domingo, 30 de octubre de 2016

YO, DANIEL BLAKE Apuntes para que entre todos y todas mejoremos el sistema

Título original: I, Daniel Blake
Reino Unido 2016 100 min.
Dirección Ken Loach Guión Paul Laverty Fotografía Robbie Ryan Música George Fenton Intérpretes Dave Johns, Hayley Squires, Sharon Percy, Briana Shann, Dylan McKiernan Estreno en el Festival de Cannes 13 mayo 2016; en el Reino Unido 13 mayo 2016; en España 28 octubre 2016

Que Loach insista en denunciar los problemas e injusticias de una sociedad que persiste en autodenominarse del bienestar no es nada malo ni reprochable, todo lo contrario. Si además lo hace de forma tan aseada y certera como en esta ocasión, aún mejor. El tema sometido a análisis en esta su película ganadora de la Palma de Oro en Cannes, es el de las trampas que pone la burocracia a la ciudadanía, especialmente la menos preparada y la que ha tenido menos oportunidades para sobrevivir a la vorágine en la que se ha convertido la vida para millones de personas. A Daniel Blake los médicos le han aconsejado que deje de trabajar para cuidar su delicada salud, pero los burócratas eso no lo entienden, todo lo someten a programas y procedimientos interminables y a veces ininteligibles, que acaban en desesperación y sumisión. Su encuentro fortuito con otra desarraigada de la sociedad, una joven madre soltera y sin preparación en una situación de crisis global, genera una colaboración que dejará entrever la capacidad del ser humano para ayudarse y encontrar un resquicio de felicidad en el respeto y la solidaridad. Sin aspavientos y con las dosis justas de conmoción e indignación, Loach teje una emotiva película que no encuentra soluciones a su denuncia pero deja bien claro que vivimos en una sociedad que no dista tanto del medievo, cuando el pueblo estaba sometido a los señores feudales, a los que hoy dan vida políticos, banqueros y burócratas. Lo peor es que el pesimismo y la desesperanza se ha adueñado tanto de la población que resulta difícil hasta encontrar empatía y sensibilidad a nuestro alrededor. Pero como no se trata de cargar las tintas ni de seguir el sempiterno guión preestablecido, Laverty y Loach se permiten soltar perlas en su película en las que tengan cabida también gente de buen corazón y mejor fondo. La gramática vuelve a ser concisa y sencilla, los resultados simplemente rozan la ejemplaridad. Sólo cabe reprochar dos cosas, la definición de los personajes, sin fisuras ni estridencias, buscando la complicidad del espectador, y que éste, al que va dirigida la cinta, esté suficientemente concienciado sobre los temas tratados, mientras que el que no lo está sea precisamente el que ni siquiera se digne a pisar la sala de proyecciones.

QUE DIOS NOS PERDONE Excesvia acumulación de crudeza y sordidez

España 2016 125 min.
Dirección Rodrigo Sorogoyen Guión Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen Fotografía Alejandro de Pablo Música Olivier Arson Intérpretes Antonio de la Torre, Roberto Álamo, Javier Pereira, Luis Zahera, José Luis García Pérez, Mónica López, María Ballesteros, Rocío Muñoz-Cobo, Ciro Miró, Andrés Gertrúdix, Silvia Casanova, Josean Bengoetxea Estreno en el Festival de San Sebastián 18 septiembre 2016; en salas comerciales 28 octubre 2016

Sorogoyen dio el paso de la comedia romántica (8 citas) al drama romántico generacional (Stockholm) sin salirse del bajo presupuesto. Después del éxito de esta última, ahora da el salto definitivo al cine de presupuesto holgado e impecable factura con un thriller de ambiente sórdido y desasosegante cuyo guión se ha llevado premio en el Festival de Cine de San Sebastián, a nuestro juicio inexplicablemente si no es por cubrir el tradicional expediente español en nuestro festival más emblemático. Y es que aunque se trata de un film bien dirigido y con suficiente pericia en su ritmo y estilo narrativo como para enganchar e interesar prácticamente desde el minuto cero, son muchos los hilos del guión que quedan colgados e impiden que nos rindamos ante un film que debía resultar ejemplar. Su ambientación en un Madrid en plena visita del Papa Benedicto y las protestas del movimiento 15-M prometía desde la misma publicidad, pero acaba por no aportar nada a la trama, como tampoco lo hacen los problemas personales de la pareja de policías protagonista, por supuesto ambos arrastrando una tara considerable, mientras a su alrededor todo es nauseabundo, chulería y mediocridad, en un Madrid, eso sí, muy bien retratado como la pocilga en la que su centro va poco a poco convirtiéndose. Una acumulación de personajes tópicos y una crudeza exacerbada e innecesaria se va deslizando por una investigación criminal que acaba tirando por lo más fácil en su tercio final, incluyendo un epílogo disparatado en el que la reacción del personaje de Antonio de la Torre no resulta coherente con lo visto hasta el momento. Cabe aceptar que hay ritmo, nervio y capacidad para inquietar, pero tanta mala leche molesta y no llega a funcionar de una forma mínimamente competente.

sábado, 29 de octubre de 2016

TANNHÄUSER: PASADO Y PRESENTE DEL IDEARIO WAGNERIANO

Tannhäuser. Ópera de Richard Wagner. Pedro Halffter, dirección musical. Achim Thorwald, dirección de escena. Christian Floeren, escenografía. Ute Frühling-Stief, vestuario. Juan Manuel Guerra, iluminaciónCarolina Armenta, coreografía. Iñigo Sampil, director del coro. IntérpretesPeter Seiffert, Ricarda Merbeth, Alexandra Petersamer, Martin Gantner, Attila Jun, Damián del Castillo, Estefanía Perdomo, Vicente Ombuena, José Manuel Montero, David Lagares. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla, Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza y Niños de la Escolanía de Los Palacios. Producción del Teatro Wielki de Poznan y del Teatro de la Maestranza. Teatro de la Maestranza, viernes 28 de octubre de 2016

Dicen que cuando a Wagner se le propuso añadir el imprescindible ballet al estreno parisino de su quinta ópera, no encontró hueco dramático en el segundo acto, donde habitualmente se emplazaban estas manifestaciones típicamente galas, y decidió hacerlo en el primero, justo después de la obertura, lo que desencadenó las iras de los socios del club de jockey, que llegaban siempre en el segundo acto justo para deleitarse con las bailarinas, y derivó en fracaso. Seguramente el episodio es tan digno de calificarse leyenda como lo son las fuentes en las que se inspiró el autor para crear esta tragedia en la que aparece por primera vez con claridad su peregrinaje entre el amor espiritual y el carnal. Lo cierto es que el ballet bien hubiera encajado en el segundo acto, como preludio del concurso de canto en los salones del castillo de Wartburg, pero a Wagner le interesaba más utilizarlo para exhibir el potencial erótico festivo del Monte de Venus, componiendo para la ocasión una envolvente y fastuosa música de tintes tan lujuriosos como sugerentes. Ni la puesta en escena de Thorwald, que tan buen sabor de boca nos dejó con aquel Cazador furtivo del 2011 de impactantes referencias pictóricas, ni el ballet coreografiado por Carolina Armenta, profesora del Centro Andaluz de Danza en Sevilla, aprovechan ni siquiera mínimamente el potencial de creatividad generosamente ofrecido por el autor de Lohengrin. La batuta de Halffter dosificó magistralmente la espectacularidad y la piadosa intimidad de la obertura, ensamblada con la bacanal como quedó articulado el arranque del primer acto en la posterior versión de Viena, y siguió dirigiendo con empuje y decisión la sensualísima página que Wagner concibió ya en una etapa más madura, tras componer Tristán e Isolda. Pero eso no tuvo reflejo en una coreografía pacata y nada atrevida, una combinación de ballet clásico y unos apuntes contemporáneos, pero con poca imaginación ni siquiera en el vestuario, que bailarinas y bailarines siguieron con disciplina pero sin lascivia. No fue una bacanal sino un mero baile al son de la música. La puesta en escena, absolutamente minimalista (apenas unos cojines y un fondo proyectado de cielo y nubes), podría haber dado más juego de haber tenido más intención y carácter simbólico; pero si lo tenía a algunos se nos escapó.

