viernes, 15 de abril de 2016

CARMEN DE DeMILLE EN EL MAESTRANZA: UNA EXPERIENCIA NOSTÁLGICA, CIEN AÑOS DESPUÉS

14º concierto de la 25ª temporada de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla. Mihnea Ignat, director. Programa: Carmen, película de Cecil B. DeMille; música de Georges Bizet adaptada por Hugo Riesenfeld. Teatro de la Maestranza, jueves 14 de abril de 2016

La Feria de Abril no debería ser un obstáculo para que se mantuviera el pulso vital de Sevilla. Mientras otras ciudades aprovechan sus fiestas para programar un sinfín de actividades culturales, la nuestra se cierra sobre sí misma para no ofrecer más que folclore y tipismo, eso sí bellísimo, pero dejando fuera cualquier otra posibilidad de entretenimiento que no sea el cine, sin tener en cuenta ese otro público que no le encuentra la gracia a la efímera ciudad que se levanta en Los Remedios. Incluso quienes disfrutan de la Feria deben tener la oportunidad de poder compaginarla con diversión fuera de ella. Por eso es muy de agradecer que el Maestranza y la ROSS hayan decidido no cerrar por vacaciones y ofrecer al menos un espectáculo, y tan suntuoso como éste.

Hace poco más de un siglo se estrenaba Carmen de Cecil B. DeMille en el Symphony Hall de Boston. Nuestro teatro se convirtió en este decimocuarto programa de abono en aquella sala para recrear la experiencia de ver una película muda con interpretación en directo de su música a cargo de una orquesta sinfónica. La película supuso el debut en el cine de la estrella de la ópera Geraldine Farrar, que imprimió su actuación de una fuerza y temperamento que sería trasladada luego a la escena y se convertiría a partir de entonces en referente del carismático personaje. La copia seleccionada para la ocasión, restaurada por Lobster Films, acusó tal exceso de transparencias de colores que oscurecían frecuentemente la imagen. Mejor en este sentido la versión restaurada por Diamond Time que se puede disfrutar en DVD y que cuenta con la recuperación de la música a cargo de la directora y musicóloga estadounidense Gillian Anderson. Respecto a esto último no hay diferencia sustancial con la reconstrucción de Marco Jovic y el especialista Frank Strobel, salvo que la primera mantuvo puntuales pasajes cantados.

De origen austriaco, Hugo Riesenfeld cultivó una fructífera carrera como compositor y director musical en Hollywood a partir de su trabajo para esta película del director de Los diez mandamientos. Su labor consistió en utilizar los temas de Bizet, ya populares aunque sólo hiciera cuarenta años del estreno de la ópera en París, y adaptarlos a la imagen recurriendo para ello a técnicas de sincronización, repetición y uso de leit motivs que sentarían las bases de la composición cinematográfica. El director rumano Mihnea Ignat, familiarizado con nuestras orquestas, logró una versión aseada y perfectamente sincronizada, obteniendo de la orquesta un trabajo impactante, fiel al sonido a menudo camerístico ideado por Riesenfeld para hacer que la partitura pudiera ser interpretada también por conjuntos más reducidos, incluso piano, en salas más modestas. La mirada del público naturalmente no era la del de entonces, más verde e inocente; pero la película demostró que hay muchas cosas de nuestra idiosincrasia que apenas han cambiado en cien años.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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