sábado, 29 de septiembre de 2018

EL REINO Aquí no hay quien caiga

España-Francia 2018 122 min.
Dirección Rodrigo Sorogoyen Guión Isabel Peña y Rodrigo Sorogoyen Fotografía Álex de Pablo Música Olivier Arson Intérpretes Antonio de la Torre, Josep Maria de Pou, Nacho Fresneda, Ana Wagener, Mónica López, Bárbara Lennie, Luis Zahera, Francisco Reyes, María de Nati, Paco Revilla, Sonia Almarcha, David Lorente, Laia Manzanares, Óscar de la Fuente Estreno en el Festival de Toronto el 25 septiembre 2018; en salas comerciales 28 septiembre 2018

Ya era hora de que alguien en nuestro cine le metiera mano a los verdaderos problemas que acucian a este país. Sumergidos en un cine ajeno casi al cien por cien a nuestro entorno, en el que se cultivan más los sentimientos arrastrados por la impostura, la comedia tipo astracanada, o el terror aprehendido, todo lo cual huele a naftalina como lo hacía el cine de posguerra empeñado en encubrir la miseria franquista con un mundo ideal, burgués y acaramelado, Rodrigo Sorogoyen irrumpe con una cinta que tildaríamos de valiente e incómoda si no fuera porque en una sociedad tan corrupta e indecente como la nuestra esos adjetivos no tienen cabida. Hartos de conocer las continuas traiciones a las que nos somete la clase política, la gente de este país mira siempre para otro lado, y en parte hace bien aunque sólo sea por sobrevivir lo más plácidamente posible. Lo malo es que para mucha gente estos políticos corruptos, vulgares y atiborrados a carabineros, son un modelo de imitación, y así nos va. Por eso quizás el director de Stockholm y Que Dios nos perdone juega a que de alguna manera empaticemos con su protagonista, un político autonómico al que el esperado salto a la política nacional se le va a resistir tras ser sacrificado por su partido, una combinación de los dos que se alternan desde comienzos de la llamada democracia, y entregado a una justicia tan cómplice como el resto de los factores sociales y económicos en juego, no hay más que ver cómo nos la jugaba la actual ministra de justicia cuando era fiscal de la Audiencia Nacional. Nos justificamos pensando que estamos de lado del malhechor para que así tire de la manta y se lleve por delante a la cúpula corrupta y maloliente que siempre sale de rositas, pero lo cierto es que nos sorprendemos sufriendo en nuestra carne las vicisitudes de un impresionante Antonio de la Torre mientras intenta salir lo mejor parado de la difícil situación en la que lo han puesto. Un poco como Bárcenas, al que detestamos pero no dudamos en apoyar con tal de que los de siempre no se salgan con la suya. Por la pantalla desfilan personajes perfectamente identificables, de Andalucía, de Levante, de España... y lo hacen dentro de una vorágine que Sorogoyen maneja con talento y maestría, de forma que su película no sea sólo una denuncia sino un buen thriller que juega magistralmente sus cartas, técnicamente impecable, artísticamente fascinante, con ritmo frenético y mucha adrenalina que descargar. A ello contribuye sobremanera un reparto excelente; cabe destacar el duelo televisivo final entre de la Torre y la periodista con pintas de Ana Pastor a la que da vida una también espléndida Bárbara Lennie, y que sirve a los lúcidos guionistas para poner el acento también en el papel manipulador de la prensa, tan integrada en el sistema como lo estamos también quienes criticamos y nos indignamos frente a una cerveza o una taza de café pero no nos atrevemos a hacer la revolución.

OREINA (CIERVO) Gente fuera de sitio

España 2018 85 min.
Guión y dirección Koldo Almandoz Fotografía Javier Agirre Música Ignacio Bilbao y Elena Setien Intérpretes Laulad Ahmed Saleh, Patxi Bisquert, Ramón Agirre, Iraia Elias, Erika Olaizola Estreno en el Festival de San Sebastián 25 septiembre 2018; en salas comerciales 28 septiembre 2018

El joven realizador vasco Koldo Almandoz, que se autohomenajea a través del cartel en un cine de su documental Sipo Phantasma, que algunos presumen de haber visto pese a haberse apenas exhibido más allá de sus fronteras, busca su sitio en esta enigmática película en la que sus personajes, un taxidermista, un profesor de universidad y un joven inmigrante, están fuera de él. Dos hermanos maduros, uno de ellos interpretado por Patxi Bisquert, el protagonista de Akelarre y Tasio, al que no veíamos desde hacía mucho, cohabitan sin hablarse. Mientras, un joven marroquí busca integrarse en una sociedad cerrada y hostil de la única manera en la que el inmigrante parece poder hacerlo en nuestra supuesta comunidad generosa y tolerante, dejándose utilizar y procurando servir hasta cierto límite, cuando el abuso provoca reacción en forma de venganza. Almandoz utiliza un lenguaje presuntamente poético, deteniéndose en preciosos parajes que recorre sin rumbo definido, a merced de unos personajes a la deriva que arrastran traumas internos o simplemente continúan con sus vidas al margen de lo permitido y permisible. No hay mucho que rascar en una cinta que se confía a sus personajes y lugares, dejando que sea el espectador, a través de estímulos y sensaciones, quien extraiga algún mensaje de una propuesta que por otra parte acaba resultando monótona y aburrida, y que en realidad no esconde en su interior más que un conjunto de situaciones comunes que muchos no dudarán en convertir en lenguaje propio y avanzado.

jueves, 27 de septiembre de 2018

LA APARICIÓN Del Infierno yihadista al circo vaticano

Título original: L’apparition
Francia 2018 140 min.
Guión y dirección Xavier Giannoli Fotografía Eric Gautier Intérpretes Vincent Lindon, Galatéa Bellugi, Patrick D’Assumçao, Anatole Taubman, Elina Löwensohn, Claude Lévèque, Gèrard Dessalles, Bruno Georis, Alina Hava, Candice Bouchet Estreno en Francia 14 febrero 2018; en España 21 septiembre 2018

El director galo Xavier Giannoli parece muy interesado en analizar la figura de presuntos farsantes, una cantante de ópera sin talento a la que todo el mundo respeta por su posición acaudalada en Madame Marguerite, y ahora una joven que dice haber visto a la Virgen en un lugar recóndito de la geografía francesa. Aunque más que la farsa o la suplantación a Giannoli parece interesarle mostrar el circo mediático que inmediatamente se origina en torno al fenómeno, con la habitual peregrina intención de recuperar fieles y generar una mayor tensión religiosa y posible fascinación ante los milagros de la Iglesia. El problema es que utiliza un discurso ambiguo en su contenido y monótono en la forma, sin olvidar un exceso de metraje que provoca hastío y mengua naturalmente el interés. Vincent Lindon interpreta a un reportero de guerra que regresa del infierno provocado por las guerras fanático-religiosas de Oriente Medio, y bajo el trauma que le ha provocado la muerte de un fotógrafo compañero en dicha contienda, es llamado inexplicablemente por el Vaticano para formar parte de una supuesta comisión de investigación que decida si las visiones manifestadas son auténticas o no. Su posición inicial escéptica y agnóstica, en contraposición a la de sus colegas, teólogos y psicólogas, irá previsiblemente cambiando conforme vaya averiguando asuntos que tienen que ver con el pasado de la joven y sus motivaciones para asumir el presunto milagro. Otro fanatismo se adueña de la gente que acude masivamente al lugar de las revelaciones, donde un considerable merchandising está haciendo las delicias de sacerdotes sin escrúpulos y fanáticos del espectáculo mediático. Muy bien todo, pero la información surge con timidez; apenas sabemos nada del protagonista, dudamos de la eficacia de una investigación científica por parte de quienes se apoyan en la fe, y el academicismo y sobriedad con que está tratado el conjunto no acaba de convencernos. Por supuesto no faltan en el popurri de su banda sonora la música de Arvo Pärt (Fratres) ni el misticismo barroco (La Pasión según San Mateo de Bach, Stabat Mater de Pergolesi), a los que se suman composiciones también de corte piadoso de Georges Delerue y el recientemente fallecido Jóhann Jóhannsson.

miércoles, 26 de septiembre de 2018

MATAR A DIOS La no tan divina comedia

España 2017 90 min.
Guión y dirección Caye Casas y Albert Pintó Fotografía Miquel Prohens Música Francesc Guzmán Intérpretes Itziar Castro, Eduardo Antuña, Boris Ruiz, David Pareja, Emilio Gavira, Francesc Orella Estreno en el Festival de Sitges 11 octubre 2017; en salas comerciales 21 septiembre 2018