Las voces e interpretaciones de Venus y Tannhäuser acabaron de redondear la sensación de decepción. Ella más volcada en la gestualización y el desquicie dramático, con una voz bien proyectada pero impersonal, y él confirmando lo que ya nos temíamos, que mantiene cualidades pero el tiempo ha deteriorado muchas de las que le convirtieron en referencia del rol y del wagnerismo en general. No deja de ser un lujo contar con Seiffert en el escenario maestrante, pero a su derroche de potencia y saludable capacidad para moldear y frasear con buen gusto y ductilidad, se une un exceso de vibrato y una voz tremolante que más de una vez fuerza para alcanzar los incontables agudos a los que le somete la partitura, llegando incluso a vociferar en más de una ocasión. Así fue hasta la Narración de Roma, casi al final, cuando pareció por fin implicarse con un personaje que parece mentira lleve décadas afrontando. También entonces exhibió una voz más homogénea y mejor colocada. Petersamer logró meterse al público en el bolsillo a pesar de las imperfecciones anotadas y de que a Thorwald se le ocurrió la genial idea de que se mantuviese en escena al final, rindiéndose a la pureza de Elisabeth y afrontando el triunfo de la espiritualidad sobre la carnalidad. Una lástima porque si el director de escena hubiera trabajado justo lo contrario, sin traicionar la letra del libreto pero dándole un carácter más irónico a fuerza de gestos y símbolos, una puesta al día en torno a la liberación de siglos de represión eclesiástica habría sido más renovador que ambientar la ópera en el siglo XIX con el discutible pretexto de identificar al héroe con el propio Wagner. Vestuario y peluquería de saldo (el de los dos polos del indeciso Heinrich, Venus y Elisabeth, parecía sacado directamente de un chino) conviven en esta puesta en escena con una escenografía sin una línea definida, minimalista en el primer acto, clasicista y convencional en los otros dos, con uno central en el que el contraste entre el blanco del gran salón y el negro de los hábitos de los invitados e invitadas tuvo sólo un efecto estético y poco o nada simbólico. La iluminación correcta sin más; así, las múltiples posibilidades que ofrece este emblemático título quedaron sepultadas bajo un manto de notable mediocridad.

Quedaba Halffter y la Sinfónica para salvarlo y lo lograron. Quienes no conocían la pieza quedaron embargados de emoción gracias sobre todo al buen hacer del maestro, que con un conjunto quizás menos numeroso de lo conveniente - dicen quienes asistieron al ensayo en Ingenieros que allí habían más músicos; puede que el choque entre batuta e intérpretes se mantenga hasta el punto de recortar efectivos - cuidó mucho no eclipsar voces sin por ello sacrificar musculatura, a pesar de que algunos pasajes nos parecieron más lánguidos de lo habitual en su estilo. El coro volvió a exhibir las mismas deficiencias que en su participación en la versión reducida sinfónica que dirigió Kerri-Lynn Wilson en la primavera de 2014; algo desentonadas las voces femeninas en el final de la bacanal, faltos de empuje y emotividad las masculinas en el imprescindible coro de peregrinos, brillando todos y todas en el segundo acto, ágil y majestuoso. El pasado glorioso de Seiffert contrastó con el presente prometedor de Ricarda Merbeth, que desde su entrada en la escena de la estancia demostró por qué empieza a ser una wagneriana de referencia, con voz ancha, generosa en musicalidad y flexible en fraseo, si bien le faltó redondear su interpretación con un lamento final menos forzado y más sensible en los pasajes en piano. Ellos, Seiffert y Merbeth podrían personificar el pasado y el presente del ideario wagneriano. Gantner por su parte, que cerró la temporada pasada con El rey Candaulo, moldeó un Wolfram poco expresivo pero de hermoso canto, especialmente en una Estrella vespertina que afrontó en el estilo liederista que hizo célebre Fischer-Dieskau, con mucha elegancia, sentimiento y evidente sentido de la emotividad. Estefanía Perdomo convirtió su pastor en querubín, cantando con frescura y agilidad, mientras el bajo coreano Attila Jun resultó tan rígido y fuera de contexto que en nada ayudó a entender el carácter paternalista de su personaje. En definitiva, una función convencional que poco o nada aprovecha las posibilidades de un título operístico tan fascinante como éste.

miércoles, 26 de octubre de 2016

YELLOWJACKETS EN EL LOPE DE VEGA: UN RECORRIDO COHERENTE

Yellowjackets: Russell Ferrante, teclados. Dane Alderson, bajo. Bob Mintzer, saxo. Will Kennedy, batería. Teatro Lope de Vega, martes 25 de octubre de 2016

De izquierda a derecha: Will Kennedy, Russell Ferrante,
Bob Mintzer y Dane Alderson
Como tantas otras veces con otros artistas, su concierto se anunciaba como de presentación de su último trabajo discográfico, Cohearance, un juego de palabras que combina coherencia con escucha. Pero más bien, aprovechando este lanzamiento, el grupo ofreció un muestrario de temas incluidos en varios de sus álbumes, la mayoría recientes como A Rise in the Road y Timeline, con espacio también para la nostalgia. El jazz fusión hizo con el jazz puro y tradicional en los ochenta lo que la música de cine hizo en la misma época con la clásica, abrir nuevos mercados y formar nuevos públicos. En esa corriente se enmarcó el guitarrista Robben Ford cuando a finales de los setenta creó el conjunto que derivaría cuatro años después en el mítico Yellowjackets, en línea con otros grupos míticos como Crusaders. Tan evidente es que cultivaron durante la década el jazz mezclado con pop, rock y funky que sus creaciones se incluyeron en la banda sonora de la cuarta entrega cinematográfica de Star Trek, y algunos de sus integrantes pasaron a convertirse en músicos de estudio de estrellas como Lionel Richie, Donald Fagen o The Doobie Brothers.

El saxofonista Bob Mintzer, activo en el grupo de forma permanente desde 1991, definió Yellojackets como una institución, un proyecto por el que han pasado multitud de excelentes músicos que han dejado su impronta sin traicionar jamás el espíritu del conjunto, de forma que hasta Dane Alderson, el más joven integrante en la actualidad, que sólo ha colaborado en este último compacto, se plegó con impecable respeto a la estética imperante en trabajos anteriores, ya fuera sustituyendo a Jimmy Haslip o al más reciente Felix Pastorius. Su solo en Anticipation fue excelente, mientras al resto contribuyó dando fuerza y cuerpo, además de buen ritmo, a las propuestas de Russell Ferrante, el más veterano (desde su constitución), al piano, y Mintzer, espléndido al saxo y al clarinete eléctrico, única concesión a aquel sonido fusión de los ochenta y noventa del siglo pasado. Un problema de proyección en la sala propició que según dónde estuviéramos ubicados, la enérgica percusión de Will Kennedy sonara a veces descompasada con la parte solista.

La cita valió en general la pena, si bien hay que decir que no hubo fueras de serie en la manifestación. Mantienen su buen hacer y respeto a los grandes, como demostraron en Monk’s Habit y Like Elvin, sendos homenajes a Thelonius Monk y Elvin Jones, pero sin grandes exhibiciones de las que cortan la respiración, siempre dentro de un orden de músicos competentes y disciplinados pero ni arriesgados ni atrevidos. No faltó elegancia, como en ese When the Lady Dances que abrió el concierto, ni virtuosismo como el desplegado en The Red Sea, incluido en el álbum Run for Your Life de 1994, pero en general la propuesta sonó rutinaria, ideal para adeptos al legendario grupo pero insuficiente para quienes busquen frescura y excelencia.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

domingo, 23 de octubre de 2016

MIKE Y DAVE BUSCAN ROLLO SERIO La irresistible capacidad de la publicidad para vender basura

Título original: Mike and Dave Need Wedding Dates
USA 2016 98 min.
Dirección Jake Szymanski Guión Andrew J. Cohen y Brendan O'Brien Fotografía Matthew Clark Música Jeff Cardoni Intérpretes Zac Efron, Anna Kendrick, Adam DeVine, Aubrey Plaza, Stephen Root, Sugar Lyn Beard, Alice Wetterlund, Sam Richardson, Stephanie Faracy, Mary Holland Estreno en Estados Unidos 8 julio 2016; en España 21 octubre 2016

No creo que los guionistas de esta película tengan más lucidez que los dos idiotas que la protagonizan. De hecho no creo que tengan lucidez ni talento alguno, el mismo que parece poseer su debutante director (antes sólo hizo un falso documental para la televisión y un corto titulado Dirty Dancing 3: Capoeira Nights). Este descomunal viaje a ninguna parte que no sea la desesperación propone una especie de comedia romántica al estilo actual de lo que se supone es políticamente incorrecto, con chistes malos y de mal gusto, aunque no llega a ser ni eso. Es sólo el fruto de la magia de la publicidad, que ofrece cualquier cosa como atractiva, llenando grandes cartelones y vallas publicitarias sin ofrecer nada, ni gracia. Podría haber sido una sátira sobre la actual estulticia de la juventud estadounidense, la de las fiestas desmadradas, las camisetas mojadas y el sexo loco. Pero ni es audaz ni sorprendente, ni mucho menos llega a ser una crítica mínima sobre lo expuesto, sino tan sólo una descomunal porquería destinada directamente a la basura. Y si encima el insportable Andy DeVine ocupa la pantalla más del noventa por ciento del metraje, mucho peor.

