lunes, 12 de junio de 2017

LA MOMIA Debería estar muerta y enterrada

Título original: The Mummy
USA 2017 105 min.
Dirección Alex Kurtzman Guión David Koepp, Christopher McQuarrie, Dylan Kussman, Jon Spaihts, Alex Kurtzman y Jenny Lumet Fotografía Ben Seresin Música Brian Tyler Intérpretes Tom Cruise, Annabelle Wallis, Russell Crowe, Sofia Boutella, Jake Johnson, Courtney B. Vance, Marwan Kenzari, Javier Botet, Shina Shihoko Nagai Estreno simultáneo en Estados Unidos y España 9 junio 2017

Alex Kurtzman ha dado la talla con tres series de televisión (Fringe, Star Trek Discovery y Sleepy Hollow) y un melodrama para la gran pantalla (Así somos, protagonizada por Chris Pine, Elizabeth Banks y Michelle Pfeiffer). Tom Cruise apenas ha hecho una película de acción que no resulte cuanto menos digna. Y entre los ¡seis! guionistas de esta enésima revisión del mito Universal de La momia, figuran los responsables de Parque Jurásico, Misión Imposible y Sospechos habituales. Entonces ¿qué es lo que ha fallado para que nos encontremos ante una película tan ridícula, bochornosa y pesada como ésta? Cruise no tiene gracia y pretende tenerla, para que se perpetúe al menos en algo el estilo imperante en las películas protagonizadas por Brendan Fraser, que sí tiene vis cómica. Sólo recordamos a Cruise haciendo comedia justo al inicio de su carrera en Risky Business, y se recuerda más su baile adolescente en calzoncillos que su posible gracia. Mezclar monstruos en una misma sesión es tan antiguo como las películas de Abbott y Costello, las de Jess Franco o algunas de la Hammer, y tan poco original hoy en día que ya se ha hecho con mayor fortuna en televisión con Penny Dreadful. Aquí se mezcla la mítica momia, esta vez femenina, con zombies y el Dr. Jeckyll y Mr. Hyde, sin orden ni concierto, como si los hubieran metido a todos en una batidora, sin más. La desvergüenza de la propuesta nos lleva de unos mercenarios americanos que salvan tesoros, sin intención altruista, de las manos de los aniquiladores islamistas, encuentran momias egipcias en Irán y éstas despliegan toda su furia sobre la mortificada Londres… ¿un guiño a la actualidad o más adoctrinamiento para seguir sembrando el terror como hacen los medios, más allá de los propios terroristas? Al fin y al cabo ésta es la película que invade nuestras salas, se programa en todos los formatos, copa la mayor cuota de pantalla, y se asegura así el éxito antes de que se corra la voz y todo el mundo sepa que es un despropósito descomunal. Un desbarajuste sin gracia, sin terror, sin tensión ni intriga, destinado a aglutinar efectos visuales, aunque ninguno sea novedoso ni especialmente vistoso. Se trata además de una sucesión fatigosa de mamporros a diestro y siniestro, aunque no sirven ni para despeinar a sus protagonistas, el narcisista Cruise y la insustancial Wallis. Mientras, al catalán  Javier Botet debían ir dándole ya algún premio a la mayor flexibilidad o algo parecido, pues siempre que hace falta alguien con aspecto de goma lo contratan a él. Y amenazan con estrenar más películas basadas en aquellos clásicos de los años treinta que se hicieron con mucho más talento que dinero, justo lo contrario que ahora. En fin, con no ir a verla sería suficiente, pero hasta advertidos no podemos evitar la tentación de comprobarlo con nuestros propios ojos, y así, claro está, invocamos el mea culpa y seguimos invitando a estos vampiros de la taquilla a seguir produciendo porquerías como ésta.

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