Cualquiera le tose al debut en el largometraje de ficción de la pareja artística integrada por los catalanes Albert Pintó y Caye Casas, después de los múltiples parabienes que han recibido por parte de festivales y crítica. Prácticamente pareciera que nos encontremos ante una de las producciones más frescas y originales del actual panorama patrio, y puede que lo sea, pero con aspectos cuestionables y algún defecto notable. Saludada como un cruce entre Álex de la Iglesia y los franceses Jeunet & Caro, más por Delicatessen que por Amélie naturalmente, este primer largo de estos cortometrajistas también bautizados en el documental parte de una idea feliz y diferente. Un vagabundo pequeñito se cuela en una casa en la montaña en la que una familia disfuncional celebra el fin de año con más rencor y miseria que verdadero espíritu navideño, y les anuncia que es Dios y que ellos han sido elegidos para decidir qué dos personas sobrevivirán al inminente apocalipsis. A partir de ahí deberíamos asistir a un festival hilarante de tramas, estrategias e ingeniosos giros de guión. Pero no hay nada de ello en esta comedia negra y grotesca que se conforma con generar crispación entre los parientes, sacar a relucir sus miserias, que por otro lado son tan recurrentes como convencionales, y originar una atmósfera de presunto desasosiego, cargado de símbolos religiosos, fotografiado con colores chillones y cierto barroquismo en la puesta en escena, y adornada con una música tan grotesca o más que la función propuesta, con profusa utilización de voces discordantes y efectos de sonido estridentes, quizás en última instancia lo más destacable del conjunto. Tras un prólogo protagonizado por Francesc Orella (Merlí), asistimos a la presentación de estos cuatro parientes, una esposa psicológicamente maltratada y de generosas proporciones, aunque tratada por los guionistas con menos sutileza de lo deseable como si fuera una venus (Itziar Castro, a quien descubrimos en Pieles y con la que los realizadores ya contaron en su cortometraje RIP), su impresentable y deshumanizado marido (Eduardo Antuña), su hermano (un suicida colgado de su ex David Pareja) y el padre de ambos (Boris Ruiz, al que también hemos visto en Merlí como padre de Pol). De ahí pasamos a la intrusión del supuesto Dios, en tono de película de terror, reminiscente de la crueldad del Antiguo Testamento, incorporado por Emilio Gavira. Pero no hay un objetivo claro y contundente, ni ese cinismo inteligente de Buñuel, con quien también se pretende emparentar. Apenas encontramos un ejercicio de estilo en esta película, aunque con evidente implicación de sus intérpretes. Contiene defectos de ritmo, considerables vacíos argumentales y, sobre todo, una alarmante ausencia de interés conforme se acerca su previsible final.

martes, 25 de septiembre de 2018

MERLÍ, EL DESCUBRIMIENTO DE LA VIDA, EL AMOR Y LA MUERTE (Sin spoiler)

Merlí Bergeron (Francesc Orella) rodeado de sus peripatéticos
A principios del presente año se emitió en TV3, la televisión de Cataluña, el último episodio de Merlí, una serie autóctona que ha marcado época y estilo y a la que muchos y muchas nos hemos enganchado tiempo después. Algunos de hecho acabamos de terminarla y es tal la conmoción que nos ha provocado que no podemos por menos que reseñarla en el vehículo que nos es propicio, en mi caso este blog dedicado fundamentalmente a la música y al cine, siempre procurando que lo sea desde un punto de vista de libre pensamiento. Y es que precisamente de eso va esta maravillosa serie en tres temporadas con cuarenta episodios. El Merlí del título, Bergeron de apellido, es un profesor de filosofía que imparte sus muy poco ortodoxas y muy creativas clases en el instituto de bachillerato Àngel Guimerà de la capital condal. En cada episodio disecciona de manera sencilla y muy práctica el pensamiento de un filósofo ilustre, desde Platón a San Agustín, pasando por Sócrates, Marx, Freud, Hegel y hasta Hannah Arendt. Su creador, Héctor Lozano, se encarga de aplicar de forma tan ingeniosa como inteligente el pensamiento de cada uno y una de ellos al argumento propuesto en cada episodio, que giran en torno al profesor y su entorno, familia, profesorado, alumnado y el de éstos con sus respectivas familias, generándose una suerte de vidas cruzadas en las que los sentimientos y el sexo tienen un enorme protagonismo.

Cual Robin Williams en El club de los poetas muertos, pero infinitamente mejor y más convincente, Merlí contagia a sus alumnos el carpe diem, ese disfrutar de cada día como si fuera el último; de hecho en cada temporada la muerte tiene un papel importante. Les enseña a dudar de todo, a cuestionarlo todo y a no dar por hecho nada, a ser contestatarios frente a un sistema que pretende lobotomizarnos para controlarnos y llevar a cabo sus malas prácticas con mayor impunidad. Les llama Los peripatéticos en honor a la corriente de la Grecia antigua que lideraba Aristóteles y que se cuestionaba la existencia y la verdad de todo lo que nos rodea. Merlí enseña a pensar libremente, a cuestionar nuestro sistema político, la religión, la moral imperante, el destino y las relaciones personales, con especial hincapié en la amistad, con tu pareja, con tus padres, con tus compañeros, con todos y todas. Pero también les ayuda en sus problemas coyunturales, sus miedos y traumas. Les enseña en definitiva a ser mejores personas y a comulgar sólo y exclusivamente con la vida, esa para la que tienen que estar preparados y preparadas, a disfrutarla y exprimirla al límite de las posibilidades de cada cual. Pero no se trata de un hombre perfecto, no es ninguno de esos héroes intachables e inatacables a los que nos tiene acostumbrados el cine americano, ese portador de grandes mentiras domesticantes. Merlí tiene defectos, perceptibles desde el capítulo uno; es arrogante, mujeriego, en cierto sentido incluso prepotente y chulesco, pero su trabajo pedagógico y humano con su alumnado no tiene precio, y Lozano lo deja muy bien reflejado en un guión sin fisuras, sin defectos, sin imposturas ni giros ridículos, escrito con tanta naturalidad como sofisticación. Un prodigio de libreto que pone el resultado en bandeja a su realizador, Eduard Cortés, de quien hemos visto en la gran pantalla títulos como La vida de nadie, The Pelayos o ¡Cerca de tu casa!, y cuyo elenco borda de manera brillante, empezando por el veterano Francesc Orella, que da vida al controvertido profesor, y siguiendo con cada uno y una de los alumnos, especialmente Carlos Cuevas, que se come cada secuencia en la que aparece.

Oh guarda, che bella gioventú! (Leporello en Don Giovanni)
Merlí, la serie y el personaje, es crítica con la política, con la independencia catalana (ay, esa TV3 que los medios españoles han convertido en un demonio, y que aquí demuestra ser amplia de miras), con la Iglesia, los valores impuestos, la lengua y su terminología, la desigualdad, el bullying... y por el contrario celebra la diversidad, el respeto, el diálogo, la amistad y el entendimiento como armas para lograr una mejor convivencia, que no se hace precisamente arrancando lazos amarillos ni imponiendo reglas de conducta. Pero Merlí es sobre todo descubrimiento y celebración de la vida y la juventud. Es fácil, casi cuarenta años después, identificarse con estos entrañables personajes y hasta sentir cierta melancolía por los sueños y esperanzas que se cumplieron y los que se desvanecieron. Se trata en definitiva de un ejercicio refinadísimo y sumamente elegante de optimismo. Hay en la serie una transgresora promoción del sexo libre, pero tratado con tal sentido del humor y tanta delicadeza que hay que ser muy obtuso para llegar a escandalizarse. Al fin y al cabo el sexo corre por el instituto y sus aledaños con tanta alegría y satisfacción como podría hacerlo una buena comida o un buen vino, ideales según el filósofo protagonista para sobrellevar a los malos políticos que nos gobiernan. Hay sexo, pero también mucho amor, mucha emoción, muchísima ternura y mucho gusto por esta vida que nos ha tocado, con sus privilegios, alegrías y tristezas, que de todo se aprende. Merlí es un manual de educación en el respeto, la celebración y la convicción de que algún día todo esto se acabará y no pasará nada, pero mientras estemos vivos tenemos que disfrutar de la existencia, porque sólo la no existencia la justifica.