EL CONTABLE Otra insufrible fábula sobre el autismo

Título original: The Accountant
USA 2016 128 min.
Dirección Gavin O'Connor Guión Bill Dubuque Fotografía Seamus McGarvey Música Mark Isham Intérpretes Ben Affleck, Anna Kendrick, J.K. Simmons, Jon Bernthal, John Lithgow, Jeffrey Tambor, Cynthia Addai-Robinson, Jean Smart, Andy Umberger, Robert C. Trevelier, Mary Kraft, Alison Wright Estreno en Estados Unidos 14 octubre 2016; en España 21 octubre 2016

Con apenas otros dos guiones en su haber, uno de ellos El juez, Bill Dubuque se atreve con este thriller violento y aparentemente estilizado a fabular sobre el extraordinario talento bajo la piel de los autistas, tan ensimismados y encerrados en su particular universo como capaces de asimilar ingente cantidad de información y dosificarla a discreción para obtener sensacionales resultados. Todo para descubrirnos una vez más que la diferencia sólo la marcamos nosotros, que la normalidad no existe y que las etiquetas confunden más que aclaran. Lástima que para tan pretencioso objetivo se cuente con un director poco autista en cuanto a falta de talento, que no ha logrado hacer de Cuestión de honor un thriller solvente, ni de La venganza de Jane un western plausible, ni de Warrior un film de artes marciales atractivo. Comparte con este último título la fijación por destacar la herencia que recibimos de nuestros padres y cómo eso marca nuestro destino. Mezclar este drama de acción en el que un genio de las finanzas, incapaz de relacionarse con la sociedad salvo cuando al guión le apetece lo contrario, mata a discreción y sin apego alguno, con un conflicto familiar y una cuestión de estado, no consigue evitar que la cinta se le vaya de las manos al realizador, al guionista y a un Ben Affleck de rostro apelmazado e inexpresivo empeñado en ayudar a una Anna Kendrick perdida en una historia que va paulatinamente desinteresando conforme se van acumulando matanzas y habilidades de un ser más de otro mundo que con un síndrome específico. La sombra del insufrible Rain Man desplegada sobre una trama que es un puro disparate con pretensiones de grandeza.

LA CHICA DEL TREN Una intriga sofisticada que engancha

Título original: The Girl on a Train
USA 2016 112 min.
Dirección Tate Taylor Guión Erin Cressida Wilson, según la novela de Paula Hawkins Fotografía Charlotte Bruus Christensen Música Danny Elfman Intérpretes Emily Blunt, Rebecca Fergusson, Haley Bennett, Luke Evans, Edgar Ramírez, Justin Theroux, Allison Janney, Lisa Kudrow, Laura Prepon, Darren Goldstein Estreno en Estados Unidos 7 octubre 2016; en España 21 octubre 2016

A diferencia de otros éxitos literarios como 50 sombras de Grey, la novela de Paula Hawkins cuenta para su adaptación cinematográfica con un director de solvente y atractivo recorrido, que ya acertó con su adaptación de Criadas y señoras y logró con I Feel Good un competente melodrama sobre la vida de James Brown. Tate Taylor se toma muy a la tranquila su versión, considerablemente diversa al original de referencia, y junto a un más que atractivo reparto, no sólo por el buen hacer de sus integrantes sino sobre todo por su belleza física, consigue un film en principio desconcertante pero que poco a poco va consiguiendo lo mismo que la novela hizo hace un par de temporadas para enganchar al público de prácticamente todo el Mundo, tejiendo una sofisticada trama con una plausible intriga que surge de elementos que hubieran hecho pensar justamente en lo contrario. Y es que todo en la película parece construido para erigirse en uno de esos grandes engaños con los que hoy en día se suelen despachar la mayoría de las películas del género, lo que hace añorar aún más si cabe el cine de Hichcock y su época. El proceso resulta sin embargo diametralmente opuesto para conseguir a partir de unas premisas harto convencionales y poco probables (esa mujer que tantas cosas ve desde su ventanilla del tren, aunque pudieran algunas ser fruto de su imaginación), que la intriga no recaiga tanto en el típico qué ocurrió y quién lo hizo, sino en analizar el estado de ánimo de una mujer devastada por un pasado turbulento junto a una persona intrigante con quien experimentó un matrimonio fracasado. Una mezcla de alcohol y barbitúricos que convierten a la desgraciada heroína en un fantasma de su pasado, culminando en un grito de horror y socorro frente a tanta violencia y marginación sufrida por las mujeres, aquí personificadas en tres voces que convergen en una conforme vamos acercándonos al final de la pesadilla. Se trata por lo tanto de un film absorbente que exige una matizada reflexión para juzgarla en su preciso tono, y que posiblemente no resistiría tan bien el complicado proceso sin una puesta en escena elegante y unos personajes tan irresistibles, al margen de un medido guión de la artífice de Secretary y la espléndida Hombres, mujeres y niños, que logra con pericia que el laberinto de sensaciones y fechas que emerge de la narración devenga en un drama coherente y convenientemente ordenado. Se agradecen películas de alguna manera diferentes como ésta.

sábado, 22 de octubre de 2016

CUANDO TIENES 17 AÑOS Odio y amor combinados con generosidad

Título original: Quand on a 17 ans
Francia 2016 114 min.
Dirección André Téchiné Guión André Téchiné y Céline Sciamma Fotografía Julien Hirsch Música Alexis Rault Intérpretes Sandrine Kiberlain, Kacey Mottet Klein, Corentin Fila, Alexis Loret, Jean Fornerod, Mama Prassinos, Jean Corso Estreno en el Festival de Berlín 14 febrero 2016; en Francia 30 marzo 2016; en España 21 octubre 2016

Una nueva película de Téchiné es siempre saludada con agrado. A sus setenta años todavía conserva la facilidad para definir personajes y actitudes, especialmente meritorio cuando se trata de jóvenes empezando a descubrir la vida como es el caso. Aunque la trama de este nuevo acercamiento al amor homosexual, en la línea de En la boca, no y la muy celebrada Los juncos salvajes, pueda parecer por momentos algo forzada, el trazo y la pericia del realizador para ponerla en pie hace que fluya con naturalidad no exenta de convicción. Dos jóvenes en principio antagónicos, condenados a un perpetuo enfrentamiento, lo que da al conjunto un toque masoquista considerable, deberán aprender a convivir merced a la madre de uno de ellos, un espíritu de amabilidad y generosidad sin límites a la que da vida Sandrine Kiberlain. Casada con un militar siempre ausente por la guerra - Alexis Loret, promesa en uno de los títulos más célebres de Téchiné, Alice y Martin, junto a Juliette Binoche, pero relegado desde entonces casi siempre a papeles secundarios –, lo que da pie a una serie de acontecimientos que se erigen como lo más flojo y fuera de lugar del film, el personaje de Kiberlain se convierte en catalizador a través del instinto maternal de una historia que funciona también a fuerza de imposturas, pero que logra convencer y hasta emocionar en su empeño de mostrar el deseo y la repulsa cuando los caracteres no están todavía definidos y las dudas y miedos se ven potenciados por la inexperiencia. El mundo rural en el que se desarrolla, con el acierto de mostrar cambios de estación dominados por una paleta de colores y atmósferas verdaderamente hermosa, así como la celebración de la juventud en cuerpos y actitudes, se convierte en otro aliciente en una película seguramente muy complaciente pero desde luego disfrutable.

