lunes, 23 de julio de 2012

CRÓNICAS MUSICALES DE CÓRDOBA Y GRANADA

Ha pasado casi un mes sin que haya tenido tiempo para escribir sobre dos acontecimientos musicales que han tenido lugar recientemente en nuestra comunidad. Quizás ahora ya no tenga mucho interés leer sobre ellos, pero como dicen que esto de los blogs sirve como diario, no quiero dejar pasar la oportunidad de al menos reflejar mis impresiones sobre lo que vi y escuché en el Festival Internacional de Música de Cine de Córdoba y el Festival Internacional de Música y Danza de Granada.

Teatro Axerquía de Córdoba
El primero se ha venido celebrando durante varios años, con gran éxito de convocatoria, en Úbeda. Su traspaso a Córdoba ha venido acompañado de mejoras sustanciales en la organización, siempre a cargo de los responsables de BSO Spirit, y mayor variedad de espacios escénicos, a la vez que ha restado interés en el público local. Mientras los ubetenses se volcaban con el festival, en Córdoba de momento no parece haber ocurrido lo mismo, de manera que el doble concierto al que asistí, en el Teatro Axerquía al aire libre, estuvo algo desangelado, en cuanto que de su enorme aforo apenas se cubrió la mitad. El hecho de celebrarse al aire libre pareció además conceder a los participantes en el congreso paralelo, los acreditados, el derecho a pasearse impunemente por el auditorio durante la interpretación de las piezas, ya fuera para pedir una cervecita en el ambigú o para saludar algún colega, de forma que las mismas personas que aplaudían desaforadamente despreciaban paradójicamente el trabajo de los músicos interrumpiendo la solemnidad del directo.

Boscovich y la Filarmónica de Málaga
El sábado 30 de junio tuvo lugar un doble concierto. El primero, patrocinado por el sello Tadlow, especializado en recuperación de bandas sonoras clásicas, y presentado por su presidente, James Fitzpatrick, tuvo como intérpretes a la Filarmónica de Málaga dirigida por el joven e impetuoso Arturo Díez Boscovich, más preocupado por epatar, atacando siempre in forte y sin atención a detalles, tiempos ni matices, que en dotar de lirismo algunas de las más grandes composiciones de la historia del cine, entre ellas La caída del imperio romano de Tiomkin, Éxodo de Gold, Lawrence de Arabia de Jarre, Horizontes de grandeza de Moross, Los cuatro jinetes del apocalipsis de Previn, La vida privada de Sherlock Holmes de Rózsa o Taras Bulba de Waxman, que por cierto fue la única pieza cuya interpretación resultó ciertamente sensacional. La orquesta no estuvo tampoco a la altura de los pentagramas, con graves problemas de coordinación y afinación, mientras una bellísima solista de sonido ratonil y fraseo torpe, Lucie Svehlova, acompañó al conjunto con su violín en algunas de las páginas seleccionadas.

Mark Isham
Mejor sonó la Orquesta Master Symphony, de integrantes muy jóvenes, al frente de la cual algunos invitados ofrecieron composiciones suyas. Fue el caso de Trevor Morris y Blake Neely, dejando en evidencia que hasta cuando se trata de películas menores, Dolphin Tale y la serie de TV Once Upon a Time, la música del presidente del certamen, Mark Isham, es mejor que la de sus compañeros de programa. Richard Casero dirigió el resto de composiciones, generalmente anodinas y olvidables, con buen oficio y sentido de la mesura, mientras el coro Ziryab, a menudo gritón, alternó aciertos y desvaríos en sus intervenciones. Además de la de Isham pudimos disfrutar de la calidad de los títulos compuestos por Christopher Young, también presente entre el público, y de la interesante suite de Balada triste de trompeta de Roque Baños. En ambos casos el sonido obligatoriamente amplificado resultó plano, sin relieve ni apenas juego de dinámicas.

Inmediatamente después nos dirigimos a Granada para disfrutar de nuevo de un entorno tan mágico e inimitable como el de la Alhambra, donde se celebra anualmente su Festival de Música y Danza. Dutoit con la Royal Philharmonic, Tabea Zimmermann y Heras-Casado con la Barroca de Friburgo fueron los eventos que seleccionamos. El primero llegó con una de las orquestas más queridas por los melómanos, que aunque no suele aparecer como señera, quién no guarda algún recuerdo especial de la Royal, sea a través de sus numerosas giras (la primera vez que asistí a un concierto sinfónico fue en la Iglesia del Salvador de Sevilla con esta orquesta), o sus numerosas bandas sonoras, o con aquellos discos de introducción a la música clásica de los 80 que dirigía Louis Clark (para muchos un auténtico espanto) y que se llamaban Hooked on Classics. Lo cierto es que la Royal que escuchamos en el Carlos V - nunca me cansaré de decir lo emblemático que es este lugar pero lo mucho que perjudica al sonido su mala acústica - distaba mucho incluso de sus grabaciones más convencionales, para antojarse directamente una orquesta de tercera categoría con la que el legendario Charles Dutoit apenas acertó a ofrecernos una competente Ma mère l'Oye de Ravel y, esta sí, una excelente La Valse del mismo autor, sensual y transparente en su afán deconstructivista. Sin embargo la Suite nº 2 de El sombrero de tres picos de Falla sonó tosca y sin inspiración, mientras Fuentes y pinos de Roma de Respighi acusaron exceso decibélico y escasez de elegancia.

Tabea Zimmermann
La violista alemana Tabea Zimmermann sin embargo nos embelesó con su sonido dulce y aterciopelado, único en su especie, por algo es hoy la embajadora número uno de este instrumento en el Mundo. Estuvo inspiradísima, llena de lirismo y romanticisimo, pero sin siquiera rozar la cursilería, en las Imágenes de cuentos de Schumann, controlando magistralmente dinámicas y estructuras en la Sonata de Hindemith, y derrochando expresividad e inteligencia en la breve selección de Signos, juegos y mensajes de Kurtág, una pieza especialmente compuesta para su talento. Menos nos convencieron las Siete canciones de juventud de Alban Berg, por la pérdida de expresividad e intencionalidad que sufrieron en su transcripción de voz humana a viola. Y sin embargo la otra transcripción estelar de la noche, la de la excelente Sonata para violín y piano de César Franck, resultó en sus manos toda una experiencia en color, melodía y emoción, a lo que contribuyó decisivamente la elegancia y emotividad desplegada por Silke Avenhaus acompañando al piano. Un acontecimiento para paladares exquisitos que se benefició además de la espléndida acústica del Patio de los Arrayanes, por mucho que la visibilidad quedara prácticamente anulada en las últimas filas acondicionadas para la ocasión.

Pablo Heras-Casado
Para terminar, el granadino Pablo Heras-Casado confirmó en su tierra por qué es hoy el director musical más reputado de nuestro país, a la vez que nos hizo lamentarnos una vez más de eso que dicen de no ser profeta en nuestra tierra. El Teatro de la Maestranza debería sentir no haber descubierto a este joven genio de la batuta cuando aún estaba a tiempo. Ahora su caché se ha multiplicado con toda justicia y será muy difícil verlo por estos lares. Su trabajo frente a la Barroca de Friburgo se saldó más que satisfactoriamente con unas Sinfonías 3 y 4 de Schubert a las que supo imprimir un enorme entusiasmo traducido en brío, energía y, en el caso de la número cuatro, un evidente sentido dramático. Pero fueron los extremos del concierto, el Scherzo de la selección de El sueño de una noche de verano de Mendelssohn con el que completaron el programa, y el cuarto movimiento de la sinfonía referida, las que acusaron un mayor temperamento y brillo, a lo que los espléndidos integrentes del conjunto, ataviados con sus correspondientes instrumentos de época, supieron plegarse a la perfección, logrando una velada difícil de olvidar y un triunfo en casa del excelente director, que en un recinto mejor acondicionado acústicamente hubiera llegado al paroxismo.

3 comentarios:

  1. Magnífica crítica. ¿Estuviste en Úbeda? Me gustaria conocer tu opinion. Un saludo.

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  2. Perdona, hasta ahora no me había dado cuenta de que tenía un comentario. Estuve en Úbeda sólo en un par de ediciones, y tengo que decir que tenía mucho encanto. Los invitados eran bastante interesantes y los actos muy emotivos. Recuerdo especialmente la entrega de premios Award Spirits en los que se homenajeó a Maurice Jarre con un espléndido video de José Mª Benítez. Pero los conciertos contaban con intérpretes bastante mediocres; me refiero a las orquestas. Lo más llamativo era cómo se volcaba la gente de la ciudad con su festival, y los congresistas, tan entregados y motivados. Gracias por seguirme y por tu halago, un abrazo

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  3. Este año la orquesta ha sido nueva. Sin ser algo fastuoso, y poniendo a parte al coro que me parece que no está del todo a la altura, te invito a que veas este video: http://youtu.be/63Gd_vyTDbk

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