miércoles, 30 de octubre de 2019

DIECISIETE Lo mejor de Sánchez Arévalo desde su debut

España 2019 100 min.
Guion y dirección Daniel Sánchez Arévalo Fotografía Sergi Vilanova Música Julio de la Rosa Intérpretes Biel Montoro, Nacho Sánchez, Lola Cordón, Íñigo Aranburu, Itsaso Arana, Kandido Uranga, Carolina Clemente, Jorge Cabrera Estreno en Netflix 18 octubre 2019

Es una lástima que uno de los mejores films españoles del año se haya estrenado solo en una plataforma digital con paso previo efímero y discreto por algunas salas selecionadas del país. Cabía esperar que Daniel Sánchez Arévalo regresara por fin al tono y el estilo que le dio fama hace más de una década con AzulOscuroCasiNegro, después de embarcarse en una serie de decepcionantes comedias tan convencionales como estridentes, desde Gordos a En tu cabeza pasando por La gran familia española y Primos, quizás la más simpática de este lamentable lote, y sin conocer la multitud de cortometrajes que ha seguido rodando entre medias.
 
Diecisiete es una tierna y conmovedora historia de aprendizaje y redención en la que dos hermanos aprenderán a conocerse mejor, convivir y respetarse en un viaje iniciático con abuela y perrro como pretextos. Una caravana recorre los bellísimos y auténticos paisajes de Cantabria al ritmo que le marcan un joven con síntomas de autismo que se ha escapado del centro de reclusión para menores en el que se encuentra por una serie de delitos menores, y su hermano, un joven con sensación de fracaso laboral, sentimental y existencial, cuyo carácter agrio contrasta con un buen corazón y una considerable generosidad, tan insólita para él mismo como para sus curiosos acompañantes.
 
El guión se introduce con naturalidad a pesar de su evidente elaboración en un conjunto nada rancio y con vocación sentimental que bebe directamente de las road movie americanas, pero introduciendo matices de nuestra propia idiosincrasia que la alejan convenientemente de su modelo. Impecables los dos protagonistas, mientras el resto del elenco contribuye a dar frescura con su complicidad a un producto que se ve y disfruta con entusiasmo y emoción. También Julio de la Rosa encuentra el tono justo para ilustrar con su música este cuento moderno sobre el respeto, la comprensión, el calor humano y la solidaridad, en el que cabe también una lúcida reflexión sobre la levedad de la muerte, tan inevitable como consustancial a la propia vida.

ELISA Y MARCELA Una historia sorprendente mal aprovechada

España 2019 129 min.
Dirección Isabel Coixet Guion Isabel Coixet y Narciso de Gabriel Fotografía Sofía Oriana Infante Intérpretes Natalia de Molina, Greta Fernández, Sara Casasnovas, Tamar Novas, María Pujalte, Francesc Orella, Lluís Homar, Jorge Suquet, Manolo Solo Estreno en Netflix 7 junio 2019

Después de la luminosa y elegante La librería, Isabel Coixet se embarca en un proyecto poco personal en su acabado a pesar de tratarse de una historia cuya salida a la luz debemos tanto a la directora que parece se trate de un proyecto muy personal en el fondo. El primer matrimonio entre dos personas del mismo sexo en nuestro país, Marcela Gracia Ibeas y Elisa Sánchez Loriga, tuvo lugar sorprendentemente a principios del siglo XX, claro que para ello una de las mujeres tuvo que travestirse de hombre y engañar a párroco y público.
 
Sin duda se trata de una historia que merece contarse, tan insólita que requiere de un tratamiento lo suficientemente hábil e ingenioso como para convencer tanto como sorprender. En manos de Coixet se ha quedado en mero testimonio, frío y con poca alma, sobre un amor no imposible pero sí difícil, el mismo que debieron sufrir durante décadas miles de personas aquí y en nuestro entorno. La sinrazón y el tormento infligido por religiones y costumbres debiera haberse visto reflejado con más entusiasmo y fuerza en una cinta cuyo largo metraje ya merece un considerable esfuerzo. Su ambientación y fotografía en un blanco y negro que no aprovecha sus texturas y claroscuros, no acaban tampoco de cuajar en un film de erotismo solapado aunque con la originalidad de entremeter pulpos por aquello de situarse en tierras gallegas.
 
Las protagonistas cumplen con oficio, especialmente una Natalia de Molina aceptablemente convincente como hombre, mientras los episodios que transcurren en Portugal resultan bastante imposibles, incluido un Manolo Solo que se esfuerza en portugués. La historia merece contarse, pero Coixet no le saca jugo y ofrece un producto discreto cuando no directamente mediocre.

lunes, 28 de octubre de 2019

PARÁSITOS Posiblemente la película más sorprendente del año

Título original: Gisaengchung
Corea del Sur 2019 132 min.
Dirección Bong Joon-ho Guion Bong Joon-ho y Jin Won Han Fotografía Hong Kyung-pyo Música Jaeil Jung Intérpretes Song Kang-hoo, Jo Yeo-jeong, Park So-dam, Choi Woo-sik, Lee Sun-kyun, Park Seo-joon, Jung Ji-so, Lee Jeong-eun, Jang Hye-jin, Jung Hyun-jun, Park Myeong-hoon Estreno en el Festival de Cannes 21 mayo 2019; en Corea del Sur 30 mayo 2019; en España 25 octubre 2019

Con una Palma de Oro en Cannes bajo el brazo, Bong Joon-ho insiste en hacer metáfora a partir del cine de género, diseñando un mundo de pobres y ricos en el que la lucha de clases y la desigualdad se convierten en el eje y motor de una desgracia e incluso una catástrofe. Ya lo hizo en la extraordinaria Snowpiercer, donde un tren permanentemente en marcha en un mundo apocalíptico y congelado reflejaba esta desigualdad y a la vez equilibrio entre castas y clases sociales. La metáfora se traslada ahora de manera precisa y ejemplar a una mansión de diseño, donde dos familias, y hasta tres, convergerán creando una atmósfera irrespirable e inquietante en la que resulta fácil sumergirse, implicarse y hasta identificarse.

Los parásitos del título se convierten así en reflejo de una realidad social preocupante, y de paso se granjean nuestra simpatía y complicidad. Con mucha habilidad e ingenio y un guion ejemplar, el director de Crónicas de un asesino en serie consigue combinar diversos géneros, de la comedia al terror pasando por el drama social, el thriller y el cine de acción con una naturalidad pasmosa, prácticamente sin que el espectador note que la narración está cambiando de registro continuamente.

Comedia coral, cine catastrofista, denuncia política y social, tensión que apunta incluso al país vecino... son muchas las ideas que la película maneja con gracia y habilidad, no exenta de profundidad y lucidez. La fluidez narrativa, su excelente dirección artística y, sobre todo, unos intérpretes en estado de gracia, comandados por el actor fetiche de Joon-ho, Song Kang-hoo dando vida al padre de familia cuya picaresca motivará los diferentes episodios que se van sucediendo, logran un film extremadamente disfrutable que se ha convertido con justicia quizás en lo más sorprendente del año.

EL SILENCIO DE LA CIUDAD BLANCA Bochornoso ejercicio de género

España 2019 110 min.
Dirección Daniel Calparsoro Guion Roger Danés y Alfred Pérez Fargas, según la novela de Eva García Sáenz de Urturi Fotografía Josu Inchaustegui Música Fernando Velázquez Intérpretes Belén Rueda, Javier Rey, Aura Garrido, Manolo Solo, Álex Brendemühl, Rubén Ochandiano, Pedro Casablanc, Kandido Uranga, Ramón Barea, Álex Monner, Sergio Donado, Itziar Ituño, Richard Sahagún Estreno 25 octubre 2019

Daniel Calparsoro empezó con buen pie en plena década de los noventa del siglo pasado con películas como Salto al vacío o Asfalto, que hacían presagiar un género de acción y drama social netamente español. Pero con el tiempo ha ido degenerando en una especie de irregular artesano del cine de acción, imitando formas y estilos del género procedentes del cine americano, al que en este tipo de producciones es difícil hacerle sombra. Así, cintas como Invasor, Combustión o Cien años de perdón no son sino sucedáneos más o menos aceptables pero a los que siempre les falta ese algo que hace de un film fallido otro estimable.