VERANO EN BROOKLYN El final de la primera de muchas vidas

Título original: Little Men
USA 2016 85 min.
Dirección Ira Sachs Guión Ira Sachs y Mauricio Zacharias Fotografía Óscar Durán Música Dickon Hinchliffe Intérpretes Theo Taplitz, Michael Barbieri, Greg Kinnear, Jennifer Ehle, Paulina García, Alfred Molina, Talia Balsam, Mauricio Bustamante, Teeka Duplessis Estreno en el Festival de Sundance 25 enero 2016; en el Festival de Berlín 13 febrero 2016; en Estados Unidos 5 agosto 2016; en España 21 octubre 2016

¿Quién no ha experimentado varias vidas a lo largo de la suya? Algunos aspectos de nuestra personalidad quedan intactos, incluso aquellos defectos que por más que queremos no desaparecen; pero ni lo que nos rodea ni cómo nos comportamos es siempre igual, cambia a lo largo de nuestra existencia, enriquecido por la experiencia o como consecuencia de los acontecimientos. La infancia, apenas los trece primeros años de nuestra vida, queda siempre como algo especial, una época de descubrimientos y decepciones. Unos años que lo son todo en ese momento, mientras en edad adulta ese mismo lapso sólo representa un pequeño porcentaje del resto de nuestro periplo. Ira Sachs, siempre sensible y delicado a la hora de abordar la homosexualidad en títulos como Keep the Lights On o El amor es extraño, se aparta al menos tangencialmente del tema en ésta su nueva película y nos invita ahora a explorar la tierna relación entre dos jovencitos (título original, mucho más preciso y acertado que el desconcertante título en castellano) en esa edad en lo que todo relumbra y emociona. Su emotiva relación de amistad y compañerismo se verá enturbiada por las tensiones entre sus familias, al modo de un West Side Story de ambientes también neoyorquinos y entre latinos y sajones. Los niños protagonistas son una auténtica revelación en esta cinta minimalista (ilustrada también con muy acertada música del género), llenos de frescura y gracia, especialmente Michael Barbieri, mientras Theo Taplitz mantiene una actitud taciturna que no ayuda a empatizar tanto con su personaje. También los adultos ofrecen interpretaciones magistrales, especialmente Greg Kinnear, un actor desaprovechado siempre en el cine y obligado a subsistir como hace su personaje, un actor teatral de poca enjundia. También Paulina García, revelación hace unos años por la película chilena Gloria, demuestra su talento, aunque su personaje pueda invitar a pensar en un tono xenófobo a pesar de que la película más bien es un canto al entendimiento y la interrelación entre personas de toda clase e identidad. Se ve con agrado, se disfruta con emoción y nos lleva de la mano a través de esa aventura maravillosa que es el descubrimiento del amor y la felicidad, si es en verano, con los colores y ambientes cálidos que lo acompaña, mejor; aunque es ahí donde flojea la película, de forma poco relevante por supuesto, pues Sachs no parece saber manejar muy bien unos tiempos en los que tan pronto son vacaciones como nos encontramos en pleno curso académico.

viernes, 21 de octubre de 2016

INFERNO Sin caer en el esperpento dantesco

USA 2016 121 min.
Dirección Ron Howard Guión David Koepp, según la novela de Dan Brown Fotografía Salvatore Totino Intérpretes Tom Hanks, Felicity Jones, Ben Foster, Irrfan Khan, Omar Sy, Sidse Babett Knudsen, Ana Ularu, Jon Donahue, Cesare Cremonini, Xavier Laurent Estreno en Estados Unidos 28 octubre 2016; en España 14 octubre 2016

Tercera entrega de la exitosa saga perpetrada por Dan Brown y su Código Da Vinci. En esta ocasión el experto en simbología Robert Langdon se encuentra al acecho de una conspiración para asesinar a la mitad de la población mundial bajo pretexto de salvaguardar el futuro de la humanidad. Con estas premisas en principio disparatadas, los talentos unidos de Ron Howard, cuyo documental The Beatles: Eight Days a Week está todavía fresco en nuestras retinas, Tom Hanks, del que esperamos ansiosos su última interpretación en Sully de Clint Eastwood, y David Koepp, que convirtió en exitosos guiones el best seller Parque Jurásico y el show radiofónico La guerra de los mundos, han logrado una película estimable y no exenta de dignidad. Cierto que ninguno parece confiar en exceso en el material dramático extraído de la novela de Brown, y que la única motivación posible sea llenar los bolsillos, pero sus categorías les impiden hacer un mamarracho, y su profesionalidad logra que el producto resultante tenga dignidad propia. Liosa y efectista como siempre, la falta de interés que se adueña en el espectador durante algo más que su primera media hora, se alivia más adelante, cuando al aliciente de viajar en primera clase por Florencia, Venecia y Estambul con un nutrido grupo de excelentes intérpretes y las consabidas citas culturales, se suma el interés de una trama ya más asumible que se va adueñando de nosotros, hasta el punto de que para entonces ni siquiera secuencias ridículas como el gran final en la Cisterna de Estambul, en un hipotético festival del Solsticio de Verano ilustrado con un improbable concierto de música clásica, logren ensuciar el resultado. Sidse Babett Knudsen vuelve a coincidir con Hanks después de Esperando al rey, demostrando que hay química entre ellos, mientras los numerosos giros argumentales, aún siendo previsibles, funcionan eficazmente para aumentar el discreto interés de una cinta en la que también destacan los trabajos de Felicity Jones y Ben Foster, a quien vimos hace poco como Lance Armstrong en The Program (El ídolo).

jueves, 20 de octubre de 2016

LA PRÓXIMA PIEL Intriga con instinto maternal

Título original: La propera pell
España 2016 103 min.
Dirección Isaki Lacuesta e Isa Campo Guión Isaki Lacuesta, Isa Campo y Fran Araujo Fotografía Diego Dussuel Música Gerard Gil Intérpretes Álex Monner, Emma Suárez, Sergi López, Bruno Todeschini, Igor Szpakowski, Mikel Iglesias, Greta Fernández, David Arribas, Pablo Rosset, Guillem Jorba Estreno en el Festival de Málaga 28 abril 2016; en salas comerciales 21 octubre 2016

Saludábamos hace un lustro a Isaki Lacuesta como realizador visionario y original, aunque de complicada comprensión, a propósito de Los pasos dobles, galardonada en San Sebastián con la Concha de Oro. Comprobamos ahora que ha relajado esas formas coloristas y novedosas para agarrarse a las estructuras clásicas y convencionales, teñidas siempre de un toque personal y algo diferente. Ya lo intentó antes en la regular Murieron por encima de sus posibilidades, y repite ahora con este thriller intenso y claustrofóbico sobre una crisis de identidad, la que sufre un joven recuperado por su familia tras muchos años perdido después de un desafortunado incidente. Una historia que recuerda irremediablemente a El intercambio y que tiene también, como en aquella, a la madre como personaje catalizador para resolver un enigma tan intrigante como fascinador. Con la ayuda de la sensibilidad femenina que aporta la codirectora Isa Campo, Lacuesta reconstruye una relación maternofilial difícil y compleja, condicionada por elementos que vienen de fuera, del entorno amistoso y familiar, y de un pasado misterioso, para a partir de ahí tejer la convincente personalidad de un joven desarraigado, con unas experiencias poco convencionales y unas reacciones sorprendentes y a pesar de ello coherentes y convincentes. Lástima que como ocurriera en Los pasos dobles, Lacuesta insista tanto en mostrar matanzas de animales y escenas de cacería, tan desagradables para quienes denunciamos la falta de sensibilidad que al respecto todavía domina en este país, aunque a la larga sirva también a efectos dramáticos para definir ese ambiente rural y hostil en el que se desarrolla la trama. Este film, que por otra parte abandona el carácter documental que Lacuesta cultivó en cintas como Los condenados y La noche que no acaba, y que aún se percibía en Los pasos dobles, fue galardonado en el Festival de Málaga con el Premio Especial del Jurado, y los de mejor director, actriz y montaje, además del Premio de la Crítica.

miércoles, 19 de octubre de 2016

SNOWDEN Un héroe anda suelto y algo perdido

USA 2016 134 min.
Dirección Oliver Stone Guión Oliver Stone y Kieran Fitzgerald, según el libro de Luke Harding Fotografía Anthony Dod Mantle Música Craig Armstrong Intérpretes Joseph Gordon-Levitt, Shailene Woodley, Melissa Leo, Zachary Pinto, Tom Wilkinson, Rhys Ifans, Nicolas Cage, Timothy Olyphant, Scott Eastwood, Joely Richardson, Jaymes Butler, Ben Schnetzer Estreno en el Festival de Toronto 9 septiembre 2016; en Estados Unidos 16 septiembre 2016; en España 14 octubre 2016

