversible mete a un puñado de jóvenes en un local apartado en medio de un bosque; dice que son los noventa del siglo pasado, con el fin de analizar desde su óptica de presunto creador los efectos devastadores del LSD. El pretexto es el ensayo de un conjunto coreográfico cuyos integrantes han sido presentados previamente a modo de preludio en lo que ya parece una declaración de intenciones. Con la cámara fija en la pantalla de una televisión de la época, rodeada de películas en una estantería entre las que se pueden distinguir títulos como Suspiria o Un perro andaluz, seguramente dejando caer cuáles son las posibles influencias de este experimento audiovisual, se van presentando algunos y algunas de los participantes de esta rave party y sus motivaciones para bailar y formar parte de un colectivo. A partir de ahí Gaspard rueda sin demasiado glamour un sensacional baile en el que los cuerpos se retuercen y compenetran para crear una especie de desfile catárquico que deviene en una convencional fiesta con la que el director comienza a pretender incomodarnos. Lo hace a partir de conversaciones supuestamente transgresoras, ahora que la palabreja está tan de moda, sin demasiado éxito... harían falta otras cosas para escandalizar hoy en día, afortunadamente. A partir de ahí una intencionada intoxicación de LSD provoca el caos y la violencia, dando rienda suelta al realizador para intentar sumergirnos en la vorágine que supondría sufrir en propias carnes los efectos de la droga. Lo cierto es que el giro sirve a Noé para desmadrarse hasta el infinito y agotarnos hasta la náusea. Todo ello encerrado en un pretendido tour de force con ambición videocreativa y artística, en la que en última instancia lo que más nos interesa es el baile espasmódico de sus jóvenes intérpretes, entre las que se encuentra la ya internacionalmente conocida Sofia Boutella (La momia, Atómica) y el emplazamiento aleatorio de los títulos de crédito, los finales al principio y los principales a mitad con rótulos luminosos y espectaculares y combinando a los actores y actrices con los intérpretes de las canciones disco y tecno que suenan en la pantalla. Está claro que haberse codeado con Leo Carax y Kenneth Anger ha hecho sus estragos, pero a Noé, reconocido en Cannes con el premio Art Cinema en la Quincena de Realizadores y en Sitges con el de mejor película, el delirio y el factor sorpresa de sus influencers le supera.

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