Parece que el cine español anda empeñado en rescatar ese cine de asesinos en serie que películas como El silencio de los corderos o Seven pusieron de moda en aquella década en la que precisamente debutó Calparsoro. Y si hace una semana lamentábamos el mal resultado artístico de la última película de Gerardo Herrero, El asesino de los caprichos, ahora tenemos que revolvernos porque ésta es aún peor, ya que además de tener los defectos de la otra y algunos más, es pretenciosa. Basada en la novela homónima de la escritora vasca Eva García Sáenz de Urturi, todo un best-seller en el que se combina misterio y crimen con patrimonio cultural, algo muy de moda en nuestra literatura de evasión más actual, la película no acierta ni a describir ambientes ni personajes ni situaciones, y acaba siendo un amasijo de momentos ridículos hasta el bochorno

Solo la imagen de spot turístico de Álava y el ritual de los crímenes se salvan de un conjunto con personajes acartonados, emociones dispersas y poco o nada convincentes, clichés y escenas de acción (carreras a pie) de auténtica vergüenza. Encima Aura Garrido debió simultanear el rodaje de este film con el de Herrero, porque exhibe la misma imagen y tipo de personaje, como si el suyo fuera una continuación igual de malogrado que el de aquella película. Y lo peor es que Eva García escribió una trilogía...

CICLO DE CÁMARA DE LA ROSS: ELEGÍAS DESDE EL INFIERNO

Concierto nº 1 del XXX ciclo de música de cámara ROSS-ELI. Tatiana Postnikova, piano. Paçalin Zef Pavaci, violín. Luiza Nancu, violonchelo. Piotr Szymyslik, clarinete. Programa: Trío elegíaco nº 1 en Sol menor, de Rachmáninov; Cuarteto para el fin de los tiempos, de Messiaen. Espacio Turina, domingo 27 de octubre de 2019 

Celebramos el lleno casi absoluto del Espacio Turina para dar la bienvenida a una nueva temporada del ciclo de música de cámara de la Sinfónica de Sevilla, en la misma medida que lamentamos que hace unos días en este mismo recinto apenas unas cincuenta personas atendieran al magnífico conjunto francés Danel interpretando tres de los cuartetos de Shostakovich, ciclo imprescindible de la literatura musical del siglo XX del que son especialistas. Una vez más nos encontramos ante el desconcierto que provoca el público sevillano ante la música seria, de la misma forma que no nos explicamos la escasa audiencia que obtuvo el recital de Piotr Beczala la noche del pasado sábado.

Tras la saludable presentación y bienvenida que del ciclo hizo Richard Johnson, copropietario de English Language Institute, patrocinador del ciclo, el esfuerzo de Rafael Gómez, jefe de producción de la orquesta, para presentar las obras él mismo y de forma tan elocuente y no provocar así la desconcentración de los intérpretes frente a una obra tan emocionalmente comprometida como la de Messiaen, se vio malogrado por una desaprensiva madre, la vocecita de su bebé y la consiguiente escapada al trote, que enturbió e incluso interrumpió el solo de clarinete en el que consiste el Abismo de los pájaros del Quatour pour la fin du temps. En este punto Piotr Szymyslik merece un especial reconocimiento por salvar el escollo y ofrecernos aquí y en los demás movimientos en los que intervino un muy depurado estilo, flexible fraseo y melancólica expresividad. Junto al resto se ofreció una versión más que correcta de la célebre página, aunque sin llegar al grado de congoja que ha de suscitar. Quizás fuese la Alabanza a la Eternidad de Jesús, responsabilidad absoluta de Luiza Nancu al elegíaco y etéreo violonchelo y de Postnikova martilleando lenta y tenuemente el piano, el punto álgido y más conmovedor de esta versión.

En el resto Pavaci y sus colegas lograron una interpretación aseada, quizás menos impulsiva y nerviosa de lo deseable en los pasajes más agitados de esta pieza compuesta y estrenada en el infierno, el Stalag VIIA, un campo de concentración nazi. Después del mensaje de esperanza que propugna el último movimiento, Confusión del Arco Iris para el ángel que anuncia el fin del tiempo, no pegaba ninguna propina, aunque fuera un tango judío. Antes, violín, violonchelo y piano ofrecieron una medianamente apasionada interpretación del primero de los dos Tríos Elegíacos que un joven Rachmáninov compuso en 1892, donde el piano adopta el rol dominante, una Postnikova capaz de dar el matiz arrebatado que la pieza exige y que tuvo en la cuerda un acompañamiento simplemente correcto, más en el chelo que adopta la expresión vocal, que en un violín puntualmente desentonado que no logró en términos generales la textura adecuada a la gramática de la obra.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

domingo, 27 de octubre de 2019

PIOTR BECZALA EN EL MAESTRANZA. LA MÚSICA HECHA SENTIMIENTO

Piotr Beczala, tenor. Sarah Tysman, piano. Programa: Canciones de Ruggero Leoncavallo, Mieczislaw Karlowicz, Antonín Dvorák, Francesco Paolo Tosti, Ernesto de Curtis y Cesare Andrea Bixio, y arias de Rimski-Kórsakov, Giacomo Puccini, Giuseppe Verdi, Jules Massenet y Georges Bizet. Teatro de la Maestranza, sábado 26 de octubre de 2019

Quienes de alguna manera, en mayor o menor medida, nos sentimos responsables de generar interés por la música en esta ciudad, y no nos cansamos de divulgar sus veleidades, ya se trate de organizadores o cronistas, sentimos una gran decepción y una terrible sensación de fracaso cuando ante un espectáculo tan esperado, una cita en principio tan ineludible como ésta, el aforo del teatro presenta un aspecto tan desvalido, con apenas la mitad de las butacas ocupadas. Piotr Beczala anda de gira por nuestro país; ha cantado en Valencia y La Coruña y aun le queda hacerlo en Zaragoza y Gerona. Su presencia aquí vino a paliar levemente la carencia de grandes nombres que sigue azotando la programación del principal coliseo andaluz, por lo que no se entiende el escaso interés que ha suscitado entre el melómano sevillano que, sin embargo, no duda en llenar una y otra vez otras propuestas locales ancladas muchas veces en la costumbre y la monotonía. Que también está muy bien, que hay población de sobra para que todo tenga su espacio y lugar, pero no nos lo explicamos, y ya no se sabe qué hacer.

Beczala acudió acompañado por una delicada pianista, la francesa Sarah Tysman, que en todo momento arropó su canto con oficio y profesionalidad, acariciando las teclas o pulsándolas con autoridad según procedía, pero manteniendo cierta discreción y un respeto absoluto hacia el protagonismo absoluto de la voz, sin empañarla. Beczala repitió la fórmula que viene desarrollando desde hace tiempo en sus recitales, que es combinar canción italiana con piezas polacas y arias de ópera, aunque también suele cultivar la opereta que aquí nos ahorró. Lo más destacable de su voz y estilo es un torrente impresionante, una voz ancha y muy bien colocada que emite con generosidad y una potencia descomunal, y una capacidad extraordinaria para hacer de la música puro sentimiento, con una sensibilidad y un buen gusto desbordante. Frente a eso, unos puntuales fallos técnicos no afectaron al resultado magistral del conjunto.