EL CAPITÁN La maldad de los humildes

Título original: Der Hauptmann
Alemania-Polonia-Francia 2017 118 min.
Guión y dirección Robert Schwentke Fotografía Florian Ballhaus Música Martin Todsharow Intérpretes Max Hubacher, Milan Peschel, Frederik Lau, Bernd Hölscher, Waldemar Kobus, Alexander Fehling, Samuel Finzi, Wolfram Koch Estreno en el Festival de Toronto 7 septiembre 2017; en Alemania 15 marzo 2018; en España 21 septiembre 2018

Tras un par de películas en su país natal, Tatuaje y Las joyas de la familia, Robert Schwentke se labró una carrera como irregular director de cine comercial en Estados Unidos, cultivando todo tipo de géneros, del thriller en Plan de vuelo: Desaparecida a la ciencia ficción en la serie Divergente, pasando por el romance fantástico en Más allá del tiempo, la comedia policiaca en RIPD: Departamento de Policía Mortal y la acción en RED. Una filmografía no precisamente exquisita que ahora pretende remontar con este regreso a Alemania y su primera incursión en los horrores de la Segunda Guerra Mundial. En un impecable y gélido blanco y negro, Schwentke relata la historia espeluznantemente verdadera del soldado Willy Paul Herold, desertor del ejército alemán a pocos días de terminar la conflagración, que tras encontrar un traje de oficial nazi asume el rol de un despiadado e inhumano criminal capaz de exterminar a los huéspedes de un campamento de prisioneros saltándose todas las reglas del derecho internacional. Es como si el Amon Goeth de Ralph Fiennes de La lista de Schindler asumiera el protagonismo de una película, toda una perversión en el arte de contar historias, donde habitualmente es con la persona íntegra y justiciera con quien nos invitan a empatizar. Cruel y violenta en extremo, la película parece querer demostrar cuánto más crueles podemos llegar a ser los humanos en función de la menor formación recibida y la mayor presión sufrida en una coyuntura como la que ofrece una batalla continua. Así el sadismo refinado del auténtico oficial nazi se sustituye por el más visceral y salvaje de un cualquiera cuyo único objetivo debería ser huir, pero que se convierte en un horripilante monstruo tras ese encuentro fortuito del instrumento ideal, en este caso un traje que como el que vestía el protagonista de la película de Alberto Rodríguez, abre nuevas posibilidades a una existencia gris y mediocre. A su alrededor un grupo de desertores como él aprovechan la coyuntura para sembrar el terror, mientras el director y guionista echa mano de clichés varios, como ese humor grotesco tan característico alemán, o el consabido cabaret vulgar que evoca con menor fortuna al Visconti de La caída de los dioses. Situaciones que dudamos casen con el momento descrito y la atmósfera en la que esta pandilla que haría las delicias de Tarantino comete sus barbaridades. El resultado deviene por lo tanto en una absurda y nauseabunda sucesión de crueles y salvajes juegos con la vida de los otros, narrado y retratado con tanta frialdad como falta de sentido moral, y acertando tan sólo en el tono eminentemente terrorífico que impregna toda la función, culminando en un aún más grotesco paseo de los asesinos desertores por las calles de una ciudad contemporánea, cuales matones de barrio marginal disfrazados de autoridad neonazi, empoderada e injusta.

lunes, 24 de septiembre de 2018

FELIZ ARRANQUE CONCERTANTE DEL XXIX CICLO DE CÁMARA DE LA ROSS

Concierto nº 1 del XXIX ciclo de música de cámara ROSS-ELI. Nazar Yasnytskyy y Stefan Zygadlo, violines. Ariadna Boiso Reinoso, viola. Sasha Louise Crisan, violonchelo. Matthew Gibbon, contrabajo. Ian Parkes y Ángel Lasheras Torres, trompas. Programa: Sexteto para dos trompas Op. 81b, de Beethoven. Cuarteto nº 3 Op. 41, de Schumann. Divertimento nº 17 K. 334, de Mozart. Espacio Turina, domingo 23 de septiembre de 2018

Yasnytskyy
No nos referimos a esa exquisita receta roteña, familia del gazpacho y el salmorejo, aunque el adjetivo de este titular bien le serviría para figurar en la carta de un restaurante de cocina creativa, combinado con sardinas, melva, caballa o lo que se antoje. Pero lo cierto es que un inicio de temporada como éste provoca lo mismo al oído que un exquisito plato como ese al paladar, una inmensa felicidad, la que deriva de una educación exquisita y una exigencia a la vida que en lugar de estar al alcance de algunos y algunas, quienes supuestamente velan por el bienestar del pueblo deberían poner a disposición de toda la gente.

La temporada de música de cámara de la Sinfónica arrancó de manera excelente, previas las obligadas y necesarias presentaciones, con el patrocinio un año más del English Language Institute y la concurrencia de la joven violista Ariadna Boiso, una de las más recientes incorporaciones de la orquesta, como simpática y elocuente encargada de ilustrar las páginas programadas. En los atriles unas muy exigentes obras de dos grandes del Clasicismo enmarcando a un no menos extraordinario Schumann, de quien se interpretó el tercero y último de sus cuartetos de cuerda. Pero si algo llamó especialmente la atención en esta primera cita de la temporada fue la maestría, agilidad, nervio y talento del violinista Nazar Yasnystkyy. Estamos más que acostumbrados a verlo y escucharle pero nunca hasta ahora habíamos tenido oportunidad de reparar en el excelente violinista que es, capaz de llevar todo el peso del programa sin desfallecer ni reflejar fatiga alguna, así hasta casi dos horas, y sin intercambiar papeles con el segundo violín, como es habitual. Vamos que si le proponen tocar los cinco conciertos de Mozart del tirón seguro que lo hace. Su protagonismo en las piezas de Schumann y Mozart dio al conjunto un inconfundible aire concertante, de la misma manera que hicieron los trompistas en la de Beethoven.

Adriana Boiso
El Sexteto para dos trompas de Beethoven se presentó con el bajo doblado en violonchelo y contrabajo, así que fueron siete los artistas sobre el escenario. El carácter virtuosístico de las trompas fue espléndidamente resuelto con el buen hacer de Parkes y Lasheras, demostrando cómo la sección de metal de la orquesta mejora a pasos de gigante. El Op. 41 nº 3 de Schumann sonó intenso y poético en manos de este cuarteto concebido sólo para la ocasión, lo que ya es mérito. Los músicos pasaron del patetismo inicial al júbilo final sin ahorrar en matices siniestros, brillantes juegos de imitaciones y ternura liederística. En el sofisticado Divertimento nº 17 de Mozart pudimos apreciar la calidez de Sasha Crisan al violonchelo y la jovial implicación de Boiso Reinoso a la viola; pero la sensación volvió a ser Yasnytskyy, que con un bajo y unas trompas muy bien integradas logró una lectura vibrante de esta jubilosa página de texturas y proporciones sinfónicas. Alguno del público dejó el móvil encendido para seguir el partido del Sevilla, provocando que sonara e interrumpiera el concierto, mereciendo así un tirón de orejas… lo de la educación.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

EL ESCÁNDALO TED KENNEDY Servicio de limpieza

Título original: Chappaquiddick
USA 2017 107 min.
Dirección John Curran Guión Taylor Allen y Andrew Logan Fotografía Maryse Alberti Música Garth Stevenson Intérpretes Jason Clarke, Kate Mara, Bruce Dern, Ed Helms, Jim Gaffigan, Taylor Nichols, John Fiore, Andria Blackman Estreno en el Festival de Toronto 10 septiembre 2017; en Estados Unidos 6 abril 2018; en España 21 septiembre 2018

Alguien dijo una vez que de haber monarquía en Estados Unidos los Kennedy serían los reyes de América. Y como tales siempre habrá quien limpie su mierda y les alivie sus "culpas". Joseph Patrick Kennedy fue el patriarca de una de las familias más influyentes, y a la vez desgraciadas, de los Estados Unidos del siglo XX. Sus tres hijos mayores y uno de sus nietos murieron en trágicas circunstancias, bien asesinados o en accidente de aviación. Han sido objeto de multitud de trabajos cinematográficos y televisivos, entre los que destacan JFK, Bobby y Jackie. La última película de John Curran, el artesano director de películas como El velo pintado, Stone y El viaje de tu vida, se añade a la lista de homenajes y análisis a esta célebre estirpe. Esta vez se trata del senador Ted Kennedy, único hijo superviviente del duro y despiadado patriarca, magníficamente interpretado desde el silencio y la postración por Bruce Dern (Nebraska, Family Plot). Jason Clarke da vida con convicción y cierto parecido físico al denostado senador, cuya carrera hacia la Casa Blanca se vio afectada por un accidente automovilístico que tuvo en 1969 en el lugar de referencia del título original, y en el que murió su acompañante, quien fuera secretaria de su difunto hermano Robert. Narrada con sobriedad y clasicismo, la fórmula de la consabida denuncia de la corrupción del poder queda expuesta de forma desangelada y hasta desapasionada, de manera que su endeble trama no llega nunca a despegar ni a suscitar suficiente interés. El análisis de su personalidad, sus dudas sobre el futuro, las decisiones que ha de tomar y su responsabilidad en el asunto, tampoco logran tener entidad suficiente, mientras detalles como la agonía de la fallecida dejan muchos matices por aclarar, tanto en la suponemos deficiente investigación que se llevó a cabo como en el planteamiento que del asunto hace la película. Ni siquiera la premisa principal de la cinta, la ambición por el poder, personificado en el implacable patriarca y su espeluznante consejo de coartada, adopta la fuerza necesaria para hacer de este episodio algo suficientemente atractivo. Sorprende además que se haya prescindido de alguien seguramente tan influyente en esta historia como Rose Kennedy, la madre. No obstante se reconoce la seriedad con la que se ha tomado el asunto, el buen trabajo interpretativo del elenco y su académica resolución formal.

