martes, 14 de abril de 2020

CELEBRANDO LA MÚSICA DEL CINE CLÁSICO

Charles Gerhardt
Justo cuando España comenzaba su confinamiento por coronavirus, Sony, que ostenta hoy los derechos del catálogo de RCA Victor, lanzaba al mercado por primera vez juntos en una sola caja doce de los títulos que integraban la legendaria serie Classic Film Scores, un proyecto dirigido y grabado por Charles Gerhardt entre los años 1972 y 1976. En esta ocasión se han sacrificado los comentarios que acompañaban las anteriores ediciones en vinilo y compact disc, así como el diseño artístico de las primeras carátulas, recuperado como parte del atractivo de la última reedición de cada título por separado a principios de la década pasada. Por otro lado se ha echado mano una vez más de la remasterización en Dolby Surround, ampliamente criticada por los puristas que encontraron en la operación cierto ahogo de la brillantez acústica con la que la colección fue bautizada en los años setenta del siglo XX. Ahora es práctica común que se recuperen bandas sonoras clásicas en su totalidad, de ello saben mucho directores como Joel McNeely, William Stromberg y Nic Raine, pero en aquella época, salvo Elmer Bernstein y su Classic Soundtrack Collection, nadie se atrevió a desempolvar estos valiosos ejemplos de música programática que Gerhardt convirtió en piezas de concierto.

Charles Gerhardt nació en 1927 en Arkansas y pronto desarrolló aptitudes para la música, estudiando piano en instituciones como la Universidad del Sur de California o la prestigiosa Jullliard School de Nueva York. Pero su prometedora carrera como concertista se truncaría con la Segunda Guerra Mundial y a principios de los cincuenta se encontraba trabajando como dependiente de la tienda The Record Hunter de la Gran Manzana, donde gracias a sus conocimientos y su sensibilidad acústica tuvo oportunidad de asesorar a sus clientes de una forma inusualmente brillante, especialmente respecto a sus ídolos, Ferdinand Leitner, Willem Mengelberg y la Concertgebouw de Amsterdam. Su particular interés por el arte de la grabación, como se constataba en el programa de Radio Clásica El mundo de la fonografía, que presentó el desaparecido José Luis Pérez de Arteaga durante décadas al son de Rebeca y Vidas borrascosas en sus sintonías de arranque y despedida, le llevó a trabajar para RCA de 1951 a 1955 como ingeniero, editor y productor, encargándose en un principio de recuperar viejas e históricas grabaciones para su conversión en LP. Después trabajó para Westminster Records hasta su desaparición a principios de los sesenta, pasando en Bell Sound a encargarse de artistas pop como Eddie Fisher. Su prestigio suscitó el interés de Reader’s Digest, germen de su valioso legado. Allí emprendió grandes proyectos como un ciclo sinfónico completo de Beethoven con René Leibowitz y la Royal Philharmonic Orchestra, un álbum de doce lp’s titulado A Festival of Light Classical Music y otro también con doce vinilos de nombre Treasury of Great Music, con directores de la talla de Charles Munch, Rudolf Kempe, Josef Krips, Antal Dorati, Fritz Reiner, John Barbirolli, con quien firmó una Segunda de Sibelius antológica, y Massimo Freccia, que dirigió una excelente Sinfonía Fantástica de Berlioz. Mientras tanto emprendió una carrera como director, como tantas veces le había sugerido Arturo Toscanini durante el tiempo que colaboraron juntos, que le llevó a grabar una formidable Sinfonía nº 2 de Howard Hanson y a formar una orquesta con la que dar salida a la gran cantidad de proyectos que se le acumulaban, la RCA Victor Symphony Orchestra, más conocida como National Philharmonic Orchestra, una orquesta exclusivamente de estudio nutrida con algunos de los mejores y más reputados maestros de las más aclamadas orquestas de Londres. También fructificó su trabajo como arreglista y orquestador. Precisamente al tiempo de morir en California de un tumor cerebral en 1999, preparaba un álbum de orquestaciones de música para piano de Ernesto Lecuona, incluyendo su poco divulgado Ante El Escorial, una descripción musical de la magnífica arquitectura del monasterio.

Unas grabaciones impecables

Gerhardt fijó su residencia en la capital británica en la década de los sesenta, y allí conoció a dos personas que influirían mucho en su vida y obra y en las grabaciones de música de cine que nos interesan. Por un lado el ingeniero de sonido Kenneth Wilkinson, que por entonces había trabajado con los mejores intérpretes de música clásica gracias a su trabajo en Decca, y por otro George Korngold, hijo del compositor vienés Erich Wolfgang Korngold, autor de la ópera La ciudad muerta y afincado en Hollywood tras huir de la Europa invadida por los nazis. Un encuentro con Max Steiner para preparar una larga suite de Lo que el viento se llevó que incluiría en un álbum de Reader’s Digest, y su gran amistad con George Korngold, están en el origen de Classic Film Scores, una serie de quince discos que arrancó en 1972 y fue récord de ventas y éxito de listas en los años setenta, a la vez que RCA Victor tumbaba otros proyectos suyos como arreglos para suites de ópera de Wagner, Strauss, Korngold o Puccini, nuevas grabaciones de Elektra y Porgy and Bess o música para piano de Ravel y Prokofiev.