En su anterior película, El desafío, Joseph Gordon-Levitt interpretaba a Philippe Petit, el funambulista francés que en los setenta del siglo pasado cruzó sobre un alambre las torres gemelas de Nueva York. La historia había sido llevada al documental sólo unos años antes en Man on Wire, que consiguió un Oscar en esa categoría. Ahora el actor repite esquema, dando vida a Edward Snowden sólo un par de años de que el documental Citizenfour lograra el premio de la Academia. Curiosidades aparte, Oliver Stone se hizo con los derechos del libro en el que se basa su película antes incluso de que Laura Poitras, la documentalista que llevó a la pantalla la historia de Snowden y a la que en la cinta de Stone da vida Melissa Leo, montara su film. Stone se adentra en el controvertido personaje desde su iniciación en el ejército americano y su posterior ingreso en la CIA y la Agencia de Seguridad Nacional, donde sacrificó una prometedora carrera y una cómoda vida junto a su novia por hacer públicas revelaciones a las que tuvo acceso por su puesto y que pusieron en peligro el sistema de vigilancia y seguridad de Estados Unidos, basado en el espionaje indiscriminado de todos y cada uno de los habitantes de la Tierra, a través de los medios infalibles que hoy en día proporcionan las redes sociales y la información vía internet, lo que evidentemente resulta una vulneración del derecho fundamental a la intimidad. El personaje, aún siendo demasiado reciente como para arrojar una luz potente sobre su papel como reivindicador y preservador de un orden social y político digno, ha sido llevado ya a la pantalla en varias ocasiones, en cortometrajes, documentales destinados a youtube y los dos films ya mencionados, éste y el oscarizado de Poitras. La falta de una visión con perspectiva del personaje y sus experiencias no afecta sin embargo a un drama que mantiene todo su poder de intriga e indignación e invita a reflexionar sobre el control, el dominio y el ejercicio del miedo que los poderes políticos y económicos ejercen sobre la población. Tan crítico con las políticas de su país como admirador de algunas de las figuras más demonizadas del planeta, como Chaves, Castro o Putin, Stone ha perdido sin embargo parte de su energía y fuerza a la hora de encarar este producto en el que sobresale su desencanto frente a Obama, a la vez que deja claro el papel de dominación que su país ejerce sobre Europa y otros países del entorno. La narración es fluida, aderezada con una historia de amor que ejerce como bálsamo dentro de la previsible maraña de datos, conspiraciones, personajes y hechos que contiene. Con un atractivo reparto, como ya hiciera en la magistral JFK, y una puesta en escena solemne y cuidada, la cinta se deja ver con interés, a pesar del inconveniente que supone no tener una resolución ni arrojar ninguna novedad sobre el paradero, desconocido, del homenajeado, así como acabar siendo demasiado simple y convencional en cuanto a las motivaciones de un personaje que aunque sin duda merece innumerables elogios, también debería someterse a algún análisis crítico.

DESPUÉS DE NOSOTROS Un extraño en mi vida

Título original: L’ecónomie du couple
Bélgica 2016 100 min.
Dirección Joachim Lafosse Guión Fanny Burdino, Joachim Lafosse, Mazarine Pingeot y Thomas van Zuylen Fotografía Jean-François Hensgens Intérpretes Bérénice Bejo, Cédric Kahn, Marthe Keller, Jade Soentjens, Margaux Soentjens, Catherine Salée, Tibo Vandenborre, Philippe Jeusette, Annick Johnson, Pascal Rogard, Ariane Rousseau, Francesco Italiano Estreno en el Festival de Cannes (Quincena de Realizadores) 13 mayo 2016; en Bélgica 8 junio 2016; en España 14 octubre 2016

La última película del director belga Joachim Lafosse (Los caballeros blancos, Perder la razón, Propiedad privada) se centra en una familia descompuesta a lo largo de sus últimos días de agonía, encerrada en el escenario único de su casa. Se trata de un matrimonio en vías de divorcio, en el que la mujer ha perdido toda la ilusión y el amor, mientras él aún se aferra a un imposible. El problema es que cohabitan en la misma casa debido a los problemas económicos de él, problemas que condicionarán el ambiente malsano que se respira en el domicilio y los continuos reproches que se hacen los cónyuges. El mérito de la cinta reside en plantear una situación única sin apenas giros dramáticos y que sin embargo mantiene el interés e incluso la intriga, generando alrededor de la casa y la familia un ambiente de permanente tensión. Asistimos sólo a ese limitado espacio físico y temporal y sin embargo llegamos a comprender las motivaciones de cada personaje y su vida fuera de la pantalla, antes y después de lo que vemos. Eso es especialmente llamativo en el caso de las niñas, hijas del infeliz matrimonio, que sin dejar de jugar y trastear, y gracias fundamentalmente a un excelente trabajo de dirección, absorben y sufren esa tensión e infelicidad al que son sometidas por parte de unos progenitores que un día decidieron, como tanta gente, que la única vida posible para la felicidad era lograr un buen trabajo, casarse, tener descendientes y comprar una buena casa, cómoda y gustosamente amueblada. Crónica de la desdicha impuesta por unos modelos de comportamiento caducos y obsoletos, que realizador y protagonistas saben plasmar a la perfección, sin rebajar tensión ni siquiera en los supuestos momentos de impuesta felicidad, como el baile que se marca toda la familia en un raro respiro que no es tal.

domingo, 16 de octubre de 2016

XXVII CICLO DE CÁMARA DE LA ROSS (1): APASIONADAS CON SPIRITO

Concierto I del XXVII Ciclo de Música de Cámara de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Elena Braslavsky, piano. Uta Kerner, violín. Miguel Domínguez Infante, clarinete. Orna Carmel, violonchelo. Programa: Trío Op. 70 “Geistertrio” y Trío Op. 11 “Gassenhauer”. Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza, domingo 16 de octubre de 2016

Elena Braslavsky
No pudo arrancar mejor el cada vez más agradable y necesario ciclo de música de cámara de la Sinfónica. Tiene mérito que tres intérpretes, por mucho compañerismo que puedan experimentar en sus ensayos de gran formato, logren un nivel tan elevado de compenetración sin formar un conjunto estable y permanente que les permita un trabajo en equipo más intenso y equilibrado, con mayores posibilidades de colaboración y creatividad. No siempre se consigue, pero las y el intérprete conjugados en esta ocasión lo lograron como si llevaran trabajando en forma de trío décadas. El milagro lo obraron tres integrantes de la ROSS y una invitada estelar, la pianista norteamericana de origen ruso Elena Braslavsky, que con complicidad y mucha atención se plegó con disciplina pero también autoridad a los quehaceres de sus colegas. Su participación fue todo un detalle para abrir temporada.

En el programa dos extraordinarios trabajos de Beethoven, que se podrían haber abordado con los mismos instrumentos, pero para los que se optó por sus versiones originales, uno de ellos con clarinete en lugar de violín. El Geistertrio o Trío de los espíritus por su largo central, quizás un boceto para la escena de las brujas de un proyecto de Macbeth para ópera que no llegó a materializarse, es una pieza genial y reflexiva que exige un alto grado de concentración y una gran devoción por la estética del autor y sus traumas para llevarla a buen puerto, tal y como hicieron Uta Kerner, que imprimió dulzura a su violín de contornos angulosos y evidente sentimentalismo; Braslavsky, potenciando los expresivos crescendi y diminuendi del largo con significativos trémolos; y sobre todo Orna Carmel logrando que la pieza sonase majestuosa y misteriosa gracias a un portentoso trabajo en la cuerda grave que derivó en un final triunfal, rico en claridad y dinamismo.

Tras una elocuente introducción, Miguel Domínguez Infante se adhirió al conjunto, sustituyendo el violín por el clarinete, en el más liviano y juguetón Trío nº 4 en Si bemol, igualmente virtuoso y con claras connotaciones patéticas. A su proverbial dominio del instrumento, con modulaciones generosas y flexibles, se adaptaron el violonchelo y el piano, otorgando al conjunto un notable grado de cantabilidad, el que exigen sobre todo las variaciones que integran el movimiento final, cuya cantinela, basada en una popular aria en su momento de la ópera Le corsaire pour amour de Joseph Weigl, justificó el cambio de orden inicial del programa, ya que como bien vaticinó Infante, más de uno y una acabamos tarareando la pieza hasta mucho después de terminar tan encantador concierto.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

HIROMI TRIO PROJECT EN EL MAESTRANZA: TOCATA Y FURIA DE LOLITA

Grandes intérpretes. Hiromi Trio Project: Hiromi Uehara, piano. Jimmy Johnson, bajo eléctrico. Simon Phillips, batería. Teatro de la Maestranza, sábado 15 de octubre de 2016

Hiromi se ha convertido en el último año en una asignatura pendiente para el Maestranza, felizmente recuperada en este primer concierto del ciclo Grandes Intérpretes de la temporada. Vino fundamentalmente a presentar su último disco, Spark, décimo en su discografía y cuarto junto a la banda que formó a principios de la década; eje además de su actual gira y motivo por el cual la mayoría de los temas interpretados provienen de este magnífico álbum de estudio. Cultiva de alguna manera un jazz muy tradicional, pero lo hace de una forma nada convencional. Apenas se apoya en nuevas tecnologías para fusionar con soltura y ahínco géneros diversos como el rock progresivo, el be-bop o incluso la música clásica. Su formación proviene del teclado a disposición de los grandes clásicos del ochocientos y el novecientos, por eso en su trabajo se denota una fuerte influencia del repertorio clásico y romántico que nos ofrece una artista con múltiples capacidades y una disciplina férrea.