THE RIDER Heridas inconsolables

USA 2017 104 min.
Guión y dirección Chloé Zhao Fotografía Joshua James Richards Música Nathan Halpern Intérpretes Brady Jandreau, Tim Jandreau, Lilly Jandreau, Cat Clifford, Terri Dawn Pourier, Lane Scott Estreno en el Festival de Cannes 20 mayo 2017; en Estados Unidos 13 abril 2018; en España 21 septiembre 2018

El que hace tiempo fuera cuna del mejor cine, el más atractivo y popular, el norteamericano, se ha ido convirtiendo en los últimos años en pasto de mediocridad, temas recurrentes y trillados, tratamientos convencionales y perezosos, y todo eso en el mejor de los casos, cuando no se trata de explotar violencia gratuita, superhéroes de idéntica estructura y definición, o cine de terror que abusa de efectos chirriantes. No hay más que ver las últimas ediciones de los Oscar para, salvo raras excepciones, comprobar el declive del imperio cinematográfico americano. Por eso cuando surge una película como la que ha rodado la directora de origen chino Chloé Zhao no podemos sino congratularnos. Prendada del resquicio de cultura india aniquilada en el país de las oportunidades ya desde su anterior y primera película, Songs My Brother Taught Me, Zhao fija su atención ahora en una de esas reservas Lakota y en la preservación de una actividad tan ancestral como la doma de caballos y su posterior intervención en rodeos. El mundo del cowboy, sus vestigios y pasiones, desde la mirada que una mujer ejerce, de la forma más limpia y respetuosa posible, a un mundo de hombres dominado por el contacto directo con la naturaleza. Y lo hace bajo el pretexto de trazar una perfecta combinación entre documental y ficción en el que un joven apasionado ve cómo sus sueños y esperanzas se ven truncadas cuando sufre un accidente cabalgando a lomos de una yegua desbocada y tiene que asimilar un enorme cambio en su vida, que pasa por abandonar la actividad que más felicidad le reporta. Una visión poética, ayudada por la ternura que expide la mirada triste y melancólica del protagonista, indio de vertiente sioux, personaje real y en la ficción, así como en los majestuosos paisajes de Dakota del Sur en los que se desarrolla la trama. Su relación con personajes tan vulnerables como su hermana autista, que también lo es en la vida real, o su mejor amigo y referente, que pasó de ser un apuesto y ganador cowboy a quedar postrado en una silla de ruedas sin capacidad casi ni para la comunicación, tejen una historia llena de ternura y luz sobre la búsqueda de una identidad y unas raíces, la superación de un dolor y una frustración, y la ayuda recibida al respecto del entorno, especialmente de un padre que combina la razón y la comprensión con sabia lucidez. Un western moderno, metáfora de un pueblo eliminado en búsqueda de un horizonte, que Zhao reproduce con respeto y admiración no exenta de dolor, así como la complicidad impagable de un inexperto Brady Jandreau, de mirada tan penetrante como imperturbable, pero con mucha emoción en su interior.

sábado, 22 de septiembre de 2018

MICHAEL JACKSON'S TALENT SHOW

Homenaje al Rey del Pop. Un espectáculo de Boulevard Producciones & Management. Nuria Carreras, directora, coreógrafa y creadora. Ximo Jackson, impersonator, diseño escénico y artístico. Box Cartuja, viernes 21 de septiembre de 2018

La sorprendente caracterización de Ximo Jackson 
A punto de cumplir cincuenta y un años y con todas las intervenciones a las que sometió su rostro, aunque no muriera a la mítica edad de veintisiete años como Amy Winehouse o Kurt Cobain, podemos considerar que Michael Jackson dejó un cadáver joven y hermoso, que sus fans e incondicionales de todo el mundo pretenden mantener vivo y en activo, alimentando incluso esa leyenda que rodea a los grandes mitos como Marilyn o Elvis de que en realidad sobreviven en un paradisíaco retiro. La recreación mimética de grupos y estrellas del pop y el rock, ya desde tiempos de Los Beatles, ha sido una constante que alcanzó su punto álgido con ese espectáculo descomunal que recrea los grandes conciertos de Queen en auditorios y estadios de todo el planeta. Lo que Jackson Dance Company pretende, con recursos más limitados, es algo parecido con un leve hilo dramático que le sirve de nexo conductor.

Ximo Jackson es el principal artífice, junto a su directora y creadora artística Nuria Carreras, de este irregular espectáculo avalado por los fans españoles del artista inmortal como el mejor homenaje que se le ha rendido en este país, al menos eso reza la publicidad. El joven valenciano arrastra desde su infancia una admiración incondicional por Michael Jackson, que ha rentabilizado desde su mayoría de edad en espectáculos y programas de televisión de toda índole. Pero es en el concepto de Talent Show, con una mezcla de Operación Triunfo en el caso de los cantantes y Tú sí que vales en el apartado del cuerpo de baile, donde esta iniciativa tiene mejor cabida, convirtiendo de esta manera a estos formatos televisivos en el más claro legado del artista de Indiana. La intención sin embargo es destacar su vida y música como un canto a la humanidad, la paz y el respeto al planeta desde un punto de vista ecológico, y para eso se teje una enclenque trama romántica en la que las vivencias de una joven y su historia de amor con un amigo de la adolescencia sirven para ir encajando las canciones de Jackson. 


Los números musicales reproducen coreografías y vestuarios muy reconocibles gracias a los millonarios videoclips que promovieron su carrera. Si la pareja protagonista viaja a Egipto surge Remember the Time; si ella se queda sola en la noche le atacan los zombies y comienza Thriller, tras la proyección del video que debía enriquecer el espectáculo con el que Jackson pretendía despedirse de los escenarios, This Is It, y esa célebre coreografía inmortalizada en el corto de John Landis mimetizada mientras una simpática zombie flamenca se cuela en el ballet. Smooth Criminal, Bad, The Way You Make Me Feel, Beat It, se van sucediendo en discretas y poco creativas recreaciones de sus archiconocidos clips promocionales, con un playback como sustento musical que nos hace sospechar se habrá pagado mucho por derechos de autor. Iris Fernández y Alejandro Trinidad interpretan, con limitados recursos dramáticos, a la pareja protagonista. Pero son sus canciones y su buen hacer lo que da mayor frescura al conjunto; Gone Too Soon, You Are Not Alone, Rock with You, I Just Can’t Stop Loving You o Human Nature evocan un formato que quizás hubiera originado un espectáculo más genuino, quién sabe si mediante la convocatoria de un grupo de admiradores y admiradoras del artista que se reunieran para versionar sus canciones, como queda patente en ese We Are the World que acaba convenciéndonos de la influencia de Jackson en programas como OT; o haber optado por el clásico biopic al estilo del de Tina Turner que actualmente triunfa en el West End londinense. Pero de lo que no cabe duda es de que sea lo que sea a lo que terminen dedicándose los esforzados cantantes y bailarines, siempre tendrán la satisfacción de recordar cuando se subieron a un escenario y pusieron todo su sano y envidiable entusiasmo al servicio del baile, la música y la pasión por la cultura y el entretenimiento. Al final, libremente sueltos en Wanna Be Startin’ Something o evocando en modo happy la etapa de los Jackson Five y la música disco, es como mejor conectaron con el público y nos hicieron bailar.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

PEDRO HALFFTER, UN INTENSO WAGNERIANO

Concierto inaugural de la temporada 2018/19 de Juventudes Musicales de Sevilla y ASAO. Pedro Halffter, piano. Programa: Transcripciones de pasajes de Lohengrin, Tannhäuser, Parsifal, Los maestros cantores de Nuremberg y Tristán e Isolda, de Wagner.
Iglesia de San Luis de los Franceses, jueves 20 de septiembre de 2018

El suntuosa templo de San Luis de los Franceses volvió a abrir sus puertas a la música, después de tantos años de rehabilitación y algunos conciertos celebrados en la Capilla Doméstica. Y lo hizo para inaugurar la temporada de Juventudes Musicales, con la colaboración de la Asociación Sevillana de Amigos de la Ópera y de la mano del maestro Pedro Halffter, a punto de finalizar su contrato como director artístico del Maestranza. Ha estado casi quince años llevando las riendas líricas de la ciudad, ofreciendo excelencia hasta donde la maldita coyuntura ha permitido, acercándonos en la medida de lo posible a la música contemporánea y arriesgando con la programación de títulos alejados de la rentable popularidad. Objetivos que poco a poco se fueron diluyendo en un mar de mediocridad, la que impone una taquilla condicionada por la mala educación cultural.

