jueves, 11 de octubre de 2018

LA VOZ COMO ARMA DE SEDUCCIÓN

Recital lírico. Juan Diego Flórez, tenor. Vincenzo Scalera, piano. Programa: Arias de Mozart, Donizetti, Verdi, Massenet, Gounod y Puccini. Teatro de la Maestranza, jueves 10 de octubre de 2018 La voz como arma de seducción


No cabría pensar en una mejor inauguración de la temporada lírica del Maestranza. Nada más y nada menos que el gran tenor lírico Juan Diego Flórez, quince años después de su última comparecencia en el coliseo sevillano, dispuesto a seducir con repertorios que aborda desde hace relativamente poco y con los que parece sentirse tan a gusto como con el Rossini que frecuentaba en aquella época, cuando nos visitó también acompañado por su fiel y competente escudero Vincenzo Scalera al piano. Si entonces contó con el patrocinio de la desaparecida Caja San Fernando, ahora llegó como embajador de Telefónica, compañía que le ha permitido llevar a cabo una encomiable labor educativa en su tierra, Perú, donde desarrolla el ambicioso proyecto Sinfonía Digital. Sin duda un aperitivo de lujo antes de que a finales de mes se alce el telón con uno de sus títulos imprescindibles, Lucia di Lammermoor, aunque sin él.

De ese bel canto que tan buena y merecida fama le dio a comienzos de su carrera, sólo mantuvo en esta ocasión a Donizetti, pero algunas de las otras piezas que cantó lo hizo con técnicas parecidas al estilo que le encumbró y convirtió en la voz imprescindible que hoy es. Así ocurrió con Mozart, cuyo bellísimo Dies Bildnis de La flauta mágica cantó con delectación, fraseando con ese excelente gusto que le caracteriza, para a continuación exhibir bravura no sin una ajustada contención en la jubilosa Si spande al sole de El rey pastor. Preciso y confiado, llegó a conmover con esa apuesta segura que es Una furtiva lagrima, y convenció con un doble homenaje a su idolatrado Alfredo Kraus, en la primera parte con Tombe degli avi miei, exhibiendo un portentoso control de la respiración y un dominio absoluto de los recursos expresivos, y en la segunda parte con un conmovedor Pourquoi me révellier de Werther. Verdi ocupó el final de la primer parte, fraseando con delicadeza un aria alternativa de la versión francesa de Las vísperas sicilianas, y dejando claro con Lungo da lei de La traviata que ya no es esa voz ligera con la que triunfaba hace años, que ha evolucionado considerablemente, ha cogido más cuerpo, su hermosa voz es más carnosa y no sólo brilla en sus refulgentes y nunca impostados agudos. Hizo bien en no intentar transfigurarse en cada personaje abordado, manteniendo cierta coherencia y homogeneidad en la línea de canto y otorgando al conjunto ese carácter de recital que se proponía.

Flórez y Scalera
Pero si ya en esta primera mitad de su concierto emocionó a un público seducido y entregado, en la segunda se atrevió con el repertorio francés con idéntica confianza y seguridad, a pesar de evidenciar algunas molestias nasales y de garganta, como más tarde se apresuró a confesar, pero que no empañaron sus sobresalientes resultados. Tres arias de Manon desplegadas con amplio sentido del romanticismo, sacando el máximo rendimiento a sus facultades y adaptando la técnica a sus recursos, lo que obligó a hacer pausas que rompían la línea de canto pero provocaban una sensación nueva y fresca, dieron paso a una Meditación de Thais que Scalera interpretó con mucha delicadeza y buen gusto. Fausto de Gounod completó esa segunda mitad dedicada a la lírica gala, sólo rota al final por una bellísima demostración de expresividad y elegancia en Che gelida manina, incorporando así a Puccini a su repertorio, al cual retomaría en las propinas con un Nessun Dorma maravillosamente coreado por el público. Guitarra en mano nos deleitó con Cucurrucú Paloma y, tras la insistencia de una enfervorecida admiradora, La flor de la canela, en perfecto estilo muy alejado del operístico, hasta culminar definitivamente con la agradecida Granada y esos nueve dos de pecho de La hija del regimiento que tantas satisfacciones le han dado por todo el mundo, y tantas ovaciones le ha hecho merecer.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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