Los primeros acordes de Spark, el tema que da título al álbum, derivan de esa corriente clásica, también muy presente en la delicadísima Wake Up and Dream, un solo de colores impresionistas que la inquieta pianista desgranó a mitad del concierto como bálsamo frente a tanta energía y exhibición decibélica con la que nos encandiló el resto del programa. Alucinante es verla atacar sin piedad un teclado que a buen seguro necesita una buena reparación después de cada actuación. Vestida como una de esas Lolitas fashion del Japón más alegre y juvenil, y mirando constantemente al público, sonriendo y tarareando a boca bien abierta, sentada, de pie, levantando cómicamente una pierna, moviéndose espasmódicamente y agitando la cabeza como una posesa, Hiromi jugó con su música y su banda, y entusiasmó por su versatilidad, su dominio absoluto y su inquebrantable energía, secundada por un dúo de lujo. El californiano Jimmy Johnson da cuerpo al conjunto con su bajo eléctrico que actúa como continuo, marcando solos de reminiscencias methenianas y punteando con equilibrio y pulcritud el ritmo permanente que acompaña a la música creada por la misma Hiromi. Por su parte, Simon Phillips acomete la siempre parte espectacular de la batería, a veces eclipsando en volumen a la misma pianista, otras improvisando y recreando con solos alucinantes temas como In a Trance, ovación seguida de un público entusiasmado.

El bajo habitual del trío, Anthony Jackson, sustituido en el
concierto sevillano por Jimmy Johnson.  A la derecha el percusionista
inglés Simon Phillips. Hiromi Uehara en medio 
Minimalista en Dilemma, melódica en Take Me Away o Indulgence, Hiromi Trío recrea y casi improvisa en el escenario los temas cocinados en estudio con precisión casi matemática, para ofrecer espectáculo en estado vivo, demostrando por qué en estos últimos años se ha convertido en una artista tan completa e imprescindible, capaz de codearse con leyendas como Chick Corea, Ahmad Jamal o Stanley Clarke. Entre tema y tema de Spark también se coló alguno de otros trabajos de la banda, como el Player de Alive, en un concierto en el que la sorprendente artista nipona dejó claro que también hay un lugar para la mujer en una disciplina musical generalmente reservada al hombre, la del piano electrizante y encendido, yendo incluso más allá de cómo lo desarrollan otras estrellas pioneras como Eliane Elías.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

viernes, 14 de octubre de 2016

LA ROSS EN LA APERTURA DEL CURSO UNIVERSITARIO: LOS ENCANTAMIENTOS DE MOZART

Concierto de apertura del curso académico de la Universidad Hispalense. Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Paçalin Zef Pavaci, concertino-director. Programa: Divertimento para cuerda K.136, Concierto nº 4 para violín K.218 y Sinfonía nº 29 K.186a, de Mozart. Auditorio de la ETS de Ingeniería, jueves 13 de octubre de 2016


Algo menos de treinta maestros y maestras de la Sinfónica fueron los convocados a esta cita anual de la orquesta con la inauguración del curso académico de la Universidad Hispalense. Se trataba de recrear con los criterios más rigurosos y actuales de interpretación la música del inigualable Wolfgang Amadeus Mozart, y esta vez fue el albanés Paçalin Zef Pavaci, que desde la temporada pasada ejerce de concertino invitado junto a Éric Crambes, el encargado de llevar a buen puerto este tradicional evento. Insistimos, aunque a estas alturas nos hayamos dado cuenta de que nadie se da por aludido, en que un acto de esta naturaleza no está completo si no hay un discurso de bienvenida que lo dignifique y distinga de otro concierto cualquiera más.

A Pavaci lo hemos visto ejercer de solista en puntuales pasajes de diversas páginas y temas sueltos como el de amor compuesto por Rózsa para la película El Cid, pero nunca hasta ahora enfrentarse a todo un concierto, y mucho menos a uno de tan brillante virtuosismo y notable espectacularidad como el nº 4 de Mozart, el más programado junto al 5, donde el violinista debe hacer un gran alarde de lirismo y belleza melódica. El concertino logró una versión aseada y competente de la obra, flexible y dinámica a pesar de un sonido poco sedoso y de corto atractivo. Estuvo no obstante sembrado de arpegios, trinos y notas picadas en el allegro inicial; faltó por el contrario algo más de poesía y melancolía en el andante, pero no de contagiosa alegría en el movimiento final.

La orquesta, que en el concierto acompañó con esmero y profesionalidad, exhibió tempi rápidos y precisos en el Divertimento que abrió la velada, una de las tres llamadas Sinfonías de Salzburgo por sus tres movimientos al estilo de la sinfonía italiana y haber sido compuestos a muy temprana edad tras una gira de Mozart con su padre por la capital austriaca. Ejecutada con el refinamiento y la ligereza que exige una materia concebida para el puro entretenimiento, la orquesta se esmeró con igual empeño, ya reforzada con metales y maderas, en una Sinfonía nº 29 a la que Pavaci supo imprimir inspiración y luminosidad, haciendo alarde de unas controladas dinámicas y una considerable energía, derivando así en una versión de suntuosa riqueza expresiva.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

LA FIESTA DE LAS SALCHICHAS Horror en el hipermercado

Título original: Sausage Party
USA 2016 89 min.
Dirección Conrad Vernon y Greg Tiernan Guión Evan Goldberg, Kyle Hunter, Seth Rogen, Ariel Shaffir y Jonah Hill Música Christopher Lennertz y Alan Menken Voces (en versión original) Seth Rogen, Kristen Wiig, Jonah Hill, Bill Hader, Michael Cera, James Franco, Danny McBride, Craig Robinson, Paul Rudd, Nick Kroll, David Krumholtz, Edward Norton, Salma Hayek, Anders Holm Estreno en Estados Unidos 12 agosto 2016; en España 7 octubre 2016

Con Supersalidos, Superfumados, Juerga hasta el fin y The Interview como precedentes, por mucho que la camuflaran de dibujos animados, no cabía esperar otra cosa de esta película que combina incorrección política y mucha grosería. El resultado tiene gracia porque desde los tiempos de Ralph Bakshi (El gato caliente, Cool World) no veíamos tanto sexo entre muñecos animados en una pantalla, salvando además considerablemente la distancia. La mezcla de metafísica, crítica feroz a la religión (de cualquier tipo y condición) como mecanismo de dominio, generadora de convenientes odios y control de nuestra supuesta autonomía de decisión, y porno deslenguado y abiertamente explícito, no tiene parangón alguno, situando el ejercicio como único en su especie y radicalmente original. Sin embargo es en la acumulación de improperios y groserías donde el film sucumbe a su propio artificio y se convierte en algo incómodamente divertido a la vez que difícil de digerir. Cabe reconocer que está soberbiamente hecho y no decae en ritmo ni intención, siendo además fácil de reconocer a cada intérprete en su personaje, a pesar incluso del doblaje. Para colmo de desvergüenza, sus artífices se permiten el lujo de contratar a Alan Menken, triunfador en películas como La sirenita, La bella y la bestia y Aladdin, para componer un par de canciones con letra igualmente clasificada X, y él de aceptar. Lástima que todos estos justos ataques a los poderes fácticos que nos oprimen y obstaculizan lo único legítimo del ser humano, que es ser feliz en esta corta vida, acaben teniendo como espectadores destinatarios quienes ya comulgamos con sus teorías. Las familias tradicionales, y más si acuden despistadas con sus niños y niñas, no aguantarán ni cinco minutos de este acalorado y deslavazado guiso.

jueves, 13 de octubre de 2016

UN MONSTRUO VIENE A VERME Espectáculo visual de poco calado emocional

Título original: A Monster Calls
España-USA 2016 108 min.
Dirección J. A. Bayona Guión Patrick Ness, según su novela Fotografía Óscar Faura Música Fernando Velázquez Intérpretes Lewis MacDougall, Liam Neeson, Sigourney Weaver, Felicity Jones, Toby Kebbell, Geraldine Chaplin, James Melville, Max Gabbay Estreno en España 7 octubre 2016