Los presidentes de las respectivas asociaciones organizadoras, Emilio Galán por ASAO y Arnold W. Collado por Juventudes Musicales, dignificaron el evento con unos discursos introductorios en los que no faltaron los consabidos agradecimientos a las autoridades locales, esos nuevos dueños del cortijo y modernos mecenas sin cuya generosidad parece no se puedan convocar actividades culturales de enjundia. Un entregado e intenso Halffter, en una de esas raras ocasiones en las que, conferencias preconcierto aparte, concurre al teclado en lugar de a la batuta, desplegó un programa centrado por completo en el autor que más adora y mejor comprende, Wagner. Y aunque no terminaron de calar sus invitaciones a vivir experiencias oníricas (Elsa paseando entre nosotros al son de Lohengrin) y revivir la Semana Santa sevillana a través de los Milagros del Viernes Santo y el Grial de Parsifal, no cabe duda de que logró sobradamente captar nuestra atención e interés, haciéndonos viajar por la senda de la melancolía y el dolor en un recital cargado de espiritualidad.

Salvo una muy aseada y meditada recreación de la Procesión de Elsa de Lohengrin, una de tantas transcripciones que realizó Liszt de la obra de su yerno, el resto fueron trabajos del propio Halffter a partir de la música del alemán, en los que desplegó con acierto y control los recursos puestos a su propia disposición. Tal fue su entrega y pasión que consiguió hacerse con un público sofocado por el calor húmedo reinante, alcanzándose el clímax con un apasionado Preludio y Muerte de Isolda en el que intercaló la hermosa Muerte de Tristán. Fueron las suyas unas versiones influidas por más de un siglo de transformaciones que han afectado a la manera de entender el arte. La suya fue una visión de Wagner del hombre contemporáneo, con matices, giros y soluciones estéticas que acercaron su música a la escritura vanguardista, trascendiendo en lo artístico y lo espiritual. Incluso la propina, una Variación Goldberg nº 25 de Bach que dedicó a su madre, la pianista María Manuela Caro que nos dejó a finales del pasado año, sonó de forma personal e íntima. Todavía le queda a Halffter mucho por hacer en esta ciudad que ama y repudia a partes iguales, pero ya empezamos a echarle de menos.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

viernes, 21 de septiembre de 2018

martes, 18 de septiembre de 2018

LOS AMORES COBARDES Divagaciones y decisiones

España 2017 96 min.
Guión y dirección Carmen Blanco Fotografía Jacobo Herrero Música McEnroe Intérpretes Blanca Parés, Ignacio Montes, Anna Coll Miller, Tusti de las Heras, Agustín Otón, David Mora Estreno en el Festival de Málaga 20 abril 2018; en salas comerciales 14 septiembre 2018

Hay cierta voluntad en este primer largometraje de la joven gaditana Carmen Blanco de hacer las cosas bien y con la lección bien aprendida. Estudió Comunicación Audiovisual en Málaga y allí y en el Rincón de la Victoria ambienta esta original y sutil historia de amores no correspondidos, con la delgada línea que separa la amistad del amor entre un hombre y una mujer como leit motiv. Pero el resultado evidencia una alarmante falta de seguridad y talento a la hora de poner en imágenes un guión errático y plagado de imposturas, tanto en los forzados diálogos como en el perfil de sus personajes y sus poco convincentes relaciones con los demás, no digamos ya en las situaciones de mero pose que propone y que dan al conjunto un aire considerablemente mortecino. Fruto de una generación más preocupada en reflejar sus sentimientos y anhelos románticos que en analizar los problemas sociales, políticos y económicos que le acucian, Blanco comete ese craso error que caracteriza a muchos de los nuevos realizadores y realizadoras, que es mantener el pulso y la dinámica de un cortometraje para contar una historia estirada y recurrente que no hace sino dar vueltas sobre sí misma sin hacer verdaderamente progresar la acción ni la trama. Apenas interesa y mucho menos conmueve la experiencia de esta joven aparentemente amargada y hastiada de todo, a la que da vida una poco entregada Blanca Parés, que debutó en Julieta en un breve papel como hija de la protagonista. Un personaje que parece querer progresar y relajarse a medida que profundiza en su relación con un antiguo amigo que hizo mutis para ahora reaparecer y seducirla, con consecuencias que servirán a la protagonista como terapia para tomar decisiones valientes y mejorar su comunicación con una madre y una amiga con la que no tiene química ninguna, ni antes ni después, restando verosimilitud a la propuesta. Nos consta que los encargados de publicidad han trabajado duro para que la película, cuyo título en principio iba a ser El último unicornio, no pasara desapercibida. Pero ni eso ni haber logrado los premios a la mejor directora y el de la crítica en el Festival de Alicante, de temática similar al de Málaga donde se presentó en abril pasado, parecen haber animado a los exhibidores a estrenarla más que en algunas ciudades y en pases reducidos.

domingo, 16 de septiembre de 2018

TODOS LO SABEN Un pueblo que ríe y llora

España-Francia-Italia 2018 130 min.
Guión y dirección Asghar Farhadi Fotografía José Luis Alcaine Música Javier Limón Intérpretes Penélope Cruz, Javier Bardem, Ricardo Darín, Eduard Fernández, Bárbara Lennie, Elvira Mínguez, Ramón Barea, Inma Cuesta, Sara Sálamo, Carla Campra, Sergio Castellanos, Roger Casamajor, José Ángel Egido Estreno en el Festival de Cannes 8 mayo 2018; en España 14 septiembre 2018

Puede que nos encontremos ante el título más flojo de un director con una filmografía tan escueta pero lograda como la suya, dos Oscar a la mejor película de habla no inglesa (Nader y Simin, una separación y El viajante) incluidos, pero no podemos negarle el mérito de profundizar en un universo tan particular y no tan familiar al suyo propio como es el español y la herencia que continúa arrastrando desde que fuera ese imperio prepotente y cruel al que pertenece la figura del hidalgo. Farhadi se enfrenta desde ese rol de autor que se merece, que aúna realización y libretista a partes iguales, a las heridas de un pueblo que ríe y llora, a la vez que es incapaz de deshacerse, cuarenta años después, del estigma que supuso otros cuarenta de dictadura militar, como estamos comprobando actualmente con la resistencia a que el gobierno salde deudas de una vez por todas con quienes lo sufren, como han hecho otros países más decentes que el nuestro con su execrable historia reciente. En la aventura española de este excelente director iraní asistimos a los prolegómenos de una boda de pueblo por todo lo alto. Durante algo más de media hora somos invitados a la fiesta, al jolgorio y el exceso más típicamente español, gamberro y descerebrado... ¡qué bien nos ha cogido el punto! Puede incluso que ese prólogo le dure demasiado, pero sirve para contrastar la tragedia que se viene encima y que hace virar la función hacia la intriga policial más claustrofóbica. Y es en esa misma familia donde se reproducen miserias tan de nuestra tierra, especialmente frente a quienes son incapaces de asumir que su época pasó, que ya no son terratenientes con siervos pobres y desgraciados a su cargo y a su placer, y que por lo tanto les cuesta comulgar con un orden presente y moderno que los iguala a sus antiguos esclavos. El sur, siempre el sur, en América o aquí, da igual; ese sol que ilumina a todos pero que sólo unos cuantos creen tener el privilegio de disfrutar. En ese ambiente que Farhadi capta tan bien, con tanta sutileza, ingenio e inteligencia, se desenvuelven una serie de personajes de una misma familia y aledaños, entre los que existen aún rencillas, envidias y reproches, que irán aflorando a lo largo de una investigación que quizás se dilata también en exceso, más teniendo en cuenta la habilidad del realizador y guionista para dejar claras motivaciones y perfiles sin necesidad de tanto discurso y divagación. Y es ahí donde apreciamos el acierto del título, que tanto influye en nuestra intriga: Quiénes son todos, qué saben... hasta que lo averiguamos y surge el mayor escollo de la función, una resolución apresurada e impostada que impide que nos encontremos ante una obra mayor. Cabe destacar entre los muchos aciertos de una película que se nutre además de una adecuada luz y unas acertadas localizaciones, las estupendas interpretaciones de un elenco cuyos partícipes siempre lucen, pero no en todo caso con el mismo brillo.

viernes, 14 de septiembre de 2018

MISA DE 8 EN LA SINAGOGA PARA ARRANCAR LA XXIX TEMPORADA DE LA ROSS

XXIX Temporada de conciertos de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. José María Gallardo del Rey, guitarra. Kelley Nassief, soprano. Judith Pisar y Leah Pisar, narradoras. Coro de la A.A. del Teatro de la Maestranza. Escolanía de los Palacios. John Axelrod, director. Programa: Concierto para guitarra y orquesta “Sefarad”, de Samuel Zyman; Sinfonía nº 3 “Kaddish”, de Leonard Bernstein. Teatro de la Maestranza, jueves 13 de septiembre de 2018

Judith y Leah Pisar
La ROSS inauguró temporada y nuevo horario, treinta minutos antes de lo acostumbrado, por todo lo alto y en medio del revuelo suscitado en la casa que la acoge a costa del relevo del gerente y el director artístico del coliseo para fundir ambos cargos en una misma persona. Llamó la atención cómo en el programa diseñado para este monumental arranque se incluyera una composición nueva cuya estética y resolución entroncara tanto con la Bienal de Flamenco, evento que prácticamente monopoliza estos días la actividad cultural de una ciudad que en pleno septiembre echa de menos las Noches en los Jardines de agosto, ironías de la vida. Por otro lado, el generoso e inigualable homenaje que Axelrod y la orquesta han brindado a Leonard Bernstein en el centenario de su nacimiento, culmina estos dos primeros meses de temporada, con su Sinfonía Kaddish como gran colofón al que seguirá en octubre una guinda testimonial en forma de extracto del ballet Fancy Free.

José Mª Gallardo del Rey
El compositor argentino Samuel Zyman se ha basado en una suite previa para guitarra del también compositor y guitarrista mexicano Sergio Bross para dar vida a su inane concierto para guitarra y ofrecérselo al muy reputado José María Gallardo del Rey, que ya interpretó aquí hace un par de temporadas su particular revisión del Concierto de Aranjuez. La pieza de Zyman pretende ilustrar la convivencia, no siempre en armonía, de tres culturas en la España medieval; pero en lugar de explorar sonoridades y estéticas de la música sefardí, contemporizarlas sin que ello tenga obligatoriamente que suponer el uso de lenguajes vanguardistas, y buscar vías de comunicación que no transiten por caminos marchitos, Zyman opta por un ejercicio puramente festivalero, más apropiado para un espectáculo ecuestre o fuegos artificiales en la Expo que para una sala de conciertos seria. Ni siquiera sus pasajes líricos o melódicos cuentan con un mínimo de inspiración, mientras el resto apenas funciona de cara al lucimiento de un guitarrista enfrentado a una página de escasa complejidad y virtuosismo. Tanto Zyman como Bross estuvieron allí para recibir los plausos de un público sin embargo encantado.

Kelley Nassief
Muy diferente resultó la costosísima puesta en escena de la tercera y última de las sinfonías de Bernstein, en una versión reciente que podríamos considerar una perversión del concepto original. Bernstein la compuso a finales de los cincuenta y solicitó a Samuel Pisar, abogado, intelectual, superviviente del holocausto nazi y amigo personal del compositor y director de orquesta, un texto para encajarlo en su partitura. Pisar entonces no encontró las palabras justas y al final se estrenó con texto del propio Bernstein, inspirado en el Kaddish (Santificado) judío, en el que el fiel dialoga de tú a tú con Dios, reprochándole su pasividad ante las tragedias de su pueblo. El atentado de las Torres Gemelas impulsó, cuarenta años después, el texto de Pisar que no concibió en su momento, donde se sustituyen las dudas sobre la existencia de Dios que Bernstein derramaba en la versión original que luego retocaría en lo musical en 1977, por esos reproches hacia una actitud que al final se justifica y perdona, a un Dios cuya existencia ya no se pone en entredicho. Cabría preguntarse si Bernstein hubiera autorizado este cambio de pensamiento, más en una época actual en la que sin dejar de condenar el salvajismo y la barbarie nazi, merece también reconocer la moneda con la que Israel paga a sus vecinos palestinos. De cualquier forma las palabras de Pisar estremecen como recuerdo vivo y directo de unas amargas e insufribles experiencias que jamás deberían repetirse. El estreno de la obra por la ROSS contó con todos los efectivos posibles, viuda e hija de Pisar incluidas, abanderadas de la Unesco y los programas culturales Aladdin y CultureAll, que ejercieron de narradoras con una templanza digna de todos los elogios y un tono desgarrador, más cuando participaba la voz muy grave de la esposa Judith que cuando le tocaba el turno a la más melodiosa y suave de la hija Leah, ambas manteniéndose heroicamente en pie durante la casi hora de duración de esta versión cuyo original apenas sobrepasaba los cuarenta minutos. La parte cantada en hebreo la resolvió la soprano Kelley Nassief con humildad y mucho respeto, quizás una voz algo pequeña pero perfectamente colocada y de tonalidades muy aterciopeladas, no en vano conoce muy bien la página, que ha cantado en más de veinte ocasiones y grabado junto a Marin Alsop, la Sinfónica de Baltimore y la actriz Claire Bloom, esposa de Laurence Olivier e inolvidable protagonista de Candilejas de Chaplin. También la participación del Coro del Maestranza fue ejemplar, mientras los niños y niñas de la Escolanía evidenciaron cierta tendencia a lo estridente en esta por otro lado compleja partitura para ser abordada por artistas de tan corta edad. Las texturas metálicas y los abruptos cambios de registro de esta pieza que aúna con portentoso talento la tradición tardorromántica con las vanguardias del siglo XX, encontraron en la batuta de Axelrod, devoto del legendario compositor, y los maestros y maestras de la orquesta unos mediums impecables, si bien algunos echamos en falta una pizca más de furia y agresividad en los pasajes más dramáticos. Ver toda esta parafernalia en escena ayuda sobremanera a disfrutar de una música cuya sobrecarga textual hace más difícil su audición desnuda.

miércoles, 12 de septiembre de 2018

MÚSICA EN EL PATIO CON JAVIER COMESAÑA Y MATTEO GIULIANI: ENTREGA Y RESPONSABILIDAD

15º Ciclo Música en el patio. Javier Comesaña, violin. Matteo Giuliani, piano. Programa: Obras de Albéniz, Rachmaninov, Sibelius, Chopin, Liszt, Brahms, Wieniawski y Paganini. Patio del Ayuntamiento de Alcalá de Guadaira, martes 11 de septiembre de 2018

Hemos descubierto hace apenas unos días la magnífica serie de Televisión de Cataluña Merlí, emitida desde 2015 y cuya fama se ha ido extendiendo progresivamente gracias al socorrido boca a boca. En ella asistimos al descubrimiento de la vida y el libre pensamiento de unos jóvenes estudiantes de bachillerato gracias al estímulo y la motivación que les provoca su profesor de filosofía, el Merlí del título. De siempre hemos sentido un especial interés por reivindicar una juventud responsable y trabajadora, haciéndonos eco de sus logros y anhelos, especialmente en estos delicados tiempos en los que la desesperanza parece haberse adueñado de ella. Por eso se ha convertido en una necesidad recuperar a estos dos músicos, el sevillano Javier Comesaña y el madrileño Matteo Giuliani, que el pasado julio protagonizaron un concierto en los Jardines del Alcázar al que no pudimos asistir. La oportunidad nos la ha brindado el ciclo de Música en el patio que desde hace quince años se celebra en el precioso y muy ilustrado patio barroco del Ayuntamiento de Alcalá de Guadaira, localidad donde Comesaña nació hace apenas diecinueve años, los mismos que tiene su compañero de viaje de largo recorrido, Giuliani.

Dos jóvenes músicos con las ideas muy claras y un alto nivel de autoexigencia y responsabilidad que plasmaron en un recital confeccionado para exhibir sus habilidades, tan distinto del más serio y exigente a nivel expresivo que presentaron en el Alcázar, pero más si cabe a nivel técnico, con piezas concebidas por sus ilustres arreglistas para exprimir sus posibilidades instrumentales. Comesaña hizo alarde ante su público natural de una enorme entrega y sentido de la responsabilidad, arrancando con color local en una Sevilla de Albéniz en la que supo combinar gracia y talento sin folclorismos gratuitos, siempre desde la elegancia más absoluta y haciendo un uso muy controlado del vibrato. La siguió un arreglo del gran virtuoso Fritz Kreisler del tercero de los Seis Romances Op. 38 de Rachmaninov, donde pudimos comprobar la sintonía entre ambos músicos, con Giuliani haciéndose especialmente eco de la sensualidad y profunda melancolía de la pieza. Pero fue el Adagio di molto de Sibelius donde más se evidenció el alto grado de emotividad del violinista, tan implicado en su elegíaca tristeza que parecía atisbarse el dolor en su rostro, antes de desplegar una versión de Sarasate del Nocturno Op. 9 nº 2 de Chopin mecido como una nana.

Giuliani atacó con ímpetu, fuego y lirismo el Estudio trascendental nº 8 de Liszt, dando paso a un arreglo de Ernst Schliephake del nocturno alla marcia de Rachmaninov, autor también presente en la melódica y muy aplaudida propina, articulado con tanto sentido del ritmo como de la proporción. Dos danzas húngaras de Brahms arregladas por Kreisler y el también legendario Joseph Joachim, pusieron la nota bohemia, manteniéndose una sabia complicidad entre los artistas. Un amable y edulcorado vals de Henryk Wieniawski y la consabida traca final made in Paganini, a través de los arreglos de Szymanowski de su Capricho nº 24, con Rachmaninov de nuevo en el subconsciente, dejaron buena constancia del talento y la furia de estos intérpretes con toda una vida por descubrir y devorar.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

martes, 11 de septiembre de 2018

UN OCÉANO ENTRE NOSOTROS Una gesta discutible

Título original: The Mercy
Reino Unido 2017 101 min.
Dirección James Marsh Guión Scott Z. Burns Fotografía Éric Gautier Música Jóhann Jóhannsson Intérpretes Colin Firth, Rachel Weisz, David Thewlis, Ken Stott, Jonathan Bailey, Adrian Schiller, Oliver Maltman, Mark Gatiss, Simon McBurney Estreno en Reino Unido 9 febrero 2018; en España 7 septiembre 2018

Viendo esta nueva película del director de La teoría del todo no se sabe muy bien cuál es el objetivo de contar la historia de Donald Crowhurst, que en 1968 se embarcó en una aventura suicida alrededor del mundo desde la bella localidad inglesa de Teignmouth, en un trimarán que apenas sabía manejar y con escasa experiencia de navegación en alta mar. Marsh, que ganó un Oscar en 2008 por contar en un documental (Man on Wire) la hazaña de Philippe Petit, equilibrista que en 1974 atravesó el vacío entre las torres gemelas neoyorquinas, parece querer contarnos otra epopeya, la de este padre de familia entregado al sueño de hacer algo grande por lo que ser recordado toda la vida. Y lo consiguió, pero más por las trampas e intrigas que rodearon tal atrevimiento que por la gesta en sí. Pero no hay en The Mercy (que significa compasión o misericordia, y que el protagonista repite insistentemente al final de su travesía; en España se ha optado por un título con connotaciones románticas que refleje el distanciamiento entre un matrimonio tan presuntamente enamorado como el que retratan director y guionista en su película) esa lucha encarnizada entre el hombre y la naturaleza, que sí encontrábamos en, por ejemplo, Cuando todo está perdido, con Robert Redford. Tampoco resultan convincentes sus estratagemas para convencer a prensa e inversores sobre el éxito de su apuesta, a la que parece ser se adhirió para salvar su empresa de la ruina, ni sus propias dudas e inquietudes al respecto, habida cuenta de lo mucho que arriesgaba con la misma, hipotecas incluidas. Cuenta demás con un guión muy discursivo, obra de Scott Z. Burns, colaborador de Steven Soderbergh en El soplón, Contagio y Efectos secundarios, y autor de El ultimátum de Bourne, que pretende explicar con diálogos y monólogos omnipresentes toda la carga emocional y reflexiva que deberíamos haber recibido con el sólo apoyo de la imagen, por cierto luminosa y espléndida, obra del francés Éric Gautier, muy ducho en fotografías paisajistas (Hacia rutas salvajes, Diarios de motocicleta). Tampoco los protagonistas se esmeran demasiado; contar con Firth y Weisz es una garantía, y cumplen, pero no se afanan en dar contenido real y convincente a sus arquetípicos personajes, él más soñador y aventurero que granuja y desesperado como parece fue en realidad Crowhurst, ella abnegada esposa y amante, resignada a la posibilidad de perderlo todo pero entregada a la causa de su marido, a su sombra. Todo muy rutinario y poco convincente, entre otras cosas porque a estas alturas ya sabemos que el cine magnifica gestas que generalmente pasan desapercibidas, aunque detrás de ellas estuviera, en este caso, el Sunday Times.

domingo, 9 de septiembre de 2018

LAS DISTANCIAS El desencanto de la amistad

España 2018 100 min.
Dirección Elena Trapé Guión Elena Trapé, Miguel Ibáñez Monroy y Josan Hatero Fotografía Julián Elizalde Intérpretes Alexandra Jiménez, Miki Esparbé, Isak Férriz, Bruno Sevilla, María Ribera Estreno en el Festival de Málaga 17 abril 2018; en salas 7 septiembre 2018

Casi una década ha pasado desde que la realizadora catalana Elena Trapé presentara su muy interesante ópera prima Blog, donde analizaba de manera incisiva e inteligente las relaciones entre varias quinceañeras decididas a dar un giro a sus convencionales vidas. Es el turno ahora de los treinteañeros, una generación especialmente castigada en nuestro país, y no precisamente por faltarles de nada sino por verse sumida como consecuencia de ello en una vorágine de desencanto y falta de ilusión. En un punto en el que varios amigos y amigas de la universidad deciden provocar un reencuentro con el que mantener el contacto, aunque sólo sea de vez en cuando, surgen los resultados de una impostura y una situación forzada. La vida no es precisamente un largo río tranquilo, como sostenía Etienne Chátiliez, sino todo lo contrario, un fenómeno que hace que nos aferremos constantemente a palos ardiendos. La familia, la amistad, la pareja... son valores que la sociedad nos ha ido inculcando a lo largo de los siglos, sin los que parezca seamos capaces de sobrevivir. Sin embargo a lo largo de nuestra vida experimentamos continuos cambios que hacen que no seamos los mismos ahora que antes ni después; por lo tanto tampoco podemos pretender que se nos acepte de igual forma. Es lo que sucede en este reducido grupo al que Trapé somete a un somero ejercicio de psicoanálisis tan sutil como pulido, de forma que parece que no intervenga y sea directamente el público el que construya su propia explicación de los hechos. Unas situaciones que escapan a lo convencional, desconciertan y sin embargo son tan verosímiles y lógicas, que provocan choques y rupturas, heridas y quiebros que ponen en tela de juicio el valor ilusorio que hemos otorgado a algo tan sobredimensionado como la amistad, esa que dicen se elige y no te viene impuesta. Película inteligente e inquietante, construida como una intriga sin crimen, pero con mucho suspense y muchas preguntas que responder, que la talentosa realizadora plantea para que nuestro disfrute del espectáculo trascienda considerablemente la pantalla y nos acompañe en tertulias y reflexiones. Cine para pensar, romper y fascinar, que es el que queremos ver en nuestro país en lugar de tanta fórmula exportada del extranjero, la mayoría de las veces con muy poca fortuna. Cine, finalmente, que provoca cierta devastación moral y anímica, bajo el tono inequívocamente triste y melancólico que con tanto acierto adopta. A Trapé le ha valido el reconocimiento unánime en Málaga, con premios a la película, la protagonista (una Alexandra Jiménez que incorpora al personaje que quizás experimenta mayor evolución y cambio de registro), y a nosotros la recuperación de la confianza en un cine español que continúa demasiado anclado en eso de la factura impecable pero el contenido vacuo.

sábado, 8 de septiembre de 2018

LOS BACH DE JOHANNA ROSE Y JAVIER NÚÑEZ EN EL ALCÁZAR: EL LADO ENDEBLE DE LA FUERZA

19º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Johanna Rose, viola da gamba. Javier Núñez, clavicémbalo. Programa: Sonatas para viola de gamba y clave obligado BWV 1028 y 1029, de J.S. Bach; Sonata para viola da gamba y bajo continuo Wq 136, de C.P.E. Bach. Viernes 7 de septiembre de 2018

La más fresca edición de las Noches en los Jardines del Alcázar que recordamos llegó a su fin; en el apartado de música clásica y antigua lo hizo este viernes, un día antes de que el ciclo toque a su fin hasta el próximo verano. Lástima que el broche lo pusiera una desganada y endeble revisión de unas páginas tan fascinantes en fondo y forma como las sonatas para viola da gamba y clave de Johann Sebastian Bach y las que compuso su hijo Carl Philip Emanuel apenas veinte años después. Unas piezas en las que se deja ver con claridad el espíritu humanista de la Ilustración, y en las que los afectos, sentimientos y emociones son tan palpables y evidentes, algo que apenas encontró eco en la interpretación de esta experimentada y a menudo reconocida pareja artística nacida del entorno de la Accademia del Piacere.