Arrancó a todo gas con una Mattinata de Leoncavallo rutilante, en el que ya destacaron esas inmensas facultades apuntadas en emisión y potencia, haciendo gala de un precioso timbre, sedoso, aterciopelado y con una extraordinaria homogeneidad de registro. Una voz que ha madurado considerablemente en estos más de veinte años de carrera, de tenor eminentemente ligero y lírico a otro discretamente dramático, que le permite abordar con éxito roles como el Lohengrin de Wagner. También cantó en estilo aunque algún exceso de seriedad las canciones napolitanas de Tosti, especialmente una soberbia Ideale, entonada con elegancia y muy buen gusto, o el famoso Torna a Surriento de Curtis y la Mamma que Bixio compuso para animar a las tropas musolinianas. Muy sentimentales resultaron las preciosas canciones del maestro polaco del poema sinfónico Mieczislaw Karlowicz, combinando autoridad con un exacerbado intimismo y unos soberbios pianissimi de considerable calado emocional. En el mismo registro abordó cuatro de las seis Canciones Gitanas de Dvorák, aun con el grato recuerdo que nos dejó Marta Infante en la pasada edición de las Noches en los Jardines del Alcázar. En sus manos resultaron acaso menos dulces, pero igualmente muy emotivas. Beczala es tan expresivo que evidenció su malestar frente a quienes insistían en aplaudir entre canciones sin dejar terminar el ciclo, y es que había poco público pero mucho poco informado.

El apartado operístico se saldó con muy buena nota, dejando claro por qué su cotización es alta y se lo disputan los mejores teatros del mundo. Aquí sueña con interpretar a Don José, y nosotros también. Pero de momento tuvo que conformarse con La fleur que tu m’avais jetée, que bordó y paladeó hasta el infinito. La popular Canción india de la poco frecuentada ópera Sadko de Rimski-Kórsakov se benefició de una prodigiosa línea de canto, delicada hasta un final en el que el empleo del falsete acabó en un incómodo quebranto de la voz. Impecables sus arias de Caravadossi, especialmente un E lucevan le stelle que provocó en su Tosca de Viena el verano pasado una tremenda ovación de varios minutos y el consabido bis. A Verdi le faltó sin embargo mayor desparpajo y más simpatía, evidenciando además en este aria de Ricardo de comienzo de Un ballo in maschera unos cambios de registro algo forzados, poco naturales. Su voz suave y aterciopelada derivó en unas arias de Massenet muy románticas y evocadoras, especialmente en La rêve de Des Grieux de Manon cantada con una profunda melancolía. Tras el Core ‘ngrato de Cardillo que cantó como propina, volvió a repetir el lapsus que tuvo en La Coruña con una canción polaca al olvidar la letra, lo que provocó la hilaridad en él y el público. Nos consta que en otras ocasiones, incluso en representaciones operísticas, ha tenido despistes parecidos. En fin, Beczala dejó su magnífica impronta en el Maestranza y muchos de los incondicionales del teatro se lo perdieron. Una lástima.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

sábado, 26 de octubre de 2019

JUAN GARCÍA REVALIDA EL MILAGRO DE LA CONJUNTA

IX Temporada de Conciertos de la Orquesta Sinfónica Conjunta Universidad de Sevilla-C.S.M. Manuel Castillo. Gabriel Rodero, violonchelo. Juan García Rodríguez, director. Programa: Obertura “Reina Regente”, de Fernando Palatín; Concierto para violonchelo, de Friedrich Gulda; La Mer, de Claude Debussy. Auditorio de la ETS de Ingeniería, viernes 25 de octubre de 2019

Hizo muy bien la Universidad de Sevilla en confiar el ya tradicional concierto de apertura del curso académico a un valor propio tan seguro como la Orquesta Sinfónica Conjunta, ese milagro musical que el nunca suficientemente reconocido Juan García Rodríguez ha moldeado hasta darle una personalidad propia y única. Hasta ahora siempre había sido la ROSS la encargada de ese honor, pero tras ocho temporadas demostrando su excelente nivel y probada solvencia, ya era hora de que fuesen las y los jóvenes integrantes de este jubiloso conjunto quienes dedicasen el mejor de los cumplidos a la institución que les vio nacer. Lástima que un año más tengamos que lamentar que nadie de entre tanto doctor y catedrático se dignase a presentar el evento, más teniendo en cuenta que la obra con la que arrancó es el fruto de la recuperación de nuestro patrimonio cultural, una empresa que exige cierta explicación.

El hoy prácticamente olvidado Fernando Palatín fue en su momento, finales del XX y principios del XX, un insigne agitador de la vida musical de Sevilla, como virtuoso violinista, competente compositor y fundador de la Banda Municipal, entre otras virtudes. Su Obertura Reina Regente la compuso en homenaje a los más de cuatrocientos hombres fallecidos en el naufragio de ese buque militar el 10 de marzo de 1895. Elogiado por la crítica nacional e incluso la francesa en su momento, en su reestreno oficial, tras un minucioso trabajo de recuperación, la pieza acusa cierto esquematismo y una gramática muy básica solo salvada en sus pasajes más líricos, en los que parece dejarse influir por una estética chaicosquiana. A la orquesta sirvió para calentar motores y ofrecer un contundente dramatismo y un eficaz lirismo en los pasajes apuntados. 

Extravagancia y contundencia

Como todo en la vida y obra del pianista y compositor austriaco Friedrich Gulda, su Concierto para violonchelo es una auténtica extravagancia que fusiona hip hop al más puro estilo de las series americanas de televisión de los setenta, con la estética del ländler centroeuropeo y ciertas reminiscencias del Renacimiento con visión romántica en su amable minueto. Mucho debieron disfrutar el joven violonchelista Gabriel Rodero y Juan García poniéndolo en pie, a la vista de sus continuos cambios de registro y ese aspecto general de broma musical que la pieza ofrece. García atenuó felizmente la participación de la batería en su Obertura, mientras Rodero consiguió un sonido homogéneo en toda la pieza y un fraseo a menudo vertiginoso y concentrado, sobre todo en Cadenza, aunque en ocasiones algunas notas se le fueran de las manos e incluso perdiera el tono. Más trabajo y disciplina resolverá esos pequeños inconvenientes en un intérprete que apunta más que maneras. Vientos y percusión estuvieron a la altura, sin obviar los habituales fallos técnicos en los difíciles metales.

Pero el milagro se consolidó en El mar de Debussy. Con unas y unos integrantes que cambian cada temporada, resulta inexplicable que el conjunto haya logrado un sonido tan personal e inequívoco, si no fuera porque se trata sin duda de un logro de su director, que ha sabido impregnar su estilo pujante y enérgico a cada plantilla concursante. Que una pieza tan compleja y controvertida como esta obra maestra de la literatura sinfónica francesa sonara tan bien y ajustada, y que se aportase la sensualidad, incluso sutil erotismo, y la atmósfera que demanda, es más que un milagro el resultado de una disciplina férrea y un control exhaustivo. Sin manierismos ni lirismos superfluos, García supo plasmar la grandeza inmensa de esta partitura, acertando en sus continuas gradaciones expresivas y sus puntuales turbulencias, equilibrando luz y oscuridad y logrando de todas las familias orquestales una respuesta satisfactoria, especialmente en el contrastante tercer movimiento, con sus fuerzas antagónicas evocando un naufragio. Todo un alarde de precisión y un triunfo más que añadir a una orquesta que, otra vez lo comprobamos, nos emociona.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

SECRETOS DE ESTADO Cuando la marioneta cobra vida

Título original: Official Secrets
Reino Unido-USA 2019 112 min.
Dirección Gavin Hood Guion Gregory & Sara Bernstein y Gavin Hood, según el libro de Marcia y Thomas Mitchell “The Spy Who Tried to Stop a War” Fotografía Florian Hoffmeister Música Mark Kilian y Paul Hepker Intérpretes Keira Knightley, Matt Smith, Ralph Fiennes, Adam Bakri, Matthew Goode, Rhys Ifans, Jeremy Northam, Indira Varma, Katherine Kelly, Tamsin Greig, Conleth Hill, Monica Dolan Estreno en el Festival de Sundance 28 enero 2019; en Estados Unidos 30 agosto 2019; en Reino Unido 18 octubre 2019; en España 25 octubre 2019

En los años setenta proliferaron películas que con aspecto de cine policíaco denunciaban conspiraciones políticas y escándalos de estado a partir de rigurosas investigaciones periodísticas. Realizadores como Sidney Lumet, Alan J. Pakula o Martin Ritt escribieron algunas de las más notables páginas en el género. Lo que llevamos de siglo ha dado ya lugar a muchas de estas historias sobrecogedoras que reflejan lo equivocados que estamos cuando pensamos que de verdad vivimos en democracia y que el pueblo es el soberano. La nueva cinta del oscarizado realizador sudafricano Gavin Hood (Tsotsi) parte del ambiente prebélico que se vivió en occidente a raíz del atentado de las Torres Gemelas. El empeño de Bush hijo por llevar a su país y a Europa a la guerra contra Irak, argumentando que este país contaba con un arsenal de armas de destrucción masiva, con el único fin de mantener la hegemonía de su país en el mundo y de paso dar salida a su primera industria, que es la armamentística (ya se sabe que Estados Unidos tiene que estar permanentemente enfrascado en alguna guerra), tuvo muchos episodios. Uno de ellos lo protagonizó una traductora del Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno Británico, que al tener acceso a un e-mail en el que se animaba a presionar a los inspectores de las Naciones Unidas para legitimar dicha intervención ilegal e irracional, decidió ponerlo en conocimiento del pueblo inglés y del mundo por extensión, asumiendo las graves consecuencias que dicha decisión pudiera acarrearle, por considerarse una traición al gobierno de Blair.

Asumiendo su condición de puro entretenimiento, el director de Espías desde el cielo dirige sus denuncias a varios frentes, empezando por la devaluación del periodismo de investigación y su progresivo acoplamiento al poder establecido, y terminando por la falta de legitimidad democrática de gobiernos que acaban haciendo literalmente lo que les da la gana, a la vez que ensalza la figura de la ciudadanía valiente y comprometida. Parte del problema reside en ese Estado de derecho llevado hasta las últimas consecuencias, que se ampara en leyes como las que en su momento dictó la administración Thatcher, o esa Constitución española intocable según qué interés, que obliga a encerrar en prisión a estadistas que no sin cierta razón acaban autoconsiderándose presos políticos.

Son los precios a pagar por esa supuesta libertad de la que todos y todas disfrutamos y que con nuestro voto ayudamos a pervertir hasta desembocar en estas conspiraciones y traiciones que deslegitiman nuestra voluntad. Hood dirige con oficio y capacidad resolutiva, según un guión escrito por un matrimonio y adaptado de un libro a su vez escrito por otro matrimonio, y es que el parentesco marital también tiene una considerable importancia en este relato basado en hechos reales del que no recuerdo tuviésemos apenas eco en nuestra prensa, mientras Aznar cultivaba de paso sus aires de grandeza. Un reparto ejemplar y una competente puesta en escena en la que fotografía, dirección artística y música contribuyen a captar la atención del espectador, logran un producto si no apasionante, al menos hábil para lograr que reflexionemos sobre muchas de las cuestiones que atormentan nuestra sociedad, y aquí ahora estamos obligados y obligadas a reflexionar mucho. La pena es que al final nos quede la sensación de que estas denuncias parten del mismo poder denunciado, son un lavado de cara y apenas un obstáculo para seguir haciendo lo que les da la gana.

viernes, 25 de octubre de 2019

LOS WAGNER Y DA COSTA EN CLAVE DE RÉQUIEM

XXX Temporada de Conciertos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Alexandre Da Costa, violín. John Axelrod, director. Programa: Concierto para violín y orquesta, de Siegfried Wagner; Idilio de Sigfrido y Preludio y Muerte de Isolda, de Richard Wagner. Teatro de la Maestranza, jueves 24 de octubre de 2019

El crítico no puede pretender ser objetivo en todo momento. Nuestro bagaje, nuestras ideas, gustos y experiencias marcan también nuestra forma de entender el arte. Por eso esta vez más que nunca me permitiré ser subjetivo y dejarme arrastrar por las emociones y los sentimientos. Ayer fue un día histórico en el que por fin reparamos parte de nuestro más oscuro pasado y recuperamos algo de la dignidad y la decencia que habíamos perdido. Casualmente la Sinfónica, en el primer programa de abono de su trigésima temporada, tocó obras de Richard Wagner y su hijo Sigfrido. Aunque el antisemitismo del gran compositor y operista es más que probado, nunca podremos saber cuál habría sido su relación con el nazismo de haberlo conocido; confiamos en que no hubiese sido de su agrado. Sin embargo son más evidentes las simpatías de su hijo por el ideario hitleriano, aunque falleciera antes del trágico auge del nacional socialismo en Alemania. Las influencias de su esposa le inculcaron esa tendencia. Por eso resulta paradójico que justo el día de la exhumación de Franco, una gota de alivio en el sufrimiento que millones de españoles han soportado los últimos ochenta años, en el Maestranza sonara música de quienes tanto han sido identificados con el fascismo, aunque fuera de manera involuntaria. Para mí sonó algo así como un Réquiem por las víctimas del totalitarismo, tanto tiempo olvidadas.
 
A falta de conocer otras obras suyas, sobre todo su Sinfonía, que es la más divulgada, y tras la audición de este Concierto para violín, llegamos a la conclusión de que la música de Siegfried Wagner es como una extensión de la de su padre, un regreso al Valhalla que mimetiza la atmósfera y voluptuosidad del genio, aunque en la parte solista suene más a Mendelssohn. Para interpretarlo, Axelrod tiró de uno de los concertinos invitados que tuvo la ROSS en tiempos de Halffter, el canadiense Alexandre Da Costa. Si no fuera porque ya entonces dejó prueba de su versatilidad al instrumento, diríamos que en este tiempo ha madurado hasta llegar a dominar todos sus resortes y recursos. Su continuo de violín estuvo magníficamente fraseado, lleno de matices y color, cabalgando con naturalidad y mucha sinceridad desde los aires elegíacos y etéreos de la primera parte de este concierto en un solo movimiento, hasta su más agitada y violenta segunda parte, que defendió con energía y empuje. La orquesta arropó con densidad considerable, haciendo justicia a la excelente orquestación de la pieza, tan bien construida como escasa en inspiración expresiva. Como propina, Da Costa brindó una preciosa versión con acompañamiento en forma de cuarteto del Aleluya de su paisano Leonard Cohen, tan válida y conmovedora como las sensacionales versiones con las que Anne-Sophie Mutter nos ha cautivado en su reciente disco junto a John Williams.
 
Axelrod atacó El idilio de Sigfrido con vehemencia y parsimonia, cuidando los detalles pero cayendo frecuentemente en la dispersión, lo que no ayudó a construir una versión sólida de la pieza. Tampoco el muy frecuentado Preludio y Muerte de Isolda llegó a sonar con suficiente sinceridad. La búsqueda permanente de trascendencia acusó falta de naturalidad, aunque no podamos negarle intensidad dramática en sus apabullantes crescendi. La orquesta sonó magníficamente, clara y precisa, mientras parte del público volvió a demostrar su impaciencia a la hora de aplaudir, malogrando la necesidad de respirar que tienen piezas como ésta al terminar.
 