Juan Antonio Bayona no ha conocido el fracaso; sus películas han recibido siempre los apoyos más espléndidos y generosos, con unos despliegues mediáticos y publicitarios enormes que posiblemente se hayan extendido incluso a lograr los más encendidos elogios de una crítica que diezma así todavía más sus niveles de credibilidad. No seremos nosotros quienes neguemos a Bayona sus méritos como narrador y artífice de espléndidos espectáculos visuales; nos rendimos incluso ante las bondades de Lo imposible. Pero nos hemos dado de bruces con esta su última película, muy esperada y con grandes expectativas de por medio. Basada en una novela de Patrick Ness inspirada en la experiencia de la escritora irlandesa Siobhan Dowd, enferma terminal de cáncer, e ilustrada por Jim Kay, A Monster Calls narra la historia de un niño muy muy desgraciado (si además hubiera tenido un físico desagradable y viviera en la indigencia se hubiera parecido a Precious), víctima de acoso escolar, de padres divorciados (él no parece querer hacerse cargo del hijo), con una abuela antipática y una madre enferma. En vez de inventarse un amigo invisible, tan recurrente entre los niños anglosajones, se inventa un monstruo salido de un árbol que ejerce de manual de autoayuda a través de una serie de cuentos, lo mejor de la película, que irán curando las heridas que tanto hacen sufrir al pobre chaval. Trata por lo tanto del sufrimiento de un niño, pero lo hace con tintes fantásticos gracias a las experiencias oníricas del protagonista, mientras el drama viene servido por un guión preciso, una puesta en escena clásica y sobria y unas buenas interpretaciones, aunque paradójicamente al servicio de unos personajes sin relieve ni profundidad. No hay más vida, ni anterior ni posterior a los hechos narrados, en los personajes de la película. No están lo suficientemente trabajados como para generar realidad; son difíciles de creer, especialmente Sigourney Weaver, que aunque espléndida como siempre, no encaja en el perfil del personaje que interpreta. A partir de ahí poca emoción hemos encontrado en esta película que sin embargo juega incansablemente a emocionarnos sin pudor. En resumidas cuentas, funciona como espectáculo visual extraordinario y entretenido, con un diseño de producción encomiable en el que se incluyen un monstruo sensacional, aunque directamente deudor del diseñado por Kay para ilustrar el libro, con la voz profunda y grave de un impagable Liam Neeson (imprescindible la versión original), y unas secuencias de animación de una creatividad exultante. Por lo tanto no se trata de un producto despreciable y servirá al director para afianzar aún más su carrera americana (es una coproducción y presumiblemente triunfará en el mundo entero), pero contiene poca realidad y una supuesta emoción que suena más a pura impostura. Pero la están vendiendo muy bien, y eso se agradece en una industria siempre al borde del abismo como la nuestra.

miércoles, 12 de octubre de 2016

MIGUEL RINCÓN EN EL FESTIVAL DE LA GUITARRA DE SEVILLA: LOS ESTERTORES DEL LAÚD

7º Edición Festival de la Guitarra de Sevilla y Temporada 2016/2017 de la OBS. Miguel Rincón, laúd barroco. Solistas de la Orquesta Barroca de Sevilla: Andoni Mercero y Leo Rossi, violines; María de Gracia Ramírez, viola; Mercedes Ruiz, cello; Ventura Rico, contrabajo; Alejandro Casal, clave. Programa: Concerto per Liuto en Re menor FWV L:d1, de Fasch; Concerto per Liuto en Re mayor RV 93, de Vivaldi; Suite para laúd en Re menor, de Weiss; Concerto per Liuto Concertato, Due Violini & Violoncello en Fa mayor, de Kohaut. Espacio Turina, martes 11 de octubre de 2016

Últimamente insistimos mucho en cómo se sustituye en esta ciudad la carencia de intérpretes de reconocido prestigio internacional con el afortunadamente muy cultivado talento local. Paradójicamente hemos asistido estos días, de la mano de Francisco Bernier y el Festival de la Guitarra, al alarmante desprecio del público sevillano por unos intérpretes de renombre internacional, mientras la siempre efervescente Barroca de Sevilla sigue siendo capaz de llenar recintos. Una situación que nos recuerda cómo el excelente ciclo de música de cámara de Cajasol languideció por falta de público, mientras con un aforo muy superior el Maestranza llenaba con cualquier propuesta que ofreciera. Es cierto que la Barroca cuenta con el considerable apoyo de una asociación que hace un trabajo ejemplar para lograr el éxito que merece; pero eso no justifica que esta ciudad pase una y otra vez por alto otras oportunidades tan suculentas.

El primer concierto de temporada de la Barroca se enmarcó en este festival de la mano del guitarrista y laudista sevillano Miguel Rincón, una presencia habitual en la ciudad, con la Barroca u otras formaciones, que no duda en desplazarse hasta aquí cada vez que la situación lo exige, a pesar de residir en Basilea, donde continúa una carrera envidiable como maestro de la cuerda pulsada tras haber recibido lecciones de las más prestigiosas autoridades en la materia. Con seis de los más reputados integrantes de la formación hispalense arropándole, Rincón se estrenó si mal no recordamos como solista absoluto de la formación, con un programa exquisito en el que se convocaron cuatro de las voces más adecuadas para ofrecer un panorama del laúd justo en los estertores de su fama, cuando la dulzura y languidez de su sonido empezaba a ser un obstáculo para las grandes formaciones orquestales que empezaban a proliferar. Quizás por eso la de Rincón fue una intervención discreta, a menudo apagada por el brío de unos solistas que se encontraron más a gusto en interpretaciones dinámicas como la de la propina, un movimiento del Don Quijote de Telemann.

Rico, Ruiz y Casal
Con Johann Friedrich Fasch Rincón quedó muy arrinconado, muy por debajo del dominio de Andoni Mercero, quizás por aquello de que Fasch era un consumado y virtuoso violinista. Pero con Vivaldi Rincón logró una página exquisita, imprimiendo un enorme sentimiento en el Largo del Concierto RV 93, como un lamento lleno de dulzura y elegancia. Su trabajo en solitario en la Suite del imprescindible Silvius Leopold Weiss proporcionó momentos de enorme belleza (fantasía, minueto) junto a incómodos atascos y tropiezos (courante), si bien en general se saldó positivamente con una tendencia al sentimentalismo realmente notable. Karl Kohaut le brindó la posibilidad de cerrar el concierto con ahínco, determinación y el aplauso unánime del público convocado.

lunes, 10 de octubre de 2016

HISTORIA DE UNA PASIÓN Poesía extraída del puritanismo y la sofocación

Título original: A Quiet Passion
Reino Unido 2016 125 min.
Guión y dirección Terence Davies Fotografía Florian Hoffmeister Intérpretes Cynthia Nixon, Jennifer Ehle, Duncan Duff, Keith Carradine, Jodhi May, Joanne Bacon, Catherine Bailey, Emma Bell, Benjamin Wainwright, Annette Badland, Rose Williams, Stefan Menaul, Eric Loren, Noémie Schellens, Miles Richardson Estreno en el Festival de Berlín 14 febrero 2016; en España 7 octubre 2016; en Reino Unido 18 noviembre 2016

Apenas unos meses después del estreno de Sunset Song, nos llega el nuevo film de Terence Davies, paradójicamente un director que se prodiga poco, que desde 1988, cuando estrenó la celebrada Voces distantes, apenas ha realizado cinco films de ficción. Y hemos sido los españoles y españolas quienes la hemos descubierto primero en pantallas comerciales desde su paso por diversos festivales como el de Berlín, Toronto o San Sebastián. Davies propone más un retrato que una biografía de la poetisa norteamericana Emily Dickinson, que ciertamente no vivió grandes episodios biográficos en su vida, encerrada prácticamente en su casa familiar de Massassuchets, donde fue testiga muda de los acontecimientos que azotaron el país durante la primera mitad del siglo XIX, en un estado que fue fundamental para el desarrollo de la vida política del país, tan cerca de Boston, ciudad que transpira historia, con el puritanismo, la esclavitud y el secesionismo como puntas del iceberg de una sociedad en continuo proceso de transformación. Todas estas cuestiones están presentes en un film que, sin embargo, se encuentra en las antípodas de lo épico y adopta más bien un carácter eminentemente intimista, como la poesía que emanaba de una mujer cuya extraordinaria sensibilidad, su fuerte carácter, a veces incluso cruel, y su obsesión por una belleza que se le resistía, condicionaron un arte literario que fue cobrando importancia con el paso del tiempo y más allá de su propia existencia. Davies recrea para la ocasión unos escenarios casi teatrales con diálogos medidos meticulosamente quizás para generar a su vez la sensación de creación literaria que perfecciona este amargo retrato de una mujer condicionada por el género, la religión y el paulatino abandono de los seres más queridos, bien por cuestiones sentimentales, defunción o escasez de oportunidades. La sobriedad caracteriza una película que se erige como documento hermoso y trágico de una persona frustrada en su romanticismo, del que bebía a través de las novelas de las Brontë y la ternura de su padre y hermano, no obstante autoritario el primero, sólo llorica el segundo. Frustraciones que dotan a la pasión del título de un contenido místico que, con la enfermedad, convierten a la heroína, muy a su pesar, en una suerte de santa silenciosa (la pasión silenciosa del título original, una vez más conforme al espíritu de la película que su traducción al castellano). El conjunto aparenta el universo retratado en las coloristas novelas de Jane Austen, pero tamizadas por la negrura de una mujer atormentada y los colores fríos de un hogar que se revela como reclusión de una mujer que no comulga con Dios sino con sus frustraciones. Una vez más Davies hace uso de la música, que por cierto apenas subraya la acción del film, para en determinados momentos provocar una sensación de bálsamo en medio de situaciones cuyo dramatismo alcanza cotas estimables. Lástima que todo este preciso y hermoso retrato de la poetisa y su entorno, en el que cabe también destacar las interpretaciones de, sobre todo, Cynthia Nixon (Sexo en Nueva York), Keith Carradine (habitual de Robert Altman y Alan Rudolph, recuperado tras muchos años de ausencia en el cine) y Catherine Bailey, que da vida a la descarada amiga de la protagonista, se alargue en demasía, denotando redundancias que habiendo sido suprimidas habrían logrado un producto más redondo.

domingo, 9 de octubre de 2016

MARKO TOPCHII Y JUDICAEL PERROY: EL ILUSIONISTA Y EL PRESTIDIGITADOR

7ª Edición Festival de la Guitarra de Sevilla. Marko Topchii y Judicael Perroy, guitarras. Programa: Etudes 4, 7, 10 y Suite Popular Brasileña, de Villa-Lobos; Rondeña, de Sainz de la Maza; Pièce en forme de passacaille, de Tansman; Sonata para guitarra, de Antonio José; Suite BWV 997, de Bach; Fantasie élégiaque, de Sors; y Sonata Op. 29 no. 3, de Diabelli. Espacio Turina, sábado 8 de octubre de 2016

Marko Topchii
El programa doble del Festival de la Guitarra del sábado convocó a dos grandes artistas de la guitarra, dos jóvenes e inquietos intérpretes que han triunfado por todo el mundo y recalado ahora en una ciudad que parece no enterarse de nada. Que abre sus museos y monumentos todos los días del año pero registra su mayor afluencia de público, recreando el ambiente de Semana Santa, cuando a alguien afortunadamente se le ocurre abrirlos de noche. Y que desprecia propuestas como las de un festival que nos ofrece la oportunidad de comulgar con grandes intérpretes de la escena musical internacional, más allá del talento local al que estamos tan acostumbrados a atender.

El joven ucraniano Marko Topchii ha ganado decenas de certámenes a lo largo y ancho del globo y se confirma como uno de los más versátiles guitarristas de la actualidad, algo que vino a confirmar su comparecencia en el Espacio Turina, donde desgranó parte del contenido de su último registro, Van Gogh Fire, repasando músicas de estética hispana de ambos lados del Atlántico de principios del siglo XX, imbuidas de ese espíritu folclórico tan afín a compositores como el brasileño Villa-Lobos, los burgaleses Regino Sainz de la Maza y Antonio José, o incluso el impresionista polaco Alexandre Tansman, cuya pieza en forma de pasacalle sirvió a Topchii para desarrollar su vena más poética y romántica y ofrecer como propina un tema y variaciones caracterizadas por un exacerbado lirismo y mimo por el detalle. Preciso y disciplinado en su dominio técnico, el joven encandiló más por su capacidad para catalizar la atención del oyente, destacando los colores y registros idiomáticos de piezas como la Rondeña de Sainz de la Maza y la espléndida Sonata de Antonio José Martínez Palacios. Antes exhibió fuerza con el ritmo obsesivo y pautado de unos estudios de Villa-Lobos.

Judicael Perroy
El francés y ex niño prodigio Judicael Perroy escogió un programa más escolástico, con obras concebidas para un mayor exhibicionismo y no tanto para exprimir sus posibilidades expresivas. Aún así la Sonata BWV 997 de Bach permite una mayor dosis de lirismo que la ofrecida por el intérprete, que además emitió un sonido ocasionalmente menos limpio de lo conveniente. Especialmente dotado para llevar a buen puerto obras de complicada ingeniería y repletas de dificilísimas filigranas, Perroy se quedó sin embargo corto a la hora de transmitir y captar nuestra atención, resultando en general menos poético que virtuosístico. Algo divagador con la Fantasía elegíaca de Sors, impecable sin embargo con una Sonata del mítico Diabelli, Perroy se atrevió también con Villa-Lobos sin encontrar esa conjugación entre técnica y poética que dimana de su música.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

sábado, 8 de octubre de 2016

KIYOSHI SHOMURA Y SHIN-ICHI FUKUDA: ESTRECHAS COLABORACIONES

7º Edición Festival de la Guitarra de Sevilla. Kiyoshi Shomura y Shin-Ichi Fukuda, guitarras. Programa: Equinox, 3 Songs from "12 Songs for Guitar", In the Woods, Folios y 2 pieces from Japanese Movies, de Toru Takemitsu; Hika y Sonata nº 5, de Leo Brouwer; Princess of Lykia, de Fazil Say. Viernes 7 de octubre de 2016

Kiyoshi Shomura
Al margen de los numerosos y magníficos guitarristas de nuestra tierra, son cada vez más los extranjeros que se sienten especialmente atraídos por la guitarra clásica española, sobre todo en Japón, donde la fascinación por nuestra cultura crece de forma espectacular. Kiyoshi Shomura y Shin-Ichi Fukuda han cultivado esa pasión por nuestra guitarra y la han llevado por todo el mundo; son además embajadores del autor homenajeado en esta edición del festival, Takemitsu, como dedicatarios y estrechos colaboradores en muchas de sus obras para guitarra. Francisco Bernier, que ha logrado la culminación de un sueño levantando este festival y un sello discográfico para la propagación del instrumento, ve como este sueño crece cuando además logra contar con músicos de la talla de los convocados el viernes noche para deleitarnos con su arte en la cuerda.

Con tres partes diferenciadas, la primera la protagonizó Shomura bajo el título genérico Amores perdidos, en alusión a una de las tres canciones transcritas y adaptadas por Takemitsu a partir de clásicos como Over the Rainbow de Harold Arlen, Danny Boy (tradicional irlandesa) y Amour perdues de Joseph Kosma, que Shomura acarició provocando una sensación de hipnótico sosiego, al igual que en Equinox, donde el estilo relajado y esquemático de Takemitsu se hizo más patente, si bien habría que reprochar a Shomura su tendencia a producir un molesto chirrido en los trastes cada vez que hace un slide, puede que conscientemente o por falta de pulimento. Con In the Woods fueron aún más los maestros internacionales de la guitarra convocados a escena, como John Williams o Julian Bream, veteranos dedicatarios de sus movimientos, con los que Shomura hizo gala de su proverbial capacidad para extraer poesía de los pentagramas.

Shin-Ichi Fukuda
En la segunda parte, Fukuda combinó el homenajeado con Leo Brouwer, al que todavía recordamos con cariño cuando era director titular de la Orquesta de Córdoba, y que tiene en la guitarra su fiel aliada para generar música que desde una especie de neoclasicismo explora nuevas sonoridades y experimenta con sus múltiples posibilidades, lo que dio pie al guitarrista para realizar una interpretación más vigorosa y alambicada que su compañero. De Brouwer interpretó en primicia española su Sonata nº 5, cuyos movimientos están extraídos de otras piezas orquestales suyas, y una obra que dedicó al mismo Fukuda en homenaje a Takemitsu justo tras su fallecimiento. Juntos, Shomura y Fukuda abordaron Princess of Lykia, una pieza de Fazil Say, artista residente de la ROSS la temporada pasada, más fácil al oído y con mimbres folclóricos y rítmicos con la que, no hace falta decirlo, exhibieron soltura y compenetración. Terminaron con dos piezas cinematográficas de Takemitsu y, como propina, una suite del popular Cinema Paradiso de Morricone, con la elegancia y la ternura siempre como principios básicos de su precisa interpretación, igual que encajaron la interrupción del móvil de una impertinente espectadora.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía