sábado, 26 de octubre de 2019

SECRETOS DE ESTADO Cuando la marioneta cobra vida

Título original: Official Secrets
Reino Unido-USA 2019 112 min.
Dirección Gavin Hood Guion Gregory & Sara Bernstein y Gavin Hood, según el libro de Marcia y Thomas Mitchell “The Spy Who Tried to Stop a War” Fotografía Florian Hoffmeister Música Mark Kilian y Paul Hepker Intérpretes Keira Knightley, Matt Smith, Ralph Fiennes, Adam Bakri, Matthew Goode, Rhys Ifans, Jeremy Northam, Indira Varma, Katherine Kelly, Tamsin Greig, Conleth Hill, Monica Dolan Estreno en el Festival de Sundance 28 enero 2019; en Estados Unidos 30 agosto 2019; en Reino Unido 18 octubre 2019; en España 25 octubre 2019

En los años setenta proliferaron películas que con aspecto de cine policíaco denunciaban conspiraciones políticas y escándalos de estado a partir de rigurosas investigaciones periodísticas. Realizadores como Sidney Lumet, Alan J. Pakula o Martin Ritt escribieron algunas de las más notables páginas en el género. Lo que llevamos de siglo ha dado ya lugar a muchas de estas historias sobrecogedoras que reflejan lo equivocados que estamos cuando pensamos que de verdad vivimos en democracia y que el pueblo es el soberano. La nueva cinta del oscarizado realizador sudafricano Gavin Hood (Tsotsi) parte del ambiente prebélico que se vivió en occidente a raíz del atentado de las Torres Gemelas. El empeño de Bush hijo por llevar a su país y a Europa a la guerra contra Irak, argumentando que este país contaba con un arsenal de armas de destrucción masiva, con el único fin de mantener la hegemonía de su país en el mundo y de paso dar salida a su primera industria, que es la armamentística (ya se sabe que Estados Unidos tiene que estar permanentemente enfrascado en alguna guerra), tuvo muchos episodios. Uno de ellos lo protagonizó una traductora del Cuartel General de Comunicaciones del Gobierno Británico, que al tener acceso a un e-mail en el que se animaba a presionar a los inspectores de las Naciones Unidas para legitimar dicha intervención ilegal e irracional, decidió ponerlo en conocimiento del pueblo inglés y del mundo por extensión, asumiendo las graves consecuencias que dicha decisión pudiera acarrearle, por considerarse una traición al gobierno de Blair.

Asumiendo su condición de puro entretenimiento, el director de Espías desde el cielo dirige sus denuncias a varios frentes, empezando por la devaluación del periodismo de investigación y su progresivo acoplamiento al poder establecido, y terminando por la falta de legitimidad democrática de gobiernos que acaban haciendo literalmente lo que les da la gana, a la vez que ensalza la figura de la ciudadanía valiente y comprometida. Parte del problema reside en ese Estado de derecho llevado hasta las últimas consecuencias, que se ampara en leyes como las que en su momento dictó la administración Thatcher, o esa Constitución española intocable según qué interés, que obliga a encerrar en prisión a estadistas que no sin cierta razón acaban autoconsiderándose presos políticos.

Son los precios a pagar por esa supuesta libertad de la que todos y todas disfrutamos y que con nuestro voto ayudamos a pervertir hasta desembocar en estas conspiraciones y traiciones que deslegitiman nuestra voluntad. Hood dirige con oficio y capacidad resolutiva, según un guión escrito por un matrimonio y adaptado de un libro a su vez escrito por otro matrimonio, y es que el parentesco marital también tiene una considerable importancia en este relato basado en hechos reales del que no recuerdo tuviésemos apenas eco en nuestra prensa, mientras Aznar cultivaba de paso sus aires de grandeza. Un reparto ejemplar y una competente puesta en escena en la que fotografía, dirección artística y música contribuyen a captar la atención del espectador, logran un producto si no apasionante, al menos hábil para lograr que reflexionemos sobre muchas de las cuestiones que atormentan nuestra sociedad, y aquí ahora estamos obligados y obligadas a reflexionar mucho. La pena es que al final nos quede la sensación de que estas denuncias parten del mismo poder denunciado, son un lavado de cara y apenas un obstáculo para seguir haciendo lo que les da la gana.

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