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

jueves, 24 de octubre de 2019

CORO RIPIENO: JESUITAS CON ACENTO BRITÁNICO

The Ripieno Choir. Huw Morgan, director. Programa: Ad Maiorem Dei Gloriam (obras de Tomás Luis de Victoria, Cristóbal de Morales, Jacob Handl, Giovanni Croce, Orlando Gibbons, Thomas Tallis y Francisco Guerrero). Espacio Turina, miércoles 23 de octubre de 2019

Aunque fueron precisamente los conjuntos corales británicos quienes en un principio mostraron un creciente interés por la polifonía europea, con especial dedicación a la muy puntera música española de la época, sus maneras quedaron pronto obsoletas cuando se impusieron criterios de corte historicista y fueron los conjuntos franceses y españoles, entre otros, los que se encargaron de dar al género un aspecto más sobrio y adecuado. Aquí estamos muy acostumbrados y acostumbradas a escuchar este tipo de composiciones con cierto rigor y estética más acorde al estudio pormenorizado de la materia, por lo que acercarnos al repertorio de la mano de un conjunto tradicional y veterano en la línea más puramente ortodoxa británica, no deja de ser algo muy exótico.


Con un programa centrado en los Jesuitas a través de su divisa Ad Maiorem Dei Gloriam (A la mayor gloria de Dios), sorprende la media tan avanzada de edad que muestran los y las componentes de este conjunto vocal creado justo después de la Segunda Guerra Mundial, lo que en un principio pareció traducirse en voces poco firmes y destempladas, para solo unos minutos más tarde revelarse como perfectamente educadas y matizadas para, en su género, ofrecer una interpretación más que saludable de tan rico repertorio. Una manifestación que llevan paseando por ciudades como Córdoba y Granada y que tiene la cortesía de prestar especial atención a los tres grandes de la polifonía española, el madrileño Tomás Luis de Victoria y los sevillanos Cristóbal de Morales y Francisco Guerrero, no en vano los más insignes compositores del Renacimiento español y por extensión del mundo entero. Del primero las diecinueve voces convocadas (una femenina menos en la segunda parte) marcaron su carácter místico, destacando un exaltado Improperia a cuatro voces de especial calidad en su escritura y ejecución. Mientras de Morales, considerado el primer compositor español de fama internacional, destacó la transparencia vocal, y de Guerrero su gran belleza melódica en el Ave virgo sanctissima a cinco voces que cerró el programa.

El Coro Ripieno sobresalió en sus ricos juegos de armonía y contrapunto, felizmente colocados ellos de voces más agudas a las más graves, de izquierda a derecha, y ellas delante pero al revés, creando una sensación inequívoca de magia y misterio, lo que unido a su tendencia a la emoción y el sentimiento por encima del rigor y el misticismo, hizo que disfrutáramos de una experiencia singular, beneficiada por la espléndida acústica del Espacio Turina. Entre lo más destacable, un Adoramus te, Christe de Handl etéreo y encantador, o un sobrecogedor Agnus Dei de la Missa O quam gloriosum de Victoria, además de unas amables piezas de Gibbons o Tallis en su lengua vernácula. El concierto estuvo precedido de unas emotivas palabras de Arnold W. Collado, presidente de Juventudes Musicales de Sevilla, que organizaba el evento, en recuerdo de Emilio Galán, presidente de la Asociación Sevillana de Amigos de la Ópera, que nos dejó a principios de este año y a quien esta institución siempre ha visto como lo que era, un gran amigo y colaborador.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

miércoles, 23 de octubre de 2019

COMPORTARSE COMO ADULTOS Una denuncia contra la Europa antidemocrática

Título original: Adults in the Room
Francia-Grecia 2019 124 min.
Guion y dirección Costa-Gavras, según el libro de Yanis Varoufakis Fotografía Giorgos Arvanitis Música Alexandre Desplat Intérpretes Christos Loulis, Alexandros Bourdoumis, Ulrich Tukur, Josiane Pinson, Valeria Golino, Daan Schuurmans, Christos Stergioglou, Themis Panou, Cornelius Obonya, George Lenz Estreno en Festival de Venecia 31 agosto 2019; en Grecia 3 octubre 2019; en España 18 octubre 2019

En sus más de cincuenta años de carrera el director griego nacionalizado francés Costa-Gavras ha realizado una veintena de películas en las que ha abordado fundamentalmente temas políticos. Muy comprometido con la época que le ha tocado vivir, y desde una perspectiva siempre acorde a una justicia social de izquierdas, Costa-Gavras nos ha regalado películas tan imprescindibles como Z, Estado de sitio, Desaparecido, La caja de música, Amén o más recientemente El capital. Una filmografía producida siempre por el país que le ha acogido artísticamente, Francia, con la sola excepción de tres films realizados en Estados Unidos, y donde ha tratado temas imprescindibles para entender la deriva política, económica y social del pasado siglo y lo que llevamos de éste.
 
Era previsible que siendo griego y habiendo surgido en los últimos tiempos una figura tan relevante para la economía y la política de ese país, Yanis Varoufakis, tan acorde a sus propias ideas en relación a un mundo globalizado y fuertemente dominado por los poderes financieros, fijara su mirada en este controvertido analista y le dedicara una película. Lo que no era tan previsible es que a sus casi noventa años de edad, con un reciente premio de honor del Cine Europeo recogido en Sevilla en diciembre pasado, tuviera la lucidez suficiente para llevar a buen puerto una empresa tan difícil y compleja como es esta batalla entre quien fue mano derecha de Tsipras y el gran Goliat que representan las más altas instituciones europeas, una Troika integrada por la Comisión Europea, el Banco Central Europeo y el Fondo Monetario Internacional, con Mario Draghi, Christine Lagarde y Jean-Claude Juncker hábilmente representados en este difícil y complicado trabajo.
 
Se trata de poner en imágenes el controvertido libro de Varoufakis, Adults in the Room: My Battle with Europe’s Deep Establishment, donde relata su peregrinaje entre los países más influyentes en la resolución de la Gran Crisis del 2008, y los continuos varapalos que recibieron sus propuestas para salir de la enorme recesión que una deuda devastadora dejó en su maltrecho país, y de la que aún no se ha recuperado. Una situación en la que también nos encontrábamos, y todavía estamos pagando los efectos, Portugal, España e Italia (los PIGS con los que estos desalmados burócratas nos bautizaron), para quienes muchos de nosotros y nosotras la subida al poder en Grecia de un partido idealista de izquierdas como la Coalición de Izquierda Radical supuso un soplo de aire fresco y la esperanza de que un mundo mejor era posible. Pero ya se encargaron tecnócratas y burócratas, más preocupados por satisfacer las necesidades de las grandes entidades financieras que las del pueblo de los países democráticos que los sustentaban, de frustrar esta esperanza y corromper sus postulados.
 
Costa-Gavras dirige con mucha energía y sentido del ritmo esta amarga crónica de quien venía sobradamente preparado, intelectualmente y en la práctica, para resolver un problema que asfixiaba a la población, y se le impidió. El film no da tregua al aburrimiento y ofrece unas ideas muy claras de lo que quiere exponer, cómo y a costa de quiénes, esas instituciones no democráticas que dirigen la suerte de los países democráticos que las han instaurado. El resultado es un film brillante, realizado con el brío y la agilidad de una comedia, apostando por la tragicomedia clásica griega, de la que un buen exponente podría ser el coro final y su sarcástica coreografía, y privilegiándose de unas sensacionales interpretaciones y otra magnífica banda sonora de Alexandre Desplat.

lunes, 21 de octubre de 2019

EL ASESINO DE LOS CAPRICHOS Entretenimiento con apuntes y agujeros

España 2019 100 min.
Dirección Gerardo Herrero Guion Ángela Armero Fotografía David Omedes Música Vanessa Garde Intérpretes Maribel Verrdú, Aura Garrido, Roberto Álamo, Daniel Grao, Antonio Velázquez, Tamar Novas, Ruth Gabriel, Ginés García Millán Estreno en Festival de Sitges 7 octubre 2019; en salas comerciales 18 octubre 2019

Prolífico como productor y frecuente como director, Gerardo Herrero es uno de esos realizadores que entienden el cine no solo como un vehículo para contar historias sino también como un negocio, una industria de la que y con la que vivir, como antaño lo fueron otros en su momento poco distinguidos y hoy reivindicados, tipo Eloy de la Iglesia o José Antonio de la Loma. Herrero ha cultivado todo tipo de géneros, desde el bélico (Territorio Comanche, Silencio en la nieve), el drama (Los aires difíciles), la crónica feminista (Malena es un nombre de tango) y especialmente el thriller, con películas como Desvío al paraíso, El misterio Galíndez, El corredor nocturno o La playa de los ahogados. Pero curiosamente donde más destacó fue hace un par de décadas con un drama generacional más propio del cine de autor, Las razones de mis amigos.

A pesar de abundar las cintas de corte criminal en su filmografía, no parece encontrar el punto exacto para hacer de éstas productos suficientemente solventes y brillantes, y El asesino de los caprichos o Los crímenes de Goya como pretende distribuirse fuera de España, no es la excepción. Aunque se vislumbra su personalidad, abusa de clichés, y el personaje de Verdú es buena muestra de ello; apunta además muchas cuestiones de índole política al más puro estilo americano, que se quedan en la superficie y no aportan gran cosa, como tampoco lo hacen temas como la conciliación de la vida laboral y familiar, la ambición de los más ricos (en este caso los vecinos del barrio Salamanca de Madrid), ni la injerencia de la prensa en según qué casos. Sin embargo el buen oficio de Herrero y el hábil manejo de los recursos, aunque sin los convenientes alardes de forma, provocan que se trate de una cinta entretenida y con buen ritmo, que mantiene la intriga a pesar de vislumbrarse su resolución, lo que ya es más que la media en este tipo de producciones que nuestro cine apenas sabe encarar con éxito.

El guión de Ángela Armero, curtida en televisión (Hospital Central, Velvet) y que ahora espera el estreno de la muy publicitada comedia Si yo fuera rico, está lleno de ridiculeces ya desde la propia escenificación de los crímenes. Con todo, su vocación de mero entretenimiento, la recuperación del cine de asesinos en serie tan de moda hace veinte años y que siempre ha contado con el favor del público, y cierto empoderamiento de la mujer, aunque el personaje de Verdú exhiba una condición masculinizada, hacen que el film se vea con cierto agrado y no demasiada insatisfacción.

ÁLVAREZ LOSADA Y RIERA GOMILA: UN PAÍS PARA RECORRERLO

José Manuel Álvarez Losada, violín. Andreu Riera Gomila, piano. Programa: Sonata nº 1 Op. 51, de Turina; 1er Cuaderno de Sonetos, de Toldrá; Introducción y Tarantella Op. 43, de Sarasate; Somieig, de Mercé Pons; Sol ixent: Preludio capriccioso, de Antoni Martorell; Canto y danza andaluza, Habanera, Danza argentina y 2ª Guajira, de Manuel Quiroga. La Casa de los Pianistas, domingo 20 de octubre de 2019

La Casa de los Pianistas continúa demostrando un alto nivel de exigencia programando tan excelentes músicos como los que nos acompañaron ayer noche en su sede de la calle Cano y Cueto. Subvencionado por el Instituto de Estudios Baleáricos, el concierto giró en torno a dos competentes compositora y compositor mallorquines, arropados por otros autores del pasado siglo y el anterior con voces propias y sensibilidades tan diversas como solo un país multicultural puede ofrecer. Aunque teniendo en cuenta la época en la que surgieron algunas de las obras propuestas, predominaron aires populares y folclóricos más relacionados con el sur que con el resto de una geografía muy bien representada por los músicos invocados.

El violinista gallego José Manuel Álvarez Losada y el pianista mallorquín Andreu Riera provienen del profesorado del Conservatorio de las Islas Baleares, donde tienen por compañera a la querida y admirada compositora Mercé Pons, cuyo Somieig sonó dulce y apacible como ese mar en calma donde se balancean las algas que inspiró a la autora, si bien como lengua universal que es la música, puede sugerir en el oyente un sinfín de otras sensaciones. Para ello Riera al piano y Losada al violín se emplearon a fondo trabajando la sutileza y la delicadeza con decisión y ahínco. En el otro extremo, Sol ixent, el Preludio capriccioso del franciscano Antoni Martorell, de quien en boca de Riera supimos que estudió composición con Morricone y fue organista favorito en el Vaticano, es una obra juguetona y alegre con la que Losada exprimió un instrumento al que sometió a todo tipo de figuras retóricas.

La clave de una buena interpretación de música de cámara reside, además de en el talento de los intérpretes, en una buena conjugación y acoplamiento de los mismos. Losada y Riera cumplieron perfectamente este precepto y nos ofrecieron estupendas versiones de piezas tan dispares como la primera de las dos sonatas de Turina, un detalle para la ciudad que lo vio nacer, con un trabajo expresivo de hondo romanticismo tanto al teclado como en un muy bien paladeado violín, especialmente destacable en el aire cantable del movimiento lento. Losada hizo alarde de un espléndido virtuosismo técnico en las piezas de Sarasate, donde solo desfalleció levemente en la transición entre la contenida Introducción y la desatada Tarantella. Así mismo destacó en las cuatro obras elegidas del también virtuoso Manuel Quiroga, paisano del joven Losada, apellido éste que también coincide con el segundo de este célebre violinista y compositor de primera mitad del siglo XX. Pero aquí la parte de piano está más elaborada y Riera pudo también lucir su dominio técnico y expresivo al teclado, mientras el violín echó mano de todo tipo de recursos, arpegios, armónicos, dobles cuerdas… recreando así el espíritu colorista lleno de ritmo y pasión de las obras que Quiroga compuso inspirándose en regiones de España y América Latina. Los muy hermosos sonetos que integran el primer cuaderno del compositor catalán Eduard Toldrá sirvieron para exhibir una considerable expresividad, con especial mención al creciente y fervoroso temperamento que se aprecia en el Ave María, y que los músicos resolvieron con calidez y un fraseo claro y limpio. Los aplausos de la escasa veintena de asistentes sonaron casi como los ánimos que abarrotaban el Sánchez Pizjuán a esa misma hora.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

sábado, 19 de octubre de 2019

MALÉFICA: MAESTRA DEL MAL ¡Guerra para niños!

Título original: Maleficent: Mistress of Evil
USA 2019 118 min.
Dirección Joachim Rønning Guion Linda Wolverton, Micah Fitzerman-Blue y Noah Harpster Fotografía Henry Braham Música Geoff Zanelli Intérpretes Angelina Jollie, Michelle Pfeiffer, Elle Fanning, Harris Dickinson, Ed Skrein, Chiwetel Ejiofor, Sam Riley, Robert Lindsay, David Gyasi, Juno Temple, Lesley Manville, Imelda Staunton, Jenn Murray Estreno en Estados Unidos y España 18 octubre 2019

Empeñada en engordar sus cuentas bancarias, Disney continúa su particular descenso a los infiernos produciendo películas como churros en todas sus vertientes, los superhéroes de Marvel, los galácticos del muy cabreado, dicen, George Lucas, y las revisiones de sus clásicos imperecederos, que lo son porque pertenecen a otra época con otros valores, y que hoy pretenden meternos con vaselina en forma de hipócrita pátina de modernidad para que no lo notemos mucho.

Maléfica sigue siendo la buena de la función, aunque el título pretenda despistarnos. Es la incomprendida y la diferente, que esta vez encuentra a su pueblo, oprimido, y hace justicia frente a una reina blanca que representa a esos lobos con piel de cordero que manejan nuestros destinos. Con estas consideraciones Disney se toma en serio un espectáculo que solo son fuegos artificiales manejados por alguien, un director noruego, que ha demostrado pericia y sumisión en títulos como Piratas del Caribe: La venganza de Salazar y Kon-Tiki, y aquí apenas hace otra cosa que someterse a los designios de las películas de superhéroes en su vertiente rosa, no vaya a ser que confundamos géneros, el dominio de los efectos visuales y la dirección artística por infografía propia de estas propuestas, a saber, entre colorista y directamente hortera.

