martes, 18 de febrero de 2020

JÓVENES GUITARRISTAS CON BUENA CALIGRAFÍA

Joven Orquesta de Guitarras de Juventudes Musicales de Sevilla. María Esther Guzmán, dirección artística. Programa: Canarios, de Sanz; Concierto Op. 6 nº 4, de Händel; Concierto de Brandemburgo nº 3, de Bach; Américas, de Ruiz-Pipó; Hamsa, de Dyens; Invierno porteño, de Piazzolla; Carmen Suite, de Bizet. Sala Manuel García del Teatro de la Maestranza, lunes 17 de febrero de 2020

La joven orquesta frente a su sede en
el Pabellón de Juventudes Musicales del
Parque Mª Luisa
Como tantos otros proyectos de índole académica, damos la bienvenida sin reparos a esta joven orquesta que se suma a muchas otras iniciativas similares en torno al instrumento español por antonomasia, que se extienden no solo por nuestro país sino por todo el mundo. La incontestable solvencia y virtud musical de María Esther Guzmán es el aval indispensable para que un conjunto así llegue a buen puerto; que Juventudes Musicales fijaran en este proyecto su atención e interés no es sino una manifestación de su responsabilidad como ente dedicado a la promoción de jóvenes talentos, en esta ocasión doce que se renuevan constantemente, siguiendo las directrices propias de una formación creada para dar cobertura práctica a quienes están cursando los últimos años de conservatorio.

Desde su debut en octubre de 2018 en la Sala Chicarreros, la Joven Orquesta de Guitarras de Juventudes Musicales ha participado en conciertos y eventos por toda la provincia, muy especialmente de contenido social, exigiendo de cada uno y una de sus integrantes un esfuerzo considerable que se traduce en ensayos continuos en períodos de descanso académico, tanto de su artífice, Mª Esther Guzmán, como de su alumnado. Todo ello exige un arduo trabajo en responsabilidad y disciplina que da buenos resultados no solo en el ámbito estrictamente musical sino también en otros como la superación de la timidez propia de la edad y, sobre todo, el trabajo en equipo. Para su esperado debut en el Teatro de la Maestranza, la joven orquesta contó con el calor del público, que abarrotó la Sala Manuel García hasta el punto de tener que ser sensiblemente ampliado su aforo.

Originales y transcripciones

Detalle del concierto de presentación en la Sala Chicarreros en octubre de 2018
La propia Guzmán fue la encargada de transcribir gran parte de las obras que se interpretaron en el ecléctico programa, todo un trabajo de amor y dedicación que obtuvo interesantes resultados en obras como el Concierto Grosso nº 4 del Op. 6 de Haendel, que sonó ligeramente vivaldiano, y el Concierto de Brandemburgo nº 3 de Bach, con la excelente guitarrista asumiendo esas breves y misteriosas notas del adagio central que sirven de nexo entre sus vitalistas allegros inicial y final. Lástima que entre movimientos necesitasen tanto tiempo de preparación en silencio que rompía el ritmo interno de las piezas, y que en general tantas voces por parte no se tradujesen en una mayor ampulosidad sonora. Así las cosas, la interpretación fue satisfactoria fundamentalmente en términos de coordinación y precisión, salvo algún desajuste puntual sin importancia, pero no en cuanto a expresividad y cuerpo, en todo momento más proclive a la delicadeza e incluso la languidez, con una gama dinámica bastante limitada. Por esos derroteros se desenvolvió también un preciosista Canarios del padre de nuestra guitarra, Gaspar Sanz.

En la segunda parte tuvieron más protagonismo las piezas escritas directamente para el instrumento, como Américas del pianista granadino Antonio Ruiz-Pipó, una sucesión de ritmos del nuevo continente en el que se echó en falta un mayor contraste de humor y color, mientras se atinó en sus juegos de percusión (palmas, chasqueos) y sus ligeras disonancias, siempre desde una estética demasiado contenida. Igual sucedió con dos de los movimientos de Hamsa, una pieza escrita por el guitarrista francés Roland Dyens que describe distintos paisajes sonoros, desde una amable serenata en Sol Lassitude a un sensual ritmo arábigo en Tunis, Tunisie. De Piazzolla ofrecieron el Invierno de sus Cuatro estaciones porteñas, siempre con una contención muy calculada, y ya en las propinas el célebre Libertango con algo más de brío. Cuatro números de Carmen de Bizet, en los que también se echó en falta más dinamismo, cerraron el recital antes de ofrecer como propina la Danza del fuego de Falla. Naturalmente queda trabajo por hacer, sobre todo en expresividad y cuerpo, pero como siempre decimos en estos casos, bienvenidos sean estos proyectos en los que la educación, la disciplina y el trabajo en equipo son tan importantes.

Artículo publicado en El Correo de Andalucía

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