sábado, 10 de septiembre de 2016

SPARROWS (GORRIONES) La gélida vida de un joven angelical

Título original: þrestir
Islandia 2015 99 min.
Guión y dirección Rúnar Rúnarsson Fotografía Sophia Olsson Música Kjartan Sveinsson Intérpretes Atli Oskar Fjalarsson, Ingvar Sigurösson, Kristbjörg Kjeld, Rade Serbedzija, Rakel Björk Björnsdóttir Estreno en el Festival de Toronto 11 septiembre 2015; en el Festival de San Sebastián 20 septiembre 2015; en España 2 septiembre 2016

Hace años que el Festival de San Sebastián pretende destacarse entregando sus Conchas de Oro a películas inclasificables y extremas, da igual quién integre el jurado. No es exactamente el caso de esta película, que nos llega cuando casi nos hemos acostumbrado a un tipo de cine gélido y distante como el que se hace en tierras islandesas, pero desde luego no sigue las pautas del cine convencional ni destaca especialmente por su temática ni por el tratamiento que recibe. Sparrows es el enésimo intento de analizar la controvertida experiencia emocional de un joven perdido entre paisajes que no le son familiares y gente que no parece aportarle respuestas a sus inquietudes en ese difícil paso de la adolescencia a la madurez. La diferencia está en esa mirada distante de un cine de planos fijos y largos, en la distancia, poblado de personajes con una desgana y un conformismo alarmante. Un joven vuelve por iniciativa de su despreocupada madre a casa de su padre divorciado, lugar donde pasó su infancia y cuyos recuerdos no parecen encajar con lo que encuentra después de haber conocido otros horizontes. El choque con su padre, inmaduro y entregado a bebidas y fiestas, y una amiga de infancia convertida en objeto del deseo, marcarán un particular periplo en el que, cómo no, acabará perfilándose la personalidad de quien cantaba en un coro de voces angelicales, tanto como el corazón que parece habitar en su interior. Quizás por eso el director ha decidido recuperar para su papel principal al niño de amable rostro que protagonizó uno de sus primeros trabajos, el cortometraje Two Birds. Nada que no pueda sobrellevarse, sin caer en el hastío ni el aburrimiento, pero tampoco despertar un interés inusitado que ayude a valorar el conjunto más allá de lo meramente correcto y coyuntural. Y menos mal que al desarrollarse en lo que parece el verano del extremo noroeste de Europa, se amortigua el frío imperante, sobre todo cuando los personajes más cálidos son los sacrificados, para no perder la costumbre.

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