La incoherencia emerge cuando un cuento infantil dirigido a jóvenes se convierte en una película de guerra sin cuartel, donde impera la violencia y la maldad, guiños incluidos al nazismo y el terrorismo fundamentalista, lo que la hace absolutamente inadecuada para los y las más jóvenes y desde luego para todos y todas las demás, por banal e insustancial. Ni siquiera la lucha entre consuegras tiene gracia, lo único que sí la tiene es cómo a Maléfica le pone el buenorro de Borra, un igual alado al que da vida el actor en alza Ed Skrein.

RETRATO DE UNA MUJER EN LLAMAS y de cuatro mujeres encerradas

Título original: Portrait de la jeune fille en feu
Francia 2019 120 min.
Guion y dirección Céline Sciamma Fotografía Claire Mathon Música Para One y Arthur Simonini Intérpretes Adèle Haenel, Noémie Merlant, Luàna Bajrami, Valeria Golino Estreno en el Festival de Cannes 19 mayo 2019; en Francia 18 septiembre 2019; en España 18 octubre 2019

Siempre interesada en el análisis sincero y profundo de la mujer y su sexualidad en un entorno contemporáneo, desde su primer título Lirios de agua hasta la muy celebrada Girlhood, pasando por la imprescindible Tomboy, donde la feminidad era rechazada por una niña que quería ser niño, la realizadora francesa Cèline Sciamma parece sentirse algo menos cómoda en un entorno histórico, en el ambiente de interior claustrofóbico y exteriores luminosos que retrata en ésta su primera incursión en el cine de época. Filma con precisión y ese preciosismo académico que se presupone en un film ambientado en el siglo XVIII, y más cuando de arte pictórico se trata, que parece que obligue a recrear las texturas de un cuadro, una hermosa y difícil relación entre dos mujeres, una pintora y la otra joven de la nobleza obligada a contraer matrimonio contra su voluntad. Un juego de miradas y complicidades, potenciado por el arte de la observación en que al fin y al cabo consiste la pintura de retrato, que anuncian casi desde el principio la atracción fatal que van a experimentar estas dos jóvenes, cuya incontestable belleza irradiará más luz durante el largo metraje que sus propias interpretaciones, a menudo forzadas.

Sciamma recrea ambientes y detalles con un preciosismo extraordinario, perceptible incluso en el mimo con el que la criada elabora y sirve sus guisos, mientras descuida otros como la música, con una improbable pieza vocal que un grupo de mujeres salidas no se sabe de dónde entonan en una particular fiesta nocturna y playera que parece reivindicar el feminismo a edades muy lejanas, o un Verano de las Cuatro Estaciones de Vivaldi interpretado en directo con escaso rigor historicista. Hechas estas salvedades, el mayor escollo con el que se tropieza esta cinta es su premioso ritmo, que malogra mayores posibilidades de conectar con un público que por el contrario sintoniza relativamente con el drama de estas dos jóvenes, una de las cuales, Adèle Haenel, fue La chica desconocida de los Hermanos Dardenne hace tres años, y apenas logra emocionarse con su particular fuego, encendido con poca mecha y escaso brío.

Con todo vuelve a relucir la sensibilidad de una directora comprometida, que con este film logró alzarse con el premio al mejor guion en el pasado Festival de Cannes, con un libreto que no solo presta atención a la relación amorosa de las dos protagonistas, sino también a la represión de la mujer que también sufren una madre en la que se atisba un desgraciado pasado que parece pretender repetir en una hija con un destino prescrito, y una sirviente obligada a emplear todas las primitivas tácticas a su alcance para reafirmar su independencia y libertad frente a un cuerpo sometido a las injusticias de la naturaleza. Nos encontramos pues ante el retrato premioso pero luminoso de cuatro mujeres atrapadas entre su fuerte naturaleza y personalidad y las convenciones impuestas por la ley del hombre y asumidas, como hoy todavía hacen millones de mujeres, como verdad absoluta o eso que horriblemente llaman lo normal.

jueves, 17 de octubre de 2019

GÉMINIS Un prodigio tecnológico, lo que no es poco

Título original: Gemini Man
USA-China 2019 117 min.
Dirección Ang Lee Guion David Benioff, Billy Ray y Darren Lemke Fotografía Dion Beebe Música Lorne Balfe Intérpretes Will Smith, Mary Elizabeth Winstead, Clive Owen, Benedict Wong, Linda Emond, Douglas Hodge, Ralph Brown, Ilia Volok, E.J. Bonilla, Victor Hugo, David Shae, Theodora Miranne Nervión Plaza 3D (miércoles 16) Estreno en estados Unidos y España 11 octubre 2019

La última película de Ang Lee es un milagro tecnológico que a buen seguro será un precedente en una nueva concepción de hacer cine. No cabe duda de que éste y no un guión cuya elaboración parece remontarse a hace algunos años, y cuyo resultado es lo más parecido a un desastre en cuanto a narrativa e interés, es el motivo que ha llevado al director de Tigre y dragón y Sentido y sensibilidad a perpetrar este irregular guiso.
 
Su manejo de la tridimensionalidad, felizmente resuelto en La vida de Pi, y de la tecnología 4K ya asumida en su anterior film, Billy Lynn, se combinan en este film en el que un personaje es recreado enteramente con tecnología digital sin que se note su irrealidad. De esta forma confluyen en pantalla dos Will Smith, el actual y el que debutó en El Príncipe de Bel Air, interactuando como si nada y sometiéndose a luchas tan espectaculares como la que protagonizan en moto a través de las calles y plazas de Cartagena en Colombia. Un alarde virtuoso de imagen y sonido que se percibe en cada fotograma, en la nitidez extrema de su imagen y en el ambiente fantasmagórico que tanta perfección irradia.
 
Su argumento, mil veces visto en variantes protagonizadas por Tom Cruise o Matt Damon, y con reminiscencias a aquel Looper con Bruce Willis y Joseph Gordon-Levitt interpretando el mismo papel, con mejores resultados narrativos, se convierte así en lo de menos, primando un acabado formal tan radiante que merece su visionado por encima de cualquier otra consideración, y que Lee maneja con la maestría de la que solo un grande es capaz. Claro que no deja de ser una pena que no se redondease y se acaben de perfilar las cuestiones sobre violencia e identidad que su guión pone sobre la mesa y podrían haber sido objeto de un análisis inteligente, lo que no ha ocurrido.

miércoles, 16 de octubre de 2019

LO QUE ARDE Más allá del corazón del bosque

Título original: O que arde
España-Francia-Luxemburgo 2019 89 min.
Dirección Oliver Laxe Guion Oliver Laxe y Santiago Fillol Fotografía Mauro Herce Intérpretes Amador Arias, Benedicta Sánchez, Iván Yañez, Elena Mar Fernández, Inazio Abrao Estreno en el Festival de Cannes 21 mayo 2019; en España 11 octubre 2019

Hace tiempo el cine español retrataba el ambiente rural con cierta frecuencia, ahí está el cine de Gutiérrez Aragón para demostrarlo. El progresivo desinterés de nuestros cineastas por la gente del campo y el monte es proporcional al despoblamiento de esa España rural tan rica en iconografía y tradición, y con tantas posibilidades en calidad de vida si se gestiona y administra convenientemente. Desde su primer largometraje, el joven director nacido en Francia Oliver Laxe ha exhibido un gran interés por el paisaje, la naturaleza como medio y hábitat de un ser humano cada vez más despersonalizado; y con cada film ha logrado premio en Cannes, recorriendo todas sus secciones. Logró el Premio de la Crítica Internacional en la Quincena de Realizadores con Todos vosotros sois capitanes, el Premio de la Semana de la Crítica con Mimosas, también premiada en Sevilla, y ahora el Premio del Jurado en Un Certain Regard. Con la próxima a por la sección oficial.
 