Hay en la grabación que estos artistas han realizado de las tres sonatas de Carl Philip mayor fuerza, gracia y color que en su interpretación en directo. Fue especialmente Rose quien exhibió más desgana, con un sonido persistentemente apagado y unas articulaciones a menudo blandas ya desde la breve introducción de la sonata BWV 1028, donde tampoco atisbamos ese juego de imitaciones que debe producirse entre ambos instrumentos. Tampoco el allegro resultó vivo y gozoso como debiera, hasta derivar en un andante en el que por fin apreciamos belleza y cantabilidad, apareciendo ese sonido robusto y decidido del que habíamos disfrutado en otras ocasiones de la mano de la violagambista alemana afincada en Sevilla. De esa serenidad y majestuosidad del andante volvimos sin embargo a un allegro, mi movimiento preferido, atropellado, sin brillo ni vida. Difícil fue en estas condiciones apreciar el estilo italiano de estas sonatas compuestas en la Corte de Köthen a mayor gloria de su amigo Ferdinand Abel y del Príncipe Leopold.

Mejor resultó la pieza de Carl Philip, cuyas sonatas se compusieron en una época en la que la viola da gamba estaba ya en desuso, no tanto en el norte de Alemania, donde se ubicaba la Corte de Federico el Grande para cuyo instrumentista Christian Hesse parece concibió Bach estas obras. La Wq 136 se beneficia de una imaginación exacerbada, que Rose y Núñez abordaron con más sentido del virtuosismo que de la expresividad. Tras un andante moderado, Rose atacó con mayor vigor el allegretto, hasta desembocar en un airoso elegante y bien ornamentado, lo mejor de la noche junto al mencionado andante del 1028. Con la Sonata nº 3 del pater familias volvimos a echar de menos el sonido profundo de la viola, no tanto esa dulzura que le caracteriza. Acertaron en dotar de atmósfera y variedad rítmica a esta imitación de concierto al estilo de los de Brandeburgo. Núñez por su parte atacó el clave como un auténtico destroyer, fulminando el instrumento y resolviendo con audacia y versatilidad el ingente torbellino de notas que padre e hijo plantearon en sus sonatas, más en el caso del primero, con su clave obligado en calidad de solista, que en el segundo, donde el instrumento adopta categoría de continuo.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

CARMEN Y LOLA Triunfo del cine social sencillo y directo

España 2018 103 min.
Guión y dirección Arantxa Echevarría Fotografía Pilar Sánchez Díaz Música Nina Aranda Intérpretes Zaira Romero, Rosy Rodríguez, Moreno Borja, Rafaela León, Carolina Yuste Estreno en Festival de Cannes (Quincena de Realizadores) 15 mayo 2018; en salas comerciales 7 septiembre 2018

Tan sencilla como directa, hay mucho de una realizadora firmemente comprometida con la cuestión de género y firmante de numerosos documentales, especialmente para la televisión, en la cándida y tierna imagen que da en su película del amor lésbico y natural entre dos jóvenes gitanas. No hay seguramente buen cine en esta película repetimos sencilla y directa, pero alcanza con creces los objetivos que se marca, y pudimos comprobarlo in situ con la pandilla de adolescentes de etnia gitana que tuvimos justo detrás de nuestra fila, y que pasaron con total convicción del escándalo a la comprensión. Siempre hemos criticado que este tipo de productos para la concienciación social sólo llegue a quienes ya estamos concienciados, por eso sería aconsejable que se estrenaran en espacios más adecuados al público que necesita de su mensaje. En este caso no cabe duda de que la comunidad gitana acude a verse en pantalla, como suelen hacer por ejemplo otros colectivos como el homosexual, aunque no pise el cine en apenas otras ocasiones. Pero Carmen y Lola va más allá, porque una vez captado ese público potencial, convence con su mensaje conciliador, abre los ojos y triunfa en su intención educativa. La realizadora vasca Arantxa Echevarría adopta una estructura muy clara y sencilla, mostrando primero las costumbres de la comunidad que retrata, sin juzgarlas ni condenarlas, muy al contrario divierten y atraen en su colorido y alegría. Prosigue mostrando el comportamiento machista en el seno de las familias, así como el papel una vez más castrador de la religión. Abonado el campo, narra una preciosa historia de amor entre dos bellas y muy jóvenes gitanas, una lesbiana de vocación, la otra suficientemente fuerte y decidida como para probar y cambiar sin temer las consecuencias. El sufrimiento del primer amor no siempre correspondido, así como la incomprensión y la frescura de sus protagonistas no profesionales, atrapan al espectador implicándole y haciéndole partícipe de esta denuncia de la intolerancia, el machismo y la sinrazón, más grave aún cuando sólo se trata de amor. Echevarría aprovecha además para hacer algo tan necesario como visibilizar el papel de la mujer en el cine, contando en todos los apartados con el protagonismo femenino, incluidas la fotografía y una sutil banda sonora que corona y sirve de contrapunto a los cantos y rumbas que salpican la cinta. Hay subrayados evidentes, como esa atalaya omnipresente, los pájaros, el mar; pero no chirrían ni molestan, incluso son bienvenidos si así complementan un discurso necesario que debería llegar al público que lo merece, en lugar de perder el tiempo en vacuidades llenas de pretensiones y malas como un dolor, y pienso en Yucatán, gran e injusta triunfadora de la taquilla nacional.

jueves, 6 de septiembre de 2018

FEDERICO LECHNER VERSIONA A DEBUSSY EN EL JARDÍN

19º Edición Noches en los Jardines del Real Alcázar. Federico Lechner, piano. Programa: Arreglos e improvisaciones sobre los Preludios 1, 6 y 8 del Libro I, Arabesque nº 1, Reverie, Le petit negre, Claire de Lune y Valse Romantique de Debussy. Miércoles 5 de septiembre de 2018

La música de Debussy nunca falta en estas noches del Alcázar. Su estética y su perfume resulta ideal para estos encuentros en el jardín, sobre todo cuando la brisa fresca potencia esa inequívoca inspiración que provoca su música. Este año además se cumplen cien de su desaparición, por lo que han sido varios los conciertos que lo han recordado, el último el pasado viernes a cargo del magnífico pianista italiano afincado en Sevilla Tommaso Cogato. El broche final lo ha puesto el pianista argentino Federico Lechner con sus arreglos e improvisaciones que lo llevan al terreno del jazz, un estilo que no es ajeno al espíritu de la música del genial impresionista francés.

Lechner, que ya estuvo en otras ocasiones en estas noches estivales del Alcázar, las últimas en 2012 con su inseparable amigo Antonio Serrano a la armónica interpretando música de Gershwin, y en 2014 con el contrabajo de Pablo Martín Caminero y un programa en torno a Rayuela de Cortázar, es un magnífico pianista, un competente y apasionado intérprete capaz de extraer de cada pieza que aborda connotaciones y sabores nuevos que les añaden una especial frescura, tal como sucedió en este concierto en la recta final de esta cita veraniega, ya con sabor otoñal potenciado por las agradables temperaturas disfrutadas. Esta vez en solitario y con un brillante programa protagonista de su próximo registro discográfico, dio buenas muestras de su proverbial talento no sólo para dominar la técnica sino también para evocar la atmósfera que requiere Debussy y estimular así nuestros sentidos. Tres piezas del Libro I de preludios salpicaron la propuesta; sensual y tenso a partes iguales en Danzantes de Delfi, misterioso y sobrio en Pasos en la nieve, incluyendo unas mágicas intervenciones en la caja acústica del piano, e inocente, prestando especial atención a su calidad melódica, en La niña de los cabellos de lino.

El resto también fue puro alarde de sensibilidad y sentimiento, con un bellísimo y muy respetuoso Arabesco nº 1, obra de juventud que supuso lo más popular del programa junto al inevitable Claro de Luna, que Lechner despachó con más literalidad que el resto de las piezas, en un alarde de sutileza y expresividad. Sensacional sin paliativos resultó su particular versión de Reverie, envolvente y ensoñadora. Una interpretación fiel del ragtime El negrito, en la línea del Colliwogg’s Cakewalk de Children’s Corner, introducida por su versión deconstruida y ornamentada al más puro estilo de una jam session, nos llevó a la vertiente más académica del compositor, mientras Valse Romantique evocó su época más convencional, tardorromántica, con igual mimo, respeto y devoción, mostrando siempre una enorme sensibilidad e implicación, apreciable incluso en sus frecuentes tarareos melódicos. Como propina Lechner emuló el qanum árabe en su introducción al Atardecer en Granada, que le permitió abordar el espíritu andalusí y rubricar brillantemente un espléndido y generoso concierto en el que agilidad, sensibilidad y expresividad definieron decidida y acertadamente el talento de este singular jazzista argentino.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía