viernes, 21 de abril de 2023

VESPRES D'ARNADÍ Y XAVIER SABATA, UNA SERIA COMBINACIÓN

Xavier Sabata, contratenor. Vespres D’Arnadí. Dani Espasa, clave y dirección. Programa: Sinfonías de Albinoni, Lotti y Mancini; Arias de Bononcini, Ristori, Albinoni, Porta, Gasparini, Porpora, Giacomelli y Sarro; Toccata para clave nº 2 en la menor, de Scarlatti.
Espacio Turina, jueves 20 de abril de 2023


Si abrimos la
página del conjunto catalán Vespres d’Arnadí, encontramos varias reseñas de Eduardo Torrico, redactor jefe de la revista especializada Scherzo. A él dedicaron Xavier Sabata y Vespres d’Arnadí su concierto de anoche, el mismo día de su fallecimiento, y curiosamente una jornada en la coincidieron en nuestra ciudad el fútbol de un radiante Sevilla y la música de un buen puñado de compositores barrocos; música y fútbol, las dos grandes pasiones del desaparecido periodista, y las dos disciplinas a la que dedicó su vida profesional. En esta nueva aparición del contratenor y el conjunto catalanes, por primera vez juntos en esta ciudad, la respuesta del público no fue tan generosa como en otras ocasiones en cuanto a ocupación de aforo, que no en cuanto a entusiasmo. En los atriles Dani Espasa y Sabata convocaron hasta diez compositores, en su mayoría poco conocidos o divulgados en la actualidad y sin embargo fundamentales en su época, con partituras así mismo poco o nada frecuentadas. Una ocasión para el descubrimiento que se estructuró en cuatro bloques de idéntica compostura, cada uno con dos piezas vocales precedidas de una instrumental, que llevó al temperamental cantante por sendas expresivas de diferente calado.

Espasa y el conjunto que fundó hace casi veinte años con el oboísta Pere Saragossa, estuvieron ya antes en la ciudad al menos en un par de ocasiones, acompañando a Ruth Rosique hace un buen puñado de años, y justamente el año pasado junto a Juan Sancho y Sonia Prina. Pero aunque con Sabata han formado un matrimonio muy bien avenido, grabando incluso el disco L’amante Alessandro, además del que está por venir con el repertorio presentado en el Turina y que en unos días llevarán al Palau de la Música Catalana, nunca antes habían comparecido juntos en nuestra ciudad. La ocasión ha merecido la pena, con un repertorio bastante variado e interesante que arrancó con una breve Sinfonía u Obertura de Tomaso Albinoni, que aunque más conocido hoy en día por su obra instrumental, sobre todo sus conciertos para violín y oboe y un adagio que no compuso él pero lleva su nombre, fue en su día fundamentalmente operista, siendo Il nascimento dell‘Aurora una de las pocas conservadas de su extenso catálogo, y de la que también se extrajo un aria con acompañamiento de continuo de estética fascinante y especial aportación de la tiorba, en manos de un espléndido Rafael Bonavita, que dio mucho relieve al instrumento prácticamente en todas sus numerosas intervenciones. También las sinfonías de Antonio Lotti, que como otros de los convocados ejerció gran parte de su carrera en Dresde y perteneció a la Escuela Veneciana, y de Francesco Mancini, éste de la Napolitana y en un formato más convencional tipo concierto, encontraron en Vespres d’Arnadí, cuyo nombre procede de un dulce antiguo valenciano, el punto exacto de cocción, con una cuerda precisa liderada por una estupenda Farran Sylvan James como concertino, a pesar de que en ciertos pasajes evidenció alguna estridencia sin importancia. La cuarta pieza instrumental fue una exuberante tocatta de Alessandro Scarlatti, muy arpegiada y fugada que Espasa defendió con un virtuosismo diabólicamente extenuante.


Por su parte, Sabata se mostró algo más comedido de lo acostumbrado, pero siempre en esa línea suya en la que prima el espectáculo. Puede que atisbáramos en esta ocasión alguna pérdida de potencia y proyección en su voz, sobre todo al principio, pero por otro lado nos congratulamos en comprobar que ha depurado técnica y capacidad para mantener la línea de canto, sin cambios bruscos de color ni exhibir una puntual voz de barítono para salvar los extremos más graves de su registro. Por otro lado no cabe duda de que en agilidades y ornamentaciones tiene poca competencia, lo que se hizo patente en arias como Non sempre grandina, de Farnace de Giovanni Porta, autor que trabajó frecuentemente en Londres, otra de las cunas operísticas del momento a la que tanto aportaron los compositores italianos, o en Gelido in ogni vena, una temperamental aria de Siroe, re di Persia, compuesta por Domenico Natale Sarro en estilo muy próximo al de Leonardo Vinci. Como curiosidad, Sarro compuso la primera ópera a la que puso letra Pietro Metastasio.

En el otro extremo, Sabata nos conmovió también en sus arias más melancólicas, como Render mi vuole, de Astinatte, una ópera de Giovanni Bononcini, rival de Haendel, con quien coincidió en Londres cuando compuso este título. También con Bellezze adorate, de Le fate de Giovanni Ristori, o Qui ti scrivo, o nome amato, de L’Oracolo de Francesco Gasparini, cuyas óperas fueron las primeras italianas programadas en Londres. Contando para todo ello con aportaciones diversas de solistas de la orquesta, como el propio Saragossa al oboe, perfecto controlando el fiato pero con puntuales y discretas salidas de tono y un fraseo no siempre bien controlado, o el estupendo violonchelista Oleguer Aymamí. Con un estremecedor Morgen de Richard Strauss como propina, cambiando radicalmente de estilo pero con el particular timbre que ofrecen los instrumentos antiguos, Sabata y sus acompañantes nos dejaron literalmente con la lágrima en la mejilla.

Fotos: Luis Ollero
Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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