El medio rural es retratado con sensibilidad, emoción y mucho respeto en esta enternecedora historia sobre un pirómano que regresa a la aldea gallega que le vio crecer y que junto a su anciana pero muy vital madre deberá encontrar el camino para rehacer su vida, empresa difícil por su naturaleza y por un ambiente hostil parapetado en la amabilidad de las buenas gentes, pero cuya rabia y rencor no tardará en aflorar. Lo que a la vista del argumento podría parecer un drama convencional se convierte en manos de Laxe en todo un canto a la hermosa naturaleza, a los elementos y su fuerte fisicidad, con esa tierra que lo cubre todo, el agua que la humedece y embarra y el fuego que todo lo destruye, y en cierto modo también lo purifica. En sus primeros trabajos como intérpretes, Amador Arias y Benedicta Sánchez dan la réplica perfecta a sus personajes, llenan la pantalla con su candor y química y ofrecen una de las relaciones maternofiliales más difíciles pero también hermosas vistas en mucho tiempo en una pantalla, a la altura de grandes clásicos como Las uvas de la ira.
 
Destaca en el conjunto la aportación de los animales y su esmerado cuidado, y de un elenco perfecto en el que destacan el amigo resentido que practica la generosidad y la veterinaria curiosa pero temerosa frente al turbio pasado. Lo que arde es además una emotiva reflexión en voz baja sobre el sufrimiento inexplicable e inevitable, con los eucaliptos como metáfora de lo que hace daño al entorno porque a su vez sufre, trasladable al callado pesar del pirómano protagonista. Las relaciones humanas entre sí y con el entorno natural están retratadas con respeto y tanta emoción como para transmitir toda una serie de estimulantes sensaciones, potenciadas con una fotografía brumosa que inspira melancolía, e ilustrada con una hermosa banda sonora en las que destacan el lúcido uso del Cum Dederit del Nisi Dominus (Salmo 126) de Vivaldi, en la bellísima versión del contratenor Andreas Scholl, y la inmortal Suzanne de Leonard Cohen.

martes, 15 de octubre de 2019

NOCHE DE BODAS El cluedo del escondite

Título original: Ready or Not
USA 2019 95 min.
Dirección Tyler Gillett y Matt Bettinelli-Olpin Guion Guy Busick y Ryan Murphy Fotografía Brett Jutkiewicz Música Brian Tyler Intérpretes Samara Weaving, Adam Bordy, Mark O’Brien, Henry Czerny, Andie MacDowell, Nicky Guadagni, Melanie Scrofano, Kristian Bruun, Elyse Levesque, John Ralston Estreno en Estados Unidos 21 agosto 2019; en España 11 octubre 2019

A veces un pasado poco alentador se supera con una agradable sorpresa. Tras una irregular trayectoria juntos o por separado, en cortometrajes y episodios de películas corales, Tyler Gillett y Matt Bettinelli-Olpin se estrenaron como directores de largometraje hace cinco años con la olvidable El heredero del diablo. Nada hacía presagiar que su siguiente trabajo conjunto fuera a ser tan gratificante, y es que Noche de bodas (Ready or Not en su título original, que es como en América se denomina al juego del escondite) es un perverso artilugio perfectamente articulado para generar hilaridad y tensión a partes iguales, con sus justas dosis de festival gore y un particular elenco que da vida a una familia que parece sacada directamente del Cluedo, un popular juego de suspense e ingenio de los años ochenta.
 
De novias combativas cinematográficas sabemos en España un poco, partiendo de la Novia ensangrentada de Aranda que incorporó Maribel Martín en los setenta y se enfrentaba a siniestros antepasados, y de la que protagonizó Leticia Dolera contra zombies en la tercera entrega de Rec que dirigió Paco Plaza. Como ésta segunda se caracteriza Samara Weaving en su particular lucha de supervivencia y combate contra su familia política, en una cinta de terror gótico que atesora considerables dosis de humor, está hecha con talento y seriedad, y provoca el interés prácticamente desde su minuto cero.
 
El producto resulta simpático por sus pocas pretensiones, a pesar de enmarcar cierto mensaje sobre los cada vez más ricos que vampirizan y de alguna manera esclavizan al pueblo, cada vez más empobrecido. La buena caracterización y definición de cada personaje, el suntuoso decorado en el que se desarrolla la trama, y ese aire británico insuflado en un producto totalmente norteamericano, contribuyen a que nos encontremos ante un film entretenido, inquietante y muy bien resuelto, sin mayores pretensiones.

lunes, 14 de octubre de 2019

DÍA DE LLUVIA EN NUEVA YORK Perdidos en la ciudad idealizada

Título original: A Rainy Day in New York
USA 2019 92 min.
Guion y dirección Woody Allen Fotografía Vittorio Storaro Intérpretes Timothée Chalamet, Elle Fanning Selena Gómez, Jude Law, Rebecca Hall, Diego Luna, Liev Schreiber, Cherry Jones, Kelly Rohrbach, Will Rogers, Annaleigh Ashford Estreno en Polonia 26 julio 2019; en España 11 octubre 2019

Partimos de celebrar el estreno por fin de esta penúltima película de Woody Allen en salas comerciales, después de haber sido secuestrada como consecuencia de una campaña de desprestigio a grandes artistas y creadores acusados de comportamientos censurables y atentatorios a la igualdad de género, algo que consideramos debe resolverse en otros ámbitos, más relacionados con la educación y la formación que con el linchamiento a menudo indiscriminado. De cualquier modo, Día de lluvia en Nueva York sigue sin fecha de estreno en el mojigato Estados Unidos, el mismo cuya principal fuente de ingresos sigue siendo la industria armamentística y donde cada año cientos de miles de personas mueren por efecto de las balas.
 
A la satisfacción que supone reencontrarnos con un cineasta de culto, un clásico viviente que nos tiene acostumbrados a estreno por año y que por las circunstancias apuntadas faltó a su cita el pasado año, se une la decepción ya anunciada de un título decididamente menor en su filmografía. Una cinta dentro de lo que cabe insustancial, cargada de clichés, que apenas aporta nada a una filmografía tan suculenta, y en la que Allen vuelve a demostrar que no se maneja bien con personajes tan jóvenes. Ya le pasó en Todo lo demás, donde Jason Biggs y Cristina Ricci se comportaban como el Allen y la Keaton de Annie Hall, sin distinción de edad ni generación. Un Timothée Chalamet demasiado curtido en cuestiones trascendentales y con una vasta cultura entre melancólica y vintage, deambula por un Nueva York soñado de gente elegante y burguesía proclive a la pedantería, como bien demuestra el personaje resabido de Selena Gómez, uno de los vértices amorosos de un triángulo que se completa con la rubia tonta de turno, una Elle Fanning siempre deslumbrada por el supuesto brillo de cineastas de presunto culto, y cuya voluntad parece destinada a desaparecer entre tanto macho de relumbrón.
 
Mucha cita intelectual para tan jóvenes intérpretes, eclipsada por una banda sonora en la que la acumulación de títulos e intérpretes del repertorio habitual distraen al melómano del vitaminado guion. El resultado es una variedad de casualidades para tejer una historia poco creíble, un sinfín de personajes, muchos de los cuales no aportan nada a la narración, en un Nueva York luminoso a pesar de la lluvia, donde Cherry Jones se luce con un sermón de madre con pasado intenso y el adorado realizador pierde el rumbo entre peripecias y momentos románticos, más preocupado por el efecto melancólico y nostálgico de la obra que por dotarla de un sentido práctico digno de la admiración que tantos profesamos a su cine. Con todo, lo peor es que gran parte de su reparto decidiera prescindir de sus emolumentos para destinarlos a la lucha contra el abuso sexual, como signo de protesta y humillación a un veterano cuyo proceso fue archivado hace muchos años por falta de pruebas y credibilidad.