Carátula original del primer título de la serie
El primer título de la serie grabada en Kingsway Hall de Londres, mítico por sus cualidades acústicas, estuvo dedicado a Korngold, destacando la sensibilidad romántica y la bravura épica de sus composiciones para El halcón del mar o Las aventuras de Robin de los Bosques, al que siguieron discos dedicados a Max Steiner, con suites muy aclamadas por la afición de películas como El sueño eterno o El manantial, Bette Davis, cuyo carismático carácter pareció inspirar a compositores de Hollywood, especialmente Max Steiner, que inventaron el sonido Davis, y Alfred Newman, con una espléndida suite de La canción de Bernadette beneficiada por unos estilizados coros a cargo de Ambrosian Singers. Después llegaría un segundo álbum dedicado a Korngold, donde el romanticismo y la delicadeza de cintas como Another Dawn o el Concierto para violonchelo de Deception (Engaño) se dan la mano con la fuerza épica de La vida privada de Elizabeth y Essex y El príncipe y el mendigo. Tras él uno de los más populares, el dedicado a Humphrey Bogart con un tratamiento sinfónico de Casablanca que ha perdurado hasta hoy en grabaciones y salas de concierto, una versión ampliada y perfeccionada de Lo que el viento se llevó, y dos de los títulos más celebrados, el dedicado a Bernard Herrmann, con especial interés por la percusión, evidente en La hechicera blanca, y participaciones estelares de Kiri Te Kanawa entonando el Aria de Salammbo que solo aparecía de forma discreta e intencionadamente mal interpretada en Ciudadano Kane, y de Joaquín Achúcarro en su primera grabación interpretando el Concierto Macabro para piano, así como el dedicado a Franz Waxman, con trepidantes y exuberantes interpretaciones de El príncipe valiente y Taras Bulba, así como una sobresaliente suite melódica de la oscarizada Un lugar en el solCon Miklós Rózsa, en el que destaca la larga suite de La casa roja y el vigoroso scherzo de Los caballeros del Rey Arturo, Errol Flynn, con majestuosas suites de El burlador de Castilla y Murieron con las botas puestas, ambas de Steiner, y Dimitri Tiomkin, cuya generosa Horizontes perdidos constituye la sesión de grabación más cara de toda la serie, se completan los títulos incluidos en esta caja publicada el pasado 13 de marzo.

Otros discos y propuestas

Portada de un disco de Gerhardt y la National
Philharmonic dedicado a Música instrumental de Wagner
La colección se completaría con dos títulos dedicados a John Williams, de los que Gerhardt grabó en 1978 una selección de La guerra de las galaxias que mejora considerablemente el sonido de su banda sonora original, y una excelente suite de Encuentros en la tercera fase que pone de relieve su estética vanguardista y atonal. Y otro ya en 1983 que recoge la música de El retorno del Jedi. Además hay que incluir un sampler editado en 1978 que combina temas extraídos de los discos anteriores con cuatro nuevas piezas que Sony podría haber tenido la gentileza de añadir a su nueva caja como bonus tracks, la Obertura de Julio César (Rózsa), el tema principal de Peyton Place (Waxman), una endiablada suite de El enigma de otro mundo (Tiomkin) y la Danza de los Siete Velos de Salomé (Daniele Amfitheatrof). Y aún podríamos citar el volumen que David Raksin grabó dirigiendo la New Philharmonia con música suya para Laura, Ambiciosa y Cautivos del mal, con producción del propio Gerhardt, y las grabaciones que tomando el testigo de RCA hizo Varèse Sarabande en los ochenta y que incluían El imperio contraataca y una recopilación que recuperaba descartes de Classic Film Scores, especialmente de Korngold y otras grabaciones realizadas para Reader’s Digest en los sesenta y primeros setenta, incluidos unos divertidos arreglos que ponen en evidencia el gusto de Garhardt por los clásicos, como un Nacida libre con aires de Sensemayá, un Creemos en el amor de estilo Respighi o El Cid a ritmo de Bolero de Ravel. Además hay que citar una grabación completa de la banda sonora de Korngold para Kings Row, la película que protagonizó Ronald Reagan en 1942 y que aquí se llamó Abismo de pasión. Todo ello sin olvidar el CD conmemorativo de seis sellos dedicados a compositores de Hollywood que lanzó la Compañía Estatal de Correos Norteamericana y que incluía una versión ampliada de El manantial.

Gerhardt propuso a RCA continuar la serie con títulos dedicados a Grandes Actrices de Hollywood, Westerns de Max Steiner, Clásicos del Cine de Terror y de la Ciencia Ficción, y antologías de Victor Young, Elmer Bernstein y William Walton, pero a pesar del éxito la discográfica se negó a grabarlos. Para su primera edición digital la intención de Gerhardt era completar cada disco con descartes y títulos desperdigados en otros volúmenes de la serie, como así ocurrió con Sunset Boulevard: Classic Film Scores of Franz Waxman y The Sea Hawk: Classic Film Scores of Erich Wolfgang Korngold, pero RCA declinó continuar por esa línea y optó por editar la serie completa con sus programas originales, como también hizo en la última edición hace una década, supuestamente libre del dolby y tratada directamente desde sus originales analógicos, y lo hace ahora con estos doce imprescindibles de la música de cine y de la música clásica juntos por primera vez y a un precio más que competitivo.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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