domingo, 9 de octubre de 2016

MARKO TOPCHII Y JUDICAEL PERROY: EL ILUSIONISTA Y EL PRESTIDIGITADOR

7ª Edición Festival de la Guitarra de Sevilla. Marko Topchii y Judicael Perroy, guitarras. Programa: Etudes 4, 7, 10 y Suite Popular Brasileña, de Villa-Lobos; Rondeña, de Sainz de la Maza; Pièce en forme de passacaille, de Tansman; Sonata para guitarra, de Antonio José; Suite BWV 997, de Bach; Fantasie élégiaque, de Sors; y Sonata Op. 29 no. 3, de Diabelli. Espacio Turina, sábado 8 de octubre de 2016

Marko Topchii
El programa doble del Festival de la Guitarra del sábado convocó a dos grandes artistas de la guitarra, dos jóvenes e inquietos intérpretes que han triunfado por todo el mundo y recalado ahora en una ciudad que parece no enterarse de nada. Que abre sus museos y monumentos todos los días del año pero registra su mayor afluencia de público, recreando el ambiente de Semana Santa, cuando a alguien afortunadamente se le ocurre abrirlos de noche. Y que desprecia propuestas como las de un festival que nos ofrece la oportunidad de comulgar con grandes intérpretes de la escena musical internacional, más allá del talento local al que estamos tan acostumbrados a atender.

El joven ucraniano Marko Topchii ha ganado decenas de certámenes a lo largo y ancho del globo y se confirma como uno de los más versátiles guitarristas de la actualidad, algo que vino a confirmar su comparecencia en el Espacio Turina, donde desgranó parte del contenido de su último registro, Van Gogh Fire, repasando músicas de estética hispana de ambos lados del Atlántico de principios del siglo XX, imbuidas de ese espíritu folclórico tan afín a compositores como el brasileño Villa-Lobos, los burgaleses Regino Sainz de la Maza y Antonio José, o incluso el impresionista polaco Alexandre Tansman, cuya pieza en forma de pasacalle sirvió a Topchii para desarrollar su vena más poética y romántica y ofrecer como propina un tema y variaciones caracterizadas por un exacerbado lirismo y mimo por el detalle. Preciso y disciplinado en su dominio técnico, el joven encandiló más por su capacidad para catalizar la atención del oyente, destacando los colores y registros idiomáticos de piezas como la Rondeña de Sainz de la Maza y la espléndida Sonata de Antonio José Martínez Palacios. Antes exhibió fuerza con el ritmo obsesivo y pautado de unos estudios de Villa-Lobos.

Judicael Perroy
El francés y ex niño prodigio Judicael Perroy escogió un programa más escolástico, con obras concebidas para un mayor exhibicionismo y no tanto para exprimir sus posibilidades expresivas. Aún así la Sonata BWV 997 de Bach permite una mayor dosis de lirismo que la ofrecida por el intérprete, que además emitió un sonido ocasionalmente menos limpio de lo conveniente. Especialmente dotado para llevar a buen puerto obras de complicada ingeniería y repletas de dificilísimas filigranas, Perroy se quedó sin embargo corto a la hora de transmitir y captar nuestra atención, resultando en general menos poético que virtuosístico. Algo divagador con la Fantasía elegíaca de Sors, impecable sin embargo con una Sonata del mítico Diabelli, Perroy se atrevió también con Villa-Lobos sin encontrar esa conjugación entre técnica y poética que dimana de su música.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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